🎊 Único 🎊
Era una mañana especialmente fría en el pueblo Hang, el calendario marcaba un veinticuatro de diciembre, y aunque el clima no ayudaba, las personas sentían el ambiente cálido. Era nochebuena, había faroles en cada esquina, los niños estaban jugando con la nieve y había múltiples coros en las esquinas, recitando los más dulces villancicos de navidad.
Uno de los lugares más concurrido en el pueblo de Hang era la tienda de moda, el pueblo tenía uno de los mejores diseñadores de todo el pueblo, probablemente incluso el mejor del país y que, aparte de ser alguien talentoso, trabajador y muy dedicado, era alguien con una belleza inigualable, cualquiera que tuviera el placer de verlo directamente al rostro, quedaría completamente anonadado con su belleza.
Sin embargo, para la desgracia de muchas y muchos, él estaba tomado.
—Odio a ese hombre.
Las que hablaban eran sus trabajadoras, mujeres que trabajaban en el taller del señor Lee, confeccionando todos esos vestidos y trajes que salían de su imaginación, el señor Lee se encargaba de imaginar los diseños y ellas se encargaban de hacerlos realidad con aquellas ruidosas máquinas de coser. Muchas de ellas, a diferencia del resto del pueblo, que andaba hechizado por el gran Lee HoSeok, siempre tenían un mal sabor de boca cada vez que debían mencionar su nombre, por ello, era que preferían usar otras formas para llamarlo.
—Hace unos días vi a su esposo y a su hijo entrar a su oficina.
—¿Y? ¿Qué tiene de extraño eso?
—No, lo extraño fue cuando ambos salieron tal y como entraron, ninguno de los dos tenía un rostro feliz después de salir de allí.
—Ese hombre, ah —opinó la mujer más veterana de todas, MiYeon era su nombre. —Se ha convertido en un muñeco de nieve desde que su padre murió, todo en él es frío y carente de sentimientos, ni siquiera su esposo y su hijo se salvan de algo así, no quiero ni pensar que será de nosotras.
—Al menos espero que podamos salir de aquí temprano este día, no he comprado todos los ingredientes de la cena de nochebuena y vienen mis suegros a pasarla con nosotros.
—Tengamos fe —respondió otra mujer.
La conversación de las empleadas terminó cuando en aquel taller hizo aparición quien se consideraba el dueño de todo, iba vestido con un traje de paño que se amoldaba a su cuerpo de forma correcta, un cuerpo como pocos en aquel pueblo, con una espalda ancha y trabajada, además de fuertes brazos que presumían de unos grandes bíceps. Era normal que las empleadas más jóvenes dejaran escapar sus suspiros al verlo allí de pie, siendo tan etéreo con su cabello peinado hacia atrás, que era casi imposible creer que él era real, pero, a diferencia de ellas, MiYeon solo había dejado soltar un suspiro de cansancio cuando detrás de él apareció otro hombre, mucho más delgado y alto, con un pequeño niño tomado de la mano.
Chae HyungWon era hijo de una de las familias más ricas del pueblo, los Chae eran dueños de una cadena de supermercados que se esparcían por toda Corea, alguien con un futuro bueno, sin duda alguna, sin embargo, muchos pensaban que esa vida llena de prosperidad había sido interrumpida en el momento en el que decidió casarse con alguien como Lee HoSeok.
Un rumor reciente en el pueblo, era que en realidad el matrimonio entre Chae HyungWon y Lee HoSeok era un matrimonio arreglado, y que el que pagaba las consecuencias de todo ello era el más joven, Chae HyungWon se había vuelto la presa favorita de las hienas chismosas. Él, siempre caminando por las calles del pueblo con su pequeño hijo tomado de la mano, ambos solos, como si estuvieran desamparados.
Él también poseía una belleza iluminadora, aunque el pueblo dijera que su belleza era común y desapercibida, MiYeon creía que hablaban desde la envidia, porque aunque HyungWon no tuviera un cuerpo como el de su esposo, tenía un rostro que en definitiva era una bendición, su nariz era delgada y perfilada, sus labios eran gruesos y casi siempre de un color rojo cereza, pero ese día, debido a las altas temperaturas de invierno, sus labios estaban algo pálidos y resecos, y además de ello, los acompañaban unos expresivos y grandes ojos almendrados, que bailaban por sobre todo el taller, detallando a todas y cada una de las mujeres allí, mientras su esposo tomaba la palabra.
—La colección de invierno salió retrasada, justo como temía, ya les había explicado con anterioridad lo importante que es para nosotros la puntualidad, pero se la pasan holgazaneando y no veo nada productivo. Esta colección de primavera necesita estar lista antes de que el invierno termine, por ello, será necesario que trabajen horas extras.
—¿Horas extras? —una de las mujeres había tomado la palabra, dejando a las otras presentes asombradas, porque pocas personas se atrevían a hablarle a Lee HoSeok con un tono tan altanero. —¿Desde hoy? Pero es la víspera de navidad, señor, nuestras familias están esperándonos en casa.
—Debieron haber pensado en eso antes de estar procrastinando todo el año, les voy a pagar las horas extra, así que no se preocupen.
—Pero el dinero no siempre puede comprar nuestro tiempo, señor —habló otra mujer, inspirada por la anterior. —Queremos pasar esta noche con nuestras familias, el tiempo que estamos perdiendo con nuestros hijos, esposos, esposas y demás familiares nunca va a volver.
Las mujeres empezaron a murmurar entre sí, todas ellas de acuerdo en lo que había dicho la valiente mujer, más, sin embargo, HoSeok se mantenía con una expresión seria y e indiferente mientras las escuchaba murmurar, cansado de eso luego de unos segundos, golpeó una de las mesas de madera con su gran sombrilla, llamando de nuevo la atención de las mujeres.
—No voy a cambiar de opinión, esta noche trabajan hasta tarde, y por sí les quedaban dudas, mañana también es un día laboral común y corriente.
—¡Pero eso es inaudito! Mañana es navidad.
—Si no le gusta cómo se trabaja aquí, señora Kim, entonces le cedo el derecho de irse cuando quiera, buena suerte buscando un nuevo trabajo —cansado de todos los reclamos, HoSeok había endurecido la voz, ahora mirando molesto a todas las otras mujeres. —Y es un derecho que les cedo a todas, si desean pausar el trabajo por ir a celebrar navidad con sus familias, no se molesten en regresar.
Fue entonces que todo quedó en silencio, las mujeres pararon el parloteo, y, segundos después, el ruido de las máquinas funcionando de nuevo fue lo que resonó en aquel taller, HoSeok se dio la vuelta dispuesto a irse, pero vio a su esposo y a su hijo allí de pie, primero pasó la mirada por HyungWon, que vestía un bufanda roja con una boina y unos guantes del mismo color, más el saco largo de un color gris claro que vestía; a su lado estaba su hijo, Lee TaeYoung, su primogénito y único heredero de su casa de moda, él también tenía una buena vestimenta de invierno, con sus orejeras azules, sus bufanda de cuadros y sus guantes azules también.
—Voy a quedarme hasta tarde aquí, no vaya a ser que estas mujeres hagan lo que quieran sin mi presencia, es mejor que se vayan a casa.
—¿Y qué va a pasar con la cena? —habló HyungWon, con la mirada gacha y la voz baja.
—No voy a poder asistir a ella, HyungWon, te recomiendo que lo mejor sea que se vayan dormir temprano, es una noche demasiado fría.
HyungWon soltó un suspiro, denotando cansancio, sabía que era en vano decir algo más, así que solo asintió con lentitud y, como era usual, se fue de allí de la mano de su hijo. HoSeok no los perdió de vista hasta que los vio alejarse por las calles, estás estaban bañadas en nieve, el color blanco casi le dejaba ciego, de no ser por las decoraciones navideñas en los demás negocios, las luces multicolores en las ventanas de la panadería o el reno de escala real que se presumía en la entrada de la peluquería, todo sería ciertamente aburrido, tal y como su taller, no había nada allí, no había luces, árboles, guirnaldas o algo por el estilo, todo era sombrío y deprimente.
Pero a HoSeok no le importaba eso, desde hace mucho tiempo la navidad dejó de ser una festividad relevante para él, no era nada más que un día común y corriente, no entendía el revuelo de todos y todas por el tema de la navidad, los creía unos tontos que se dejaban impresionar por cualquier cosa, muchos ni siquiera sabían que era realmente la navidad ¿De dónde venía la tradición del árbol? ¿Por qué un hombre gordo y barbudo entra a casa de desconocidos y les deja regalos a sus mocosos? ¿O por qué celebrar que un niño naciera en medio de mulas y bueyes? La navidad no tenía sentido, todo era ridículo para él, a su conveniencia, solo veía esa festividad como algo comercial en la que podía subir los precios de su colección de invierno.
Fue hasta su oficina, donde el papeleo lo esperaba, efectivamente sus colecciones estaban haciéndose populares entre la gente, lo cual le estaba dando un firme lugar a su casa de moda como una de las más cotizadas en la ciudad de Seúl, aún debía competir con grandes industrias, pero nada de eso le detenía o desanimaba, su padre muchas veces le había dicho que si no sacrificabas lo que tenías por lo que querías, no podías esperar nada.
Estaba revisando pagarés, cuentas y demás cosas que tenía entre sus archivos, él era algo tonto para eso de los números, pero para eso estaba su asistente, quien estaba sentado a unos metros suyo en un escritorio viejo de madera, temblando de frío mientras firmaba en nombre de la casa de moda muchos cheques, contratos y demás. Sabía que él pensaba lo mismo que las empleadas allá afuera, que debería estar en casa, celebrando la navidad al cálido fuego de su chimenea y no estarse congelando el trasero esa noche en esa silla, pero, nuevamente, a HoSeok no podía importarle menos.
