31
El museo es un completo desastre, los visitantes huyen mientras que los oficiales entran rápidamente al edificio. Estos son herbívoros de gran tamaño como rinocerontes y búfalos, aunque estos quedan descolocados al ver que el responsable de todo el escándalo es un animal pequeño.
Los oficiales ven al simio inspeccionar los objetos humanos, por lo que se relajan un poco para dialogar con él. Al principio pensaron que la situación era grave pero ni siquiera hay víctimas.
—¿Qué estás haciendo pequeño? —pregunta uno de los búfalos mientras se cruza de brazos, para su sorpresa el simio no se ve intimidado por su gran tamaño, ni siquiera por sus cuernos puntiagudos.
—Esto no es una emergencia, dejemos que continúe —propone su compañero, quien voltea para regresar al auto.
—Espera. Sabemos que odias a los humanos pero sigue siendo vandalismo —lo detiene con una orden firme.
—¡Cállense! —exclama 626 mientras da un salto para salir de la exhibición. Los animales lo ven apuntar el arma humana hacia ellos.
—¿Qué pretendes con esas cosas? ¿Quieres parecerte a los humanos? —pregunta en un tono de burla, sin embargo 626 aprieta el gatillo, aunque sólo se produce unos clicks.
—Sin mantenimiento ahora sólo son decoración —responde para luego aplastar el arma con su mano derecha—. Pero no las necesito después de todo —agrega al tomar una bala, la cual lanza hacia uno de ellos. La misma golpea el pecho de uno de los búfalos. La fuerza del impacto hace que caiga arrodillado. Lo demás reaccionan, ayudando a su compañero.
—Vas a acompañarnos —ordena al tomar el brazo del simio, hace un poco de presión para demostrarle que no está jugando. Pero el muchacho sonríe.
—Si la hubiera arrojado con más fuerza la bala había atravesado su pecho —murmura mientras mide su fuerza con el herbívoro que lo está sosteniendo, en segundos nota como éste tiene una mueca en su rostro debido a que está haciendo un gran esfuerzo por contenerlo. Aunque sus fuerzas no se comparan.
El búfalo reprime un grito al sentir como su brazo se rompe. Sin embargo no se doblegará y responde con un golpe directo en el rostro de 626. Quién lo recibe y comienza a reír para luego regresar el golpe.
El búfalo siente como si hubiera sido golpeado por un auto en el rostro, y terminó tendido en el suelo.
—¡Atrápenlo! —ordena apenas, haciendo que los demás se abalancen hacia el muchacho.
—Es increíble lo que estamos viendo, esta mañana tranquila se vio interrumpida por una emergencia. Los oficiales acudieron por un acto de vandalismo en el Museo de Vida Humana y el responsable ahora está peleando con ellos. Lo más sorprendente es que se trata de un simio, que aún no hemos precisado su especie. Él parece tener la fuerza de un rinoceronte —dice la reportera mientras la cámara muestra la calle frente al museo. 626 está sujetando los cuernos del rinoceronte que trató de embestirlo y lo está haciendo retroceder.
La adrenalina que recorre su cuerpo hace que sus músculos y huesos se tornen mucho más resistentes que antes, dándole también velocidad para moverse y atacar.
La configuración Centinela es mejor de lo que pensé, se dice luego de haber lanzado al rinoceronte contra sus compañeros. A su lado ve el gran vehículos de los policía, el cual levanta y lo lanza hacia los animales uniformados.
—¡Acaba de haber una gran explosión! No sabemos lo que está pasando, esperemos que nadie haya resultado herido... Alguien sale de las llamas.
—Es suficiente —Efer apaga la televisión y se prepara para salir.
—Espera, iré cont-
—¡No! Te quedas —interrumpe a Mirrey de golpe antes de abrir la puerta—. Estás herido, haz reposo.
—Pero...
—Soy la única que puede detenerlo. Estaré bien. Volveré —le promete al darle una sonrisa y también un corto abrazo como despedida.
El león baja sus orejas luego de que la puerta se cerrara, dejando un profundo silencio. Del otro lado Efer camina a la salida del edificio con destino al museo. Los autobuses detuvieron su circulación debido a los disturbios en el centro, por lo que debió pagar mucho más a un taxi para que la llevara.
Efer rápidamente ata al conductor, otra simio, al asiento del acompañante con el cinturón de seguridad para tomar el volante y pisar el acelerador.
—Esto no era necesario, me pagaste para que te llevara —le dice ésta para luego cerrar los ojos. Están yendo demasiado rápido por las calles están muy transitadas—. ¡Despacio, despacio! ¡Un camión! ¡Ahhh! ¡Vamos a chocar, no quiero morir!
