Vᴇɴᴛɪǫᴜᴀᴛᴛʀᴇsɪᴍᴏ Aᴛᴛᴏ: 𝕷'𝖎𝖓𝖌𝖆𝖓𝖓𝖔 𝖓𝖊𝖎 𝖙𝖚𝖔𝖎 𝖔𝖈𝖈𝖍𝖎

Vɪɢᴇ́sɪᴍᴏ ᴄᴜᴀʀᴛᴏ ᴀᴄᴛᴏ ;;

ᵉˡ ᵉⁿᵍᵃⁿ́ᵒ ᵉⁿ ᵗᵘˢ ᵒʲᵒˢ

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𝓅𝓊𝒷𝓁𝒾𝒸𝒶𝒹ℴ: 13/08/2021

"𝑻𝒆𝒏 𝒄𝒖𝒊𝒅𝒂𝒅𝒐 𝒑𝒊𝒅𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅"

Dragan estaba completamente confundido. Aquellos médicos, más bien científicos, lo estaban tratando de atar de nuevo a la camilla para empezar una nueva sesión de experimentación con él, o como a él le parecía; una nueva sesión de rotura, cuando aquel sonido fuerte se escuchó por toda la base.

Al principio no lograba pensar con claridad debido a los calmantes que le dieron. Después de la segunda o tercera vez de "análisis" en la enfermería, comprendieron que atontarlo era más eficaz y se resistía menos. Por ello optaron por drogarlo cada vez que iban a llevárselo, y esto provocaba que no entendiera muy bien lo que pasaba.

Claro que aquella especie de trance en el que lo inducían no hacía que todo el proceso doliera menos. Muchas veces deseaba simplemente desmayarse, aunque fuera por los calmantes o el dolor, le daba igual, el punto era no seguir sufriendo por largos minutos que se convertían en horas. No veía el fin de aquello, lo que hicieran con él después pasó a un segundo plano. Ya no le importaba que lo rescataran o no, solo quería que todo eso acabara.

Cuando la explosión sonó los dos soldados que venían escoltando a los médicos se fueron corriendo. Tuvieron entonces que paralizar el trasladó de los mutantes, sin armas no podrían controlarlos en caso de que algo sucediera. Así que lo dejaron sobre la camilla y salieron de su habitación cerrando la puerta.

Eso le dio tiempo a Serifovic para espabilarse, pensar en todo lo que había pasado y, finalmente, caer en la cuenta de que muy posiblemente esa explosión fue obra de sus compañero. Sí, es cierto que pudo ser simplemente un fallo de aquel ejercito, alguna prueba de armas o algo por el estilo, pero de ser así los soldados que los vigilaban no se hubieran marchado, o por lo menos ya habrían regresado en cuanto hubieran comprobado que todo estaba bien.

Un pequeño sentimiento de esperanza se abrió paso en su pecho. El final que tanto quería ya había llegado, y mejor de lo que él pudo esperar.

No podía quedarse de brazos cruzados, él también tenía que contribuir a que todo marchara bien. Tenía que poner de su parte para que sus amigos pudieran sacarlos de allí, que no estuvieran demasiado tiempo expuestos al peligro.

Con mucho cuidado se asomó por la ventanilla que tenía la puerta. Al parecer aquellos médicos aún no se habían dado cuenta de que ya estaba despierto y plenamente consciente.

Miró bien su alrededor hasta encontrar a una mujer que tenía las llaves de las puertas. La había visto usarlas tantas veces en el poco tiempo que llevaba allí, que ya sabía perfectamente como eran. Luego miró al frente topándose con la mirada de Silvia que estaba asomada a su ventana también. Ella, igual que él, parecía preocupada por la explosión de antes.

Dragan asintió a modo de indicarle que sí, que estaba planeando escapar de allí otra vez. Pudo ver que Silvia no estaba muy segura de eso, y aun así le hizo un gesto deseándole suerte Cuando vio que los médicos volvían a moverse se apresuró en regresar a la camilla. No lo habían visto levantarse, así que actuó como si aún estuviera medio dormido por los tranquilizantes.

Cuando los médicos entraron no vio ningún soldado en la puerta, era momento de actuar. En cuanto uno de los médicos se acercó lo suficiente tocó su brazo, había logrado desprenderse de uno de sus guantes sin que se dieran cuenta.

Pudo prolongar el contacto lo suficiente como para controlar su mente un corto instante y ordenarle que se abalanzara hacia el otro médico. Se levantó de un salto, su mutación no le permitía controlar a las personas como esa tal Mastermind lo hacía, la chica que participó en el ataque al circo. Pero podía darles ordenes sencillas si le daba tiempo a introducirse en la mente de aquellos a quien tocaba.

Gracias a ese contacto también pudo sacar información de la mente de aquel hombre. Al parecer unos mutantes se habían infiltrado en la base y uno de ellos provocó la explosión, había sido en el despacho del capitán de la primera división de mutantes alemana.

Había estado en la cierto. ¡Sus amigos realmente habían venido a sacarlos de allí!

Corrió hacia la última persona presente, la mujer que tenía las llaves. Esta trató de cerrar la puerta para que Dragan no saliera, pero por la sorpresa no reaccionó a tiempo y el chico se abalanzó hacia ella. Cuando le arrebató las llaves tras un corto forcejeo la golpeó con el dorso de la mano en la nuca dejándola inconsciente. Luego cerró la puerta echando la llave para que los dos científicos locos de dentro no pudieran salir y llamar a los soldados.

