Capítulo III: Imagina que es un ejército

Había una hamburguesa en una mano y un móvil desechable en la otra. TaeHyung los sostenía frente a él como si los pesara o considerando opciones. En ese momento tenía que decidir qué hacer primero. Sentado en la acera, con las piernas flexionadas, con sus pantalones un poco arriba mostrando sus tobillos; quizás estaba llamando la atención. Y estaba justificado su actuar pues no podía estar en el local de comida; demasiado arriesgado. Demasiadas posibilidades de ser escuchado. Podría ser que se había vuelto paranoico. Todo lo que sabía era que había pasado un día y no podía arriesgarse absurdamente. Siendo sorprendido hablando con su equipo y con grasa por toda la boca mientras un distribuidor se sentaba a dos mesas de distancia mirándolo fijamente. TaeHyung sabía que, si había alguien que podía cagarla con un error tan elemental como aquel, era él. Por esa razón se sentó en la acera, junto a la alcantarilla, como un indigente al que todos miraban.

Después de la reunión del día anterior, fue llevado a una habitación pequeña. Ahí debía permanecer hasta nuevo aviso. El edificio cumpliendo con su propósito: ser una pensión. La habitación no se alejaba de una de un motel, pero eso a él lo tenía sin cuidado. Tenía que estar en algún lugar el resto del día para ordenar sus pensamientos y los planes posibles.

Lo primero que hizo cuando dejó el edificio esa mañana fue ir a las calles desconocidas de Mapo-gu. Necesitó localizar dos cosas, una tienda de conveniencia y una de comida rápida. Le urgía tener un móvil desechable barato, que se usara una sola vez como si fuera un condón. Los costos serían cubiertos por el departamento, pero no eran la gran cosa. Por ello se había comprado uno y después fue por comida, siendo ese el momento donde su plan entrara en acción.

No obstante, TaeHyung estaba muy asustado para llevarlo a cabo; su paranoia incrementaba de igual manera. Tenía que informar, pero no sabía qué decir o cómo decirlo.

TaeHyung dejó el móvil sobre su regazo un momento para desenvolver la hamburguesa y darle un mordisco. Estaba tan caliente que se quemó la boca. Ni siquiera pensaba en tener un desayuno nutritivo en ese momento. Lo que quiso no era saludable y agradable, sino más bien caliente y lleno de azúcares y grasas suficientes para sentirse satisfecho. ¿Qué mejor opción que un trozo de carne frito con queso y salsas y lechuga; una posibilidad auténtica de un infarto? El tipo de comida que NamJoon le diría que le obstruiría las arterías si se sentaba detrás de un escritorio todo el día. Pero a él no le importaba esa mierda en ese momento. Después de pasar el resto de la tarde anterior y la de ese día completamente nervioso, sin poder probar bocado, su estómago dolía horriblemente. Le había sido difícil pensar en comida después de lo ocurrido en la reunión.

A la mierda la salud, él no sabía cuándo dejaría de respirar. Si iba a cagarla y morir estrangulado, entonces la idea de comer una hamburguesa con queso como desayuno no debía importar.

Había vomitado varias veces el día anterior, incluso cuando su estómago había estado vacío, dejando el sabor asqueroso y ardiente de la bilis. Como resultado, TaeHyung se despertó en el piso del baño, con la cabeza y el estómago doloridos. Tenía el cabello pegado a su frente por el sudor y la camisa húmeda, apegándose de forma repugnante a su piel. Limpiarse en el pequeño cubículo de la ducha fue lo mejor, incluso si significaba que el calor lo había hecho sentir mareado y débil. Después se vistió con lo que había en su pequeña bolsa de viaje que Lim le había sugerido que llevara consigo. TaeHyung no era estúpido. Sabía que había sido inspeccionada a fondo, mientras que él había sido obligado a destacarse en el patio como si fuera parte de una subasta. Quizás revisaron al punto de buscar una posible arma, que diera indicios de no ser quien había dicho. Quien fuera que haya esculcado, no encontró nada más que camisas y pantalones, paquetes de calcetines y ropa interior enrollados, y una pequeña bolsa con cierre hermético de artículos de tocador. TaeHyung no sabía cuánto tiempo permanecería en la pensión con el resto de los reclutas. Lo único que sabía, era que él estaría ahí hasta que alguien se interesara y lo sacara.

¿Quizás alguien como JungKook?

Incluso en ese momento, casi un día después de lo que sucedió, no podía creer lo que había ocurrido en el patio. Que El Chico se hubiese acercado a él y le hubiese hablado como si nada, le provocó una sensación difícil de catalogar. No podía determinar si era falsa simpatía como la que usaba con cada lacayo para convertirlos en sus esclavos o se trataba de algo más. ¿No había sido un poco... fuerte su atención, tal vez ansiosa? TaeHyung no quería suponer que lo era, pero mientras analizaba su encuentro, sintió que había estado en el límite de un flirteo. La sola idea le estremeció. ¿El Chico coqueteando con él? No, estaba malinterpretando las cosas, eso era. JungKook simplemente había tratado de hechizarlo y ponerlo bajo su dominio, como probablemente lo había hecho con la mayoría de los hombres en la reunión. Pero aun así... la forma en que su mirada se había detenido en él; sus labios, su cuerpo, se sintió como si JungKook lo hubiera estado mirando en vez de medirlo. Como si lo hubiese estado desvistiendo mentalmente.

La forma en que había puesto su mano en su rodilla y le había sonreído mientras Do yacía muerto sobre la mesa a unos metros de distancia...

TaeHyung detuvo su masticar; la mezcla de pan frito y carne repentinamente se le hizo espesa, demasiado grasienta. Su estómago hizo otra de esas duras sacudidas y cerró los ojos e hizo todo lo posible para reprimirlo. Debía a toda costa dejar de vomitar y temblar, si no, nunca lo lograría. ¿Qué tipo de hombre de Haedogje Pa actuaba de esa manera? Si no se endurecía pronto, sería expulsado de la lista de reclutas. Todo su arduo trabajo quedaría en nada porque era demasiado miedoso para manejarlo. NamJoon también pasó por una mierda similar, le había dicho que probablemente vería cosas peores... Demonios, el hombre había sido apuñalado en algún momento de su misión. Entonces eso significaba que debía esforzarse más.

No obstante, al ver el rostro de Do ponerse rojo, los sonidos guturales de arcadas que había hecho, era algo que TaeHyung no iba a olvidar durante mucho tiempo. Posiblemente nunca. Lo despertaría en las noches como lo hizo el pasado de NamJoon, y él (TaeHyung) escucharía esos sonidos cada vez que hubiera silencio.

Después de unos horribles segundos de espera, su estómago finalmente se calmó, todos los pensamientos de Do volvieron a los oscuros recovecos de su mente. Tragó el bocado de comida y abrió los ojos para mirar la acera opuesta. TaeHyung estaba más que consciente del hecho de que estaba llamando la atención. Por supuesto que los peatones que pasaban lo iban a mirar, el hombre del traje ajustado sentado en la acera; el que tiene una bolsa de papel de comida rápida a su lado, una hamburguesa en mano y el teléfono en la otra. TaeHyung sabía que él mismo miraría a una persona en iguales condiciones; sería demasiado difícil de ignorar. Eso significaba que no podía quedarse sentado todo el día; él tenía que mover su culo.

TaeHyung dio otro mordisco a su hamburguesa cuando presionó el botón de llamada y marcó rápidamente el número de NamJoon que le había obligado a memorizar. No era el de la oficina, ni siquiera el personal. No, su compañero también tenía un desechable. Uno que no fue cambiado, sino intervenido para registrar su conversación. Se llevó el teléfono a la oreja, masticando el bocado mientras recorría con la mirada la acera. Tardó tal vez tres segundos de espera antes de que hubiera un estallido estático en la línea y tragara con dificultad.

Habla —dijo bruscamente NamJoon, pero no grosero. Directo. Quería respuestas y él sabía que ninguno de ellos tenía una gran cantidad de tiempo para hablar. Eso significaba que TaeHyung tenía que ser preciso también.

—Estoy dentro —respondió, mirando un auto circular por la calle frente a él.

¿Lo estás? Habla, TaeHyung. Dame datos.

—Quiero decir, soy de Haedogje Pa. Nam deseaba tenerme bajo sus órdenes, pero no se salió con la suya. Gracias a Dios. No, creo que ahora tengo un nuevo dueño.

¿Quién?

—El Chico.

