Epílogo pt.2
Lo que me falta por aprender
Cualquiera que visitara el Hospital General de Seúl podría considerarlo como uno de los lugares más grandes y por tanto más confusos del mundo, después de todo el establecimiento poseía más de diez pisos de alto y un sinfín de habitaciones prácticamente automatizadas para las necesidades del gran espacio, un sitio que evolucionó al tiempo que lo hacía la sociedad. Sin embargo, NamJoon sabía guiarse a la perfección dentro del establecimiento, no sólo porque su KimTec trabajaba en colaboración con el enorme hospital, sino porque su sobrino había estado más tiempo del que hubiera querido ahí dentro, siendo atendido por tecnología de punta y por los mejores doctores durante su coma.
Claro que, su conocimiento sobre los pasillos se había vuelto obsoleto ahora mismo debido al despertar del joven JiMin. Ahora, NamJoon debía dirigirse a una habitación nueva en un piso nuevo, uno con el que había soñado estar desde el momento que JiMin tuvo el accidente: el piso de rehabilitación.
Un pequeño robot lo acompañaba para su traslado sin interrupciones, ya que pese a que el hospital estuviera dividido en secciones y no había que caminar tanto, NamJoon admitía con una sonrisa no saber exactamente cómo llegar a la sala que había sido designada para casos como el de JiMin, por lo que los pequeños robots que llegaban al alto de su rodilla se encargaban de guiar a quien lo necesitara, incluso en casos de emergencia.
Desde que despertó, su sobrino había asistido a terapias especiales para recomponerse por completo, terapias que no sólo iban desde el nivel físico, sino también terapias que lo ayudarían con la parte mental que tanto le había costado a NamJoon conseguir que funcionara.
Eran las tres de la tarde, él traía una caja de donas en su mano y una expresión calmada en su rostro. Ese día, JiMin había comentado que quería algo dulce y NamJoon fue de inmediato a comprar mientras le realizaban una resonancia magnética para comparar con el primer día que había despertado.
—Bienvenido al área C de rehabilitación, avise si necesita algo más y el asis-bot más cercano estará a su servicio —anunció el pequeño robot antes de darse la vuelta, NamJoon sólo movió su mano como despedida y la pequeña pantalla le mostró una carita feliz.
Probablemente JiMin estaría ejercitando un poco su cuerpo en ese momento o jugando algún juego para medir el avance de sus habilidades cognitivas, así que por eso se encontraba en el área C y no en el área B que se encargaba de las pruebas.
De repente, cuando tomó el picaporte de la puerta que lo llevaba a la sala asignada, sintió su celular vibrar dentro del bolsillo de su pantalón. Tomó la caja de donas con su otra mano y sacó su celular, viendo el nombre conocido brillando en la pantalla.
Sus cejas se fruncieron en sorpresa y de inmediato contestó.
—¿YoonGi? —preguntó con duda, alejándose de la puerta para sentarse en la pequeña sala de espera.
—Sí —respondió Min al otro lado, sonando tan serio como de costumbre, quizás más—. Quería decirte que... uh... Ya tomé una decisión —carraspeó—. Sobre el tema que hablaste.
—¿En serio? —dejó la caja de donas en el asiento a su lado, sintiendo los nervios en la boca del estómago—. Bueno, antes de que digas algo, quiero que sepas que nada es obligación, ¿bien? Si necesitas más tiempo puedes decirme, no quiero que nada de esto salga mal —se apresuró a decir, nervioso por obtener una respuesta negativa.
—Sí... —suspiró, tomándose un par de segundos para contestar, tan dudoso como nunca había estado de tomar una decisión—. Acepto que me lleves a verlo, acepto hablar con él, pero no te aseguro que actuaré de la manera que quieres.
NamJoon se recostó sobre el respaldo de la silla, los nervios pasaron a un segundo plano ahora y la curiosidad era más que palpable en su mirada.
—Creo que no entiendo a lo que te refieres.
—No prometo quedarme mucho tiempo luego de verlo —respondió—, si todo el asunto es demasiado para mi entonces tengo la libertad de irme y no regresar, ¿bien? —continuó, dejando en claro sus pensamientos y NamJoon podía escuchar cierto aire de vacilación en su voz—. Simplemente quiero cerrar este ciclo de una vez por todas y lo que pase después no será decisión tuya, sino mía —finalizó.
El hombre suspiró con una sonrisa de alivio entre sus labios y miró hacia el techo con un par de ojos añoradores en su mirada. No podía evitar alegrarse porque el otro decidiera cooperar, después de todo él sabía que había metido la pata por completo, pero al mismo tiempo sentía que no habría estado bien contarle todo a YoonGi mientras JiMin siguiera estando internado, habría hecho las cosas complicadas y aunque ahora se veían inciertas por sus propias decisiones, sentía que estaban yendo por el camino correcto y de que no sólo YoonGi daría por finalizada toda esta aventura llena de altibajos.
—Bien, hagámoslo —asintió y escuchó una afirmación del otro lado—. ¿Te parece bien que sea mañana? JiMin hoy tiene un par de horas más de rehabilitación y creo que ambos necesitan prepararse un poco. Además, será sábado, así que estaremos todos libres.
—Claro... Está bien —otra vez el tono de su voz se oía dudoso, NamJoon casi podía imaginarlo jugar con sus dedos con nerviosismo.
—Te enviaré la dirección de mi casa y puedes venir después de las doce del día —finalizó y cuando escuchó una afirmación de nuevo, supuso que la conversación había terminado—. Bien, nos vemos mañana.
—Sí, adiós —murmuró algo bajo y colgó la llamada.