Corrió a la puerta de enfrente y la abrió dejando salir a Silvia que había estado viendo todo lo sucedido. Se abrazaron instantáneamente sabiendo que todo eso había acabado al fin.

—Lo has logrado —dijo la chica.

—Aún no puedo creérmelo —admitió—. Abre las puertas de los demás, yo voy a encerrar a esta dentro de tu habitación para que tampoco pueda dar la voz de alarma cuando despierte.

Silvia asintió tomando las llaves que le extendía el más alto. Dragan agarró el cuerpo de la mujer arrastrándolo al interior de la habitación y cerrando la puerta cuando él salió. La chica mientras tanto ya había sacado a Tammy, Aurelia y Acker de sus habitaciones. Ellos también se veían alegres de al fin haber salido de allí.

—No están —dijo entonces Silvia.

—¿Qué? —preguntó Dragan.

—Aiden y Sandra, no están en sus habitaciones —repitió preocupada.

—Yo vi como se los llevaban en las camillas —dijo Aurelia—. Lo más probable es que estén en esa... enfermería.

Dragan tragó con dificultad, sintió como todo su cuerpo se tensaba al mismo tiempo. Odiaba aquel lugar, todo su ser le decía que no fuera allí, pero tenían que ir a por sus dos amigos para reencontrarse con los demás. Por nada del mundo los iban a dejar allí.

—Vaya vaya, pero mira que tenemos aquí.

Al escuchar esa voz todos se asustaron y miraron por el pasillo. Ya decían que había sido muy fácil escapar, eso aún no terminaba.

—Ya te dije que sentía mucho revuelo por aquí —dijo la chica de pelo azul recogido en dos colas.

Las reconocían a ambas del ataque al circo y eso se había puesto feo. Eran la chica de las marionetas y la del control mental, eso no se veía bien, nada bien, y como era obvio la castaña había traído algunos de sus queridos muñecos bajo su mando.

—En cuanto nos avisaron de que los mutantes de ese sucio circo habían entrado supimos que debíamos de venir inmediatamente aquí —dijo Nelly—. Al parecer esos idiotas son tan incompetentes que no han necesitado que vinieran a sacarlos, habéis escapado solitos —dijo mirando a los médicos que pedían ayuda desde el cristal de la puerta.

Raimon no se veían con muchos ánimos de ayudarles, es más, parecía que le daban absolutamente igual.

Estaban jodido, acabados, iban a volver a esas horribles habitaciones. No tenían a donde huir, lanzarse hacia aquellas chicas no era una opción pues solo Tammy tenía una mutación que podía ser útil en ese momento, los demás estaban indefensos. Además si se iban por el otro lado del pasillo tan solo había una puerta que necesitaba una clave para abrirse. Como era obvio no tenía esa clave y no podrías escapar por ahí.

—Heather, encargare de ellos anda —pidió Nelly a su compañera.

Tal vez pasó muy rápido incluso para aquellas dos chicas, o puede que no tuvieran cuidado de su entorno al estar tan confiadas de que lo tenían todo bajo control. Heather cayó mareada al suelo y cuando Nelly trató de reaccionar le apuntaron con un arma a la cara.

—No te preocupes por tu amiga, no he usado el suficiente veneno como para matarla —dijo Hao con una amplia sonrisa—. Simplemente quedará fuera de servicio el resto de la noche.

Nelly no podía creer lo que veían sus ojos. No le sorprendía el hecho de que ese enano hubiera llegado hasta allí y hubiera tumbado a Heather Grey casi al instante, lo que le sorprendía era ver quienes le estaban acompañando.

—¿Qué hacen ellos aquí? —preguntó Acker frunciendo el ceño.

—Me los encontré de camino —sonrió de nuevo llevándose los brazos detrás de la cabeza totalmente tranquilo—. Al parecer quieren ayudarnos a salir de aquí.

No eran otros que Heath Moore y Regina Mulgrave los que acompañaban a Hao. De hecho era el de cabellera magenta quien apuntaba directamente a Nelly con un rifle para que no se moviera.

—Heather era la más peligrosa, puede controlar la mente de quien sea en un radio de entre cien y doscientos metros. Deshacernos de ella era la prioridad —explicó Regina.

—¿Pretendes que nos fiemos de ellos? —preguntó Acker a Li— ¡Han atacado el circo más veces que cualquier otro! Fueron en parte culpables de que ahora estemos aquí.

—Lo sé, a mí también me extrañó, pero al parecer tienen sus motivos para ayudar —explicó el más bajo—. Y la verdad es que me guiaron hasta aquí e idearon este plan al ver que Lady y Mastermind estaban por la zona así que... Yo me fío de ellos.

—Entendemos que parezca extraño y que no confiéis en nosotros —habló entonces Heath—, pero creednos cuando os decimos que tenemos nuestras propias razones para ayudaros.

—Nosotros ya no les servíamos, iban a convertir nuestra división en un simple grupo de mutantes de recambio para la primera división, incluso iban a separarnos de nuestro líder —explicó Regina—. Solo ayudábamos a este patético gobierno porque nos prometían que estaríamos juntos, y protegidos del mundo exterior.

—Pero han roto las dos únicas cosas que nos hacían permanecer bajo sus ordenes —finalizó el chico.

—Ya sabía yo que la segunda división alemana estaba compuesta por ratas traidoras —escupió enfadada la castaña.

—Como si nos importara lo que pienses de nosotros, zorra —frunció el ceño Regina fulminando a la mayor con la mirada.

—Bueno es verdad que nos están ayudando pero... —Dragan tampoco parecía confiar del todo en ese par.