El... mierda, TaeHyung, necesito que lo repitas. ¿Acabas de decir «El Chico»?

TaeHyung lo confirmó con un suave sonido y un asentimiento, incluso cuando su compañero no podía verlo. TaeHyung casi podía sentir los pensamientos del hombre yendo de un lado a otro, procesando todo.

El Chico te eligió para... ¿para ser su propio lacayo?

—Sí, estoy bastante seguro de que él me eligió. Mira, NamJoon, sé lo loco que suena, apenas puedo creerlo. Estaba parado en un jodido patio congelándome el culo y oí todo tipo de murmullos cuando giré la cabeza y él estaba ahí.

TaeHyung se detuvo por un momento para ordenar sus palabras antes de continuar. Realmente no podía explicar la sensación de haber tenido a JungKook tan cerca de él. Respirando el mismo aire, mirándolo directamente y dejando de ser una fotografía. Con casi su estatura y sin la misma presencia que había sentido al estudiar las fotos ese día en la oficina; JungKook tenía una presencia pesada, una energía casi detectable saliendo de él en oleadas. Olas frías, tan heladas como el frío invernal. Pero esa sonrisa en su rostro no había sido así, para nada. No, había sido cálida, incluso caliente. Acogedora. Junto con el brillo en sus ojos había sido algo más, pero TaeHyung no estaba pensando en eso en este momento.

—Se acercó a mí, me hizo un par de preguntas sobre mí. No conocía a Lim, no parecía importarle.

Probablemente dimos en un punto ciego con Lim. Él es lo suficientemente importante para meterte, pero no tanto como para ser conocido por los grandes.

—No sé por qué El Chico me eligió de entre todos los reclutas. Yo no era el tipo duro. Fumaba y temblaba, pero él me eligió. Cuando preguntó si alguno de sus hombres se interesaba por mí, hablé sobre Nam y él... pareció disgustado y dijo que Nam no me tendría.

¿Señales de posible descontento? —preguntó NamJoon, con la punta de la pluma arañando el papel. TaeHyung explicó que no lo creía, que JungKook había mostrado más hostilidad hacia otros hombres —. De acuerdo, reporta si hay algún cambio. Prosigue.

—Un momento estaba en el frío y al rato estaba sentado en una reunión con jefes locales y fue... mierda, NamJoon, fue aterrador. Directamente tuve un hombre siendo asesinado: Do SeungHoon. El tipo tenía clubs nocturnos de mierda inundados con drogas de Park MyungSoo. Tenía acusaciones previas por asalto e intento de violación. Está fuera de nuestras manos ahora de forma permanente.

Sé que será aterrador, pero me estás hablando ahora. Eso significa que lo estás haciendo bien, TaeHyung. Te dije que estabas hecho para esto, ¿no?

—Joder, NamJoon, por poco. Ni siquiera sé cómo todavía estoy hablando contigo. Pensé que iba a caer muerto justo en la reunión. El Chico es... —. TaeHyung dejó de hablar, mordiéndose el labio inferior mientras lo hacía. ¿Qué estaba tratando de decirle exactamente a NamJoon? Él mismo ni siquiera lo entendía.

Él era... ¿intimidante?

Él era... ¿un psicópata?

Él era... ¿coqueto?

Después de unos segundos de silencio se decidió por una palabra de su repertorio.

—Él es jodidamente despiadado. Todo lo que puedo informar ahora es que hay una purga; como dijiste. El Chico se reúne con los beneficiarios del imperio de Jeon y si decide que no son lo suficientemente leales, los arregla. Sanciones en su mayoría, pero también los enfrenta uno contra el otro. Él quiere separar la paja del trigo.

¿A su favor o a favor de Jeon?

—¿Ahora? Parece ser un poco de ambos. La mayoría de los hombres más leales de Jeon también están aliados con él, pero El Chico es inteligente. Él sabe que, si las masas son suyas, entonces los líderes también lo son. Sus más cercanos no pueden ordenar a sus propios hombres si estos son ya su capricho.

Explica un poco mejor las cosas, TaeHyung. Sabes mejor de esta mierda que el resto de nosotros.

—Es... eh... imagina que es un ejército —explicó TaeHyung, moviéndose sobre la acera. Su culo se había entumecido por el concreto duro y frío —. Un ejército fascista. En la cima, el dictador, ese es Jeon. Su heredero al trono es El Chico. Ahora, debajo de ellos está el segundo asiento del poder; son los hombres de Jeon, los generales. Uno o dos para cada distrito. Los generales tienen tenientes, esos son como Nam, Lim... esos hombres. Los tenientes controlan el ejército de proxenetas, traficantes y todos los demás ladrones fuera de las calles. Hombres como yo.

Claro, entiendo.

—Si El Chico controla a los tenientes, él controla los ejércitos. Significa que los generales ya no son nada. En este momento, los hombres de Jeon están perdiendo sus propios seguidores y sólo aquellos en los que confía el muchacho los recuperarán. Los que no... son eliminados.

Una purga sistemática, El Chico realmente está limpiando. Inteligente, tal vez, pero dudo que la transición sea suave —comentó NamJoon —. El niño se está arriesgando mucho en hacer este juego.

—Él es el rey en el tablero en este momento. Puede que sólo tenga una pequeña parte, pero está acumulando más poder.

No sabía que jugabas ajedrez, TaeHyung.

—Culpa a mi padre, o agradece... tal vez —replicó TaeHyung mientras miraba la calle —. Oye, volveré a la pelea, ¿sí? Te llamaré cuando tenga información. No puedo arriesgarme a las llamadas diarias, incluso con desechables. Todavía no, quizás cuando gane más confianza pueda, pero no ahora.

Si no puedes llamar, recuerda: cibercafés. Usa la dirección que te dimos y elimina el caché después de su uso.

—Claro, claro, haré eso. Dile a los demás que reuniré más información, ¿sí?

Mantente a salvo, hermano. Vigilaremos las calles, te concentrarás en mantenerte vivo y encubierto.

TaeHyung terminó la llamada y dejó escapar su aliento reprimido mientras bajaba el teléfono. Miró la pantalla, el pequeño rectángulo verde incrustado en el trozo de plástico negro. Era un dispositivo feo y barato, pero funcionaba bien, al igual que los incontables teléfonos que necesitaría comprar.

Le dio otro mordisco a la hamburguesa, a punto de terminarla, mientras trataba de averiguar qué haría después. Bueno, suponía que tenía que volver a la pensión. Esa sería una buena idea porque no quería estar fuera mucho tiempo. No sabía quién aparecería ni cuándo. ¿Qué pasaría si él estaba sentado como un idiota en una esquina y aparecía El Chico? Eso arruinaría sus posibilidades de atraer su atención, lo que sabía iba a tener que hacer. De acuerdo con la primera vez, había sido un accidente, pero su objetivo era hacerlo a propósito para el futuro. Cualquier razón por la que JungKook mostró interés en él, TaeHyung necesitaba aprovecharla. Le ayudaría mucho abrirse camino en Haedogje Pa si el heredero lo tenía a su lado.

TaeHyung metió el último trozo de hamburguesa en la boca cuando se puso de pie y arrojó el envoltorio enrollado al bote de basura cercano. La bolsa de papel todavía tenía papas fritas y también un vaso con café. Parecía un desperdicio tirarlos y se preguntó si el indigente que había visto antes todavía estaba allí. Eso fue suficiente para hacer que recuperara la bolsa y el vaso de café, empezando a caminar por la calle. Metió el teléfono en el bolsillo de su pantalón por un momento. Sabía exactamente dónde exponerlo.

Fue justo cuando llegó a la esquina de la calle que tuvo un pensamiento algo inquietante al respecto.

¿Y si JungKook lo quería de otra manera? ¿Qué pasaba si no se trataba de ser su lacayo? ¿Qué pasaba si JungKook quería... follarlo? Los dedos de TaeHyung se apretaron alrededor de la bolsa de papel, algo semejante a un puño. ¿Cómo decirle que no? ¿Debería decirle que no? NamJoon le había dicho que tendría que pasar por mierda para sobrevivir. ¿Eso incluía convertirse en un juguete sexual? TaeHyung no sabía si era así, pero sonaba acertado. ¿No era mejor arrodillarse para el joven heredero si eso lo ayudaba en la infiltración? Era una cosa bastante simple de lidiar. No como NamJoon y su cicatriz.

Otro pensamiento pasó por su mente bruscamente, tan repentino que no podía reprimirlo.

