Capítulo XI: Todos los hombres del rey [Parte 2]

JiMin tuvo que esperar en el mostrador a que se terminara de procesar su pedido. Cuando uno de los trabajadores regresó, lo hizo con dos bolsas grandes, un papel de color rosado sobresalía de las botellas y frascos que estaban envueltos. TaeHyung no se sorprendió que JiMin pagara con una tarjeta de crédito negra, una que sin duda pertenecía a JungKook. TaeHyung cargó las bolsas, permitiendo que el otro sostuviera la correa de Wangbi y la guiara. TaeHyung era consciente de la cantidad de miradas que estaban puestas en ellos. La mayoría tal vez se preguntaba si JiMin era una celebridad, un modelo o el hijo de un chaebol. Se preguntó si alguno tenía la más mínima idea de que en realidad era una estrella porno y un calentador de cama certificado para el heredero de la mafia más poderosa del país. Lo más seguro era que nadie sospechaba de ello, JiMin parecía demasiado dulce para eso. Sin embargo, las constantes miradas pusieron en alerta a TaeHyung y fuera más consciente del peso de la funda de la pistola debajo de su brazo.

Pasaron de tienda en tienda, visitando las de lencería donde JiMin compró ropa interior, causando estragos en TaeHyung pues no podía evitar imaginárselo con bragas de seda y encaje y con medias. Luego, pasaron a otra tienda para comprar una corbata para JungKook, pues una había sido "arruinada" la noche anterior... Si con arruinado se refería a que con ella había sido amarrado de una muñeca a un poste de la cama, entonces sí. Por último, una tienda para adultos. TaeHyung tuvo que esforzarse para no mirar los exhibidores repletos de revistas y películas pornográficas importadas legalmente, los maniquís, los látigos y esposas. Había un pasillo repleto de lubricantes con botellas de distintos colores que le pareció caminar entre estantes de sodas. TaeHyung trató de imaginarse a JungKook caminando por una tienda así, pero resultaba tan difícil hacerlo.

Cuando regresaron al auto, TaeHyung llevaba tantas bolsas que sus hombros comenzaban a doler por el peso. Sentarse en los asientos traseros del auto fue difícil pues Wangbi decidió usar su muslo como cojín, con las patas enroscadas para que su cabeza estuviera en su regazo.

—Yang, sabes donde debemos ir, ¿verdad? —preguntó JiMin mientras se acomodaba en el asiento con un suspiro cansado. El chofer afirmó que sabía por lo que arrancó el carro y se incorporó a la avenida.

TaeHyung mantuvo sus ojos en la ventana mientras viajaban y le llamó la atención que estaban abandonando Gangnam-gu. Ciertamente, el distribuidor de JungKook no trabajaba en la misma área que él. Entonces, ¿dónde estaba? Intentó memorizar las calles, cuánto tiempo llevaban viajando, pero fue difícil. En algún momento se sintió perdido en el laberinto de edificios y calles de aspecto similar, por lo que desistió y esperó a que el auto se detuviera. No sabía si llevaban media hora o una hora entera de viaje, por lo que cuando el auto se detuvo, su mirada se dirigió a JiMin y luego a la ventana de nuevo.

—¿Dónde estamos? —JiMin le dijo que estaban en el lugar correcto—. ¿Qué locación, qué distrito es?

—Yongsan-gu —respondió JiMin quien seguía quieto en su lugar. Estaba sentado allí, con Wangbi acomodada en sus piernas, ronroneando por los mimos que recibía.

—¿Vienes? —preguntó TaeHyung mientras se movía para tomar la manija de la puerta.

—Mmm, no, me gusta esperar. Tú lo vas a recoger —anunció JiMin, en un tono cercano a una orden mientras seguía acariciando a Wangbi—. Sólo asegúrate de decir que vienes en nombre de Kookie. Si el hombre se pone pesado, entonces dile: tengo un dolor en el culo y sabes cómo quitármelo. —TaeHyung lo miró confundido porque era una frase que no sabía cómo interpretar. Pensó que era una broma, pero al ver que JiMin estaba bastante serio, desechó la idea—. Confía en mí, te dejarán entrar. A partir de ahí, sólo pide ver a Min y recogerás el pedido.