Él no había celebrado la navidad hace muchos años, ni siquiera cuando había nacido su hijo, incluso si HyungWon se lo pidió, porque a diferencia de él, HyungWon era otra de esas personas que amaba la navidad, desde que eran jóvenes, siempre lo recordaba siendo feliz en aquellas épocas, deteniéndose a escuchar el coro, comprándole galletas al panadero y decorando hasta el más mínimo rincón en su casa. Pero a él no le emocionaba la navidad, nunca lo había hecho realmente y menos desde que su papá había muerto, ya hacía tres años, exactamente, un veinticuatro de diciembre. Su padre fue otra persona que nunca amó la navidad, de hecho, la consideraba la peor festividad de todo el año.
Y él pensaba igual.
El reloj de su pared marcó las ocho de la noche, lo cual le hizo detenerse, dejando de lado su bolígrafo y llamando a su asistente, que, asustado, había saltado en su asiento mientras atendía a él.
—Diles a las empleadas que ya se pueden ir —dijo sin rodeos, tomando de nuevo el bolígrafo y volviendo a lo suyo, dejando en claro que no repetiría dos veces lo que había dicho.
—Bien —contestó él, levantándose de su silla, corriéndola para atrás y haciéndola chirriar contra el suelo.
Pudo escuchar desde su oficina los murmullos de las mujeres que salían de allí, seguramente muy cansadas o aliviadas de por fin salir de allí, quién sabe, si se tomara el trabajo de prestarle atención a cada una de sus empleadas, sus exigencias y problemas, seguramente su casa de moda seguiría siendo un patético intento de algo.
Solo había quedado con su asistente, el cual había mirado con anhelo puro a todas esas mujeres que habían salido corriendo de aquel taller como alma que lleva el diablo, no sabía mucho de ese chico, porque tampoco le importaba la vida de él a pesar de ser su empleado más cercano, sabía que tenía una familia pequeña, una esposa con la que llevaba poco tiempo casado y una niña pequeña de dos años. Pero, no era su problema.
El reloj marcó las nueve, casi diez de la noche, faltando un cuarto para este nada más, y entonces decidió que había sido mucho trabajo por ese día, él también estaba cansado, los ojos le pesaban y el frío había acalambrado su mano un poco, si escribía aunque sea una letra más, sentiría que se iba a lastimar algo importante. Él cerró la carpeta con todos sus documentos importantes, dejándola prolijamente ordenada, al igual que sus lapiceros y lápices, todos ordenados en un frasco y los lápices con finas puntas recién pulidas.
—Puedes irte, Kim —mencionó de nuevo, con esa indiferencia tan característica suya, pero esas simples tres palabras, habían hecho de Kim el hombre más feliz, porque sin duda se había levantado de su silla, tomando su bolso que colgaba del perchero de la oficina junto a su abrigo y su gorro, se despidió de él, haciendo una muy exagerada reverencia y, finalmente, corriendo como si fuera un estudiante que acaba de escuchar la campana del fin de clases.
HoSeok chasqueó la lengua, sintiendo un poco de pena por lo ridículas que eran las personas que se morían por celebrar la navidad. Él también se levantó de su silla, tomó del perchero su abrigo negro grande y su bufanda azul de cuadros, los grados bajo cero de allá afuera no eran ningún chiste. Después de dejar todo muy bien cerrado, bajo llave y a salvo, caminó hasta su auto, un auto con un estilo clásico pero que era bastante moderno a pesar de todo, lo encendió y de allí fue directamente a casa.
Su casa era una de las más lindas de todo el lugar, estaba en el barrio más fino del pueblo, así que era deducible que la casa era espaciosa, con un lindo patio delantero, dos pisos y un enorme patio trasero también, sin embargo, todas las casas a su alrededor estaban brillando esa noche, los señores Park habían colocado luces que cubrían toda su casa un Santa Claus en el patio delantero que, para ser sincero, daba miedo. Y no solo eran ellos, su vecina, la viuda Choi, también había colocado muchas luces en su ventana y una guirnalda en su puerta, pensó que al menos ella sería uno de los suyos, después de todo vivía sola en esa casa, su esposo había muerto hace ya varios años y sus hijos la habían abandonado en ese pueblo ¿Por qué razón decoraría?
Al llegar a su casa solo vio oscuridad, mientras todas las otras casas brillaban, la suya estaba sumida en una completa oscuridad, nada allí relucía, y al adentrarse a su hogar, tampoco se notó la diferencia, suponía que su esposo e hijo ya estaban durmiendo, tal y como él les había sugerido, así que pasó de largo a la habitación, aunque sabía que HyungWon le guardaba la cena, él no tenía mucha hambre, solo quería descansar unas horas antes de tener que volver al trabajo mañana en la mañana.
Al entrar a la habitación en efecto se encontró a su esposo durmiendo, estaba de lado y sus manos estaban bajo su rostro se veía muy relajado y tranquilo, su expresión era tan bonita como siempre, su cabello negro que siempre le cubría la frente estaba esparcido y siempre había creído que HyungWon se veía hermoso con la frente descubierta, por ello fue que no quiso romper con aquella imagen tan tranquila y se coló en la cama con cuidado, levantando las mantas con lentitud y deslizándose por el colchón con suavidad.
Fueron cuestión de minutos para que él pudiera conciliar el sueño, estaba realmente cansado, el cuerpo le dolía, los pies los tenía congelados y el calor de las mantas más el calor de su esposo, le hizo caer rápidamente en un sueño profundo. Esperaba dormir tanto como pudiera antes de que su alarma sonara, pero entonces se sintió interrumpido cuando, en medio de sus sueños, el tintineo de cadenas retumbó por su cabeza, frunció el ceño, aún dormido, pero se negaba a despertar, fue entonces cuando después de que el incesante tintineo había acabado, él creyó firmemente que nada más podría molestarlo esa noche, pero luego, fue el sonido de un trueno lo que retumbó y aquello sí que lo hizo despertar. Se levantó asustado, quedando sentado en su cama mientras miraba desorientado a su alrededor, porque ¿Truenos? ¿Esa noche? Tal vez estaba pasando una tormenta de nieve allá afuera, así que se levantó de la cama y caminó hasta la ventana en su habitación, pero no había ninguna tormenta, estaba todo tan normal como siempre.
Solo debió ser un mal sueño, él no solía ser una persona que tuviera malos sueños o que se asustara tan fácil, pero bueno, había una primera vez para todo. Caminó de nuevo hasta la cama, pero en su camino a ello, notó otra cosa que le heló la sangre por completo ¿Él había dejado la puerta abierta cuando llegó? No, por supuesto que no, nunca dejaría pasar algo así, más, sin embargo, allí estaba la puerta, abierta en lo máximo, dando vista a su largo y algo tétrico pasillo, contando con lo oscura que estaba toda la casa.
Con algo de temor caminó hasta la puerta, dando un vistazo por fuera de esta antes de cerrarla con lentitud, con temor, de verdad que se estaba sintiendo bastante extraño aquella noche, empezó a sentirse nervioso, como si alguien estuviera sus espaldas, pensó que podría ser HyungWon quien estaba detrás suyo, pero cuando se giró, quedó petrificado ante la imagen frente suyo.
Era su padre, era su bendito padre el que estaba allí de pie, sin duda alguna.
—HoSeok —lo llamó, haciendo que la piel se le erizara y sintiera desmayarse en cualquier momento. —Firme, muchacho, saluda a tu padre como se debe.
No podía decir palabra, estaba tan sorprendido que le era incluso difícil respirar, porque entre más lo miraba más le era más difícil creer que era lo que estaba pasando, debía todo ser un muy mal sueño, por ello, fue que se armó de valor y tomó entre sus manos la lámpara más cercana a él, comenzó a arremeter contra la persona, espectro, demonio o lo que fuera que estaba frente a él, intentaba darle con la lámpara, pero él esquivaba fácilmente sus ataques.
—¡HyungWon, levántate! —gritó entonces a su esposo, pero este ni siquiera se había movido ante ello, seguía durmiendo como si nada estuviera allí, como si fuera ajeno a todo lo que pasaba en ese momento. —¡HyungWon! —fue entonces cuando su lámpara logró darle en un brazo a ese hombre, pero contrario a lo que pasaría naturalmente, el objeto pasó de largo por su piel, atravesando todo su cuerpo como si no hubiera nada allí. Fue entonces cuando, de nuevo, quedó completamente congelado de terror con una lámpara en sus manos y los ojos abiertos exageradamente.
—Eres un tonto, debí criarte mejor —escuchó de nuevo esa voz, la voz de su padre, nunca la olvidaría, siempre la tenía en su mente.
—¿Quién eres? —mencionó, con voz baja y temerosa.
—¿Quién crees que fui?
—Mi padre murió hace tres años, no trates de engañarme —trató de sonar firme, pero su voz aún temblaba un poco.
—Siempre fuiste tan incrédulo —habló nuevamente él, entonces se movió por la habitación, haciendo que el tintineo que HoSeok había escuchado hace unos momentos volviera a resonar, fue entonces cuando HoSeok pudo ver cómo detrás de su padre, habían unas largas cadenas, sujetadas al final por unos pesados bloques de cemento, los bloques arrastrándose por el suelo y el sonido de las cadenas chocando entre sí hacían un sonido insufrible, pero él parecía ser el único que podía notarlo, porque su esposo, estaba durmiendo como un koala en su cama. —Soy tu padre, tres nochebuenas después de su muerte.
—Por qué... ¿Por qué viniste? —seguía con la mirada al que decía ser el espíritu de su padre. —¿Qué quieres de mí?
—Muchísimas cosas —dijo su padre, siguiendo su camino por la habitación, hasta que se detuvo en frente de la cama, donde su esposo estaba durmiendo plácidamente, se le quedó viendo un rato, hasta que se giró de nuevo a HoSeok.
—No entiendo a qué te refieres.
—No lo entenderás hasta que dejes de pensar que todo esto es un sueño, una alucinación de tu mente y que luego despertarás en tu cama, dispuesto a seguir con tu triste vida.
—No puedes obligarme a creer que esto es real —se defendió, HoSeok. —Nada aquí tiene sentido.
—Ignorante de corazón mundano, crees que solo lo que ves y tocas es real, que nada más allá de tus narices importa, al parecer, eres más tonto de lo que yo alguna vez pensé —el hombre dio unos pasos, cerca suyo.