¿Era una mierda? ¿Permitir que JungKook lo follara, podría clasificarse como una mierda?

TaeHyung se mordió el labio inferior mientras giraba para salir a la calle. Eso no era algo en lo que debía pensar. De hecho, debió dejar de pensar que tal cosa sucedería. Todo lo que debió tener en mente era cómo mantener un perfil bajo y mantenerse a salvo, mientras hacía las conexiones correctas. Hasta que no volviera a ver a JungKook, ni siquiera debía pensar en él. El heredero probablemente estaba a medio camino de la capital, fuera de vista y fuera de la mente.

Pocas calles más abajo encontró al vagabundo. Estaba sentado donde había estado en la mañana, ya que no se había movido una vez desde que lo había visto. Eran principios del invierno, se iba a congelar, el fino trapo de una manta no lo mantendría caliente. TaeHyung redujo su ritmo de caminata mientras se acercaba a él, de repente se preguntó si era buena idea. Algo en el fondo de su mente decía que podría avergonzar al hombre al ofrecerle ayuda. Los peatones lo mirarían fijamente, sin duda pensarían de forma cruel, pero entonces se acordó de Do. Eso fue lo que finalmente lo detuvo frente al hombre.

—No es mucho, pero... eh —. TaeHyung mojó sus labios torpemente mientras colocaba la bolsa y el contenedor de café. Evitó los ojos del hombre al hacerlo y se frotó la nuca. Luego recordó el dinero en el bolsillo de su chaqueta. El cambio sobrante. Metió la mano en el bolsillo y dejó caer las monedas en el pequeño contenedor de estaño junto a la rodilla del hombre —. Ayuda a un hermano, ¿entiendes?

—Dios te bendiga, hijo —respondió el hombre y TaeHyung levantó los ojos para mirarlo por un momento.

Fue difícil deducir su edad cuando había sido golpeado por el clima y envejeciendo por la vida en las calles. Pudo haber sido de la edad de su padre, tal vez su abuelo. De cualquier manera, su cabello negro era en su mayoría gris y su piel rojiza parecía un mapa, por las arrugas y pliegues. Sus labios se levantaron, revelando bastantes dientes perdidos. Aquello pudo arruinar su sonrisa, pero a TaeHyung le pareció mucho más amable y agradable que mirar los falsos dientes perfectos de los mafiosos.

Se preguntó qué pensarían el vagabundo y Dios sabiendo lo que haría. Unirse a Haedogje Pa, listo para hacer mierdas y algo bueno por la ciudad. Se preguntó si el hombre sabía que la única razón por la que había hecho tal acción de caridad fue porque se sentía culpable de la muerte de Do. Tal vez no lo estranguló hasta la muerte con sus propias manos, pero aún sentía que tenía algo que ver en todo eso, y con ello la culpabilidad.

No, sólo sonrió falsamente al hombre.

Después de todo, iba a necesitar acostumbrarse a la sensación en su rostro muy rápidamente.

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—A-amo se siente tan bien.

JungKook movió sus caderas, un poco más fuerte, deslizándose más profundo dentro de él. JiMin estaba caliente y húmedo alrededor de su polla, con una mezcla de lubricante y semen derramado que a cada embestida causaba un ardor profundo en la boca de su estómago. No pudo hacer más que balancear su peso en una mano para poder alcanzar el metal que sobresalía de entre los omóplatos de JiMin. Nada más que una pulgada o más, pero lo suficiente para jugar. Mientras tomaba la cadena, sus otros dedos se enroscaron para agarrar las sábanas.

—¿Qué tan bien, Doll?

Después de tres copas de champaña y que el otro hombre se sentara en su regazo para acurrucarse, no era de extrañar que todo se tornó erótico de forma rápida. Por lo general, sucedía después de algunas provocaciones y juegos, pero esa noche no fue así. No, JungKook llevaba tan sólo media hora en el penthouse y ya su traje estaba regado por el departamento. Su camisa estaba en el diván de cuero, sus pantalones en alguna parte del piso. No había rastro de alguno de su ropa interior. JungKook casi no la usaba.

¿Cómo resistirse a JiMin? Cuando entró en la suite, el otro se encontraba recostado en la mesa de vidrio, con una botella de champán abierta y preparada para él en un bote repleto de hielos. No llevaba nada más que su collar y unas bragas de seda a juego. JiMin estaba usando el collar de "buen chico"; el que era una fina pieza de terciopelo color crema enhebrada a través de eslabones de oro. No era chapa de oro sino oro de 24 quilates; frío y reluciente dorado que cubría la parte frontal de su garganta de forma horizontal. Era el collar que tenía grabado su nombre, "Doll". No había sido grabado por un profesional, sino que el mismo JungKook lo había hecho cuando lo compró; se había sentado entre las piernas de JiMin con una herramienta de grabado para poder escribir las letras. JiMin lo había visto trabajar, con su aliento tibio en su cuello mientras jugaba con los botones de su camisa.

El hecho de que JungKook lo había grabado con su propia mano le daba un sentido más auténtico.

Un sentido de propiedad real.

JungKook había grabado dos collares: el de "buen chico" y el de "chico malo".

Que JiMin portara el "bueno" daba una señal de lo que se avecinaba.

JiMin había ladeado su cabeza mientras sostenía una copa de champán. El movimiento había hecho que el collar brillara gracias a las luces del techo, siendo casi tan brillante como sus dientes escondidos tras sus hermosos labios. Oh, JungKook no pudo controlarse, bebiendo sólo tres copas para después retirarlo de su regazo y arrancarle sus bragas. Después estuvo la lucha infernal por quitar toda la ropa, la cual se enredaba mientras lo encaminaba a paso torpe hasta la cama en la planta baja, escuchando la risa de un ebrio JiMin. Era una danza a la que JungKook estaba muy acostumbrado, pero la risa de JiMin —entrecortada y dulce— lo siguió afectando de la misma manera. Una pequeña y apretada espiral de calor que se extendía en su abdomen.

—Mierda —maldijo JiMin con un gemido forzado y roto que escapó de sus labios. —Amo, estoy go,goteando. Las sábanas se arruinarán.

—Date la vuelta, Doll —ordenó JungKook, saliendo de él.

En cualquier otro momento, simplemente habría tirado de la correa, pero en ese momento no estaba unida al collar. JiMin hizo lo que le ordenó, volteándose sobre su espalda y abriendo sus piernas para él sin que se lo pidiera. JungKook lo tomó de las rodillas y las empujó, para que las caderas de JiMin quedaran elevadas de la cama. Luego tomó sus tobillos y los empujó con fuerza. Los presionó contra el marco de metal de la cabecera y miró al chico que yacía debajo de él.

JiMin estaba tumbado allí, esperándolo. Tenía el abdomen apretujado por el ángulo en el que lo había forzado a estar, haciendo que sus músculos se marcaran bajo su piel dorada. Una de sus manos estaba en la cama, con los dedos aferrados a las sábanas de seda. La otra estaba alrededor de su goteante pene. No podía mentir, se había dejado llevar un poco más de la cuenta. La punta de su pene estaba adornada por el líquido pre-seminal, que había salpicado un poco sus dedos. JungKook lo vio pasar su pulgar sobre la punta hinchada de su pene y que sus muslos se estremecieran por el acto. Su entrada y la parte interior de sus muslos estaban resbaladizos por el lubricante y las manchas del semen de JungKook goteando por el anillo apretado de sus músculos.

—Por... Por favor, Amo, he sido un buen chico. Merezco este regalo.

—¿Qué es lo que quieres, Doll? —preguntó JungKook, ladeando la cabeza para mirarlo.

Las mejillas de JiMin estaban enrojecidas y su labio inferior iba por el mismo camino por las constantes mordidas que le eran infligidas, desde que lo había succionado y mordisqueado cuando JiMin había estado en su regazo.

—De... Démelo, Amo —suplicó con el ceño tembloroso mientras sostenía la mirada.

JiMin estaba lejos de ser alguien tímido. Después de varios años frente a una cámara, toda timidez se esfumó. No, JiMin podía ser tan directo sobre sus deseos y necesidades que JungKook nunca se aburrió de escucharlo. De la misma manera que JungKook suplicaba por regalos a su padre, JiMin se salía con la suya.

