Dɪᴄɪᴀssᴇᴛᴛᴇsɪᴍᴏ Aᴛᴛᴏ: 𝕮𝖔𝖓𝖙𝖎𝖓𝖚𝖆 𝖆 𝖕𝖗𝖔𝖛𝖆𝖗𝖊

Dᴇᴄɪᴍᴏsᴇ́ᴘᴛɪᴍᴏ ᴀᴄᴛᴏ ;;

ˢⁱᵍᵘᵉ ⁱⁿᵗᵉⁿᵗᵃⁿᵈᵒˡᵒ

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𝓅𝓊𝒷𝓁𝒾𝒸𝒶𝒹ℴ: 05/06/2021

"𝑺𝒐𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒃𝒆𝒔𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒚 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒂𝒄𝒆𝒔 𝒖𝒏𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒗𝒆𝒛, 𝒕𝒐́𝒄𝒂𝒎𝒆 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒔𝒊 𝒏𝒐 𝒕𝒐𝒄𝒂𝒓𝒂𝒔 𝒂 𝒏𝒂𝒅𝒊𝒆, 𝒑𝒐𝒏 𝒕𝒖𝒔 𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔 𝒆𝒏𝒄𝒊𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒊"

ADVERTENCIA: ESCENA +18, LEMMON SUAVE NO EXPLÍCITO

—¡Bua! ¡El mar! —exclamó Tammy al observar la enorme masa de agua que cubría hasta el horizonte.

El olor a sal y arena inundó las fosas nasales de todos al instante desde el momento en el que salieron de los camiones y caravanas. El sonido de las olas rompiendo en la orilla, el viento y el graznido las gaviotas hacía de complemento perfecto para aquella hermosa imagen de aguas azules con el sol brillando sobre estas.

El día estaba totalmente despejado y la temperatura era bastante buena como para poder pasar el día allí. Al parecer el clima estaba de su parte y todos estaban maravillados con tal escena.

—¡Mira Aby, vamos a poder nadar! —dijo la rubia agarrando a su amiga peliverde del brazo.

Ya habían pasado un par de días desde que rescataron a Nayuki y por suerte no se toparon con ningún soldado hasta llegar allí. Por petición de varias chicas, entre ellas Sandra, Bunny y Tammy, decidieron hacer una parada de un día para disfrutar del mar.

Zhao y Travis no tuvieron ningún problema con ello ya que después de todo lo que los menores habían sufrido las últimas semanas se merecían un poco de paz. Además también serviría como premio por lo bien que salió la misión de rescate y como una forma de que Sora se fuera integrando al grupo.

El chico ya parecía apreciar a varios de allí, pero por alguna razón no era capaz de ser tan espontáneo con los demás. Parecía mantener una buena amistad con Billy y Aurelia, también reaccionaba muy bien cuando Acker, Nathan o Silvia trataban de hablar con él, era amable. Y de hecho había desarrollado un gran apego por Misha, nadie sabía muy bien el por qué de esto pues no era como si tuvieran muchas cosas en común realmente, pero para ambos eso estaba bien así que nadie se metía en eso.

Por otro lado había tenido problemas para relacionarse con los demás y nadie entendía el por qué. Marcel, Adriano, Sonny y algunos más intentaron hablar con él, ser sus amigos, pero el de ojos rojos siempre se veía sobrepasado y agobiado.

Al menos gracias a él, el estado de Elliot y Xing había mejorado muchísimo en los dos últimos días al punto de que ya les habían dado el alta, justo la noche anterior fue la primera que pasaron después de mucho tiempo en sus propias camas. Con la limpieza en sangre de Sora y la curación de Silvia había sido suficiente para que se encontraran bien de nuevo, solo tenían que recuperar la forma física después de tantos días, casi semanas, encamados.

Abigail por su parte ya estaba prácticamente curada en su totalidad de todas sus heridas. Ya solo quedaban algunas pequeñas que estaban a punto de curarse y alguna cicatriz pequeña en su costado que lamentablemente no se iría, pero no eran muy notables.