—¿Por qué cargas esas cadenas? —preguntó HoSeok, dejando de lado lo que su padre le acababa de decir.
—Estas cadenas que están atadas a mí, que están arrastrando mi miserable ser por todos lados, son mis errores en vida, son todo eso que pude cambiar, pero no quise hacerlo.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué clase de errores pudiste haber cometido? ¿Mataste a alguien y nunca lo dijiste?
—No maté a alguien, al menos no físicamente.
—¿Entonces? Tu vida era el trabajo, siempre estuviste en la contaduría del pueblo, desviviéndote en aquella oficina por el bien de tu familia.
—¡Tonto! —el grito lo alteró de nuevo, haciéndolo temblar y levantar las manos para cubrir su rostro cuando su padre se acercó más a él. —Desperdicié mi vida en aquella contaduría, mi codicia y mi egoísmo no me dejó ver nada más, no me dejó ver todos los errores que estaba cometiendo y como estaba agregando cada día un eslabón más a mi cadena, ahora solo vago por el mundo, sin poder descansar en paz.
HoSeok no le respondió, solo miraba anonadado a su padre, que se veía afligido, algo que nunca pudo ver en vida, incluso, el día de su funeral, su cadáver tenía una expresión seria y tenebrosa, pero ahora, sus ojos brillaban con algo especial y sus facciones estaban comprimidas en una mueca triste.
—No tengo mucho tiempo, así que escucha con atención lo que tengo que decirte —dio unos pasos atrás, de nuevo. —Te estoy dando la oportunidad de escapar de un destino como el mío, de enmendar tus errores.
—¿De qué errores hablas?
—¡Silencio! —su padre estaba más alterado, nuevamente viéndose como ese hombre que había conocido en vida. —Recibirás la vista de tres espíritus esta noche, cuando el reloj marque la una de la mañana, vendrá el primero, a la hora siguiente, vendrá el segundo espíritu, y cuando el reloj marqué las tres de la mañana, recibirás la visita final.
—¿Cuáles espíritus? ¿De qué estás hablando? ¿Por qué estás haciendo esto? —tenía tantas preguntas, pero ninguna de ellas fue respondida, porque entonces se sintió apresado entre las cadenas de su padre, estás enredándose en sus piernas y pantorrillas.
—Buena suerte, HoSeok.
Fue entonces cuando sintió como era arrastrado de nuevo a su cama por aquellas cadenas, siendo soltado cuando estuvo sobre ella, y cayendo sobre su rostro en el colchón, él, miedoso, se levantó tan rápido como pudo, buscando de nuevo a su padre, pero, tal y como antes, nada estaba allí, su habitación estaba vacía, su puerta cerrada y su esposo seguía tan dormido como en un principio.
—Fue un sueño, un muy mal sueño —se repitió, creía definitivamente que lo fue, aún trataba de procesar todo lo que había pasado y solo le encontraba lógica a ello, pero, por casualidad, dio una mirada a su reloj, era exactamente la media noche con cincuenta minutos, decidió hacer caso omiso a eso y nuevamente se acomodó en su cama, bajo las mantas.
Estaba a punto de conciliar el sueño, casi sentía de nuevo que podía dormir, pero escuchó campanadas cerca, debían ser las de la iglesia, marcando la hora de aquella madrugada, nuevamente, intentó no ponerle atención a ello y se giró en la cama, tratando de encontrar una buena posición para dormir, más, sin embargo, cuando se acomodó en su costado y abrió uno de sus ojos, nuevamente encontró algo allí que le hizo saltar de la cama, aterrorizado.
—Hola, hola —era nuevamente una persona la que estaba a un lado de su cama, pero en esta ocasión no se trataba de su padre, era un desconocido. Tenía un cabello rubio brillante, estaba vestido con una túnica de un color dorado y en sus manos había algo parecido a un centro, que desprendía una flama amarilla.
—¿Qué eres? ¿Qué quieres? —habló asustado, retrocediendo en su cama, chocando con el cuerpo de su esposo, y entonces, fue cuando, de nuevo, comenzó a llamarlo —¡Despierta, HyungWon, despiértate!
—Soy el espíritu de las navidades pasadas, duh —era alguien con una voz más cálida, mucho más amigable y alegre, además de que la luz que desprendía su ser y su cetro lo dejaban algo ciego. —¿No te dijo tu papá que vendría a visitarte cuando el reloj marcara la una de la mañana?
—¿M-Mi padre? —estaba asombrado, no sabía ni siquiera que decir, pero al parecer al tipo frente a él tampoco pareció importarle aquello, porque rápidamente lo tomó de la mano y lo arrastró lejos de la cama ¿Cómo es que podía tocarlo sin atravesarlo? Era un espíritu, por amor de dios.
—Estoy aquí esta noche para llevarte a tus navidades pasadas —era tan extraño todo, ese ente incluso había sonreído mientras agitaba su cetro. —¡Esto es tan emocionante!
—No pienso ir a ningún lado contigo —se soltó de su agarre cuando el hombre se detuvo frente a su ventana, abriendo esta y dejando que toda la nieve que afuera caía ahora se colara a su habitación. —Estás loco si crees que voy a seguirte, soy un mortal, si salto de esta ventana voy a morir.
—Oh, si, cierto, déjame solucionar eso por ti —fue un movimiento suave que el ente de las navidades pasadas hizo con su cetro, solo lo batió un poco de un lado a otro, lo cual dejó extrañado a HoSeok, pero entonces, empezó a sentir su cuerpo inusualmente liviano, bajó la mirada por instinto, y se sorprendió a sí mismo cuando se vio a unos pocos centímetros del suelo, flotando como un globo, y, además de eso, su piel estaba unos tonos más claros, casi podía ver a través de su brazo.
—¡Vamos!
No lo esperó ni un poco, el espíritu de las navidades pasadas había tomado su mano y lo había lanzado por la ventana, sentía el helado viento de la nochebuena en su rostro, y cuando se vio cerca del suelo, cubrió con sus brazos su rostro y cerró los ojos, anticipando el golpe que vendría, pero entonces, nada llegó, no sintió ningún tipo de dolor, y cuando abrió los ojos completamente, estaba siendo tomado de la mano nuevamente por ese espíritu que le ayudaba a elevarse sobre todo el pueblo.
—Esto es tan divertido, y tú qué querías perderte de esto —su voz sonaba animada, mientras se movía con agilidad por todo el cielo, como si no fuera una locura estar volando una nochebuena sobre todo tu pueblo.
HoSeok miraba anonadado todo desde arriba, veía a las personas del pueblo en la calle, celebrando su nochebuena, incluso había niños aún por ahí, jugando con la nieve, con sus trineos y juguetes nuevos. Más, sin embargo, no pudo poner atención a todo lo demás, porque sintió que la velocidad subía y el espíritu lo arrastraba más rápido por todo el lugar, todo pasó tan rápido, que no se dio cuenta cuando habían llegado a un destino.
Habían llegado a una vieja casa, se veía realmente deprimente, aunque la nieve la cubría, se veía oscura, opaca y sin vida, caminaron un poco, rodeándola, hasta que llegaron a una ventana en el costado de esta, dentro se podía ver una luz, una luz bastante débil y era difícil poder ver entre las ventanas, pero el espíritu no tuvo problema en atravesar esa ventana y la pared también, lo cual le dejó perplejo, pero el espíritu al verlo aún afuera, sacó su mano y lo tomó también, y entonces, él también había atravesado la pared y la ventana.
—Esto es demasiada deprimente, no creo que estemos en la fecha correcta —habló el espíritu, caminando por todo el lugar mientras miraba con ojos juzgadores, no había nada de color en aquella casa, de no ser por el foco que estaba en el techo, todo se vería en penumbras, sin embargo, cuando se giró al pelinegro, pudo ver en su rostro una mirada algo melancólica y bastante triste.
—No —mencionó en voz baja, teniendo su mirada fija en un lugar, lo cual llamó la atención del espíritu. —Estamos en la fecha adecuada.
Curioso, el espíritu también dirigió su mirada hasta el punto que el hombre lo hacía, y allí, pudo notar a un niño, un pequeño niño pelinegro sentado frente a un enorme piano, tocando sus teclas de forma desordenada y desequilibrada, por sus facciones, pudo notar que se trataba del mismo hombre que estaba a su lado, así que fue cuando decidió callar y quedarse expectante a lo que pasaría.
HoSeok caminó hasta sí mismo, era raro verse en tercera perspectiva, viéndolo bien, nunca había sido un niño lindo, tenía las mejillas abultadas por que solía ser algo gordo en aquella época, sus orejas sobresalían de su cabello largo y sentía que sus piernas eran muy cortas, pero fuera de eso, estaba concentrado en su expresión, no estaba sonriendo, estaba solo allí, existiendo sin esperar algo en general, al menos fue así hasta que vio a su propio padre hacer presencia en aquella casa.
—¿Qué estás haciendo, HoSeok? —su padre se veía cansado también, parecía que acababa de llegar de su trabajo, porque tenía ese maletín café que siempre cargaba a todos lados cuando trabajaba.
—Nada —susurró él, solo tocando otra tecla de aquel piano sin ningún interés en realidad.
—¿Hiciste los deberes que te dije?
—Sí, papá, limpié la entrada de la nieve y le dije a los del coro que no volvieran a tocar nuestra puerta nunca más —su voz sonaba mecánica, sin ninguna emoción en realidad.
—Bien —su padre, en un igual, solo había respondido aquello y se había retirado de la sala, no sin antes decir. —En la cocina hay lasaña, si quieres cenar, caliéntala y come.
HoSeok apretó sus labios al ver esa situación desde afuera, en aquel tiempo, no la sentía extraña, porque su padre era así, un hombre de pocas palabras, pero viéndolo desde otra perspectiva era simplemente... triste. Fue entonces cuando se vio a sí mismo levantarse de aquella silla de piano y caminar hasta la chimenea, que tenía una leve llama prendida, para que la casa no se inundara en hielo y frío, y se sentó frente a ella, no sin antes, colocarse de puntillas y tomar una pequeña esfera de cristal que estaba sobre la chimenea.
