|HUSBAND|
YeonJun y Soobin han estado casados desde hace ya ocho meses. Ambos tienen carreras propias y aunque les sorprendió la noticia que les dieron sus padres, no tuvieron problemas con firmar la carta de matrimonio.
Al fin y al cabo, estarían saliendo beneficiados de ello. Tendrían la mitad de la herencia de sus abuelos si cumplían un lapso de un año en matrimonio. Y no hablamos de una cantidad mínima de dinero, sino millones, miles de millones de wons que pasarían a sus manos por ser los nietos mayores de ambos ancianos.
YeonJun nunca tuvo pareja estable antes pues él mismo se consideraba un alma libre sin compromisos. Llendo de país a país en diversas aventuras, conociendo al mundo a su modo, siendo un modelo de ropa también y quizás sea por eso que tampoco es que las relaciones hayan sido en primer lugar lo suyo. No había conocido a alguien tan interesante.
Hasta que conoció a su futuro esposo.
— Tal ves llegue tarde hoy, si necesitas algo. Puedes llamar a la empresa, de cualquier modo, la secretaria tiene órdenes mías de responderte a ti. O si prefieres llamarme directamente a mí, no habrá problema, te tengo fijado como el primer contacto.
YeonJun se paró de la silla alta donde movía antes la cuchara dentro de la taza de té recién hecho. Traía puesto unos shorts tan reveladores y al ser un modelo, tenía un físico que volvería loco a cualquier hombre. Tenía el tipo de anatomía que pudo haber sido creado por la misma afrodita. Curvas visibles, cintura pequeña, caderas anchas, piernas largas y esbeltas. Además de portar unos labios gruesos sin la necesidad de cirugía plástica. Era el doncel perfecto, como si fuera hijo legítimo de la diosa del amor.
— Tengo una queja Soobinie.
Soobin terminó de abrocharse el botón de su muñeca y miró a YeonJun que estaba sentado de piernas cruzadas sobre el mueble que tenían cerca a la entrada. Idea de la madre del rubio.
— ¿Pasa algo? ¿Necesitas... supresores?
— ¿Qué? No tontito, faltan algunas semanas para que vuelva a sentir esos horribles calambres en mi estómago. Y no creo que hagan falta, compraste demasiados el mes pasado que inclusive tengo de qué marca elegir — rió, recordando aquella chistosa anécdota.
— Entonces, no estamos en nuestros días.
YeonJun negó, sonriendo tímido cada vez que Soobin incluía a ambos en cosas que sólo le pasaban a los donceles y mujeres. Tratando siempre de ser atento con él en esos días dolorosos. A diferencia de las chicas, los donceles no sangraban, sólo sentían los cólicos el triple de veces que lo sentiría una mujer promedio. Podrían igualarse a las contracciones de un parto, quizás de gemelos.
Era el infierno.
— No tiene que ver con mi ciclo sólo que...no me da buena espina tu secretaria — murmuró, delineando la mesa en que estaba sentado — la otra vez fuí a verte para decirte que tu madre quería que cenaremos juntos en su casa. No quise decirte por teléfono porque estaba cerca de la empresa de tu familia así que decidí darte la noticia en persona y ver qué decías pero, cuando pase a recepción. La mujer a cargo fue demasiado grosera — YeonJun frunció el ceño — me llamo prostituto sólo porque estaba usando un pañuelo en el cuello. Yo tranquilamente pude reprenderla pero preferí ignorar su comentario ofensivo, sabes que odio pelear por cosas sin sentido. Sólo seguí pidiendo que te diga que necesitaba verte pero era tan necia que no me creyó cuando le dije que yo era tu esposo — rió divertido, recordando las últimas palabras de la tipa antes de que dejara la oficina molesto — ella me dijo que el anillo de dos quilates en oro que me diste era una baratija que conseguiría en un centro comercial común. ¿Puedes creer eso? No sólo me llamó prostituto sino también mentiroso, y eso sí que me terminó por cabrear. Pudo decirme de todo y no iba a importarme pero ¿Mentiroso yo? ¡Esa mujer realmente qué se cree!
Soobin rió por la forma en que fue dicha esa parte, se acercó a YeonJun quien tenía el ceño fruncido mirando al suelo, seguramente maldiciendo dentro de su mente a la mujer que se atrevió a llamarlo de la forma que más odiaba para no tener que gastar saliva en decirlo.
Tomó una florecilla azul del florero y con delicadeza la colocó tras la oreja de YeonJun. Haciéndolo voltear, mirándolo confundido pero sonriendo al instante al ver lo que tenía adornando sus cabellos.
— ¿Dijo que el anillo de mi abuela era falso?
— Fue exactamente lo que dijo — YeonJun susurró a su oído — y puede que también lo haya llamado anticuado.
Soobin jadeó, frunciendo los labios totalmente ofendido y YeonJun rió. La expresión del pelirrojo era tan chistosa y tan atractiva a la vez. Su esposo era el mismo sinónimo de hijo de un Dios.
Atractivo, buena persona, tan irresistible.
