Capítulo 35: Conversaciones.

Estaba nervioso y no podía evitarlo. Era la primera fiesta a la que acudía, era la primera vez que sentía que conectaba con alguien, que se estaba enamorando de verdad y quería arriesgarse con esa persona. No había dejado que Sasori fuera por su casa a recogerle, prefirió ir él mismo hasta la entrada de la facultad y quedar allí.

Se sentía fuera de sí con ese traje aunque reconocía que su padre tenía talento para la moda, el traje era simplemente perfecto pero él no estaba nada acostumbrado a tener que arreglarse tanto. Siempre había ido de casa a la facultad y de la facultad a casa, vistiendo con vaqueros y camisetas, a veces hasta con sudaderas. Era todo un cambio tener que arreglarse pero no le disgustaba del todo.

Caminó hacia el edificio con la mirada fija en la puerta principal, intentando encontrar a su pareja. No quería ser el primero en llegar, tampoco quería llegar tarde. Ese pensamiento le hizo entender cuán nervioso estaba, preocupándose por tonterías como el tiempo cuando sabía que llegaba puntual como siempre. Al no encontrarle en la puerta, se alarmó, sin embargo, una sonrisa se dibujó en su rostro al escuchar la voz de Sasori a su espalda.

- ¿Me buscabas? – preguntó con una ligera sonrisa.

- Buscaba a mi acompañante – comentó Deidara – pero no esperaba encontrarme con el chico más guapo de la fiesta.

- Vaya... me has quitado el piropo – sonrió Sasori – quería ser el primero en decirte lo elegante que te ves pero te me has adelantado.

- Te creo igualmente aunque aún me siento un poco extraño con esta ropa.

- Porque no estás acostumbrado a llevarla, pero te queda como hecha a medida.

- Gracias, Sasori – sonrió Deidara.

- ¿Entramos? Me muero de ganas de bailar contigo.

- No se me da muy bien eso de bailar.

- Tampoco a mí, pero algo se nos ocurrirá.

Nada más entrar, Sasori se excusó con una agradable sonrisa comentándole que iría a buscar algo que beber para ambos. Tan sólo pudo asistir ante aquella idea, quedándose en uno de los extremos de la sala y mirando todo a su alrededor. La decoración estaba muy conseguida, seguramente los encargados del baile habían trabajado muy duro el último día para tenerlo todo a punto para ese día.

Miraba las decoraciones de las paredes y las sillas cuando al otro extremo de la sala se encontró con Itachi. Ni siquiera creyó que él pudiera ir a esa fiesta pero allí estaba de pie con una copa en su mano. Sabía de sobra que él no querría verle, que no le escucharía pero estaba cansado de tener que soportar esa situación, así que se armó de valor y caminó decidido atravesando la sala para acercarse a él.

Itachi le vio venir pero extrañamente, no se movió del lugar, dando un sorbo a su bebida antes de que Deidara llegase hasta él.

- Ya lo sé, no quieres escucharme pero yo necesito disculparme, así que cállate cinco segundos.

- Sé que quieres disculparte – comentó Itachi – pero eso ya no me sirve de nada, el daño ya está hecho.

- Lo sé y lo lamento mucho. No es necesario que las aceptes, pero necesitaba que supieras que he estado hablando con mi padre, que intento arreglar las cosas.

- Dei... tú puedes arreglar las cosas con tu padre, no es tarde. Minato es un gran padre, mejor de cualquiera de los que he conocido, muchísimo mejor de lo que jamás será el mío. Os adora, a Naruto y a ti, por eso mismo, daría todo por vosotros.

- Lo sé, sé que lo da todo por nosotros. Reaccioné mal a la noticia pero entiéndelo, fue un shock.

- Lo sabemos. Queríamos ir con calma y deciros esto lentamente, pero te enteraste antes y... entiendo tu reacción, seguramente si mi padre me dijera que está con un adolescente habría reaccionado igual, más si hacía unos días me había declarado a ese adolescente. Lo entiendo, Dei, habría hecho lo mismo que tú, pero...

