Capítulo II: El Chico
Siempre era lo mismo, día tras día. JungKook estaba cansado de la monotonía, sin embargo, no había algo que pudiera romper el ciclo interminable. Había probado muchas cosas, había descubierto ese desespero por encontrar un pasatiempo que causara una diversión, por más minúscula que fuera. Nada emocionante, nunca estuvo cerca de ello. Estaba viviendo el futuro que fue decidido desde su nacimiento. No fue elegido como un aprendiz, sino presionado y preparado hacia su posición por crianza y cuidadosas manos. No se trataba de algo que él haya deseado. No, él era un esclavo de su futuro. Y todo por ser el único hijo del jefe de la organización criminal más importante del país. Llegó a pensar que era una maldición en algunos aspectos. No obstante, no había día que no dejara de desearlo materialmente. Siempre tuvo una casa cálida y estómago lleno, poseía muchas cosas y tenía toda la atención de la que realmente necesitó. Todo lo que tenía quizás no era necesario, pero eran ciertamente partes esenciales de una vida lujosa. A pesar de eso, no significaba que tuviera todo. Algo faltaba, él lo sabía. JungKook no sabía qué, pero algo hacía falta.
A veces, lo que faltaba se sentía pequeño, un problema minúsculo. Como si se tratara de un diente perdido. Era molesto e incómodo, pero era tolerable. En ocasiones se asomaba y se sentía en la punta de su lengua, pero la mayoría del tiempo lo ignoraba. Aunque en otras se sentía mucho más que eso. JungKook sentía como si tuviera un agujero en su costado. Una herida creada por la misma espada Longinus. Le dolía y le hacía querer adentrar sus dedos en su piel buscando tal herida. Obviamente no había una; ninguna en su tierna carne. Él estaba completo físicamente, mas no mentalmente. JungKook no sabía qué era ni cómo deshacerse de ello, sólo que eventualmente desaparecería y le dejaría en paz hasta volver. La medicina usual era el alcohol, aunque descubrió que podría empeorar las cosas. Ocasionalmente alternaba entre una línea de cocaína o un puñado de calmantes para tratar de ahuyentarlo. Si eso fallaba, en su penthhouse siempre había un cuerpo cálido y ágil esperando por él. Pero JungKook sabía que podía lidiar con eso por un tiempo. Al menos poseía un trabajo que le distrajera, aunque no fuera uno que disfrutara.
JungKook estaba sentado en el asiento trasero de su Mercedes-Benz S-Class en ese momento, camino a Mapo-gu. No por gusto de él sino de su padre; más bien, por orden de éste. El chofer estaba en el frente, como siempre, porque JungKook sólo usaba a un hombre. Ocupar al mismo chofer implicaba que anticipara las rutas que ocuparía, por tanto, ayudándolo a cumplir su agenda. El hombre se llamaba Yang y sólo la parte de atrás de su cabeza era visible, así como la gorra negra y plana que llevaba en conjunto con su uniforme.
Sentado al otro extremo del asiento trasero y técnicamente a su lado se encontraba un socio llamado Woo. JungKook supuso que se trataba de un mentor, aunque era difícil no verlo como una niñera todos los días. Donde quiera que él iba, Woo estaba. El hombre no tenía vínculos con el grupo salvo ser como un contador. Woo parecía saber absolutamente todo lo que ocurría en cada distrito antes que nadie. Usó esa maravillosa habilidad para ayudar en la creación o el exterminio de posibles transacciones y contratos. Esa era la razón de estar encadenado a él todo el día. Asegurándose que no cagara ninguna de las cosas relevantes durante una reunión. Si pasaba, Woo estaría allí, dándole como siempre consejos repentinos y que no siempre eran deseados.
Como una serpiente colgando de las ramas de un árbol deseosa de enroscarse a su cuerpo y capturarlo en su sitio.
JungKook no tenía que responder a Woo o siquiera tomar sus consejos en cuenta. No había nada que le detuviera de hacer lo que quisiera, pero existía esa irritante consecuencia: su padre se daría cuenta y se volvería muy molesto. Eso significaba una hora de sermones largos de por qué debe escuchar a otros antes de tomar una decisión; sobre cómo el imperio se fundó a base de fuerza y sabiduría de todos y no de uno solo. JungKook pensaba que sólo eran sandeces porque si todos trabajaron juntos, ¿por qué había sólo uno en la cima? No obstante, su padre se lo explicaría todo como un discurso bien ensayado y él asentiría, para al final darse cuenta de que de todas formas su padre había bloqueado su decisión.
Eso era lo divertido de ser un heredero sin poder; pero no por mucho tiempo. A JungKook se le había permitido tener influencia en las transacciones. Lo cual era probable por qué Woo estaba tan presente como siempre. Y en ese momento Woo no pararía de hablar de negocios. No sólo las partes importantes, sino cada maldito detalle.
—Estoy aburrido de esto —dijo de repente JungKook mientras se removía en el asiento, apoyando su codo en la codera de cuero acolchonado. La manga de su traje crujió contra ella y posó el costado sobre sus dedos flexionados.
Ante su comentario, vio que Woo giró su cabeza para verle, notándose claramente que el hombre no sabía a qué se refería. ¿Pensaba que estaba hablando sobre la interminable conversación sobre negocios que se había desencadenado durante los últimos diez minutos?
—¿Aburrido con qué, Amo Jeon? —preguntó Woo.
El hombre tenía la cabeza cana y gafas redondas que hacían que sus ojos se vieran más grandes que el resto de sus facciones. Había algo en su rostro que encajaba con su recatada personalidad a la perfección. No podía recordar siquiera haber visto al hombre beber una copa de champaña en el pasado.
—Este auto —explicó JungKook, extendiendo su mano libre por sobre el asiento del medio.
Sus dedos friccionaron contra el cuero con un sonido peculiar. Cuero negro en lugar del crema estándar. El cuero color crema era pegajoso y demasiado estúpido, en su opinión. El negro era mejor, más elegante y más fácil de mantener. Ninguna preocupación de dejar manchas de sangre en la tapicería. Hubo necesidad de remodelarlo para este propósito poco después de recibirlo como regalo. Pero incluso con el nuevo cuero no podía hacer que le gustara.
Simplemente JungKook odiaba los regalos. Los odiaba porque la mayoría de las veces estaban mal. Lazos de seda Fuji en lugar de seda Charmeuse. Una botella cara de champaña que sabía a orina en lugar de una alternativa más barata que era apetecible y dulce. No se trataba del precio, sin embargo, parecía que cada regalo pomposo era sobre el precio en vez de la calidad. Como un jodido Mercedes-Benz S-Class con un interior de cuero crema.
¿Crema?
—Estoy aburrido del maldito auto, quiero uno nuevo.