TaeHyung abrió la puerta de un empujón y salió a la acera. Miró el edifico de aspecto profesional y una pancarta que colgaba de un lado anunciaba que se trataba de un acupunturista. Una fachada, por supuesto. Una tan buena que no parecía fuera de lugar. Había un gimnasio al otro lado de la calle, una tienda de hierbas medicinales y varias casas de té pequeñas. TaeHyung se arregló el abrigo —el abrigo que pertenecía a JungKook— y cruzó la acera hasta llegar a la puerta del local. Al entrar, vio un área de recepción de madera oscura y vidrio, paredes pintadas de un color rojo intenso. Había una puerta a un costado, pero en el centro de la habitación había un escritorio y detrás había un hombre viejo, con bastantes arrugas. Lo miró con sus pequeños ojos bastantes penetrantes hasta que quedó frente a él.

—En nombre del Amo Jeon —explicó mientras inspeccionaba el área con una mirada. Había pergaminos chinos colgados en la pared—. Para recoger un pedido. —El anciano lo miró sin pestañear, con las manos sobre el cristal. Tragó saliva y decidió recitar la frase dada por JiMin—. Tengo un dolor en el culo y, uh, sabes cómo quitármelo. ¿Cierto?

—...Sígueme —respondió el anciano antes de agacharse para salir del mostrador, guiándolo en dirección a la puerta.

La trastienda de los acupunturistas estaba conectada a través de un pasillo estrecho. Caminó a lo largo de éste, sintiendo las paredes rozar su ropa. Había varias habitaciones donde personas recibían tratamiento y el aroma del incienso flotaba en el aire. Vio a mujeres dando el tratamiento a hombres relativamente más jóvenes que el que lo estaba guiando. El anciano se detuvo frente a una habitación abierta y vacía.

—Baja las escaleras —dictó el hombre antes de dejarlo solo en el lugar. No había escaleras a la vista sino una mesa sin usar y...

TaeHyung se dio cuenta de que se refería a un escotillón. Una puerta oculta había debajo de la maldita mesa, de eso estaba seguro. Así que movió el mueble y luego presionó ligeramente su pie contra el suelo. Al sentir el menor movimiento bajo su suela, se agachó y pasó los dedos hasta que encontró una grieta de madera. Levantó el escotillón y reveló las dichosas escaleras. Las miró antes de suspirar y comenzar a descender.

La escalera lo condujo a una guarida repleta de hombres. La mayoría fumaban y bebían té de hierbas. Vio cartas repartidas y en abanico frente a sus rostros, tableros de Go y montones de dinero en efectivo. A su llegada, uno o dos le dirigieron una mirada. Se aclaró la garganta y cuadró los hombros.

—Estoy aquí para ver a Min, en nombre del Amo Jeon. —Durante unos segundos nadie se movió ni dijo nada. Entonces uno de los hombres se movió para golpear en el brazo a la mujer que estaba sirviendo el té. Ella dejó la tetera, se puso de pie y le pidió que la siguiera. TaeHyung no necesitaba una escolta, pero la siguió de todos modos.

—¿Es tu primera vez? —preguntó ella sin mirarlo. Por su acento, se denotaba que no era coreana. Miró la parte posterior de su cabeza y luego su hombro con una cicatriz. Una que reconoció: marca de propiedad. TaeHyung le respondió que lo era—. Lo pasarás bien.

TaeHyung fue llevado por otro pequeño pasillo y vio a un hombre esperando en una puerta al otro lado de la habitación. Era un área de espera pequeña, supuso. Aunque todo era de vil concreto. Había varios muebles, pero decidió no sentarse pues no sabía para qué eran usados. La mujer hizo una leve reverencia antes de girarse y regresar por donde llegaron.

Había una ventana en una de las paredes, pero no se podía mirar hacia fuera, sino que se mostraba el interior de la fábrica. TaeHyung se acercó y vislumbró innumerables mesas y unas cincuenta personas. Tardó en notar que todos usaban ropa interior, en el caso de las mujeres ni siquiera llevaban sujetador. Había guantes de látex y máscaras, junto con innumerables instrumentos de laboratorio: vasos de precipitados, quemadores, jeringas. Observó todo esto antes de darse cuenta que estaba parado fuera de una fábrica de producción.

En Yongsan-gu había una fábrica de producción masiva de drogas y su equipo no tenía ni puta idea.