Tragó saliva, sintiendo un nudo en su garganta al recordar aquella esfera, era la esfera que le pertenecía a su difunta madre. Hace algunos años, ella había muerto, él no había alcanzado a disfrutarla mucho porque el cáncer de mama se la arrebató, pero lo poco que recordaba de ella, era lo que le mantenía feliz, era una mujer dulce, sin duda, dedicada a su pasión, a la confección y costura, pero también muy dedicada a su familia, cada noche se encargaba de recordarle que lo amaba y que era lo mejor en su vida, y en las navidades, le daba juguetes hermosos, guantes y abrigos que ella misma confeccionaba y un montón de abrazos y besos.
—Desde que ella se fue nada fue lo mismo —mencionó, al aire, no sabía si el espíritu estaba colocando atención a su charla o no, solo quería decir lo que pensaba en ese entonces. —Mi mamá amaba la navidad, era su festividad favorita, pero desde que ella murió, mi papá la odio, odiaba la navidad porque le recordaba a ella, él prefería encerrarse en su habitación y dormir, ignorar a todos los vecinos que la celebraban y nos deseaban felices fiestas e ignorarme a mí también.
Todo fue silencio después de eso, el niño solo estaba sentado frente a la chimenea, agitando la pequeña esfera de cristal que tenía un pingüino en su interior, la agitaba una y otra vez, solo porque le gustaba ver la nieve caer, pero entonces, su silencio fue interrumpido cuando algo se estrelló en la ventana, todos se asustaron ante el repentino sonido, el pequeño HoSeok se acercó a la ventana con lentitud, tomando un banco para poder mirar mejor desde ella.
—Mira —el espíritu nuevamente había hablado, señalando con su dedo índice, así que HoSeok se acercó hasta la ventana también, quedando a un lado de su pequeño yo.
Afuera había un niño, había lanzado una bola de nieve a la ventana, estaba de pie a unos metros de su ventana y a su lado había un perro grande y lo que parecía ser un trineo, fue entonces, cuando vio al otro niño asomarse a la ventana, que soltó la otra bola de nieve que estaba a punto de tirar y sonrió, hizo un ademán con sus manos mientras no dejaba de sonreír, indicándole que se acercara.
—HyungWon —mencionó bajo, sin poder creer los que veía, a diferencia suya, HyungWon era un niño muy bonito, era más alto que los demás niños del pueblo, su cabello oscuro también cubría su frente y parte de sus cejas, vestía unas orejeras verdes que salían a juego con sus guantes. Su piel era tan blanca como la nieve misma, tenía su nariz roja por los grados bajo cero allá afuera y también sus mejillas estaban del color rojo suave.
Fue entonces que miró de nuevo a su yo pequeño, y se sorprendió cuando vio a este sonreír, sonreír sinceramente, con su hilera de dientes incompleta por el diente de enfrente que recién había perdido, y, con toda emoción, se bajó de aquel taburete y corrió por la sala hasta el pasillo, caminó con lentitud por este hasta que dio con la habitación que pertenecía a su padre, estaba abriendo con lentitud la puerta, asomando solo un poco su rostro para poder ver dentro, y lo que encontró allí fue a su padre dormido sobre la cama, como peso muerto, ni siquiera se había quitado los zapatos antes de subirse a la cama, pero eso no pareció molestarle al pequeño HoSeok como lo hacía al adulto HoSeok, así que solo cerró la puerta y salió con ánimos de aquel pasillo, corriendo hasta la entrada de su hogar, en el perchero estaba su pequeño abrigo junto a sus guantes y su gorro, todo aquello un regalo de su difunta madre hace algunos años, aunque los guantes ya no calzaban tan bien en sus manos, los seguía usando sin importar qué.
HoSeok y el espíritu siguieron con curiosidad al niño, que corrió dándole la vuelta a su casa hasta que llegó a dónde el niño alto lo estaba esperando, el perro que lo acompañaba también se veía feliz de verlo allí, saltándole en el pecho cuando lo vio y ladrándole con felicidad.
—Tenemos que irnos, o mi papá puede despertar.
Ambos niños salieron corriendo, el más alto de ellos arrastrando el trineo que traía consigo, llegaron de allí hasta una zona un poco más alejada de la casa, había muchos más árboles y una pequeña colina, que en ese momento estaba cubierta completamente por la nieve y era de un hermoso color blanco. Había otros niños allí también, pero ninguno de ellos se enfocó realmente en los recién llegados, igualmente a ellos dos tampoco les importó.
—Hoy la nieve está perfecta para hacer un hombre de nieve —mencionó, HyungWon, acariciando a su perro al igual que el otro niño lo hacía. —Pero necesitaremos una nariz.
—Usemos una piña para hacerla —sugirió, HoSeok.
—No, no, la piña no tiene la forma adecuada, si tomamos zanahorias de mi casa no habrá problema por ello.
La familia Chae era todo lo contrario a la familia Lee, su casa estaba llena de luz, lo decía en sentido literal, porque tenían decorado todo su hogar con luces, guirnaldas y muñecos, pero también lo decía en sentido figurado, porque ellos eran las personas más amables que había conocido alguna vez, eran generosos, solidarios y demás, en la navidad se dedicaban a hacer caridad, más de la que hacían en todo el año, eran conocidos como las estrellas brillantes de aquel pueblo. Una prueba de ello era su hijo, un niño tan cálido como lo eran ellos, era alguien amigable y muy alegre, lo había conocido en la escuela, él no era alguien de muchas amistades y le fue difícil convivir, pero entonces HyungWon había aparecido, tan lindo como lo era entonces y tan lindo como lo era ahora, se había ganado su confianza y su cariño.
—Espera, HoSeok —HyungWon había detenido a HoSeok antes de que se subiera al trineo, y tanto el niño como el adulto HoSeok, se sintieron curiosos cuando el otro niño buscó en los bolsillos de su abrigo, hasta que dio con un objeto, algo mal envuelto en un papel navideño y con una tarjeta que decía "Con amor, HyungWon" —Feliz navidad.
El niño se sintió feliz, mostrando una gran sonrisa mientras recibía el regalo, pero el adulto HoSeok, que veía todo desde lejos, sentía el corazón latirle fuerte, porque él conocía muy bien ese regalo.
—Que bonito —el niño había mirado con adoración el pequeño cascanueces en su mano, estaba tallado en madera, y aunque sus facciones no estaban tan bien pintadas, era lo más especial para él, porque sabía que la mamá de HyungWon hacia esos cascanueces, los hacía muy bien, pero al ver este pintado de esa forma, le confirmaba que HyungWon lo había pintado solo para él.
—Tal vez a la media noche se convierta en un príncipe —HyungWon rio, metiendo sus manos entre su abrigo, avergonzado. —Y tengas tu propio príncipe, HoSeok.
HoSeok rio también, acariciando con sus dedos el pequeño cascanueces, para luego decir —: Creo que ya se convirtió en uno —ambos niños se sonrieron mutuamente. —Vamos a jugar.
HoSeok sonrió cuando vio a los niños acomodarse en aquel trineo, HyungWon enfrente, el perro en medio y HoSeok atrás, y pronto, todos los tres se deslizaron por aquella colina en ese trineo, se escuchaban las risas más bajas a medida que se alejaban hasta que frenaron varios metros más allá de la colina. Su mirada seguía fija en el niño más alto que ayudaba al otro a levantarse del suelo, riendo mientras lo hacía.
—Siempre hay alguien que se preocupa por nosotros —escuchó la voz perteneciente al espíritu de la navidades pasadas, el cual también tenía una sonrisa en el rostro. —Alguien que nos ama por quienes somos. Es importante recordarles a esas personas cuánto las amamos, hay miles de festividades en el año, pero ¿Por qué en navidad es cuando sentimos que debemos devolver todo ese amor que nos han dado? Eso convierte en esta festividad en algo mucho más que lo comercial, no necesitas luces o un gran árbol para celebrar la navidad, solo necesitas sentirla en tu corazón.
HoSeok pensó las palabras dichas por aquel espíritu, sin embargo, su amargo corazón volvió a hablar y, reorganizando todos sus pensamientos, nuevamente había colocado una amarga expresión en su rostro.
—¿Piensas que con esto me conmoveré y cambiaré mi opinión sobre la navidad? —negó con la cabeza. —Porque traerme a mis navidades pasadas fue un gran desacierto ¿Sabes que pasó después de esto? Mi papá me encontró fuera de casa y me golpeó, me castigó por dos semanas, y luego de eso, el perro de HyungWon murió la navidad del año siguiente, solo me has recordado porque odio la navidad, porque esta festividad es sobrevalorada y la gente solo se mete en la cabeza toda esa basura del amor para no sentirse mal cuando gastan dinero en otro árbol de navidad cada año.
El espíritu suspiró al escucharlo, negando con la cabeza suavemente, fue entonces cuando HoSeok volvió a hablar —: Llévame a casa, no quiero estar aquí.
Él le extendió el brazo al espíritu, el cual no dudó en tomarlo y nuevamente emprendieron camino, estaba nuevamente volando por encima de todo el pueblo, no sin antes darle un último vistazo a los niños que seguían jugando junto al perro en medio de la nieve. El espíritu estaba más callado que en un principio, solo guiándolo por el cielo.
—¿Puedo preguntar por qué no tienes cadenas? —habló HoSeok, viendo cómo, a diferencia del espíritu de su padre, este estaba libre de cualquier atadura.
—No me encargué en vida de crearme cadenas, traté de ser la mejor versión de mí todo el tiempo, y ahora, soy esto, ayudó a las personas que lo necesitan y eso me da paz.
—Claro —mencionó vagamente. —Entonces, si de verdad fuiste alguien, no creo que en realidad te llames espíritu de las navidades pasadas.
El espíritu rio, negando suavemente con la cabeza, respondiendo. —: No, me llamo JooHeon.
