Capítulo I: Maldito buen mentiroso
—Estás dentro.
De todas las cosas que TaeHyung pensó que searrepentiría oír no creyó que sería eso. Lógicamente debió asustarse por muchasotras palabras; las típicas y más oscuras. Algunas como: «Tienes cáncer» o «Nogrites y no te lastimaré». Uno desus temores más grandes, y suponía que era uno de tantos, era escuchar laspalabras: «Intentamosde todo para salvarlo, pero lamentablemente su padre ha fallecido, señor Kim».
Pero ¿«Estás dentro»? ¿Por qué? Eran dos simples palabras y ya sentía el inconfundible miedo recorriendo su ser.
Había pasado algún tiempo desde que sintió esa sensación, probablemente desde que tomó su examen para entrar a la fuerza policial. TaeHyung recordaba haberse sentado en el pupitre, recién egresado del instituto, con pluma en mano y una serie de papeles enfrente de él; papeles que determinarían si ingresaría o no. Para algunos jóvenes de su edad habría sido el examen de admisión a la universidad, sin embargo, para él había sido otro el examen, y fracasar en ello habría arruinado sus aspiraciones. Por ello estaba asustado en el pasado.
En ese momento, él tenía la misma sensación en su estómago. Fue la manera en la que se apretó, como si fuera tomado fuertemente por un puño. Y como si se tratara de una especie de sincronía, su garganta pareció cerrarse hasta quedar del ancho de una pajilla. La piel de TaeHyung había estado caliente gracias a la calefacción de la oficina y, sin embargo, se volvió fría. ¿Acaso iba a comenzar a sudar? No estaba seguro, pero sintió que sí. Un sudor frío y húmedo que sólo podía describirse como uno de terror.
No obstante, NamJoon le estaba mirando como si nada importante estuviera sucediendo. ¿Por qué? Juzgando por su faz serena parecía como si le hubiera pedido que entrara a la base de datos y cambiara un registro por él. TaeHyung observó las carpetas en el antebrazo de NamJoon mientras tomaba asiento contra su escritorio. NamJoon no levantó la silla y actuó como un profesional; simplemente se reclinó para sentarse en el escritorio del informático, los bordes enterrándose en la parte trasera de sus muslos y el trasero de sus pantalones rozando la madera. Puso las carpetas abajo, a un lado de la laptop y se cruzó de brazos a la altura de su pecho mirando hacia abajo; hacia TaeHyung.
TaeHyung rápidamente se dio cuenta porqué el otro había decidido sentarse en su escritorio y no en otro lugar. La posición le permitía verse intimidante y en control. Tuvo que mirar hacia arriba y eso le hizo sentirse pequeño. En ese momento sentía que lo era, como si estuviera hincado en vez de estar sentado en su escritorio. Era el efecto de su sombra cayendo sobre su laptop y su mirada fija en él.
Dios, se sentía como una hormiga frente a él. Una pequeña e insignificante hormiga bajo la sombra de una bota pronta para pisotearlo.
—¿Perdón? — preguntó TaeHyung alzando sus cejas en un gesto que esperaba se viera confuso y no indulgente. Lo último que quería era verse irrespetuoso hacia él. Incluso si no era exactamente su superior no podía hacerle enfadar. No ahora después de todo.
—Dije —habló NamJoon sin parpadear—, que estás dentro.
TaeHyung examinó su rostro por un momento y luego miró su laptop. Había estado interceptando algunos correos con la esperanza de encontrar algún error en alguno de ellos. Que algún tipo la jodiera y usara una palabra que fuera motivo suficiente para tener una orden de arresto. Una palabra que no estuviera encubierta por otra más. Algo como «piel» o «dulces» o alguna otra puta palabra sacada del diccionario. ¿Por qué no simplemente decir «metanfetaminas» o «prostitutas» o la vieja y malditamente fría palabra de «asesinato»? ¿Por qué tenían que ser estúpidamente enredosos y hacerle el trabajo más difícil? Pero él ahí seguía luego de cinco horas de constante escaneo y nada.
TaeHyung no podía obtener una orden de arresto sin pruebas físicas. Si había interceptado correos, necesitaba tener información sólida para proceder a una acusación. No correo con mierda cualquiera que podría significar nada y ciertamente no podría valer ante un juicio. ¿Cómo su equipo podía arrestar sin tener evidencia? A veces TaeHyung parecía darse de topes contra la pantalla una y otra vez. Posiblemente daría mejores resultados para su equipo que el método que había estado ocupando.
—¿TaeHyung?
—¿S-sí, jefe?
—¿Cuántas veces te he dicho que no me llames «jefe»? —dijo NamJoon.
Era fácil para él decirlo, como si solamente se mandara a volar las formalidades y nada más. El hecho de que tuvo el valor de sacarlo de su trabajo en la oficina y decidir ponerlo en un centro de operaciones picudo, le demostró claramente que era un poco más que un simple compañero de trabajo. No estaba completamente seguro de que darle y decir el título cambiaría algo.
—¿Qué pasa? Habla, te ves un poco... —TaeHyung alejó su mirada de la pantalla de la laptop para volver a mirarlo. Tenía el entrecejo ligeramente fruncido, no como si estuviera molesto sino como preocupado— desconcertado por la noticia.
—Con todo respeto, eh... NamJoon, he estado trabajando en este departamento menos de un año —explicó TaeHyung, como si el otro no estuviera enterado de ese hecho —. Soy el menos competente de nuestro equipo así que no...
—¿Quién te dijo que eres el menos competente? —preguntó, desviando inteligentemente lo que trataba de decir.
TaeHyung masculló algo en voz baja mientras miraba el escritorio. No muy lejos de donde estaban los archivos de NamJoon, se encontraba una taza de café, los sedimentos estaban secos, espesos y tan negros como el alquitrán. Había abierta frente a él una pequeña bolsa de un café que había calle abajo, perdiendo su apetito súbitamente. A la luz de la ventana los restos de arroz parecían gelatinosos y el kimchi parecía descuidado y húmedo, como vómito.
La habitación se tornó silenciosa salvo por el sonido del reloj (que odió). Deseó que hubiese alguien más en la habitación, SungAh o incluso HoSeok. Quizás así la atmósfera se habría hecho menos pesada y sofocante; en ese momento TaeHyung sentía que incluso respirar era una tarea difícil. NamJoon inspiró profundamente y después suspiró. TaeHyung simplemente se mordió su labio inferior en lugar de decir algo.
NamJoon era su superior en experiencia. Y tenía la suficiente para encargarse de su pequeño y selecto equipo. No era mayor en categoría o en edad, pero su padre fue Inspector en Jefe y TaeHyung sabía lo que significaba. Significaba que NamJoon estaba muy por arriba de su posición en términos de respeto e influencia. Si le decía que tenía que hacer algo, TaeHyung tenía que hacerlo. Él podía decir que no, pedir una recomendación*, pero nunca dejaría el departamento. En ese momento, TaeHyung tenía que permanecer del lado bueno de NamJoon aunque no quisiera hacerlo.
—¿Por cuánto tiempo hemos trabajado juntos, TaeHyung?
