Décima Llamada. Un Gusto Culposo
holo!! qué tal el frío?? xD ando bastante activa escribiendo ahora que tengo tiempo, así que quise aprovechar oara traerles un nuevo capítulo. Que lo disfruten!!
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Décima Llamada. Un Gusto Culposo
Inhaló profundo unas cuantas veces antes de abrir los ojos. Le tomó un tiempo aclarar su vista, pero cuando lo hizo notó que no estaba en su cama; ni siquiera en su departamento. Law se enderezó en la cama y se llevó una mano a la frente tratando de recordar, mas al hacerlo un paño húmedo cuidadosamente doblado resbaló de su frente. Ah, ya recordaba. Había ido a buscar al pecoso porque no respondía sus mensajes y ahora estaba ahí, en el que seguramente era el departamento de Ace tras sucumbir por la fiebre. Los finos labios de Law se curvearon en una sonrisa al verse en la misma cama donde Ace solía dormir, arropado con las mismas sábanas tocaban su cuerpo y mirando todo lo que él veía al despertar. Le encantaba cuando las cosas salían justo como las planeaba.
Dejó el trapo húmedo a un lado y se giró boca abajo para hundir su rostro en la regordeta almohada y aspirar hasta que sus pulmones se llenaron; además del ligero aroma a jabón también estaba presente un aroma más masculino. El aroma de Ace...el exquisito perfume de su amado se impregnaba en él a cada momento, acariciando su piel y desnudándole el alma.
Fue un ligero chasquido no muy lejos de él lo que le puso en alerta de nuevo. Permaneció boca abajo, atento al ruido a su alrededor... el chirrido de una puerta al ser abierta y posteriormente cerrada, el sonido de unos pasos acercándose, un suave gruñido de molestia. Law se atrevió a girarse un poco, logrando apenas distinguir algo por el rabillo del ojo. Ace acababa de dejar un vaso con agua sobre el velador junto a la cama y ahora leía la parte posterior de una caja de medicamento. La letra debía ser muy pequeña pues frunció el entrecejo y acercó más la cajita a su rostro, forzando un poco su vista para leerla.
- no te muevas tanto- al parecer ese reclamo era para él, pues Ace no dejaba de mirarlo con enfado. Los potentes latidos de su corazón hicieron brincar el pecho del médico cuando Ace se inclinó sobre la cama, apoyándose un poco sobre sus costillas mientras intentaba alcanzar el paño húmedo con el otro brazo. No podía soportar tener al pecoso cerca sin que sus sentidos se elevaran al máximo; empezó a trasudar frío y sus ansias crecieron hasta que ya no pudo controlarlo.
Fue un movimiento rápido. Sujetó el brazo del otro y giró su cuerpo hasta someterle contra el colchón. Antes que Ace pudiera reaccionar, se puso de rodillas junto a él, y sin soltar el brazo que tenía apresado, lo besó. Las quejas del pecoso se ahogaban entre sus bocas. A pesar de que el pecoso pataleaba y retorcerse, Law no tuvo problemas en adentrarse a la boca ajena; de hecho el beso no se sentía tan forzado como el de la tienda de cómics. No hubo mordidas y mucho menos maldiciones, sólo el roce de ambas lenguas mientras intercambiaban salivas.
No iba a desaprovechar la oportunidad que el destino amigablemente le tendía. Le saboreó sin miramientos, tomando todo lo que Ace le ofrecía; su calor, sus caricias... esa tibia saliva con un delicioso dulzor adictivo. Pero no podía conformarse con un beso. Sus labios dejaron de torturar los de Ace para repartir besos por todo su rostro para ir bajando a la clavícula; ¡Qué maravillosa sensación tenía su piel! Tan tersa y sensible que se erizaba al más mínimo contacto ajeno, se notaba a millas de distancia que era una zona demasiado sensible para él. Ansiaba morderle hasta dejarle bien marcados sus dientes para que cuando se viera al espejo, lo recordara sin excepción
- la policía...- el murmullo del pecoso detuvo sus intenciones de enterrar los dientes en su suave carne- llamé a la policía... deberías irte ahora...- ante tales palabras, el médico se irguió para buscar la mirada del otro
- no mientas- sonrió. No sólo su mirada vidriosa evitaba la suya; la forma en que sus hombros permanecían tensos y ese tono tan bajo al hablar indicaban que sus palabras no eran ciertas. Hundiéndose de nuevo entre su cuello, el médico volvió a recorrer la zona, esta vez usando solo la lengua, como si su saliva preparara el terreno antes de morderle.