—Hemos enviado al resto de nuestros compañeros a ayudar a los vuestros, los localizaran y sacarán sanos y salvos de aquí, lo prometo —dijo Heath—. Además, ya dije que te debía mi vida —añadió eso último mirando a Silvia.

La chica suspiró y asintió formando una débil sonrisa.

—Yo confió en ellos —sentenció Woods.

—Y yo —la apoyó Hao.

—Yo aún no estoy segura... pero realmente parece que nos quieren ayudar, y si Hao y Silvia confían en ellos yo también —añadió Dingle.

—Bueno está bien, no podemos quedarnos todo el día discutiendo aquí esto —cedió Acker—. Yo sigo sin confiar en ellos, pero por esta vez los seguiré.

—Bien, pues vayámonos —dijo la chica de hebras anaranjadas.

—Que os lo habéis creído —masculló Nelly.

De repente algo se abalanzó sobre Heath desde el techo. Era un extraño muñeco, pero que pesaba mucho más que uno, como si estuviera relleno de kilos de arena o piedras. El impacto fue suficiente para tirar a Heath al suelo y que soltara el arma por el golpe.

Nelly no lo dudó ni un segundo. Antes de que alguno de los presentes tuviera la oportunidad de hacer algo cogió el rifle y disparó.

El sonido de la bala retumbó en los oídos de todos parando por un segundo sus corazones, contuvieron las respiración sin saber muy bien qué demonios había pasado. Disparó hacia Heath, pero Regina se había interpuesto recibiendo ella la bala justo en el estómago y cayendo al suelo.

Nelly no esperó y salió de allí rápidamente, no se la iba a jugar quedándose allí ella sola contra ese grupo. Con ayuda de sus marionetas se llevó consigo también a la inconsciente Heather que respiraba con dificultad por la acción del veneno de Hao.

—¡Regina!

Heath fue hacia ella colocándole bocarriba. La chica respiraba lento y entrecortado, tenía un hilo de sangre saliendo por la comisura de sus labios y la sangre no paraba de salir de su estómago. Por mucho que la chica trataba de presionar la herida la cantidad no cesaba.

Heath se quitó su chaqueta y la colocó sobre la herida de bala tratando de taponarla y que la sangre dejara de salir. No era suficiente seguía saliendo demasiada sangre, el cuerpo de Regina se notaba cada vez más frío y pálido.

—Vete, sacarlos de aquí —consiguió decir a duras penas casi agonizante.

Heath sabía que Nelly podía volver en cualquier momentos con refuerzos. Si traía a varios soldados o a algún otro mutante estarían a acabados. Pero no quería dejar allí a su amiga.

—Déjame a mí.

Silvia se colocó al otro lado de la chica y puso sus manos sobre la herida sin quitar la chaqueta que la tapaba. Tenía que ser rápida si quería ayudarla.

Heath miraba todo el rato a los ojos de su amiga. Nunca pudo corresponderla como ella quería, sabía perfectamente que lo que Regina sentía por él era mucho más que una simple amistad. Nunca abarcaron aquello, lo trataron de ignorar a pesar de que era un hecho.

Regina sabía que no tenía oportunidad, porque el corazón de Heath, aunque él propio Heath no se diera cuenta, ya pertenecía a otra persona. Y el chico no quería hacerle daño rechazándola. A pesar de todo esto había una gran unidad entre ellos, eran años estando juntos, trabajando codo con codo, para Heath ella no solo era una gran amiga, también la sentía como si fuera una hermana pequeña.

—Gracias por todo, Heath —fue lo último que Regina dijo antes de que su mirada se apagara.

Heath agarró las manos de Silvia para que parara. Regina ya había muerto y no tenía sentido seguir con eso, más sabiendo que la peliverde gastaría demasiada energía y tal ver su ayuda sería fundamental más adelante.

—Lo siento mucho —dijo la chica al ver al chico cerrar con la mano los ojos de su compañera y dejarla en el suelo.

—Ella me protegió, dio su vida por la mía, no puedo decepcionarla ahora —se giró entonces hacia los demás—. Nos vamos de aquí.

•••

—No parece que estén por aquí —mencionó Billy.

Él y Abigail ya había peinado toda aquella parte de la base, y no habían encontrado más que soldados patrullando y algún miembro del cuerpo médico. No había ni rastro de sus compañeros.

—Tal vez el equipo de Shawn o el de Mark ya los hayan encontrado.

—Lo que me preocupa es que no nos hayan avisado por los walkies en ese caso —comentó la peliverde—. Revisemos una última vez por aquel pasillo. Si no encontramos nada nos retiramos para esperar a los demás.

Billy miró en la dirección en la que su amiga señalaba. Aceptó al ver como una mujer de bata blanca cogía una tarjeta y la pasaba por un lector para que la puerta se abriera.

Al principio no le habían dado importancia a aquella puerta. Pues se notaba que era sólo la enfermería. Pero después de pensarlo un poco podría ser que si habían estado estudiando a sus compañeros y que alguno de ellos se encontrara allí.

No era nada seguro, lo que si tenían claro es que preferían arriesgarse a entrar y que estuviera vacía, a irse sin mirar y resultar que se dejaron a alguien allí. Se quedaron cerca de la puerta, escondidos tras una esquina, esperando a que alguien saliera o entrara. Como necesitabas una identificación no podían pasar a la enfermería sin más.