Cuando miró al hombre que estaba cerca de la puerta, vio una funda atada debajo de su saco. El hombre le informó que no se había permitido pasar a nadie más allá de este punto, pero Min había sido informado y no estaría esperando por mucho tiempo. Se preguntó si se le permitiría pasar a JungKook. Definitivamente estaba produciendo heroína en la fábrica, con sólo observar unos segundos lo supuso. Todo lo demás era una completa incógnita. TaeHyung observó la fábrica por unos minutos hasta que notó una silueta cruzar hasta llegar a la puerta. Pensó que se trataría de un trabajador, pero, el hombre que salió de la fábrica...

—¿Min? —preguntó con ligera confusión mientras lo miraba.

—Min YoonGi, en realidad —respondió el otro hombre mientras se quitaba la máscara.

¿Lindo? Quizás si le gustaran los renacuajos. Claramente a JiMin le gustaban los twinks porque el distribuidor era pálido y terriblemente delgado. No le agradó lo que vio pues había esperado a alguien más fuerte que esto. Alto, buenas proporciones, carismático de forma desagradable. Este joven sólo llevaba ropa interior y parecía que había dormido la semana pasada. Sus cabellos eran un lío blanqueado y la piel alrededor de sus ojos se veía ligeramente magullada.

—Vengo en nombre del Amo Jeon —dijo TaeHyung, tratando de no bajar la mirada y ver el resto del cuerpo ajeno.

—Uh, sólo déjame vestirme, hombre —replicó YoonGi mientras soltaba la máscara y la dejaba colgando alrededor de su cuello. También había un collar en su cuello, uno con una llave. Miró el lugar por unos segundos antes de indicarle que lo siguiera a otra habitación al otro lado del área de espera. TaeHyung lo siguió y se adentró en una pequeña oficina. La computadora en el escritorio, bastante maltratado, estaba bien cuidada y era cara; podía ver tres monitores conectados. Un vistazo le hizo notar que en una estaba un bankroll y el otro un sistema de vigilancia de la fábrica. El último era la pantalla del escritorio normal, que tenía como fondo un gato esponjoso.

—Oye, uh, ¿por qué la ropa interior? —inquirió TaeHyung mientras el otro hombre se acercaba al escritorio.

—No se permite ropa cerca de la producción —explicó YoonGi, frotándose los ojos. Su voz era un murmullo más bien soñoliento. Tal vez incluso borracho. Agradable de escuchar, pero dando la sensación de querer dormir. De pronto estaba recogiendo algo del escritorio—. En caso de que alguien intente sacar de contrabando una roca o diez, ¿sabes? Es difícil esconder esa mierda en los calzoncillos. —Se colocó un jersey color avena, alborotando su pelo decolorado. TaeHyung ni siquiera se sorprendió del agujero en el codo—. Es por eso que no te permitieron pasar.

—...Ya veo —musitó TaeHyung después de un momento de silencio—. ¿Qué pasa si intentan contrabandear de aquí?

—Estás de joda, ¿verdad? —preguntó YoonGi mientras fruncía el ceño—. Lo que pasa es... —Levantó un brazo, simuló una pistola con su mano y se golpeó la cabeza—. Boom —exhaló mientras imitaba el sonido. TaeHyung recordó en cómo la cabeza de KangHo había explotado y luego bajó la vista para mirar los pies descalzos del otro.

—Parece una reacción exagerada... —El otro hombre hizo un ruido al decir esto mientras asentía.

—No te había enviado antes. —La forma en la que YoonGi jugaba con las mangas del jersey era casi cautivadora. No se había imaginado a un narcotraficante actuando de esta manera. Incluso los dedos de sus pies se enrollaron mientras se mecía con sus talones, como si fuera un niño—. Por lo general, él envía, uh, mierda ¿cuál es su nombre? Es... —TaeHyung estuvo por decir el nombre de JiMin para ayudarlo hasta que el otro hizo un ruido y levantó sus hombros—. ¡Ah! Honey, él suele enviar a Honey.

—¿Honey?

—Apodo —replicó YoonGi en un murmullo—. No sé su nombre, así que lo llamé Honey. Le queda. —Estaba mentalmente de acuerdo—. Entonces, uh, ¿eres su cosa nueva?