Sin embargo, sus intenciones fueron interrumpidas por tres golpes en la puerta principal. Law miró instintivamente en dirección al ruido, ¿Se equivocó al leer los movimientos de Ace? ¿De verdad llamó a la policía?
- Ace, te he dicho miles de veces que no dejes la puerta abierta- el regaño de una voz grave fue acompañada del sonido de la puerta al abrirse. Alguien acababa de entrar
- Smoker...- al escuchar el nombre de bombero toda la fuerza con que sostenía al pecoso menguó, permitiéndole escaparse. Le vio correr a la entrada para intentar cerrar la puerta, pero por alguna razón no podía. Si de verdad Ace había llamado al peliblanco para que lo sacara de ahí, ¿por qué intentaba protegerle?
No acababa de comprender las acciones de Ace, pero ya que parecía querer ayudarlo, tenía que hacer su parte. Se deslizó del colchón hacia el suelo y rodó hasta esconderse debajo de la cama. Las bolas de ropa y envoltorios de comida chatarra le ayudaron a esconderse, por lo que sólo le quedaba escuchar cuando el bombero entró a la habitación.
- ah, aquí estabas- desde su posición, lo único que el médico alcanzaba a ver eran dos pares de pies deambulando por todas partes- ¿Ace? ¿qué es...?- el mayor se acercó a la cama, tanto que pudo ver la marca de los zapatos que usaba. Parecían demasiado elegantes para un bombero en servicio
- puedo explicarlo Smoker. Yo...
- ¿estás enfermo?- oh, era verdad. Había una caja de medicamento y una compresa sobre la cama, sin mencionar que el cubre bocas que llevaba ese día debía estar botado en alguna parte; era natural pensar que el pecoso había enfermado- ¿por qué no mencionaste nada esta mañana?
- umm... yo...
- tienes la cara muy roja- Law sintió un poco de pena ajena; si el bombero supiera por qué Ace tenía esa cara no estaría tan preocupado- si te sentías enfermo debiste decirme, pudimos posponer la cita. Anda, toma el medicamento y vuelve a la cama, te haré algo de cenar- el mayor volvió a salir de la habitación, cerrando la puerta
Una vez estuvieron los dos solamente, Law de su escondite, sacudiéndose un poco el polvo que logró pegársele en la ropa. Sus ojos se fijaron en Ace y en la expresión de miedo que llevaba en el rostro, ¿Tan aterrador se veía cuando estaba enfadado?
- ¡Smoker!- el pecoso pareció querer salir huyendo, pero no lo hizo. Se asomó desde la puerta sólo lo necesario, como si todavía no quisiera que descubrieran a su extraño invitado- yo... no hice las compras esta tarde...
- ¿pedimos comida rápida entonces?
- preferiría algo hecho por ti, no importa que sea sencillo
- iré a la tienda entonces. Quiero verte en cama cuando regrese- le "amenazó" Smoker antes de salir.
Debía felicitar a Ace, logró sacar al bombero del departamento antes de darle siquiera la oportunidad de apuñalarle con la jeringuilla usada que llevaba en el bolsillo. Además acababa de regalarle el momento perfecto para escaparse sin ser descubierto... su pecoso era astuto, pero no sabía mentir.
Llevaba tanto tiempo aprendiendo de la voz de Ace que para él era sencillo saber cuándo estaba mintiendo. Sin embargo, ese bombero ni siquiera se daba cuenta de las mentiras, el nerviosismo o el terror que reflejaban los gestos de su pareja... Smoker no merecía a Ace.
- tardará unos diez minutos, así que mejor márchate- el pecoso dio unos pasos a un costado para dejarle espacio en la puerta. Law tan sólo comenzó a caminar, quizá de una manera intimidante, pues Ace apretó tan fuerte sus párpados que sus líneas de expresión rebotaron en su cara.