—Siete meses —replicó sin mirarlo, ojos fijos en la viruta que se encontraba en el borde de su taza de café.
—Siete meses...
Sí, habían transcurrido siete meses desde que había sido sacado de su usual trabajo de escritorio, clasificando registros de la base de datos y las típicas violaciones que se colocaban en el departamento de narcóticos y sustancias ilegales. TaeHyung mismo seguía sin estar seguro cómo había pasado de un nivel bajo hasta donde estaba. Esto era más que actualizar base de datos y mantener los archivos ordenados. Más o menos había revisado todo el sistema que habían tenido antes de que él llegara. Demasiados papeles de mierda innecesarios, sin suficiente material instantáneo y accesible a la mano. Quizás por eso NamJoon lo estaba sacando del equipo, pero había un problema: TaeHyung no tenía experiencia en campo.
Había participado en las calles y patrullando cuando era un novato. Dos años después ya no era uno, pero él mismo se sentía como uno. El tipo de oficial que nunca ha arrestado es el que no debían mandar a la mafia más poderosa del país como agente encubierto.
—Siete meses —repitió NamJoon mientras cambiaba de posición suavemente en el escritorio.
TaeHyung levantó la mirada para notar que estaba mirando a lo largo del departamento; a lo largo de la oficina. Eso le recordó a un salón de clases de cierta manera. El rectángulo largo y las múltiples bancas en su interior, las tablas de corcho aquí y allá cubiertas con fotografías y papeles fijados. Se sintió como si de verdad tuvieran un departamento grande, aunque no fuera así.
—En ese tiempo te he visto ir desde simples entradas de bases de datos hasta crear vínculos entre datos que han llevado a arrestos.
—Una o dos veces lo hice, yo no...
—Trece condenas y cinco con juicio pendiente —interrumpió NamJoon—. Eso es más que hacerlo una o dos veces. ¿Cómo hubiéramos arrestado a Loco Choi si tú no hubieras conectado con esa simple llamada que había hecho a Do HyungWon? ¿Eh? Yo no. Nunca hubiera imaginado que Choi fuera lo suficientemente estúpido como para arreglar una reunión por medio de una llamada, pero tú lo recordaste. Recordaste la ubicación y eso logró que Do confesara.
—Mmmm... —hizo un sonido TaeHyung mientras mordisqueaba su labio inferior.
—Loco Choi fue el arresto más exitoso que este departamento haya hecho en diez años. Todo gracias a ti —. NamJoon tocó brevemente su hombro para después ir al grano —. Eso es algo. Luego retomamos esto más tarde, por ahora déjame explicarte. Tenemos una razón para creer que tú debes ser quien haga esto —. Se acercó para levantar uno de los archivos del escritorio. NamJoon lo abrió y miró algo que había dentro, sus ojos examinando una posible fotografía o un pedazo de papel. TaeHyung simplemente le miró e intentó no removerse incómodo en su asiento —. Sabes quién es El Chico, ¿cierto?
NamJoon estaba haciendo una pregunta tonta. Claro que TaeHyung sabía quién era El Chico, había estado dándole seguimiento y compilando referencias sobre el grupo criminal por meses. Sabía nombres y caras, edades y ocupaciones. El prácticamente sabía el diseñador de sus trajes por el tiempo que pasó viendo fotografías y registros de cientos de hombres que pertenecían al imperio. Así que cuando NamJoon le preguntó si conocía a El Chico, sabía que sí.
—¿Qué hay con él?
—Se ha mostrado mucho últimamente. Me refiero a: diario. HoSeok tomó algunas fotos de él —. NamJoon probablemente había estado mirando una —. Tú sabes lo raro que es verlo. Así que, ¿eso qué significa?
TaeHyung sabía que NamJoon estaba al tanto de que él sabía. Era bastante obvio cómo El Chico había pasado de ser invisible a de repente verse en todos lados. Su tiempo de moverse en el tablero se estaba acercando; había un nuevo jugador en el juego. TaeHyung no dijo nada de esto, porque no había necesidad. Su silencio fue todo lo que NamJoon necesitó oír. Después de unos segundos NamJoon le miró, alzando una ceja mientras lo hacía. El movimiento fue lánguido, pero autoritario así que TaeHyung extendió su mano hacia él, pidiéndole el archivo. El otro hombre se lo dio y al recibirlo lo giró y revisó la fotografía.
Como era de esperarse de HoSeok, nuevamente dejaba a relucir sus habilidades de estar en el lugar y tiempo correctos. Eso no solo aplicaba en su entrega de órdenes de arresto o sus redadas perfectas en tiempo que siempre atrapaban a algunas ratas. También poseía la mejor racha de suerte que TaeHyung había visto. Él sabía que su compañero se había enlistado en la milicia después del instituto y desde ahí había hecho uso de su experiencia para ser colocado en ese departamento. Si TaeHyung era la mente maestra tras la computadora, HoSeok era el maestro de trabajar en las calles. Y había sido esa misma suerte la que había terminado en esas fotografías.
La foto que tenía frente a él pudo ser tomada en la calle o en el interior de un edificio, quizás desde un café. Y aunque había muchas personas estaba claro en quién estaba enfocado. Se trataba de un joven caminando fuera de una sastrería para atravesar la acera y entrar en la limusina Mercedes-Benz S-Class. Traje negro, diseñado a la medida. No se necesitaba ser un experto para notarlo. No tenía duda que sólo el chaleco equivaldría a su paga mensual y eso que su salario no era exactamente bajo. En la toma, El Chico estaba por desabrocharse el botón central de su chaqueta. Su atención estaba en otro lado, viendo a un hombre a su izquierda en lugar del carro.
TaeHyung miró la segunda y era muy claro que era un acercamiento. Esta vez era su perfil. Su cabello negro estaba peinado hacia atrás dejando ver un rostro antagónico. Viendo su faz, TaeHyung no sabía si veía a un hombre o a un muchacho, más bien a uno atrapado en ambos. Dieciocho debía tener, pero no había perdido los vestigios de su adolescencia. Sus facciones se veían muy alargadas como para ser llamadas maduras, desde sus ojos grandes (como los de un venado, pensó TaeHyung antes de desechar la idea) hasta su nariz prominente, incluso sus labios fruncidos. A pesar de que sus facciones eran masculinas, sus cejas bien perfiladas y nariz, su altura y porte... TaeHyung no pudo evitar estudiarlo.
Era un niño adulto. Estaba atrapado entre dos mundos. El joven en la foto tenía una mirada de engreído —estaba impreso en su boca, en el fruncimiento de sus labios. Sin embargo, en la forma que sus hombros estaban, significaba que también era autoritario.
La tercer y última toma fue tan nítida y clara que incluso podía ver los mínimos detalles de su rostro. La cicatriz ligeramente profunda en su mejilla izquierda que no fue notable en las fotos anteriores ahora era evidente. Incluso pudo haber contado sus pestañas, suaves rulos negros. Echaba un vistazo por la calle, entrecejo ligeramente fruncido, entrecerrando los ojos por la fuerte luz del sol.