Woo le echó una mirada al vehículo, buscando algún error de algún tipo. Nunca lo encontraría, JungKook sabía que se estaba interrogando internamente. El hombre nunca diría su opinión en voz alta, para eso se necesitaba alentarlo. No, Woo vería todo perfecto y pensaría cuánto tendría que trabajar para tener uno de esos bebés, y probablemente pensaría de él como un niño mimado. JungKook no estaba seguro de ello puesto que el hombre no parecía ser ese tipo de persona; pero si lo llegara a pensar... a JungKook le agradaría mucho más. Mas Woo sólo atinó a preguntarle qué auto tenía en mente en vez de aconsejarlo como de costumbre.
—Un... un Mitsubishi Dignity.
—Con todo respeto, Amo Jeon, su padre no...
—Ya tiene la tapicería negra —continuó JungKoo, como si el hombre no hablara con él —, así que, no hay nada de qué preocuparse. La forma es mejor, me gustan las curvas en...
—Amo Jeon —dijo Woo. Alargando el título para llamar su atención, por lo que JungKook hizo una pausa y finalmente miró al hombre—. La compañía es japonesa. Usted sabe la opinión de su padre al respecto. No creo que él permita...
JungKook suspiró y metió su mano dentro del bolsillo de su chaqueta para sacar su teléfono. Lo desbloqueó sin verlo, moviendo su pulgar a lo largo de la pantalla de forma rápida y precisa. Woo dejó de hablar y miró el móvil. Cuando estuvo claro lo que estaba haciendo, el hombre hizo una serie de sonidos en voz baja.
—Amo Jeon, su padre podría estar ocupado, ¿quizás no debería llamarlo ahora mismo?
—Él siempre está ocupado. El truco —explicó JungKook mientras presionaba su pulgar contra el nombre de contacto y se llevaba el teléfono a la oreja —, es que te importe un culo. Si tienes que esperarte hasta que no esté ocupado para hacer bien las cosas... deberías esperar una eternidad, Woo.
Escuchó el tono de marcado en línea a la vez que pasaba sus dedos suavemente por el reposabrazos.
¿Era eso una hendidura lo que sentía en el cuero? ¿Qué pendejo de mierda rasguñó y dejó una hendidura en su auto? Volvió a pasar sus dedos por el lugar y lo palpó un par de veces, comprobando que se trataba de una hendidura; una profunda. Eso era suficiente. Si antes no tenía una razón para querer otro auto, en ese momento la tenía. Todo estaba arruinado. En el otro extremo del asiento podía ver y oír a Woo tocando nerviosamente. Era como si él fuera quien llamara a su padre y no al revés. El día que su padre se enfadó con él, el sol explotó, eso lo sabía bien JungKook.
Sólo había tres tonos de marcado antes de un leve crujido de estática en la línea. Eso significaba que su padre había alzado la bocina, y justo al final del sonido estaba la voz de su padre.
—¿Ya estás en la reunión, hijo?
— No, aún no. Todavía estamos viajando para allá.
—Bien, tengo algo importante de lo que quiero hablar.
JungKook le pidió que le dijera y escuchó un suave crujido de fondo; su padre se había reclinado en su asiento.
—Hay varios... errores en el margen de utilidad de este mes en Mapo-gu. Me llamó la atención que cierto dueño de un club ha estado husmeando en las ganancias para mantener su patética adicción a la pornografía. Dudo que tengas un problema para saber de quién estoy hablando. Siendo un delito menor quiero que entienda el mensaje que lo que gana Haedogje Pa no es dinero que pueda tomar con sus malditas manos.
—Tengo una idea de quién hablas —respondió JungKook a la vez que miraba por la ventana—. ¿Algo más que necesites?
—Sí, un distribuidor no ha dado su tributo —respondió su padre.
Un «tributo» significaba un recluta nuevo para evaluarlo y admitirlo en los rangos. No era necesario que cada quien trajera sólo uno, pero la imperiosa necesidad de refrescar la sangre rancia que corría por el imperio, tenía sentido. Aquél que no ofreciera tan siquiera un tributo en su respecto distrito, se tomaría como que no sólo era desleal con Haedoje Pa, sino con el nuevo líder.
—Oh pobre... y él tendrá que sentarse conmigo en la reunión. Que desafortunado.
—No lo disciplines, sólo hazle saber que su error es algo que debe ser corregido. Haz que demuestre cuán leal es en realidad hacia nosotros. Ahora, debo regresar a...
—En realidad, quería hablar contigo sobre el auto —habló JungKook, quien pareció escuchar el cambio de posición de su padre. Lo imaginó con los hombros rígidos y su expresión dura, en señal de que sabía que algo se avecinaba—. Por eso te hablé, quiero un carro nuevo.
—¿Qué clase de carro, hijo? —preguntó con cautela su padre.
—Un Mitsubishi Dignity.
JungKook visualizaba las calles como una imagen borrosa sin prestarles la debida atención. Su concentración estaba en otro lugar, enfocada en la voz de su padre para anticipar lo que dijera y planear su siguiente movimiento.
—No te voy a comprar un auto japonés, JungKook. ¿Quieres una ramera japonesa? Bien. No un carro. ¿Harás lo que se te venga en gana para pisotear el honor de mi padre y el mío? —. JungKook rodó sus ojos ante eso. Todo su estúpido drama por un maldito auto—. Esa mierda de auto no te va a durar una semana. ¿Quieres un auto nuevo? Compra un Ssangyong como...
—Como tú. Lo sé, pero... papi —interrumpió JungKook, usando su carta maestra y lo sabía. Pero si la usaba bien, no importaría—. Ambos sabemos que los autos coreanos son un asco, no los japoneses. Tú sólo manejas el Ssangyong porque fue un regalo del alcalde. Ambos sabemos que tu preferirías un Lincoln MKS. Al menos ese no es una mierda, pero tienes que guardar apariencias así que no puedes tenerlo. También sabemos que el alcalde Jung se irá para el próximo trimestre. Él es viejo y gordo y probablemente vaya a tener una coronaria*. No había nada más que silencio en la otra línea. —Así que, un Mitsubishi Dignity sería un excelente regalo de cumpleaños. ¿No lo crees, papi?
JungKook detuvo el correr de sus dedos en la codera y se dedicó a estudiar sus uñas.
—Te compraré cualquier auto excepto ese, JungKook. No uno japonés — dijo su padre en tono severo.
Ese tipo de tono que haría que sus hombres se arrodillaran o que hombres como Woo se mearan; pero no él. JungKook sabía que no habían llegado al final de las negociaciones. Estaba calentando. En ese momento, su padre probablemente se había levantado para sacarse un bolígrafo del bolsillo del pecho y hacer su rutina: fingir distraerse con los papeles con la esperanza de que desistiera, pero nunca funcionó. Igualmente, JungKook tenía su rutina, y contrario al de su padre, el suyo funcionaba.
—Pero, papi, lo quiero —replicó como malcriado empedernido.