Law nunca podría dañarle. Al estar junto a él tan sólo le regaló un beso en la mejilla y salió del departamento silenciosamente, no sin antes llevarse un pequeño recuerdo que recogió cerca de la entrada sin que el pecoso se percatara.
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A la mañana siguiente cualquier síntoma de enfermedad había desaparecido del sistema de Law, pero el cansancio y el mal humor todavía se reflejaban en sus gestos. Bastó una buena ducha caliente para relajarse e ir al hospital a cumplir sus obligaciones como médico interno. Nada más al llegar pudo ver lo pesada que fue la noche para todos; si hasta las ojeras de los médicos titulares eran más grandes que las propias, eso normalmente pasaba los fines de semana, cuando jóvenes imprudentes salían en la noche a causar problemas.
- ey, Law- escuchó a alguien llamarle, deteniéndole en ese mismo momento. Penguin le alcanzó tras unos cuantos pasos y juntos siguieron caminando- luces enfadado, ¿pasó algo ayer?- a pesar que el moreno no era muy expresivo, Penguin había recibido buenos consejos de Shachi para comprender su estado de ánimo- ¿o es que no pasó nada lo que te molesta?- ya muchos en el hospital habían notado el repentino cambio de actitud del moreno y se rumoraba que se debía a una pareja
- cállate Penguin- ya habían llegado a la sala de residentes, donde estaban algunos lockers metálicos para guardar sus objetos personales. El locker de Law se presumía como el más ordenado del hospital a excepción de últimas fechas. Aunque no había suciedad y en sí no estaba desordenado, algunas libretas desgastadas comenzaban a apilarse en él, dándole un aspecto un tanto descuidado. Esquivando la pequeña torre de libretas, Law tomó su bata blanca para ponérsela junto con su gafete
- por cierto Law- de pronto el tono del otro se volvió un poco más áspero- ayer desaparecieron un par de ampolletas de una vacuna para el resfriado en el área de medicina preventiva- Penguin trató de sonar "casual" sin lograrlo, pues ya se habían revisado las cámaras de seguridad y el único en entrar a esa área el día anterior fue el moreno- ¿no habrás visto si...?
- fui yo- de hecho Penguin se sorprendió que admitiera su culpa tan pronto- necesitaba algunas referencias para una investigación del instituto, así que entré a medicina preventiva sin avisarle a nadie y las tiré por accidente. Creí que nadie lo notaría
- realmente debes estar enamorado- murmuró aquello sin la intención que el otro lo escuchara- un accidente así es muy riesgoso, ¿lo recuerdas Law? Puedes contaminar otras muestras o...
- sí, lo entiendo. Aceptaré cualquier castigo por mi error
- no lo llamaría castigo, pero...- la mirada de Law a veces le causaba escalofríos, sobre todo cuando estaba imbuida en determinación como en esos momentos- sé que mañana debes asistir a clases, pero ¿te importaría ayudar en el turno nocturno? Anoche tuvimos varios incidentes y algunos de nuestros médicos necesitan descanso, serías de gran ayuda. No harías nada complicado y tampoco sería un turno completo, sólo cubrirías hasta las dos de la mañana
- de acuerdo- no iba a negar que lo merecía. Robar un par de vacunas para el resfriado para su egoísta uso personal no era nada ético, y mucho menos lo era mentir, así que por esta ocasión aceptaría las consecuencias de buena manera.
El turno de Law en el hospital terminó a las seis de la tarde, dándole tiempo de regresar a su departamento por algunas cosas, comer algo y regresar justo a las ocho de la noche. Penguin no estaba ahí, por lo que prácticamente no tenía a alguien conocido con quién charlar en el hospital. Sus labores en el turno de noche eran sencillas como su compañero le había indicado; revisar los signos vitales de los pacientes, suministrar algunos medicamentos, rondar en el hospital para asegurarse que todo estuviese en orden. El tiempo pasaba volando cuando se mantenía ocupado.
- Trafalgar, ¿no quieres algo de café?- le llamó el médico a cargo del turno esa noche cuando le vio pasar frente a la pequeña habitación donde el personal médico solía descansar.