Vaya, si que se sentía afortunado de estar casado con un hombre como lo era Choi Soobin.
— Parece que alguien tendrá empleo nuevo hoy como secretaria — Soobin sonrió lascivo, ligeramente enojado e irrespetado. — ¿Qué tal si me acompañas para verlo en primera fila? Porque, además de mí, tú eres también su jefe. Mejor aún ¿Me ayudas a buscar su remplazo? Porfavor — junto sus manos en forma de súplica.
— ¿No voy a traerte problemas por hacer publico nuestro matrimonio?
— Si nuestros padres creen que estamos saliendo secretamente bajo el contrato de matrimonio ¿Porqué ellos no lo creerían? Los anillos en nuestros dedos hablan por si solos. Es nuestra arma más efectiva.
— Sí, en eso tienes razón.
— Y ¿Cuento con la ayuda de mi esposo de mentiras? — bromeó y YeonJun que ya conocía esa broma del falso matrimonio entre los dos asintió con una sonrisa.
— ¿Qué debo usar para que ellos no piensen que te has casado con algún tipo de prostituto? ¿Unos pantalones menos ajustados? ¿Tal vez sólo deba usar menos delineador? No quiero...causarte malos entendidos en tu trabajo — dijo apenado. Odiando la idea de que tomaran sus propios gustos como "objetos de incitación sexual" sólo por usar ropa que mostraba un poco la piel de sus hombros.
Soobin torció la boca, negando a todas las preguntas de YeonJun.
— Te lo he dicho siempre. Uses lo que uses, házlo porque te gusta y te sientes cómodo vistiendo esas prendas. No debes usar algo para quedar bien con los demás, mejor queda bien contigo mismo YeonJun — acarició su mejilla — de todos modos. Fuiste creado para complacerte a ti, a nadie más.
— Entiendo porqué esa chica intento impedir que te casaras conmigo aunque no me amaras. Eres realmente un sueño, señor Choi — alzó las cejas coqueto. Soobin sólo sonrió por ese gesto del rubio, ya acostumbrado a su actitud extrovertida cuando entraron en confianza.
— Ya vámonos o llegaré tarde a la reunión con el jefe de Singapur.
— Eres el único a quien obedezco, Soobinie — le guiñó un ojo y después de bajarse de la mesa. Dejó un beso pequeño sobre su mejilla, susurrándole con una voz delicada pero segura — no me tardo.
Soobin lo vió desaparecer por el cuarto. Volteó hacia la pared al percatarse de su mirada en el voluptuoso trasero de YeonJun que se movía de un lado a otro por cada paso que daba sobre las escaleras. Perdiendo pues volvió a levantar la mirada justamente cuando el rubio se agachó para recoger alguna cosa que se le habría caído. Viendo ese movimiento tan sensual de su cuerpo curvilíneo al levantarse de vuelta.
— Oh santísimo...— desvío rápidamente la cabeza. Torciendo su cuello al ser brusco. — Ouch.
No hombre, es YeonJun.
Carraspeo y jaló el cuello de su corbata, comenzando a sudar un poco por el calor que su cuerpo empezaba a generar.
Quizás, ocho meses sin sexo no era la mejor cosa que podía pasarle a sus veinticinco años.
No había estado con alguien en la cama desde que firmó el contrato de matrimonio por respeto a YeonJun, ya bien puede satisfacer sus necesidades carnales con alguna tercera persona pero él piensa que, aunque no sea un "matrimonio real" la fidelidad a la pareja debía ser eso, fidelidad. Y no haría nada para que eso se rompiera.
Esperaría hasta el año para poder divorciarse y una vez tuviera parte de su herencia. El matrimonio se disolverá.
Podría tener su vida como antes y entonces buscaría alguna compañía para pasarla bien. Ya saben, sexo sin compromiso.
Puedo soportarlo más tiempo.
— Ya estoy listo Soobin — el rubio le dió una sonrisa — podemos irnos.
Sus ojos viajaron por la delicada figura del doncel rubio.
Sus caderas firmes eran marcadas por ese jean ajustado negro, la piel de uno de sus hombros quedaba a la mira por esa prenda rosada escotada a la mitad y los cabellos dorados tenían pequeñas ondas sostenidas por broches blancos. Y su cara, sí, era la clara imagen del hijo de afrodita.
Era precioso. YeonJun estaba muy precioso.
— Me encanta tu delineado. Será mejor que le des unas clases a mi hermana, no puede hacer una raya sobre su párpado sin que me use a mí como saco de boxeo por su fracaso. Sí lo haces, salvarás a este hombre de las garras de esa bruja.
— Tu hermana es un amor Soobinie.
— Contigo porque eres su cuñado pero conmigo — hizo una cara asustada — casi me quedo sin cara cuando acepte ayudarla para su blog de maquillaje. Fue horrible.
YeonJun sonrió, escuchando muy atento todo lo que Soobin le contaba. Ya dentro del auto, el pelirrojo dejó que colocara su cabeza sobre su hombro y su mano sobre la de él. Permitiéndole sentir su calor.