No dijeron algo más en el camino, solo anduvieron otro rato sobre el cielo antes de que la velocidad subiera de nuevo y él perdiera noción de todo, en un entrecerrar de ojos, estaba de nuevo en su habitación, con su esposo dormido a su lado y la habitación en penumbras, él se sentó, aún confundido por todo lo que acababa de suceder, entonces miró a la persona a su lado, entendía que llamarlo sería algo inútil porque al parecer HyungWon no podía escucharlo, así que solo se dedicó a mirarlo, viendo cómo, aún dormido, su esposo tenía esa luz que siempre lo había caracterizado desde que era un niño.
Las campanadas de la iglesia sonaron de nuevo, lo cual se le hizo extraño porque no es como si la iglesia trabajara toda la noche, pero no le colocó atención y nuevamente se recostó en la cama, cubriéndose con las mantas, cerró los ojos, dispuesto a dormir las pocas horas de sueño que le quedaran antes de ir de nuevo al trabajo, pero cuando quiso hacerlo, sonidos detrás suyo se escucharon.
—¿Y ahora qué?
Cuando se irguió esperó encontrar a otro ser como el que lo había visitado antes, pero no vio a nadie de pie a su lado, lo cual le dejó algo confundido, pero cuando escuchó más ruido desde el suelo, bajó la mirada, encontrando un hombre en el suelo.
—Lo siento, lo siento —este también era un chico con un estilo similar al anterior, pero su cabello era oscuro azabache, vestía una gran capa de un color verde brillante y en sus manos tenía un cetro de roble que estaba rodeado por muchas guirnaldas. —Es que soy nuevo y todavía me adapto a volar.
Se veía tan alegre como el chico anterior, tal vez un poco más, porque, por lo que tenía entendido, era un novato en todo eso de... De lo que fuera que hiciera. El espíritu se levantó del suelo y sacudió su túnica verde y le sonrió, ahora sí, presentándose —: Me presento, soy el espíritu de las navidades presentes.
—Ya veo —mencionó, ya sintiéndose un poco escéptico en el tema, le habían pasado tantas cosas raras en esa noche que una más no le vendría mal. —Pues vengo a decirte que estás perdiendo el tiempo, como ves, mi navidad presente no existe, no hay nada aquí que mirar.
El espíritu rio, una risa dulce y aniñada, se notaba que era alguien joven —: Eres tan gracioso. No, ya, en serio, ven conmigo —el espíritu le tendió la mano y él la tomó, y, en cuestión de segundos, al igual que antes, su piel se volvió casi invisible y estaba flotando unos centímetros sobre el suelo.
—No me siento seguro sabiendo que vas a ser tú quien maneja mi vuelo.
El contrario nuevamente rio, ahora notaba que era un espíritu bastante risueño, bueno, su vestimenta se lo decía todo —: Eres muy gracioso, pero no, no vamos a volar.
—¿No? ¿Y entonces?
—Acompáñame —le insistió una vez más el espíritu, entonces decidió seguirlo.
Caminaron por el pasillo de su casa, hasta que llegaron a una puerta no muy lejos de su habitación, se quedó realmente extrañado, pero el espíritu le hizo cruzar la puerta y fue cuando supo que era la habitación de su hijo. Él estaba despierto, eran las dos de la mañana, pero su hijo estaba despierto.
—¿Qué hace despierto a esta hora? Dios, vaya que se va a llevar un castigo cuando salga de todo esto.
—No vinimos a ver eso —habló el espíritu.
HoSeok calló entonces, su hijo estaba en su ventana, mirando por ella con melancolía, casi le recordaba a sí mismo en aquella edad, él tenía sus manos bajo su mentón mientras miraba con atención por la ventana las decoraciones de los Park, como las luces cambiaban su patrón de brillo.
—¿Qué se supone que tengo que ver? ¿A un niño desobediente que no se ha ido a dormir?
—Eres un hombre al que le arrebataron la infancia por un capricho de su padre, un niño que no pudo vivir algo tan simple como lo fue celebrar una navidad en familia —habló el espíritu. —Pero ¿No estás haciendo los mismo a tu hijo? Él ha estado toda la noche frente a la ventana, mirando como los hijos de los Park disfrutaban la navidad con sus padres, salían a jugar con sus juguetes nuevos y compartían en familia.
—Mañana le daré un juguete y problema arreglado, esto solo me convence que no estoy haciendo mal, si celebrara la navidad tal y como los patéticos Park, mi hijo sería un mimado que solo piensa en la navidad como algo para recibir regalos, y nada es así, no pienso hacerlo parte de esta fiesta tan comercial.
El espíritu soltó un suspiro, no dijo nada más y nuevamente le tomó la mano. —: Vamos a ver a alguien más.
Salieron por la ventana en la que su hijo estaba mirando, flotando tal y como lo había hecho antes, aunque, algo mucho más torpe, porque sentía que la mano se le resbalaba y era entonces cuando el espíritu reía y le decía que se sujetara fuerte. Se detuvieran en la zona de clase media de aquel pueblo, las casas eran pequeñas y sencillas, nadie estaba por ahí, pero las casas seguían brillando con todas esas luces. Llegaron hasta una que estaba algo escondida, también tenía algunas luces en su ventana y en su puerta, y, además, parecía que las luces de adentro también estaban encendidas, HoSeok frunció el ceño, pero siguió al espíritu cuando este cruzó las paredes.
No sabía a quién podía pertenecerle aquella casa, pero su duda no duró mucho cuando en la sala apareció una mujer mayor, la reconocía, por supuesto que sí, era MiYeon, su trabajadora más antigua. La mujer estaba camino a la sala de su hogar, con una taza de té caliente en la mano, tomó asiento en uno de los sillones frente a la chimenea, era una hora bastante alta para una mujer como ella, que debía cuidar tanto de su sueño, pero ahí estaba, bebiendo té frente a la chimenea.
—¿Cómo te sientes? —una mujer mucho más joven había llegado a la habitación, a juzgar por el parecido que tenían, se trataba de la hija de MiYeon.
—Cansada —susurró la mujer mayor, dando un sorbo a su bebida.
—No deberías ir mañana, te ves realmente mal, mamá —la chica también tenía una taza de té en las manos y tomó asiento cerca a su madre.
—No tengo opción. El señor Lee dijo que, si no asistíamos mañana, entonces no nos molestáramos en volver —dio otro sorbo a su bebida. —Y sabes que necesito mantener el empleo.
—Mamá, esto de mi desempleo es temporal, solo...
—¿Y qué pasa con la bebé? —interrumpió la mujer mayor, dándole una mirada a su hija. —Ella no puede esperar a que tú consigas empleo, necesita comer, vestir y demás, no puedo abandonar mi empleo ahora.
La más joven calló, nuevamente quedando ambas mujeres sumisas en un silencio mientras bebían de sus tazas.
—Solo quería que pasaras junto a ella su primera navidad, eres su abuela, la única familia que conoce aparte de mí, te necesita aquí.
HoSeok no pudo evitar sentir una punzada en el pecho al escuchar aquello, pasando un trago de saliva, MiYeon fue la mujer que ayudó a crecer su negocio, ella estuvo a su lado desde que el primer vestido fue confeccionado, era obvio que era alguien muy importante para el negocio y le era algo difícil procesar que MiYeon tenía una vida difícil.
—Su única familia —murmuró, MiYeon.
HoSeok se quedó algo confundido cuando las mujeres hablaron, así que se acercó al espíritu y preguntó. —: Espíritu ¿De qué están hablando ellas?
El espíritu tomó una larga inspiración antes de responder —: La esposa de MiYeon las ha dejado hace un año, es la primera navidad que pasan sin ella, y su hija, ha perdido a su esposo recientemente en un accidente de carretera.
HoSeok tragó saliva, sintiendo su pecho mucho más pesado, como si fuera la culpa la que le estuviera cargando en el pecho, pero ¿Por qué debía sentirse así? Sí, MiYeon era alguien que había dedicado mucho tiempo a su trabajo, prácticamente toda su vida, pero no era su culpa que su esposa haya muerto y que su hija sea madre soltera.
—¿Por qué me enseñas esto? No es mi culpa que ella tenga todos esos problemas, no los ocasioné y, es más, ella misma está diciendo que necesita el dinero, así que lo único que veo aquí es que estoy haciéndole un favor.
El espíritu había perdido su faceta risueña y ahora solo tenía un rostro serio y algo decepcionado —: Tu egoísmo no te permite ver más allá de lo que hay aquí, no es solo una mujer viuda con una hija y una nieta, es una mujer trabajadora que es el pilar de su hogar y solo quiere pasar tiempo con su familia, solo quiere disfrutarla antes de tener que irse tal y como lo hizo su esposa.
Eso ciertamente lo hizo dudar de sus palabras, no pudo evitar sentirse terrible ante aquella situación, porque perder a su esposa debió ser algo terrible. Él se imaginaba tener que perder a su HyungWon, probablemente nunca volvería a ser feliz, su vida no sería la misma porque ha perdido una gran parte de ella.
—Siempre dices que la gente en navidad solo piensa en sí misma, pero ¿Crees tú que eres mejor persona porque odias la navidad, más sin embargo, tampoco piensas en los demás?
Él calló, era lo mejor, porque sabía que si decía algo para defenderse el espíritu encontraría una mejor respuesta a todo eso. —: Tal vez deberíamos visitar a los barrios pobres, así verás todas esas personas que necesitan de una mano, que no tienen siquiera una pierna de pavo para cenar esta noche.
—No quiero, llévame a casa —murmuró, apretando los dientes, mientras sentía como el pecho le dolía y las manos le sudaban. Quería abandonar ese sentimiento que estaba en su pecho, sentía la culpa por MiYeon, se sentía tan culpable como si la muerte de su esposa fuera toda su culpa, se sentía culpable por ver a su hijo anhelar algo que todos los niños tenían, algo tan sencillo como celebrar una navidad.
—Como quieras.
El espíritu le tomó de la mano de nuevo y, en cuestión de segundos, habían salido por la ventana de nuevo. El vuelo seguía siendo igual de inestable que en un principio, más sin embargo, no se sentía tan inseguro como en un principio y dejó de lado todos esos errores para preguntar —: El espíritu de las navidades pasadas me dijo que había sido una gran persona en vida y por ello ahora su alma se dedica a esto ¿También es tu caso?
