Capítulo XXII: Mad men [Parte 2]
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TaeHyung descubrió que no le gustaba la metadonacon solo mirarla. Todavía tenía que probar la sustancia, pero simplemente mirarel líquido cuando JiMin dejó la botella sobre la mesa de la cocina casi lo hizogruñir, las comisuras de sus labios cayeron severamente. Era del color queparecía gritarle que estaba mal, todo mal. Esa extraña coloración verde brillante hizo quepareciera una de dos cosas: desechos tóxicos o antibióticos.
Supuso que técnicamente eran las dos cosas para él: veneno, pero también una cura. Después de todo, la metadona era mala para él, pero lo ayudaría a combatir una adicción mucho peor.
JungKook estaba arriba, en su oficina, hablando por teléfono como siempre. TaeHyung se preguntó si tenía alguna idea de que JiMin estaba haciendo esto. Se imaginó que JungKook encontraría la evolución buena, al igual que JiMin. Si tan solo pudiera encontrarlo bien en lugar de sentirse lleno de desconfianza con solo mirar la botella. Al menos la morfina no parecía tóxica. Era clara y pura, como el agua. ¿Quizás si la metadona se viera así también no le parecería tan mala? Realmente no lo sabía, solo sabía que desconfiaba mucho y que la sensación no se iría.
En el asiento contiguo, JiMin estaba felizmente tarareando por lo bajo mientras destapaba la botella, siendo como su nuevo ritual. En la mesa junto a su vaso de jugo de naranja y los restos de su papilla de arroz había una variedad de cosas. Primero estaba la botella de metadona, de color verde vivo y desagradable, y al lado había un recipiente de plástico con medidas en el costado. Al lado de estas dos cosas estaba el torniquete y una jeringa nueva preparada con una punta de aguja. Si no fuera por la extraña droga nueva, entonces la escena sería exactamente la misma, pero lamentablemente no había un vial de morfina presente. TaeHyung podía oler la mezcla mientras dejaba la tapa sobre la mesa y era inequívocamente de naturaleza medicinal. Eso solo aumentó la desconfianza que sentía hacia la sustancia. ¿Estaba inyectándole metadona o antiséptico? No podía notar la diferencia en este momento.
—Esperemos que ingieras esto de otra forma —explicó JiMin mientras levantaba la botella y vertía un poco del líquido en el recipiente de plástico—. Quizás la solución bebible, o incluso las píldoras. Serían mucho mejores, podrías guardarlas en una caja de pastillas y tomarlas cada cierta hora y es mucho más seguro que la desagradable morfina, ¿verdad, Tae?
TaeHyung pensó en la idea de tragar píldoras al igual que JiMin lo hacía con el Valium, de tragarlas en lugar de sentir la aguja que le daba esa ráfaga de calor y apenas pudo mantener su expresión neutral. No, no pastillas. Cualquier cosa menos pastillas.
—Creo que es mucho más seguro —dijo JiMin cuando no respondió. Todavía tenía esa expresión bastante optimista en su rostro y TaeHyung deseaba poder sentirlo también, pero era demasiado difícil hacerlo—. Esto es lo mejor de la metadona, podemos eliminar lentamente la morfina y a la par casi podemos eliminar la necesidad de inyectar. Eso es parte de la adicción, YoonGi me lo dijo.
TaeHyung se preguntó quéotro tipo de mierda le había dicho YoonGi a JiMin durante las horas que habíanpasado juntos. ¿Chismorrearon sobre él? ¿Se quejaron de JungKook mientras nohabía nadie allí para escucharlos? ¿Era cierto su comentario acerca de cómo cagabana sus compañeros de equipo o era solo que su mente hambrienta comenzaba airritarse como siempre? TaeHyung se encontró mordiéndose el labio inferiormientras veía a JiMin enroscando la tapa de la botella. Dios, esto estabatardando demasiado, demasiado tiempo. Solo necesitaba una dosis.