NamJoon suspiró y miró su celular regresar a la pantalla de inicio. A pesar de que se notaba que YoonGi estaba realmente reacio a la idea, parecía ser que realmente quería dar un paso más para alejarse de la oscuridad en la que se había metido, aunque aquello implicara tener que lanzarse dentro de ella por al menos un segundo. NamJoon estaba agradecido con él, ciertamente, porque aunque le importaba resolver los asuntos con YoonGi, le importaba mucho más la mejora de su sobrino y sabía que la aparición de YoonGi sería un punto de inflexión en él, no sólo por ver una cara verdaderamente conocida, sino porque la estimulación que recibiría en ese momento podría dar muchos efectos positivos.
Se sentía culpable por casi definir a YoonGi como una herramienta, pero al mismo tiempo era inevitable verlo de esa manera. Sin embargo, YoonGi no era sólo un peón en el tablero, se suponía que lo sería nada más durante el transcurso del experimento antes de que el robot fuera transferido a otro sujeto, pero las cosas se tornaron mucho más complicadas.
—¿Qué es eso? —se escuchó una voz ajena y el hombre de gafas salió de su burbuja.
NamJoon levantó la mirada, encontrándose un par de ojos café oscuro y una mirada de ligera curiosidad que intercalaba su atención entre la caja de donas y los propios ojos del científico. A su lado, había una mujer con un sujetapapeles en mano y el hombre no dudó en levantarse de su puesto, tomando la caja y sonriendo nuevamente.
Después de tanto tiempo seguía siendo extraño pero emocionante ver a su sobrino frente a él.
—Son donas, para ti. Me pediste algo dulce y fui por tus favoritas —le entregó la pequeña caja en mano y el chico de ojos oscuros y mirada de perrito perdido frunció sus cejas un poco, mirando a NamJoon con algo de duda.
Por la diferencia de altura, su cabeza tenía que alzarse y su cabello caía hacia atrás por la gravedad.
—¿Mis... favoritas?
La sonrisa de NamJoon vaciló un poco y miró a la mujer, quien suspiró suavemente y le pidió que se acercara, acción que él no demoró en atender luego de pedirle al chico que lo esperara en los asientos.
—Supongo que aún no tienen nada —se adelantó a sus palabras y ella volvió a cerrar su boca, apretando sus labios.
—Escuche, señor Kim, los resultados de las resonancias revelan una gran mejora en la actividad cerebral y las conexiones artificiales están prácticamente fusionadas de manera natural con el cerebro —declaró con una voz que oscilaba entre la sorpresa y el consuelo, pero había algo en el tono que no dejaba del todo seguro a NamJoon.
—¿Pero? —contraatacó y la mujer movió un poco su cabeza, casi como si estuviera tanteando en ella lo que iba a decir a continuación—. Siempre hay un gran "pero" luego de una "gran" noticia —agregó, cruzándose de brazos algo inseguro y preocupado.
—Pero... aunque el hipocampo se encuentra en casi perfectas condiciones luego de los implantes, JiMin no es capaz de recordar prácticamente nada y tenemos la sospecha de que va a ser falta más tiempo para que esto suceda.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó un poco más sorprendido y decepcionado de lo que hubiera querido, incluso su voz vaciló en dolor—. Dijeron que era posible en unos meses, que él podía recordar fragmentos del accidente y que avanzarían desde ahí —expresó con dolor, y ella levantó ambas manos como una petición muda para que se mantuviera calmado.
—Lo sé, pero las cuestiones con el cerebro son complicadas y puede que haya mucho más que esté bloqueando esos recuerdos —explicó—. El trauma no fue sólo a nivel físico y hay que darle más tiempo para sanar en cada aspecto posible —NamJoon suspiró y pasó ambas manos por su cabello, mirando por sobre su hombro al chico de ojos castaños morder cuidadosamente una dona bañada de chocolate—. Usted hizo algo que no se creía imposible, fue capaz de crear implantes cerebrales que repusieran tejido dañado y debe sentirse orgulloso por eso y porque su sobrino sea capaz de tener todas sus capacidades cognitivas en orden, hasta el momento no hemos experimentado problemas y él ha avanzado bien con el tratamiento, créame que vamos a poder sobrellevar esta situación.
NamJoon asintió y aunque en su mirada había desgana, la mujer tenía razón. Después de todo, JiMin había avanzado a pasos agigantados para lo que sería su recuperación a comparación de lo que hubiese sido si no hubiese tenido ayuda de los implantes. Pese a que no era su JiMin por completo, sí seguía siendo él en esencia y se permitió tranquilizarse por eso.
—Aun tiene un par de lagunas, a veces olvida lo que estaba haciendo y sus ataques aparecen de vez en cuando, eso lo sabe —continuó, viendo la expresión agotada de NamJoon—, pero en general, la mejora ha sido increíble. Debe sentirse feliz por eso y de que hemos podido dejar atrás los problemas todavía más complejos.
NamJoon suspiró y miró hacia el chico con una sonrisa melancólica en el rostro. Este, casi sintiendo que lo estaban mirando, levantó su mirada de la caja y metió el último pedazo de la dona a su boca, masticando con una sonrisa en su rostro que le dedicó al hombre.
—Por cierto, hoy probamos lo que nos aconsejó y dio buenos resultados —NamJoon la volvió a mirar con atención—. Estamos seguros de que su memoria de trabajo está intacta y con esto podemos confirmarlo; su manera de sujetar los utensilios se veía casi profesional, JiMin casi parece un chef.
El hombre no pudo evitar sonreír por lo bajo.
—Lo sé —fue su respuesta—, él amaba la cocina.
Ella tomó el hombro de NamJoon con seguridad.
—Él la ama —corrigió—. Él sigue ahí, lo vamos a encontrar.