Si su padre hubiese estado en el auto con él, también habría visto el puchero petulante, pero no fue así. Eso usualmente funcionaba a su favor. Aunque nunca con su madre, pues decía que hacían arrugas esos gestos. En cambio, su padre era bastante patético al ver su expresión malhumorada. Funcionaba mejor si ladeaba la cabeza como un cachorro. Era bastante divertido lo fácil que era manipular a su padre. JungKook sabía que al ser hijo único era una de las razones por las que se salía con la suya. Podría existir un momento donde ya no ocurriera, pero lo dudaba. JungKook estaba listo para tomar el control del imperio y eso significaba que seguiría saliéndose con la suya.
—Este auto es aburrido, ya no me gusta. Uno nuevo como el Dignity se vería mejor. Cualquiera con una American Express podría comprarse un Mercedes-Benz en estos días. La clave para causar impresión es destacar, ¿cierto? —. Más silencio en la otra línea—. No querías comprarme un arma, ¿recuerdas? Porque dijiste que me aburriría y querría otra, pero no sucedió. Eso es porque la elegí, yo no escogí este S-Class. Fue un regalo de tío KyungSoo.
—Que el bastardo se pudra en el infierno.
—Exactamente. ¿De verdad quieres que vaya en un auto dado por él? Quizás no es uno japonés, pero tampoco es un buen vehículo.
—... Este es el último regalo —dijo su padre —, por todo un año, JungKook. Si pides otra cosa, me encargaré de que las ventanas de ese Mit-shi-bishi se estrellen y el tanque se convierta en chatarra.
—Gracias, papi —respondió JungKook con tono dulce antes de alejar el teléfono y terminar la llamada. Miró a Woo para ver que éste lo miraba incrédulo y fue suficiente para sonreír ampliamente—. Parece que tendré un auto japonés —. Guardó su teléfono en su bolsillo antes de cambiar de posición—. De acuerdo, volviendo a los negocios, pero no los tuyos. Un asunto importante respecto a esta reunión.
—Por favor, siga, Amo Jeon.
—Padre quiere que aborde a dos socios que están fuera de línea, uno más que el otro. Creo que sin lugar a duda sé el primero, pero sobre el otro... aún no estoy seguro. Tendría que ver a ambos para determinar quién podría ser.
—¿Quién cree que es el primer insubordinado, Amo Jeon?
—Padre dijo que se trataba del dueño de un club nocturno que está reduciendo los márgenes de ganancias para alimentar sus propios vicios. Ahora, hay muchos clubs en Mapo-gu, pero la mayoría son inversiones personales y no propiedad de Haedogje Pa. Sólo hay una cadena importante en Mapo-gu y ésa es propiedad de Do SeungHoon.
—Sí, está en lo correcto, Amo Jeon. Do es el único propietario de clubes nocturnos en el distrito que pertenece directamente a Hadeogje Pa. Las ganancias obtenidas no son de él, ni un won gastado en vicios personales... eso es sin duda un comportamiento insubordinado.
—También conozco una historia emocionante en torno a Do que coincide con la información de padre. Padre dijo que las ganancias perdidas podrían estar invertidas en pornografía snuff . Sé con certeza que Do sacó tres cadáveres de contrabando de su cabina privada en uno de estos clubes nocturnos hace sólo dos meses. Todas eran prostitutas, todas severamente estranguladas con sus bragas metidas en sus bocas. Lo he estado vigilando desde entonces y digamos que su historial en Internet es absolutamente una pesadilla —resopló JungKook y se inclinó para sacudir la rodilla de sus pantalones antes de mirar a Woo—. ¿Cuál es tu opinión sobre esto?
—Creo que tiene razón, Amo Jeon —secundó Woo mientras arreglaba sus gafas. —Do es, de hecho, alguien a quién llamaría... un jodido individuo. ¿Cuál cree que sea su castigo a su comportamiento?
—Tengo una idea en mente, un bastante maravillosa. Todo lo que necesitas saber de Do es que ingresará a la reunión, pero no se irá. Ahora, el segundo problema —. Woo le pidió que le explicara y JungKook se recostó en su asiento—. Cierto traficante de drogas no nos dio un tributo. De todos los hombres reunidos hay exactamente tres distribuidores: Ahn BoHyun, Kim DongWoo y Park MyungSoo. Cada uno cubre diferentes campos. Kim, él es estrictamente de marihuana y drogas de fiesta, vendiendo predominantemente a turistas extranjeros y gente de negocios. Park suministra heroína. Ahn se ocupa de la cocaína. Ahora, basándome en sus productos tengo una idea de quién podría ser.
—¿Quién cree que es, Amo Jeon?
—Ahn —. Después de unos segundos de silencio, giró su cabeza para mirar al otro hombre—. La coca está cayendo últimamente; ventas y ganancias. Ahn es el único de los tres con excusa legítima por haber perdido la fecha límite para un tributo. Espero que haya luchado por cumplir con los objetivos de ganancias de este mes, lo que explicaría todo.
—¿Qué pasa si no es Ahn, Amo Jeon?
—Bueno —. JungKook miró por la ventana el edificio al que se acercaba. Eso significaba que saldrían del auto en un minuto más o menos, así que tenía que darse prisa—. Si no es él, no hay excusa para Park o Kim de sufrir las duras consecuencias. Mi último problema es: ¿quién estaría dispuesto a matar al alcalde Jung?
—... Eso tomaría un tiempo para determinar una respuesta, Amo Jeon —respondió Woo después de un momento de reflexión.
El automóvil atravesó un par de barandillas de hierro forjado y luego crujió sobre la gravilla suelta para atravesar el amplio estacionamiento.
—Tendría que verificar las redes —continuó Woo.
—Lo quiero muerto para el año nuevo, así que avísame cuando tengas amplia información.
Esperó hasta que el automóvil se detuviera completamente, con el motor apagado y el ventilador inmóvil. Woo bajó primero y salió de su lado para que pudiera caminar por la parte trasera del auto y abrirle la puerta. JungKook tomó un respiro de aire fresco y gélido, antes de salir del auto. Se arregló los botones de su chaqueta, alisando los pliegues del medio y el chaleco. La apariencia lo era todo y algunos de estos hombres lo verían por primera vez. Eso significaba que tenía que manejarse con el mismo nivel de perfección que su padre.
Estaban de pie frente al edificio. Según su conocimiento, había sido una pensión en algún momento, y todavía cumplía su función, pues alojaba a los tributos. A lo largo del lote había un gran arco de ladrillo que conducía a un patio delantero y, por tanto, a la entrada real del edificio. JungKook estudió los ladrillos rojos desgastados y las capas de cemento entre ellos mientras se preparaba para todo.
—Woo, confío en tu consejo —comentó mientras seguía arreglando la chaqueta del traje. Su aliento se alzó en el aire como el humo de un cigarro—. Pero no aconsejes contra mí como lo hiciste la última vez. Lo único que tengo para demostrar autoridad es el castigo.