—SungAh se molestará con HoSeok por esto —bromeó TaeHyung mientras miraba de vuelta a NamJoon —. Son tomas fantásticas. Probablemente las mejores que tenemos de él.
—Las mejores del departamento desde que él tenía... once —concordó NamJoon con un asentimiento a la vez que TaeHyung volvía a mirar las fotos.
Sí, el joven de la fotografía era el mismo de entonces, aunque se veía diferente. Se habían ido la estatura baja y los hombros inclinados, la inocencia juvenil. No más cabello largo y dientes con frenillos. Había crecido desde la base de datos que tenían de él. TaeHyung estaba seguro de que se vería diferente a las fotos de la escuela media. Ciertamente había crecido bien, y lo había hecho.
—No se parece en nada a ese vejete hijo de puta —comentó TaeHyung mientras veía la foto—. La señora Jeon debe lucir más o menos la mitad de esto.
—No tengo puta idea, nunca la he visto. Jeon los ha mantenido resguardados, ¿recuerdas? —. NamJoon se acercó para retirarle el archivo. TaeHyung le dio una última ojeada antes de que lo perdiera de vista —. Pero ya no más. No, Jeon JungKook finalmente ha salido a las calles como el heredero que es.
—Y tenemos la mejor toma de él. Maldita sea, HoSeok no dejará de alardear de esto por meses.
—Creemos que se está preparando para asumir el control, eso significa que hay una manera de poder entrar al imperio. Se acercan tiempos turbulentos con el cambio de poder e influencia en todos lados —explicó NamJoon mientras depositaba la carpeta abajo y cruzaba sus brazos a la altura de su pecho—. Es ahí donde tú entras.
—¿Yo?
—Sí, tú —afirmó el otro hombre con un asentimiento vigoroso —. Verás, tenemos una razón para creer que ellos empezarán a... interesarse en carne fresca. Habrá una purga que todos sabemos ocurrirá. Con todos estos cambios de poder, los viejos abrirán paso a los nuevos —. NamJoon pausó por un momento para ordenar sus ideas —. Tenemos el consejo de un informante. Están llevando muchachos, no viejos, no hombres de la mediana edad. Estamos hablando de sangre joven. Necesitas una nueva generación para que un imperio perdure.
—De acuerdo, pero ¿por qué yo? ¿Por qué no ese informante? ¿Por qué no pueden hacerlo ellos?
—Dos simples razones. Una —NamJoon levantó una mano con un dígito erguido —, están muy viejos y sus conexiones no son las mejores ahora. Los necesitamos exactamente como están, en lugar de que vayan más a fondo —. Irguió el segundo dígito, haciendo la seña de amor y paz —. Dos, son nuestro boleto para entrar. Por eso te necesitamos TaeHyung. Necesitamos a alguien que no pueda ser ligado al departamento en ningún momento.
—Pero tú eres más inteligente, sabes qué hacer si...
—Mierda TaeHyung, podré ser inteligente, pero tú también lo eres. Tus test de aptitudes están fuera de la tabla. Lo sé porque revisé los registros. Sí, soy inteligente, es por eso por lo que debo quedarme aquí, en la base. Tu habrías pensado en esta situación de cierta manera. No uses tu as cuando puedes dar un joker —. NamJoon se acercó y palmeó un costado de su cabeza —. Tú eres inteligente. Muy inteligente. Pero también eres un maldito buen mentiroso.
—Mentir sobre cosas infantiles de mierda es fácil, NamJoon —replicó TaeHyung y casi se quejó mientras hablaba —, esto no es algo infantil. Si digo o cometo un error puedo perder mi cabeza, y me gusta mi cabeza. Es una linda cabeza, si puedo alardear de eso.
—Estoy en el fondo, TaeHyung. Este departamento depende de mí, no puedo ir encubierto. Echaría a perder la operación. SungAh no puede, es mujer así que no puede intentar unirse. HoSeok tampoco, es como yo, es como un soldado no un espía. Él hace bien su trabajo, pero no es el indicado para este. DaeSu es muy viejo, YoungJae no puede lucir como un puto policía incluso si lo intenta.
TaeHyung se percató que había dicho todos los nombres del equipo excepto el de él. Ellos eran un pequeño grupo de policías, para las únicas veces que habían necesitado ser más había sido durante redadas. Es ahí cuando la unidad armada entra siguiendo a HoSeok. Fuera de eso no eran más que seis en el escuadrón y era lamentable si no fuera por la baja actividad criminal en la región. Había más arrestos para compradores que para vendedores, y obviamente para productores. La mayoría de todas las drogas que había eran mierdas importadas de Corea de Norte, China, Filipinas y más.
Cuando era difícil encontrar traficantes y productores no era como si se necesitara de más policías en el campo.
—TaeHyung, esta es el momento perfecto para infiltrarnos en Haedogje Pa. Ha sido toda una generación, no podemos perder esta oportunidad.
—Lo sé, lo sé —murmuró TaeHyung —. Sé que no, pero... ¿Yo? —. NamJoon mantuvo su mirada sobre él sin parpadear, rehusándose a echarse atrás —. No tengo siquiera experiencia práctica. ¿Qué diablos voy a hacer?
—Serás sometido a entrenamiento, TaeHyung —explicó mientras se cambiaba de posición en la mesa—. Más que nada cómo manejar armas de fuego, así como otras cosas. No vas a entrar sin saber nada. Estarás preparado. Tenemos tres meses para prepararnos. Mientras te vayamos metiendo, irás aprendiendo cada cosa de la chingada Haedogje Pa.
—Ya sé todo sobre ellos —dijo TaeHyung, a punto de dar una respuesta argumentativa —. Sé todo lo que necesito saber. No necesito más.
—No sabes todo, no aún —contestó NamJoon a la vez que se alejaba del escritorio —. La única manera de saber todo de Haedogje Pa —habló, poniendo su mano en el hombro de TaeHyung —, es unirse a Haedogje Pa.
TaeHyung no lo siguió con la mirada cuando se retiró de la estancia. Estaba muy ocupado viendo fijamente las carpetas dejadas en su escritorio. Estaban ahí, como una Caja de Pandora, esperando que él las abriera y viera su contenido. NamJoon sabía que no las ignoraría, porque él no evitaría querer comprobar la información. Para saber si estaba correcta y que no hubiera un ligero error. Esa era la razón por la que las dejó ahí, tentándolo. TaeHyung quería volver a sus asuntos en su laptop, escaneando numerosos correos y pretendiendo que nada de eso había pasado, aunque sabía que no lograría hacer eso.
No había retorno. Estaba acorralado y ni siquiera debía intentar retroceder.
TaeHyung suspiró y movió la bolsa de comida a un costado para así poder acercarse los archivos. Abrió el sobre delgado de color manila y sacó las fotografías que había, esparciéndolas por todo su escritorio. Las superficies brillantes reflejaban la luz del sol hacia él. Luego abrió el cajón de su escritorio y sacó un cuaderno bastante desgastado, cubierto con garabatos de tinta con páginas desgarradas y dobladas. En ese momento los demás archivos podrían esperar. TaeHyung quería hacer su propia investigación primero; empezando por identificar todos los hombres que podía en las fotografías. Después él trataría de descifrar qué estaba pasando.