Tuvieron suerte porque a los pocos minutos la misma mujer que entró salió de la enfermería. Abigail y Billy no esperaron más para actuar y la chica salió al pasillo cortándole el paso. La mujer trató de dar media vuelta y correr pero Billy se teletransportó detrás de ella impidiéndole huir.

—Lo siento, pero tienes algo que necesitamos —dijo Abigail antes de acercarse para noquearla de una patada.

Una vez la mujer estaba inconsciente en el suelo creó una cuerda gruesa con la que la ató y escondió en la primera sala vacía que encontró. Cogieron su tarjeta y la pasaron por el lector logrando abrir la puerta al instante.

Dentro de esa especie de enfermería había varias camas vacías y muchos aparatos e instrumental médico que no les daba mucha confianza. Tenían un aspecto aterrador, claramente eso no servía para hacerte un chequeo y ya está.

—Billy, revisa a ver si hay alguien. Yo voy a mirar estos papeles —dijo la chica cuando vio algunas carpetas sobre uno de los escritorios.

Aquellas carpetas tenían diferentes nombres: espécimen 001, espécimen 002, espécimen 003 y así hasta el 036. Algunos tenían nombres y apellidos junto a una especie de nombre en clave, otros solo tenían el nombre y apellido. Se dio cuenta que las última carpetas contenían información de sus compañeros, de aquellos que secuestraron y también la información que Emperor y Blue Moon robaron de la caravana de Zhao.

También notó que otras de esa carpetas eran de los especiales alemanes que trabajaban ahora mismo para el gobierno, del resto de nombres no tenía ni idea, no recordaba haberse topado con nadie con alguno de aquellos nombres.

—¡Aby están aquí! —escuchó a Billy gritar de repente.

Dejó todos esos documentos de lado y corrió junto al chico que ayudaba a levantarse a Aiden y Sandra. Los dos parecían aturdidos, quizá había estado sedados y apenas se les pasaba el efecto.

—¿Estáis bien chicos? —preguntó preocupada.

—Habéis venido de verdad —dijo entre balbuceos Sandra.

—Pues claro que sí, no íbamos a abandonar a nuestros amigos.

Mientras Billy ayudaba a Aiden a ponerse en pie, Abigail ayudaba a Sandra. Poco a poco parecían ir entendiendo más la situación y recuperaban el control sobre su cuerpo y pensamientos.

—¿Dónde están los demás? —preguntó Billy.

—En unas habitaciones de contención especiales, en las plantas de arriba —dijo Aiden.

—Shawn y Hao había ido para allá, los habrán encontrado ellos —aseguró Abigail.

En ese momento los ojos de Aiden se abrieron como platos, su hermano estaba allí. No sabía si se alegraba por saber que venía a rescatarlo o asustarse por lo que pudiera pasarle.

Abigail notó al instante la preocupación en la mirada de su amigo y le tocó el brazo a modo de darle tranquilidad.

—Shawn estará bien, sabe lo que hace.

—Él no lo se, pero definitivamente vosotros no lo estaréis.

Abigail se giró casi de un salto manteniendo a Fischer a su espalda para tratar de protegerla. Al principio esperó que con suerte solo fuera un soldado, pero no, eran un chico y una chica a los que lamentablemente conocían demasiado bien. Torch y Candy, dos de los especiales de la primera división alemana.

Eso era malo, no se habían enfrentado tanto a esa división como para tener un plan para neutralizar sus mutaciones. Además Abigail y Billy ni siquiera estaban seguros de cuales eran, pero Sandra y Aiden sí. Los dos de un rápido movimiento apartaron a sus compañeros colocándose al frente del grupo.

—Claude Beacons, alias Torch, su mutación le permite convertir su cuerpo en fuego puro —dijo Aiden.

—Leyna Beck, alias Candy, puede crear flechas a partir de las moléculas de su cuerpo y controlarlas como si fueran a control remoto —esta vez fue Sandra quien habló.

—Ay pero que monos, se acuerdan de nosotros y todos —dijo Leyna como si realmente muriera de ternura.

—Ya destrozamos una vez a la chica, y el chico huyó —dijo Claude—. Será rápido.

—Eso no volverá a pasar —negó Aiden.

—Además ahora no están solos —habló Abigail poniéndose a la altura de Frost y Fischer.

Al parecer los dos mutantes del gobierno no estaban de humor como para escuchar más a aquel grupo. Leyna comenzó a crear y disparar flechas sin parar en todas las direcciones, como la fémina podía redirigirlas en el aire la única manera de evitar que te dieran eran bloquearlas, que quedaran clavadas en algún lugar. Preferiblemente en uno que no fueran sus cuerpos.

Claude comenzó a convertir su cuerpo en fuego y se lanzó a por Abigail que estaba creando tablas de madera y escudos para bloquear las flechas de su compañera. Sandra reaccionó y de un cañonazo de agua lo envió a la otra parte de la habitación.

Claude no tardó en recomponerse pues no llegó a chocar con nada y prendió en fuego algunas de las flechas de Leyna. Estas comenzaban a quemar la madera de las tablas y escudos obligando a Abigail a crearlos de metal, lo que la agotaba más. Cuantos más detalles o más complejo fuera lo que creaba más dolía su cabeza y más se agotaba mental y físicamente.

Leyna aprovechó que Sandra estaba apagando el fuego, del que había terminado rodeada, para atacarla. Aiden se transformó rápidamente en un lobo enorme y se abalanzó contra ella dándole un zarpado en el hombro y otro en una pierna. Claude corrió en su ayuda y se lanzó a por Aiden haciendo que soltara un gruñido de dolor por el fuego al contactar con su piel y pelaje.