JiMin hacía un puchero y utilizaba ese tono de queja cuando recibía una negativa por respuesta. Si todo eso fallaba, su boca era su último recurso, que usaba mejor que nadie. Cuando JiMin quería algo, podía tratarse de muchas cosas en particular. Un nuevo artículo de diseñador (que recibía con poca emoción); un gato de mascota casi tan caro como la ropa de diseñador (que había obtenido después de varias mamadas expertas durante las reuniones aburridas con Woo); o algún nuevo juguete para agregar a su colección, como su último masajeador de próstata que se asemejaba a una arma de película de ciencia ficción pésima (que le tomó todo un fin de semana consumiendo cocaína y teniendo orgasmos en un yate alrededor de la isla Jeju y obteniendo el collar de "chico malo").

Al menos, algunos de los caprichos de JiMin beneficiaban a JungKook.

Pero cuando se trataba de coger, JiMin se volvía alguien distinto. JungKook lo había notado en la primera noche de grabación en su suite y lo había aprendido esa misma noche. Ocupó muchas cosas que tenía a su disposición para obtener lo que quería; todo dependiendo del collar que portara. "Buen chico", JiMin suplicó o le dijo lo que quería escuchar, ojos entrecerrados y con la lujuria asomándose en ellos. "Chico malo", JiMin exigió o usó su cuerpo; algunas veces lloraba y gritaba hasta que jadeaba por aire.

JiMin le había pedido que se lo diera y eso hizo JungKook. Se movió hacia adelante, deslizándose dentro de él otra vez, sin ser gentil. No, él embistió rápido y con fuerza obteniendo una serie de gemidos sin aliento por parte de JiMin. El collar tintineó casi melódicamente y a su vez el marco de la cama crujió.

—¡Ah, ah, así, Amo! —. El puño de JiMin que había formado alrededor de su pene se movía rápido y con fluidez. Él tenía varios años de experiencia después de todo —. He estado esperando por, por esto, ah, todo el día, Amo.

—Háblame, Doll —exigió JungKook con los ojos clavados en el collar que rebotaba en la clavícula del otro. Se sentía hipnotizado.

—No, no podía dejar, mierda, de pensar en usted, Amo —gimió JiMin con voz entorpecida. Un pequeño chorro de líquido pre-seminal salió disparado hacia su abdomen, chocando contra su piel bronceada —. Ju... jugué con su juguete favorito.

—¿Lo grabaste?

—Sí, sí, sólo para usted, no para el... sitió Web. Sólo para usted, Amo.

Las piernas de JiMin temblaban tanto que era difícil sostener sus tobillos. JungKook podía percibir la misma sensación en sus propios músculos, un maravilloso escalofrío en sus muslos que dificultaba embestir. Entonces cambió el ritmo. Trataba de no moverse tanto para sentir aún el golpe de sus caderas contra la parte superior de los muslos de JiMin.

—Deja de tocarte —dijo JungKook y JiMin obedeció —. Voy a hacer... hacer que te corras de esta manera, Doll.

—Haga que me corra, Amor, haga que... ¡ah, ah, ah!

Cada golpe de sus caderas contra JiMin le provocó una vibración en la base de su pene y JungKook no pudo detener algunos gemidos sin aliento escapar de su boca. Sabía que a algunos hombres no les importaba dar placer a las prostitutas, pero JiMin no lo era. No exactamente. Él era algo parecido a... una mascota. Los orgasmos eran importantes para su chico y no sólo para él. A JungKook le gustaba saber que lo había hecho lo suficientemente bien como para haber logrado que JiMin tuviera un orgasmo.

JiMin no podía fingirlo. No fingía como aquellos socios comerciales que pretendían ser amigos y sonreían falsamente. JiMin no podía jugar a fingir. Su placer era lo único que sabía que era real.

—Dí, dígame que he sido un buen chico, Amo —suplicó JiMin mientras se retorcía bajo el otro.

JungKook perdió el agarre en los tobillos de JiMin, y en su lugar se equilibró con sus codos, pero el otro mantuvo sus caderas levantadas para él. No hizo los ruidos habituales, los gritos perfectamente falsos y cronometrados de una estrella porno, sino que eran ruidos entrecortados indicando la intensidad del placer.

—Has sido bueno, Doll, el mejor. Mierda, tú eres el mejor, el...

JiMin echó su cabeza hacia atrás contra la almohada, manteniendo sus caderas elevadas. Su espalda se arqueó bruscamente mientras lo hacía, piel cubierta de sudor frotándose con la ajena. Sus dedos se hundieron fuertemente en las sábanas y dejó escapar un grito de placer cuando llegó al clímax, eyaculando sobre su abdomen. Cuando sus caderas colisionaron con fuerza hicieron que el semen salpicara y creara manchas como las del arte moderno. JungKook seguía dentro de él, embistiéndolo, le tomó de los cabellos con fuerza mientras se acercaba hacia el collar y presionaba sus labios contra éste. Pasó su lengua al costado de su garganta, saboreando el sudor y el perfume casi desvanecido, y tomó entre sus dientes el terciopelo color crema del collar. Sintió los eslabones fríos y duros, y fue entonces que llegó al clímax. Gimió aún mordiendo el collar, sintiendo sus músculos tensarse y estremecerse. Una explosión de calor explotó en su abdomen y se extendió hacia arriba como si se tratara de pólvora. Fue lo suficientemente fuerte para nublar su visión y después ver flashes de colores al ritmo de sus latidos.

JungKook colapsó encima de él, con los dedos aún aferrados a sus cabellos y su pene muy dentro de JiMin. Pudo sentir la pegajosa humedad del semen de JiMin por todo su abdomen, impregnándose en el suyo también. Giró un poco su rostro y lo presionó contra el cuello de JiMin; su cuerpo aún vibrando de placer. JiMin bajó las piernas y sus labios rozaron los cabellos del otro, una mano posándose en su espalda baja. Sus dedos recorrieron su piel hasta llegar al tatuaje. Durante unos segundos JungKook se quedó ahí, recuperando el aliento y aferrándose a los vestigios de su orgasmo. Luego se separó de JiMin, pero se quedó recostado encima de él. Podía sentir los latidos de su corazón golpeando su pecho y su respiración cálida y rápida contra su hombro y costado de su cuello.

JungKook se movió para poder doblar sus codos sobre el pecho del chico, para así alcanzar su garganta. Le dio la vuelta al collar para desabrocharlo. Cuando lo dejó caer sobre el colchón, los eslabones metálicos sonaron melódicamente. JiMin se estiró debajo de él con una serie de ruidos que denotaban satisfacción.

—Sólo tú puedes follarme así de bien, Kookie —dijo JiMin, bajando un poco la cabeza para mirarlo.

El collar había desaparecido y junto con él los apodos. Era JungKook, o Kookie nuevamente, y JiMin ya no era Doll. Su cabello oscuro se extendía sobre la almohada, con varios mechones en la frente. JungKook extendió la mano para apartarlos y luego pasó sus dedos por su garganta. Suavemente masajeó su piel donde antes había estado el collar.

—Esos tipos a los que les pagaste para que me cogieran...

JiMin comenzó a reírse; el tono suave y dulce causaba que JungKook sonriera. Era difícil encontrar a alguien con una risa que le complaciera en lugar de meterse bajo su piel. Esa era probablemente la razón por la cual a JungKook le gustaba.

Bueno, eso y su fantástica flexibilidad.

—Qué hay con ellos.

—Desperdicio de dinero —dijo JiMin con una sonrisa. JungKook no pudo evitar devolver el gesto —. Mejor fóllame gratis.

—Entonces, ¿quién sería la estrella de mis películas? ¿Hmmm? —preguntó JungKook, con sus dedos aún masajeando el cuello de JiMin.

Lo que menos quería JungKook era que el collar dejara marcas. Un ligero moretón estaba bien, pero nada extremo. JiMin debía verse bien en la cámara y el maquillaje cubría moretones leves lo suficientemente bien. Sin embargo, las marcas dejadas por el terciopelo y moretones morados no corrían con la misma suerte.

—Mmmm, es cierto que soy difícil de reemplazar. Incluso imposible —concordó JiMin, cerrando sus ojos, sintiendo el trazo de sus venas que JungKook hacía con sus dedos —. ¿Kookie? —. Él le respondió con un sonido para hacerle saber que estaba escuchando —. ¿Pasó algo hoy? ¿Algo bueno? Pareces estar de buen humor.

—Hay un nuevo recluta —explicó JungKook mientras pasabas sus dedos desde la garganta hasta la clavícula —. Le he echado el ojo.

—¿Es bonito?