Si nadie de su equipo podía predecir el futuro de Haedogje Pa, entonces él lo haría. Esa era la razón por la NamJoon dejó esos archivos y lo tomó como espía. Había predicho eso por sí mismo.
TaeHyung suspiró y se volvió para mirar todas las fotografías de su escritorio. Nadie le devolvía la mirada, todos fueron capturados mirando las calles o los relojes; los dedos presionados a los auriculares para que él pudiera ver los ondulados cables negros supuestamente escondidos en la camisa o chaquetas. Nadie destacó en particular. Había una alta probabilidad que fueran simples matones y nada más; guardaespaldas para el bebé heredero en su medio. TaeHyung apartó los ojos de un hombre calvo para mirar a JungKook: El Chico. Golpeó su pluma contra su cuaderno mientras lo veía fijamente.
Un nuevo jugador en el tablero de ajedrez, no un peón sino un rey. JungKook estaba limitado, incapaz de moverse a los alrededores o controlar varias franjas de su imperio. Aún estaba en manos de su padre; quien estaba en lo más cercano a ser la reina. La más poderosa pieza, pero no la más importante. Bueno, TaeHyung sabía ajedrez y eso significaba que él iba a ser una torre.
Había mucho trabajo que hacer y él sabía algo más también: necesitaría más café.
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TaeHyung sabía de Haedogje Pa. Estaba seguro de que cualquiera que trabajara en la policía sabía, incluso los que se encontraban en el gobierno y el sistema judicial. Siempre se referían a ellos como un cáncer que no desaparecía y parecía no querer hacerlo nunca. Estaban por encima de otro grupo criminal del país porque habían superado tal referencia. No había peleas callejeras ni luchas por el poder. Haedogje Pa era un imperio: el más grande y despiadado jamás monitoreado de todo Seúl. Todo el mundo sabía, pero nadie podía hacer algo para deshacerse de ellos.
El lema de Haedogje Pa era: Tienes el veneno, nosotros el antídoto.
El «veneno» se refería a muchas cosas. El grupo vendía una gran cantidad de drogas: marihuana y medicamentos como Valium y Xanax (que era lo suave); Yeba, metanfetamina, heroína y cocaína (lo más fuerte). Pero no sólo se dedicaban a la venta de drogas, aunque era su poderosa base. TaeHyung sabía que se fundó de drogas traídas de campos militares americanos a la población en general. Eso significaba que eran muy importantes en lo que respectaba a la cultura del imperio.
La segunda base, pero no la última, era la redde prostitución a lo largo del país. TaeHyung no quería decirlo de esa manerapuesto que daba a entender que Haedogje Pa tenía bajo su mando a trabajadoressexuales cuando en realidad eran esclavos sexuales. Pensar que los hombres ymujeres trabajaran en los circuitos disponibles estaba muy lejos de la realidadimpactante. Todos ellos eran drogadictos, inmigrantes, niños sin casa o personasdesesperadas. Con todos esos factores enjuego no se podía decir que eran trabajadores, más bien personas atrapadas bajosu control. Primero los adictos, luego los esclavos. Existían clubsclandestinos de striptease, burdeles, guaridas con todo tipo de mierda queTaeHyung podía imaginarse. SungAh había trabajado en desmantelar redes deprostitución abiertas antes de moverse a su actual puesto de trabajo, y élhabía escuchado historias; de las que deseó jamás haber oído.
Había más vicios que se intercalaban a estos dos: apuestas, pornografía, extorsión y más mierda. Estos eran igual de importantes, aunque se vieran como si fueran menores, ya que estos eran otro pilar que mantenía a Haedogje Pa fuerte e inquebrantable. Buscar una rendija en su armadura tomó años de trabajo, nunca hubo tiempo suficiente o fuerza tal para abrirse paso en la armadura. TaeHyung no era estúpido y sabía que un imperio no sólo se creaba con inteligencia o dinero. Requería poder e influencia, así como protección. Era consciente que Haedogje Pa tenía contactos con todo tipo de gente poderosa en el país. Habría desde políticos, Chaebol** y CEO, jueces y más; todos dispuestos a mantener los negocios fluyendo y riesgos menores. Eran el secreto a voces de Seúl, y ninguna cosa podía hacerse sin información.
Cuando se unió al departamento de narcóticos y sustancias ilegales supo inmediatamente qué era Haedogje Pa. Incluso en ese momento era difícil no ver que ese nombre resaltaba en todo aquello que se mirara. No había día que no se topara con ese grupo al menos unas diez veces. Con ellos controlando los criminales de Seúl, tenía sentido. No obstante, TaeHyung encontró algo mientras indagaba en las bases de datos. Ahí descubrió su formidable habilidad de memorizar rostros y nombres, pedazos de información; algo que no había hecho con anterioridad. Se había aprendido los miembros de alto rango casi como si fueran parientes suyos, para así poderlos conectar como una red. No se memorizaba simplemente un aspecto sino sistemas jerárquicos completos. TaeHyung nunca se había percatado de su excelente memoria visual, y fue cuando estaba clasificando archivos y actualizando bases de datos que su equipo se percató que era alguien útil. Él no era sólo el tipo tras el escritorio, sentado en su mesa con la laptop y un tarro de café. Él era más que eso.
Había sorprendido a NamJoon al grado de dejarlo mudo cuando dio el nombre de un miembro importante en medio de una conversación que había escuchado por casualidad. NamJoon y YoungJae estaban descifrando la información dada sobre un traficante descuidado llamado Oh, parados frente a un tablero de corcho justo al otro lado del departamento. TaeHyung los había escuchado preguntarse quién carajos asesinaría su propio traficante, cuando el nombre de Choi WooYoung escapó de sus labios sin titubeo. Tenía mucho sentido para él, puesto que había escuchado una grabación una hora antes con fecha de un mes antes, donde el hombre había comentado sus preocupaciones de las pérdidas de ganancias en un distrito; el mismo distrito en el cual Oh había estado trabajando en el último mes. Desde ahí, NamJoon y YoungJae unieron los puntos habiendo tenido el empuje inicial en la dirección correcta.
Esa podría considerarse la primera vez que TaeHyung había ocupado su memoria para ayudar en el proceso de alinear a sospechosos para arrestarlos. Pero no fue la última. No sabía por qué, pero había estado almacenando información de Haedogje Pa y así no necesitar de referencias de las bases de datos en varias ocasiones. SungAh alguna vez se refirió a él como un profesor, un experto en Haedogje Pa. DaeSu le dijo que debía conseguirse una vida.
Fue esa habilidad suya la que llamó la atención de NamJoon, obviamente. Si debía mandar a alguien como un agente encubierto a combate, ¿por qué no mejor mandar al tipo que sabe nombres, rostros y alianzas como si fuera parte del grupo?