—Sandy —llamó Bunny a su novia colgándose de su brazo—. ¿Vamos a tener la cita que me prometiste? —preguntó con con obvia emoción en sus ojos.

La mas alta rió y asintió logrando que la pelirrosa sonriese aún más. Siendo sincera Sandra también estaba emocionada, hacía poco tiempo que ella y Bunny comenzaron una relación como pareja y con todo lo que había pasado en las últimas semanas no tuvieron tiempo para disfrutar de una simple cita en condiciones.

—Mira voy a preparar una cesta con algo de comida y podemos hacer un picnic en la playa, ¿te apetece? —Bunny asintió.

—Entonces yo iré a cambiarme y a coger toallas y protector.

Las dos se separaron bajo la atenta mirada de Adriano, que de cierta forma las envidiaba. El de pelo morado suspiró haciendo reír a sus dos compañeros.

—¿Envidia? —preguntó Marcel.

—¿Soledad? —preguntó ahora Nathan.

—Es que... ¡Todos aquí tienen pareja menos yo! Se siente triste —dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

—No seas exagerado, no todos tiene pareja —rodó los ojos Nathan—. Yo tampoco tengo por ejemplo.

—Y veremos cuanto duras soltero, tu eres de esos tipos que si no fuera porque estamos huyendo todo el rato por no ser "normales" estoy seguro de que ya tendría pareja.

—A mí lo que me parece es que eres un pesimista.

—¿Marcel cuantas parejas has tenido? —preguntó el de tez morena.

—Dos —contestó el otro sin más mientras comía un gajo de naranja.

—¡Dos! ¡¿Dos?! ¡Madre mía dos! —empezó a repetirse— Hasta el crió a tenido más parejas que yo, no solo Dragan.

—¡Ey! No soy un crió —se defendió indignado el más bajo.

—No exageres, por ahora solo hay dos parejas entre todos nosotros.

—Ya, vas a decir que Bunny y Sandra y Marcel y Dragan ¿verdad? ¡Pues ahorratelo! Porque yo sé que en poco tiempo se multiplicaran, las parejas felices son como las cucarachas.

Esta vez al de pelo morado le llegó un golpe por detrás a la nuca. Este se quejó y miró mientras tocaba la zona herida.

—No hables así —le regañó Dragan sentándose al lado de Marcel.

El más bajo le ofreció un gajo de naranja pero este negó, no tenía hambre. Marcel se limitó a encogerse de hombros y continuar comiendo.

—¿Vienes a restregarnos vuestra felicidad? —preguntó Adriano aún ofendido a lo que Nathan negó por lo cabezota que este era.

Dragan rodó los ojos divertido.

—No —pero de repente se lo pensó mejor—. La nuestra no, pero la de otros sí.

—Si hablas de la cita de Bunny y Sandra...

—No, no es eso.

Adriano lo miró sin mucho interés y Marcel y Nathan con curiosidad por saber a lo que Dragan se refería.

—Resulta que iba de camino a mi caravana, la que comparto con Nathan, Valentín y Sonny —los tres asintieron—. Aparcada al lado de la nuestra está la de Misha, Trevor, Elliot y, ahora también, la de Sora, y resulta que al pasar escuché algo dentro de la cabaña y creo que no era una partida de parchís precisamente. No sé si me explico.

Nathan rió al entender y Marcel enrojeció un poco al no esperarse eso, por su parte Adriano se levantó de golpe llevándose las manos a la cabeza.

—¡No solo es que ahora me sienta solo sino que tengo una imagen mental que no quería tener! —se autocompadeció.

Ante esto Nathan y Dragan no pudieron evitar reír ahora más fuerte.

—Yo a este punto solo espero que Trevor y Sora no necesiten entrar a la habitación por un buen rato —dijo Nathan secándose una lágrima que salió por la risa—. La verdad es que ya se estaban tardando.

