Capítulo X: Mascota inteligente [Parte 1]

TaeHyung usualmente se despertaba con una alarma estridente. Fuera un reloj que sonaba una y otra vez hasta que lo golpeaba con la mano, o su móvil que vibraba, bailando en la superficie de la mesa por lo mismo. Así que cuando escuchó un zumbido fuerte y un tanto sordo, sus ojos se abrieron de la sorpresa. Por unos segundos estuvo buscando el reloj despertador antes de percatarse que no estaba en su propia cama. Estaba tan terriblemente desorientado que no sabía a ciencia cierta si estaba despierto o seguía soñando.

TaeHyung se acostó de lado, su cabeza apoyada en una almohada... O parte de una. Debajo de él, cómodamente entre el colchón y su cuello, había un brazo. Cuando levantó la cabeza para mirar, vio que se trataba del brazo de JungKook; su piel más pálida que la suya y que la de JiMin. El chico estaba casi a mitad de la cama, con su cabeza girada hacia un lado, dejando a la vista su pelo negro nada más. Su pecho subía y bajaba lentamente. Al otro lado de él, estaba JiMin; recostado contra el costado de JungKook con un brazo alrededor de las costillas del menor y una de sus piernas envolviendo el cuerpo de TaeHyung (o parte de él).

Hubo otro zumbido fuerte y eso fue suficiente para hacer que JungKook se removiera. Hizo un suave sonido y luego movió su cabeza hacia atrás, en la almohada, obligándose a abrir los ojos. Miró el espejo del techo por un momento y luego posó sus orbes en el cuerpo de TaeHyung, quien intentó sostener la mirada, a pesar de sentir pesados sus párpados. La expresión de JungKook le pareció distante por breves segundos, hasta que el menor cayó en cuenta de su realidad y le dedicó lo más cercano a una sonrisa cansada.

—Supongo que debo abrir la puerta... —TaeHyung ni siquiera se había dado cuenta que también era un enredo de extremidades alrededor de JungKook, así que cuando se quiso sentar, tuvo que mover sus piernas.

No había sábanas que les cubrieran, éstas estaban tiradas en el piso. TaeHyung pudo haberse avergonzado de su desnudez, pero considerando todo lo que había hecho la noche anterior, se sintió tonto de siquiera pensarlo.

—Mmm, quiero... dormir. —JiMin se movió para tomar a Taehyung y arrastrarlo al centro de la cama en lo que parecía un abrazo. TaeHyung sintió la piel suave y tibia rozar la suya y tuvo que tragar duramente por la sensación tan placentera que percibió. Dios, JiMin era lo equivalente a una almohada viviente, por lo cálido y suave que era.

JungKook cruzó la suite y, estando desnudo aún, abrió la puerta. Pudo haber tomado unos pantalones o una camisa del suelo, pero no lo hizo. En vez de eso, se limitó a abrir y dejar ver a Woo al otro lado de la entrada.

—Ahn KangHo fue descubierto muerto esta mañana —explicó Woo en tono seco cuando entró a la suite. TaeHyung deshizo el abrazo de JiMin para tomar las sábanas del piso y arrastrarlas sobre el cuerpo ajeno y el suyo, para no ser vistos—. Su cuerpo fue encontrado mutilado en Seondaemun-gu, sin ojos ni lengua. Murió de un balazo en la cabeza. Los órganos extraídos fueron entregados a la casa de su familia. Vehículos sin placas. De cualquier manera, su padre lo quiere ver en el funeral, Amo Jeon.

TaeHyung se sintió bastante estúpido en su estado de desnudez. No era nadie menos que Woo, el hombre que le había salvado de Nam. Y ahí estaba a unos pocos metros de distancia, tan impecable como siempre, mientras él escondía su cuerpo tras una sábana. Se preguntó brevemente qué pasó por la cabeza de Woo cuando lo estudió de soslayo tras sus gafas.

—¿Ya hay un funeral? —preguntó JungKook, tratando de acomodar su cabello—. Ni siquiera ha pasado un maldito día. ¿Por qué un funeral?

—Su padre quiere mantener este problema... en secreto, por así decirlo, Amo Jeon. No habrá informe policial sobre el asunto, quiere que lo entierren. Literalmente y en sentido figurado. —Claramente se vio el intento de humor de Woo—. Así que un funeral es una maravillosa idea.