Es así como terminó siendo echado del trabajo de escritorio para pasar a una serie de terribles y rigurosos entrenamientos para prepararlo. Es por ello de que a tan sólo una semana, sería lanzado a Haedogje Pa. También era la razón por la que se encontraba sentado en un café con su informante a mitad de camino en la capital y no en su escritorio.
—Bien —dijo Lim mientras habría la carpeta manila, esparciendo fotos a lo largo de la mesa; por sobre las marcas pegajosas de las tazas de café y las partículas de azúcar dispersas—. Repasemos esto una última vez, ¿de acuerdo?
TaeHyung no había conocido a Lim antes de ese plan. Siendo un informante tuvo que mantenerse alejado del departamento en todo momento, por lo que en ese momento TaeHyung poseía un nuevo teléfono y un nuevo juego de identificaciones falsas bajo su nombre. La primera vez que conoció a Lim se llevó la sorpresa de que no era lo que se había imaginado. TaeHyung esperó un hombre de mediana edad canoso, fuerte y musculoso en una calle vieja. No se esperó un hombre regordete con barba hasta en su papada, cabello largo y ligeramente despeinado. No obstante, ese hombre tenía indicios de que había hecho bien su trabajo. Primer punto, su rostro parecido a un pug con una nariz torcida en el puente por múltiples fracturas, y su barba no podía cubrir por completo la cicatriz en su pómulo.
Pero no sólo era su rostro, Lim se mostró de una manera que sudaba confianza e influencia. Su traje era de diseñador, el costoso reloj de muñeca Rolex dejándose ver entre el puño de la camisa cada que se acercaba para firmar papeles sobre su cuenta bancaria. Respiraba lenta y acompasadamente. Incluso parpadeaba como si estuviera cronometrado perfectamente. Mostraba un perfecto control y TaeHyung se encontró imitándolo durante sus reuniones. Lim era un informante; un espía, mejor dicho. Él vivía y respiraba la vida en Haedogje Pa y nunca perdió su papel ni una sola vez. Durante las reuniones era un gánster, no un policía. Al principio, TaeHyung se asustó por su forma brusca y directa de ser. Una vez cometió un error y el hombre tomó un cuchillo de la mesa para después enterrarlo enfrente de él. «Estás muerto», escupió Lim y él se dejó caer de bruces al suelo, siendo un completo desastre.
Todo lo que había dicho fue decir que Park WooBin era un traficante de metanfetamina. No, en realidad era Park WooYoung. Park WooBin tenía conexiones a clubs de striptease y era ciertamente un nombre que no podía decirse a la ligera a menos que quisiera hacer enojar a muchos tipos.
Cada vez que TaeHyung se equivocaba, Lim hacía lo mismo. Puñaladas cerca de su mano o pecho con un cuchillo para mantequilla; la presión de algo en su rodilla que pudo haber sido una pistola debajo de la mesa. Lim lo entrenó para tener miedo de cagarla y decir un nombre cualquiera o el costo de la marihuana, así que TaeHyung tuvo que aprender a pensar antes de hablar. Las respuestas no tenían que soltarse como si se tratara de un examen de escuela secundaria. Era mejor tomarse tres segundos para decir la respuesta correcta y mantenerse sereno, a decir algo incorrecto y potencialmente perder la cabeza.
«No se trata de ser perfecto», le dijo Lim. Se trataba de saber información para su propio beneficio. Entre más supiera, más fuerte sería. Esa era la razón de porqué fue entrenado de esa manera. El conocimiento es poder, y todo miembro en Haedogje Pa tenía poder.
—Esto será bastante fácil —explicó Lim, acomodando las hojas como si se trataran de cartas—. Has conocido a un par de ellos. Si no los conoces, no voy a "jugar" a apuñalarte, te voy a atravesar como un jodido cerdo asado.
—El apoyo se aprecia, como siempre —murmuró TaeHyung mientras le veía terminar de esparcir las fotografías.
Lim no sólo le enseñó cómo manejar la presión de pensar rápidamente, sino también se aseguró de que fuera visto en su compañía por otros miembros de menor rango. TaeHyung simplemente no podía aparecer de la nada. Tuvo que aprender a permanecer relajado en todo momento. Su guardarropa ya no estaba lleno de ropa casual y un puñado de camisas y pantalones de vestir que necesitaba para su trabajo en la oficina. No, todo aquello había sido reemplazado por trajes. No de diseñador, aún no, pero de mejor calidad y acorde a su talla. Tenía que ver ambas partes: la moda y cómo asirse de ella. TaeHyung pasó muchas tardes frente a su espejo arremangándose los puños y tratando parecer como si perteneciera a un traje; casi como si fuera una segunda piel. Fue difícil, pero llegó a un punto donde se sentía un poco más confiado en sí mismo.
La mayor parte se debía a que había estado en una misma habitación con varios otros gánsteres, aparte de Lim, y seguía respirando.
Aquellas reuniones habían sido un infierno absoluto para él. TaeHyung había pasado las primeras reuniones convencido de que lo jodería y diría algo erróneo. Incluso cuando no había sido el centro de atención había estado aterrorizado. Él estaba ahí, sentado a un costado de Lim, siendo un testigo silencioso de los tratos que se estaban realizando. Había presenciado sobornos para las elecciones del gobierno local, así como el traslado de un Fiscal de distrito y el procedimiento de propiedad ilegal. Ésa era la entrada de Lim a Haedogje Pa, y eso implicaba que TaeHyung permaneciera alerta en todas las pequeñas reuniones. Siempre en público, pero en lugares que sabía pertenecían a la mafia. Cafeterías que siempre estaban llenas con hombres en traje y mujeres que parecían escoltas, restaurantes con gorilas en las puertas. Una vez fue arrastrado a un club de striptease clandestino a una habitación trasera para un trato. El bajo retumbó con la fuerza suficiente como para que se sintiera como un latido de corazón. Como si el trato no hubiese sido lo suficientemente estresante, ver mujeres y hombres desnudos haciendo torsiones de pole dance y en los mostradores pulidos, no había ayudado a alivianar la sensación.
Pero todo esto había logrado que obtuviera la atención de un miembro. Uno muy importante. Su nombre era Nam, un desconocido para TaeHyung, pero le había visto cerca de El Chico y eso significaba algo. Nam se había dirigido a él como un subordinado, preguntándole a Lim porqué estaba en la reunión. Así que Lim respondió que él era un tributo para Haedogje Pa, un nuevo recluta dispuesto a serlo. Desde las sombras, Nam lo había estudiado atentamente, todos los negocios de repente fueron olvidados gracias a él.
Entonces Nam se giró hacia uno de sus lacayos sonriendo y TaeHyung logró oírlo decir: «Él lo amará, ¿no? Sólo mírale la cara». TaeHyung no supo a quién se refería exactamente.
Sí, las reuniones en esos casi tres meses habían sido infernales. Sus miedos de cagarla habían sido infundados. No lo había hecho, pero casi vomitó todo en el váter poco después de que había terminado, para su alivio, lo que había causado sus náuseas.
—Bien, muéstrame, niño —dijo Lim mientras se sentaba en su silla y alzaba los brazos, extendiéndolos en un gesto casual, una especie de: «Muéstrame lo que puedes hacer». Así que TaeHyung se inclinó, tomándose un segundo para mirar las fotografías.