•••

Elliot apretó con más fuerza contra sí al más bajo. Como si quisiera tenerlo todo de él y no dejarlo marchar por nada del mundo. Misha respondió hundiendo las uñas en su espalda en un acto desesperado por reclamar cada parte de su piel.

Elliot tampoco se quedó atrás. El moreno le pasó las manos trazando cada parte de su cuerpo como si buscara dar con la forma exacta de su figura. Para Misha cada toque de sus dedos era como una corta descarga eléctrica que tan solo le hacía perder por segundos la poca cordura que le quedaba. Él tan solo se dejaba llevar sin pensar demasiado en el cómo llegaron a ese punto.

Sus bocas no dejaron de moverse en una obvia asincronía. Elliot odiaba tener que admitirlo, y probablemente su orgullo no le dejaría hacerlo en voz alta, pero jamás había besado a alguien y mucho menos había llegado a ese punto así que no tenía ni puta idea de que era lo que se suponía que debía de hacer.

Eran los problemas de ser una paria social y estar encerrado en un circo perdido de la mano de Dios. No había muchas opciones de haber obtenido práctica previamente, y aunque por una parte lo agradecía porque le gustaba que su primera experiencia fuera con el chico bajo él, también le avergonzaba demasiado.

Misha por su parte tampoco es que estuviera en mejores condiciones que el otro. Tan solo se dejaba llevar por el instinto. Dejaba que la pasión, y tal vez un poco la desesperación, del momento guiara sus acciones, y la verdad es que en mayor medida estaba dejando actuar a Elliot. Dejaba escapar jadeos ahogados que ya no podía ocultar aunque por vergüenza lo intentara.

¿Quién era el imbécil que dijo que la primera vez era la más bonita y romántica? Esta mierda era demasiado vergonzosa.

Cuando se separaron por un segundo para retomar el aliento pudieron al fin mirarse por unos cortos instantes. El color gris y rojo se chocaron directamente con el brillante lila del contrario, y de alguna forma que eso sucediera fue lo mejor que podía haber pasado. Con ese simple cruce de miradas supieron que estaban al mismo nivel, que ambos estaban hechos un manojo de nervios, y que se sentía igual de penosa para ambos aquella situación.

Elliot no pudo evitar reír. Eso dejó un poco confundido a Misha en un principio, pero al final el ataque de risa también se le contagió.

—Confía en mí —dijo el de pelo gris en lo que pareció prácticamente un susurro ronco.

"Pues hemos llegado hasta aquí porque decidí confiar en ti, estúpido", pensó. Pero no lo dijo en voz alta, ni siquiera estaba seguro de tener la suficiente fuerza como para hablar y que se entendiera, simplemente asintió dejándolo hacer a él.

Permitió que la boca de Elliot descendiera por su cuerpo, besando cada hueco y también los fragmentos más sensibles de piel. Descendió desde su barbilla hasta su clavícula, de su clavícula hasta su pecho, del pecho hacía las líneas de su abdomen.

En pocos minutos la ropa voló hasta el suelo de la habitación y ambos podían sentir la piel del otro contra la suya. Las respiraciones eran mucho más alteradas que al principio y la temperatura había subido considerablemente.

El sexo era algo nuevo para ambos, algo que se sentía igual de bien que extraño. Fue Elliot quien marcó el ritmo en un principio en lo que Misha se acostumbraba a todo aquello, los besos se hicieron más continuos ante la necesidad de ambos y el moreno no evitó comenzar a acariciar las hebras bicolor del contrario. Estas llevaban sueltas ya un buen rato y resbalaban por el cuello, hombros y parte de la cara de Sotnikova de una forma que a Elliot le resultaba demasiado adorable.

Aunque Misha nunca había sido de los que se dejaban dominar fácilmente, quizás esa vergüenza y desconocimiento del principio le hicieron bajar la guardia. Pero en cuanto fue controlando la situación cambió de posición en un rápido movimiento que confundió a Ember por un momento.