—¿Qué hay de la agenda?

—Actualmente suspendida, al igual que algunos socios de Haedogje Pa. Yo recomendaría que se cubriera un poco, Amo Jeon —comentó Woo—. Se ve un poco... cansado esta mañana.

JungKook soltó una carcajada y luego se frotó la nariz, sin duda, adolorida. Incluso la propia nariz y garganta de TaeHyung se sentían horriblemente secas, probablemente por haber inhalado demasiada cocaína. Su lengua estaba pesada, seca y pegada en su lugar. Mierda, incluso sentía rara su cabeza. Era una combinación de resaca retrasada y un bajón de haber injerido drogas; un latido sordo en su cabeza, justo detrás de sus ojos.

—¿A qué hora es el funeral, Woo? —preguntó JungKook, siendo claro que era la más importante de las premisas.

—9 am. Ahora son las 8 am y el viaje le tomará una media hora. Aconsejo que se prepare y se vaya lo antes posible. No está de moda llegar tarde a un funeral. —JungKook despidió a Woo y TaeHyung notó la mirada del mayor sobre él antes de salir de la suite. Tan pronto la puerta fue cerrada, el heredero se giró para mirar la cama.

—Cariño, despierta, tenemos que ir a un lugar.

—Mmm... no quiero —murmuró JiMin mientras se acurrucaba al costado de TaeHyung. Las mantas crujieron suavemente ante el movimiento. Contra toda queja, JungKook sin repetir lo que había dicho, fue hasta la cama y le quitó las sábanas de encima. Lo tomó firmemente de su brazo y lo obligó a que se sentara, provocando que la estrella porno se quejara con ruidos patéticos—. Estoy cansado...

—Todos lo estamos —atacó JungKook acomodando los cabellos negros del chico. TaeHyung vio que los ojos de JiMin se mantenían cerrados cada dos segundos que intentaba abrirlos—. Después de lo de anoche, me sorprende que estemos vivos. Ni se diga conscientes —bromeó el menor con una sonrisa. TaeHyung estaba de acuerdo con ello, los músculos de su abdomen y la parte superior de sus muslos le dolían. La idea de salir de la cama le resultaba un martirio—. Aun así, tenemos que asistir al funeral.

—...Maldición —maldijo JiMin mientras forzaba a abrir sus ojos. JungKook cruzó la suite desapareciendo de su campo de visión y perderse en las habitaciones de la planta baja y, después de un momento, escuchó el sonido de la regadera. TaeHyung sintió que algo se frotaba en su hombro y cuando quiso ver que era, notó que era la cabeza JiMin.

—Uh, JiMin, no te duermas.

—No estoy durmiendo —respondió JiMin con voz clara. Durante unos minutos, la suite estuvo en silencio, exceptuando por la ducha. En un momento sintió la mano de JiMin trazar círculos en su espalda baja—. Tae, ¿disfrutaste lo de anoche? —TaeHyung no sabía qué responder ante ello. Al no obtener respuesta, JiMin rio dulcemente—. Por supuesto que lo hiciste. Qué pregunta tan tonta hice.

—JiMin, ¿tú... tú lo disfrutaste? —preguntó en voz baja TaeHyung. Ante sus palabras, JiMin levantó la cabeza para mirarlo, manteniendo aún su mano en su espalda baja.

—Por supuesto que sí, Tae —respondió con una sonrisa, una que hizo que sus ojos se arrugaran ligeramente.

—Me refiero a si lo disfrutaste o lo disfrutaste. Porque tú eres... ya sabes... uh. —TaeHyung hizo una pausa y se humedeció los labios y, sin embargo, JiMin lo miraba sin juzgarlo—. Quería saber si...

—¿Si lo fingí? —preguntó JiMin mientras ladeaba su cabeza—. No soy una mujer, Tae, no puedo fingir mis orgasmos a voluntad. Y tampoco consumí drogas, sólo bebí champán. Nada de Viagra, no uso eso, otros actores los usan. Simplemente fuiste tú.

