12

Han pasado dos semanas desde que los gorilas volvieron a la arena con su peleador. 626 continúa siendo el campeón a pesar de haber sido desafiado muchas veces y de haber vencido incluso a otros gorilas. Pero los demás dejaron de apostar, ya no se arriesgarían a perder más dinero, por lo que planea un espectáculo mejor.

—¿Estás seguro de inscribir a 626 en la categoría de peso medio? —le pregunta Dos, recordándole que en dicha categoría es de animales más grandes—. Un ciervo o un alce podrían ponerlo en problemas.

—Estará bien, vimos como le rompió la mandíbula al gorila que Cuatro no podía vencer —comenta en un tono despreocupado mientras cuenta los manojos de billetes que ganaron. 

—Bien, iré a prepararlo —habla al voltear para ir a la habitación de 626. Mientras paguen ellos tendrán hospedaje dentro del complejo. Al abrir la puerta con la llave que Allen le entregó, Dos toma aire antes de entrar al cuarto. 

Dentro ve a 626 vendando sus puños con telas, así no se lastimará sus nudillos al golpear. Él de inmediato levanta la vista cuando el gorila da unos pasos dentro del lugar. 

—Allen dice que en minutos entrarás a pelear. Tu oponente será un ciervo, tendrás permitido patear al estar en desventaja —le dice. Aunque 626 no responde, como siempre—. Aléjate de los cuernos y sus pezuñas —aconseja luego de soltar aire. Realmente no sabe cómo tratarlo, todavía es un misterio para ellos su fuerza y agilidad. Los rumores sobre que es un experimento suenan menos alocados cuando lo ven pelear. 

—¡El nuevo favorito de todos, 626! —exclama una cebra, quién es el presentador de las peleas esta noche—. ¡Contra el más fuerte y cruel de los cérvidos, Blas!  

Ambos peleadores entran a la arena mientras la multitud los aclama con halagos e insultos por igual. El simio debe levantar mucho la mirada para ver al ciervo, ya que este es más alto que él sin mencionar su fuerte cornamenta. 

—Debe ser una maldita broma —comenta Blas para luego mirar a la cebra—. ¿Cómo peleará contra mí sin cornamenta? 

Él debe alejarse al notar el movimiento del simio, logra esquivar un golpe que este lanzó al retroceder rápidamente. Fue su error, después de todo la pelea ya empezó. 

Blas se siente muy confiado, pues le supera en tamaño y peso a su rival, aunque 626 tiene la velocidad y agilidad de su parte. Con dicha velocidad se acerca, esquivando los golpes que el gran ciervo lanza. 

—Es pequeño, si uno de esos golpes lo alcanza puede que... —Allen es sacado de sus pensamientos cuando escucha a la multitud gritar, fue una expresión de dolor, entonces mira la arena de inmediato. 

626 detuvo un golpe de Blas y le sujeta la pezuña del herbívoro, de un movimiento lo hace gritar pues rompe su pata. Cuando quiere alejarse es empujado al suelo, haciendo que caiga de espaldas.

—¡Maldito, ahora me toca! —exclama Blas para luego abalanzarse hacia él. Sus cuernos se clavan en la tierra son fuerza y la arena comienza a mancharse de sangre. 

—¡Eso es falta, los jueces deben detenerlo! —interfiere Allen al dirigirse a la cebra.

—La pelea continúa —responde éste ya que el simio continúa con vida. Blas sólo atravesó su hombro y el resto de sus puntiagudas astas se clavaron a unos centímetros de su cabeza.

—Ah, grrr... —626 grune y suelta quejidos mientras el ciervo comienza a arrastrarlo por el lugar.

—No tienes idea de las ganas que tengo de convertirte en un colador ahora mismo —le dice en un tono bajo al ver las expresiones de dolor de su rival—. Iba a ser gentil contigo por ser pequeño, esto es un espectáculo. Pero rompiste mi pata... Tú elegiste esto, eh-

El ciervo se interrumpe al sentir que toma sus astas, con una fuerza impresionante el simio las rompe y lo patea en el pecho. El aire se les escapa rápidamente mientras cae al suelo. Cuando levanta la vista ve a 626 quitarse la parte que quedó en su hombro.

Blas suelta un grito de rabia, furioso al ver los restos de su cuernos. A pesar de que su cabeza esté sangrando él se lanza hacia 626. Blas lanza golpes con toda sus fuerzas, su enojo incrementa mientras el simio lo esquiva. En un descuido de éste, el ciervo consigue golpearlo, o al menos eso creía porque lo bloqueó con sus brazos. 