—¡Aiden! —gritó Sandra corriendo hacia Billy.

Con Candy y Torch bloqueando la puerta no había otra forma de salir más que con la ayuda del chico que podía teletransportarse. Aiden recobró su forma humana cubriéndose con la mano el brazo que había sido quemado por el pelirrojo.

Formaron el círculo rápidamente y Billy trató de llevarlos fuera del edificio. Allí al menos no los encontrarían esos dos de nuevo.

—¡No os vais a marchar! —gritó Leyna mientras Claude la ayudaba a ponerse en pie.

Con las fuerzas que le quedaban lanzó una última flecha justo en el mismo instante en el que el grupo desapareció.

•••

Xavier corría por la base militar sin saber muy bien a donde ir. Le habían separado de Mark y no podía contactar con sus compañeros porque su walkie se rompió en la explosión. Su mutación podía ser una bendición para unas cosas, pero también podía ser una maldición para otras.

—¡Ey tú, por aquí! —le gritó un chico.

Lo reconoció, aquel chico albino era del ejercito alemán, de la segunda división para ser exactos. Dudó en si hacerle caso o no, de hecho estaba a punto de marcharse en la dirección contraria, pero cuando vio al fondo del pasillo a un grupo de soldados recapacitó.

Chasqueó la lengua y obedeció al chico siguiéndolo por los pasillos. Tuvieron que parar un momento y esconderse en otra sala pues se toparon de frente con Hunter y Bryce. Por suerte no los vieron y se metieron en la sala a tiempo.

—¿Por qué me ayudas? ¿Qué pretendes?

—Sssh —lo mandó callar al escuchar los pasos más cerca de ellos.

Solo pudo volver a respirar al escucharlos alejarse en la dirección contraria.

—Mira, yo me piro —dijo Xavier con intención de marcharse solo.

—¿Eres idiota? Si sales ahí sin saber a donde vas te atraparán.

—Vamos a ver, ¿pero tú no eres parte del ejercito alemán? ¿Por qué me ayudas ahora? No me fio una mierda de ti.

—Sí, lo soy... Bueno lo era. Ahora hemos cambiado de opinión y estamos ayudándote a ti y a tus amigos a huir.

—¿Estamos?

—Sí, no soy solo yo, toda mi división ha renunciado, Emperor y Breeze han ido a por los que atraparon la última vez, Royal Guard y Blue Moon han ido a buscar a los grupos que se dividieron, y Erin y yo veníamos a por ti, pero nos separamos —explicó sin muchos detalles.

—¿Por qué debería confiar en ti?

—Porque si quisiera atraparte ya lo hubiera hecho, y porque soy la única persona que puede llevarte junto a tus amigos.

Xavier seguía sin estar del todo seguro de lo que el tipo le contaba. Pero en algo tenía razón, ahora mismo él era la única persona que podía ayudarlo. Lo seguiría, al menos hasta que encontrara a sus compañeros.

—Está bien, iré contigo.

Apolo suspiró aliviado, si se hubiera negado no hubiera sabido qué hacer. Se suponía que Lilith debía de hablar con él, pero la chica tuvo que quedarse atrás encargándose de unos soldados. La noticia de que la segunda división de mutantes alemanes había desertado se extendió rápido.

Tuvieron suerte y no se encontraron con más especiales en todo el trayecto, solo un par de soldados a los que pudieron eludir fácilmente gracias a la mutación de Apolo. Para cuando llegaron a lo que parecía ser casi la salida de la base vieron que el resto de sus compañeros, tanto los de Apolo como los de Xavier, ya estaban allí.

—Menos mal que estás bien —dijo Acker cuando el peligris llegó con ellos.

—Estoy deseando que alguien me explique por qué ellos nos están ayudando —señaló con el pulgar a Bellerose y compañía.

—Es una larga historia —admitió Hao encogiéndose de hombros.

—¿Dónde están Shawn y Mark? —preguntó— También faltan Billy y Abigail.

—Seguro que están junto con Sandra y Aiden —dijo Dragan.

En efecto Xavier notó que aquellos dos tampoco estaban con ellos.

—¡¿De qué estás hablando?! —escucharon prácticamente gritar a Apolo.

El albino había agarrado a Heath del cuello de la camiseta y lo había empujado contra la pared enfadado. Duske y Hikaru se interpusieron inmediatamente obligándolo a soltarlo.

—¿Y a esos que les pasa ahora? —preguntó Xavier arqueando una ceja.

—Una de sus compañeras ha muerto —dijo Silvia apenada—. Una de las especiales del ejercito ruso la mató.

—¡Iba contigo, se suponía que debías de protegerla! —siguió gritando el albino.

—Apolo cálmate —pidió nervioso Hikaru.

—Regina protegió a Heath bajo su propia responsabilidad, ella así lo quiso y no somos nadie para cuestionar su decisión —dijo también Duske.

Apolo apretó los dientes tensando su mandíbula. Estaba furioso, enfadado con Heath por permitir que su amiga muriese, enfadado con la propia Regina por dejarse matar, y enfadado consigo mismo porque no había podido hacer nada para impedirlo. Ni siquiera estaba con ella en ese momento.

¿Para eso servía tener poderes sobrenaturales? ¿Ser humanos mejorados? Era una mierda si luego no podías usarlos par a proteger aquello que apreciabas, aquello que querías proteger.

—¿Tú no vas a decir nada? —preguntó mirando a Lilith.