Este no tuvo tiempo a replicar o a decir nada pues el otro no tardó en sentarse sobre él y continuar lo que dejaron por un segundo, pero ahora siendo Misha quien marcaba el ritmo a seguir. Estuvieron así por un tiempo, tan solo entre suspiros y gemidos que en ocasiones salían entremezclados con bufidos, hasta que ninguno de los dos tenía ya fuerzas para continuar.

Con un último beso cada uno se dejó caer hacia un lado, el sudor resbalaba por sus pieles desnudas y sus pechos subían y bajaban por el esfuerzo tratando de recuperar un ritmo más relajado. Misha sintió la sábana de la cama de Ember sobre su cuerpo ya que su compañero los cubrió con ella. Fue en ese momento exacto donde toda la cordura regresó de golpe y su rostro enrojeció como quizás nunca antes lo hizo.

Realmente lo habían hecho, se habían acostado. ¿Por qué? ¿En qué momento terminaron así? Recordaba que simplemente hablaban sobre lo que había sucedido en el circo el tiempo que Elliot estuvo inconsciente, sobre el rescate de Sora, y al instante siguiente...

—Misha —lo llamó el otro.

Lo miró tapándose con la sábana casi hasta la nariz en un intento fallido de ocultar su cara roja. Ni siquiera era capaz de mirar al otro a los ojos. ¿Qué se suponía que hacía alguien después de tener sexo con el que se suponía que era su mejor amigo? ¡No existía un manual para esa mierda!

—Misha —volvió a llamar ahora pero de una forma más suave que realmente le volvía loco.

Consiguió reunir al fin la valentía para mirarlo a los ojos y todas sus dudas simplemente se esfumaron. De alguna forma el ver la expresión de Elliot, y cómo para él todo parecía estar bien, le hizo tranquilizarse.

—Yo... —intentó hablar el ojivioleta, pero las palabras no salían de su boca, era como si su garganta se hubiera cerrado, como si hubiera perdido su capacidad de hablar y hacerse entender.

—¿Te arrepientes de esto?

¿Qué clase de pregunta de mierda era esa para después de haber...? De alguna forma eso hizo que se enfadara, pero no con Elliot, sino consigo mismo. Entendía porque el peligris hizo esa pregunta, probablemente en ese momento su expresión no era la mejor. Joder estaba que le temblaba todo el cuerpo y su mente aún no parecían querer funcionar al 100%, pero la respuesta la tenía clara.

Buscando la voz en su más profundo interior consiguió formular una respuesta clara y corta para que no le temblara la voz.

—No.

No era bueno expresando sus sentimientos. Ser abierto con otros nunca fue su fuerte, pero esa era la respuesta más sincera que jamás había dado, y Elliot lo notó.

Misha temió que Elliot no hubiera entendido lo que quería decir, pero lo siguiente que sintió fue al contrario abrazándolo. Se sentía bien, reconfortante y cálido, tan solo quería poder parar ese momento y seguir así con él. Permanecieron en silencio por unos minutos, tan solo disfrutando de la compañía del otro hasta que Elliot volvió a hablar.

—Me gustas.

—Y tú a mi, idiota.

Se golpeó mentalmente por esa respuesta, pero le había salido solo. Por suerte Elliot no pareció tomárselo a mal y soltó una carcajada.

—El orgullo ante todo.

•••

—Esto es agradable, ¿verdad? —preguntó Hao.

El peliverde pegó las rodillas a su pecho apoyando su cabeza sobre estas y la giró para mirar a su compañero. Xing asintió dedicándole una sonrisa.

Para él había pasado tanto tiempo y a la vez tan poco desde que podía estar así que casi era increíble. Y pensar que hasta hace unos días estuvo entre la vida y la muerte. Ahora tan solo era un mal recuerdo para los demás y una historia horrible para él, ese sentimiento de temor se iba gracias a la brisa marina y el sol que daba en su piel.