—Trabajo para Amo Jeon —explicó TaeHyung, observando al otro hombre tambalearse por la habitación, como si quisiera recoger algo. Se estiró hasta llegar a un tablero con el mapa de Seúl con numerosos alfileres y notas adhesivas. Cuando lo deslizó, TaeHyung vio una caja fuerte construida en la pared.

—Llave, llave, llave, ¿dónde putas dejé la llave...? Oh. —YoonGi pareció darse cuenta que la tenía colgando de su cuello, tomándola—. Mierda, necesito dejar de fumar, hombre. —Se echó a reír y se volvió a la caja fuerte. TaeHyung sabía que no se refería a los cigarrillos—. Pero siempre estoy trabajando... —El hombre insertó la llave y la giró para desbloquear. Del interior sacó un sobre manila.

—Bien. —YoonGi se puso de pie y le llevó el sobre, frotándose los ojos con su mano libre—. Lo habitual, pero hay un... uh... una bonificación. Un suministro de un mes de Viagra para los actores, quizás. A menos que él siga organizando orgías. Uhm, el suministro de un mes para Honey. 50 mg de Valium y 25 mg de lo que sea las mierdas de pastillas para dormir. No me acuerdo.

TaeHyung se preguntó de dónde diablos JungKook había encontrado un distribuidor como él. YoonGi ni siquiera podía recordar los nombres de la mierda que estaba vendiendo.

—Para el Amo Jeon hay coca, sellada. Unos... ¿diez golpes? También un suministro de Adderall para un mes, porque sé que necesita esta mierda para funcionar. Él está ocupado veinticuatro siete, hombre, ni yo podría estar todo el tiempo drogado. —YoonGi prácticamente le aventó el sobre y TaeHyung logró no dejarlo caer—. Oh, pasa este recado también. Dile: Choi está jodiendo otra vez. Vendiendo unas mierdas de mota y cobrando poco como si no pudiera distinguir la puta diferencia. Lo he visto, lo sé. Si sigue haciéndolo, va a arruinar los precios estandarizados y otros distribuidores estarán en problemas.

—Está bien, Choi está jodiendo los precios de la marihuana. Lo tengo.

—Genial, eres inteligente. Pero Honey es más bonito, lo siento. Más hablador también. —YoonGi le dio una sonrisa bastante amplia, como de gomita—. Pero parece que estás relajado, ¿supongo? Eso o estás zafado.

—¿Zafado? —inquirió TaeHyung con sorpresa, apretando los dedos alrededor del paquete.

—Sí, parece que podrías estar jodidamente zafado. Como mi viejo. —YoonGi siguió jugando con las mangas de su jersey. TaeHyung lo miró con mayor detenimiento y cayó en cuenta que estaba hablando con Min YoonGi, hijo de Min YoonSeok. Cualquiera que conociera Haedogje Pa, sabía de Min YoonSeok. El hombre era una leyenda, habiendo servido a Jeon durante casi tres décadas de su vida antes de asesinarlo. Y ahora estaba frente a su hijo—. Pero al Amo Jeon le gustan los zafados.

—¿Le gustan? —YoonGi asintió. Parecía un hábito suyo. Realmente no entendió a lo que se refería.

—Entonces, ¿eres Haedogje Pa y no un actor? —preguntó el otro hombre, dejando de juguetear con sus mangas y yéndose a sentar tras el escritorio. Presionó algunas teclas y luego movió el ratón rápidamente. TaeHyung afirmó que lo era, no estando seguro porqué aún no se iba—. ¿Ya mataste a un tipo?

—...Sí —murmuró—. Sí, he matado a un tipo.

—Entonces me aseguraré de no hacerte enojar, chico bonito —murmuró YoonGi mientras cruzaba los brazos sobre el escritorio y colocaba la cabeza sobre ellos—. ¿Oye? —Su voz estaba apagada—. Si el Amo Jeon te deja matar a Choi por mí, te prometo mercancía gratis, ¿okay? —TaeHyung estudió la parte superior de su cabeza en lugar de responder—. Mierda, lo llevaré personalmente a la suite para que todos puedan drogarse sin tener que detener la orgía. —Estaba a punto de salir de la habitación hasta que escuchó—: Y podría simplemente unirme.

