Capítulo 20: Compartiendo habitación.
Las manecillas del reloj continuaban moviéndose. El tiempo transcurría y el entrenador de Sasuke no parecía hacer mención de aparecer, sin embargo, él ya estaba practicando mientras Naruto cambiaba la mirada del reloj a Sasuke y de Sasuke al reloj una vez más.
- ¿Naruto? – preguntó Sasuke sacando a Naruto de la visión del reloj – por fin – sonrió – te he llamado tres veces. ¿En qué piensas?
- En que tienes un entrenador muy tardón.
La sonrisa de Sasuke consiguió sacar un puchero de los labios de Naruto. No entendía cómo ese chico podía sonreír de esa manera cuando era él quien estaba perdiendo tiempo, sin embargo, apoyó los brazos en la valla y agachó su cabeza hasta ellos para apoyarla allí y mirar a Naruto con una mirada dulce.
- ¿Por qué sonríes así? – preguntó Naruto – deberías enfadarte, conmigo te enfadas cuando te hago perder tiempo.
- Tú podías evitar hacerme perder tiempo – sonrió Sasuke – además... comparto parte de mi vida contigo, tendré que enseñarte lo que me gusta y lo que me disgusta. No quiero pasarme la vida entera esperándote.
- A mí no... pero sí puedes esperar al entrenador.
- Minato me avisó que solía llegar tarde y además... si él no viene, puedo entrenar yo y en parte... tengo más tiempo contigo, así que deberías alegrarte – sonrió antes de robarle un suave beso.
Un segundo fue lo que duró aquel efímero beso, un simple roce de sus labios que dejó a Naruto con los ojos cerrados y deseando mucho más de lo que había recibido. Una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Sasuke sonriendo al ver cómo Naruto sonreía como un idiota y permanecía con los ojos cerrados.
- No puedes hacerme esto...
- ¿El qué?
- Rozar mis labios y largarte sin más – sonrió antes de coger la nuca del chico y acercarle una vez más hacia él, esta vez profundizando el beso que antes habían dejado inconcluso.
Sasuke ni siquiera se resistió a ello, dejó que Naruto le guiase, que marcase el ritmo que deseaba, que jugase con su lengua. No entendía cómo podía estar en aquella situación, habían dejado claro que no eran novios y todo porque Sasuke se negaba a tenerlo y que le distrajese de su entrenamiento, pero allí estaban... distrayéndose. Por momentos, pensaba que pese a no haber etiquetado como "novios" lo que tenían, en parte se sentía igual.
- Oye, Sasuke... ¿Qué ocurrió con Sakon? Es decir... ¿Cómo llegaste a enamorarte de él? No parece de los tipos que te pudieran gustar.
- ¿Los tipos que me pudieran gustar? – sonrió - ¿Tengo un prototipo o qué?
- ¿Rubios y de ojos azules? – preguntó Naruto con una gran sonrisa, demostrándole que bromeaba con él.
- Calla, tonto – sonrió Sasuke pensando cómo acabó realmente saliendo con Sakon.
Quiso contestarle, pero la voz de su nuevo entrenador retumbó por el pabellón captando la atención de ambos y consiguiendo que se separasen.
- Chicos... más entrenar y menos besuqueos – comentó Kakashi.
- Llegas tarde, ya ha estado entrenando solo.
- Ya... espero que no sea el entrenamiento que me imagino – dijo al creer que habrían estado perdiendo el tiempo.
- Sólo ha sido un segundo – comentó Sasuke con total disciplina – no volverá a ocurrir. Volveré a la rutina – dijo mientras indicaba con la cabeza que le dieran al "play" para que la música iniciase.
Naruto miró hacia ese serio entrenador que tenía sus brazos cruzados en el pecho y miraba en silencio cómo su alumno se situaba en el centro de la pista y adoptaba la posición de inicio. El silencio se rompió dejando iniciar la música y, por tanto, observando ambos a ese chico empezar con su coreografía.
- No era... - intentó hablar Naruto.
- Shh – escuchó de Kakashi y se calló al instante.
No entendía nada. Naruto mantuvo el silencio hasta que la música terminó y Sasuke acabó su coreografía. Fue entonces cuando Kakashi se giró hacia él y apoyó sus manos sobre la valla de la pista.
- Tiene talento, no voy a negarlo. Llegará lejos.
- Eso ya lo sé – dijo Naruto.
- Pero tú le vas a distraer de lo que tiene que hacer – afirmó Kakashi.
- No pienso dejarle si es lo que estás intentando decirme.
- No he dicho eso... he dicho que serás una distracción. He accedido a que estés en sus entrenamientos porque tu padre me lo pidió.
- No voy a irme.
- Pues deberías, lo distraerás si estás aquí.