- no, gracias- respondió casi en automático Por más que intentó, Law no pudo recordar su nombre o el de los otros que estaban ahí, pero no le dio mucha importancia
- ¿no lo sabes? Trafalgar no bebe el café de aquí- habló otro de los médicos- en su hora de descanso siempre sale a comprar su café a otro sitio
- oh. De gustos exigentes- el médico dio un sorbo a su taza con verdadero deleite no por el sabor, sino por la temperatura- debe ser un buen café entonces. Deberíamos ir con Trafalgar la próxima vez- los presentes asintieron a la propuesta
- hacen un buen café- era la primera vez que Law mantenía una conversación tan larga y amena con alguien en el hospital. Lo normal para él era hablar de trabajo, pero por alguna razón se sentía bastante a gusto en ese momento con esa pequeña charla- me gusta... su dulce sabor
- no creí que te gustara lo dulce
- yo tampoco. Supongo que es... un gusto culposo- por supuesto que no hablaba de café; había algo mucho más dulce que le encantaba de ese lugar. Sólo recordar ese dulzor que parecía emanar de Ace envolvía su cuerpo de una tibieza indescriptible y sus deseos por verle crecían hasta el punto de ser incontrolable- creo que iré por uno
- ¿no es demasiado tarde?- el médico miró el reloj en su muñeca para asegurarse- ya pasa de media noche, debe estar cerrado. ¡Pero te dejaremos invitar el café en la mañana!
- quizá no va a ese sitio por el café- comentó uno con una sonrisa pícara estampada en su rostro- tal vez se encuentra a escondidas ahí con alguien, ¿o esa persona trabaja ahí? Si logró despertar el interés de Traalgar debe ser muy linda...
- no te le acerques- fue lo último que respondió Law antes de marcharse. No deseaba compartir a Ace con otros, no cuando le costó tanto poder encontrarle.
De nuevo se sentía ansioso; necesitaba escuchar a Ace, sentir que le pertenecía al menos por un instante. Se escondió en los sanitarios para usar el teléfono; incluso él sabía que el pecoso no respondería una llamada si le marcaba de su teléfono personal, así que marcó al teléfono que, aunque quisiera, jamás se atrevería a colgarle tan pronto. Llamar a la hotline tenía su ventaja, pues si bien Law reconocería su voz, Spade no le distinguía... fingir ser alguien más sólo para escucharle un momento era suficiente para satisfacerse.
Sin embargo, esa noche no tuvo suerte... las líneas estaban saturadas. Sucedía en muy contadas ocasiones, le ocurrió dos veces antes, y esa noche al parecer sería la tercera. No importaba a qué hora marcase o cuánto tiempo esperara en el teléfono, el número de la hotline estuvo ocupada cada vez que se escapaba de su turno para llamar. Pronto su desesperación se hizo tan grande que no le importó que le vieran en el hospital gruñendo mientras sostenía el teléfono contra su oreja. Y el resto de la noche fue igual. Cuando se dio cuenta, ya era tan tarde que era imposible que Ace estuviese atendiendo su teléfono todavía.
Su buen humor terminó despedazándose justo antes de salir de su turno. La noche era fría y ya no había personas en las calles. Llamó a un taxi de confianza y le pidió que le llevara a casa, pero a unas cuantas cuadras de su departamento le hizo cambiar de dirección. El taxi le dejó frente al conjunto residencial donde vivía el pecoso y se marchó sin hacer preguntas. Law intentó llamarle una vez más, y al encontrar nuevamente que la línea estaba saturada, chasqueó la lengua y guardó el teléfono sólo para sacar otro objeto de su bolsillo. Era un pequeño juego de llaves que sustrajo del departamento de su amado la noche anterior. Se quedó pensando un rato antes de subir las escaleras hasta el departamento de Ace.
Los edificios eran viejos y conocía de antemano el molesto sonido oxidado de la puerta al abrirse, así que introdujo una de las llaves a la cerradura para botar el seguro, y con todo el cuidado del mundo, abrió la puerta. Primero se asomó al interior, todo estaba a oscuras y en silencio; tampoco parecía que alguien hubiese escuchado el sonido de la puerta, así que se aventuró a entrar, cerrando la puerta con el mismo cuidado con la que la abrió.