--------------------------------------------

A JungKook no le gustaba la oficina de su padre ni un poco. Obviamente se refería a la que estaba en la capital y que era un sustituto a la que tenía en casa. No es como que odiara la habitación. De ninguna manera. Le gustaba el gran ventanal que había a lo largo de la oficina, mostrando una vista esplendorosa del distrito desde lo alto del edificio. Podía admirar otros edificios que parecían estar hechos con bloques de juguetes para niños: concreto, ladrillo y vidrio. En el horizonte podía notarse una torre de radio, además de ver las calles, el flujo de tráfico y el estacionamiento. De hecho, estaba considerando lo último pues prefería ver eso a su padre.

La verdadera razón por la que detestaba esa oficina era porque no le agradaba en absoluto no ser quien estaba sentado tras el escritorio. Su padre estaba fingiendo mirar los papeles para que se sintiera como un niño. Todo era un maldito juego de fingir. Su padre estaba a la espera de que se rindiera y rompiera el silencio, pero JungKook no iba a hacer tal cosa. Eso era poco profesional. Cuando se le invitaba a la oficina de alguien más, era una muestra de respeto hablar hasta que se le indicara o fuera abordado. Si debía de contener su lengua por las próximas siete horas, JungKook lo haría. Sólo para demostrarle a su padre que no era débil. Ya llevaba unos veinticinco minutos sentado y sin hablar, escuchando el movimiento de los papeles, el rasguño de la pluma y el suave tictac del reloj de pared de su izquierda.

Maldito Ahn. Como si no le hubiera causado tantos problemas estando vivo. Incluso desde su tumba estaba causando uno. No debía estar en esa oficina, sino haciendo cosas más importantes, pero aquí estaba. Perdiendo horas de trabajo por su puta culpa.

—Pediste que Ahn fuera asesinado, ¿cierto? —preguntó su padre, rompiendo el silencio. JungKook apartó la mirada del ventanal para posarla sobre él. Ah, así había aprendido. Siempre directo al grano, sin perder el tiempo. Matar en vez de jugar con la presa. Había tenido un buen maestro, después de todo. Esto no era una pregunta sino una afirmación, una declaración. Ni siquiera lo había mirado, sino que seguía firmando unos papeles.

—Sí, lo hice —respondió JungKook en un tono entusiasta. Incluso asintió mientras se acomodaba en el asiento.

—También hiciste que se atacara a un oficial a plena luz del día. Otro error de tu parte, ¿estás planeando un tercero? —Su padre hizo un ruido bastante exasperado—. La policía está de nuestra parte... su mayoría. Comienza a atacarlos y empezarán a cambiar de parecer, hijo.

—¿Incluso con todo el dinero que llena sus jodidas billeteras corruptas? —replicó con una ceja enarcada—. Sé que diste más después del incidente, así que no veo el problema.

—Por supuesto que no lo ves. ¿Ahn fue asesinado con tus propias manos o fue alguien más? —Más sonidos de rasguños eran emitidos de la pluma, los ojos no se apartaban de los papeles. Su padre sonaba y parecía aburrido, pero no lo estaba. Estaba alerta y lo observaba como un halcón.

—Estaba en una gala de caridad esa noche, papi —refutó JungKook—. Para los niños pobres que no se apresuran en morir y me joden. Un socio se encargó por mí. Lo hizo de forma espectacular, tan bien como yo lo hubiera hecho y...

—Oh, ¿es el mismo socio que te follas? —interrumpió su padre cuando terminó con los papeles y procedió a acomodarlos. El sonido de éstos golpeando la madera resultó ser irritante. El hombre lo miró y JungKook se tomó un momento para observar su rostro antes de responder. No se asemejaban mucho, JungKook había heredado los rasgos suaves de su madre. Su padre tenía una cara severa, una frente cuadrada y una mandíbula y nariz fuertes. Lo único que compartían eran los ojos, aunque no la forma ni el tamaño. Solamente la intensidad de su mirada.

—¿Es importante que responda? —atacó JungKook mientras lo observaba colocar los papeles a un costado—. Siendo que ambos sabemos la respuesta.

—Sé la respuesta y esperaba que me demostraras que estaba equivocado, JungKook. —Su padre suspiró y se reclinó en la silla ligeramente—. No escoges socios de esa manera, hijo. Ya hablamos de esto. Se supone que debes estar en acuerdo con el hombre, confiarle tus activos y nada más. No se supone que debas follarlo.