—Demasiado. Aún es un novato, sangre nueva traída como tributo. Lo vi de pie en el patio junto con un montón de otros novatos. Todos eran matones: narices rotas, pelo terrible, trajes mal ajustados. Pero él no. Llevaba un traje bastante barato, pero era de esperarse. Tela a rayas, negro y gris sobre una camisa blanca. Él era más alto y ancho que tú, pero bien parecido incluso con ese traje de aparador y no de sastre. Puedo solucionar eso sin problema.

JiMin, aún con los ojos cerrados, le pidió que lo describiera. El aleteo de sus pestañas en sus mejillas hizo que JungKook iniciara.

—Tenía ojos grandes —dijo JungKook, alzando la mano para abrir uno de los ojos de JiMin, quien lo miró y sonrió ante esto —. Ojos grandes marrones, pero no oscuros y sin brillo. Color chocolate con un chorrito de miel añadido en ellos cuando la luz golpea su rostro. Pestañas tan gruesas y bonitas como las de una niña.

—¿Y?

—Cabello oscuro un poco largo. No me gustó cómo las puntas cubrían su frente. Su nariz no era como la tuya —dijo JungKook, dándole un golpecito en la nariz afilada de JiMin —, pero era bien perfilada y sus labios...

—¿Labios que dan buenas mamadas? —preguntó JiMin mientras pasaba su pulgar por su labio inferior. Abrió su boca de manera tentadora y cuando deslizó su pulgar hacia adelante lo mordió ligeramente a la par que sonreía.

—Mierda, JiMin, acabo de imaginarlos. Resbaladizos e hinchados con saliva y con semen goteando desde una de sus comisuras.

—Bonita descripción, cariño —dijo JiMin, soltando el pulgar de sus dientes.

—¿Sabes lo difícil que fue para mí sentarme en una reunión cuando todo lo que podía pensar era verlo desabrochándome los pantalones y engullir mi pene? —explicó JungKook, moviendo su pulgar hacia abajo para rozar gentilmente su barbilla—. Su voz es profunda, pero cálida y para nada aburrida. Casi podía oírlo tener arcadas con mi pene dentro de su linda boca y esas preciosas pestañas revoloteando.

Simplemente con hablar de ello, un calor comenzó a extenderse por la boca de su estómago.

—Voy a hacerlo mío. Nadie más pondrá sus manos en él. Lo convertirán en su perra; un pequeño agujero para poseer.

—¿Crees que el resto lo desea de esa manera? —preguntó JiMin tomando su muñeca suavemente.

—No lo has visto, cariño. Se ve mejor que cualquier chico de alquiler que puedan tener en sus manos, ya sabes cómo funciona esto. Follar a las mujeres no prueba nada, pero tener a un hombre debajo de ti, es dominación. Esa es la excitación —habló JungKook mientras observaba el pulgar de JiMin recorrer lentamente las venas de su muñeca —. Tener a un hombre roto por tu culpa es el dominio definitivo. Ellos lo querrán. Es bastante lindo. Seguro que la mayoría de ellos le harán ponerse una peluca y que se maquille para hacerlo más apetecible, pero aun así lo follarán.

—No mientras lo dejes fuera de su alcance.

—No permitiré que ningún traficante de pieles o metanfetamina lo toque. Lo follarán y arruinarán, lo infectarán con todo tipo de mierda —dijo JungKook, conteniendo su disgusto —. He visto algunos reclutas sacados de las calles. Como putos conejos; acércate y empiezan a sudar, a penas pueden caminar. No voy a permitir que un maldito lo viole y lo convierta en una puta. Lo haré mío.

—¿Cuál es su nombre?

—TaeHyung.

—Bueno—dijo JiMin, posando sus manos en los hombros ajenos y empujarlo suavemente,JungKook se movió para acostarse en la cama junto a él en vez de estar encima, paraasí retenerlo al poner su brazo a la altura de sus costillas. JiMin observó talagarre con detenimiento, notando que ya no podía sentarse —. Tendrás quepresentarnos pronto. Quiero conocerlo. Apuesto que se verá bien en unapelícula. Ahora, me quiero limpiar y tomar un poco de champán, quizás unoscuantos , así que...

—Trae el champán —habló JungKook —, y toma Valium, pero no te limpies. Te volveré un desastre de nuevo.

Observó a JiMin salir de la cama y caminar por la habitación, contoneándose cómo él sabía hacerlo. Ese mismo andar que le llamó la atención meses atrás. Sus caderas parecían balancearse elegantemente a cada paso, tan atractivas como las de una dama. JungKook recorrió con la mirada la espalda desnuda del chico hasta la curva de sus nalgas, viendo una mezcla resbaladiza de lubricante y semen justo en la parte superior de sus muslos.

—No sabes cuánto me gusta que me vuelvas un desastre —respondió sarcásticamente JiMin mientras recogía la botella de la mesa de vidrio, sujetando firmemente el cuello y deslizando los dedos dentro de las copas para poder llevar todo. Los colocó en el tocador a lado de la cama, junto al lubricante.

—De hecho, también trae mi teléfono, tengo una llamada que hacer.

—¿Algo más, Amo? —se quejó JiMin arrastrando las palabras mientras abría el cajón superior y tomaba la botella que contenía Valium. Tomó una píldora, la colocó dentro de su boca y se la pasó en seco.

—Sí, date prisa y pon tu trasero en la cama. No hemos terminado.

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Una serie de golpes fuertes en la puerta causaron que TaeHyung se sentara y mirara fijamente la entrada al otro lado de la habitación.

No había estado haciendo algo más que mirar el techo por varias horas, los restos de colillas de cigarro apagadas en las sábanas, y estaba por quedarse dormido. Fue ahí que el golpeteo en su puerta lo arrastraron bruscamente a la realidad. Durante unos segundos se sintió abrumado por la sensación de desorientación bastante paralizante mientras miraba su entorno desconocido. Le tomó un momento percatarse que no estaba en su departamento después de un día de trabajo, sino que estaba en una pensión perteneciente a Haedogje Pa. Había pasado un día entero como encubierto y al día siguiente lo volvería a ser, porque esa era su vida en ese momento. TaeHyung movió sus piernas fuera de la cama con un suave gemido. Había olvidado quitarse los zapatos antes, así que no estaba cómodamente descalzo. Tiró el cartón de cigarrillos al suelo y lo movió un poco con el pie para tomarlo y revisarlo. Levantó la tapa superior para visualizar tres cigarros restantes y así lanzarlo nuevamente a la cama junto a las colillas.

—¡Abre! —llamó una voz a través de la delgada madera; una voz vagamente conocida.

Alzó la mano para frotarse sus pesados ojos, entrecerrándolos un poco a causa de los restos de humo.

¿Quién estaba al otro lado y por qué tocaba? Recordó haber cerrado con seguro su puerta y creyó que había sido una gran idea. ¿Debía atender a quien estaba tocando? ¿Debía fingir que no se encontraba? Era tarde y no había encendido la luz, por lo que no habría problema. Si se quedaba callado y quieto, pensarían que no estaba. Pero ¿y si se tratara de una emergencia? ¿Qué tal si tenía que ver con JungKook?

Hubo otra serie de sonidos fuertes, como si se tratara ahora de un puño estrellándose en la puerta. TaeHyung se sobresaltó al ver que el trozo de madera se cimbraba por los golpes. Se puso de pie y se tropezó un poco para poder llegar hasta la puerta, buscando a tientas la cerradura para abrirla y dar una mirada al pasillo.

—Kim, tengo una propuesta para ti —dijo Nam, sonriéndole.

A TaeHyung no le agradó ver ese gesto. Parecía la mueca de un depredador.

—Una muy buena propuesta, por qué no me dejas entrar para poder charlar, ¿eh?

—¿Qué clase de proposición? —preguntó, sin moverse para evitar que el otro pasara.

No sabía por qué, pero estaba esa sensación incómoda en su estómago. Había algo mal en esa situación, aunque no tenía idea de qué podía ser. Todo lo que tenía claro era que no lo dejaría entrar a su habitación.

—Déjame entrar y hablaremos de negocios dentro —pidió Nam aún con la sonrisa en sus labios.

—El Amo Jeon me dijo que no puedo aceptar proposiciones —mintió.

Bueno, no del todo. JungKook le había mencionado que Nam no le pondría las manos encima, siendo esto que Tae intentaba detener. No tenía idea de por qué JungKook no quería a Nam cerca de él, pero no deseaba saberlo.

—Por lo que no creo que deba...

—No hay nada de malo en hablar de negocios, ¿cierto Kim? —insistió Nam, ladeando su cabeza, provocando que un escalofrío recorriera la espina de Tae —. Abre.