- Me quedaré calladito – sonrió Naruto sentándose en el banquillo.
Kakashi resopló antes de sonreír, era idéntico a su padre, terco, cabezón y persistente. Sabía que si había sacado sólo la mitad del carácter y el arrojo de su padre, no se movería de ese lugar. Sonrió al recordar cómo era Minato de joven, tan decidido como ese chico.
- También es posible... que seas su inspiración – dijo Kakashi sin más sorprendiendo a Naruto – si has heredado el carácter de tu padre... estoy convencido de que puedes llegar a ser el mayor impulso para tu novio, pero también puedes ser la mayor de las anclas para sus objetivos.
- Uno... no quiero ser su ancla – dijo Naruto – y dos... no es mi novio.
- Lo que vosotros digáis – susurró Kakashi – pero limpiaros la baba, se os cae cuando estáis juntos. Si vienes a los entrenamientos... te quiero calladito. Voy a seguir con el entrenamiento.
- Yo me quedaré aquí... calladito – le dijo Naruto guiñándole el ojo.
¿Cuándo había cambiado de parecer? Eso era lo que Kakashi se preguntaba. Seguramente era por culpa de Minato. Amaba a ese hombre y habría hecho cualquier cosa por él. Jamás en su vida, permitió tener novios a los chicos a los que entrenaba, tan sólo los quería centrados en el deporte, en practicar de ocho a diez horas todos los días porque sólo así se perfeccionaba absolutamente toda la técnica y la rutina, se aprendían de tal forma la coreografía que ya ni pensaban en los movimientos, el cuerpo los recordaba, pero aquí estaba hoy... mirando a un Naruto sentado en el banquillo. Había permitido entrenar a un chico con novio... ¿Qué podía salir de todo eso? Estaba un poco preocupado que Naruto fuera un ancla más que un impulso para ese chico, pero no quería oponerse tampoco a Minato y era su hijo...
Resopló y aguantó, no le quedaba más remedio. Sabía perfectamente que en el amor como en la guerra todo valía y tener a Naruto de su parte... podría abrirle muchas puertas hacia su padre. Al menos, durante el resto del entrenamiento ya no volvió a escuchar a Naruto pese a las cuatro largas horas que estuvieron entrenando en la pista.
Al finalizar el entrenamiento, Naruto decidió acompañar a Sasuke hasta su casa. Mitad del camino tendrían que ir juntos ya de por sí, no vivían del todo lejos el uno del otro. Caminaron entre bromas y hasta se encontraron a Shikamaru cenando con su novia Temari tras el cristal de un pequeño restaurante.
Un segundo fue lo que Sasuke se detuvo frente al cristal, observando a toda esa gente feliz disfrutando de una agradable velada, con música de ambiente, viendo las sonrisas de sus acompañantes, saboreando la deliciosa cena, pasando tiempo juntos. Miró a Naruto y volvió a caminar tras él aunque sabía que él jamás podría darle algo así, tan sólo estaba centrado en su deporte.
- Lo siento – dijo Sasuke entre la oscuridad de la calle pese a continuar caminando.
Esa frase rompió las sonrisas y las bromas de Naruto, de verdad parecía que lamentaba algo y no estaba seguro del motivo por el que decía todo eso.
- ¿Por qué?
- Por hacerte esperar cuatro horas ahí sentado sin hacer nada.
- Te miraba – sonrió Naruto.
- Y por no tener una cita normal conmigo, no lo sé... por ser complicados.
- Somos complicados – sonrió Naruto - ¿Es por haber visto a Shikamaru en una cita?
Al ver cómo Sasuke apartaba la mirada se dio cuenta de que era exactamente eso. Decían de Sasuke que tenía mal carácter... ¡Y era cierto! Pero también tenía esos momentos que reflejaban una extraña dulzura que le volvía loco.
- En mi próxima cita te llevaré a jugar a hockey – sonrió Naruto intentando bromearle – me lo pones fácil, sólo tengo que pensar entre... llevarte a patinaje artístico o a hockey.
Sasuke, molesto por aquello y rojo como un tomate al darse cuenta de que en parte era cierto, le dio un puñetazo a Naruto en el hombro y lo empujó para alejarle de él. Aceleró el paso hacia su casa e insultaba mientras Naruto le seguía de cerca con una gran sonrisa.
- Idiota – se quejó Sasuke enfadado.
- Vamos, Sasuke... bromeaba – sonreía Naruto – qué temperamento tienes...
- Eres imbécil, yo intento...
La voz de Sasuke se quedó paralizada en la garganta al sentir cómo los brazos de Naruto rodeaban su cintura y lo acercaban hacia él. Su respiración golpeaba su mejilla, sus profundos ojos azules le observaban y sus brazos le impedían irse.