Por alguna razón esto hizo que TaeHyung se sintiera extraño. Quizás un poco orgulloso por el hecho de que JiMin le haya confesado que sus orgasmos se debían a él. Y si ese era el caso, entonces JungKook también había disfrutado anoche. ¿Por qué se sentía orgulloso de ello? No lo sabía. TaeHyung suponía que se debía a que era su primera experiencia sexual verdadera, no la mamada que le había hecho a JungKook antes. Tuvo el pensamiento de que la mayoría de las personas se sentirían orgullosas de sí mismas después de una noche como la que había tenido. También supuso que debía responder a JiMin, sin embargo, no era necesario. En vez de eso, se quedó callado y permitió que JiMin siguiera acariciándolo hasta que el sonido de la ducha se cortó y JungKook regresó a la habitación, secándose el cabello con una toalla. TaeHyung se percató de las pequeñas marcas de color rosa y unos cuantos moretones en su cuerpo, a lo largo del pecho y brazos, las curvas de sus hombros e incluso un par en sus muslos. El resultado de chupetones y mordiscos. ¿Qué marcas había dejado él? Se preguntó.

—Cariño, debiste usar el otro baño. Prepárate que saldremos pronto.

—¿No puedo quedarme aquí? —preguntó JiMin—. Sabes que no debería ir. La gente no mirará de buena manera mi presencia.

—Eso no me interesa. Vienes. Arréglate. Ahora. —JungKook casi chasquea los dedos, claramente en modo dominante. La noche anterior había tenido un descanso de esa actitud; uno corto y agradable—. TaeHyung, aséate. Hay artículos de aseo dentro del armario del baño, debajo del lavabo. Después vístete. Uno de los trajes de día debería ser suficiente. Apúrate, que hay un horario que cumplir.

JiMin se mostró molesto ante la idea de asistir a un funeral. TaeHyung se preguntó la razón para que su expresión se volviera oscura, por ello preguntó en voz baja. Temiendo que hacer tales preguntas frente a JungKook no fueran buena idea. Probablemente se debía a algo personal. JiMin tardó en responder, haciendo unos hermosos pucheros con sus labios carnosos. JiMin desvió la mirada para posarla en él.

—Sucede que odio los funerales —respondió, antes de decir rápidamente—: Todo el mundo es miserable en ellos.

---------------------

TaeHyung vagamente recordaba la ubicación del baño en la planta baja porque sin duda lo había usado anoche. Había bebido demasiado champán. Era un baño enorme y vio que había varias cosas adentro: un inodoro y lavamanos con perillas doradas, una ducha en la pared. La bañera estaba en el centro, un rectángulo como si fuera una piscina. Lo suficientemente grande para que varias personas estuvieran dentro. Los muros parecían de mármol a sus ojos, y el piso tenía baldosas oscuras que eran suaves contra sus pies descalzos. Localizó el armario que JungKook había dicho y se sintió agradecido cuando vio varios cepillos de dientes nuevos. Tomó algunos artículos y los colocó en el mostrador antes de proceder a usar la ducha. Lo hizo rápido y con seguridad de haberse limpiado lo mejor posible, todo para evitar la ira de JungKook. Quitarse manchas de leche seca le fue agradable, lo hizo sentir más limpio. TaeHyung también notó marcas moteadas en su cuerpo, y cuando se lavó los cabellos, su cuero cabelludo ardió en algunas partes. Probablemente por todos los tirones que JungKook hizo en ellos. Cuando terminó, tomó una toalla y cruzó el baño.

Había un espejo en la pared sobre el largo de la encimera. Ahí pudo ver varios productos que probablemente usaba JiMin, aunque no estaba seguro. Mientras cepillaba apresurado sus dientes, admiró su reflejo. Todavía tenía sueño y quizás se debía a ello que cuando se vio, casi no se reconoce. Este no era el joven que se levantaba todas las mañanas a tomar café y leer pilas de archivos que había en su escritorio en la oficina. Este era alguien diferente. Era como un alter ego.

El viejo Kim TaeHyung no tenía ojos hundidos y una costra de sangre en la nariz por inhalar cocaína.

TaeHyung se echó agua para intentar limpiarse la nariz. Después se palmeó con brusquedad, limpiándose las manchas de la pasta dental de la boca. Sinceramente no importaba si era diferente ahora, ¿cierto? Después de todo, NamJoon le había dicho que iba a tener que fingir. ¿Esto no había formado parte de ese juego?