—No lo haré, Amo Jeon. Mientras Do esté indispuesto y nuestro distribuidor sin tributo siga respirando, cualquier castigo deberá ser el adecuado.
—Eso es exactamente lo que estaba planeando que sucediera —habló JungKook mientras ajustaba la corbata y deslizaba las manos en los bolsillos de sus pantalones. —Entonces... empecemos esta reunión.
Al igual que cuando Woo comenzó su habitual catilinaria sobre los negocios y el perfil de los márgenes, y todo lo que pudiera haber en el medio, JungKook descubrió que sus intereses se desvanecían rápidamente ante la situación. No era que tales cosas lo aburrieran, porque entendía que cada segundo en el mundo de los negocios afectaba a todo lo demás: ciclo de reacción en cadena que se desencadenaría a partir de un pequeño error. JungKook entendía eso, y entendió todos los detalles minuciosos que venían con cada aspecto; desde el corretaje hasta la negoción, la introducción de tarifas estandarizadas y planas para los negocios. Él lo entendía, pero no quería escucharlo todo. Lo que él quería no era de largas explicaciones, gráficos útiles y estadísticas pronosticadas. JungKook quería los hechos. Quería que todo fuera rápido y directo porque hacía que todo lo demás se moviera más rápido. ¿Por qué pasar quince minutos presentando información para hacer que todo suene bien cuando se le pueda dar una cifra exacta y un sí o un no? Eso tomaría veinte segundos como máximo. Y, sin embargo, todos los hombres de la reunión parecían querer sus quince minutos de fama.
—... y como verá, Amo Jeon, nuestras últimas inversiones son hermosas.
Un archivo fue colocado frente a él y JungKook se dio cuenta de que alguien había estado hablando con él todo este tiempo. Frunció el ceño ante el objeto antes de mirar por encima del hombro al hombre y ver que se trataba de Lee, Lee DukWon. Ah sí, él era uno de los traficantes de pieles y entonces JungKook abrió el archivo. Lo que vio fueron fotos de mujeres desnudas. JungKook tuvo que resistir el impulso de suspirar pesadamente. ¿Tenía la intención de mantener su atención de alguna manera? No resultó, así que pasó y luego empujó la carpeta segundos más tarde.
—Todas son mujeres, ¿no tratas con hombres, Lee?
—No, Amo Jeon, mis servicios sólo brindan mercancía femenina.
—... Eso es la mitad del margen de ganancias perdido, Lee. ¿Por qué?
—Va en contra de mis creencias, Amo Jeon —respondió con una sonrisa vacilante.
—¿Tienes mujeres norcoreanas traídas de china y tienen el atractivo suficiente para follar con el «auténtico pendejo comunista» y tienes creencias? —. JungKook arqueó las cejas ante esto y apenas reprimió un bufido—. Comienza a negociar con hombres para el año nuevo o veré que sus impuestos aumenten.
—Pero, Amo Jeon...
—Las creencias personales son un obstáculo para las ganancias, Lee. Haedogje Pa no se basa en creencias personales, nosotros pasamos de las reglas. Deja de defenderte ante nosotros, Lee, o habrá consecuencias mucho peores que aumentar los malditos impuestos —. JungKook miró a Woo de reojo y vio que éste guardaba silencio sin ápice de objeción. Bien, no se estaba pensando nada de eso. Luego se giró para mirar a Lee—. Vende tu piel o cambia los negocios por grietas baratas, no me hagas decírtelo nuevamente, Lee.
—... Sí, Amo Jeon —contestó el hombre con gesto manso mientras se movía para tomar el archivo y luego regresó a su asiento al otro lado de la mesa. JungKook recorrió con su mirada la habitación por un momento, disfrutando de los pocos segundos de paz.
Era un largo tramo de roble pulido, ricamente coloreado y sólido al tacto. Si golpeara sus nudillos en él, sonaría muy similar al mazo de un juez. A lo largo del trozo de madera había seis hombres, tres a cada lado y él sentado en la parte superior. Woo no se sentó en la mesa sino en la entrada. Significaba que podía verlo todo como un halcón y, si tenía motivos para expresar una queja, se pondría en pie y se inclinaría para susurrarle al oído. JungKook siempre disfrutaba viendo a sus hombres con miradas titubeantes hacia él y Woo: el testigo silencioso. Si él se movía en su asiento, todos los ojos se posarían en él.
El piso de la sala era de madera oscura, similar a la mesa; y las paredes eran de color crema. La pared opuesta a la puerta era de ventanas altas y las otras con sencilla decoración, excepto por una única pantalla que daba directamente a él. Dos banderas colgaban, la nacional y una con el escudo de la familia Jeon impreso con el lema de Haedogje Pa debajo. El emblema no era más que los caracteres en color negro sobre un loto blanco en la seda negra, pera era uno que cualquiera que perteneciera a Haedogje Pa lo reconocería. Observó las banderas antes de tragar un suspiro y dirigirse a las ventanas.
La vista exterior era un patio. En el verano hubiera sido un espectáculo agradable, pero eran comienzos de invierno y no estaba bonito. En la zona verde sólo había tierra con una fina capa de hierba y rocas, la luz del sol (casi ennegrecida y estéril) caía sobre las altas paredes. JungKook vio cuatro cuerpos y todos ellos se trataban de tributos. Vio trajes baratos mal equipados que lo hacían querer hacer muecas, camisas arrugadas y zapatos de cuero gastados. Sobre todo, vio caras hinchadas que indicaban resacas o bajones, y le molestaba muchísimo. ¿Esos eran los nuevos reclutas de Mapo-gu? Chicos regordetes, con cara de perrito y desgarbados, sin el conocimiento de cómo verse bien. Ningún miembro que se respete de Haedogje Pa sería asesinado en un traje como ese. Porque ni siquiera serían asesinados de una y...
La mirada de JungKook se centró en un hombre bastante detestable que había estado mascando chicle casi lo suficientemente fuerte como para que lo oyera a través de las ventanas cerradas. Sin embargo, después de unos segundos alguien se movió y se dio cuenta de que en realidad había cinco cuerpos ahí; cinco para coincidir con el número de asociados que habían dado hombres, por supuesto. Estaba más que seguro de que Ahn había olvidado dar nueva sangre porque, al entrar en la reunión, JungKook se había asegurado de hacer un comentario sobre los nuevos y brillantes tributos. Había notado la mirada de Ahn al ver la mesa, mientras que el resto había reído de acuerdo. El recién descubierto recluta tenía un brazo abrazado a su pecho para mantener su mano caliente y el otro delante de su rostro para poder fumar un cigarrillo. Sólo podía ver su perfil desde su posición.