—Dijo que una parte de la adicción proviene de la fuerte asociación con los hábitos —continuó JiMin, hablando de manera lenta y pedante—. Entonces, al romper el hábito, podemos romper la adicción, ¿mmm?
TaeHyung quería romper la nariz de YoonGi por darle a JiMin la idea de reemplazar su morfina con metadona.
JiMin recogió la jeringa y el torniquete y le tendió la banda para que la aceptara. TaeHyung la tomó y procedió a envolverla alrededor de su brazo desnudo, enganchándola en su lugar y tirando de él con la otra mano. Mientras lo hacía, JiMin metió la aguja en el recipiente y sacó la mayor parte del líquido. Lo vio llegar a 60 ml. TaeHyung intentó no gemir anticipadamente cuando JiMin se inclinó para agarrar su brazo y pinchó su vena con la aguja. Presionó el empujador y TaeHyung observó cómo se agotaba el líquido sin respirar. Cuando JiMin sacó la aguja y limpió suavemente la marca de la aguja con el pulgar, finalmente la sintió.
Los deseos acababan de... desaparecer.
TaeHyung bajó la cabeza con un profundo suspiro mientras JiMin comenzaba a ordenar los objetos. Esperó para ver si esa avalancha lo golpearía, ese calor maravilloso que se sentía mejor que el sexo, pero después de un minuto no sintió nada. No había calor en absoluto, pero los deseos habían desaparecido y eso era algo.
—¿Qué piensas, Tae? —JiMin le preguntó mientras guardaba los suministros en la caja médica—. ¿Es mejor?
—Suh... sí, está bien —coincidió TaeHyung con un suave asentimiento—. Mejor, JiMin.
Eso fue una jodida mentira, pero ¿realmente importaba ahora?
Después de otro minuto de espera, TaeHyung se puso de pie y se acercó a la cocina para llegar a la máquina de café. Había estado preparándose todo ese tiempo así que tomó una taza de uno de los armarios.
—¿Qué? ¿También buscas una oleada de cafeína ahora? —bromeó JiMin mientras lo miraba por encima del hombro.
—El café realmente no hace mucho por mí ahora —respondió TaeHyung mientras deslizaba la taza debajo del dispensador y presionaba el botón para que el líquido preparado saliera en una corriente humeante—. Bebí hace unos días y ni siquiera sentí algo.
—Esa fue probablemente lamorfina que te adormece —respondió JiMin mientras levantaba su propiovaso y tomaba un sorbo de jugo de naranja. Si no fuera por el hecho de que sololo había visto beber champán, TaeHyung le habría dado una respuesta bastantemordaz sobre él bebiendo un Destornillador*, pero se contuvo.
—Probablemente —murmuró TaeHyung mientras dejaba ir el botón y se rascaba el codo. Añadió el más mínimo toque de leche al café, observando cómo comenzaba a difundirse en la mezcla oscura, y luego levantó la taza. JiMin todavía estaba sentado a la mesa y ni siquiera lo miró mientras subía las escaleras y caminaba por el rellano. TaeHyung se detuvo junto a la puerta abierta, no queriendo irritar a JungKook bloqueando la vista. Así que se quedó a su lado y, en cambio, extendió la mano para golpear sus nudillos contra la puerta abierta.
—JungKook, ¿puedo entrar?
—Espera un momento... sí, adelante —llamó JungKook, y TaeHyung se movió para entrar en la oficina.
En algún lugar de esta habitación estaban esos discos duros de los que JiMin le había hablado; aquellos en los que nunca había logrado poner sus ojos. TaeHyung trató de no estudiar demasiado la habitación y simplemente llevó la taza de café a su escritorio porque no quería parecer que estaba buscando algo. Los ojos frívolos podrían parecer bastante sospechosos, y lo último que necesitaba era despertar cualquier sospecha. Dejó la pesada taza sobre el escritorio de madera dura, con el ruido de la porcelana, y antes de que pudiera apartar la mano, JungKook extendió la suya para agarrar su muñeca. Su agarre no era fuerte, pero lo tomó por sorpresa.
