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Lana estaba en clases de Biología cuando su celular vibró en el bolsillo de su pantalón, decidió no darle importancia y continuar atenta a la clase. Al finalizar el período, todos los alumnos salieron del aula como si su vida dependiera de ello, pero la chica de lentes decidió tomar su tiempo para guardar sus cosas y al salir del salón se topó con su mejor amiga, Ella quien traía sus pompones amarillos de porrista en sus manos.
—Tengo práctica y realmente no quiero ir a Ciencias Sociales, me cubres, eh —farfulló la chica de tez morena agitando sus pompones con alegría.
—El maestro nunca toma lista, no tienes razón de preocuparte.
Ella sonrió emocionada para después depositarle un beso a su mejor amiga en la mejilla derecha y salir corriendo con pequeños y delicados brincos, Lana la observó alejarse y sintió por un instante el entusiasmo de su amiga. Su celular nuevamente vibró en su bolsillo y sacó para revisar un mensaje de su padre que le pidió pasar a una tienda para llevar algún refresco antes de llegar a casa. Revisó sus demás mensajes y el nombre de Finn resaltó, pero se congeló cuando notó su pésima ortografía que le provocó un ligero tick en su ojo izquierdo ¡Eso no se podía quedar así, Finn necesitaba librazos en la cara para que mejore su escritura!
Al dirigirse a su casillero escuchó la voz de su pareja de proyecto, se giró a verlo e iba acompañado de Jake ¡Finn no podía ni debía tener una mala ortografía si iba hacer una historia con él! Se acercó a grandes zancadas a él después de haber cerrado su casillero.
—Hola Finn y Jake—saludó con media sonrisa, intentando ser amable.
El corazón del castaño empezó a latir con rapidez al escuchar la dulce voz de su chica, porque era su chica de alguna manera. No tenía pruebas, pero tampoco dudas. Él intercambió una mirada cómplice con su amigo pelirrojo y asintió, orgulloso. Jake se despidió de la pareja para desaparecer entre la multitud de los alumnos.
—Hola Lana, ¿puedo ayudarte en algo? —cuestionó pícaro, intentando ser coqueto, pero al parecer sus encantos no tenían ningún efecto lo que le provocaba muchos nervios.
—Sí, oye..., leí tu mensaje y yo me preguntaba: ¿escribes de esa manera? —alzó una ceja para meter presión mientras una de sus manos descansaba en su cadera y la otra retiraba algunos cabellos sueltos que la trenza no podía retener.
Finn recordó las palabras de su amigo y no supo qué responder, así que se maldijo por no tener la mente cochambrosa de su mejor amigo.
—¿Por qué?
Hasta cierto punto, le parecía divertido esta situación. Sin embargo, tenía miedo de decir algo que ella no le agradara y terminara odiándolo.
—¿Cómo que por qué? Es que mira, como tu ortografía es demasiado perfecta, me encantaría que me enseñarás —respondió con evidente sarcasmo que Finn no lo notó por estar perdido en los hermosos ojos color verde de la chica.
—¿En serio?
Lana abrió sus ojos de par en par.
—¡No, por Dios! Estoy siendo sarcástica.
—De acuerdo —suspiró nervioso.
Lana espero a que respondiera, pero al parecer los nervios no lo dejaron pensar ni un poco y el calor que empezó a emanar su cuerpo de tez blanca tampoco ayudaron. Finn tomó su celular de la bolsa de la mochila y lo revisó, lo primero que pensó fue en llamar a su mejor amigo para que lo salvará.
—¿Me esperas un poco?, necesito responder una llamada —sin esperar respuesta alguna, Finn deslizó la pantalla para buscar el contacto del pelirrojo y ponerlo en su oído mientras se alejaba. Rogaba para que le respondieran y al tercer timbre fue así, miró hacia atrás para verificar que la chica de sus sueños seguía ahí, y así era, revisando su celular.
—¿Qué pasó Finn? Deberías de estar invitándole un helado a la chica —acusó molesto Jake.
—Calla, no quiero hacerla esperar. No supe qué responder; me preguntó sobre si así era mi ortografía —dijo apresurado.
—No, dile que no pero vas a seguir haciéndolo, no le vayas a decir lo último. Ve que se te va a ir, como lo ha hecho durante toda la preparatoria —apresuró, así que sin más, colgó.
Finn tragó en seco y se giró sobre sus talones para acercarse a la chica y murmurar:
—Lo siento, mi madre me necesitaba ¿En qué estábamos?
—Mi mamá me necesita en la casa, nos ponemos de acuerdo por mensajes.
Lana se acercó a él para darle un beso de despedida. Ante los ojos de Finn, todo pasó en cámara lenta y quiso que el tiempo se detuviera para seguir aspirando el aroma a kiwi que Lana desprendía de su cuerpo. Sintió el cosquilleo recorrerle todo el cuerpo cuando la mejilla de ella se estampó con la de él, seguro y si le hubiera dado un beso, se hubiera desmayado.
La miró alejarse y murmuró al aire un:
—¿Por qué es tan difícil invitarte a salir conmigo?
—No es difícil Finn, gustosa saldré contigo, ¿qué te parece un café frío en la cafetería después de clases? —contestó una chica a sus espaldas, enredó su melena rubia y larga en un dedo de su cabello y mordió su labio inferior.
—Sí —respondió él en un trance que Lana lo tenía sometido.
—De acuerdo, te veo mañana Finn.
La chica se acercó a él a pasó lento y se colocó de puntillas para depositarle un beso en la mejilla, en el mismo lugar que Lana anteriormente colocó su mejilla, de tal modo, su trance se rompió.
¿Qué es lo que acababa de pasar?
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