- Te quiero – le confesó Naruto – y me encanta cuando te cabreas conmigo.
- Sólo lo haces para hacerme rabiar.
- Un poco – comentó Naruto acercando sus labios con lentitud hacia los de Sasuke, hasta conseguir rozarlos... hasta besarlos con dulzura.
Cuanto más conocía a Sasuke... más se enamoraba de él. Era un chico orgulloso, altanero, disciplinado, demasiado dominante para cualquier persona, no era un chico fácil de llevar, pero para Naruto... era simplemente perfecto. Sabía que ese chico ocultaba su parte dulce bajo una coraza de hielo y a él le encantaba escabullirse bajo esa coraza para encontrar estos momentos donde podía ver su sonrojo. ¡Eran tan pocos pero tan especiales!
Sonrió al darse cuenta de algo... era fácil enojar a Sasuke aunque también era fácil para él hacerle volver a sonreír. Una frase y Sasuke se convertía en el hombre de hielo, una acción romántica... y Sasuke se convertía en un flan de nervios deseoso de sentirle.
- ¿Por qué te ríes? – preguntó Sasuke confuso.
- Porque... eres mi novio.
- Imbécil, yo no soy tu novio – dijo Sasuke soltándose de su abrazo.
- Claro que sí, esto lo demuestra – siguió picándole Naruto – vamos, confiesa... sé que me quieres.
- No es cierto – se endureció Sasuke aunque al ver cómo Naruto sonreía y trataba de verle la cara pese a que ese moreno no le permitía ver su rostro, ocultándolo una y otra vez.
- Vamos... sí lo es... me quieres.
- Vale... puede que un poco – se sonrojó acelerando el paso, dejando a un Naruto boquiabierto por aquella confesión.
- Sasuke.... – le llamó Naruto.
- ¿Qué quieres ahora?
- Yo te quiero – le confesó Naruto – sé que eres un gruñón y que te gusta mandar, que odias no controlar las cosas y sinceramente... yo soy un descontrol total.
- No hace falta que me lo digas – sonrió Sasuke pese a no darle la cara a Naruto.
- Quizá me hacía falta un poco de orden en mi vida y llegaste tú.
- Quizá... yo necesitaba perder un poco el control de las cosas y disfrutar más – sonrió Sasuke girándose hacia un serio Naruto.
- Me gusta meterme contigo porque te sonrojas, porque veo tu frustración y porque sé... que en el fondo no te lo tomas a mal porque me quieres. Sólo lamento no poder llevarte a citas de verdad – le confesó – pero yo no quiero ser el ancla que te sostuvo en tierra cuando podías haber llegado lejos en tu deporte. Ya iremos a citas cuando consigas tu sueño – le sonrió Naruto.
- Puede ser mucho tiempo.
- Tiempo que pasaré a tu lado, no me importa – habló con seriedad por fin Naruto después de sus bromas.
Sasuke miró desde la acera la ventana de su casa. ¡Habían llegado a ella entre bromas! Pero esa luz le detenía, no quería entrar. Naruto se acercó a él posando su mano en la fría mejilla del moreno y besándole con lentitud pero con pasión.
- Deberías entrar, te vas a congelar aquí fuera – le susurró Naruto al oído.
- Sí... lo haré en cuanto te vayas.
- No... no me iré hasta que te vea entrar.
- Es que... no quiero entrar aún – dijo Sasuke mirando la luz encendida y a su padre caminando entre el salón y la cocina.
- ¿Es tu padre? – preguntó Naruto mirando por la ventana cómo se ponía una copa.
- Sí. Es mejor que te vayas.
- Esperaré contigo un rato. Se está tomando la última copa.
- No será la última – dijo Sasuke – ni la primera.
Naruto entendió con aquella frase lo que ocurría, Sasuke estaba rehuyendo encontrarse con su padre, no quería entrar por algún motivo que desconocía pero que estaba convencido... tenía que ver con la bebida.
- Hace frío aquí para esperar – sonrió Naruto.
- Puedes marcharte, yo esperaré.
- No era eso... sino... ¿Por qué no te vienes a mi casa hoy? Tengo una cama de más bajo la mía, puedo sacarla y no me importa que duermas en mi cuarto.
- Es mejor que no.
- A mi padre no le importará tampoco y a mi hermano menos, vamos... vente. Será divertido... te quejabas de que no disfrutabas lo suficiente y que no teníamos citas fuera de la pista de hielo, vente a mi casa, te dejaré uno de mis pijamas y jugaremos a algo.
- De acuerdo – aceptó al final Sasuke viendo cómo su padre se sentaba en el sillón con la copa, aunque se llevaba la botella consigo. Era mejor que esperar allí durante horas a que su padre cayese dormido por culpa del alcohol.
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