Capítulo 30: Duras decisiones.

No tenía ganas de levantarse y, sin embargo, sabía que debía hacerlo. Se había pasado la noche entera dándole vueltas al mismo tema. Tan sólo quería dormir, despejar la mente pero le resultó imposible. Cuando parecía que caía el sueño, volvía el tema de Itachi una vez más a su mente y sólo conseguía que diera otra vuelta y que, pese a mantener los ojos cerrados preso del sueño que tenía, le fuera imposible conseguir dormir.

Le costó demasiado tiempo abrir los ojos, era sumamente difícil pedirles que se abrieran ante ese cansancio que sentía. Tras más de media hora intentando levantarse, finalmente, se decidió a hacerlo. La almohada aún seguía algo húmeda, seguramente por las lágrimas que había derramado en silencio. Era el tercer día consecutivo que fingía que no le importaba el tema frente a su familia y amigos, el tercer día que lloraba en silencio al menos la mitad de la noche, el tercer día... que sentía cómo se desgarraba su corazón de dolor sin poder evitarlo, el tercer día que evitaba trabajar e ir a entrenar al equipo.

Bajó hasta la cocina y empezó a preparar el desayuno. Seguramente, Deidara no querría desayunar nada de lo que él iba a hacer, tampoco le quiso dar importancia, conocía perfectamente su temperamento explosivo, complicado de llevar pero se le pasaría en algún momento, más cuando se diera cuenta de que había renunciado a todo por él, sólo necesitaba tiempo. Naruto, en cambio, él si bajaría a desayunar, llevaba dos días tratando de hablar del tema, aunque Minato lo evitaba.

Apenas tardó quince minutos en hacer su aparición Naruto, sentándose a la mesa y cogiendo un par de tostadas. El móvil de su padre seguía vibrando encima de la encimera de la cocina, seguramente trabajo, pero él no parecía querer contestar.

- ¿No vas a cogerlo? – preguntó Naruto.

- Estoy de vacaciones – intentó sonreír Minato.

- Pues no parecen haberlo entendido – le comentó Naruto observando el móvil vibrando.

- Ya lo entenderán.

- Papá... vamos... en algún momento hay que hablar del tema.

- ¿Están buenas las tostadas? Creo que se me ha quemado un poco alguna – cambió de tema su padre.

- Todos están preocupados, llevas tres días sin ir a entrenarnos, tenemos un partido importante mañana y... no sabemos qué pasará.

- Iré al partido – le aclaró su padre – de eso no tienes que preocuparte.

- Itachi ha ido a entrenar aunque no está nada centrado, creo que sólo viene para intentar verte y...

- Hace un buen día hoy, creo que iré a dar una vuelta – sonrió Minato al escuchar cómo Deidara bajaba las escaleras.

Naruto no quiso hablar más, esperó hasta que su padre terminó de colocarse la chaqueta y se marchó de allí, dejando finalmente que Deidara se sentase en silencio a la mesa y desayunase.

- ¿Hoy sí desayunas? – preguntó Naruto al ver a través de la ventana de la cocina cómo su padre se alejaba caminando mientras se subía más el cuello de la chaqueta y escondía la nariz bajo ella.

- Sí, hoy tengo hambre.

- Lo que creo... es que es muy hipócrita no desayunar lo que prepara papá los otros días, pero hoy que no está, sí te sientes a comer. Estás siendo injusto con él.

- ¿Injusto yo? – preguntó Deidara enfadado – él es quien estaba saliendo a escondidas con el chico que me gustaba.

- Por favor, madura de una vez – le gritó Naruto – Itachi te dejó muy claro desde el principio que no quería nada contigo, que le gustaba otra persona, papá no sabía nada de lo que sentías por él.

- Eso no le da derecho a...

- ¿A qué? ¿A enamorarse? Te diré algo y espero que no tenga que repetírtelo... papá tiene derecho a estar con quien él quiera.

- No está respetando a mamá.

- Ya respetó a mamá – le gritó Naruto – lo dio todo por ella, no tuvo adolescencia, estuvo trabajando y estudiando a la vez, consiguiendo dinero para la familia, abandonó su sueño cuando supo que estaba muy enferma y renunció a todo para cuidarnos a nosotros. ¿No te parece suficiente? Ha guardado luto durante diecinueve años, ¿crees en serio que no la respetaba? La adoraba y tenía miedo de estar con Itachi, por eso nos lo ocultaba, no quería que ocurriera esto precisamente.