Desde que despertó y desde que sus terapias comenzaron, NamJoon se había envuelto en una manta llena de positivismo que acompañaba con frases como "pronto estará mejor", "pronto va a actuar como siempre", "pronto será mi sobrino de nuevo", concentrándose en la idea de ayudarlo lo suficiente para que caminara, para que hablara, para que escribiera, para que pudiera tener el control en las cosas más sencillas y pudiera sentirse cómodo alrededor de ellos. Había gastado tanta energía en crear expectativas altas que ahora se estaba comenzando a sentir cada vez más presionado y asustado por los resultados negativos, por lo que el hecho de que hubiera alguien recordándole que la esperanza no debe perderse le ayudaba de una manera que no podía describir con palabras.
Él se había esforzado para olvidar e ignorar cualquier otra cosa que no tuviera relación a su sobrino y esto no sólo le había cobrado factura con YoonGi, sino con su propia salud y sus temas laborales, los cuales ya estaba comenzando a recuperar y próximamente presentaría la propuesta frente a los organismos correspondientes para salvar más vidas como la de su sobrino.
El asunto era muy grande y odiaba que JiMin estuviera involucrado no sólo en una situación como lo era prácticamente resucitar, sino también en ser estudiado para que todos pudieran observar con asombro el resultado de un trabajo nuevo y casi perfecto.
"Casi", porque por mucho que NamJoon lo quisiera, no habían logrado completar el proceso y JiMin seguía sin ser su JiMin.
A pesar de que podía ver a su sobrino enfrente de él, sonriendo y disfrutando de sus donas favoritas, sabía que ese chico no tenía idea de que esas donas en específico eran sus favoritas, no tenía recuerdos y sus actitudes no eran las mismas que las que tenía antes del accidente, cada experiencia fue borrada y reemplazada por las experiencias y actitudes de su inocente contraparte robot.
Aun así, habían pequeñas cosas que se quedaron, cosas como escribir con la caligrafía linda que tenía o la manera en la que golpeaba a otra persona en el hombro cuando lo hacían reír. Sin esos detalles, el JiMin que yacía frente a él parecía ser una persona totalmente diferente dentro de su cuerpo, pero al mismo tiempo, ni siquiera podría compararlo con el robot que tanto se había esforzado por crear, su razonamiento no era el mismo y sus acciones más que estar siendo proyectadas con el único fin de aprendizaje, eran simplemente impulsivas y torpes.
—¿Te gustaron? —preguntó cuando este se levantó de la silla para caminar hacía él e irse a casa.
JiMin asintió, sonriente.
—Sí, ya sé por qué son mis favoritas —le dijo animado y NamJoon acarició un poco su largo cabello, provocando una sonrisa de parte del castaño.
—Creo que necesitas un corte de pelo, ¿qué te parece? —preguntó, caminando hacia uno de los pasillos mientras movía su mano en señal de despedida hacia la mujer y JiMin levantó su mano para tomar uno de sus mechones—. Han crecido mucho desde la operación —agregó.
—Sí... recuerdo cuando no tenía mucho —dijo, distraído en tocar su cabello con su mano libre—. Estaba muy... corto... —decía, como si se le hubiera dificultado un poco encontrar las palabras.
—Bueno, podemos ir a la peluquería para que te hagan un peinado lindo —entonces, el contrario asintió, regresando a su sonrisa animada—. ¿Eso te gustaría? —volvió a asentir—. Perfecto, además, tengo buenas noticias para ti —dio un par de palmaditas en su espalda y JiMin lo miró con atención—. Te las diré cuando regresemos a casa, ¿sí?
—Oh... —un pequeño puchero se formó en su rostro—. ¿Por qué tengo que esperar?
—Porque las mejores sorpresas vienen con expectativa —explicó y JiMin zumbó, pensativo por aquello—. Ya sabes, para que sean más emocionantes.
—Bueno —se encogió de hombros, jugando con los bordes de la caja que traía entre sus manos.
NamJoon miró a su sobrino con cariño y luego frunció un poco sus labios.
Las cosas debían funcionar porque no estaba seguro de qué hacer si no lo hacían.
[♡]
Ciertamente, YoonGi no era el tipo de persona extrovertida como lo era HoSeok o TaeHyung, por lo que era obvio que no era en absoluto alguien que disfrutara de la atención de los demás, ni siquiera estaba interesado en verse decente para las personas, él podía ir caminando todos los días con la misma playera y estaría bien con eso.
Por ende, no entendía por qué estaba tan estresado por encontrar un buen conjunto de ropa para esa tarde del sábado.
La razón no podía ser difícil de adivinar, pero él no iba a admitir el origen de su frustración porque sería ridículo y él poseía la dignidad suficiente como para que no le importara lo presentable que estuviera. Él no debería estar mirando dos tipos de camisas diferentes mientras se preguntaba cuál se vería mejor y definitivamente no debería estar pensando en qué zapatos usar porque nunca pasaba por su cabeza ni siquiera para ir a trabajar.
Finalmente, optó por el conjunto más sencillo que se le ocurrió y supuso que, dentro de todo, sería una buena idea; si ese chico tenía los recuerdos de su JiMin, sería mejor llevar algo que el otro pudiera reconocer en sus memorias, por lo que con esa excusa barata y sus converse de confianza, salió de su casa sintiéndose más feo que de costumbre.
Era primavera, los árboles a la vista casi parecían brillar en verde y habían flores a montones. YoonGi se detuvo frente a un puesto sin saber bien el por qué y cuando notó que había estado más tiempo del necesario mirando las rosas, simplemente sacudió su cabeza, reafirmó la mochila que tenía sobre su hombro y siguió su camino hacia la parada de autobús.
NamJoon y él habían hablado de un par de cosas que debía tener en cuenta a la hora del "reencuentro" y una de las más importantes era que debía reducir por completo todo tipo expectativas, ya que lo que menos necesitaba el JiMin que estaba ahí era tratar de procesar el significado del tipo de amor que YoonGi sentía por él. Por un momento se sintió molesto, ya que no estaba dispuesto a aceptar aquella como una de las principales razones para ir a verlo, pero tenía que admitir que había estado enamorado de JiMin... aún lo estaba.