Inspiró profundamente, como queriendo recoger todo el aire que sus pulmones le permitieran, y luego lo soltó. Era un acto inconsciente que hacía desde que le dijeron que tuvo un paro cardiorrespiratorio al principio de su intoxicación. Imaginaba que era un mecanismo de su subconsciente para asegurarse de que todo iba bien.

Durante todo ese rato Hao se limitó a mirarlo perdido en sus pensamientos. Le daban casi ganas de llorar nada más que de pensar que pudo perder a su amigo, su primer amigo y con aquel con el que se había criado desde los cuatro años. El hecho de no poder hablar con él, verlo sonreír, hacer planes juntos o simplemente sentir su presencia le daba una sensación de vértigo. Como si de pronto el mundo se le quisiera echar encima.

—Me gusta esta sensación —asintió Xing—. Fue una buena idea venir a la playa, todos se están divirtiendo.

—Algunos más que otros —rió el más bajo viendo como Bunny había comenzado a echar agua a Xavier para molestarlo.

—¿Recuerdas aquella vez en la playa de Shanghái? No sé si te acuerdas, eras bastante pequeño aún.

Hao trató de recordar alguna vez que hubiera estado en la playa de su ciudad natal. Tenía vagos recuerdos de estar viendo el mar junto a Zhao y Xing, pero no terminaba de ver toda la escena con claridad.

—Creo tener algún recuerdo, pero no exacto —admitió.

Xing rió y desvió la mirada al horizonte donde el cielo y el mar se cruzaban, y el brillo del sol creaba una división entre esos dos azules.

—Recuerdo cuando Zhao vino a verme a la casa de mis padres en Shanghái. No venía solo, un niño menor que yo le acompañaba, ese eras tú —sonrió—. Le ofreció a mis padres protegerme del gobierno que ya había comenzado a buscarme. Ellos al principio no querían ceder, no se fiaban del todo de Jinyun y pensaban que con ellos estaría mejor.

Ahora que lo pensaba Hao nunca supo sobre la vida anterior al circo de Xing. Como se conocían desde que tenía prácticamente memoria y siempre vivieron en el circo nunca se le ocurrió preguntar sobre eso. Él siempre fue huérfano, Zhao le recogió en las calles de Shanghái sobreviviendo como podía después de que su orfanato quebrara.

Para él tener una familia era demasiado ajeno, algo de personas afortunadas que vivieron con sus padres el suficiente tiempo como para desarrollar un vínculo con ellos. Lo único que pudo saber de sus propios progenitores fue que tenía un hermano mayor y una hermana menor y que aparentemente a él y su hermana los dieron en adopción por no poder mantenerlos. Eran una familia demasiado pobre.

Por un tiempo estuvo obsesionado con la idea de encontrar a su hermana menor. Pero resultó que ella no se acordaba de él pues era tan solo un bebé cuando la dieron en adopción y una pareja la acogió. La estaban criando unas personas maravillosas que le daban mucho amor, y como ella no tenía ningún tipo de mutación como él desarrolló no se encontraba en peligro.

Si ella estaba bien no quería arrastrarla al mundo en el que él si se encontraba. Siempre escondido, siempre huyendo.

—Al final el ejercito chino me encontró, entró en mi casa por la fuerza y trataron de llevarme con ellos —prosiguió—. Mi madre logró sacarme sin que ellos me vieran y me entregó a Zhao comprendiendo que no había otra opción. Tendría que dejarme ir, pero al menos sabría que su hijo estaría vivo y lejos de las garras de esos gobiernos corruptos, estaría a salvo.

—Es bonito, a la vez que triste —reconoció el más bajo.

—Lo sé, pero aunque me entristeciera separarme de mis padres, de toda mi familia, me alegro de haber venido. Gracias a eso he podido conocer a personas maravillosas, y aunque no todo ha sido bonito y memorable, me gusta estar aquí. Mythical Circus se ha convertido en una parte más de mi que creó que me ha ayudado a ser como soy hoy.