Sus pasos ligeros y silenciosos le ayudaron a moverse por el departamento. Podía escuchar el refrigerador trabajando y un ruido metálico constante salir de la cocina; la llave tenía una gotera y Ace había dejado una olla para que el agua no se derramase directo a la coladera. Los latidos golpearon con más fuerza su pecho conforme se acercó a la habitación del otro, la cual permanecía con la puerta abierta. Recostado en su cama, Ace dormía tan plácidamente que terminó pateando las sábanas a un lado a pesar del frío que hacía esa madrugada.
Law entendía que lo que estaba haciendo no sólo era ilegal, también le causaría problemas en su futura relación con el pecoso, pero no podía evitarlo. A toda costa, deseaba estar con él.
Se paseó por la habitación hasta colocarse junto a la cama y permaneció ahí, de pie, mirando a Ace casi sin pestañear. El sonido de las manecillas del reloj en la habitación le ayudaba a ocultar su respiración, de modo que el otro no notase que estaba ahí. En ese largo rato que estuvo mirando a Ace notó cosas interesantes como que sus párpados temblaban al dormir o que su mejilla izquierda tenía unas cuantas pecas más que la derecha; que se movía constantemente como si buscara a alguien en su cama y que sus labios permanecían ligeramente abiertos cuando estaba boca arriba. El médico abría y cerraba las manos insistentemente, tratando de controlar el impulso de tocarle o de meterse en la cama y abrazarle con todas sus fuerzas. ¿Por qué? Nunca había deseado tanto algo o alguien en su vida, y ahora estaba ahí, luchando contra sus propios impulsos. Varias veces se sorprendió a su mismo con las manos a escasos centímetros del tentador cuerpo del pecoso, por lo que apartaba las manos como si las tuviera al fuego y volvía a su posición. No, no podía aguantarlo más, debía salir de ahí.
Estiró las sábanas a los pies de Ace y lo cubrió para que no le pegara el frío y enfermara en verdad. Eran casi las cuatro de la mañana cuando Law salió del departamento del otro, y como la vez anterior, no perdió oportunidad de llevarse algo de Ace, algo un poco más personal. Ya no podía llamar al mismo taxi que le llevó hasta ahí, así que tuvo que quedarse a dormir en un motel de baja categoría no muy lejos de la estación de trenes. El resto de la noche, su mente permaneció divagando en miles de cosas, todas relacionadas con Ace, pero hubo una en especial que le emocionó demasiado... tomar las dosis de vacunación del hospital no fue tan difícil, quizá podría tomar otro tipo de ampolletas la próxima vez...
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Pasar la noche en aquel sitio fue igual a dormir en la calle; no pudo descansar en absoluto. Sin embargo, Law estaba acostumbrado, y pese a su aspecto demacrado, nadie preguntó, mucho menos por su distante actitud. Lo único que pudo alegrarle un poco la mañana fue enviarle un mensaje a su querido Ace.
"Buenos días. Te extrañé mucho anoche" ponía en el mensaje. No esperaba que le respondiera, por lo que simplemente guardó el teléfono y siguió con su día normal en el instituto.
Cuatro reportes, un par de investigaciones y un avance de una exposición eran sus tareas asignadas para el día siguiente, bastante sencillo. Si se apresuraba podría tenerlo todo antes del anochecer. El resto de la tarde Law se encerró en la biblioteca reuniendo información hasta que la bibliotecaria le indicó que era hora de cerrar. Tras pedir los libros que necesitaba, el joven médico salió del campus, pasaría por un café y después iría directo a casa.
No fue hasta que revisó el teléfono para verificar la hora que notó que tenía un mensaje. Law tuvo que parpadear varias veces para asegurarse que su vista no le jugaba una mala pasada; el remitente no era otro que Ace:
16.04 ¿Cómo está tu fiebre?
Law no podía creer lo que estaba leyendo, el pecoso de verdad le había enviado un mensaje por iniciativa propia. Su sonrisa no pudo ser reprimida y mucho menos aquel largo suspiro de satisfacción que le erizó la piel
- debes estar muy enfadado con el bombero- dijo a la nada mientras tecleaba la respuesta en el teléfono- "Estoy bien. Pero me sentiría mejor si estuviera contigo"
continued....
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espero que se haya entendido todo lo implícito, pero ya saben cualquier duda, queja, comentario o sugerencia, les respondo con gusto
owo/ nos vemos~
quizá muy pronto ¬w¬
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