Fue un poco patético que NamJoon le lanzara en cara el asunto, pero lo entendió. Después de todo, JiMin continuaba en rehabilitación y las cosas eran tan complicadas que ni siquiera el propio NamJoon pudo explicarlas correctamente, pero él parecía ser una pieza importante y aquello lo consolaba un poco.
El camino a casa de NamJoon no fue cómodo ni ameno en absoluto, hubo un revoltijo de nervios nauseabundos dentro de su estómago durante todo el trayecto y sus manos picaban tanto que tuvo la necesidad de morderse las uñas, concentrándose en ello mientras veía las paradas acabarse una a una hasta su destino final.
El vecindario tenía una calle llena de casas de más de dos pisos, él reconocía el lugar como la zona de las personas con el suficiente dinero como para reírse de él y mientras pensaba en lo raro que era imaginarse a NamJoon con un estatus como ese, fue que reaccionó y recordó que era dueño de una dichosa compañía, así que claro que NamJoon podría tener una mansión si se le daba la gana.
Miró la dirección en su celular y luego miró la fachada, una casa con un estilo moderno y una reja que estaba separada de la puerta principal por al menos diez metros de camino, con el detalle final de un par de macetas dentro del no tan reducido espacio.
Suspiró, sintiéndose un diez millones de wones más pobre, y tocó el timbre.
—Llegaste —esa fue la voz entusiasmada de NamJoon una vez abrió la puerta y YoonGi sólo levantó ligeramente su mano como saludo, notándose tenso mientras trataba de retener las náuseas que le provocaba la ansiedad.
Estuvo a punto de tener una arcada, pero se contuvo.
—Sí, supongo que lo hice —dijo con voz ronca, sonando cansado, pero resignado al mismo tiempo.
NamJoon no demoró en acercarse a él.
—Agradezco mucho que hayas decidido venir y lo siento si mi emoción te hace sentir incómodo, solo no puedo evitar estarlo —agregó mientras abría la reja, colocando su dedo sobre el sensor de huellas dactilares—. Realmente espero que todo salga bien, de verdad esto...
NamJoon se calló cuando YoonGi entró al patio y formó una expresión que casi parecía pedir disculpas por su actitud. El pálido sólo suspiró y negó con la cabeza, apretando sus labios y tomando la única de las correas de su mochila que estaba sobre su hombro derecho.
—Sí... —comenzó—. Yo también espero que todo salga bien... —se rascó la nuca, desviando un poco la mirada.
—Lamento que todo esto haya tomado un rumbo tan caótico —decidió agregar el hombre de lentes y YoonGi se dedicó a mirarlo, esta vez luciendo un poco menos tenso, pero manteniendo una mirada seria en su rostro. Claro que no perdonaba a NamJoon por lo que había sucedido y su terrible manera de manejar el asunto con él al haber desaparecido por tanto tiempo, pero al menos entendía lo complicado que debía estar siendo para él también, así que sólo le dio un par de palmaditas en la espalda.
La expresión en el rostro de NamJoon se volvió más tranquila y lo invitó a pasar, abriendo la puerta de la casa mientras YoonGi entraba con suma cautela, mirando hacia el interior como si estuviera esperando que un tigre saltara desde algún lugar mientras él se quitaba los zapatos.
La ansiedad lo estaba matando lentamente y miró hacia el inicio de las escaleras como un niño vería la oscuridad debajo de su cama.
—Bien, está en el segundo piso, en su habitación —le dijo NamJoon cuando ambos estaban en la sala de estar y YoonGi pasó saliva, mirando al hombre—. ¿Prefieres subir a verlo o que lo traiga a la sala?
—No lo sé, tú eres el cerebrito —se quejó, llevando su mano libre a su cabello para pasarlo por las hebras debido a los nervios.
—Bien, sólo siéntate en el sofá —le dijo al darse cuenta del temblor en su voz y en sus manos, no iba a obligarlo a subir por las escaleras en ese estado y suponía que sería la mejor opción. YoonGi miró el blanco sofá y mordisqueó su labio inferior, tratando de descargar sus nervios en alguna parte—. Sólo avísame si es mucho para ti, ¿bien?
YoonGi no respondió, sólo asintió, y sin mirarlo se acercó al sofá, sentándose con una lentitud nerviosa. Tontamente, comparó la situación a estar en la casa de su suegro y se rió de sí mismo porque al menos el YoonGi de alguna otra realidad lo estaría pasando mejor que él ahora mismo.
Al darse cuenta de que NamJoon desaparecía lentamente mientras subía las escaleras, él se abrazó a sí mismo y trató de regular su respiración, moviendo su pierna frenéticamente. Cada segundo que pasaba podía sentir que el ataque de ansiedad estaba cada vez más cerca de producirse y se concentró para que eso no sucediera, porque sería el colmo.
HoSeok le había aconsejado salir corriendo de ahí si las cosas se tornaban horriblemente incómodas, pero TaeHyung le explicó un ejercicio de respiración que había aprendido con el paso de los años siendo actor de dramas, uno que siempre lograba bajar hasta los nervios más horribles. YoonGi estaba tentado entre ambas opciones, porque la respiración no le ayudaba del todo por más que se concentrara, y escapar de ahí, aunque tentador, harían peor las cosas.
Escuchó murmullos y sonidos en las escaleras, la idea de HoSeok ahora quemaba como fuego en su cabeza y se levantó de golpe sin estar seguro de qué se suponía que iba a hacer, sólo para encontrarse cara a cara con quien no pensó que vería de nuevo.