Volvió al área principal de la suite para ver a JungKook y JiMin completamente vestidos, sentados en el diván. No muy lejos vio dónde tenía colgados sus trajes. Iba a ser un lío cambiarse aún con el cabello húmedo, pero no había tiempo. Así que TaeHyung seleccionó el primer traje de día negro y se vistió apresuradamente. Sin ropa interior, tuvo que conformarse con usar así los pantalones. La sensación era extraña y se preguntó por qué JungKook gustaba de usarlos así antes de caer en cuenta de algo obvio.

Se trataba de un uso práctico.

Habiéndose vestido y localizado sus mocasines junto a la puerta, TaeHyung se volvió para mirar a los otros hombres. JungKook se había quitado los cabellos de la frente para que JiMin pudiera ponerle un poco de maquillaje con rapidez como si tuviera vasta experiencia en ello.

—La maldición de inhalar coca —murmuró JungKook mientras los dedos de JiMin extendían el maquillaje sobre el puente de su nariz—. Parecer un cadáver al día siguiente y, seguramente, enfadar a tu padre por ello.

—Es por eso que no la inhalo —dijo JiMin mientras alisaba lo último en las mejillas para después tomar un cepillo—. Aunque Tae se ve bien esta mañana.

—Inhaló unas cinco líneas menos que yo, esa es la razón —comentó JungKook mientras el suave cepillo terminaba de difuminar el maquillaje. TaeHyung debía admitir que resultó ser un buen trabajo pues JungKook se veía menos cansado, con un poco de color en su piel. Cuando JiMin terminó, dejó el cepillo abajo para después colocar ambas manos en las mejillas del menor y, con su índice y pulgar, pellizcarlas con algo de fuerza. JungKook hizo un ruido de indignación, porque sin duda le dolió.

—Listo, el vivo retrato de la salud —argumentó JiMin sarcásticamente, apreciando las dos manchas de color rosado en los mofletes—. ¿Tae?

—No, eh, no gracias —susurró TaeHyung mientras se acomodaba su cabello—. El café por lo general me devuelve la vida.

—Cariño —llamó JungKook, dándole una palmadita al muslo de JiMin, quien entendió el mensaje y se levantó de su regazo—. Lamentablemente, eso tendrá que esperar hasta después del funeral. —Fue extraño verlo todo de negro, sin una camisa blanca bajo su saco. Se debía al funeral, obviamente. Incluso JiMin llevaba tanto negro como le fue posible, aunque podía ver una camisa debajo de su abrigo de lana—. Debemos irnos ya.

Estar en la parte trasera del Mitsubishi con JiMin en medio de ambos, fue extraño. Sobre todo, porque TaeHyung había comenzado a asociar el automóvil con los negocios. El ambiente era silencioso, exceptuando el rugir del motor y JiMin tarareando por lo bajo mientras jugaba con los puños de su camisa.

—Deja de hacer eso, arruinarás los puños —reprendió JungKook antes de observar su rostro. A juzgar por lo que TaeHyung alcanzaba a ver, JiMin estaba incómodo. No entendía la razón—. ¿Qué? ¿Estás nervioso?

—Tu padre estará ahí —musitó JiMin—. Por supuesto que estoy nervioso, cariño. No hagas una pregunta estúpida.

Mierda...

—Mi padre tiene problemas más importantes que preocuparse por quién demonios entra a la iglesia —replicó JungKook, sin embargo, esto no cambió la tensión en JiMin—. Confía en mí, cariño.

—Puedes decir eso, pero no cambia el hecho de que volteará a verme, todos lo harán y...

—Porque eres hermoso.

JungKook, sabes que no es así. Sabes perfectamente porqué mirarán, así que no...

JungKook tomó sus manos para evitar que siguiera jugando con los puños. TaeHyung notó la firmeza con que lo hizo, la suficiente para que JiMin dejara de tambalearse mientras entrelazaba sus dedos. Su expresión cambió a una de alivio, dejando escapar un suspiro suave.

—Confía en mí —repitió JungKook y pareció que JiMin tomó la decisión de hacerlo porque permaneció quieto el resto del viaje. Cuando el vehículo se estacionó afuera de la iglesia con aspecto gótico, TaeHyung abrió la puerta, salió y la sostuvo para que los otros dos salieran. Vio una caravana de coches que había estacionados a ambas orillas de la calle. Claramente, donde estaban, había sido reservado para JungKook y vio el Sangyong de Jeon justo frente a ellos.