—Nam —dijo, señalando con su índice.
—¿Quién es él? Vamos, más rápido.
—Proveedor de "piel". Obtiene chicas y chicos de Laos, todos preadolescentes. No trata con adultos. Dueño de Blue en Gangnam-gu. El club es una inversión, todo el dinero ganado va a su bolsillo y no Haedogje Pa. Es por eso que Choi SooYoung —apuntó otra fotografía —, tiene un puto chip en su hombro.
—¿Por qué?
—Porque Choi se cree un filántropo. Dona ganancias a refugios de personas sin hogar en Dobong-gu. Choi predica que Haedogje Pa deben parecer guardianes en sus respectivos distritos: cuidar a la gente y mantenerlos en la "zona de ganancias". A Nam le importa una mierda. Por meses han estado uno sobre el otro. Nunca los verás juntos.
—¿Qué hace Choi SooYoung?
—Un jodido estafador hipócrita —. TaeHyung dirigió su mano hasta otra fotografía, tamborileando sus dedos en el mentón del tipo —. Bae GooHee
—Maldito imbécil sonriente. Dame datos.
—Traficante de armas. Generalmente trafica armas de mano, pero puede conseguir cualquier otra cuando sea necesario. En su mayoría chinas; ya sabes, producción en masa. Obtiene cargamentos raros de Rusia, pero más que nada de China o Vietnam —. Lim asintió, demostrando que aprobaba lo que estaba escuchando —. Bae es un hijo de puta. No lo cabrees. Es muy respetado y nunca lo mires a los ojos, sólo ponte de rodillas.
—Ese hijo de puta ni pestañeó cuando me cortó —murmuró Lim. TaeHyung pausó para mirar al hombre por un segundo antes de acomodarse en su asiento.
—Bae tiene las conexiones más fuertes con El Chico...
—No, no lo llames así. Eso está mal, también... —. Lim agitó su mano en vez de tomar un cuchillo como siempre —. Llámalo por su título o lo harás enfadar. No importa cómo otros lo llamen, tú llámalo Amo.
—... con el Amo Jeon —continuó Taehyung —. Él va a permanecer en el poder porque tiene demasiado. No puedes deshacerte de él, es una amenaza.
—Así que los otros son peones, eh.
—No, no todos —. Señaló otra fotografía —. Kim JinWoo. Chico lindo. Hijo del antiguo socio de Jeon, Kim JinTae. Dueño del casino Gold Monkey en Singapur. Probablemente uno de los pilares más fuertes del extranjero que Haedogje Pa tiene a su disposición. Estuvo apegado al Amo Jeon desde niños, pero...
—¿Pero?
—Corren rumores que el Amo Jeon y Kim juegan sucio entre ellos. Algo tiene que ver la religión. Kim es conocido por lo que ellos llaman... Imbécil de la Biblia, y no le gusta el comportamiento de Jeon.
—Si tan sólo supiéramos qué hace de mal —dijo Lim mientras se cruzaba de brazos sobre la mesa —, pero sigue siendo un maldito secreto.
—Es ahí donde entro —agregó TaeHyung sin querer sonar arrogante, pero incapaz de detener su lengua.
—Kim, sólo tengo una cosa que decirte —habló Lim, endureciendo su expresión. TaeHyung tuvo que detener el impulso de tragar. Después de unos segundos de silencio el hombre se soltó a reír casi provocando que saltara debido a la sorpresa —. ¡Estás loco! Pero me agradas. Debes estar realmente mal de la cabeza como para aceptar hacer esto.
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Aprenderse las entradas y salidas, no fue lo único que TaeHyung tuvo que hacer en esos tres meses. Fue forzado a meterse a un gimnasio, gracias a HoSeok, quien también estaba a cargo de disciplinarlo. El otro oficial se apresuró en prepararle física y mentalmente para que pareciera que no tenía mucho tiempo de haber terminado su servicio militar antes de trabajar para Lim. Esa era una fortaleza para el informante, haber realizado servicio militar implicaba que era un hombre que seguía órdenes. TaeHyung pasó la mayoría del tiempo tratando de hacerles ver que no era el indicado para la tarea. Pero después de un mes estando bajo el infierno de HoSeok, empezó a acostumbrarse. Decir que lo disfrutó era una vil mentira, pero no negaba que se sentía con una mejor condición para realizar el reto.
HoSeok no sólo lo instruyó para que estuviera en forma. No, también fue el responsable de enseñarle a usar un arma de fuego; tal y como NamJoon le había dicho que lo haría. Era una habilidad que TaeHyung pensó debía tener, pero que deseó nunca haberla aprendido. Sabía que los hombres de Haedogje Pa más importantes cargaba fuego. Necesitaba saber sobre armas, aunque se asustó cuando HoSeok puso una en su mano. No obstante, empezó a entender y aceptar su utilidad mucho mejor después.
TaeHyung se percató que su miedo inicial hacia las armas era infundado. Después de manejar una pistola, de aprender a desmontarla y limpiarla, quitar el seguro y cómo reemplazar cartuchos, descubrió que su miedo había sido erróneo. No debía tenerle miedo al arma en sí, sino a quien la empuñara.
Haedogje Pa no era como HoSeok, no sería igual usar una pistola en la realidad. TaeHyung las vería en fundas, metidas en la cinturilla de los pantalones. Podría ver pistolas como un cubierto más en las mesas. Si veía a alguien siendo perseguido lo más seguro es que terminaría muerto, y también significaba que él no quería estar nunca del lado del cañón.
Así como Lim le interrogó una y otra vez para asegurarse que recordaría nombres y rostros importantes, HoSeok lo sometió a aprenderse los mecanismos de una pistola cada vez que entraban a la zona de tiro. No una de policía, sino una zona que poseía una compañía de seguridad. TaeHyung ya sabía todas sus partes, había estado armando y desarmando las pistolas de práctica cada maldito día durante tres meses. Sin embargo, HoSeok aún le pedía hacerlo, por ser un procedimiento estándar. TaeHyung sabía que el constante manejo de un arma resultaría en memoria muscular. Podría realizarlo de forma segura y recargar sin nada más que una mirada rápida y movimientos ágiles de sus dedos. HoSeok le había estado poniendo contra reloj terminando con que podría recargar en tres segundos si tenía un cartucho cerca. Pero eso seguía siendo demasiado tiempo para TaeHyung. Durante esos tres segundos él había contenido su respiración e imaginando cuántas balas podrían volar en ese momento.
El campo de tiro estaba vacío, salvo por ellos. Ambos estaban parados en la cabina más alejada de la entrada. Las cabinas estaban lejos del campo por un largo trecho, cada cabina separada por una pared de concreto respectivamente. En el techo del campo había poleas controladas por un botón en la pared de las cabinas. Al final del campo se encontraba un objetivo de papel.