Su corazón pareció detenerse cuando procesó el rostro de quien estaba mirándolo desde el pie de las escaleras y él ya no podía sentir su propia respiración, los nervios que había acumulado durante el día y las horribles náuseas se pausaron en un santiamén, de hecho, casi sentía que las cosas estaban sucediendo en cámara lenta.
Él era diferente, claro que lo era. Los ojos azules no estaban, pero sí lo estaban un par de ojos castaños llenos de profundidad y de sorpresa, brillaban intensamente, más de lo que había creído ver antes. Su cabello no era rubio, claro que no podría serlo, este era castaño oscuro y se encontraba algo despeinado. Finalmente, sus labios eran rosados y esponjosos, se encontraban entre abiertos mientras analizaba a la persona parada a unos metros frente a él y YoonGi en ese segundo admitió que habían cosas que no podían replicarse ni aunque el mejor escultor del mundo estuviera a cargo.
Siendo honesto consigo mismo, no se dio cuenta del momento en el que sus lágrimas comenzaron a caer o del momento en el que JiMin se había acercado, pero sí se dio cuenta de su tacto, de su mano sobre su mejilla, tocándola como si estuviera experimentando aquello por primera vez y él no pudo evitar inclinar un poco su cabeza hacia el toque, hipnotizado por los ojos que lo miraban fijamente.
Trató de resistirse, pero no pudo.
JiMin, por otro lado, levantó su otra mano y la posó sobre la mejilla contraria, tocando con delicadeza y mirando cada uno de sus movimientos como si estuviera preocupado por tocar correctamente algo que podía romperse, cosa que no estaba del todo alejada de la realidad, ya que YoonGi sentía que se estaba quebrando poco a poco.
—Tú... Tú eres el de mis recuerdos... —decía aquel chico que lo estaba haciendo desmoronarse, hablando bajo y lento, mirando con concentración las zonas en donde sus manos estaban tocando antes de dirigir su mirada hacia los ojos de YoonGi de nuevo, los cuales no se apartaron ni un segundo, sintiéndose inevitablemente seguro en la mirada del otro—. Tú eres YoonGi...
YoonGi no pudo evitar jadear una sonrisa y es que el hecho de que el último recuerdo que tenía de JiMin fuera uno donde él ni siquiera podía reaccionar a sus palabras, terminaron de destruirlo.
—S-Sí, yo... —su voz se quebró y bajó la cabeza, apoyándola sobre el hombro contrario, totalmente derrotado—. Hola... —jadeó, tratando de regular su respiración.
—Hola —susurró.
De repente, YoonGi sintió un peso extra encima y demoró un par de segundos en darse cuenta de que JiMin se había prácticamente abalanzado sobre él, rodeando sus hombros y cuello con sus brazos, apretando de una manera que lo hicieron sentirse desorientado. NamJoon reaccionó por la expresión del pálido, pensando que JiMin había cruzado alguna línea, pero en el instante que dio un paso para separarlos, YoonGi levantó su mano y la colocó en la espalda ajena, correspondiendo el abrazo y cerrando sus ojos en un intento de retener las lágrimas.
Ahí estaba, de nuevo estaba ahí, lo tenía frente de él...
El abrazo era torpe, pero no era diferente a como lo habían sido todos los abrazos de JiMin antes; todos cargaban consigo la inexperiencia y el posible temor de apretar demasiado, por lo que él sintió que estaba donde debía estar, disfrutando del contacto ajeno y sollozando suavemente por los recuerdos que se había esforzado por eliminar de su cabeza.
Su astillado corazón parecía comenzar a reponerse y consideró irónico cómo su solución resultó ser la misma que lo rompió en un principio.
Sintió el rostro caliente de JiMin en su mejilla, sintió su cabello con aroma a shampoo picarle en la nariz y sintió lágrimas mojar su cuello... Él no podía creerlo. Era diferente, pero al mismo tiempo era él, sólo que ahora se sentía infinitamente complejo, más de lo que había sido antes.
¿Cuál se suponía que era el plan desde el principio? ¿No verlo de nuevo? ¿Cómo podía hacer eso ahora? En parte, se sentía patético por no poder resistirse, pero al mismo tiempo no podía evitar que la dicha recorriera su cuerpo y de que sus únicos pensamientos fueran quedarse con él porque lo necesitaba más que a nada en el mundo.
Fue entonces que JiMin levantó su cabeza, fijando sus ojos llenos de lágrimas en él, pero su cara no se veía triste en absoluto, mucho menos dolida. En cambio, una sonrisa enorme decoraba su rostro, una sonrisa brillante que hizo que su corazón golpeara fuerte contra su pecho como había olvidado que podía hacer.
JiMin levantó sus manos nuevamente y comenzó a moverlas sobre el rostro de YoonGi como si no pudiera creer que él estaba ahí, en persona. YoonGi se dejó hacer, disfrutando del contacto de las suaves manos sobre su cara y sobre su cabello, dejando que JiMin sintiera sus hombros y su pecho, para luego regresar a sus mejillas.
—JiMin... —no pudo evitar reír por el tacto del otro, divertido no solo por la manera que tenía de mirarlo como si fuera la octava maravilla del mundo, sino porque este le hiciera cosquillas sin darse cuenta—. JiMin... —repitió, probando el nombre de nuevo entre sus labios y sintiendo sus ojos picar aún más por la idea de que había vuelto a pronunciarlo.
—YoonGi —fue su respuesta, mirándolo a los ojos de nuevo y riendo suavemente—. YoonGi, YoonGi, YoonGi —repitió, acariciando la mejilla del otro con la propia como si estuviera desesperado y emocionado por el contacto ajeno—. Te extrañé...