—Ya casi —murmura la morocha para luego pisar el freno. El coche derrapa un poco pero logra detenerlo a unas calles del museo—. ¡Gracias! —exclama para luego salir del auto y correr.
Para entonces 626 ha acumulado un importante número de víctimas debido a la gran explosión que provocó.
Él descubre a los periodistas ocultos en un callejón y les sonríe al momento de tomar una de sus cámaras.
—Todos ustedes, miserables animales, deben tener muchas preguntas ahora mismo. Pero sólo deben saber quién está sobre ustedes y esa persona soy yo —dice para luego ver a los periodistas temblar, la garza reportera tiene el valor de hacer una pregunta.
—Disculpa... ¿Quién e-eres?
—Soy M2626, un humano y la Tierra es mía, como siempre lo fue.
—Eso es... Hay g-gobiernos y-y...
—Quien esté en mi contra puede enfrentarme, los esperaré y los destrozaré —sentencia con una media sonrisa para luego destrozar una de las cámaras. Ya enviaron el mensaje y ahora son inservibles para él.
Antes de que pueda tocar a los asustados reporteros, algo cruza las distancias de manera rápida y penetra su pecho. 626 mira sorprendido que se trata de una vara de hierro, utilizada como lanza. Entonces ve a Efer acercarse a pasos firmes.
—¡Huyan ahora! —le ordena a los animales, quienes corren o vuelan para ponerse a salvo. Su vista se dirige nuevamente a 626, quién se quita la lanza del pecho con un poco de dificultad. A pesar de tener una regeneración acelerada el dolor sigue siendo el mismo.
Él suelta una corta risa mientras le enseña cómo la herida de su pecho se sana en cuestión de segundos, dejando sólo una mancha de sangre.
—La configuración de Centinela es perfecta, ¿verdad? Espera, olvidé que sigues siendo una común Ingeniera en Terraformación.
—¿Sabes por qué sólo existen 10.000 Centinelas en la Familia? Son los primeros 10.000 que se configuraron y prevalecen hasta nuestra generación —comenta ella mientras observa a su alrededor. Esa parte de la ciudad está destrozada y algunos edificios están en llamas.
—¿Por qué la clase de historia? —cuestiona al arquear una ceja.
—Los 10.000 tienen misiones perpetuas, constantes. Pero tú te configuraste como uno sin ningún objetivo. Es triste porque vivirás eternamente sin una razón.
—¡Gobernaré este planeta, ese es mi objetivo!
—¡¿Y luego qué?! —exclama al igual que él, demandando una respuesta precisa.
—Yo-
—¿Qué harás después?
—Pensaré en eso en su momento.
—¡No lo sabes porque no tienes un propósito! ¡Todas estas muertes, esta destrucción no llenarán ese vacío!
—Cállate —ordena cuando su sonrisa desaparece. 626 corre hacia Efer con la lanza en mano, pretende devolver el golpe en su pecho. Pero ella lo esquiva con agilidad y acaba incrustando el metal en el asfalto—. Sabes lo que se siente... Ambos terminamos en este planeta sin órdenes, sin una misión. Sólo hago lo que puedo con esta infinita libertad.
—Te equivocas de nuevo, yo sé lo que debo hacer.
—Que... ¿Cómo?
—Elegí por lo que debo vivir.
—¡¿Cómo?! —grita, desgarrando su garganta—. ¡Somos iguales, también debería saber elegir! —Todo su odio y frustración mueven hacia ella. Reclamándole que es su culpa por darle la espalda, por preferir al león antes que su propia especie.
Efer esquiva sus golpes y patadas, siento consciente que su largo cabello es una clara desventaja. Pero espera que él la explote.
De repente 626 envuelve la punta de su trenza por su mano y la jala con fuerza.
—Si no quieres gobernar a mi lado, te arrodillarás como los animales —sentencia al momento de patear sus piernas. Efer cae a su lado mientras soporta el dolor, él suelta una risa corta, pero aún está molesto.
Ella lentamente toman un cuchillo que estaba oculto dentro de su ropa y, de un veloz movimiento, corta su larga trenza en el tronco. 626 no tiene tiempo de reaccionar ya que el cuchillo se clava en un nervio de su pierna y luego siente la falta de aire.
Efer está utilizando la trenza para asfixiarlo. La envolvió alrededor de su cuello y su mano quedó atrapada al estar sosteniendo un extremo. La falta de aire no lo matará, aunque perderá el conocimiento y eso no puede permitirlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top