—Sí... sí, Bae, creo que puedo hacerlo hoy —afirmó JungKook. TaeHyung levantó la vista de la taza para ver que lo estaba mirando directamente y se dio cuenta de que el hombre más joven quería que se quedara en la oficina por un momento. Después de que terminó la llamada, claramente quería hablar con él también. Entonces TaeHyung permaneció en su lugar, con los dedos alrededor de la muñeca y la cabeza baja mientras esperaba—. Ten hombres en el aeropuerto esperándome, pueden transportarme a la ubicación. Yong y Park, recordaré los nombres. Sí, no podría esperar otro minuto, no importa el día, Bae. Debo ponerle las manos encima ahora mismo.
TaeHyung tenía una muy fuerte idea sobre quién estaba hablando y sintió una momentánea confusión antes de que recordara lo que le había dicho JungKook ese día. Mientras que había estado planeando el asesinato de Kim JinTae él también había estado tratando de atrapar a su hijo, JinWoo, y parecía que había logrado hacerlo. El hecho de que estuviera hablando con Bae no era una sorpresa para él. TaeHyung realmente sintió un escalofrío en la espina dorsal de pensar en el otro hombre y estaba seguro de que JungKook también debió haberlo sentido entre sus dedos.
JungKook tenía a Kim JinWoo en la red y si fueraa deshacerse de él, el infierno se desataría, TaeHyung estaba seguro de ello.Su ventana de oportunidad se encogía mucho, y muy rápido para su gusto.
—TaeHyung —dijo JungKook mientras terminaba la llamada y lo miraba—. Prepárate, tenemos que ir a China, Shanghái para ser precisos. Voy a reservar el vuelo en pocos minutos.
—¿Shanghái? —preguntó TaeHyung mientras se movía para sentarse en el borde del escritorio al lado de la taza—. ¿Qué diablos está pasando en Shanghái?
—Un negocio importante —replicó el joven mientras ponía la taza cerca de él con una mano y agarraba la botella de Adderall con la otra—. El negocio más importante de tu vida. —JungKook desenroscó la botella con un brusco giro de la muñeca, tomando una píldora blanca en la palma de su mano y de un trago duro y seco la engulló—. Dile a JiMin que volveremos esta noche si todo sale según lo planeado. Solo estará solo unas horas, no necesita preocuparse.
—¿Tiene esto algo que ver con JinWoo? —preguntó TaeHyung mientras observaba recoger la taza para tomar un sorbo de café. JungKook no respondió, pero las comisuras de sus labios se elevaron en una curva suave y eso fue mejor que cualquier respuesta. TaeHyung estaba bastante seguro de que esa era la primera sonrisa verdadera que había visto en su rostro desde hacía dos semanas—. Me vestiré de inmediato, JungKook. ¿Necesito llevar algo conmigo?
—Mmm, solo trae tus guantes y una muda —respondió JungKook mientras tomaba un sorbo de café—. Tengo mejores planes para hoy que un arma.
TaeHyung salió de la oficina un momento después, bajando las escaleras para ver que JiMin había terminado de guardar los suministros y estaba acostado en la tumbona boca abajo, aparentemente mirando hacia el espacio. Cogió uno de los trajes recién planchados de la mampara de seda y lo arrojó sobre la cama, y se vistió lo más rápido que pudo. Cuando se encogió de hombros para ponerse la camisa, su hombro protestó por el movimiento, no con dolor, sino porque todavía estaba muy rígido. ¿Alguna vez volvería a sentirse normal?