- Si me pongo en tu lugar sé que te dolió y que no fue justo contigo. Cuando te negaste a salir conmigo lo hiciste como todo un caballero, tuviste la paciencia para explicarme las cosas y no darme esperanzas de nada, me dejaste continuar con mi vida y encontré a Sasori, yo no fui justo contigo y lo lamento.

- Entendí que te pusieras así, Dei, el problema aquí no eres tú ni soy yo, es tu padre. Ha vivido toda su vida trabajando, primero por su esposa, luego por sus hijos, lo ha sacrificado todo por su familia, tan sólo quería que viviera algo diferente, que volviera a enamorarse, que disfrutase de la vida y dejase de sacrificarse, en cambio, he conseguido que vuelva a sacrificarse porque lo admito... vosotros siempre le importaréis más que yo, sois sus hijos y eso no lo puedo cambiar ni quiero cambiarlo. Es lo que más me gusta de tu padre, lo protector que es, los sacrificios que es capaz de hacer por sus seres queridos, lo dulce y agradable que llega a ser con todos. Estoy enamorado de él y por eso mismo, decidí no hacerle más daño y alejarme. Si su familia es importante para él, también lo es para mí y él tomó su decisión.

- Pero algo tendrás en mente para recuperarle.

- Pues no, Dei... no tengo nada en mente. Le amo demasiado como para hacerle daño y sé que estar con él le haría demasiado daño, porque siempre estaría preocupado por vosotros, pero no puedo decir que eso me siente mal, porque me gusta esa faceta suya, es amable, dulce y se preocupa por todos, el problema es que no puede hacernos felices a todos pese a que lo intente.

- ¿Sólo serás feliz a su lado?

- Sí – dijo Itachi – sé que me deja ir con buenas intenciones, que dirá que soy joven y encontraré a alguien más pero... la verdad es que sólo le quiero a él.

Deidara sintió que algo se rompía en su interior. Era la primera vez que hablaba con seriedad con Itachi Uchiha, la primera vez que él se sentía comprendido por lo que había hecho, la primera vez que se ponía en la piel de la otra persona y conseguía empatizar con ella.

- Quiero que estés con él – dijo Deidara al final sorprendiendo a Itachi – sé que será duro al principio pero... quiero que mi padre sea feliz, completamente feliz en todos los aspectos, quiero que tú seas feliz.

- Es tarde, Deidara, aunque te lo agradezco – sonrió Itachi – creo que tu pareja te está buscando, deberías volver con él antes de que se preocupe.

Un último sorbo fue lo que dio Itachi a su bebida antes de marcharse de allí en dirección al jardín. Sasori no tardó en llegar hasta Deidara con el vaso de la bebida en su mano, tendiéndoselo pese a que Deidara seguía fijo en la figura de Itachi que se marchaba.

- ¿Has podido hablar con él? – preguntó Sasori.

- Sí.

- ¿Y cómo ha ido?

- Mejor de lo que esperaba, aunque ninguno tiene intención de dar el primer paso de nuevo. Papá es muy terco para intentar volver con Itachi y está sufriendo. Itachi es otro terco que prefiere sufrir igual que mi padre con tal de no romperle la poca felicidad que le queda a nuestro lado, son... idiotas – dijo Deidara.

- Lo son, pero son idiotas porque os aprecian demasiado y no os quieren lastimar.

- Pero se lastiman ellos mismos.

- Hay personas así en este mundo, personas que miran más por los demás que por ellos mismos. ¿Qué te parece si ahora nos olvidamos un rato de ellos y disfrutamos nosotros de la fiesta?

- Sí, eso estaría bien – sonrió Deidara.

Durante un par de horas, ambos chicos se olvidaron de todos sus problemas. Disfrutaban del baile y, sobre todo, de su compañía. Todo parecía perfecto aquella noche, hasta los besos de Sasori se habían vuelto dulces y calmados, mucho mejores que los que daba con anterioridad, más posesivos y fogosos, más rápidos, casi como si tuviera miedo a perderse el momento si no lo hacía con esa rapidez. Ahora simplemente... los dos los disfrutaban y se centraban en ellos, nada más importaba a su alrededor.

