Sainz vs Checo
Ana
—¡Ya suéltame!—exclamé a checo, ya me había sacado de la fiesta y aún no podía creer todo el drama que había hecho porque yo estaba con Carlos.
—¿No lo entiendes, verdad?—preguntó.
—¡¿Qué no entiendo?! ¡¿Qué?!
—¡Él sólo te quiere para divertirse!
—Carlos no es así.
—Claro me dices eso cuando lo conoces de ayer, niña yo lo conozco desde hace años.
—¡Es mi vida y yo sabré si la destruyo con él!
—No me importa ¡Nos vamos ahora!
—¿A dónde?
—México
—No puedo, ya tengo una vida aquí.
—Güera, si crees que tu vida es aquí con ese güey déjame informarte que su táctica sirvió contigo.
—Mi última palabra es NO—él no aceptó mi respuesta y llamó a mamá.
—Catalina tengo a tu hija conmigo, la encontré revolcándose con un hombre diez años mayor que ella—mientras soltaba esas palabras, yo lo observaba con odio hasta que me pasó el teléfono.
—¡Ana Sofía! ¡Te quiero mañana en México!
—Madre, no he hecho nada.
—¿Yo estoy pintada o qué? ¡Mañana dije!—definitivamente ya valió madres gracias a este pendejo.
Checo me llevó a casa a coger mis cosas y luego me obligó a tomar el primer avión porque él esperaba a Carola.
Llegué a mi país por la tarde del día siguiente, me recibió nuestro chofer y se me hizo eterno llegar a la mansión.
Ni puse un pie afuera del carro y mi madre ordenó—A la oficina de tu padre ¡Ahora!
Me esperaban con una expresión de desprecio en su rostro—¿Qué fuiste hacer a Madrid a estudiar o acogerte el compañero de tu primo?
—Estudiar— dije bajando mi cabeza.
—Pues no parece—mi madre soltó con enojo.
—Tienes terminantemente prohibido salir del país—mi padre volvió a hablar.
—Pero, padre.
—¡Pero nada! Dame tu pasaporte— no tuve más opción que entregárselo.
—Ahora sal de aquí que nos das vergüenza —dijo mi madre con asco gracias a Checo.
Fui a mi habitación que no la había visto hace bastante tiempo, pero ya no se sentía igual peor después de esa conversación con mis padres.
Me quedé dormida todo el resto del día hasta que la mucama tocó mi puerta—Señorita ¿No va a comer?
—Panchita no quiero comer.
—Ay mi niña tienes que alimentarte porque si no vas a quedar desnutrida—me sonreí por lo que dijo, ella siempre me trataba con amor, amor que mi familia no tenía.
—Me siento mal—ella no esperó dos veces en abrazarme y me dejó llorar hasta que quede sin lágrimas en mis ojos.
—Mi niña, vamos hacer a algo—propuso y asentí.
—Calmate, bañate y luego baja comer que te haré unos taquitos de canasta de esos gluten free que a ti te gustan, yo sólo asentí.
Cuando salí de la ducha tomé mi teléfono y vi que tenía muchos mensajes, pero uno me llamó la atención.
Era él.
Rookie entiendo por lo que estás pasando,
pero recuerda que aquí estoy y no me iré.
-Carlos
Gracias, Chili ❤️
-Ana
No le pude decir nada más porque quiera o no me duele pensar en todo lo que me dijo Checo sobre él.
Carlos
Desde la fiesta no he conseguido estar tranquilo.
Me carcomía la idea de no saber si ella estaría bien o no y peor aún al ver cómo Checo reaccionó por verla conmigo.
No tenía idea que él estaría ahí, pero no era razón ni lugar para que dijera infamias sobre mí delante de ella. Lo llamé muchas veces para explicarle la verdad que pese conocerla hace muy poco he sentido todo con ella, sin embargo, nunca respondió.
Me sentía como si hubiese perdido al amor de vida y a uno de mis grandes colegas, no ayuda tampoco el mensaje que me envió Ana.
Nunca había sido de perseguir a una mujer, pero con ella todo se sentía como la primera vez.
Pasaron las semanas y llegó la hora de volver a la pista de carrera en Texas, me encontré un par de veces con Checo, pero por el bien de los dos nos acercamos hablar, ya que, luego los medios hacen sus historias de fantasía.
—Calos ¿Cómo estás?—me preguntó Charles mi compañero de equipo.
—Nada bien hermano—respondí.
—¿Hoy vas a correr?
—Por el compromiso al equipo, pero no estoy al cien por ciento.
—No te preocupes de que si no puedes hacerlo yo estoy ahí— yo sólo asentí en agradecimiento.
Fui cuarto, me sorprendí en la posición que quede porque yo estaba conduciendo por inercia, pero al parecer correr con coraje ayuda a ser más rápido.
Decidí que ya era momento de hablar con Checo cuando nos juntaron a todos tras cámaras—Checo ¿Podemos charlar?
—No tengo nada que hablar contigo.
—Es sobre ella.
—Ni la pronuncies en tu sucia boca, ella es todo lo que nunca tú podrás tener.
—Yo quiero demostrar que soy digno de ella.
—Ni tú te lo crees.
—Te propongo un reto—le mencioné aquello porque sabía que no iba a decir que no a la palabra reto.
—¿Qué?
—Vamos por los monoplazas, si yo gano me dejas probar que soy digno de ella y si tú ganas nunca más la molestaré.
—¡Órale!—no dijo más y nos fuimos a preparar.
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