—Pienso lo mismo que ellos —admitió—. Todos sabíamos lo que Regina apreciaba a Heath. Ella tomó la decisión de protegerlo, dar su vida a cambio de la de él. ¿No vas a respetar su último deseo?

Aquellas palabras le sentaron como un cubo de agua fría. Tenían razón, sabía que ellos tenían razón, pero eso no significaba que fuera menos dolorosa la perdida. Todos ellos se criaron juntos desde niños, había sido como perder a una hermana.

¿Alguien me recibe? Por favor es urgente —se escuchó la voz de Abigail por el walkie de Hao.

—Sí Aby, te recibo, ya hemos rescatado a Silvia y los demás, pero faltan Aiden y Sandra —contestó el chico

Lo sé, Billy y yo los encontramos, están con nosotros.

No suenas muy feliz por eso —se escuchó entonces la voz de Sonny.

Chicos, tenemos que huir ya —avisó, pero había parecido más una orden—. Billy está herido, no puede teletransportarnos fuera de aquí.

—¿Qué? —se le escapó a Hao por la incredulidad.

El resto también lo miraron pues habían escuchado todo lo que la chica había dicho.

Estamos en el garaje, nos llevaremos unos vehículos prestados para salir de aquí. Tenéis que venir todos ya.

—Está bien, me encargaré de los soldados que hay patrullando fuera para que no nos molesten —fue lo último que se le escuchó decir a Wright.

—Mierda —dijo Xavier apretando los puños.

—Os llevaremos al garaje —aseguró Heath.

—Hikaru y yo iremos a buscar a vuestros dos compañeros que faltan, seguramente se habrán topado con algún mutante —se ofreció Duske y Hikaru asintió también.

Ahí fue donde se dividieron, mientras que Apolo, Lilith y Heath guiaban al grupo, Hikaru y Duske se marcharon a otra parte. Tenían que darse prisa en encontrarlos, antes de que alguien descubriera que iban a escapar con los vehículos. También tenían que evitar encontrarse con otros mutantes, eso les robaría demasiado tiempo.

Sabían que Mark Evans había sido atrapado por Gazelle gracias a lo que les dijo Xavier, y que Shawn fue en su búsqueda según Hao. Ambos debían de estar juntos casi seguro, y eso era lo mejor para terminar rápido.

Si Gazelle iba a llevar a Mark junto al resto a las salas de contención debían de estar en una planta superior. Era extraño que en ese caso el grupo de Heath no se loa cruzara. No tuvieron que estar mucho rato buscando ya que el olor a quemado y el humo llamó la atención de ambos.

—¿Puede ser Torch? —cuestionó Hikaru.

—No lo creo —negó Duske—. Él estaba vigilando con Candy la planta de abajo. Debe de ser Surtr, y en ese caso tenemos problemas.

Cuando comenzaron a escuchar más ruido y a sentir que la temperatura se elevaba supieron que estaban cerca. Se asomaron discretamente por la esquina del pasillo y vieron como ahí estaban, los dos chicos del circo a los que buscaban y el mutante de la división rusa.

Mark y Shawn ya tenían algunas quemaduras en el cuerpo al igual que algunas partes de su ropa chamuscada por el fuego. Por el contrario Blaze estaba en perfecto estado, gracias a su mutación el hielo no llegaba a tocarle antes de derretirse, y como el poder de Evans era de defensa y no de ataque, no podía hacerle gran cosa. El rubio ni siquiera se veía cansado mientras que los otros dos casi no podían ni respirar con normalidad a causa del calor y el humo.

Mark y Shawn trataban de encontrar aberturas sin éxito. Se notaba que estaban cansados y que ya solo querían terminar lo antes posible con ese combate y marcharse.

—Mira ahí —señaló Hikaru.

En el suelo había dos cosas negras derretidas. Eran los walkies, por eso no habían contestado a los llamados de sus compañeros.

—Bien, hay que actuar rápido —dijo Duske y Hikaru asintió.

—Quietos ahí.

Antes de poder reaccionar Duske sintió algo muy frío posarse en su nuca, cuando Hikaru miró atrás vio a Gazelle apuntándole con uno de sus fusiles de hielo. Además Bryce no venía solo, Hunter estaba al lado suyo.

Los empujaron para que fueran junto a Axel y los otros dos. Shawn y Mark se sorprendieron muchísimo pues al verlos al principio pensaron que venían todos juntos a atacar. Les confundió ver que apuntaban con el arma a los de la segunda división alemana.

—¿Qué hacéis? —preguntó Axel al ver que no solo interrumpían su pelea, sino que también atacaban a sus propios aliados y compañeros.

—Como tú estabas aquí peleando no te has enterado, resulta que la segunda división a traicionado a a nuestro gobierno —explicó Hunter—. Han liberado a los prisioneros mutantes y ahora venían a rescatarlos a ellos —señaló a los dos miembros del circo.

—Tenemos que impedir que escapen, buscaremos al resto —dijo Bryce.

—Por ahora lo mejor será encerrarlos a ellos primero —señaló Blaze.

Estaban acorralados, Duske no podía usar su mutación en esas circunstancias, porque aunque sería muy útil para deshacerse de esos tres también afectaría a Hikaru y los otros dos chicos, no podía permitírselo. Además Mark y Shawn ya estaban agotados después del largo enfrentamiento con Axel, e Ichihoshi no podrían enfrentarlos a los tres solo.

Duske quiso lanzarse hacia ellos y, aunque no ayudara mucho, pelear cuerpo a cuerpo si era necesario para ganar tiempo a los demás y que se fueran. Para que advirtieran a Heath y el resto y pudieran marcharse aunque él se quedara atrás. No pudo hacerlo.