Taehyung lo observó por un momento antes de cerrar la puerta. Sin embargo, antes de poderlo lograr, Nam detuvo la puerta. Hubo una lucha momentánea, ambos empujando en direcciones opuestas y TaeHyung se dio cuenta de algo: si no lo detenía, el hombre se abriría paso a su habitación y estaría metido en un gran aprieto. Lo cual le dejaba la opción de salir al pasillo.

—¡Espera! —exclamó TaeHyung —¡Retrocede y abriré!

Un segundo después, Nam quitó su brazo y Tae hizo lo dicho, saliendo al pasillo. Se apegó a la pared en cuanto quedó frente a frente al otro hombre. Al menos, estaban en el pasillo, tenía la sensación de que era lo mejor, así todos podrían verlos y escucharlos. A lo largo del corredor vio las cabezas de algunos reclutas que se había asomado a ver qué pasaba. Claramente disfrutando del espectáculo.

Bien, TaeHyung quería que hubiera testigos para que le hombre no hiciera algo estúpido.

—Sabes, Kim —habló Nam, acomodando su cabello con una mano.

Debido al forcejeo en la puerta, algunos mechones habían caído hacia adelante, cubriendo su frente. Sus gafas de sol se habían mantenido en su lugar, sin embargo.

—Cuando un superior te dice qué hacer, no le cierras la maldita puerta en la cara.

—Lo siento.

—¿Acaso le hacías lo mismo a Lim?

TaeHyung negó sin decir una palabra. Pudo notar que la camisa del hombre estaba arrugada y sin fajar, con un extremo colgando.

—La carne fresca de mierda de ahora no tiene modales. Ni siquiera me dejaste explicarte.

—El Amo Jeon me dijo que no aceptara proposiciones —repitió, a pesar de saber que era inútil, porque al parecer el hombre hacía oídos sordos.

—Tengo una mejor proposición que la de él, por mucho.

Nam se inclinó hacia él, como si le estuviese hablando de algún secreto.

—Puedes tener a cualquier perra que quieras si trabajas para mí —ofreció y TaeHyung sintió su aliento en su mejilla.

Estaba tan cerca, podía sentir su calor y detectar el fuerte olor de cerveza. Oh genial, el hombre estaba ebrio. Eso hizo todo más aterrador. Los hombres en ese estado eran impredecibles. Pero ¿mafiosos ebrios? No quería imaginarse cómo sería eso. No obstante, estaba por vivirlo. Tenía el presentimiento de que Nam había ingerido algo más, haber fumado o haber ingerido un coctel de drogas.

—Tengo lo mejor de todo Seúl.

—No las quiero —balbuceó, con los ojos fijos en un punto sobre el hombro de Nam y no en su rostro.

—¿Eh? —exclamó Nam divertido y sorprendido —Qué hay de los chicos, ¿eh?

Los ojos de TaeHyung esta vez miraron el rostro de Nam con suma rapidez. Lo que vio no fue el rostro ajeno sino su reflejo en sus gafas de sol. Vio su reflejo distorsionado. Y a pesar de la extrañeza no había forma de negar sus ojos bien abiertos. TaeHyung podía notar su miedo... así como Nam lo hacía. Podría verlo en su cara. Demonios, apostaba que incluso podía olerlo.

—Yo, yo...

—También tengo a chicos... muchos, en realidad. Coreanos, algunos de Japón y muchos lugares más. Delicados. Lampiños. Tan estrechos que cada cogida se siente como la primera. Esto dicho por clientes que...

—No... no estoy, interesado.

TaeHyung apenas podía hablar, su garganta se había tensado tanto que era difícil respirar y sintió que sus manos temblaban.

—No hay nada de malo que seas homo —dijo Nam. La sola mención hizo que TaeHyung se estremeciera—. Todo el mundo sabe que el mocoso malcriado lo es. Incluso su querido padre sabe que su hijo es un homosexual closetero, pero nunca lo menciona. Se ve mal para el futuro, tú sabes que yo...

—Dije que no —interrumpió TaeHyung —. El Amo Jeon dijo que no...

El hombre golpeó con su palma la pared a un costado de la cabeza de Tae. TaeHyung retrocedió sorprendido, un pequeño grito escapó de sus labios. Fue entonces que se dio cuenta que estaba encerrado. El hombre lo tenía atrapado y no sabía qué hacer. TaeHyung quiso pasar bajo el brazo ajeno para liberarse, pero Nam se lo impidió, tomándolo fuertemente de los cabellos, estrellando su espalda contra la pared, lastimándolo. Sus dedos se habían aferrado a sus cabellos sin darle opción de poder huir. No, Nam hizo un apalancamiento para girarlo y estamparlo. La mejilla de TaeHyung rebotó contra el yeso y su visión se tornó un poco borrosa por un segundo. Nam posó su otra mano en la cadera del joven, pudiendo inmovilizarlo con ello... No era así.

Nam estaba tirando de la pretina de sus pantalones.

Había sido entrenado para enfrentarse a varias situaciones, pero no para lo que le estaba pasando. Aprendió a usar armas de fuego y otras formas de autodefensa gracias a HoSeok, todo eso para usarlo en situaciones de vida o muerte. A TaeHyung no se le había enseñado qué hacer si un hombre intentaba violarlo. Esa situación no había pensado que sucedería, por ende, no lograba responder adecuadamente. Todas las partes lógicas de su cerebro le gritaban que se defendiera, que tomara las manos de Nam y se lo quitara de encima, pero no se creía capaz de hacerlo. Estaba demasiado sorprendido como para patéticamente librarse. Estaban en la mira.

¿Por qué nadie hacía nada? ¿Los demás reclutas simplemente se quedarían parados y observando?

—La carne fresca nunca dice "no" a una orden —gruñó Nam en su oreja y TaeHyung no pudo evitar que un gemido escapara de sus labios.

Oh, estaba tan asustado que sabía que lloraría... aunque no podía hacerlo. Sería peor.

—Técnicamente no eres más que una de mis perras. ¿Lo sabías?

—Lo, lo siento, no quise...

—¿Tú crees que el interés del mocoso príncipe significó algo? Él sólo estaba aburrido, a él no le importas ni una mierda.

—Él, él me dijo...

—¡Me importa una mierda lo que él haya dicho! Nadie me contradice, ni siquiera la carne fresca. No recibo órdenes de perras.

TaeHyung quiso alcanzar su mano. Estaba sintiendo cómo sus pantalones estaban siendo bajados a la fuerza, incluso aún con la cremallera arriba. Sus dedos rozaron la pretina y sintió la piel desnuda de sus nalgas ser tocadas por sus nudillos. Pero aquél intento suyo, fue un gran error. Nam le tomó fuerte de sus cabellos y azotó su cabeza contra la pared. Estaba seguro de que su cerebro fue sacudido sin misericordia. Un gemido bastante patético salió de sus labios y retiró sus manos por temor a que le hiciera lo mismo otra vez. Ya no era pánico lo que sentía, era el horror mismo, un terror absoluto. Eso provocó que se retorciera de forma inútil.

—El Amo Je,Jeon dijo...

—Sí, sí, sí, ahora yo soy tu amo, perra.

TaeHyung percibió que la cinturilla de sus pantalones tiraba hasta arriba de sus muslos, la ropa interior enredada con ella. Su culo fue exhibido ante todos los testigos del pasillo; la vergüenza entremezclada con el miedo fue causante de que un primer sollozo histérico escapara de sus dientes apretados. No era ni su segundo día de encubierto y estaba siendo atacado. Iba a ser violado en un pasillo lleno de gente como ejemplo a otros reclutas: hagan lo que les digan o lo lamentarán.

TaeHyung sabía que no sería la última vez. Los demás reclutas estarían por encima de él, lo empujarían y tendrían derecho a hacer lo que quisieran con él. Así funcionaba la jerarquía. Come o se comido, y en ese momento TaeHyung estaba siendo preparado para un festín. Si esto ocurría, todo estaba terminado para él. No podría infiltrarse y obtener información si se volvía la perra de todos. No tendría que preocuparse por ser atrapado como una rata, ni siquiera se acercaría a los hombres importantes a menos que uno de ellos lo tuviera contra la pared, llorando... como en ese momento.

—Por, por favor, yo no...

—Nam.