—¿Ves esto? ¿Qué es? —preguntó HoSeok mientras señalaba al mecanismo deslizante justo encima del gatillo a un costado. A un lado, en el mostrador, había varios cartuchos con balas de salva y equipo para limpiar. TaeHyung observó el arma por un momento antes de mirar a HoSeok.
—Seguro. Si este —interrumpió TaeHyung antes de que le preguntara —está abajo, es seguro. Si está hacia arriba, no. También debería haber un ligero destello rojo en el mecanismo de seguridad, pero como si tuviera tiempo para checar la maldita cosa.
—Divertido —dijo HoSeok con una sonrisa —. ¿Debería estar asustado por cómo estás impasible ante las armas ahora? ¿O preocupado?
—Aún sigo jodidamente aterrado de ellas —argumentó TaeHyung mientras miraba la pistola —. La práctica de tiro es una cosa, disparar a personas es otra. Puedes enseñarme esto, pero no puedes enseñarme cuán afectado vaya a estar por eso.
—Bueno, he disparado a personas antes. Disparos para neutralizar no para matar, pero aún se siente nefasto, Tae, porque debe sentirse de esa manera. Lo que debes recordar es que se te enseñó para defenderte. Si tienes que disparar a alguien, entonces lo harás —. HoSeok deslizó el seguro en la pistola cargada —. Ellos no se detendrán. Eres tú o ellos.
—¿Crees que conseguiré un arma? —interrogó TaeHyung mientras tomaba la pistola. HoSeok lo miró manipulándola, sacando el cartucho para introducir otras balas de salva en la hendidura del fondo. El cartucho se introdujo con un chasquido —. ¿Crees que van a confiar en mí lo suficiente para darme una?
—Creo que conseguirás estar lo más cerca de El Chico y obtendrás una —explicó HoSeok, con los brazos cruzados a la altura de su pecho —. No se te permitirá entrar a ciertos lugares sin una. Entre más cerca estés de la cima, más mierda peligrosa habrá. Todos sus hombres, los que ves con él, tienen una. Tienen putos permisos para llevar personal de seguridad. No puedes detenerlos, eso lo sé. Por la manera en la que caminan, en la que se trasladan: pistolera de axila.
—Tú y NamJoon, carajo, todos creen que me acercaré a él. ¿Qué si no? ¿Qué pasa si caigo en el primer obstáculo?
—Eso no va a pasar, Tae, deja de actuar como un gilipollas —murmuró HoSeok mientras ponía sus auriculares en su lugar. TaeHyung le miró por un momento y vio que su expresión estaba completamente seria. No se estaba riendo ni bromeando. No, con tan sólo verlo era fácil creer que estaba diciendo la verdad. Si tan sólo pudiera creerlo —. Esta vez son tiros para matar, ¿de acuerdo?
—Sí, claro —dijo a la vez que levantaba la mano y se acomodaba los auriculares. Era extraño, el súbito sonido sordo, los auriculares podían disminuir el volumen a uno razonable y no bloquearlo por completo. Deslizó el seguro y levantó la pistola. A un costado, HoSeok deslizó un nuevo objetivo de papel en el gancho y luego presionó el botón de la pared. La máquina dio un puntapié con un débil sonido vibratorio al transportar el objetivo a la distancia designada; volviéndose una diana***.
TaeHyung respiró hondo como le habían aconsejado y dejarlo salir lentamente antes de presionar el gatillo. La pistola rebotó en su mano como siempre, el golpe sordo del retroceso. Pero estaba seguro había mejorado. Quizás se trataba de un optimismo tonto, pero así se sentía. Después de todo, logró mantener sus brazos derechos y estables con cada tirón del gatillo, sin presentar dolor en su hombro al finalizar. Eso tenía que significar que estaba mejorando o algo.
Cuando no hubo más que un clic seco para indicar que el cartucho estaba vacío, bajó sus brazos y respiró de nuevo. Se quitó los auriculares y HoSeok presionó el botón para poder recoger el objetivo. TaeHyung puso el arma en el mostrador y flexionó los dedos.
—Veamos...
HoSeok sacó la hoja y la sostuvo. Podían ver que los agujeros estaban limpios.
—Estómago, dos disparos. Herida, quizás la suficiente para tirar a un hombre, pero hay que trabajar en ello. Disparo en pecho, bueno, justo en el centro —. TaeHyung se mordió su labio al ver el agujero en el hombro, sabiendo que ese era un error —. Golpea cerca de una arteria y estará bien, pero los disparos en hombro son para desarmar, no matar —. HoSeok dejó de hablar y ambos miraron los dos perfectos agujeros en la cabeza del objetivo —. Ambos excelentes disparos, pero recuerda...
—Los disparos en la cabeza son difíciles en objetivos en movimiento y áreas pequeñas —repitió TaeHyung como un niño de primaria.
—Exacto, así que tenemos que mejorar esos disparos en el estómago —continuó HoSeok colocando la hoja abajo —. Quiero ver al menos cinco disparos en el pecho antes de terminar hoy.
—Mierda —gimió TaeHyung a la vez que el otro cogía una nueva hoja y la colocaba en el gancho —. HoSeok, hazle un favor a Haedogje Pa y mátame ahora.
~+~+~+~
Era un día antes de irse con Lim en la tan esperada fecha de infiltración cuando TaeHyung se encontró frente a la puerta del departamento de NamJoon. No sabía con exactitud qué hacía parado en el estrecho pasillo, mirando el sistema de seguridad en lugar de presionar el timbre para entrar. Una voz en el fondo de su mente le dijo que era demasiado tarde para esto. El tiempo en el sistema le dijo que eran casi las once de la noche y aun así ahí estaba, estático en ese lugar. Él simplemente podía girarse y retirarse, pero no. TaeHyung sabía la razón de por qué no y era bastante simple.
Estaba aterrorizado y no podía encarar la idea de viajar a través de la capital para entrar al territorio de Haedogje Pa sin antes hablar con NamJoon por lo menos una última vez. Esa era la razón de estar ahí parado con la mano sobre el timbre y con su cerebro lleno de pensamientos frenéticos. Sintió la necesidad urgente de morderse el labio y antes de poder hacerlo, presionó el botón.
—NamJoon soy yo, Tae —dijo, inclinándose para hablar sobre la bocina —. Necesito hablar.
TaeHyung dejó el botón y se echó hacia atrás, dejando escapar un suspiro profundo. Se frotó los ojos con sus dedos enrollados. Estaba cansado, muy cansado. Toda la mañana había estado en el gimnasio y por la tarde en una reunión. TaeHyung había visto a Nam otra vez, esa mierda molesta, y una vez le escuchó hablar de él abiertamente como si se tratara de un objeto. No le había gustado, le hizo sentir incómodo, pero sus palabras sugerían que podía tener una oportunidad por la cual luchar después de todo. El resto de la tarde había memorizado información de último minuto y había practicado en la zona de tiro solo porque HoSeok había estado coordinando una redada.
Esoera todo. Tres meses había llegado finalmente a su clímax, y TaeHyung estabaatemorizado.
