11

Al despertar nuevamente se encuentra encerrado en un lugar extraño, su libertad ahora duró apenas unos días, haciendo que su ira y frustración incrementen más y más. Pero esta vez no está en un ecosistema parecido a la isla, sino dentro de una jaula que a su vez está dentro de una habitación de tonos marrones y rojos.

—Oh, ya despertaste. Por un momento creí que habías muerto por equivocarme en la dosis —comenta el mismo gorila de antes. Sólo que ahora está utilizando un traje y su cabello negro está peinado hacia atrás—. Pasó mucho tiempo, come y prepárate, ni siquiera sé si me entiendes —agrega luego de arrojarle unas botellas de agua y fruta.

El simio mira los grilletes de sus muñecas y tobillos, entonces, luego de lamer sus labios resecos, toma una de las botellas para quitarle la tapa y beber. 

—Mmm, no tuviste problemas con eso. ¿Qué tan salvaje eres? —piensa en voz alta, llamando la atención del simio más pequeño—. Mi nombre es Allen, ahora soy tu jefe y trabajarás, tendrás todo lo que quieras dentro de esa jaula y sólo debes pelear para mí. 

El gorila se acerca a los barrotes, aunque no demasiado para que no puede alcanzarlo de ningún modo. Lo ve oler las manzanas que arrojó y, al dar el primer mordisco, el simio devora la fruta rápidamente para continuar con las otras. 

—¿Te gusta? Puedes tener toda la fruta que quieras. Tu primera pelea será esta noche —le explica, es muy fácil hablar con él y olvidar que es diferente—. Te sorprendiste mucho cuando te encontramos, ocultaste tu olor pero lo demás no. —Allen mira sus pies, viendo que son diferente a los suyos o el de un chimpancé, al menos eso parece.

Al bajar la mirada encuentra el grupo de semillas a los pies del otro simio, éstas forman números de tres dígitos. 

—Con que seis dos seis ... Tu número de experimento, supongo. Tranquilo, no pienso entregarte a nadie si me haces ganar mucho dinero. 

Allen sonríe de lado mientras ve al más pequeño devorar las frutas que le trajo. Cree que ha encontrado la manera de domar a esta particular bestia. Ya más tranquilo sale de esa habitación para acercarse a sus subordinados. Más que seguidores, los otros gorilas son hermanos pero no puede darles tanta confianza si quiere mantenerlos controlados. 

—¿Estás seguro que eso va a ser un peleador? —le pregunta Dos, el que recibió los cuchillos por él. Este claro sólo es un apodo, así como el de Tres, Cinco y Seis de los demás del grupo.

—Muy seguro —contesta al peinar su cabello hacia atrás.

—Es el simio pelón del que hablaste pero no se ve tan fuerte —comenta Tres pensativo.

—¿Estás diciendo que miento? —lo reta al acercarse.

—No, no, es que... todos pensamos lo mismo. ¿Verdad? —dice al mirar a sus compañeros en busca de su apoyo, sin embargo estos desvían la mirada. 

—Yo lo vi, le arrancó el brazo de un venado adulto como si fuera un juguete desarmable. 

—Si, eso ya nos lo dijiste pero-

—Si no te interesa ayudarme puedes irte y ganar dinero a tu manera Tres —lo interrumpe Allen mientras mantiene su mirada fija en el otro. 

—No, lo siento. —Tres mantiene la vista en sus zapatos y espera que Allen olvide este pequeño percance. Él se aleja, dejándolos custodiando la puerta de la habitación. 

—¿Qué más pruebas quieres? Viste lo que hizo con esos cuchillos y también la piel del tigre, obviamente no la compró en una tienda —le dice Dos para luego hacer una mueca porque movió de forma brusca su brazo lastimado.

—Ya me disculpé, ¿por qué no dijeron nada? También pensaban que el simio pelón es débil. —Tres se cruza de brazos y mira a su hermano Cinco, molesto porque no lo apoyó frente al líder.       

—No me mires así, ya eres un adulto para solucionar tus propios problemas. Además en la noche veremos si el simio es fuerte o no.