—Tengo que ir a China —explicó mientras se estiraba para abrocharse la camisa—. JungKook necesita que vaya con él, dijo que será un viaje de un día. Los vuelos a Shanghái solo demoran más o menos dos horas, por lo que deberíamos regresar aquí antes de la medianoche si los planes se mantienen.
—¿Sabes por qué vas? —preguntó JiMin mientras se movía para sentarse derecho. TaeHyung negó con la cabeza ante la pregunta, los dedos ahora firmes para poder abrochar los botones sin ningún problema—. ¿Shanghái? No creo que Kookie haya estado en Shanghái desde que estoy con él.
—Eso es probablemente porque es el principal territorio de Kim —respondió TaeHyung mientras abrochaba el último botón—. Por eso creo que iremos hoy. Creo que Kim JinWoo fue atrapado.
—Estoy sorprendido de que no esté cantando a todo pulmón en este momento —declaró JiMin con una sonrisa—. Kookie ha estado esperando esto desde hace meses, desde que salió corriendo y se escondió bajo tierra. —TaeHyung se puso los pantalones, empujando torpemente los extremos de su camisa para poder abrocharlos—. No puedo creer que ambos tengan que ir hasta Shanghái y... espera, necesito preparar metadona para que te lleves.
TaeHyung levantó la vista bruscamente cuando sus dedos terminaron de deslizar el botón del pantalón superior en su lugar. ¿JiMin iba a preparar más droga para él? ¿Cuánto necesitaría tomar? No sabía nada de la metadona por lo que se sintió muy confundido. JiMin cruzó la habitación para ir al baño. Regresó un minuto después con la caja en la mano, moviéndose para sentarse nuevamente a la mesa para abrirla. TaeHyung agarró la chaqueta de su traje y se acercó para mirarlo con curiosidad.
—¿Por qué necesitas hacer eso?
—Necesitarás quizás dos dosis más antes de esta noche y no puedo dártela si no estás en el país, Tae. Kookie tendrá que hacerlo por mí. Es posible que ni siquiera necesites dos dosis, pero necesitarás al menos una. —JiMin sacó algo más del kit que no lo había visto usar antes, un gotero largo y delgado con una cabeza de goma y un pequeño recipiente de plástico con cierre hermético.
TaeHyung lo observó transferir algo del líquido al recipiente, sin poder verter la botella porque era demasiado pequeña para eso. Lo hizo minuciosamente lento, usando el gotero y apretándolo para que el líquido verde intenso se vertiera en el grueso recipiente de plástico. Después de vaciarlo, procedió a llenarlo nuevamente, apretando el cabezal del gotero de goma para extraer otra dosis de metadona.
—¿Estás seguro de que debería...?
—La metadona requiere de más dosis, Tae —explicó JiMin mientras volvía a vaciar el gotero en el recipiente—. Necesitas esto cada seis horas en lugar de cada ocho, una buena dosis regular para mantener alejados esos horribles deseos. No hay nada de malo en que lo tomes con más frecuencia, ¿sí? Porque esto simplemente eliminará los antojos por ti para que no te enfermes.
—Lo hizo... JiMin, pero... —TaeHyung observó a JiMin colocando el gotero a un lado para poder agarrar la tapa del recipiente y volver a abrirlo con un fuerte chasquido de plástico. El otro hombre lo miró con ojos curiosos y sintió el impulso más apremiante de mover su lengua alrededor de su boca seca—. Pero no se siente lo mismo.
—No, solo estás pensando que se siente diferente, Tae —argumentó JiMin, no enojado o con firmeza, sino más bien tratando de ser persuasivo con él—. Eso es porque todavía eres adicto a la morfina, pero dale uno o dos días y no te sentirás tan mal. Te gustará este, ¿de acuerdo?
