El box es mejor en pareja

Ana

Bailamos hasta que nuestros pies comenzaron a doler.

Salimos entre risas y risas con Carlos, pero un periodista de la prensa rosa nos interceptó—¿Chili ya tienes nueva novia? ¿Nos la presentas?

Por instinto, Carlos tapo mi rostro con su chámarra para que no pudiesen reconocer mi cara y dijo—Por favor ten la bondad de respetar mi vida personal.

Aun así el de la prensa seguía insistiendo—¿Cómo se llama la chica?

—Estás violando mis derechos—dijo Carlos más enojado.

—¿Es otra de tus conquistas?

—¿Eres gilipollas o te haces?—preguntó ya listo para pegarle.

—Carlos eres una figura pública, es normal este tipo de preguntas—dijo el periodista.

—Vale...tienes razón, pero no cuando pido respeto a mi privacidad.

—Carlos está siendo un poco niñato—no fue más motivo para que en menos de un segundo Carlos le diera un golpe seco en la nariz al hombre.

—¿Estás loco?—preguntó aquel hombre—No, sólo te enseño a respetar—respondió Carlos para luego proceder a tomar mi brazo e irnos.

—Carlos creo que nos metimos en un problema muy grave—dije angustiada.

Tomó mis manos para tranquilizarme y habló—Ana tranquila porque todo va a estar bien.

—Eso es lo que tú dices.

—Te prometo que si nos metemos en un lío vamos a salir juntos de eso.

—No lo sé Carlos estoy muy cansada, llévame a casa—terminé la conversación y él sólo hizo lo que le pedí.

—Señorita—dijo a mis espaldas cuando salí del auto.

—¿Dime?

—Sueña conmigo—me dijo con su estúpida sonrisa en su rostro, yo sólo negué con mi cabeza.

A la mañana siguiente iba directo al instituto con nervios porque no sabía a los problemas que me iba a enfrentar.

Apenas pasé por las puertas del lugar, el metiche habló—Señorita se lo advertí ¡No se atreva a pasar por esa puerta! ¡Queda fuera de la institución!

No pude decir ni una palabra porque alguien atrás mío dijo—¡Mejor retírese usted!

—No comprendo—dijo el profesor, yo seguía en shock.

—Me presentó soy Carlos Sainz, el nuevo dueño del edificio por ende del instituto.


Carlos

Si, lo compré.

Ayer por la noche al llegar a casa no dejaba de pensar en los conflictos que le acarrearían a ella por las fotos del paparazzi, así que, mi idea fue cortar el problema de raíz.

Comprar el lugar donde estudiaba, llegué en el momento justo cuando ese gilipollas intentaba salirse con la suya.

Para él no era suficiente la orden que le di y comenzó a gritar—¡Niñata todo es tu culpa! ¡Lo primero que hiciste fue ir a llorar a tu novio!—aquel hombre estaba tan cerca de ella, que no dudó dos veces en pegarle.

No pensé en nada más que en romperle la boca—¡No te atrevas nunca más en tu miserable vida a tocarla! ¿Me entendiste?—le dije, pero el muy tonto nunca me respondió.

Cuando levante mi mirada me di cuenta de que ella estaba muerta de miedo, entonces la abracé y la saqué del lugar.

La llevé a mi departamento porque en ese momento lo consideré el lugar más acertado.

—Ana, ¿ya te encuentras mejor?—le preguntó.

—Un poco asustada, ¿Por qué me trajiste a tu casa?

—Bueno al principio no sabía dónde llevarte.

—Pues...a mi casa—respondí.

Él sonrió—Luego, pensé en traerte a mi casa para darte un té.

—¿Al final? ¿Qué vamos hacer?

—Decidí enseñarte algo en lo que soy experto.

—Carlos hoy no tengo ganas de acostarme con nadie.

Yo me reí a carcajadas—No pienses así de mi.

—Entonces, ¿Qué vamos a hacer?

—Te voy a enseñar algo que salvará tu vida.

—¿Disparar?

—A boxear.

—¡Órale prepárate para una paliza!—yo la miré mal.

Bajamos al basement y ella dijo—Woo tienes un gimnasio solamente para ti.

—Es buen negocio la F1.

—Así veo.

Apenas pisamos el ring Ana me golpeó—Calma tus ansias de violencia.

—No veníamos a pelear—yo negué.

—Primero, tienes que ladear tu cuerpo.

—¿Segundo?

—Nunca des el primer golpe y apunta a las zonas débiles (ojos, brazos y estómago).

—Ok....

—Por último, la mejor manera de ganar es tomar el dedo meñique de tu contrincante y torcerlo hacia su codo. Su brazo se doblará y es ahí dónde deberías llevarlo hacia atrás y empujarlo contra el suelo.

—No entendí nada.

—¿Te lo muestro?—ella asintió.

Lo hice con mucho cuidado hasta que los dos quedamos muy cerca en el suelo y ella para romper la tensión, tosió.

Nos levantamos—¿Entendiste?—pregunté.

—Más o menos.

—Por eso...el box es mejor en pareja.

—Si, pero mientras la pareja no sea Carlos Sainz.

—¿Por qué?—pregunté con curiosidad.

—Porque me pones nerviosa—quedé procesado cada palabra que me acababa de decir.

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