—Sí, algo sí —sonrió el espíritu. —Tuve una vida corta, pero fue una gran vida, por ello estoy feliz de poder hacer todo esto, me da paz saber que puedo ayudar a otros.
—Entonces, también debes tener un nombre.
—Así es, me llamo MinHyuk.
Fue entonces, cuando pasaron cerca de la iglesia, que las campanadas empezaron a resonar, el reloj marcaba las tres de la mañana y eso fue causante para que su vuelo se acelerara, dejando a HoSeok aturdido por el aire frío que le golpeaba en el rostro, y llegó al punto que solo sintió un fuerte destello en su rostro que le hizo cerrar los ojos momentáneamente, pero cuando los abrió, de nuevo estaba en tierra firme, con sus pies en el suelo, y en medio de su habitación. Se acercó a su esposo, este había cambiado de posición y estaba bocabajo, roncando suavemente mientras uno de sus brazos colgaba de la cama, desde que supo de la esposa de MiYeon había tenido la fea sensación en el pecho al pensar en perder a su esposo, no sabría qué haría, probablemente se volvería un loco ermitaño o un anciano extremadamente amargado.
Pensó en irse de nuevo a la cama, sin embargo, sabía que aún faltaba una visita en su noche, así que decidió esperarlo en su habitación, más nada llegó en un largo rato, esperó y esperó, pero nada ni nadie vino, entonces tomó la decisión de dormir de nuevo, pero antes de ello, fue a la cocina por un vaso con agua. Estaba bajando las escaleras, siendo silencioso para evitar despertar a su esposo o hijo, sin embargo, cuando estaba a mitad de los escalones, pudo sentir una presencia en su hogar, no era una presencia humana, porque cada vez que bajaba un escalón, sentía sus pies helarse, como si estuviera pisando la fría nieve de afuera.
—¿Eres el espíritu de las navidades futuras? —preguntó, sintiéndose inseguro, porque sí, ese espíritu tenía una vestimenta parecida a los anteriores espíritus que le habían visitado, sin embargo, no tenía el aura entusiasta del espíritu de las navidades pasadas o la actitud risueña del espíritu de las navidades presentes, su túnica era oscura, bajo las penumbras de su hogar, se veía prácticamente negra, no podía ver su rostro tampoco, estaba usando su capucha y esta cubría gran parte de su cara.
Increíblemente, el espíritu no le respondió, solo estaba allí, de pie, esperándolo, hasta que HoSeok llegó a su lado, mirándolo con cierto temor, porque en realidad, daba un aura oscura que le hacía temblar.
—Responde ¿Eres el espíritu de las navidades futuras? —nuevamente no recibió respuesta y aquello le hizo temblar, porque empezaba a sentir incertidumbre y aquel era un sentimiento nada grato para él. —¿Qué encontraré en mi futuro?
—Solo lo sabrás si tomas mi mano.
HoSeok decidió hacer caso, más que todo, porque no sabía cómo podría reaccionar este espíritu, difería bastante de los anteriores espíritus, lo cual ciertamente le daba miedo, y por ello prefirió tomar su helada mano sin seguir charlando. Salieron por la puerta, no hubo nada mágico hasta ese entonces, lo cual le dejó confundido, caminaron por las calles frías y solitarias del pueblo, no había nada por allí excepto ellos dos.
—¿A dónde vamos?
El espíritu guardó silencio una vez más, solo caminando a su lado, hasta que se detuvieron frente a un gran establecimiento, abarcaba gran parte de la calle, tenía tres pisos y todas y cada una de sus ventanas brillaba con intensidad, se quedó deslumbrado por aquello, sin embargo, seguía confundido. Dio unos pasos más para acercarse, y cuando notó allí, en letras grandes y llamativas, el nombre de aquel gran establecimiento.
—Esta es... ¿M-Mi casa de moda? —por más que abría la boca, no podía dar una frase coherente, seguía tan asombrado que le era difícil coordinar palabras.
—Los diseños de Lee HoSeok y su industria de moda es una de las más conocidas en el país, se está dando también un lugar en el comercio internacional.
—Estás jugando —rio, aún sin creer lo que veía, esa casa era todo e incluso un poco más de lo que había soñado, y según entendía, no era ya solo una casa de moda, era toda una industria. —Esto es increíble ¿Cómo fue que logré todo esto?
—No lo lograste tú.
Su sonrisa se fue desvaneciendo de a poco, y lo fue aún más cuando pudo ver el rostro tan serio del espíritu, que finalmente se había quitado la gran capucha. —: Entonces ¿Quién lo hizo? —preguntó.
El espíritu le hizo una seña con su mano, pidiéndole que le siguiera de nuevo, y él obedientemente lo hizo, caminaron nuevamente por las vacías calles del lugar, pasaron por todos sus solitarios barrios hasta que llegaron a una casa algo alejada del pueblo, era pequeña y se veía apagada, no sabía a quién podía pertenecerle aquella casa, por ello, fue que aceleró el pasó para saciar su curiosidad.
—Espíritu, no estoy entendiendo nada ¿Qué se supone que tengo que ver? —estaban fuera de la casa, mirando por una ventana que daba a la sala que también estaba vacía, una luz débil de una bombilla mostraba dos sillones frente a la chimenea, con una alfombra bajo ellos y un televisor pequeño también, todo bastante solitario y triste.
Fue entonces cuando una presencia humana hizo presencia en la sala, era un hombre mayor, tal vez podría estar cerca de los sesenta, era delgado, alto y tenía su cabello oscuro con algunas canas en él, al principio él estaba dándole la espalda, moviendo el carbón en la chimenea con un atizador, pero luego un teléfono comenzó a sonar, y él se giró para poder tomarlo, al mismo tiempo revelando su identidad.
HyungWon, era HyungWon el que estaba ahí dentro.
Su rostro era mucho más maduro al que conocía, no estaba cortado por las arrugas, pero se veía como unas marcas de expresión se hacían notar en su rostro, él caminó hasta la mesa en la que su teléfono fijo llamaba, lo tomó en manos cuando contestó.
—¿Hola?
No se había dado cuenta que estaba realmente pegado a la ventana mientras miraba con atención todo lo que sucedía allí dentro, veía a HyungWon, bien, eso era un buen inicio, pero tenía curiosidad sobre su hijo y también sobre sí mismo, HyungWon había envejecido muy bien, pero ¿Y él? ¿Cómo estaría?
—Pensé que vendrías a verme hoy, es nochebuena —mencionó HyungWon en medio de su conversación por teléfono. —Hice la cena para dos.
—¿Con quién está hablando? —le preguntó al espíritu, que solo se mantenía a un lado suyo, en silencio.
—Con TaeYoung.
—¿Y qué le está diciendo? No puedo entender nada de esto —estaba ciertamente cansado de la incertidumbre, y él espíritu no se veía dispuesto a darle respuestas.
—Está bien, entiendo —nuevamente HyungWon había hablado, pero ahora, su expresión era un más cansada y triste, diría que incluso decepcionada. —Bien, igualmente, que tengas buena noche.
HyungWon colgó, efectivamente, se veía mucho más triste que antes, fue entonces cuando volvió al atizador y el fuego, moviendo los carbones hasta que la llama se alzó y dio al hogar un ambiente más cálido, luego él se sentó en uno de los sillones frente a la chimenea y se quedó allí sentado, en silencio.
—Espíritu, quiero explicaciones ahora ¿Qué sucede? ¿Qué pasa con TaeYoung que no está aquí?
—TaeYoung está ocupado en el trabajo, está rompiéndose la espalda mientras intenta que la exclusiva marca de Lee HoSeok salga victoriosa como la industria de moda más grande del país.
—¿Qué? ¿Estás hablando de mis diseños? ¿De mi marca?
—La marca del padre de TaeYoung, sí —el espíritu tomó una inspiración. —Es él el que se ha encargado de llevar esa casa de moda a un gran imperio en el país, trabajando duro desde que cumplió la mayoría de edad.
—Pero entonces... ¿Qué pasó con mi trabajo?
El espíritu no le respondió, en cambio, movió su cetro un poco, de un lado a otro, y fue cuando nuevamente volvió a ser un hombre casi invisible, el espíritu lo guio dentro de la casa, dónde caminaron por la sala, pero él se detuvo casi enfrente de HyungWon, que solo estaba mirando el fuego arder en aquella chimenea, mientras sus ojos se cerraban con lentitud, sintiéndose más somnoliento que nada.
—Sígueme —el espíritu había llamado su atención, pidiéndole con un asentimiento de cabeza que se dejara guiar, y él así lo hizo, caminó detrás del espíritu hasta que llegaron a un corto pasillo de la pequeña casa, en la que había un estante igual de minúsculo que lo demás en esa casa.
Había fotografías ahí, tres exactamente, una de ellas era de TaeYoung cuando era niño, bueno, del TaeYoung que él conocía en la actualidad, siendo lindo con su cabello oscuro heredado por HyungWon y jugando en medio de la hierba en verano, la siguiente fotografía era una de quién parecía ser TaeYoung en la adolescencia, estaban en una graduación, creía que era su graduación de la preparatoria, y a su lado estaba tanto él como HyungWon, tanto TaeYoung como él tenían un expresión seria, pero no HyungWon, que sonreía a la cámara sin problema alguno. Finalmente, la última foto era una de él y HyungWon, ambos estaban sentados en dos sillones individuales, los cuales podía reconocer como los que estaban en aquella sala, ambos se veían mucho más maduros, tenían canas en su cabello y líneas de expresión en el rostro, sin embargo, tener las líneas de expresión marcadas no era un impedimento para HyungWon que sonreía con felicidad en aquella fotografía, agarrando su mano con cariño, mientras él, sentando en su sillón, se veía serio y sin ninguna emoción en realidad. Agrio como un limón, sí, así se compararía.
Pero entonces estaba realmente confundido, porque los dos sillones estaban allí, HyungWon estaba allí, pero ¿Y él? ¿Dónde estaba él?