Al fin y al cabo, incluso para su chófer. Ellos eran esposos felizmente casados.
Debían hacer creer eso ¿Verdad?
— B-Buenos días jefe — la chica hizo una reverencia ante el hombre que caminaba a su despacho, asintiendo a su dirección como respuesta a su saludo cordial. Pasando de ella con la frente en alto sin mirarla de nuevo, a ella ni a nadie. Postura firme y cara seria, luciendo tan atractivo.
Robando las miradas de sus empleados y haciéndolos correr contra el reloj o simplemente hacerlos soñar con calentura. Porque el joven jefe hot había llegado.
O también debido al precioso doncel rubio con el que iba en compañía directamente al ascensor.
Poniendo rojas de envidia a las mujeres y creando rumores de oficina a oficina. Murmurando y siguiéndole con la mirada.
— ¿Será...alguna conquista temporal?
YeonJun sonrió por lo bajo al oír ese cuchicheo de la mujer que salía junto a otra.
No iba a decir nada, los escándalos le hacían doler la cabeza porque era tan innecesarios, prefería seguir deleitándose con barbaridades que eran muy graciosas de escuchar y ser él quien disfrutara de la verdad.
— Jess, quiero que me busques una lista de nuevos empleados para el puesto de secretaria. Chico o chica, mándamelo a mi correo cuando lo tengas preparado — Soobin habló por el audífono que estaba en su oído con su contadora de confianza — sí. Ya sé que esta es la novena vez en el mes, te juro que será la última y si no, pido disculpas por anticipado. Gracias.
— Creo que es mi culpa que Jessi tenga más trabajo ahora. Lo siento.
— Está bien YeonJun, ella adora buscar y hacer la lista "negra" — se inclinó a un lado y le susurró — ama ser quien da las malas noticias a mis secretarias de que fueron despedidas y reemplazadas. Así que no te preocupes, porque sé que arrepentido no estás.
YeonJun sonrió de labios, pegó su cabeza al hombro de Soobin y abrazó el brazo del pelirrojo. Avergonzado de haber sido leído tan rápido, aunque era de esperarse, él era un libro abierto frente al hombre a su lado.
— Tú tampoco eres un angelito Soobinie. Los dos somos igual de malos y lo sabes. Disfrutas de ponerlas patitas a la calle.
— Si lo dices así me haces ver como una persona terrible, cariño —bromeó. YeonJun rió pero negó con la cabeza.
— No, eres lo contrario a terrible, Soobin. Incluso cuando podías demandar a algunas de ellas por sus actos, no lo hiciste.
— Admito que la mayoría de ellas son irritantes y molestas, no hubo un día en que no me llevaran café con alguna extraña sustancia que por suerte no ingería porque no soy estúpido. Tienes razón, pude haberlas demandando pero honestamente prefiero pasarlo —YeonJun hizo un puchero.
— Me preocupas, Soobin. Eso sucede porque eres dueño de muchos casinos y además eres dueño de tu propia empresa. Has logrado tanto y sólo tienes veinticinco ¿Qué persona no se resiste a un hombre exitoso, inteligente y además, sexy como tú? Incluso yo me considero afortunado de estar casado aunque sea por un año contigo — admitió subiendo los hombros y haciendo reír a Soobin. — aunque si lo pienso. Eso suena como una persona interesada, justo como ellas. Yo sé de eso — suspiró — no has sido el único a quien han tratado de seducir y obligar a la fuerza debido a su dinero.
Soobin dejó caer su cabeza sobre la de YeonJun.
— Y yo que pensé que nunca alguien me comprendería. Me equivoqué.
— Bueno — el ascensor se abrió — ya fuimos dos.
— Ah, casi olvido dártelo.
Del bolsillo de su saco sacó un collarín de oro. YeonJun se sorprendió por ese detalle pequeño por parte de Soobin pero no se negó a la amabilidad del pelirrojo quien lo ayudó a ponérselo. Entre sus dedos, la inicial de su nombre era el centro de atracción principal. Una Y con diamantes pequeños blancos incrustados.
— Soobin yo...no sé qué decirte. Gracias, es precioso.
— Me alegro que te guste. No agradezcas nada, todo es por ti — levantó su barbilla y le sonrió dulcemente — feliz cumpleaños, YeonJun.
El rubio sintió sus mejillas coloradas y desviando tímido su mirada susurró — G-Gracias.
Lo vió irse dentro de esa enorme sala de conferencias y antes de desaparecer por esas puertas de cristal. Soobin le guiñó un ojo, acelerando el pulso de su corazón, y a cambio le devolvió el mismo gesto con un movimiento de mano y un puedes hacerlo a lo lejos.
— Esto es malo — se apoyó contra la pared. Apretó el collar entre su mano, y con una preocupación palpable en su rostro suspiró — quizás...me este tomando con más seriedad esta relación de lo que debería.
Su esposo falso, empezaba realmente a gustarle como persona, como hombre. Ya no como amigo.
Estaba en problemas.
Primer capítulo ¿Qué tal?
[Capítulo editado ✓]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top