- ¿Akasuna no Sasori? – escucharon ambos una masculina voz a su espalda. Eso hizo que Deidara mirase a ese chico que acababa de llegar, uno de los compañeros del equipo de su novio.

- Kakuzu – susurró Sasori aunque su ceño fruncido le hizo entender a Deidara que él no se alegraba de verle – me alegra verte, pero estoy ocupado con mi novio, así que por favor... vuelve en otro momento.

- ¿Novio? ¿Vas en serio? – se reía Kakuzu – espero que disfrutes entonces de tu "novio" – se alejó Kakuru sin poder parar de reír aunque Sasori no le hizo el menor caso a aquello.

- ¿Por qué se ríe?

- No lo sé ni me importa, estoy contigo, eso es lo único que me interesa ahora mismo – sonrió con dulzura Sasori.

- Voy a ir un momento al baño.

- Vale, aquí te espero.

Tras un dulce beso, Deidara se marchó hacia el aseo de los hombres. Llevaba un rato aguantando las ganas de orinar pero es que se lo estaba pasando tan bien con Sasori que no quería tener que alejarse ni un segundo de él. Nunca imaginó que acabaría enamorado de ese chico al que creyó un idiota absoluto, ese chico que se había equivocado al elegir carrera y que era el mejor jugador de su equipo.

Estaba en una de las cabinas cuando escuchó que la puerta principal del baño se abría y entraban dos chicos riéndose y hablando sobre algo, parecía una conversación de algún chico.

- Sí, ya lo verás, en cuanto pase esta noche, tendré una oportunidad con él – decía uno de los chicos.

- No lo creo... parece muy acaramelado, me parece que lo han pillado pero bien.

- Qué va, eso es lo que parece pero lo hace sólo para ganar la apuesta. En cuanto se acueste con él esta noche, lo dejará tirado como hace con todos y entonces aprovecharé para llevármelo a la cama. A mí no me importa que sea sólo una noche, dejaré a ese quarterback meter el tanto final – sonreía con cierto descaro.

Deidara mantuvo el silencio aunque cuando dijeron aquello del quarterback, supo al instante que hablaban de Sasori. Lo que no tenía muy claro era eso de la apuesta, pero iba a descubrirlo, de eso estaba convencido.

- Tú mismo – dijo el compañero tirando de la cadena – pero con lo estrecho que parece ese chiquillo, yo no creo que se acuesten hoy, tu plan tendrá que esperar un poco.

- Es un poco mojigato, pero seguro que Sasori acaba convenciéndole para que se acuesten y entonces, una vez haya conseguido lo que quería, seguramente lo dejará y tendré mi oportunidad.

En cuanto escuchó el ruido de la puerta nuevamente, salió de la cabina para irse a casa. Ya era suficiente para él. Cuando creía haberse enamorado, le daban una puñalada y cuando se enamoraba de verdad, terminaban de clavarle el puñal para destrozarle aún más. El amor era un asco y había tenido suficiente de él.

Sasori observó a Deidara cruzar la sala con rapidez, intuyendo que algo ocurría y saliendo tras él al instante. Consiguió alcanzarle a la salida del edificio pero lo único que se llevó cuando agarró su brazo fue un puñetazo que lo dejó más marcado de lo que pensaba. Aun así, sonrió de medio lado dándose cuenta de que acababa de descubrir algo.

- Lo sabes – comentó Sasori.

- Eres un capullo y no quiero que te acerques a mí.

- No es lo que piensas.

- ¿Ah, no? ¿No es esto una apuesta? Enhorabuena, has ganado, espero que disfrutes tu victoria.

- Puede que empezase así pero...

- Ya, claro... no querías, no sabías cómo acercarte a mí así que utilizaste un truco rastrero y humillante para acercarte a mí. Gracias, toda la facultad sabrá lo mucho que disfrutó su flamante quarterback con el pringado de turno. Me voy a casa.

- Dei... lo siento. ¿Vale?

- Ni me dirijas la palabra. Si te he dejado con las ganas, tranquilo, la mitad de tu equipo se quiere meter bajo tus pantalones.

- Dei... te quiero a ti.

- Haberlo pensado antes.

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