Los ojos de TaeHyung se abrieron de golpe y giró su cabeza para poder observar al hombre que había al final del pasillo. Le tomó un momento mirar a través de las lágrimas antes de reconocerlo. Se trataba del hombre que estuvo en la reunión, el de pelo gris y ojos de lechuza tras las gafas: Woo. El hombre que JungKook parecía tener como asistente o ayudante. TaeHyung parpadeó varias veces para aclarar su visión y ver apropiadamente. Era Woo.

—Se supone que no deberías estar aquí Nam —dijo el hombre, acomodando sus gafas. El gesto parecía calculado y pedante —. El Amo Jeon estará muy enojado al saber de esto.

La mano que había estado en su cintura se alejó y TaeHyung sintió que su aliento se atoraba en la garganta. ¿Woo había... le había salvado su culo tanto figurativa como literalmente hablando? Todavía tenía los ojos repletos de lágrimas y quiso limpiarlos, pero estaba demasiado asustado para moverse, pues no quería que su cabeza fuera azotada de nuevo contra la pared. Sin embargo, unos segundos después, la mano que se aferraba a sus cabellos se retiró. TaeHyung se inclinó para volverse a colocar los pantalones con frenesí. Sus dedos temblaban tanto que parecía no querer hacerlo, pero después de una lucha momentánea, lo logró. Con la otra mano se limpió los ojos bruscamente. Trató de reprimir la necesidad de llorar porque ya había cometido el error de haber sollozado. El peso de innumerables ojos que estaban sobre él mientras trataba de meterse los extremos de la camisa en los pantalones, lo obligaban a querer controlarse y a pesar de todos sus esfuerzos, sollozos escapaban de su boca a cada exhalación.

—El Amo Jeon te solicita, Kim —explicó Woo.

TaeHyung se congeló en el acto de arreglarse la camisa y viró para mirarlo, incapaz de ocultar su sorpresa.

—Así que sígueme.

La silueta de Nam le hizo mirar por sobre su hombro y verlo pasar a un costado de Woo, directo a la salida. Sin embargo, Nam le dirigió una mirada posiblemente de disgusto o descontento para en un segundo volverse la misma fría e imperturbable faz sin emociones.

—El Am, Amo Jeon me, me solicita.

—Sí, así que alístate.

TaeHyung no sabía si lo había mencionado por el desastre que era en ese momento y que debía de estar presentable para JungKook, o lo dijo por otro motivo. Tal vez lo hizo para que se arreglara o hacer tiempo para que Nam dejara las instalaciones. En cualquier caso, estaba agradecido. TaeHyung se tomó unos momentos para terminar de acomodar su camisa con cuidado y así peinarse un poco los cabellos. Los dedos de Nam había hecho nudos y desordenarlo por los tirones recibidos, así que debía cepillarlos sin tener un espejo. Tan pronto se vio decente, Woo giró sobre sus talones y él le siguió. No quería hacerlo enfadar.

Sólo les tomo un momento salir del edificio, caminar por otro pasillo y luego cruzar un par de puertas para estar en exterior. Escuchó el indiscutible sonido de un motor de automóvil que se iba perdiendo conforme se alejaba: era el de Nam. TaeHyung suspiró de alivio mientras caminaba atrás de Woo, cruzando el patio y el arco.

Del otro lado pudo notar algo.

El auto frente a ellos era el Mercedes-Benz Clase S de JungKook, la carrocería como si fuera agua que reflejaba las luces del edificio. TaeHyung lo miró aturdido y supuso que ambos se subirían. Sin esperar, fue a abrirle la puerta a Woo y esperó a que él entrara y cerrarle la puerta. Caminó al otro lado para entrar también. El interior era de cuero negro liso y había un conductor detrás de una mampara de vidrio. Sólo fue que cerrara la puerta para que el auto se pusiera en movimiento. En el asiento junto a él, Woo se removió para poder sacar su celular de su saco, presionándolo contra su oído en un fluido movimiento.

—Lo he recogido, Amo Jeon, estamos en camino —dijo Woo en su habitual tono plano, los ojos fijos en el respaldo del asiento de enfrente.

TaeHyung podía escuchar un sonido amortiguado del otro lado de la línea, la voz de JungKook, aunque no podía distinguir lo que decía.

—Sí, sí, como desee, Amo Jeon —terminó la conversación y el teléfono desapareció de nuevo en el saco.

—¿Kim?

—¿Sí, sí señor?

—Deja de llorar —dijo Woo con tono firme, pero no agresivo.

TaeHyung inhaló y respiró hondo para calmar su corazón. Si el estrés al que estaría sometido día con día se asemejaría al que estaba padeciendo, entonces podría morir de un ataque al corazón.

—Uh, señor Woo, ¿señor?

TaeHyung no sabía cómo referirse al hombre y se sintió bastante tonto. Como un niño de escuela tratando de hablar con el director.

—¿Para, para qué me solicita el Amo Jeon?

—El Amo Jeon no dijo, sólo que fueras entregado —respondió Woo, acomodando sus gafas.

¿Entregar? Aquello lo hizo sentir como un paquete en lugar de un ser humano. TaeHyung estaba bastante seguro de que el hombre era un socio, probablemente un tutor de clases que Jeon le había asignado para guiarlo a través de los eventos por os cuales estaba pasando Haedogje Pa. ¿Por qué no le dijo para que fue solicitado? Una serie de pensamientos pasaron por su mente y Tae sintió la necesidad de morder su labio.

No se puso cómodo porque en realidad no lo estaba. Estar en la parte trasera del Clase S de El Chico le puso rígido de la columna. Tenía miedo de estropear el asiento o cualquier marca que fuera lo suficiente como para que golpearan su culo. Él prefería una golpiza que cualquier otra alternativa más peligrosa y tenebrosa, pero si podía ser posible, evitaría eso también.

Se limitó a mirar las manos en su regazo, a los pequeños y apretados puños en sus rodillas. Después de lo que pareció una eternidad, con el suave zumbido del tráfico y el motor que llenaban el silencio y las luces neón en conjunto con las farolas y faros que entraba por el cristal, giró un poco su cabeza para mirar a través de la ventana.

Se trataba de Gangman-gu, no cabía duda. TaeHyung había pasado por el distrito sin detenerse, reconoció las calles. Las había visto en fotografías suficientes veces para saber dónde estaba. De hecho, sabía que estaban en Cheongdam-dong por las tiendas de diseñador que había a ambos lados de la calle. Por ahí estaba Cartier iluminado como un maldito faro para que los exhibidores resplandecieran como oro y diamantes. La opulencia era abrumadora y sólo podía admirar como un turista, por los enormes letreros que se extendían tan arriba que parecían llegar a la estratosfera. A pesar de una zona pudiente, las aceras estaban repletas de gente. Se llegó a preguntar si sólo miraban los escaparates o en verdad compraban. Tal vez las mujeres estaban relacionadas con Haedogje Pa: esposas, novias, hermanas, madres. Quizás los hombres igual. Posiblemente estaba conectados con directores generales, políticos y celebridades. Pudieron tratarse de personas adineradas comunes, pero TaeHyung sabía que: cualquiera con dinero en la capital, estaba conectado de alguna manera con Hadeogje Pa.

Cuando el auto al fin se detuvo, lo hizo justo afuera de un complejo de apartamentos de Samsung. Era una imponente estructura de vidrio, cromo y metal, tan lujosa que hubiera preferido que se hubiese visto barata y de mal gusto. Sin embargo, no era como se la imagino TaeHyung todo ese tiempo. Era el lugar perfecto para que viviera un heredero: un palacio apropiado para un príncipe. Estaba tan sumido en observar el edificio que un ligero movimiento le hizo reaccionar y así bajarse con prontitud y abrirle la puerta a Woo. Considerando que antes el hombre le había salvado, pensó que debía actuar servicial.

Woo salió, arreglando su chaqueta, caminó por la acera para llegar a las puertas del lugar. TaeHyung cerró la puerta del automóvil de golpe, para así seguir al mayor. Había dos hombres en las puertas, dejándolos entrar sin problema. Sin embargo, uno se acercó a ellos.

—Los zapatos —dijo con voz grave, asemejándose a un ladrido.

TaeHyung se desabrochó los zapatos, con sus dedos temblando aún. Se los quitó y enganchó sus dedos en la parte trasera para tomarlos. El otro gorila se los arrebató para después tomar a TaeHyung de sus brazos, sintiendo su calzado enterrarse en uno de sus costados. Después de lo ocurrido con Nam, le resultó difícil quedarse quieto y tolerar el agarre, deseando apartar sus manos, pero se las arregló para no sentirse incómodo.