- Te estás poniendo de su parte – aclaró Deidara.

- Durante años... escuché a papá llorar por las noches por lo sucedido a nuestra madre, parecía haber mejorado con el tiempo, quizá el dolor se aplacó pese a que seguía guardándola en sus recuerdos. Se ha enamorado de nuevo, ¿qué tiene de malo? No le había visto tan feliz desde hacía años, quizá desde que yo puedo recordar, pero tampoco le había escuchado llorar desde lo de mamá y ahora... lo hace todas las noches.

- No es cierto, Naruto, él ha sido feliz – le dijo Deidara – con nosotros era feliz.

- Puede que sí... puede que no fuera infeliz del todo, nos tenía a nosotros, pero con Itachi tenía otro tipo de felicidad, le completaba, le llenaba, una felicidad casi perfecta y se la hemos destruido. Puede que no fuera infeliz antes, pero desde luego, ahora lo es – le aclaró Naruto cogiendo su mochila y girándose una última vez hacia su hermano - ¿Y sabes quiénes son los culpables de su infelicidad? Nosotros – le aclaró Naruto saliendo de casa.

***

Las piernas de Sasuke se movían con suavidad en el agua del lago. Sentado en el muelle, remojaba sus piernas mientras observaba a Naruto a su lado, pensativo y tumbado sobre las tablas de madera del pequeño apeadero.

- ¿No remojas tus piernas conmigo? – preguntó Sasuke intentando sacarle de sus pensamientos.

Naruto ladeó la cabeza y le observó. Una sonrisa se escapó de sus labios antes de llevar su mano al rostro del moreno y apartar un mechón de su cabello para poder dejar su mano sobre la mejilla de su novio. Él siempre tenía una temperatura corporal muy baja, su piel estaba fría pero eso le hacía sonreír aún más, obsesionándole casi el hecho de querer tocarle para que entrase en calor con el contacto de su piel.

- Claro – acabó diciendo Naruto incorporándose levemente y remangándose el pantalón tal y como Sasuke lo había hecho, metiendo así sus pies en el agua junto a su novio.

- ¿Qué es lo que te preocupa? – preguntó Sasuke intentando aliviar un poco la carga sobre los hombros de su novio.

- Todo – sonrió Naruto – mi familia está... destruida. Mi padre se ha tomado las primeras vacaciones en diecinueve años – sonrió incrédulo – lo camufla como vacaciones aunque sé que es una depresión, le he escuchado llorar por las noches y no se hablan entre ellos. Y luego está el tema de los entrenamientos, mi padre no aparece, Itachi está hundido y no se centra en el hockey...

- Tampoco en los estudios. No le he visto tocar los libros desde que rompió con tu padre – aclaró Sasuke – aunque sí he visto que tu hermano intenta hablar con él en el vestuario, lo ha intentado varias veces, pero mi hermano le ha ignorado completamente.

- Me imagino. Es el máximo culpable de que no estén juntos. Imagino que no le habrá sentado nada bien a Itachi después de haberle dejado claro que entre ellos no habría nunca nada, no había posibilidad, cerró todas las puertas a cualquier cosa entre ellos. Tenemos mañana un partido importante y... reconozco que mi padre es el mejor entrenador que hemos tenido hasta el momento. Incluso con lo desestructurado que está nuestro equipo, puesto que no hemos conseguido aún congeniar todos... estamos ganando con sus estrategias y... no sé qué haremos si no aparece. Bueno... sí lo sé, perder, porque sin entrenador, dan el partido por perdido, así que si no aparece nos descalificarán de inmediato.

- ¿Lo has hablado con él?

- Ha dicho que vendría al partido pero... no quiere tocar el tema de Itachi, rodea y cambia de conversación cada vez que lo intento sacar.

- Sólo queda esperar entonces a ver qué ocurre en el partido.

***

Jiraiya observaba ambas tazas de chocolate humeantes. Minato estaba absorto, pensando en otra cosa, silencioso y reservado, nada comparado a lo que él era, un chico alegre que sabía salir airoso de los problemas.

- Te gusta de verdad ese chico – aclaró Jiraiya.

- Es posible – sonrió Minato pese a que sus ojos seguían hinchados y enrojecidos por los lloros de esa noche.

- ¿Posible? Mírate bien... estás destrozado.

- Me hacía sentir... especial, no sé. Suena a locura – sonrió Minato.