No podía moverse.

Su cuerpo era empujado con fuerza al suelo. Era como si toda la presión atmosférica recayera sobre él. Cierto,  la mutación de Hunter Foster, Xene, el ojo derecho de Astram Schiller y considerado el mutante más fuerte del ejercito alemán, era esa. Tenía el poder de manipular la gravedad.

Se prepararon para lo peor cuando vieron a Hunter acercarse a ellos. No tenían fuerzas, no podían moverse y los superaban con creces en cuanto a poder. Realmente ese parecía ser el fin. o lo hubiera sido de no ser por la nueva explosión que se escuchó, que incluso hizo temblar el edificio entero. Fue mucho más fuerte que la que creó rato antes Xavier.

—¿Qué demonios ha sido eso? —cuestionó Bryce.

¿Podría ser de nuevo Xavier? Hubiera sido una opción lógica de no ser porque una nueva explosión igual de fuerte se escuchó justo en la dirección contraria a la anterior. No podía ser Xavier, no podía estar en dos sitios a la vez, y aunque fuera gracias a su mutación de detonación, las explosiones no deberían de ser tan fuertes.

Atención a todas las unidades, prepárense para el combate inminente. Dejen cualquier actividad que estén haciendo y vayan a defender la base. Estamos sufriendo un ataque, esto no es un simulacro, repito, esto no es un simulacro.

Aquella voz se escuchó por todo el lugar. Duske y Shawn reaccionaron al mismo tiempo y, aprovechando el caos general, agarraron a su respectivo compañero y se marcharon de allí corriendo. A los tres mutantes les hubiera gustado salir tras ellos, pero dos personas se lo impidieron.

Creyeron que eran solo dos soldados por la ropa, pero cuando mostraron las caras supieron que no eran simples soldados. Estaban sufriendo un ataque directo del gobierno estadounidense. Por fin movían ficha y lo hacía en el peor de los momentos.

—Zell, Dvalin —los saludó Hunter mientras que Bryce mantenía el rifle apuntando a ellos.

—Cuanto tiempo, excapitán —devolvió el saludo el de pelo negro.

•••

Corrieron esquivando a cada soldado que se encontraban. Los soldados Fel los atacaban al verlos, pero en seguida llegaban a escena otros soldados con unos uniformes verdes oscuros que se encargaban de ellos para que no pudieran atacarlos. ¿Eran amigos o enemigos? No entendían nada, pero no era el momento de parar a preguntar.

Llegaron en tiempo récord al garaje donde guardaban todos los vehículos militares. Habían cogido dos jeep y todos se habían subido en ellos, los esperaban impacientes. Acker estaba subido de conductor en uno teniendo a Sandra como copiloto. Detrás iban Silvia y Aurelia atendiendo a un herido Billy, además de Apolo, Sonny y Lilith.

Mientras tanto en el otro Heath estaba de copiloto y le hacia señas a Duske para que corriera y se subiera él de conductor. No lo dudó ni un segundo y se subió arrancando el coche.

Mark y Hikaru se subieron en el otro, mientras que Shawn en el mismo que él conducía. Salieron a toda velocidad de allí sin tiempo siquiera para el reencuentro de los hermanos Frost, no fue hasta que estuvieron más lejos que estos dos se abrazaron por la emoción de que él otro estuviera bien.

—Nunca más vuelvas a dejar que te atrapen, me asustaste maldita sea —le regañó Shawn.

Aiden no pudo evitar soltar una leve carcajada ahogada. Shawn lo regañaba incluso en un momento como ese, lo había echado mucho de menos.

—¿Qué ha pasado ahí dentro exactamente? —preguntó Sandra—. Escuchamos algunas explosiones de repente, todo parecía muy caótico.

—Al parecer el ejercito estadounidense ha atacado la base —explicó Duske.

—¿Pero por qué no nos atacaron? —preguntó Aiden—. Quiero decir, se venían a por nosotros, los mutantes que habían atrapado previamente el ejercito alemán y ruso, no es como si nos hubieran seguido o dado mucha importancia.

—Es más parecía que os habrían el paso para que os escaparais —comentó Heath mirando a Grayling.

Este torció el gesto. A él también le parecía muy raro todo aquello. ¿Por qué atacar justo ahora y no antes? ¿Por qué esperar que Mythical Circus socorriera a los suyos? Y lo más importante ¿Por qué dejarlos escapar?

—Ahí —señaló Shawn—. Es la camioneta donde nos Travis nos trajo.

Ambos vehículos estacionaron cerca del adulto que recibió a todos los menores con una amplia sonrisa. Cuando se dio cuenta de la presencia de los otros chicos pareció confundido en un primer momento, luego miró a Mark y el resto, al ver que estaban tranquilos él también se calmó.

—¿Y esto? —preguntó.

—Nos ayudaron a escapar —explicó Mark—. No estoy muy seguro yo tampoco de lo que ha pasado ahí dentro, pero han sido de gran ayuda.

—Al parecer desertaron —señaló Hao—. ¿Podemos quedárnoslos?

Esa pregunta sorprendió a todos. Bueno, a unos más que a otros. Y no solo por el hecho de que había sonado como un niño que quería quedarse con el perrito abandonado que encontró en la calle.

—No hace falta que nos ayudéis —se apresuró a decir Heath—. Sabemos perfectamente los problemas que hemos ocasionado... más de una vez.