TaeHyung quería decirle que la droga no se sentía igual. YoonGi podría haberle dicho que se sentía igual, pero estaba equivocado o mintió para tratar de hacerlo caer. YoonGi fumaba marihuana en esos momentos en que su cerebro y su piel con picazón intentaban hacer que ansiara y comenzara a pensar en lo que sea que le había enganchado. TaeHyung sabía que esa era la razón por la que fumaba con tanta frecuencia, una forma de combatir la tentación de volver a usar a costa de su salud mental. Pero la metadona simplemente no iba a ayudarlo en absoluto porque no hacía mucho más que adormecer los antojos.
No había calor.
Cuando JiMin lo inyectó, no había sentido esa oleada, esa oleada de calor que inundaba su sistema y lo hacía sentir tan lleno y contento. No había nada más que la sensación de que ya no tenía hambre de algo; como una merienda en lugar de una fiesta. TaeHyung se alegró de la sensación de que al menos los horribles síntomas desaparecían y ya no lo dejaban sudando y temblando, pero simplemente no era lo mismo.
—...Está bien —respondió en voz baja. A su acuerdo, JiMin le dedicó una sonrisa suave mientras deslizaba el recipiente sellado dentro de una bolsa de plástico y luego lo metía dentro de la caja de la jeringa—. Está bien, probablemente tengas razón, JiMin.
—Porque soy inteligente —respondió JiMin con una amplia sonrisa, una que hizo que sus ojos se arrugaran en las esquinas. Cerró la caja y TaeHyung hizo todo lo posible por devolverle el gesto. Dios, JiMin se veía tan jodidamente orgulloso de sí mismo en este momento y sabía que también debería sentir algo de ese orgullo, pero no podía. Sentirse orgulloso por el hecho de que se estaba inyectando una droga para evitar que se cagara a sí mismo no era algo de lo que TaeHyung pensara que debería estar orgulloso. Era algo vergonzoso, incluso desagradable. Pero, sobre todo, todavía estaba enojado por el hecho de que no estaba recibiendo morfina en lugar de avergonzarse de sí mismo—. En realidad, YoonGi es el inteligente, no yo. Me lo contó, me convenció para que lo probaras.
Oh, iba a romperle la nariz a ese jodido imbécil ahora.
—Sé que probablemente no quiera escucharlo, pero, la próxima vez que veas a Min, dale mi agradecimiento —murmuró TaeHyung, evitando la mirada de JiMin.
—Lo haré, por supuesto que lo haré —dijo el otro hombre con un movimiento de cabeza—. Estoy seguro de que él ya sabe que le estás agradecido.
Sí, agradecido. Como si no se estuviera imaginando acorralarlo contra una pared y usar su caja torácica como saco de boxeo en ese momento. TaeHyung estaba muy agradecido y el hecho de que sus dedos estaban enrollados en pequeños puños apretados a su lado no tenía nada que ver con eso.
TaeHyung guardó algo de ropa de repuesto en una pequeña bolsa de viaje, tal como le habían dicho, y varios minutos después, JungKook bajaba las escaleras, se arreglaba la corbata y llevaba los pasaportes en la otra mano. Había una oleada de emoción sobre él y se acercó al sistema de intercomunicación y presionó el botón con el pulgar, instruyendo a DongJun para que preparara a Yang. Tan pronto como se dio la orden, metió los pasaportes en su bolsillo interior y miró hacia la mesa para mirarlos a los dos.
—Cariño, necesito que guardes esto —dijo JiMin mientras le ofrecía la caja. Los ojos de JungKook se clavaron en él y se movió para aceptarlo, sin duda sabiendo exactamente lo que era. Cuando abrió la caja para mirar dentro, sin embargo, vio claramente algo inesperado, porque sacó la bolsa un segundo después. La sostuvo de la esquina, la bolsa colgando de sus dedos como si no quisiera tocar la sustancia.
—¿Qué es esto? —preguntó JungKook mientras miraba el contenedor, frunciendo el ceño confundido. Claramente había estado esperando ver un nuevo vial de morfina y no esta imitación repugnante.