Su aliento y el humo se mezclaron para crear una espesa bruma y JungKook lo vio respirar una bocanada de aire. Cuando volvió a inhalar, se llevó la mayor parte del humo a los pulmones, y la siguiente exhalación escapó de su nariz. JungKook vio una cabeza de cabello oscuro que era demasiado largo que, sin embargo, parecía favorecer su rostro. Era difícil ver el resto de su faz, pero podía ver una nariz fuerte con un puente recto y una punta redondeada en lugar de un punto. El hombre llevaba un traje, pero a diferencia del resto, estaba mucho mejor ajustado a su cuerpo; sin pliegues o rodillas sueltas y hombros. Era negro y parecía ser fino a rayas de color gris, por lo que podía ver, y a juzgar por el cuello visible desde su chaqueta llevaba una camisa blanca. ¿Había una corbata quizás? No podía ver y, sin embargo, se encontró con muchas ganas de saber.
La reunión continuaba, podía escuchar a Nam hablar sobre una reciente represión en el distrito para arrestar a los proxenetas y sin embargo no lo estaba escuchando. Las palabras flotaban en el aire en lugar de entrar en su cabeza. De repente, JungKook había encontrado algo mucho más interesante que las aburridas mentiras de las que hablaban sus hombres, y era el joven forastero que le había llamado la atención.
El hombre se giró ligeramente cuando volvió a poner el cigarrillo entre sus labios. Su mano oscureció su rostro por un segundo, pero cuando la bajó, JungKook finalmente pudo ver sus rasgos claramente. Desde su distancia, él vio grandes ojos y una boca en la que su mirada se posó. Hizo un mohín con los labios mientras soplaba el humo y JungKook sintió el impulso más estimulante de mojarse los labios. El joven se estremeció y acurrucó su brazo cruzado más cerca de su pecho, como si eso lo hiciera sentir mejor.
—... ¿Amo Jeon?
JungKook escuchó la voz de Woo y se dio cuenta de que realmente no había prestado atención a lo que estaba sucediendo. Cuando apartó la mirada de la ventana, lo miró a los ojos y, sin embargo... no tenía exactamente una respuesta a lo que se suponía debía abordar. Eso significaba que tenía tres segundos más o menos para reaccionar antes de parecer incompetente, pero afortunadamente JungKook siempre había sido bendecido con buenas reacciones.
—Lo que quiero saber es esto, Nam: ¿todavía tienes ganancias en este momento?
—Sí, Amo Jeon, siempre con ganancias.
—Entonces a la mierda el resto, si hay problemas con la policía, sabes qué hacer. Presenta una queja a mi padre y me ocuparé de que la persona responsable de las medidas represivas tengas las costillas rotas. Eso debería recordarles quién está realmente a cargo del distrito.
—Gracias, Amo Jeon, me aseguraré de hacerlo —respondió Nam detrás de sus gafas de sol. JungKook se preguntó brevemente si se follaría a sus mujeres... pero desechó la idea.
—¿Amo Jeon? —habló Park de repente, arreglando sus lentes. —Yo también tengo una queja bastante importante con respecto a...
—Fuera, todos fuera —exclamó JungKook mientras agitaba un brazo—. Vayan a fumar o mear, lo que sea, sólo fuera de mi vista.
Él sabía que eso no se hacía en las reuniones, pues todos estaban sorprendidos por ese cambio tan repentino en los acontecimientos. Había estado en suficientes reuniones para saber que no debía, pero siempre había una primera vez. Les tomó segundos a los hombres cumplir con su demanda y luego escuchó leves rasguños de sus sillas en el piso de madera. Tan pronto como la sala estuvo vacía, Woo le preguntó qué estaba haciendo. JungKook se levantó y se dirigió hacia las ventanas.
—¿Quién es ese hombre de ahí? El de traje a rayas.
Se volvió para mirar por encima del hombro al mayor. Woo se levantó de su propia silla junto a las puertas y se movió para pararse a unos centímetros de distancia.
—Puede tratarse de un tributo, Amo Jeon. Aún no tengo información sobre los reclutas, ya que no todos serán aceptados. Pero estoy seguro de que podría...
—Me gusta —interrumpió JungKook, volviendo a mirar al joven en el patio. Seguía fumando y temblando por el frío.
—¿A qué... a qué se refiere con que le gusta?
—Es lindo —explicó JungKook mientras deslizaba sus manos en los bolsillos de sus pantalones. —Es lindo, así que me gusta, bastante simple, Woo. El resto de ellos están bastante horribles.
—Se supone que los tributos no son atractivos, Amo Jeon —comentó Woo en un tono bastante plano. Fue suficiente para hacer que JungKook pusiera los ojos en blanco con un suspiro de cansancio.
—Estoy consciente de eso, Woo, mira a la mayoría de los hombres en esta reunión. Se que no deben estarlo, pero es una sorpresa agradable —. Observó al hombre de afuera—. ¿Ni siquiera un nombre?
—No, Amo Jeon, no tengo un nombre.
—Entonces creo que tendré que preguntarle por mí mismo —dijo antes de girar sobre sus talones y cruzar la sala de reuniones. Woo hizo sonidos de disgusto ante esto, pero no le detuvo—. Habla con Park y toma nota de su queja.
JungKook salió de la sala y caminó hacía el pasillo para ver que la mayoría de los hombres estaban de hecho de pie alrededor de la puerta. Sin duda estaban esperando que él los llamara, no queriendo llegar tarde o arriesgarse el cuello. Vio algunos cigarrillos humeantes e incluso una petaca en la mano de Kim. JungKook caminó por el pasillo para llegar a la puerta, empujándola para salir. Al igual que antes, fue golpeado por la baja temperatura y fue suficiente para hacerlo tomar una respiración involuntaria y jadeante.
Sintió un escalofrío recorrer su espina y, sin embargo, no podía doblar los brazos sobre el pecho para tratar de mantenerse caliente. Eso se vería débil y no quería eso. Incluso si era una reacción natural al frío, él no lo quería.
La mayoría de los nuevos probablemente eran más viejos que él, y si lo veían como más débil, no funcionaría. Así que, mantuvo sus manos en los bolsillos de sus pantalones mientras cruzaba el patio para acercarse a los reclutas.
JungKook estaba acostumbrado a ser observado cuando estaba con los hombres de Haedogje Pa. Era natural que lo hicieran, porque poco después las cabezas bajarían para mirar los zapatos respetuosamente. Nadie hizo contacto visual intencional con él, o al menos no por más de un segundo. Pero no el joven que había notado desde la ventana. No, él sólo lo miró abiertamente. Era difícil saber si era por miedo, shock o alguna otra cosa. Al acercarse, vio que su piel estaba bronceada contra el cuello de su camisa blanca, al igual que la piel de JiMin contra las sábanas de seda. Sus mejillas estaban ligeramente rojas por el frío de una manera maravillosa y cuando se detuvo frente a él fue cuando el hombre bajó la vista.