Hao también estaba feliz de que Xing estuviera allí. Él fue un gran apoyo para él, podían hablar cosas sobre su país natal junto con Zhao, y hasta este mayor les ayudó a seguir aprendiendo sobre su idioma natal y los ayudó a aprender italiano también, como a la mayoría de los miembros del circo.

Apoyó su cabeza en el hombro de el de hebras violetas y negras y cerró los ojos tan solo queriendo estar tranquilo y disfrutar de aquel momento de paz que nadie sabía cuanto podía durar. Xing giró un poco la cabeza para mirarlo y luego apoyo su cabeza sobre la de Hao también descansando.

—Me alegra haberte conocido.

—A mi igual —sonrió Hao.

•••

El despacho estaba casi a oscuras por completo. Solo una rendija que dejaba la cortina permitía que algo de luz solar pasara al interior de la habitación. Esta escasa luz era la única que hacía que distinguir figuras en el interior fuera posible.

Era un despacho amplio, con una enorme mesa de escritorio de madera resistente con varios documentos y carpetas encima. En cada lado había estanterías de un par de metros de altura llenas de libros, informes y otros objetos.

Lo que más destacaba de la habitación era la figura de una persona sentada tras el escritorio. Tenía los codos sobre la mesa y las manos cruzadas apoyando tu cabeza sobre estas. Parecía intentar buscar tranquilidad y concentrarse en algo.

Alguien tocó un par de veces la puerta interrumpiendo su extraña meditación, sin más remedio dio permiso para que quien estuviera al otro lado pasara. Un chico joven entró a la habitación vestido con el uniforme reglamentario impecable y perfectamente colocado. Las condecoraciones lucían en la parte izquierda de su pecho, pero ni tanta premiaciones parecía lograr cambiarle el gesto serio.

—¿Qué sucede? —preguntó el hombre que aún se encontraba sentado.

—Comandante ya tenemos la información que pidió —aseguró el recién llegado—. El informante ya ha regresado de su viaje.

—¿Qué información ha traído?

El más joven dio unos pasos al frente acercándose al escritorio de sus superior. Ahí dejó un pequeño montón de papeles que el otro agarró enseguida.

—En resumen parece que los intentos del gobierno alemán por atrapar ese circo están fracasando, y no solo eso, han sido tan estúpidos como para matar a uno de ellos —explicó.

—Kevin Dragonfly.

—De veintitrés años, originario de Bruselas, Bélgica. Su nombre artístico en Mythical Circus era The Ancient Dragon —continuó el mas joven—. Era, aparentemente, uno de los pilares de los miembros de ese circo al ser de los mayores y de los que más tiempo llevaban allí.

—Eso ha debido de sentarle a ese director, Jinyun, y su socio como un cubo de agua fría —rió el mayor y entonces se fijó en un nuevo dato en aquellos papeles—. ¿Quién es este?

Señaló un nombre y el más joven lo miró asintiendo antes de hablar de nuevo.

—Sora Nayuki, mutante de Japón, al parecer iba a ser un regalo del ejercito japonés para Alemania por su reciente alianza.

—Pero el circo lo interceptó.

—Exacto.

El mayor continuó leyendo los papeles mientras su subordinado simplemente permanecía quieto y en silencio. Cuando se aburrió dejó caer los papeles sobre su escritorio.

—Es patético, Othman no sabe cómo dirigir a un grupo de soldados mutantes, está desperdiciado todo ese poder.

—De hecho el capitán en jefe Othman ha sido destituido, al parecer los mutantes estuvieron encerrados como castigo por el fracaso en sus últimas misiones.

—No me extraña. Espero que Schiller lo haga mejor. Además Irina también está metiéndose en esto, quizás es momento de que nosotros también entremos.