TaeHyung vio que había una plática en el interior y casi no comprendió por estar pensando en lo que había dicho JiMin, acerca de la presencia del padre de JungKook en el funeral. El mismo Jeon estaría en la iglesia y no sabía qué pensar al respecto. Todo se había vuelto un caos en su cabeza, quedando el terror y nada más. El líder de Haedogje Pa respiraría el mismo aire que él. NamJoon no le había dicho esta parte del plan, no le había dicho que conocería a Jeon en algún momento. Esto le dio un escalofrío y sintió su piel más fría de lo normal. Pero no tenía opción, JungKook estaba cruzando la acera para subir los escalones y él debía estar siguiéndolo. Así que cerró la puerta de golpe y casi corrió tras JiMin y el menor.

Al entrar en la iglesia se percató de lo enorme que era y que estaba repleta de personas vistiendo de negro. TaeHyung vio un techo alto como el del hotel y el área principal de la iglesia estaba dividida por la mitad con bancas largas de madera. Había unas cuantas puertas más pequeñas a los lados que llevarían hacia un lugar desconocido para él, y el altar estaba justo frente a él. Había fuentes cerca de las puertas, pero estas fueron ignoradas por JungKook y JiMin, caminando por el pasillo sin decir una sola palabra. Los siguió de forma bastante estúpida hasta que JungKook se detuvo y les hizo un gesto para que se sentaran. Así que se sentó primero, dejando espacio suficiente para los otros dos. El menor se dio la vuelta y caminó hacia una banca a unos metros de distancia y cuando TaeHyung lo miró, vio una vaga imagen del rostro de una mujer que abrazó al chico. No sabía quién era ella, pero juzgando por el hombre que había a su lado, supo que se trataba de la madre de JungKook.

Jeon estaba en esa banca, con un traje apretado y tan intimidante. Con el pelo corto peinado hacia un costado, con el rostro severo y algo envejecido con facciones de alguien que en su tiempo fue guapo; TaeHyung pudo encontrar cierta semejanza entre su rostro y el de JungKook. Pero desvió la mirada por miedo a que lo vieran mirar de más al líder.

—Él sabes que estás aquí —murmuró JiMin—. No importa si lo miras o no, él lo sabe todo.

Que malditamente terrorífico.

TaeHyung nunca había estado en una ceremonia en la iglesia, por lo que no sabía cuándo ponerse de pie, pero al ver que JungKook y JiMin no lo hacían, los imitó. En el extremo de la banca, JungKook parecía estar aburrido a morir, sus ojos puestos en la pared donde el crucifijo de un Jesús con aspecto de haber sido torturado estaba, frunciendo los labios suavemente. JiMin se limitó a ver sus uñas o raspar sus zapatos en los descansos donde las personas se arrodillaban para rezar. El sacerdote seguía hablando por lo que le parecieron horas. El olor de incienso hacía que su dolorida cabeza se sintiera extraña y tuvo que luchar para mantenerse despierto. También porque no quería que Jeon lo viera y decidiera odiarlo. Si JungKook asesinaba hombres por hacerlo enfadar, pensó que su padre no estaba muy lejos de ser igual o quizás peor. Cuando estaba por volver a echar un vistazo rápido al hombre, un movimiento más le detuvo.

—Ven, TaeHyung. —JungKook se puso de pie, extendió la mano para tomarlo del codo y tirar de él para levantarlo—. Es momento de presentar nuestros respetos.

TaeHyung fue sacado de la banca, golpeando contra las rodillas de JiMin. La idea de acercarse al ataúd fue suficiente para que sintiera su corazón acelerarse. No quería presentar sus respetos al hombre que había matado. El ataúd podía estar cerrado ahora, pero eso no alejaba el terrible pensamiento de que en cualquier momento se abriría. Demonios, TaeHyung estaba convencido de que, en el momento que estuviera en el altar, la tapa se levantaría. KangHo se sentaría, como el mismo Drácula y lo señalaría. Sus cuencas vacías lo mirarían incluso, su boca se abriría y mostraría ese muñón sangrante y, sin embargo, lograría articular palabras a pesar de su lengua perdida.