Como lo habían acordado previamente con los organizadores, cada animal adinerado presenta a sus peleadores en la arena. El complejo es un gran estadio o coliseo donde los participantes deciden pelear por una buena cantidad de dinero. Estos eventos son para animales de elite, quienes se divierten viendo como los peleadores se dejan llevar por sus instintos primitivos en los enfrentamientos. 

Son completamente legales y la única regla es nada de muertes en la arena. Sin embargo fuera de ella la cosa cambia. Así es como los gorilas perdieron al número Cuatro. Debían perder, Cuatro estaba a sólo una pelea de obtener el título y su orgullo hizo que le diera una paliza a su rival. Lamentablemente dos días después fue atacado cuando estaba en un bar.

—Buenas noches damas y caballeros, esta noche comenzaremos con las peleas de peso liviano —comenta la coqueta garza para luego presentar a los contrincantes. En esa categoría se encuentran los animales más pequeños que participan, siendo estos perros, cabras, etc.

—Por un lado tenemos al campeón de esta categoría. Con un peso de 80 kg y una poderosa derecha... ¡Fel! —La multitud ovaciona al chimpancé, el cual entra a la arena y levanta sus brazos para saludar. Como no tienen cuernos o garras como los demás animales, los simios usan los puños y guantes—. Del otro lado tenemos a un nuevo retador, con un peso de 75 kg... ¡626!

El simio sin pelo entra a la arena arrastrando las cadenas que cuelgan de sus grilletes. Los gorilas ven sorprendidos por la manera que coopera ahora. 

—¿Cómo lo hiciste? —le pregunta Dos a Allen.

—Tengo mis métodos —responde con una media sonrisa, aunque el simio no se opuso en ningún momento al ver la inyección con tranquilizante que llevaba consigo. Parece que lo reconoció de alguna manera como un peligro para él—. Debo admitir que aprende muy rápido —susurra para sí mismo.     

—Ya conocen las reglas, ¡empiecen! —ordena el juez, este presencia la pelea fue de la arena junto a sus compañeros. Ellos deciden quien gana de acuerdo a los puntos que ganan al golpear a su rival.

Fel escucha la campana y se pone en guardia, aunque mira extrañado como su contrincante mira a su alrededor, ignorándolo por completo.

—Esto será rápido —se dice para luego lanzarse hacia el otro simio, quien tiene la guardia baja. Golpea con su derecha, su mejor ataque y el más rápido. Aunque sorprendentemente el otro lo esquiva dando un paso al costado. Lo último que siente es el fuerte impacto contra su mejilla que la lanza al suelo.

La multitud guarda silencio, todos atónitos por lo que acaban de ver. Fel cayó de un sólo golpe y el novato sale de la arena tranquilamente, al llegar junto a los gorilas ellos le dan su lugar en la banca.

—E-El ganador... es 626, el novato es el nuevo campeón de esta categoría —escuchan el anuncio mientras Fel es retirado del lugar en una camilla.

—La pelea ni siquiera duró un minuto —comenta Tres, es fue el primero en romper el silencio en el grupo. 

—Lo sabía, buen trabajo 626 —lo felicita Allen para luego arrojarle algo que el otro simio atrapa—. Ese es un pequeño adelanto de lo que puedes tener si continúas ganando. 

—¡¿Le estás pagando?! —cuestiona Dos. Sin embargo ve que 626 rompe el pequeño paquete para encontrar unas tiras de carne seca, las cuales devora rápidamente. 

—Todavía no puedo creer que sea carnívoro, no tiene colmillos, garras o veneno —comenta Tres, hablando en voz baja con su hermano Cinco.

—Bien, tu deber es seguir ganando. Apenas empezó la noche. —Allen mira a 626, quien mantiene el ceño fruncido mientras muerde con fuerza las tiras de carne, una tras otra.

Allen ya pensó en lo que podía pasar y ve cómo los entrenadores de los otros grupos les ordenan a sus peleadores luchar contra el novato. Las apuestas llueven y todas están en contra de ellos, lo que asegura muchas ganancias a medida que 626 va ganando cada enfrentamiento.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top