YoonGi sintió su corazón retumbar, su rostro fruncirse y sus lágrimas tomar impulso. ¿Cuánto había deseado escuchar esas palabras? ¿Cuánto había deseado que JiMin lo mirara de nuevo? Se sentía tan débil y al mismo tiempo tan lleno de vida.
—Yo también te extrañé —susurró, hablando con lentitud y llenando aquellas palabras con cada sentimiento que había resguardado bajo llave en su corazón.
NamJoon simplemente esperó, mirando con una sonrisa suave la interacción de ambos.
—NamJoon —JiMin lo llamó, ignorando el "tío" al que el hombre se había acostumbrado con los años, sonriéndole mientras YoonGi lo abrazaba con fuerza—. Es YoonGi —le dijo.
El hombre asintió.
—Es YoonGi, ¿lo recuerdas?
JiMin asintió, mirando de nuevo al pelinegro quien había logrado calmar el río de lágrimas que bajaban por su rostro.
—¿Podemos ir a patinar otra vez? —le preguntó, sonando emocionado, y YoonGi tuvo que hacer un esfuerzo para no llorar de nuevo—. Quiero ir de nuevo, por favor...
YoonGi era débil, lo había descubierto en ese segundo.
—Sí, claro que sí... —respondió sin pensarlo dos veces, ni siquiera miró a NamJoon para corroborar si era buena idea aceptar tal petición, sólo lo dijo, disfrutando de la sonrisa satisfecha del contrario.
Él sabía que era débil desde hacía mucho, dentro de él sabía que no iba a poder resistirse, pero no quiso creerlo. JiMin era su perdición y él lo admitía.
—¿Iremos al centro comercial otra vez? —preguntó JiMin de nuevo—. Esta vez quiero ganar un peluche para ti.
—Claro que sí —ni siquiera dudó.
NamJoon soltó un poco de aire y se acercó un par de pasos, YoonGi lo notó y lo miró con algo de pena ya que este no había dejado de observar la interacción y, a pesar de estar disfrutando la muestra de afecto, decidió que sería mejor comenzar a hablar con calma. Abrió la boca para pedirle a JiMin que debían separarse, pero lo único que consiguió fue que el contrario se abalanzara sobre él de nuevo. Esta vez, él perdió el equilibrio y cayó de espaldas sobre el sofá.
—¡JiMin! —el más alto le llamó la atención—, ¿estás bien, YoonGi? Él ha sido muy impulsivo, lo siento...
—No, no... Está bien —decía, sonriendo un poco, viendo al contrario sonreírle encima de él, provocando que un recuerdo ubicado en las fechas navideñas se reprodujera en su cabeza—. Ya no pesas tanto. Menos mal, ibas a romperme —le dio un par de palmaditas en las piernas y JiMin rió.
YoonGi hizo que ambos se sentaran correctamente en el sofá y JiMin se apoyó sobre él cuando ambos estuvieron derechos, recostando su cabeza sobre el hombro ajeno, cerrando sus ojos con calma.
—Admito que es interesante notar que JiMin automáticamente busque afecto en ti —decía NamJoon, sentándose en el sofá que se encontraba frente a ellos y YoonGi se dio cuenta de que sí era algo bastante curioso—. Antes de todo, él siempre fue muy afectuoso, sólo que lo perdió un poco conmigo.
YoonGi entendía que se suponía que este JiMin no tenía idea de muchas cosas, ni siquiera de lo que significaba besar o abrazar, pero ahí se encontraba, disfrutando del contacto de YoonGi como si hubiera anhelado por él durante mucho tiempo.
—Bueno, como aún no te has ido, tendré que explicarte un par de cosas —comenzó y YoonGi intercaló su mirada entre JiMin y NamJoon.
—¿Está bien que él escuche?
—JiMin es consciente de su situación —explicó y el mencionado asintió, manteniendo sus ojos cerrados y una sonrisa suave en sus labios—. Aunque las cosas abstractas como lo son las emociones siguen siendo temas complejos. Como puedes ver, fue capaz exteriorizar que te extrañó y de sentirlo, creo que fue con lo primero que trabajamos ya que él no entendía por qué su pecho se sentía "adolorido" todos los días cuando pensaba en ti.
Aquello pegó un poco en el corazón de Min y no pudo evitar la sensación de satisfacción que tuvo cuando supo que el contrario se había sentido igual de triste por su falta.
—Pero ahora estoy... feliz, mi pecho no se siente así —dijo, abriendo sus ojos y mirando a YoonGi con una sonrisa—. Te veo y mi pecho se siente... bien —agregó.
El pálido le regresó la mirada, suave y añoradora. Escuchando encantado como el contrario admitía sentir mariposas, pero esperaba que entendiera lo que aquello implicaba.
—Mi pecho se siente igual —le dijo y JiMin volvió a acurrucarse sobre su hombro, sonriendo en grande—. Aunque, honestamente, no pensé que él fuera capaz de sentir algo por mi, ya que... ya sabes —explicó, mirando a NamJoon.
NamJoon asintió.
—Supongo que será extraño para ti que te diga esto, pero yo tampoco sé cómo es que esto sucedió —confesó y el pálido frunció un poco sus cejas—. Nuestros recuerdos vienen cargados de emociones, pero siendo un robot, eso no es posible... Aun así, cuando despertó, preguntó primero por ti y no dejaba de llorar cuando le explicamos que no podíamos ir a tu casa así como si nada. Al principio, se comportó como el robot, desde sus actitudes hasta sus preguntas. Actualmente hay algunas diferencias pequeñas, pero notorias.
YoonGi se dio cuenta de eso, sabía que su JiMin estaba ahí, pero al mismo tiempo parecía ser otra persona. Era un sentimiento conflictivo, después de todo.
—¿Realmente crees que no es posible que haya desarrollado sentimientos mientras era un robot? —cuestionó YoonGi, mirando a JiMin y la manera en la que este levantaba la mirada para ver a los dos hombres, en sus ojos brillaba la inexperiencia y la curiosidad.