—¿Cuál es tu nombre, mmmmh? —preguntó JungKook, asegurándose de usar un tono fuerte, pero educado—. ¿Cuántos años tienes?
—Kuh-Kim TaeHyung, Amo Jeon —. «Amo Jeon», sí, a JungKook le gustó oír eso de sus labios. Completo y con pucheros, la parte superior ligeramente más que la inferior. Su voz era agradable de escuchar también, profunda, pero no aburrida o zumbante. Tenía un tono cálido. —Tengo veinte.
—Kim TaeHyung, mmmh.
JungKook movió su lengua alrededor de su boca como si estuviera saboreando nombrarlo y echó una mirada a los otros reclutas para notar que todos lo estaban mirando.
—¿Para quién trabajas, TaeHyung?
—Luh-Lim, Amo Jeon.
—¿Lim? No lo conozco, ¿para quién trabaja Lim? —preguntó JungKook mientras lo tomaba del brazo, justo debajo del codo.
TaeHyung se estremeció ante el repentino contacto físico y amortiguó un ruido de sorpresa mordiéndose el labio. Sin embargo, todo lo que JungKook había querido era inclinarse y tomar el cigarrillo. Se había estado consumiendo entre sus dedos, ignorado y descuidado desde su llegada. Había pasado un tiempo desde que había compartido un cigarrillo y la bocanada de humo ardió mientras lo sostenía y luego lo exhalaba. TaeHyung inhaló y JungKook también vio algo de humo siendo inhalado también.
—Trabaja en bienes raíces, Amo Jeon —explicó TaeHyung, la voz ya no temblaba por el frío. (JungKook apenas podía sentirlo)—. Pero también maneja demandas y asuntos judiciales en caso de que surjan.
—Entonces tú... te especializas en negocios, ¿verdad?
—No, Amo Jeon —refutó TaeHyung parpadeando—. Trabajo principalmente en... en mantener sus asuntos en orden.
—¿Cerebro o músculos? —inquirió JungKook, su mirada se movió hacia abajo para estudiarlo.
Era consciente de que en realidad era más alto que él. Sólo ligeramente. Una mirada a sus pies mostró que había un tacón en la parte trasera de sus zapatos, como en los de él. Entonces no se trataba de un truco, debía ser más alto. Buenas proporciones, delgadas, pero no demasiado. Podía haber músculo bajo la camisa. Levantó la mirada para observar su rostro.
—Cerebro —respondió TaeHyung.
JungKook vio que sus ojos eran grandes y redondos, enmarcados por una espesa capa de pestañas que serían la envidia de muchas mujeres. Era difícil averiguar qué característica merecía más atención: sus ojos o nariz o esos labios.
—¿Eres un nerd, TaeHyung? —bromeó JungKook, ofreciéndole una sonrisa mientras lo hacía. Esto hizo que el joven riera de forma repentina; profundo y agradable. Cuando sus labios se movieron revelaron dientes rectos, ambas filas. Ahora sabía qué rasgo de él merecía la atención—. Entonces sabes quién es quién, ¿cierto?
—Claro, Amo Jeon —concordó TaeHyung, un poco seguro en su presencia—. Sé mucho —añadió mientras fumaba.
—¿Alguien ha mostrado interés en ti?
—Claro, eh, Nam, Amo Jeon.
—¿Nam? —. Alzó una ceja ante esto y luego se mofó—. Nam no te pondrá las manos encima.
El patio se quedó en silencio por un momento y JungKook casi lo disfrutó. Pudo ver que TaeHyung lo miraba con leve confusión. ¿Estaba tratando de determinar si sus palabras significaban que él estaba fuera para siempre o se estaba preguntando sobre el fuerte tono de su frase? Él no sabía, pero sí sabía que Nam realmente no lo tocaría. De ninguna manera un vendedor de pieles lo tomaría y lo convertiría en una mierda más para el proxeneta. O un esclavo. TaeHyung parecía tener un talento, un talento que encontró que le interesaba mucho. Mantuvo los asuntos en orden, sabía quién era quién. Era como Woo, pero todavía novato, pero si le mostraba el camino...
—Mierda —exclamó TaeHyung de repente, rompiendo el silencio —está helado, quiero decir...
—Hace mucho frío —asintió JungKook mientras observaba cómo TaeHyung dejaba caer sus terriblemente temblorosos brazos a los costados—. Sabes, es mucho más cálido adentro. Deberías unirte conmigo en la reunión. Te mantendrás alejado del frío y verás cómo es el verdadero negocio de Haedogje Pa —. La expresión de TaeHyung de repente se convirtió en algo cercano a la estupefacción. Su boca se abrió en una «o», mostrando sus dientes y su lengua rosa. JungKook no pudo evitar mirar antes de volver a verlo a los ojos. Claramente, él no había esperado eso y su sugerencia lo había sorprendido.
—Lo siento, Amo Jeon, no...
—Vamos —repitió JungKook, esta vez en un tono severo en lugar de amistoso. Quería que supiera que no había sido una sugerencia, que había sido una orden—. Únete a mí en la reunión.
—Uh... Está bien, gracias por el honor, Amo Jeon —. TaeHyung casi tira el cigarrillo porque el menor lo tomó de la muñeca.
JungKook tomó el cigarrillo casi usado. Su padre no estaba de acuerdo con fumar, lo llamó un hábito sucio. Se aseguró de nunca fumar lo suficiente como para anhelarlos sólo para complacer a su progenitor. Si tan sólo supiera sobre sus otros hábitos sucios: como de cierta estrella porno que había escondido en su suite por tres meses; como las líneas de cocaína inhaladas desde la hendidura de su espina y el sabor de la leche de otro hombre en su lengua.
Bueno, la perfección resulta difícil de lograr. Su padre tendría que conformarse con lo más cerca que pudiera serlo.
JungKook lo dejó sin aliento mientras cruzaba el patio. No soltó su muñeca, sino que lo empujó suavemente desde su espalda. TaeHyung se lo permitió, sin ningún intento de resistencia. No importaba si lo hacía porque de todos modos lo habría arrastrado por el patio. La muñeca del hombre estaba caliente contra su palma y podía sentir algo así como la fría y dura sensación de un reloj de pulsera de metal contra el costado de su mano. Cuando volvió a entrar en el edificio sintió unos cuantos pares de ojos en ambos, más en TaeHyung. JungKook trató de localizar a Nam y después de unos segundos lo vio por el pasillo. El hombre podría haber estado mirándolo desde las sombras, era difícil de saberlo, pero él sabía que estaba realmente sorprendido por lo ocurrido. Sin embargo, esperaba haber dado un mensaje claro. Justo como lo hizo con JiMin.
«Aléjate, este es mío.»