Después de quizás diez segundos de silencio, escuchó algo al otro lado de la puerta. Pisadas. Entonces la puerta se deslizó hacia adentro y NamJoon estaba apoyado en el marco de la puerta. El hombre seguía vistiendo ropas de trabajo y parecía que seguía trabajando. La camisa estaba arrugada, sin fajar y su cabello parecía un poco más desordenado que de costumbre.
—No deberías estar aquí, TaeHyung. Deberías estar descansando antes del Día D —explicó NamJoon mientras estudiaba su rostro.
—Lo sé, lo sé, lo haré enseguida, solo... necesito hablar —replicó TaeHyung, dejando caer su mano a un costado y mirando hacia cualquier otro lugar menos su rostro. Le tomó un momento reaccionar, pero NamJoon se apartó para permitirle pasar —. Es sobre el Día D.
—Me imagino.
TaeHyung miró por encima el apartamento antes de decidir quedarse junto a la puerta. No tenía que quitarse los zapatos y entrar, sólo necesitaba sacar toda esa carga que había en su pecho. Respiró hondo y lo dejó salir lentamente, detectando el inconfundible aroma de jajangmyeon desde la amplia habitación. Sí, parecía que NamJoon seguía trabajando, comiendo comida preparada para ahorrarse tener que cocinar.
—¿NamJoon?
—¿Sí? —preguntó, en el mismo lugar que TaeHyung, notando que no se movería.
—¿Crees... crees que puedo hacerlo? —interrogó TaeHyung, tratando de no tartamudear como lo había hecho —. Es decir, sé honesto conmigo. ¿Crees que puedo hacer esto sin joderlo? Porque sigo escuchando por parte del equipo que puedo, que puedo hacerlo, pero yo no sé. Necesito escucharlo de ti, hermano. ¿Crees que puedo hacerlo?
NamJoon no respondió al instante, no le dio una respuesta directa y casi espontánea. TaeHyung agradeció esto, porque escuchar las palabras «Sí, tú puedes» sin la más mínima consideración, no lo consolaba. Él necesitaba saber que realmente estaban meditando su pregunta. Sopesando pros y contras de todo. Así que cuando el otro calló y no habló, TaeHyung sintió algo cercano al alivio. Después de quizás un minuto de denso silencio, NamJoon se movió para pararse frente a él.
—Pienso que... —dijo, colocando sus manos en los hombros ajenos. Sus palmas estaban calientes y el peso era reconfortante — tenemos una oportunidad en esto y tú... tú eres quien nos llevará al éxito. No voy a decir que podrás hacerlo, porque no lo sé. No te voy a mentir ni dar un consuelo de mierda falso. Quiero ser honesto.
—Eso es todo lo que quiero escuchar —aceptó TaeHyung con un asentimiento —. Se directo.
—Creo que no pudimos escoger a la mejor persona para esto, TaeHyung. He confiado en ti, y sabes que no suelo confiar en la gente con un alto nivel de responsabilidad. No porque piense que la van a cagar, sino porque prefiero asumir los riesgos yo mismo. No puedo hacer eso, por ello he depositado toda mi confianza en ti.
—No quiero decepcionar al equipo —explicó TaeHyung en voz baja. No era como si tuviera que vivir con eso después de todo. No, si lo llegaba a joder, estaría muerto mucho antes de que el equipo se diera cuenta. Pero saber que joderlo afectaría muchísimo al equipo después de su muerte era lo que más le asustaba. La muerte era aterradora, pero dejar un legado de fracaso atrás... No, gracias.
—TaeHyung, deja de pensar en el equipo. De hecho, no pienses en nosotros en absoluto. No seremos más un equipo mañana. Pensar en el mundo exterior es arriesgado. En este momento eres tú. Eso es todo, tú eres todo lo que importa. ¿Sí? —. TaeHyung asintió, demostrando que entendía —. Las cosas van a ... ser putamente aterradoras. No te voy a mentir. Desmantelé un grupo una vez, no es gracioso ni fácil. Verás cosas y escucharás otras que te van a joder. Pero eres fuerte, sí, puedes manejar esta mierda.
—¿Tuviste que hacer alguna mierda?
NamJoon retiró sus manos de los hombros ajenos y llevarlas hasta la pretina. TaeHyung vio cómo levantaba su camisa dejando ver su abdomen. Vio la inconfundible marca de una cicatriz que se extendía desde el hueso de su cadera hasta su costado.
—Estuve un año en Kowloon —explicó NamJoon —. Jodiendo un proveedor de heroína que estaba traficando al país. Fui uno de los muchos novatos enviados allí. Yo lo logré, pero supe de algunos que no —. TaeHyung miró la cicatriz e intentó imaginarse qué pudo haberla ocasionado —. No puedes poner en palabras la mierda que ves. No hablo sólo de muerte. Hablo de la pobreza, desesperación, codicia, verdaderos horrores. Fui un adicto a la heroína.
TaeHyung levantó la mirada tan rápido que sintió sus ojos enrollarse en su cráneo. ¿Heroína? Supo de algunos agentes encubiertos que tuvieron que lidiar con el abuso de las drogas para asegurarse de mantener la fachada. ¿Pero heroína? Fue suficiente para hacer que su piel se enfriara pensando en eso. Viendo a NamJoon, no miraba como otro oficial. Miraba como un veterano. Veía a un hombre joven que había servido a su país y no había recibido una medalla ni las felicitaciones.
—Sí, ese tipo de mierda te ensucia. Una parte de mí se siente que nunca más volveré a ser el mismo, se siente afligido. Pero hice algo bueno. Para mí, eso hace que lo que pasé signifique algo.
—Dios mío, NamJoon.
—Hice algunas mierdas, y tendrás que hacerlo también. Porque esa es la manera en la que sobrevives —dijo NamJoon dejando caer su camisa —. Pero debes saber algo TaeHyung, que no importa lo que hagas, seguirás siendo uno de los buenos.
—¿Uno... uno de los buenos?
—Sí, tú vas a destruirlos. No eres parte de Haedogje Pa. Eres su enemigo y los vas a destruir.
—¿Puedo seguir siendo de los buenos si yo... si yo hago cosas malas, NamJoon? —inquirió TaeHyung, mordiéndose su labio inferior.
—¿Crees que soy uno de los buenos? —preguntó NamJoon, y Tae asintió diciéndole que lo era —. ¿Incluso después de saber que hice cosas que me atormentan y me despiertan por las noches?
—Sí, porque te conozco y sé que eres bueno.
—En ese caso, también te conozco TaeHyung y sé que eres uno de los buenos. No importa que pase, sé que no permitirás que esa mierda te destruya.
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*Se refiere a trasladarse a otro sector del departamento.
**Chaebol es un conglomerado empresarial de Corea del Sur. Básicamente se trata de un conjunto de empresas que tienen una serie de negocios cada una, no necesariamente relacionados entre sí.
***Diana = objetivo. Característica de la arquería.
Ali llegó con el primer cap de oC :'3 Lamento la tardanza... mi beta... bueno ^^U
Espero les haya gustado. Ya estoy trabajando en el segundo cap *U* a bdsjbehja
Bueno, me voy porque vine de rápido~
Cuídense~
AliPon fuera~*~*
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