—Es metadona —explicó JiMin—. YoonGi me la dio, para ayudar a tratar a Tae. Necesito que lo guardes y solo le des una dosis exactamente seis horas a partir de ahora, y luego otras seis horas más tarde si no estás en casa para entonces. 60 ml. Lo medí exactamente. —JungKook estaba mirando la mezcla verde con una expresión difícil de leer—. No puedo dárselo a Tae, así que necesito que lo guardes, solo para evitar que ceda a la tentación.
—¿Metadona? —JungKook repitió lentamente mientras miraba a ambos. Después de pensarlo un momento, volvió a meter la bolsa en el estuche y la cerró, guardándola en su bolsillo con los pasaportes—. Claro que sí, bebé. Me aseguraré de dársela. —Se inclinó para plantar un beso en la esquina de la boca de JiMin, haciendo que sus labios se curvaran en una suave sonrisa mientras lo hacía—. TaeHyung, ven, el auto nos está esperando.
En el viaje por el bloque de apartamentos, TaeHyung esperó sin aliento para ver si JungKook mencionaría la metadona, pero no lo hizo. El más joven permaneció inusualmente silencioso por una vez y tuvo la sensación de que tenía algo que ver con el próximo vuelo a Shanghái. Claramente estaba pensando en eso como para preocuparse por su adicción a las drogas, pero una parte de él quería desesperadamente que JungKook lo mencionara al menos. Después de todo lo que había sucedido, parecería correcto que lo hiciera, que le dijera que era bueno que estuviera tratando de limpiarse de la morfina. TaeHyung sabía que eso sonaba un poco como una mascota, como si fuera un perro, pero realmente ya no importaba.
Había sido la mascota de JungKook durante varios meses. ¿Qué diferencia haría una pequeña aprobación?
Sin embargo, JungKook permaneció en silencio durante el viaje en el elevador y cuando subieron a la parte trasera de su Mitsubishi tampoco lo mencionó. TaeHyung terminó pasando el viaje al aeropuerto con las manos apretadas fuertemente en su regazo y sus ojos mirando por la ventana, sin ver y desenfocado. Sabía lo que se avecinaba en Shanghái y, sin embargo, saber que iba a haber más matanzas ya no lo inquietaba más. Había una sensación en la boca del estómago, pero no era miedo. Fueron los extraños movimientos de emoción y anticipación lo que realmente no podía entender en ese momento. Debido a la morfina, TaeHyung no había podido sentir mucho durante bastante tiempo, constantemente entumecido y apático bajo su influencia tóxica. Pero ahora estaba bombeado con metadona haciendo que pudiera sentir de nuevo.
Se preguntó qué pensaría su equipo si supieran que la idea de que podría ayudar a asesinar a Kim JinWoo lo excitaba. No era lo mismo que el nivel de emoción que JungKook estaba sintiendo, por supuesto, pero era algo. Era casi como lo que sintió en el casino, pura adrenalina. TaeHyung deseaba esto mucho más de lo que debería.
Probablemente fue algo bueno que JungKook viajara en su avión privado. TaeHyung estaba bastante seguro de que no había forma de que hubieran superado los controles de seguridad con un contenedor de metadona en el bolsillo, pero, por supuesto, al igual que el viaje a Singapur, los dejaron pasar sin el menor alboroto para abordar el avión. Eso hizo que todo fuera mucho más fácil, incluso cuando TaeHyung había visto a mucha gente haciendo cola. ¿Los miraron y se preguntaron si eran quizás celebridades, personas de gran importancia? ¿O los miraban y sabían exactamente qué eran: mafiosos? La respuesta probablemente fue la segunda, ya que no había guardaespaldas presentes, ni legiones de fanáticos que los seguían. TaeHyung pensó que JungKook se veía mil veces mejor que cualquiera de esos ídolos. Esos títeres virginales e infantilizados que vendían un extraño sueño imposible.