JungKook lo guio por el pasillo hacia la sala de reuniones. Vio a Woo escribiendo apresuradamente en su teléfono justo al lado de la ventana y al llegar, levantó la vista. Había una silla en el otro extremo de la mesa que estaba desocupada y entonces JungKook soltó su muñeca para tomarla y llevarla cerca de su asiento. TaeHyung lo vio hacer esto bastante atontado.
—Woo, hazles saber que la reunión debe continuar —dijo JungKook mientras hacía un gesto hacia la silla. Cuando Woo cruzó la habitación para salir, TaeHyung finalmente se dio cuenta de lo que se suponía debía hacer y se movió para sentarse en el asiento junto al menor—. Alguna vez... ¿Lim? Sí, Lim, ¿alguna vez te llevó a reuniones?
—Claro, Amo Jeon —confirmó TaeHyung mientras miraba los archivos sobre la mesa. JungKook notó cómo dijo «claro» en lugar de «sí» y descubrió que era algo sorprendentemente refrescante de escuchar. Mucho menos formal—. Lim me permitió ser testigo en varias reuniones.
—Reuniones normales, supongo —. JungKook observó a Woo entrar—. Esto estará lejos de ser normal.
TaeHyung giró la cabeza para mirarlo, con una expresión difícil de leer, fue entonces cuando los otros hombres entraron. JungKook guardó silencio y esperó a que todos se sentaran mientras Woo cerraba las puertas y volvía a sellarlas. El aroma de cigarrillos, whisky y colonia flotaba en la habitación. Cuando Woo también estaba de vuelta en su asiento y la habitación estaba quieta y silenciosa, decidió abrir la boca.
—De acuerdo, estoy seguro de que quedan otras cosas por discutir para esta reunión, pero quiero ir al grano —. JungKook apagó el cigarrillo con fuerza sobre la mesa—. ¿Hay algo de importancia que alguien tenga que decir?
JungKook miró a los hombres y esperó, contando los segundos en su cabeza mientras lo hacía. Estaba esperando que uno de los dos culpables hiciera un movimiento y admitiera algo; para dejar de hablar de sus gastos en un último intento de salvar su culo; para que Ahn admitiera su error de no presentar un tributo a Haedogje Pa como se suponía que debía hacerlo. Sin embargo, ninguno de ellos se movió, ni siquiera parpadeó. Esperó diez segundos antes de volver a hablar.
—Con «importante» no me refiero a los negocios, asuntos legales o mierda así, quiero decir «importante» —. JungKook se movió para doblar los codos y posarlos en la mesa mientras miraba a lo largo de la mesa. Pasaron diez segundos más—. ¿Nadie tiene algo qué decirme? ¿En absoluto? —. Miró a Woo y dejó cinco segundos de silencio antes de suspirar —. Está bien, bueno, en realidad hay dos asuntos importantes que abordar en esta reunión y, no obstante, ninguno de los dos decidió aceptarlo. Debo decir que estoy decepcionado. No sabía que Haedogje Pa contrató mierdas, pero aparentemente lo hacemos.
JungKook respiró hondo y lo sostuvo mientras acomodaba sus pensamientos Tenía que ser claro y preciso, cortante y frío. Sin torpezas, sin empatía, sólo la dura verdad. Eso significaba saber exactamente qué decir y no joder. Cuando estuvo listo unos segundos más tarde, exhaló y miró fijamente a Do. El hombre estaba sentado allí tratando de actuar inocente y limpio, pero era lo contrario. Vio la verdad en las comisuras de sus labios y cuando abrió la boca y comenzó a hablar, su cara probablemente se tornaría del mismo tono gris que el pelo alrededor de sus sienes y su traje.
—Do, no aprecio que nuestras mujeres sean asesinadas y mutiladas —sentenció JungKook mientras se recostaba en su asiento. Podría haberse inclinado hacia adelante, con los codos sobre la mesa para verse más severo, pero no era así como quería aparecer. No, sentado en su silla, parecía no verse afectado por todo eso. Eso fue lo más aterrador.
—Mataste a tres de nuestras mujeres. Eso es una pérdida de ganancias. En algún lugar de Mapo-gu, un proxeneta está ganando menos dinero en efectivo y su superior está ganando menos dinero y... ya ves a dónde va esto, ¿no? —. Levantó una ceja y Do se quedó quieto y en silencio —. Haedogje Pa está perdiendo dinero porque mataste a tres mujeres para satisfacer tu mierda, incluso ahora estamos perdiendo.
—Amo Jeon, yo...
—No digas mi nombre, pedazo de mierda —escupió JungKook, voz venenosa, pero no un grito.
En el asiento a su lado podía ver a TaeHyung mirándolo con la boca abierta y ojos aún más amplios.
—Ni siquiera me mires. No quiero que tengas ese honor —. Posó su mirada en la mesa —. ¿Ahn?
—¿Sí, Amo Jeon?
—Eres el imbécil que no nos dio un tributo —continuó JungKook, girando su silla para mirarlo—. Ponte de pie —. Ahn se movió lentamente, pero hizo lo que le ordenó, empujando su silla para que poderse parar con las manos cruzadas cuidadosamente delante de su vientre —. ¿Juras lealtad a Haedogje Pa?
—Sí, Amo Jeon, lo juro.
—¿Te arrepientes de haberla jodido y no dar un tributo?
—Sí, Amo Jeon, admito que la jodí.
JungKook le preguntó por qué.
—Hubo un problema con las ganancias de este mes, Amo Jeon. En mi esfuerzo por aumentarlos a un nivel estándar, no pude seleccionar un tributo apropiado. No quería enviar un inútil, así que no envié alguno. Lamento profundamente joderla, Amo Jeon.
—¿Sabes qué, Ahn? Te creo —habló JungKook mientras estudiaba al hombre —. Creo que esto fue un error honesto y lo acepto como tal. Pero no puedo dejarlo pasar, ¿entiendes eso, verdad, Ahn?
—Sí, Amo Jeon.
—Mira ahora... ahora tengo dos situaciones en mis manos —explicó mientras levantaba los brazos, empatizando con este hecho. La sala era una etapa después de todo, y él solo estaba llevando a cabo su parte a la perfección—. Tengo un hombre que mató a nuestras mujeres y causó pérdidas sustanciales para obtener ganancias en todo Mapo-gu como resultado; y tengo un hombre que debe mostrar lealtad a mi familia —. JungKook miró por encima de la mesa para ver que ni un solo par de ojos no lo estaba mirando. Los capturó a todos, como debía hacerlo un verdadero heredero —. ¿Qué debería hacer? TaeHyung, ¿qué debería hacer?
—¿Yo... yo? —. TaeHyung giró su cabeza tan bruscamente que probablemente se había lastimado el cuello. Sus ojos ya redondos eran considerablemente más grandes y parecía que lo había atrapado masturbándose en las bragas de su propia hermana.
—Sí, tú, ¿qué debería hacer?