Luego de no encontrar nada más que las llaves de su habitación en su pantalón —que se sumaron junto con sus zapatos en una caja de cartón— se le concedió el paso. TaeHyung miró al otro lado de la habitación y notó que Woo estaba parado junto a un ascensor, haciéndole un gesto brusco con su mano para que se acercara.

Al quedar a un costado del hombre, vio cómo éste presionaba un botón en el panel que se iluminó, abriendo así las puertas de metal. TaeHyung esperó a que el mayor entrara primero, pero estaba claro que no iba a hacerlo. Aun y a pesar de haberse controlado hasta ese momento, seguía sintiendo miedo y estaba aterrorizado. Aún respiraba rápido y superficialmente para su gusto, percibiendo el sudor queriendo salir de su cuerpo. Tenía el pulso en el pecho, garganta, incluso en la cabeza, de modo que podía sentirlo hasta en sus ojos. El miedo era un infierno de adrenalina. Miró el panel iluminado y notó que los números estaban pasando rápido. Se estaba dirigiendo al último piso. ¿Era allí donde se alojaba JungKook, en el penthouse? Tenía lógica que El Chico quisiera estar en el penthouse más caro de la capital. TaeHyung quiso imaginar una suite así, pero no pudo.

Tuvo tal vez un minuto tuvo para recuperar la compostura y cerrar los ojos. Escuchar el monótono zumbido del elevador mientras ascendía lo ayudó a tratar de regular su respiración. Para cuando se detuvo y las puertas se abrieron con un suave sonido metálico, se sintió un poco más tranquilo. Abrió los ojos y vio un pequeño pasillo. Una puerta al fondo recibió su atención tontamente. Salió y tras de él un sonido repentino lo puso alerta para girarse y ver que eran sólo las puertas del ascensor cerrándose.

—Oh...

TaeHyung suspiró fuertemente, deseando reírse, aunque no podía. Debía reírse cuando estuviera divertido de algo, no aterrado. Miró las puertas cerradas antes de girarse y ver la que había frente a él. Ningún letrero en ella. ¿Debería tocar o simplemente abrir? Levantó la mano y formó un puño débil antes de detenerse, completamente inseguro. Contó hasta diez mentalmente y golpeó la madera con sus nudillos. Hubo un momento de silencio y luego escuchó algo a través de la madera: una voz.

Entra.

TaeHyung se inclinó un poco para girar la perilla, abriendo la puerta al fin. La visión que recibió fue la de una suite bastante grande. Escaneó rápidamente para ver la cocina a su izquierda, una sala de estar a su derecha y al otro lado una cama junto a unos ventanales. En la otra área lejana había lo que podía ser unas oficinas; un enorme escritorio de vidrio y madera, en donde había varios monitores. Debajo de ellos se encontraban las computadoras, altas torres de plástico negro mate y metal. Junto a este escritorio había una pizarra semejante a la que había en el departamento, donde había un mapa y una docena de fotografías. Era imposible no notar el alterón de archivos que había en un lado del escritorio, o la botella de champán abierta.

JungKook estaba sentado en una silla acolchonada de cuero, se volvió para mirar la puerta en lugar de las computadoras. Tenía una copa en una mano. TaeHyung no le dio la espalda para cerrar la puerta, sino que buscó a tientas la perilla. No quería estar en su presencia sin mirarlo, para poder leer su expresión y tantear si estaba en zona despejada o en zona de peligro.

Lo que TaeHyung notó fue que JungKook estaba un poco drogado. Más bien un poco perdido en lugar de estar completamente drogado. Eso significaba que había ingerido algo más que champán.

Estaba sentado en su silla de cuero con una pierna cruzada sobre la otra con el tobillo balanceado en la rodilla opuesta. Estaba descalzo y sin su saco; los dos botones superiores de su camisa estaban desabrochados y se preguntó brevemente si su cremallera de sus pantalones también estaba arriba. TaeHyung bajó momentáneamente su mirada antes de regresarla a su rostro de nuevo.

—Hmmm —. JungKook giró un poco su mano que sostenía el champán —. Justo el hombre que quería ver.

—Buenas, uh, buenas noches, Amo Jeon —dijo TaeHyung, maldiciéndose internamente por tener sus manos a sus costados de forma inútil. Estaban temblando, por lo que las llevó tras su espalda.

—Toma un trago, TaeHyung —comentó JungKook, extendiendo la mano para tomar la botella del escritorio y levantándola para servir en otra copa que había.

TaeHyung lo miró y se pregunto si tendría alguna droga o veneno. El hombre levantó la copa, poniéndose de pie para que él la tomara. TaeHyung cruzó la habitación y la aceptó, sintiendo el piso de madera bajo sus plantas. Notó que haber aceptado la copa complació a JungKook, ya que vio sus labios subir ligeramente en sus esquinas.

—¿Por qué deberíamos brindar? —preguntó Jungkook, levantando su entrecejo en ese mismo estilo lánguido al que TaeHyung se estaba acostumbrando.

—¿Por Haedogje Pa?

Era más una sugerencia que una respuesta.

—Pienso que... debemos brindar por un futuro brillante y emocionante juntos —explicó JungKook, levantando su copa. TaeHyung lo imitó, aunque no comprendiera la razón —. Brindemos por ti y por mí.

Chocó su copa y se la llevó a sus labios. JungKook no tomó un sorbo, sino que lo miró beber. El champán era suave, dulce y floral mientras lo tragaba, y TaeHyung vio que los ojos del menor se dirigieron a su garganta.

—¿Bueno? —preguntó mientras dejaba la copa en la mesa.

—Muy bueno, Amo Jeon.

Las manos de JungKook se posaron firmes sobre sus hombros, obligándolo a sentarse. El corazón de TaeHyung se aceleró una vez más y apenas pudo acallar una exclamación de sorpresa cuando su trasero golpeó el asiento acolchonado. La copa se resbaló de sus manos y afortunadamente no se rompió. Entonces fue girado en el asiento para quedar frente al monitor de la computadora. JungKook se inclinó sobre su hombro y vio que sus dos manos se posaban en los antebrazos de la silla junto a sus codos.

—Tengo un trabajo para ti —dijo con la respiración cálida contra su cuello al hablar.

TaeHyung podía percibir el ligero peso sobre su hombro. Sintió la urgencia de encararlo, pero estaba demasiado cerca. Podía oler su embriagadora colonia, tan fuerte que podía saborearla. TaeHyung sabía que debía responder, pero parecía incapaz de hacerlo.

—... ¿De qué se trata, Amo Jeon? —logró decir después de una lucha interna.

—Un trabajo especial que nadie más sabrá —continuó JungKook.

Levantó su diestra del antebrazo de la silla y presionó uno de sus dedos contra los labios de TaeHyung, quien sintió el impulso más estúpido de remojárselos.

—Nuestro pequeño secreto.

—¿Amo Jeon? —preguntó, sintiendo sus labios rozar el dorso del dedo del menor.

—Quiero que descubras las ratas para mí, TaeHyung. Quiero saber dónde se esconden. También las serpientes. Quiero conocer los pequeños agujeros en donde están y que sean exterminados —. JungKook ladeó la cabeza, con la mirada perdida en su dígito, en los labios detrás de éste —. ¿Puedes hacer eso por mí?

—... Sí, sí. Amo Jeon... puedo hacer eso.

—Bien.

JungKook retiró su dedo y colocó su mano en la cabeza de TaeHyung quien sintió el calor de su palma contra su cabello y sus dedos acariciando ligeramente.

—Encuéntralosa todos. Ayúdame a exterminarlos.    

~*~*~*~*

Y que Ali vuelve con esta traducción beibis!!! *lanza corazones de colores*

Agradezcanle a mi beta Nayen que me ayudó a mejorar la redacción y corregir algunas cosillas (por eso metí mano(? en los caps anteriores).

Lamento si casi no respondo los comentarios, pero no tengo la app en mi cel y aunque entre por el navegador, no me gusta >/<

De acuerdo, espero les haya gustado el cap y esperen por más sorpresas >wO

Gracias por su apoyo, sus estrellitas, su comentarios~

Ali se va~

Ali los quiere~

AliPon fuera~*~*

*Valium es una droga que se receta contra la ansiedad.

*En el texto original JK llama a JiMin "Doll", pero no quise traducir literal porque en el futuro tendrá sentido >wO Ustedes confíen en mí. También le sucederá lo mismo a otros dos "apodos" que nuestro trío se pone, pero... shhh... secreto... ^^

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