—¿Por qué no? —replicó JungKook, encogiéndose de hombros y levantando las manos—. Es sólo follar, papi.

—Tienes dieciocho años, JungKook —dijo su padre en tono severo—. Crees entender el mundo, pero no es así. Crees que cosas así se pueden hacer sin tener ninguna complicación después, pero te equivocas. Follar conduce a sentimientos, sentimientos a complicaciones, complicaciones a problemas.

—Oh... oh, ¿crees que esto tiene que ver con sentimientos? —JungKook bajó las manos y luego sonrió divertido—. No me voy a enamorar de él.

—Woo me informó que cuando entró a tu suite la mañana del funeral había dos hombres en tu cama. Uno era este asociado tuyo, Kim TaeHyung, y el otro esa ramera de quien alardeas tanto.

—JiMin no es una ramera —intervino JungKook mientras cruzaba las manos sobre la mesa—. Es un actor, uno fantástico. Protagoniza mis películas y...

—Han pasado varios meses desde que me alertaron de él y sigue ahí —continuó su padre—. ¿Es este otro ejemplo de cómo follar hombres y no apegarte? Porque no es un buen ejemplo. No compartes: penthouse, millones de won, cenas en restaurantes de primera clase, información valiosa y cama con gente que follas por diversión, JungKook. Esas personas se marchan en cuanto sacas tu pene, ¿entiendes? Todas las demás cosas las compartes con los amantes. Corrígeme si me equivoco, hijo.

—Es una inversión —murmuró JungKook. Sabía que el mayor veía a través de él—. JiMin es una inversión valiosa. Lo necesito para mis películas y... y TaeHyung es... —Se encontró repentinamente sin palabras. JungKook se escuchó tartamudear; ese ligero momento de indecisión. Nunca antes había tartamudeado y, sin embargo, lo había hecho como un niño. Quería decirle que TaeHyung era un socio, pero no había funcionado antes. No funcionaría ahora. Pensar en cómo etiquetar a TaeHyung era sorprendentemente difícil ahora que su padre lo había dejado sin opción.

—Hmmm, gracias por probar mi punto —comentó su padre. JungKook apretó la mandíbula con molestia—. Follas hombres por diversión sin apegarte y, sin embargo, ya has formado un vínculo con uno. Uno al que sigues defendiendo que es una inversión. Esta puta, JiMin, creo que lo que me quieres decir es que él es un recipiente donde puedes invertir tus sentimientos. ¿Me equivocó, JungKook?

—No tengo sentimientos.

—Ambos sabemos que eso no es cierto, JungKook, sólo mientes porque estás molesto.

—¡No tengo sentimientos y no estoy molesto! —espetó JungKook, incapaz de frenar su tono y la amarga expresión en su rostro. Esto sólo hizo reír a su padre mientras se hundía en la silla de cuero.

—Ahí está el genio de la familia Jeon —dijo con una sonrisa—. Estaba esperando que apareciera.

—Creo que hay un tema mucho más importante en vez de saber a quién putas follo —argumentó JungKook, odiando lo calientes que se sentían sus mejillas—. Deberíamos discutir por qué tu hombre, Ahn KangHo, estaba ayudando a provocar una rebelión contra los dos al ir contra tus deseos. —Ante esto, la sonrisa de su padre disminuyó—. Eso es lo que descubrió mi hombre, es lo que descubrió TaeHyung.

—Ahn era un gran hombre, no del tipo que hace tal cosa.

—Uno de mis hombres llevaba un micrófono y lo grabó todo, de principio a fin. Lo tengo en mi teléfono por si quieres escucharlo. Puedes oírlo admitir muchas cosas. —JungKook metió la mano en el bolsillo de su saco y sacó el teléfono para colocarlo sobre la mesa.

—¿Qué dijo él?

—Dijo que yo no estaba en condiciones para apoderarme de nuestro imperio y que estaba salvándolo de su propia destrucción. También dio dos nombres, aunque sólo uno de ellos fue dado en su totalidad. Un Kim desconocido y un hombre llamado Lee YooChun. —Tras escuchar esto, su padre miró el teléfono. ¿Sintió interés o estaba conmocionado?—. ¿Conoces a alguien con ese nombre? Porque yo no y mi hombre tampoco.