—El... eh —. TaeHyung se humedeció los labios con la punta de la lengua; mostrando un rápido destello de pulida carne rosada —. El castigo por las acciones de Do... Do, desde la pérdida de ganancias hasta el gasto de las ganancias de Haedogje Pa es... es la muerte, Amo Jeon.
—Sí, esa es una solución a mi problema, pero ¿qué pasa con el otro?
—Un... un verdadero signo de lealtad hacia un hermano es... Matar por él —respondió TaeHyung en un susurro.
—Bien hecho, eso es justo lo que estaba pensando. Sosténgalo — ordenó JungKook y tanto Lee como Kim se movieron para agarrar a Do. Fue tan rápido, perfectamente entrenados para responder a sus peticiones —. Ahn, ven aquí —. Levantó un dedo y lo movió, el otro hombre se puso de pie detrás de él, entre él y TaeHyung. Entonces Ahn se inclinó respetuosamente para que estuvieran al nivel de los ojos —. Harías cualquier cosa para demostrar que eres leal a Haedogje Pa, ¿correcto? —. El hombre afirmó, una voz difícil de escuchar bajo las quejas indignadas y bastante patéticas de Do —. Quieres que sepa que puedo confiar en ti, que eres un buen hombre, ¿correcto?
—Sí, Amo Jeon, soy leal a su padre y a usted.
—Mata a Do por mí.
—... ¿Cómo debería matarlo, Amo Jeon?
—Hmmm, quítale los pantalones y la ropa interior. Estrangúlalo. Como lo hizo con nuestras mujeres —. JungKook se acercó para palmear a Ahn en el hombro y éste afirmó que lo haría. Cruzó la habitación hasta donde Lee y Kim habían puesto a Do en la mesa. Do luchaba por librarse, pero no podía.
Una rápida mirada a TaeHyung demostró que estaba considerablemente más pálido que antes. El joven estaba mirando con una expresión que parecía atrapada entre el desconcierto y algo así como el miedo.
—No quise hacerlo, Amo Jeon, fue un accidente y...
—Una vez es un maldito accidente, Do, no tres veces en una noche —replicó JungKook mientras se removía en su asiento —. Tres jodidas veces, coño inútil. ¿Crees que soy estúpido, Do? ¿Crees que no sé todos tus secretos mierteros?
—¡No lo hago, no lo hago! No volveré a hacerlo, juro que no lo haré...
—Do, para decirlo de forma simple: no creo una palabra de mierda. Date prisa y amordázalo. Estoy cansado de escuchar su voz.
Do dio pelea o una buena pelea dada sus circunstancias. Con sus brazos inmovilizados a los costados, sólo podía retorcerse o patear. Y él pateó a Ahn, varias veces de hecho. Quizás el muy tonto no se había dado cuenta, pero patear al hombre que iba a estrangularlo nunca fue una buena idea. Simplemente se enojaría más. Cuando le quitaron los pantalones y ropa interior, JungKook estaba seguro de haber oído a TaeHyung jadear.
Ahn lo desnudó y luego lo amordazó. JungKook estaba agradecido por ello, ya que dejó de gritar y en su lugar lo redujo a balbuceos apagados. Quizás sintiendo que esto era algo que necesitaba ser presenciado, Lee y Kim arrastraron a Do a su lugar, sobre su espalda. El sonido de su cabeza golpeando la madera pulida hizo que TaeHyung se estremeciera. Entonces Ahn se inclinó para agarrar la garganta de Do con ambas manos.
JungKook nunca había estrangulado a una persona hasta la muerte, sólo ligeramente por placer. Había sentido la carne suave bajo sus pulgares cuando los había clavado hasta sentir la tráquea. Había experimentado ese maravilloso pulso contra sus palmas y escuchó las arcadas que se convirtieron en gemidos húmedos tan pronto como cedió y dejó que un poco de aire entrara. Pero Ahn no estranguló a Do por placer sino para matarlo.
El hombre era brutal e implacable, sin mostrar emoción mientras estrangulaba al otro. Ni siquiera cuando sus arcadas se detuvieron y su rostro comenzó a ponerse de un hermoso tono rojo, luego con matices bien lívidos de púrpura alrededor de sus labios y ojos. JungKook giró su cabeza para mirar a TaeHyung y vio que el novato tenía las manos apoyadas contra los lados de su cabeza. No estaba mirando a Do sino a la mesa y se veía como si estuviera a punto de colapsar.
—No apartes la mirada —ordenó JungKook —. Mira —. TaeHyung parecía como si simplemente desobedeciera esa orden, con la mirada apartada de Do. Pero luego sus ojos se deslizaron hacia un lado para mirar y JungKook de repente se encontró más interesado en verlo observar el estrangulamiento que el acto en sí —. ¿Ves esto, TaeHyung?
—Claro... Claro, Amor Jeon.
—Esto es lo que sucede cuando vas contra Haedogje Pa. Si nos cabreas, si tratas de hacernos daño, si causas problemas... esto es lo que pasa. No vas a hacer algo como eso, ¿verdad?
—No... No, Amo Jeon, nunca.
—Bien.
Ahn mantuvo sus manos sujetas en la garganta de Do, hasta que dejó de moverse y las mantuvo ahí hasta que JungKook le pidió a Kim que buscara el pulso. El hombre revisó la muñeca y luego su pecho, antes de confirmar su muerte. Entonces Ahn soltó y se arregló la corbata. Do estaba sobre la mesa, con los brazos extendidos donde Lee y Kim los habían sujetado. Su camisa se había levantado y se podían ver sus muslos y genitales. Bueno, estos habían sido la causa principal de este fiasco bastante evitable. JungKook al verlos, apenas pensó que valieran la pena.
JungKook se acercó para poner su mano en la rodilla de TaeHyung sin pensarlo mucho. Lo que sintió fue que estaba temblando bajo su palma, los músculos temblaban bajo su piel. Claramente, era su primera vez siendo testigo de un asesinato, lo cual tenía sentido considerando su historial trabajando para un tiburón de los bienes raíces. Pero TaeHyung iba a tener que acostumbrarse rápidamente. Observó la palma de su mano antes de levantar la mirada lentamente y estudiar el rostro de TaeHyung. Todavía estaba esa sombra pálida. Parecía haber un ligero brillo de sudor en su frente y sólo estaba mirando al cuerpo que todavía estaba sobre la mesa.
—Bienvenido a Haedogje Pa, TaeHyung —dijo JungKook con una sonrisa.
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Glosario
Coronaria: Enfermedad vascular
Snuff porn: que alguien muere durante el acto, ya sea asesinado o cometiendo suicidio
Catilinaria: son cuatro discursos de Cicerón
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Espero les haya gustado :'3 Perdón por la demora milenaria >/< No daré fechas, pero creánme cuando les digo que estoy trabajando duro por hacer una buena trad D:
Gracias por su apoyo ^^
Cuídense~
AliPon fuera~*~*
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