¡Asesino! —Voz ronca y profunda, casi un susurro debido a su falta de lengua—. ¡Ese hijo de puta me asesinó!

La idea era tan fuerte que TaeHyung casi podía oír su voz en su cabeza. Cuando JungKook soltó su codo y comenzó a caminar por el pasillo, tuvo miedo de que sus piernas flaquearan. Fue un momento horrible de vértigo, piernas temblorosas y todo. Pero logró andar y seguirlo hasta el altar. Afortunadamente la tapa del ataúd no se levantó. En su lugar alcanzó a JungKook y admiró la madera oscura lacada.

—Descansa en paz, KangHo —susurró JungKook

—Más bien, en piezas.

—Sí, en pedazos también. Fuiste un buen hombre... alguna vez. Pero también un imbécil entrometido. Dejar las cosas como están no formaba parte de tu manera de ser. —JungKook acarició tres veces la madera oscura de forma lenta—. Lección aprendida, viejo.

TaeHyung miró por un momento el ataúd, pensando en lo que le diría... quizás una disculpa hipócrita. "Lo siento, te asesiné, hermano", sí, era apropiado. Así que se calló y mejor siguió al menor bajando del altar. Un momento después percibió la mano del heredero en su cintura. Tal vez con el pretexto de encaminarlo a la banca, pero TaeHyung podía ver tantos ojos mirándolos cuando pasaban. No había necesidad de guiarlo porque JiMin estaba en el mismo lugar, aburrido y miserable, con las manos en sus rodillas. TaeHyung se sentó en la banca y JiMin esta vez se recorrió para que no chocara contra él. La madera crujió ligeramente y TaeHyung se percató de lo silencioso que estaba el recinto. Además de los ocasionales sollozos y susurros de consuelo, el crujir de la ropa y el chirrido de las suelas de zapatos, el edificio estaba inquietantemente tranquilo.

Lo odió.

—Ataúd cerrado —susurró JungKook en su oreja, aliento cálido que le provocó un cosquilleo—. Qué pena, me hubiera encantado ver su rostro.

TaeHyung aún podía ver la terrorífica imagen de ese rostro mutilado cada que parpadeaba. Tal vez a JungKook le hubiera gustado... No, le hubiera encantado.

—¿Por qué no presentaste tus respetos? —preguntó TaeHyung mientras se inclinaba hacia JiMin, sin querer llamar la atención. JiMin se giró a verlo con una sonrisa dulce.

—Oh, Tae, una puta en la iglesia. ¿No te parece gracioso? Me sorprende no haberme quemado tan pronto entré. Por todo ese pecado que tengo y todo.

—Cariño —llamó JungKook de repente, su voz ni siquiera fue un susurro—. Tengo frío, siéntate en mis piernas. —JiMin no respondió, sino que acató la orden y se movió para sentarse en el muslo izquierdo del menor. TaeHyung sintió rozar la rodilla de JungKook, por lo que se movió un poco para que pudiera abrir un poco más sus piernas. JiMin quedó de espaldas al pasillo y JungKook tenía la posición perfecta para acariciar su muslo.

La forma en que el sacerdote los miraba, era suficiente para que TaeHyung se mordiera el labio. Si las miradas pudieran matar, habría tres ataúdes más. Casi pensó en sentarse en el otro muslo de JungKook, sólo para provocar. Pero no lo hizo. TaeHyung sólo agachó la cabeza y miró sus manos en su regazo durante el resto de la ceremonia hasta que pudieron retirarse respetuosamente. Sin saludar a nadie, sin acercarse al padre de JungKook, simplemente levantándose y salir de la iglesia.

Al subir a la parte trasera del auto, TaeHyung respiró aliviado. Sus hombros y mandíbula le dolían por la tensión, y su cabeza seguía punzándole. Tan pronto llegara al bloque de departamentos, comería y quizás tomaría una siesta antes de hacer lo que JungKook le pidiera. Probablemente revisar y actualizar archivos para ver qué hacer con el distrito ahora que Ahn estaba fuera del juego. Woo había dicho que no había nada para hoy en la agenda debido al funeral. Así que se acomodó en el asiento, sentado a un lado de JiMin, tratando de no pensar mientras el auto se adentraba en las calles de la ciudad.

—Yang, ¿notas ese coche por el retrovisor? —preguntó JungKook, espabilándolo de su intento de dormir—. El color plata.