626 contraataca con una patada que rompe la pierna derecha de Blas, esto lo obliga a arrodillarse. Al estar a su altura el simio le da el golpe de gracia en la cabeza. Su puño impacta con fuerza, pero sus huesos también terminan por romperse.

La multitud enloquece en ese momento mientras la cebra declara a 626 como el ganador. Ninguno de ellos creyó que la criatura más pequeña sería la vencedora. Los gorilas ven a 626 salir de la arena, tiene un reguero de sangre que baja desde la herida de su hombro.    

—Está sangrando mucho, vamos a-

—¡No lo toquen! —ordena Allen antes de que Dos y Tres terminen desmembrados. Ellos ven a 626 caminar por el pasillo, en silencio lo siguen en todo el trayecto hasta su habitación.

—No podemos dejarlo así —dice Tres luego de escuchar el portazo que dio el simio—. Puede morir y, ¿qué hacemos con el cuerpo después?

—¿Eso es lo que te preocupa?

Allen los manda a callar para pensar qué hacer, entonces son interrumpidos por dos chimpancés. Ambas se presentan como enfermeras y ofrecen su servicio por una alta cantidad de dinero.

—Esa es una estafa —comenta Dos al cruzarse de brazos.

—¿Estás seguro? Tu líder lo está pensando —comenta una de ellas—. Su peleador tiene potencial, no pueden dejar que muera. Mi compañera y yo cuidaremos de él hasta que se recupere completamente.  

—De acuerdo señoritas —habla Allen al abrir la puerta—. Sean cuidadosas con él si no quieren ser lastimadas —agrega al encerrarlas dentro de la habitación.

—Estafadoras —murmura Cinco mientras roda los ojos. 

Del otro lado de la puerta 626 ve a las enfermeras acercarse, él gruñe cuando lo tocan, entonces es rociado con un poco de agua.

—A mí no me gruñas —dice una de ellas para luego limpiar su rostro—. Estás muy sucio y lleno de sangre.

—¿Quién te hirió de esta manera? —le pregunta su compañera al ver la herida de su hombro—. ¡Ah! —suelta un grito cuando él le sostiene sostiene de la muñeca, ya que vio las tijeras que ella sostiene. 

—¡Suéltala! 

—Voy a cortar tu ropa, ¿okey? —le dice con calma, ya que los gritos de su compañera provocaron que su agarre sea más fuerte. Ella con una sonrisa logra aflojar sus dedos, notando las marcas que dejó en su piel—. Escucha, nos pagan para sanar a los heridos no para pelear.

Una vez aclarado eso ella usa la tijera para deshacerse de la camiseta manchada de sangre. Ambas quedan atónitas al ver la herida, por lo que se movilizan para detener la hemorragia y desinfectarla.

Mientras ellas trabajan ven al simio hacer muecas de dolor, con cuidado comienzan a coser la herida.

—No hablas mucho —comenta la enfermera que usa la aguja—. Yo me llamo Naira y ella es mi compañera Val, quisiéramos saber el nombre de nuestro paciente. 

626 sólo la mira con el ceño fruncido para luego mirar a un lado. Naira hace una mueca pero continúa cosiendo la piel, siendo lo más cuidadosa que puede mientras que Val se ocupa de su muñeca rota.

Al terminar de vendar sus heridas Naira le entrega unas pastillas, pero él las arroja al suelo inmediatamente. Ella vuelve a darle los calmantes, pero esta ver los disuelve dentro de un vaso con agua.

—Es medicina para los dolores y ayudará a la cicatrización —le explica antes que arroje el vaso también.

—Terminamos por hoy —dice mientras caminan hacia la puerta. Luego de unos insistentes golpes consiguen que los gorilas quiten en seguro. 

—¿Todavía siguen vivas? —comenta Allen en un tono burlesco, ya esperaba que 626 las lastimara de alguna manera. Aunque se siente aliviado que eso no pasara.

—Curamos su herida, le dimos medicamentos e inmovilizamos su muñeca. Pero debemos enyesar y no peleará durante un tiempo —le explica Naira a los gorilas, notando el disgusto en sus expresiones.

—¿Sólo eso? El precio de su trabajo es muy alto y no hicieron nada —comenta Tres y es lo que los demás piensan. 

—¿De cuánto tiempo estamos hablando? —pregunta Allen al frotar su barbilla.

—Dos meses. Tomen nuestro trabajo como una inversión, alguien debe cuidar de esa muñeca y si no mueven su hombro puede que no vuelva a utilizar el brazo como antes —comenta Val con una sonrisa de lado—. A ambos nos gusta el dinero y su peleador es una gran fuente de ingresos para ambos, ¿verdad?

—Trato hecho señoritas.

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