Nada era puro en estemaldito mundo, eso había aprendido TaeHyung. El amor no era dulce como uncaramelo, sino que escocía como la sal. En algún momento pudo haber compradoesa promesa de sacarina, pero ya no. No, TaeHyung sabía cómo era el mundo realy estaba podrido hasta el núcleo. Estaba enamorado de un joven que se hacíallamar puta y el otro, lo más parecido a un amigo, era una perra con antecedentesde abuso sexual y adicción crónica al Valium.
No era el tipo de relación sobre la que se escribirían las canciones de amor.
Después de un momento de silencio, TaeHyung decidió romperlo porque apenas podía soportarlo más. La idea de pasar dos horas en un avión mirando la parte delantera de la cabina era algo que apenas podía soportar, por lo que tuvo que romperlo, incluso si solo hacía algunas preguntas sin sentido por el simple hecho de hacerlo.
—JungKook, ¿qué pasará mañana? —TaeHyung se movió en su asiento, para así mirarlo—. Ya sabes, después de esto, ¿qué pasará exactamente?
JungKook apartó la cabeza de la ventana para mantener la mirada, con un brazo levantado sobre el reposabrazos. Había una sensación tan serena saliendo de él que TaeHyung deseó poder sentirla también. Estaba demasiado nervioso para estar cerca de la calma.
—Mañana es... el amanecer de una nueva era —respondió JungKook mientras doblaba una pierna sobre la otra en señal de pura satisfacción—. Lo que eso traerá consigo no estoy seguro, pero sí sé esto: habré eliminado el clan Kim sin ayuda. —Sus labios se levantaron en una amplia sonrisa ante esto—. Por lo tanto, la mayor amenaza para el imperio ha sido erradicada.
—¿Todo el clan? —preguntó TaeHyung sorprendido.
—Sí, JinWoo tuvo una hermana, pero ella murió cuando era niña —explicó—. Fue atropellada por un automóvil, yo estaba presente cuando sucedió y fue por eso por lo que me prohibieron salir de la casa sin supervisión. Tenía siete años en ese momento, JiSoo tenía cuatro. No hubo más hijos de Kim nacidos después de eso y tampoco es una familia extensa.
—¿Crees que esa podría ser la razón por la que JinWoo te odia tanto? ¿Porque no evitaste que fuera atropellada por el auto?
—Tal vez, tal vez, él me considera responsable —respondió JungKook mientras bajaba los ojos a su regazo—. Él estaría en lo correcto al hacerlo, la empujé. —TaeHyung lo miró confundido y el más joven se rio suavemente—. Fue un accidente, TaeHyung. No era mi intención matarla, pero te aseguro que no es por eso por lo que me quiere muerto. —Realmente no le creía, pero decidió no cuestionarlo más—. No me arrepiento, pero a veces deseo haberlo empujado. Me hubiera ahorrado muchos problemas, ¿no?
—Sí, eso fue un golpe de mala suerte —acordó TaeHyung y JungKook se acercó para colocar su mano sobre su muslo. Le acarició el muslo casi con ternura. No sabía si estaba insinuando algo, pero no tenía sentido si lo fuera.
—JinWoo finalmente podrá probar esa mala suerte también —dijo JungKook con una sonrisa suave.
—JungKook, ¿cuál es la razón por la que te quiere muerto? —preguntó mientras estudiaba su rostro, sintiendo sus dedos trazando lentamente alrededor de su rodilla. JungKook lo pensó por un momento, con expresión contemplativa, antes de responderle.
—Porque él sabe que lo mataré primero.
FIN DE LA PARTE 2
~*~*~*~
*Destornillador: es un cóctel hecho a base de 1/3 de vodka y 2/3 de zumo de naranja. Otra forma muy común de tomarlo es 1/3 de vodka, al que se le añade un refresco de sabor a naranja y un pequeño chorro de zumo natural de naranja. Es habitual servirlo con hielo en cubitos.
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