—Sí, Amo Jeon, lo he visto desde hace ya un rato.

—Ah, entonces sí estamos siendo seguidos, como pensé —sentenció JungKook antes de removerse en su asiento—. Detente. —El chofer acató la orden y se orilló en la calle de forma suave. Era una calle bonita donde había una cafetería con una cantidad considerable de comensales en su interior. TaeHyung dio una mirada al espejo retrovisor y vio un automóvil color plata estacionarse antes de dar vuelta. Lo que vio fue suficiente para que sintiera una sensación extraña en la boca de su estómago. Él conocía ese Daewoo plateado. Lo confirmó cuando la puerta se abrió y alguien bajó.

HoSeok había bajado del auto y se dirigía al interior de la cafetería justo la que tenía enfrente. Ni una sola vez miró el Mitsubishi, sino que entró tranquilo y calmado al local. TaeHyung siguió sus movimientos como un halcón, tratando lo mejor posible de ocultar su sorpresa. ¿HoSeok los había estado siguiendo porque estaba vigilando al Chico como siempre? ¿O era una coincidencia o HoSeok sabía que estaba en ese auto y así informar de sus movimientos a NamJoon?

—Ese hombre nos ha estado siguiendo desde la iglesia. Lo he estado viendo por el espejo retrovisor desde entonces. Dejaba una calle entre nosotros, pero no cabe duda que nos ha seguido. Quince minutos desde que lo noté. Creo que es un policía. —JungKook apartó la vista y la dirigió al parabrisas, riendo en voz baja.

—Pensé... Pensé que Woo había dicho que tu padre no quería que la policía se involucrara —recordó TaeHyung en voz baja, casi como un chillido. Estaba esforzándose por hablar que por un momento pensó que JungKook notaría lo que le estaba sucediendo y la razón. Su estómago apretado y sus latidos erráticos.

—Eso dijo, pero este hombre parece no estar investigando el caso de Ahn. Nos está siguiendo por otra razón. —Cuando JungKook se calló y lo miró, TaeHyung sintió que su corazón se detenía—. Alguien le ha pagado para obtener información. No importa quién lo haya contratado, será un ejemplo justo.

—¿Quiere... quiere que le dispare? —preguntó TaeHyung con un jadeo sin aliento. La pistola que tenía en su funda, debajo de su axila, comenzó a pesar horriblemente. Dirigió su mirar al otro lado de la ventana y vio a HoSeok salir del local con un café y sentarse en las sillas exteriores. Era evidente que quería ser discreto, ya que él no iba a seguirlos más, de ser así, se hubiera quedado en su auto.

—No, no quiero eso. Hay un cuchillo escondido debajo del asiento. Sácalo y úsalo —explicó JungKook de forma brusca, como si esta orden no significara nada.

—Amo Jeon, acaba de decir que es policía —replicó TaeHyung, girándose para mirar a través de la ventana trasera—. ¿Debo matar a un, un, un, un oficial en plena luz del día?

—No matarlo, sólo herirlo —corrigió JungKook. En medio de ellos, JiMin permanecía callado. ¿Alguna vez había presenciado la clase de violencia que cometía JungKook o estaba siendo demasiado protegido como para verlo físicamente? —. Para que quienquiera que lo haya contratado sepa que no obtendrá ninguna información de mí, si me sigue.

TaeHyung lo observó por un momento antes de darse cuenta que no tenía salida. Era una orden directa y a la que no podía negarse. Había asesinado a Ahn la noche anterior y había ayudado en mutilaciones y asesinatos de otros dos hombres. Si comenzaba a negarse, su operación estaría en peligro. Estaba claro que había mostrado inquietudes de hacerlo en plena luz del día y con la sospecha de que era un policía, pero no podía usarlas como excusa. JungKook se movió para sacar el cuchillo de su compartimiento oculto debajo del lujoso cuero y ofreciéndoselo. Justo como el que había usado con KangHo.

—Unas tres puñaladas serán suficientes —comentó JungKook mientras le tendía el arma justo frente a JiMin. TaeHyung aceptó con mano temblorosa y la metió en el bolsillo de su pantalón. Luego preguntó si alguno tenía un cigarro, resultando que el chofer sí tenía. Tomó uno y aceptó un encendedor, saliendo del auto, como si se hubiera excusado para poder fumar.