NamJoon se aclaró la garganta.
—Si fuera posible, esta sería una historia de ciencia ficción —fue su respuesta—. No tenemos la suficiente tecnología como para crear vida inteligente capaz de sentir emociones humanas... aunque admito que me sorprende tanto como a ti el hecho de que sus recuerdos contigo sean tan emocionales para él.
JiMin solo se acurrucó un poco más sobre el contrario, siendo arrullado por la propia sensación de plenitud que le daba estar a su lado y parecía estar reacio a la conversación, escuchando todo sin participar y sin ser capaz de responder las preguntas que calaban en la mente de ambos hombres.
YoonGi hizo una mueca con sus labios por la respuesta del hombre y NamJoon suspiró.
—Bueno, no quiero cambiar tan abruptamente de tema, pero como sabes, esto no es necesariamente un reencuentro —Min asintió, tratando de no desconcentrarse por la manera en la que JiMin tocaba su brazo—. En parte claro que sí, pero también voy a necesitarte para el proceso de rehabilitación de JiMin, ya que queremos tratar de darle un enfoque diferente.
—Entiendo...
—Hasta el momento hemos tratado con diferentes métodos para que JiMin pueda recordar toda su vida antes del accidente, pero sólo hemos obtenido avances pequeños, ni siquiera tratar que se relacione con sus antiguos amigos ha dado muchos resultados, así que me gustaría que fueras parte de este proceso. Como sabes, JiMin tiene recuerdos contigo nada más, yo soy una pieza secundaría y hay que tener en cuenta que las emociones y sentimientos tienen un papel fundamental en las memorias.
—Pero yo no conocía a JiMin antes del accidente —dijo algo dudoso.
—Lo sé, pero conoces a este JiMin y él te conoce a ti, el simple hecho de tener a alguien que le importe acompañándolo en este proceso es fundamental. Se va a sentir en confianza, seguro y protegido, necesitamos que todo se dé de la mejor manera para completar el proceso.
YoonGi asintió un poco confundido, pero esperando que no fuera más complicado que eso. En parte, pensaba que NamJoon se encontraba en negación por la idea de perder a su sobrino, negándose a creer que había vuelto en otra forma que no fuera la que siempre había conocido, pero por otra, era muy probable que aquello ayudara. Después de todo, con JiMin en las condiciones en las que está, YoonGi no podría acercarse más aunque quisiera; no era moralmente correcto ni por asomo, JiMin necesitaba estar en todas sus capacidades posibles para poder pensar en algo como el amor.
—Bien —asintió—, ¿cuándo comenzamos?
NamJoon sonrió.
—El hecho de que hayas aceptado venir ya es un comienzo, pero a lo largo de la semana puedo avisarte de los días que necesitemos que vengas y de los días que me gustaría que fueras al hospital.
—Bien, puedo hacer eso —estuvo de acuerdo.
—También quiero hablarte de algunas cuestiones no tan lindas que tienen que ver con el comportamiento y reacción de JiMin frente a algunas cosas, ya que no quiero que te asustes —YoonGi lo miró algo dudoso—. No te preocupes, podremos lidiar con eso. Ahora, iré por una taza de café, ¿quieres un poco? —decidió levantarse y YoonGi asintió—. Ya regreso entonces.
Cuando el hombre desapareció tras la puerta de la cocina, YoonGi miró a JiMin con una ceja alzada, notando como el contrario levantaba la mirada para observarlo con aquellos ojos brillantes de los que estaba seguro no se iba a cansar pronto.
—Hola —saludó y el contrario sonrió.
—Hola —repitió.
Sus miradas se mantuvieron fijas a la otra durante un par de segundos hasta que YoonGi ladeó un poco la cabeza.
—¿Sabes? Tengo algo para ti —le dijo y JiMin parpadeó con interés.
YoonGi se inclinó hacia adelante, tomando la mochila que había traído desde su casa y que había dejado frente al sofá en mitad de su crisis, de ella sacó el pequeño peluche de vaquita que JiMin no demoró en reconocer. Una sonrisa subió por las comisuras de sus esponjosos labios y tomó el peluche de inmediato, mirándolo como si no pudiera creer lo que estaba sosteniendo.
El hombre sonrió por la expresión ajena, disfrutando de la manera tan delicada en la que JiMin tomaba el peluche, acariciándolo con algo que él reconocía como "nostalgia".
—La dejaste en casa —explicó—, es tuya así que...
Los brazos del más bajito rodearon a YoonGi de nuevo.
—Gracias —le dijo con voz suave y se separó de él, mirando de nuevo el peluche entre sus manos—. Extrañaba dormir con ella...
—¿Ah sí? —cuestionó y JiMin asintió—. Bueno, ya no la tienes que extrañar más, ya la tienes contigo —sonrió.
—También extraño dormir contigo —sus ojos se encontraron con los suyos y YoonGi pudo sentir el calor subir por sus propias mejillas, intrigado por lo que el otro estaba diciendo—. ¿Cuándo voy a regresar a casa?
—JiMin... —YoonGi no estaba seguro de cómo explicarle y miró un segundo en dirección a la cocina—. Tu casa es esta, tu tío es NamJoon. No puedes venir conmigo —lo miró con pena, sintiéndose culpable por ser el causante de la expresión de decepción que apareció en su rostro.
—Pero quiero estar contigo de nuevo. Quiero cocinar para ti e ir al parque, también quiero visitar Daegu contigo otra vez, quiero ponerme calcetines en invierno y probar el chocolate caliente que vendían en esa cafetería cerca de ese enorme árbol de navidad —comenzó a decir con entusiasmo cargado de melancolía y YoonGi estaba un poco saturado ahora, mirando con asombro cómo JiMin lucía demasiado seguro de lo que decía—. Mis recuerdos no son... suficiente. Quiero vivirlo, otra vez.