El espíritu, como si hubiera escuchado su pensamiento, tocó su hombro con delicadeza, obteniendo su atención y luego señalando un cofre que estaba al lado de aquellas fotografías, parecía ser un cofre normal en madera, sin embargo, pudo leer lo que estaba en tallado en aquel cofre, con una cruz a su lado "En memoria de nuestro querido Lee HoSeok, ido, pero nunca olvidado", decía allí.
Sus ojos pronto se llenaron de lágrimas, como río reclamando su cauce, sentía las mejillas húmedas mientras pasaba su mirada por todas y cada una de las fotografías, una y otra vez, sin poder creer lo que su futuro era. Estaba irremediablemente muerto, sus cenizas eran las que estaban al lado de esas fotografías, su trabajo había acabado en nada, había dejado sola a su familia, a su hijo y a su querido esposo.
—No puede ser —sollozó, escondiendo su rostro entre sus manos, ahogado en lágrimas y mucosa. —¿Cómo fue que llegué a esto? ¿Por qué?
—Las largas noches en la oficina algún día cobrarían factura —el espíritu no se veía ni un poco afectado con la situación, seguía con su inexpresiva cara.
—No puede ser esto posible, esto no puede ser posible —sorbió su nariz. —Todo mi trabajo, toda mi vida no pudo haber terminado así, y HyungWon... No pude dejarlo solo, no puedo, no quiero. Y TaeYoung ¿Cómo puede tener el corazón de dejar a su padre solo? ¿Qué no ve su soledad? ¡Y en nochebuena! Dios, esto no puede ser posible.
—Su padre lo crio para que fuera una persona dedicada a su trabajo, tal vez más de lo necesario ¿Recuerdas? Necesitas sacrificar lo que tienes para conseguir lo que quieres.
—¡Pero no esto! Esto es llegar demasiado lejos, es su padre de quién estamos hablando —ahora se encontraba más histérico que molesto, hacía movimientos exagerados con las manos y daba grandes zancadas al ir de un lugar a otro, en una de esas, llegó nuevamente a la apagada sala, dónde estaban los dos sillones frente a la chimenea, pero solo HyungWon estaba sentado allí, mientras seguía batallando con el sueño, pero al mismo tiempo, seguía batallando con su tristeza que le estaba ocasionando lágrimas.
—Esto no es justo, no para él —se había acercado hasta HyungWon, viendo entonces como una lágrima rodaba por su pálida mejilla.
No era justo que alguien que siempre había dado todo de sí, como lo era HyungWon, terminara perdiéndolo todo, desde su esposo hasta su hijo, él merecía vivir su vejez en compañía y felicidad, siendo sincero, a este punto no le importaba estar muerto, él estaba en el cielo, el infierno, o donde fuera, mientras HyungWon estaba sufriendo en soledad el haber perdido a personas a las que se dedicó tanto, y eso era lo que más le dolía, porque todo era su culpa, él había desperdiciado su vida en una oficina creyendo que solo el trabajo importaba, y no bastando con eso, había dañado a su hijo, había matado toda clase de esperanza en él, toda clase de empatía y compasión y ahora él era una masa que solo vivía por y para el trabajo.
Eso no era la vida, ahora veía que no.
—Tienes que ayudarme, espíritu, tienes que ayudarme —sollozó, con el rostro empapado y tomando de los hombros a dicho espíritu, sacudiéndolo. —Esto no puede terminar así, tienes que hacer algo.
—Nada de esto está en mis manos —habló el espíritu. —Solo me encargo de mostrar el futuro, sin intervenir en él.
—¡Pero algo tienes que hacer!
—Lo lamento mucho —dicho eso, el espíritu comenzó a caminar, lejos de él, lejos de HyungWon y lejos de la casa, sin girar una sola vez hacia él.
—¡No! ¡No puedes irte, regresa! —él comenzó a seguirlo, pero fue completamente inútil, porque entonces vio que por más que forzara sus piernas para correr más rápido, no podía conseguir alcanzar al espíritu. —¡Detente!
Habían llegado a la zona boscosa del pueblo, había muchos árboles y el suelo estaba cubierto por espesa nieve, que se hundía cada vez más con cada paso, al punto que sus rodillas estaban hundidas también en los pequeños cristales de hielo, se cansó de gritar al espíritu para que volviera, para que le diera una solución, que lo salvará de su amargo futuro, sin embargo, el espíritu nunca se giró, se perdió en medio de los árboles frondosos y no volvió a verlo. Sus lágrimas estaban mojando su rostro, era un llanto amargo, como ninguno que hubiera vivido antes, el pecho le dolía, y ahí, mientras su cuerpo se hundía lentamente en nieve, se arrepintió. Se arrepintió por ser egoísta, por nunca pensar en alguien más que no fuera sí mismo, siempre había disfrazado su egoísmo con querer darle el mejor futuro a su hijo y todo lo que merecía a su esposo, pero nada de eso era cierto ¿Podía comprar con dinero todo el tiempo que le había negado a su hijo? ¿Podía comprar con dinero el amor de HyungWon? ¿Seguirle pidiendo que lo amara incluso cuando él era un traidor? No, había cosas que el dinero simplemente no podía arreglar, porque el dinero no era más allá de trozos de papel que bien algún día podrían perder su valor y convertirse en nada, pero su familia estaría ahí siempre, HyungWon lo conoció siendo un niño, siendo un temeroso niño al que se le había negado su infancia, y aun así se había enamorado, se había entregado y le había dado también mucho más de lo que él podía devolverle, entre ello, su hijo.
La nieve cubrió su cuello, respirar le era difícil porque sentía cada vez más cerca la presión de la nieve en su rostro, hasta que finalmente, la nieve logró hundir por completo su cuerpo, nada había quedado allí, la nieve siguió siendo tan blanca y prolija, como si allí abajo no hubiera un cuerpo, y HoSeok solo dejó que las cosas sucedieran, solo dejó que su cuerpo se volviera uno con los helados cristales, porque tal vez merecía aquello, eso y más, una persona como él, no era merecedor de cosas tan buenas como lo era HyungWon y TaeYoung. Sus ojos se cerraron mientras esperaba caer en la inconsciencia, sin embargo, aunque no podía ver nada, seguía sintiendo, seguía respirando y eso lo extrañó, fue peor cuando empezó a sentir un sentimiento de vacío, sentía su cuerpo caer en picada, y aunque quería gritar, no podía hacerlo, seguía sin vista y ahora, al parecer también sin voz. De repente escuchó campanadas, campanadas muy lejos de donde estaba, pero estas se fueron acercando a medida que su cuerpo caía con más velocidad, más cerca, más cerca y luego... silencio de nuevo.
Pensó que ese había sido su final, tal vez había muerto, quien sabía, pero más equivocado no podía estar, porque las últimas campanadas se escucharon, pero esta vez, se escucharon tan cerca de su oído como si él se encontrara a un lado de las grandes campanas, fue entonces cuando recobró todo sentido de orientación, recuperó su vista y su aliento. Estaba en su habitación, enfrente suyo estaba su puerta cerrada, no había chimeneas, pianos deprimentes o espíritus, todo estaba solitario y el sol de la mañana reemplazaba a las penumbras de antes. Se sentó con rapidez en su colchón, su mirada viajaba por todos y cada uno de los rincones de la habitación, todo estaba en orden, incluso su esposo estaba allí, durmiendo aún, pero tan pronto lo sintió inquieto a su lado, uno de sus ojos se había abierto con lentitud, mirándolo con fijación.
—Hola —lo saludó, con su voz mañanera que solía ser mucho más rasposa de lo normal.
HoSeok le respondió, sí, pero no con palabras, en cambio, se había abalanzado encima suyo y había comenzado a besar su rostro con adoración, aquí y allá, desde sus mejillas hasta los párpados, se había encargado de dejar cada pedazo de su piel besado. HyungWon le preguntaba constantemente qué sucedía, pero él solo le respondía con más y más besos.
—Estás aquí, conmigo, si eres tú —pasaba sus manos por el rostro de su esposo, efectivamente, todo era real.
—¿Te pasó algo? ¿Qué tienes? —su voz ya no sonaba tan mañanera, nuevamente tenía un tono dulce y delicado, lo cual lo hizo sonreír más y comenzar a besarlo de nuevo.
Se levantó de la cama entonces, corriendo hasta la ventana y abriendo esta de par en par, se asomó exageradamente, al punto que la mitad de su cuerpo estaba afuera y HyungWon le había pedido que tuviera cuidado, la gente estaba afuera, charlando, paseando, o solo cruzando la calle, fue entonces cuando de nuevo se giró a su confundido esposo. —¿Qué día es hoy? —le preguntó.
—Es veinticinco de diciembre.
—¡Esto es genial! —exclamó, acercándose a su esposo de nuevo, y plantándole en la mejilla lo que podría ser el beso número cien. —Tengo que irme.
—¿Vas al trabajo?
—Sí, no, es decir... Tengo algo mucho más importante que hacer, tú quédate aquí con TaeYoung, volveré más tarde.
Salió de la casa viento en popa, solo había tomado su abrigo y sus guantes para salir, cubriendo aún su pijama, una sonrisa estaba pintada en su rostro, estaba sonriéndole a todo aquel que lo mirara, le daba los buenos días a los ancianos y a los niños les saludaba agitando la mano, esa mañana, era Lee HoSeok el que brillaba, porque la vida le había dado una segunda oportunidad, un chance más de arreglar sus errores, y él por supuesto que lo tomaría.
Llegó a su casa de moda, él solía ser el primero en llegar, el que tenía las llaves del lugar y si él no abría el establecimiento, nadie más podía hacerlo, así que encontró a muchas de sus empleadas allí afuera, congeladas en medio del invierno, y junto a ellas, su asistente, quien también se abrazaba a sí mismo, tratando de asimilar el frío de esa mañana.
—¡Buenos días a todos!
—Señor —el que había tomado la palabra fue su asistente, que se acercó a paso rápido a él. —Lo hemos estado esperando por más de una hora ¿Por qué su retraso?
—¡Porque es navidad, Kim! —le había comentado, emocionado, lo cual dejó con dudas a muchos de sus empleados. —Es un día para descansar, para pasar tiempo en familia.