—¿Quiere que reúna a la división y partamos?

—No, aún no. Quiero ver que cartas tienen antes de mover ficha yo —el hombre se echó atrás en su silla—. Pero sí que convendría vigilarlos de cerca... Jude reúne a tu división, tendremos una reunión.

—Sí, comandante —se inclinó ante su superior y salió tal y como entró de la habitación.

Dark cogió una vez más aquellos papeles mirando de nuevo una de las páginas. En ella aparecía un nombre que había llamado su atención.

—Así que este tipo aún está vivo...

•••

Cayó al agua de golpe. Abrió los ojos bajo esta y en seguida se dio cuenta de su error, con un impulso salió de nuevo a la superficie.

—¡Ay pica! —se quejó rascando sus ojos.

Valentín comenzó a reír por las graciosas reacciones de Sonny, Trevor también río pero algo más discreto. Por otro lado Aurelia los regañó un poco en broma mientras que Sora se limitaba a mirar sin una expresión en especial.

—¿Hacía mucho tiempo que no venías al mar? —preguntó la chica a Sonny cuando esta ya parecía haber arreglado su problema de visión.

—Bastante la verdad —asintió—. Aunque Edimburgo tiene playa el clima allí no siempre es el mejor. Además mis amigos no eran mucho de playa, les gustaba más el campo.

—Nunca nos has hablado de tus amigos de Edimburgo —comentó Valentín— ¿Cómo eran?

—Bueno, no era tan popular a decir verdad —rió el de ojos verdes—. Pero había dos personas a las que realmente apreciaba, eran casi como hermanos para mí.

Los cuatro que estaban con él se mostraron curiosos por lo que Wright tenía que decir, unos más que otros, pero todos estaban expectantes.

—Mary era una de las chicas más queridas la verdad, rubia, de ojos azules, algo bajita. Aunque ella odiaba que le hablaran sobre su altura —Sonny rió sin poder evitarlo.

Recordaba todas aquellas veces que otras chicas se metían con ella por su altura, estaban celosas de ella y tan solo querían molestar. Pero Mary nunca se dejaba pisar y siempre saltaba feroz como un león a defenderse. Ni siquiera los chicos de Edimburgo se atrevían a hacer referencia a ese tema, todos temían su mal genio.

—Siempre era amable y alegre, y ayudaba a los demás todo lo que podía. Tenía a muchos chicos flechados la verdad.

—¿A ti también? —preguntó Valentín pero Sonny negó.

—La verdad es que no, solo la veía como mi mejor amiga, ella igual a mí, de hecho ya estaba enamorada de otra persona.

—Nunca nos has hablado sobre ese tema ahora que lo pienso —comentó Trevor—. Sobre si has tenido algún interés amoroso.

—Pues no hay mucho que contar —se encogió de hombros—. Creo que si lo pienso bien nunca me he sentido enamorado, creo que ni siquiera he tenido los clásicos flechazos de adolescencia.

—Vaya, pues que decepción —dijo Valentín y Aurelia rió.

—La verdad es que Mary también me lo decía mucho, ella por otra parte estaba enamorada de nuestro otro amigo, Luca. Luca también estaba enamorado de ella, pero ninguno de los dos tenía la valentía para declararse.

—¡Eso es muy romántico! —admitió Aurelia— Es como si fuera una película.

—A mi me parece demasiado cursi —admitió Sora.

—Eso es porque aún eres muy pequeño para entender estas cosas —dijo la castaña y Sora arqueó una ceja.

—Tengo diecisiete —se defendió—. Tenemos la misma edad.

—Pero es que los hombres sois más fríos para estás cosas.

—Eso es mentira —negó Valentín—. Sino pregúntale a Marcel o Dragan a ver que te dicen, o incluso a Misha o Elliot.

Aurelia rodó los ojos riendo, dando a entender que era broma. Los demás, a excepción de Sora que seguía sin entender, rieron.