TaeHyung encendió el cigarro, metiendo el encendedor en el bolsillo izquierdo de su saco y le fuera posible tomar el cuchillo con su diestra. Dio una calada, mirando a HoSeok a unos metros, sentado tranquilamente. ¿Tenía alguna idea de lo que haría? ¿Sabía que tenía que apuñalarlo? La respuesta obvia era no, y que había algo más. Después de esto, nunca iba a poder mirarlo a los ojos. Todas las mierdas que había hecho hasta ahora no significaban nada para su equipo, pero este acto brutal, sí que iba más allá de cualquier pronóstico.

Esto era personal.

Esto era como apuñalar a su propio hermano.

Este teatro de fumar no le duró mucho, pues tan pronto se acabó el cigarro y se encaminó hacia el bote de basura para tirar la colilla, no lo hizo, sino que fue directamente hacia donde HoSeok y pateó la mesa con fuerza. El mueble voló y chocó contra otro, causando que dos féminas casi se cayeran de sus sillas. TaeHyung tomó a HoSeok del brazo, alzándolo y con su mano libre sacó el cuchillo. Mientras preparaba la navaja, tomó del hombro a HoSeok con firmeza y éste ni siquiera intentó zafarse porque estaba sorprendido. HoSeok no pudo preguntarle qué demonios estaba haciendo y él no pudo disculparse antes de enterrar la cuchilla justo debajo de sus costillas. 

TaeHyung deseó no haber visto su expresión, sus ojos abriéndose en cuanto sus entrañas fueron heridas por la hoja. Deseó no haber hecho contacto visual y ver la confusión impresa en el rostro ajeno. Pero tenía que hacerlo, para que viera que se trataba de su compañero de trabajo, se trataba de TaeHyung. Todo esto era parte del plan, ¿verdad? Esta era la forma perfecta de estar seguro en Haedogje Pa... ¿cierto?

TaeHyung quiso decirle que lo sentía, pero que no podía evitarse.

Los hombres gritan cuando son castrados, cuando les extraen los dientes y les sacan los ojos del cráneo... pero no cuando son apuñalados en el estómago. De hecho, HoSeok sólo dejó salir el aire de sus pulmones como un gruñido cuando TaeHyung clavó el cuchillo dos veces más. Fue rápido, sólo unos cuantos segundos. Empujó su hombro con fuerza para tirarlo, provocando que HoSeok tropezara con las sillas y cayera al suelo. Los comensales gritaron de horror. TaeHyung se giró sobre sus talones y vio que JiMin había abierto la puerta para él, por lo que ingresó y cerró la puerta. Instantáneamente amortiguó los gritos de afuera.

Dirigió su mirar a la cafetería y vio a una mujer con teléfono en mano, probablemente llamando a una ambulancia. Había otra persona tratando de ayudar a HoSeok, presionando sus manos en la herida para intentar detener la hemorragia. En ese momento, el auto se alejó hasta que ya no pudo ver. TaeHyung miró a los otros dos hombres con los ojos abiertos y con las manos temblando.

—Hmmm, ¿puedes creerlo? —comentó JungKook mientras miraba la hoja del cuchillo—. La sangre de un cerdo es roja, al igual que la sangre humana.

JiMin tomó suavemente su muñeca, la que sostenía el cuchillo. Con la otra mano sacó un pañuelo de seda blanco, del bolsillo de su abrigo. Limpió el arma antes de pasársela a JungKook. Una vez hecho esto, procedió a limpiar su mano.

TaeHyung acababa de apuñalar a su compañero de equipo. HoSeok le había enseñado a usar las pistolas, lo había ayudado para ponerse en forma y fortalecerse. Sin embargo, ahora yacía desangrándose en la calle. Con él había compartido historias estúpidas, café e incluso comida, había ayudado a organizar redadas, había...

Tuvo que morderse el labio para evitar que un gemido escapara. JiMin seguía limpiando cuidadosamente y con ternura, la sangre en sus dedos. Se dio cuenta que esta vez no se había puesto los guantes que usualmente usaba, por lo que estaba sintiendo la calidez de la sangre de HoSeok y estaba seguro que el olor perduraría todo el día.


F I N [PARTE 1]

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top