YoonGi no encontraba palabras para responder a lo que había escuchado.
—¿Entiendes todo lo que estás diciendo? —cuestionó con una expresión sorprendida que era acompañada por el golpeteo errático de su corazón.
—Claro que lo hago —frunció un poco sus cejas, luciendo algo ofendido y triste al mismo tiempo—. Todo este tiempo he esperado a que regreses para poder ir a casa, quiero poder estar de nuevo contigo y salir como solíamos hacer —tomó su mano, dejando a la vaquita sobre su regazo—. Quiero volver a sentirme feliz como lo era contigo...
El corazón de YoonGi dio un vuelco, ¿cómo JiMin podría recordar un sentimiento que no se suponía que estuviera ahí? ¿Acaso todo ese tiempo el robot sí sintió algo? Eso no era posible, a pesar de que quería creer que sí, quizás el joven sólo estaba confundido por los recuerdos y por lo que creyó haber vivido, no era posible que hubiera sentido felicidad o tristeza cuando estuvo con YoonGi porque en ese momento su cerebro estaba conformado por circuitos, todas sus acciones eran automáticas, YoonGi lo tuvo claro desde el momento en el que NamJoon se lo llevó.
Fue en ese momento que YoonGi recordó lo que TaeHyung le había dicho y pensó que claro que podría enfrentar a este JiMin con los recuerdos del robot.
—¿Recuerdas cuando mi hermano falleció? —las cejas de JiMin se fruncieron en tristeza mientras asentía—. ¿Qué puedes recordar de eso?
—Que lloraste mucho... —murmuró—. Yo estaba... preocupado, no sabía qué debía hacer y no sabía cómo ayudarte... —explicó, bajando un poco la mirada por lo que parecía ser un amargo recuerdo—. Me gritaste, pero luego me abrazaste y te sentiste mejor —explicó de manera resumida—. Recuerdo que me llevaste a Daegu y que tu madre no estaba contenta, no pude acompañarte aquella vez y me sentí... mal.
YoonGi sentía que su corazón se aceleraba cada vez más.
—¿Recuerdas cuando te hice cosquillas por primera vez? —fue la primera pregunta que se le ocurrió para continuar y observó con asombro la sonrisa que se formaba en el rostro del castaño y la manera en la que bajaba la mirada de forma tímida.
—Sí, fue muy divertido —rió suavemente, cubriendo superficialmente su boca con una mano—, es un buen recuerdo, quiero repetirlo y saber lo que se sienten las cosquillas —volvió a mirar al contrario.
YoonGi apretó los labios, más decidido ahora de preguntar lo que había estado rondando en su cabeza durante mucho tiempo e ignoró el sonido de la puerta de la cocina abrirse.
—¿Recuerdas la vez que me ayudaste con mi canción? Cuando estábamos grabando tu parte —preguntó, sintiéndose tenso de repente, y JiMin asintió luego de volver a bajar la mirada.
—Te sentías muy... mal, yo te ayudé... —continuó.
—Sí, y cuando me calmé, te dije... —tomó aire—. Te dije que te quería... —dijo con algo de dificultad y con una voz baja, desviando la mirada lejos de los ojos de JiMin mientras sentía su propia cara calentarse.
Se suponía que la respuesta ajena sería que él nunca le contestó a aquello, se suponía que él lo había imaginado porque acababa de tener un ataque de ansiedad y su cabeza le había hecho escuchar algo que nunca pasó.
Entonces, sintió la mano del contrario apretar la suya y lo miró, notando como había una sonrisa pequeña en sus labios que casi parecía tímida y un color rosado en sus propias mejillas.
—Yo me sentía feliz y... te dije que también... te quería —fue su respuesta, completando la historia y provocando un vuelco en el corazón del pelinegro que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas de nuevo.
—¿Qué?
Ambos se giraron hacia la presencia que había regresado a la sala, observando a NamJoon con sus propios ojos abiertos de par en par. Su mirada estaba fija en YoonGi y este hizo un pequeño movimiento con su cabeza, casi diciéndole entre líneas que había tenido la razón todo ese tiempo y que no estaba loco, mientras que el científico no podía creer que en serio JiMin hubiera respondido algo para lo que no estaba programado.
En ese segundo, NamJoon notó un brillo conocido en los ojos de su sobrino, una expresión que reconocía y que estaba fresca en sus memorias. Aquella manera que había mirado a YoonGi había sido una que vio cientos de veces antes cuando su sobrino hacía o veía algo que amaba, cuando bailaba, cantaba o cocinaba. El recuerdo pegó fuerte en su corazón y YoonGi lo notó cuando se dio cuenta de la manera en la que NamJoon se sentaba en el sofá y dejaba las tazas sobre la mesa de centro para masajear sus ojos por debajo de sus lentes, aunque lejos de ser parecer un gesto lleno de estrés, parecía estar tratando de espantar las lágrimas que amenazaban con llegar.
—Bueno... —NamJoon no supo qué decir en ese momento—. Creo que... eso ha sido una especie de... comienzo —pronunció con consternación.
YoonGi estuvo de acuerdo y cuando los ojos de NamJoon volvieron a mirarlo, notó la expresión tan anonadada como preocupada que bailaba en el rostro del científico. El pelinegro no podía culparlo por estarlo y mientras recibía un abrazo por parte de JiMin, le dedicó al hombre de gafas una mirada que pretendía transmitir toda la calma del mundo, pese a que el también estaba demasiado consternado en ese momento.
Ambos sabían que no había marcha atrás y aunque existían un sinfín de preocupaciones flotando alrededor, tenían en claro que esta vez las cosas iban a ser diferentes.
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