—Señor, pero usted...
—¡Todo queda así! Quiero que vayan a casa, que disfruten lo más que puedan este día y el resto de las semanas de diciembre —las expresiones de sorpresa no cabían en los rostros de todos los empleados, era como si les estuviera hablando alguna otra persona, como si hubieran reemplazado a Lee HoSeok.
—Señor, si nos está despidiendo quiero decirle que... —MiYeon había tomado la palabra, pero fue interrumpida por HoSeok de nuevo.
—¿Despedirlas? ¡Qué va! Ustedes merecen tomarse estas vacaciones de Navidad, la casa de moda les pagará todos esos días, a nuestra colección de invierno le fue realmente bien y todo es gracias a ustedes. Nos vemos en enero de nuevo, estaré feliz de recibirlos aquí el siguiente año.
—¿Está hablando en serio, señor? —su asistente entonces se veía mucho más alegre, mostrándole una sonrisa.
—¡Claro que lo digo, en serio! Por favor, vayan a casa, todas ustedes, y tú también, Kim. Nos vemos dentro de dos semanas, cuando la casa de moda abra sus puertas de nuevo —dicho eso, las mujeres celebraron contentas, aplaudiendo y saliendo de allí a paso animado, menos MiYeon, quien se había quedado de pie frente a él, con una sonrisa suave en el rostro.
HoSeok también le sonrió, estaba genuinamente agradecido con la mujer y en creía que no había una forma correcta de mostrarle el agradecimiento, pero, por mientras, haría lo que estuviera en sus manos para demostrarle aquello. Antes de que la mujer se fuera, la detuvo, diciendo. —Señora MiYeon, tengo algo para usted. La mujer lo miró con curiosidad, miraba sus manos, como si esperara ver alguna caja o bolsa de regalo en mano, sin embargo, HoSeok no tenía nada.
—Usted ha estado presente en momentos cruciales para esta compañía, fue usted quien colocó los botones del primer vestido que confeccioné, y no me gusta pensar que usted cree que no la tomo en cuenta, porque lo hago, es por eso, que he decidido ascenderla de puesto, quiero que deje de ser una costurera y sea supervisora, nadie conoce más los vestidos de esta casa que usted, sé que todo estará en buenas manos.
—¿Me habla usted en serio, señor? —ella se veía sorprendida, con sus ojos bien abiertos. Cuando HoSeok le sonrió y le asintió con lentitud, ella sonrió también, mostrando su hilera de dientes blancos y rectos. —Muchas gracias, señor, espero que tenga una feliz navidad.
—Le deseo lo mismo.
Luego de arreglar el asunto de sus empleados, corrió por todo el pueblo, en busca de algo en específico, sin embargo, no muchas cosas estaban abiertas un veinticinco de diciembre, así que le fue difícil encontrar lo que estaba buscando, tuvo que golpear en las ventanas del carpintero y rogarle que le diera solo un minuto de su tiempo, fue bastante insistente, así que al carpintero no le quedó de otra que atenderlo. Luego de eso fue al parque, donde esperaba encontrar al coro del pueblo, en navidad era cuando más villancicos cantaban, y era eso exactamente lo que necesitaba.
—¿Te sabes la de feliz navidad?
—No seríamos un coro si no la supiéramos —le había contestado el director del coro de manera obvia.
—¡Excelente! Es la favorita de mi esposo, les pagaré, no tengan duda, solo quiero que vayan a mi casa y le canten esa canción.
—Por mí está bien ¿Qué dicen ustedes? —el director había accedido, pero antes le preguntó a los coristas, quienes, por suerte, habían dicho que estaban de acuerdo también.
HoSeok sonrió, les agradeció de nuevo y continuó su largo camino por el pueblo, la gente estaba extrañada de verlo correr de un lado para otro, tocando puertas, saludando personas y sonriendo como un niño. Todos pensaron que finalmente, todas esas noches en la oficina, lo habían hecho enloquecer.
Llegó a su casa unas horas después, el coro iba a sus espaldas, junto a sus equipos y demás, y sus manos estaban rebosar de cajas y bolsas de regalo, su sonrisa se había mantenido intacta todo el tiempo, mientras le pedía al coro que comenzara a cantar.
—Feliz navidad a todos, feliz navidad a todos... —comenzaron, armonizando. La gran combinación de voces empezó a inundar el resto del lugar, eso claramente llamó la atención de HyungWon, quien estaba dándole de desayunar a su bebé, y cuando escuchó el coro tan cerca de su casa, no dudo en salir a echar un vistazo por la ventana. El coro estaba frente a su casa, en su patio delantero, eso le hizo extrañarse, así que decidió salir a ver qué sucedía con los del coro, pero no sin antes tomar en brazos a su hijo, que le estaba preguntando qué sucedía.
HoSeok vio salir a su esposo por la puerta minutos después, llevaba a TaeYoung en brazos y apoyado en su cadera, miraba con curiosidad al coro que seguía recitandole su villancico favorito, más, sin embargo, su expresión cambió a una de sorpresa cuando lo vio a él de pie junto al coro, fue entonces cuando él se acercó a su esposo, besando su mejilla.
—HoSeok, no entiendo nada ¿Por qué el coro está aquí?
—Les pedí que te cantaran tu villancico favorito, HyungWon, sé cómo amas este villancico porque te recuerda a tu infancia.
—Pero odias la navidad, no entiendo nada.
—Entendí que no era yo quién odiaba la navidad, era el niño herido en mí quién lo hacía, pensaba que sí yo sufrí en estas fechas, todo el mundo debería hacerlo, pero me equivoqué —entre sus regalos había tomado una pequeña bolsa, extendiéndola a su esposo, quién la tomó gustosamente. Su hijo estaba emocionado, tratando de curiosear sobre el regalo, pero no le hizo falta, porque pronto HyungWon había destapado su regalo, encontrando entre sus manos un cascanueces pequeño, tallado en madera. —Espero que a media noche se convierta en un príncipe, HyungWon, así tendrás tu propio príncipe.
Su esposo tenía una expresión melancólica en el rostro, miraba con cierta adoración el adorno en sus manos, HoSeok esperaba una reacción alegre, pero se asustó un poco cuando vio a su esposo llorar, su hijo, que al ver lágrimas se sintió sensible también, comenzó a llorar de la misma manera.
—Siempre pensé que habías olvidado esto —mencionó HyungWon, entre lágrimas.
—Por supuesto que no, esto es algo vital para mí ¿Crees que no guardo todos y cada uno de los cascanueces que hiciste para mí? Te amo, HyungWon, lamento no hacértelo saber tanto como quisieras.
HyungWon le sonrió suave, aún entre lágrimas, y no necesitó nada más para saber que estaba siendo correspondido, ahora, en ese momento, era la hora de pedir disculpas a otra persona —: TaeYoung, eres un niño dulce y muy encantador, sé que cuando seas grande, vas a lograr muchas cosas, pero, por ahora, mereces disfrutar la vida como el niño que eres, vivir la mejor infancia que puedas tener, por ello, fue que traje algo que realmente necesitamos en casa.
HoSeok tenía una gran caja en las manos, y se las extendió a ambos, a HyungWon y a TaeYoung, quienes recibieron emocionados el siguiente regalo, TaeYoung pidió ser bajado de los brazos de su padre y, una vez en el suelo, corrió para abrir la caja, encontrando allí un cachorro pequeño, dormido en medio de mantas y con un collar en el cuello, tenía manchas café por todo su pelaje blanco y su cola era delgada y corta, no era un perro de raza fina, pero eso no le importó al pequeño TaeYoung que chilló emocionado y tomó al cachorro con todo y mantas.
—Mira, papi, es un perrito —TaeYoung se acercó a HyungWon y le pidió que tomara en brazos, su padre lo hizo y miró maravillado al pequeño cachorro que tenía ojos somnolientos. —¿Cuándo conseguiste un cachorro? —preguntó, HyungWon.
—El refugio de animales. Siempre están recibiendo a personas que quieran adoptar animales y este chiquito fue rescatado hace poco.
Los tres estaban encantados con el cachorro, al igual con los coristas que siguieron dando un agradable concierto de villancicos, al momento de despedirse de los músicos fue triste para TaeYoung que deseaba seguir escuchando las dulces melodías, pero entonces, uno de los músicos le había hablado.
—Está bien, amigo, puedes escucharnos el año entrante y todos los que vengan después de ese —acarició los cabellos del niño, haciendo que este sonriera. —Parece que tus navidades serán mucho mejor ahora.
HoSeok estaba de pie al lado de su hijo, acariciando su espalda también, pero cuando pudo ver de cerca el rostro del músico que consolaba a su hijo, sintió un golpeteo fuerte en el pecho, porque ese rostro era el que había visto en medio de su epifanía, era el espíritu de las navidades futuras quien le sonreía mientras le decía un —: Feliz navidad, señor Lee.
Él se fue de allí, siguiendo a los músicos que lo llamaban entre gritos para que se acercara, diciendo su nombre, ChangKyun. Pero HoSeok, en vez de sentir nervios o temor, solo pudo sentir nuevamente una sensación cálida en su pecho, sonriendo mientras veía a quien fue su espíritu de navidades futuras esa madrugada, hasta que HyungWon les dijo que era mejor entrar a casa porque el clima se hacía cada vez más frío, y él, tomando la mano de su hijo, se adentró en su hogar, que ahora se iluminaba con un poco más de esperanza.
Esa noche de navidad la familia Lee cenó en conjunto, disfrutando de su compañía, y así sucedió, por muchas navidades, porque la visita de tres espíritus en nochebuena, había cambiado una vida entera.
este es uno de mis cuentos
favoritos, un clásico que
nunca se vuelve viejo.
existen mil y una
adaptaciones de este
cuento, pero yo
necesitaba hacer mi
propia adaptación,
así que espero les haya
gustado.
recuerden que si
quieren seguir con
los fics navideños,
tengo otro que es
una idea, está vez,
si original.
espero pasen linda
nochebuena, que
por sobre todo
disfruten el
tiempo en familia
y amigos, feliz
navidad.
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