—Luca realmente fue un gran mejor amigo, también era bastante popular por su aspecto, pelo castaño, ojos verdes y algo más alto que yo. Pero su personalidad bromista y algo... graciosa en exceso lograba que en ocasiones lo tacharan de payaso.

—Fueron buenos amigos hasta el final, supongo —sonrió Trevor.

Pero en esta ocasión Sonny no la devolvió. Se había quedado pensativo mirando a un punto indescifrable del agua.

Los recuerdos de su última noche en Edimburgo habían regresado aunque intentó mantenerlos en su interior mas profundo. No quería seguir triste por ello, no quería seguir sufriendo. Pero a la vez era tan difícil olvidar...

Mary, Luca, el señor Herber, sus compañeros de clase, sus vecinos, hasta los comerciantes de la zona a los que tan bien conocía. Todos fueron personas importantes para él a las que quiso muchísimo. Los sentía como si fueran su familia, una vida buena que siempre añoraría en cierta forma.

Mas había cosas que eran imposibles de olvidar. Esa sensación de soledad repentina, el miedo a que realmente le hicieran algo a él o su madre. Sentirse en peligro entre aquellas personas a las que alguna vez quiso.

—¡Sonny! —con ese llamado de Valentín volvió del trance en el que había caído.

—¿Eh?

—¿Cómo que "eh"? —puso los brazos en jarra el de pelo azul— Llevo un rato llamándote.

—Te has quedado perdido por un momento —explicó Trevor.

—Perdón. Solo estaba pensando en algunas cosas.

—Creo que es mejor dejar el tema —intervino Sora notando que la actitud de Sonny cambió de repente, si alguien entendía de temas tabú que no apetecía tocar ese era él—. Iré a por algo de comer, me dio hambre.

El de ojos rojos comenzó a salir lentamente del agua.

—Espera, voy contigo —dijo Aurelia tratando de ir tras su nuevo amigo.

—Perdón, quizás es un tema difícil para ti —se disculpó Trevor captando la intención de Nayuki.

—No debimos forzarte a hablar sobre eso —dijo también Valentín avergonzado.

—No, no —negó Sonny—. No os preocupéis, hablé del tema porque yo quise —rascó su mejilla.

Valentín y Trevor se miraron con una sonrisa aliviada. Temían que su amigo se enfadara porque ellos metían las narices donde no debían. Aunque Sonny no era de ese tipo de persona, pero tampoco debían tentar a la suerte.

—Cuando tu quieras hablar estaremos aquí para escucharte y apoyarte —dijo Valentín pasando su brazo por los hombros del azabache.

—Por supuesto, puedes acudir a nosotros siempre que lo necesites —asintió Trevor.

—Gracias —sonrió.

En eso un golpe repentino de agua les dio a los tres logrando que Valentín y Sonny cayeran al agua por la fuerza.

—¡Ey! —se quejó el peliazul al salir de nuevo a la superficie.

La risa escandalosa de Bunny fue lo que le recibió acompañada de una risa más suave pero también notable de Sandra. Trevor y Sonny también rieron.

—Sonny, si quieren guerra, démosela —dijo Eisner con una maliciosa sonrisa.

A las chicas les llegó otro golpe de agua provocado esta vez por las ondas que Sonny generaba. Así fue como una guerra de agua se desató entre los cinco menores.

Eran buenos recuerdos que podrían crear justo antes de que la bomba estallara.

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Como ayer se me olvidó subir el capítulo aquí lo traigo hoy porque lo prometido es deuda.

Ya que estoy aprovecho para decir que hace unos días en mi muro publiqué un anunció sobre una nueva historia que subiré dentro de poco. Probablemente la publicaré la semana que viene para comenzar a organizarme y a aceptar la inscripción de OC de aquellos que quieran participar.

Es casi seguro que lo publicaré el viernes antes que Horror Circus o el sábado por la tarde. Espero que os guste la nueva idea uwu

~Nova/Dreamer

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