- No, para nada. Suena a que estabas viviendo lo que no pudiste vivir. Ese chico te estaba devolviendo a la vida y lo has perdido de golpe. Es normal sentirse perdido y... solo. El dolor se pasará, créeme... pero seguirás notando esa ausencia en tu interior, la misma que cuando perdiste a tu esposa y no es fácil tener que superar dos ausencias, Minato.

- Lo sé. No fue fácil la de mi esposa pero... sabía que no volvería. En este caso... sé que él sigue vivo y simplemente... no puedo acercarme a él.

- Entonces... ¿Qué vas a hacer con el equipo de hockey? Él entrena ahí, tendrás que verle todos los días.

Minato sonrió dando un sorbo a la taza del chocolate que había preparado su antiguo entrenador y profesor. Jiraiya siempre había sido muy sabio, quizá por eso siempre acudía a él cuando necesitaba pensar con calma qué hacer en las situaciones que la vida le planteaba. No por nada era el padrino de sus hijos.

***

Era la primera vez en cuatro días que Itachi veía a Minato. Su corazón había dado un vuelco de felicidad durante un segundo para volver al peor de los abismos al darse cuenta de cuánto había cambiado su relación. Ya no se hablaban, apenas se miraban y sabía que todo estaba terminado entre ellos. Podía sentir la mirada de desaprobación de Deidara en su espalda, pero no le importaba. Él no mandaba sobre sus sentimientos y estaba enamorado de Minato Namikaze, no podía hacer nada al respecto.

Habría sido fácil decir que quería olvidarle, pero la realidad era que no quería hacerlo. Era el amor más grande que jamás había sentido, iba a renunciar a él por sus hijos, creyendo que sería lo adecuado para Minato, pero al ver sus ojos y su rostro... sólo se daba cuenta de que Minato jamás sería feliz con las decisiones que tomaría a partir de ahora. Él quiso ser su apoyo y, sin embargo, se había convertido en su destrucción.

- En primer lugar, quiero disculparme por mi ausencia estos últimos días. Mi estado de salud no me ha permitido acudir a los entrenamientos – dijo Minato a su equipo reunido frente al banquillo antes de salir al hielo – pero... no podía permitir que os descalificasen, así que he decidido venir pese a que lamento informar... que éste será mi último partido con vosotros.

Naruto se tensó al escuchar aquello, los ojos de Itachi se abrieron como platos y Deidara se había quedado atónito. La mirada de Sasuke fue directamente para su novio, preocupado por la reacción que tendría, sabiendo que Naruto no era de los que se quedaban callados ante algo así.

- Me niego – gritó Naruto – me niego a que mi entrenador renuncie, ya nos abandonó un entrenador y eres el mejor que hemos tenido, no voy a permitir que renuncies.

- Lo siento, Naruto, pero... no es tu decisión, sino mía, como también es mi decisión devolverte tu "C" – le aclaró con una sonrisa devolviéndole la tan ansiada "C" de capitán que le arrebató en el primer partido – has demostrado que podías madurar y pensar en los demás, en tu equipo, así que no me defraudes. Eres el alma del equipo.

- Puede ser – dijo Naruto cogiendo la "C" – pero tú eres su corazón, nos movemos por ti, tú nos enseñaste a ser un equipo, tú eres el corazón y nosotros la sangre que bombeas, no puedes pararte ahora, porque todo colapsaría.

- No sabía que ahora te gustaba la medicina – dijo Minato – pero igual que un corazón herido... se puede transplantar, Naruto, eso es lo que voy a hacer, sólo voy a sustituirlo por otro. Jiraiya va a reemplazar mi puesto, él será vuestro nuevo corazón.

- No quiero – se negó Naruto – me niego a aceptarlo.

- Lo siento, Naruto... pero ya he tomado la decisión. Cuando acabe este partido, me retiro. Ahora salid a jugar.

Todos se dieron la vuelta para iniciar el partido, aunque ninguno parecía tener ánimos para jugarlo. Naruto se quedó unos segundos observando a su padre, quien forzaba aquella sonrisa intentando aplacar el mal ánimo que había causado y entonces... al sentir cómo Sasuke cogía su mano y sonreía, prefirió hacer de capitán y dirigirse a su equipo, subir él la moral para que al menos el último partido de su padre fuera una victoria. Deidara trató de hablar con Itachi, pero el sonido se quedó en su garganta cuando escuchó la profunda voz de Itachi que ni siquiera quiso girarse a mirarle.

- Ni lo intentes, no quiero hablar contigo – le aclaró patinando hacia el campo, alejándose de Deidara.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top