—...Sí, conozco a alguien con ese nombre —musitó mientras levantaba una mano para frotarse la boca. JungKook conocía ese hábito, significaba que estaba pensando—. ¿Realmente dijo Lee YooChun? —JungKook asintió y su padre bajó la mirada para observar el escritorio—. Por la puta mierda, Ahn. —Maldijo mientras alejaba su mano y los dedos se curvaban en molestia.

—Eso es lo que TaeHyung encontró por mí —repitió JungKook mientras tomaba su teléfono y lo guardaba—. No es una ramera, es un trabajador y sabe muchas cosas.

—JungKook, tu hombre asesinó a uno de los míos.

—Por orden mía, papi.

—¿Crees que puedo dejar pasar esto? ¿Saber el nombre del hombre que mató a uno de los míos y dejarlo sin más? —JungKook sostuvo la mirada de su padre y supo exactamente lo estaba diciendo. Le estaba diciendo que la muerte de Ahn debía ser vengada—. ¿Qué tienes que decir al respeto, JungKook?

—...Mis hombres son tus hombres —habló JungKook después de pensarlo un momento—. TaeHyung es uno de los tuyos. Vengarás la muerte de uno de los tuyos matando a otro que también es tuyo. Excepto que a diferencia de Ahn, TaeHyung ha sido leal contigo. —No iba a decirle que TaeHyung le había jurado lealtad sobre sus manos y rodillas. Que había prometido tenerlo como prioridad por sobre cualquier otro hombre de la organización—. TaeHyung mató a un traidor. ¿Crees que un traidor es verdaderamente uno de los tuyos?

—Hablas muy bien de este tal Kim —declaró su padre mientras cruzaba las manos sobre la mesa—. ¿No estás confiando demasiado en este hombre, hijo?

—No, ya te lo dije. TaeHyung es mi asociado. Lo estoy entrenando. Él no irá en contra de mí y si lo hace, recibirá un castigo. —JungKook imitó a su padre—. Si él me traiciona, lo mataré con mis propias manos. —Su padre le sostuvo la mirada, nada asombrado por esta declaración—. Ahora, papi, ¿hay algún otro asunto que debamos discutir o deberíamos empezar con la purga?

—Es demasiado pronto para una purga, hijo —respondió sin vacilación—. Necesitas más tiempo para establecerte como autoridad. Lo que tenemos que hacer... —Su padre abrió un cajón del escritorio y sacó un control remoto, presionó un botón y se encendió una enorme pantalla que había al otro lado de la sala—. Es descubrir a las serpientes. Este asociado tuyo, ¿en qué se especializa? Aparte de follar.

—Información: hombres, nombres, conexiones, márgenes de ganancia, todo lo que necesitas saber de un hombre, él lo aprende.

—Entonces, ¿para qué lo estás entrenando?

—Lo estoy entrenando para que sea el socio perfecto —explicó JungKook mientras se giraba para ver la pantalla. Su padre estaba cargando una base de datos desde su tableta, cientos de rostros mirándolos desde el monitor—. TaeHyung va a ser capaz de oler serpientes y arrancarles la cabeza. Al igual que Kim lo era para ti, un igual. Voy a hacer de TaeHyung mi compañero.

~*~*~*

Ali llegó con este cap con un poco de relleno pero donde conocimos más de JiMin y nos introdujeron a YoonGi xD 

Espero les haya gustado y disculpen si notan errores en ambas partes, pero ya saben que Gaypad siempre hace sus estupideces 7-7

Sin más, les dejo~ 

Ya estoy trabajando en el capítulo XII!

Por cierto... gracias a mi beta querdia!! NayenLemunantu! eres un sol y gracias por hacer un pequeño espacio para ayudar a esta alma que está muy agradecida de tenerte como beta *corazoncito* Por cierto, pasen por su perfil y lean sus historias (principalmente "The Monsters", un Symbrock muuuy bueno). ¡Es una excelente escritora!

*Ali ruega que su beta no se enfade por promocionarla sin permiso xD*

Sin más, les dejo, chiquis!!

Nos leemos!

Nuevamente gracias por su apoyo~ *corazoncito*

AliPon fuera~*~*

*Go: es un juego de tablero de estrategia para dos personas.

*Bankroll: Se trata del dinero que tienes hasta la fecha en tu cuenta destinado al poker.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top