—Los ayudamos a escapar para tratar de compensar nuestros errores, nada más —explicó Lilith.

—Y a mí eso me parece suficiente para confiar en ellos —dijo Mark poniendo su mano en el hombro de Moore—. Ahora estáis solos. Mythical Circus está para eso, acoger y proteger a todos aquellos que se encuentren solos y amenazados.

—Mark, espera un momento —interrumpió Acker—. Una cosa es aceptar su ayuda, otra muy distinta meter al enemigo en nuestra propia casa.

—Bueno, nos ayudaron a rescatarlos, y han comprendido que lo que hacían no era lo correcto —dijo Sonny.

—Pero eso tampoco los redime de todo —negó Abigail.

—Esto habría que hablarlo con Zhao primero, pero mientras tanto... —Travis miró la pequeña riña que se formó, incluso los antiguos especiales del gobierno alemán se veían incómodos—. Haremos una cosa. ¿Quién piensa que deberíamos de darles una oportunidad?

Algunos no tardaron en levantar la mano: Mark, Hao, Sonny e incluso Sandra, que había formado parte del grupo que atraparon y había sufrido en aquella base encerrada.

—Bien, en ese caso vosotros os haréis cargo de ellos hasta que decidamos qué hacer. Tomaréis bajo vuestra responsabilidad cualquier cosa que hagan ¿está bien?

Ninguno de los cuatro pareció tener ningún problema al respecto.

—Estoy seguro de que Silvia y Aurelia también estarán de acuerdo con nosotros —dijo Hao—. Por cierto ¿dónde están?

Era cierto que ambas chicas no estaban por ninguna parte. Ahora que Acker lo recordaba ni siquiera habían bajado del vehículo para cuidar a Billy que estaba herido. Y eso era otro problema, tenían que apresurarse en sacarlo de allí y llevarlo al circo para tratarlo mejor.

—Travis, Billy está... —iba a informarlo Acker cuando escucharon la puerta de uno de los jeep abrirse.

Vieron salir de allí a Aurelia y cuando esta alzó la mirada las lágrimas le resbalaban sin control. Sus ojos estaban rojos e hipaba por el llanto. En ese momento muchos se tensaron, todos temieron lo peor.

—Aurelia, ¿qué ha pasado? —preguntó Acker.

—Billy... Billy ha... —la chica no era capaz de terminar la frase.

Mark y Acker no esperaron ni un minuto más para correr hacia el coche y asomarse por la puerta que la castaña había dejado abierta. Dentro estaba Billy tumbado en los asientos traseros, parte del tapizado del coche  y la propia ropa del chico estaban manchados de un líquido oscuro, su sangre.

Silvia mantenía la cabeza del menor sobre sus piernas sin poder contener tampoco sus lágrima.

—Lo siento —dijo entre sollozos—. No he podido...  yo... lo siento tanto.

—¿Por qué...? —la voz casi no le salía a Mark—. Abigail nos dijo que era una herida leve.

Silvia tuvo que tomar aire y tratar de controlarse para explicar lo que había pasado.

—La flecha con la que le dieron no llegó al corazón ni a los pulmones, por eso pensaron que estaba bien, además seguía consciente cuando yo me hice cargo de él junto a Aurelia. Pero parece ser que la flecha le cortó la arteria aorta porque a cada minuto que pasaba la sangre no paraba de salir.

La chica tuvo que parar un minuto porque la voz le temblaba. Mark dio la vuelta y abrió la puerta que quedaba más cerca suya para abrazarla y tratar de tranquilizarla.

—Tardé demasiado en darme cuenta —dijo al fin—. Aunque le curé la herida ya había perdido mucha sangre. No tengo la mutación de Sora, no puedo devolverle la sangre al cuerpo. Lo siento mucho —repitió una vez más antes de al fin echarse a llorar.

Al escuchar a la peliverde llorar Aurelia no pudo evitar romperse también teniendo que ser calmada por Sonny. Ambas estaban mucho más alteradas que cualquier otro porque ellas habían visto morir a su amigo entre sus manos. Fueron las que estuvieron presentes cuando dio su último respiro.

—Lo sentimos mucho —dijo Heath acercándose a Acker—. Sé que esto no es un consuelo, pero entendemos vuestro dolor.

Acker levantó la mirada, al principio quería gritarle, si ellos no hubieran secuestrado a sus amigo nada de eso hubiera pasado. Pero luego recordó que ellos también habían perdido a una compañera, y ni siquiera habían tenido tiempo de lamentar su perdida como ellos estaban haciendo. Tenía que dejar todo aquel odio de lado para admitir de una vez que ellos no habían tenido la culpa, no de la muerte de Billy, todo lo contrario, ese grupo habían tratado de sacarlos a todos de la base con vida, incluso arriesgándose a volverse en contra del gobierno.

Acker suspiró tratando de aguantar las lágrimas de impotencia y colocó una mano sobre el hombre de Heath. Luego miró a los compañeros de este sin poder evitar reflejar en su mirada la pena por la muerte de Miller.

—Sé que esta no es la mejor de las circunstancias pero... bienvenidos a Mythical Circus, el circo de los horrores.

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Es tan raro pensar que ya he terminado la primera parte... Lloro ;w;

Ha sido casi un año con esta historia, y aunque aún no termina porque queda un volumen más ya se me hace nostálgico. Espero que ha todos os haya gustado este capítulo a pesar de las dos perdidas del final. Pobreticos los niños :""""v

Mañana tendréis subido el epílogo que concluirá el primer volumen de Horror Circus.

~Nova/Dreamer

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