Capítulo 16: Locuras


La música sonaba con fuerza en aquella fiesta, pero no era eso lo que motivaba a Itachi, sino el movimiento de las caderas de ese rubio que le estaba volviendo loco. Podía darse cuenta de cómo algunos adolescentes miraban a ese hombre con deseo pero él trataba de concentrarse en que estaba con él, había venido precisamente con él.

Aún recordaba cómo se había metido en ese lío en el bar, bebiendo como si no hubiera un mañana motivado al ver cómo Kakashi se había acercado demasiado a Minato. No se habían besado de milagro y todo porque a Minato le sonó el móvil. En aquel momento, supo que no fue buena idea seguirles después del trabajo, pero su ira y su enfado fue tal, que acabó en ese bar de mala muerte cometiendo las locuras que una vez decidió dejar atrás. Aun así, no podía contarle a Minato que había empezado esa discusión y acabado en el calabozo sólo por celos, más encima... cuando había sido por ese rubio.

- ¿Te apetece hacer una locura? – preguntó Itachi acercándose hacia el oído de Minato.

Aquel simple gesto, esa ínfima caricia donde la nariz de Itachi había apartado ligeramente el mechón de cabello para descubrir su oreja y susurrarle, había provocado en ambos un extraño escalofrío, sin embargo, Minato sonrió.

- ¿Aún más locuras? Quieres que salga vivo de la fiesta, ¿no?

- Claro que sí – afirmó Itachi – vamos... tengo algo pensado que te gustará.

Itachi cogió la mano de Minato con fuerza y empezó a caminar entre la multitud para alejarse del bullicio. Fuera en el jardín, la fiesta continuaba con chicos medio desnudos que se lanzaban a la piscina, bebían y reían.

- Creo que no hice nada así en mi adolescencia – comentó Minato al ver cómo los adolescentes de ahora se divertían.

- Habrías sido todo un conquistador de corazones si lo hubieras hecho.

- Tenía otras prioridades.

- Oye... - le llamó Itachi algo cabizbajo al ver que Minato continuaba caminando hacia el lago – es que... verás... Orochimaru te llamó perdedor y yo...

- Te estás preguntando qué ocurrió.

- Orochimaru te llama perdedor y dice que te echaron del equipo de profesionales, pero no creo que fuera eso.

- ¿Qué más da lo que ocurriese, Itachi? – preguntó Minato con una sonrisa – pasó hace muchos años y nadie me preguntó. De todas formas, pueden sacar los rumores que quieran, yo sé la verdad y con eso me basta.

- Yo también quiero saberlo, por eso te pregunto.

- Dejé el equipo – dijo sin más.

- ¿Voluntariamente? – se sorprendió Itachi.

- Sí. Voluntariamente. Hablé con mis jefes y mis patrocinadores, al final llegamos al acuerdo de que al final de temporada podría irme y eso hice.

Minato volvió a caminar hacia el lago de la parte trasera, pero Itachi le observaba como si aún tuviera dudas, como si la mayor de todas ellas no la hubiera resuelto. Caminó tras ese rubio intentando olvidar su pregunta, tratando de conseguir lo que se había propuesto esa noche, hacer que Minato disfrutase de una noche sin preocupaciones ni responsabilidades.

Al llegar al lago, observaron cómo algunos chicos estaban bebiendo y divirtiéndose cerca de la orilla, sin embargo, pese a que Minato los observó unos segundos, fue Itachi quien le indicó la torre de al lado.

- Vamos a subir – sonrió.

- ¿Allí arriba?

- ¿Tienes miedo a las alturas? – sonrió con orgullo el Uchiha mientras empezaba a subir hacia la torre.

Minato simplemente sonrió al ver la vitalidad de aquel chico y le siguió por la escalera de metal. Al llegar arriba, vio con asombro cómo Itachi se quitaba las zapatillas y las lanzaba abajo hasta que tocaron tierra antes de empezar a hacer lo mismo con su camiseta.

- ¿Qué haces? – preguntó Minato mirando cómo la ropa de ese chico caía los diez metros abajo hasta tocar el suelo.

- Voy a saltar – comentó Itachi mirando el lago bajo él.

- Estás loco, podrías matarte.

- Lo hemos hecho todos los años, no hay piedras y la profundidad es suficiente para hacerlo. De hecho... es una de las novatadas que solemos gastar en nuestra carrera.

- Más que una novatada parece una gran putada – comentó Minato nervioso.

- ¿No confías en mí? Vamos... salta conmigo.

- Joder, tengo que estar loco para hacer esto – dijo Minato quitándose la corbata ya de por sí desarreglada junto a su camisa y lanzándolo abajo todo antes de quitarse también las zapatillas.

El moreno no pudo evitar sacar una sonrisa al ver a ese rubio medio desnudo y preparado para saltar al vacío con él. Admitía que Minato no se asustaba fácilmente, cualquier otro le habría mandado al infierno y se habría bajado, pero allí estaba ese rubio frente a él, intentando no mirar abajo donde el agua les esperaba.

- ¿Listo? – preguntó Itachi.

- Sí – dijo Minato mirándole fijamente.

Itachi colocó sus manos con timidez alrededor de la cintura de Minato y entonces, le impulsó junto a él cayendo ambos hacia el agua. El corazón le latía a mil por hora, obligando a la adrenalina a recorrer su cuerpo durante la caída hasta que tocó el agua. Ambos chicos notaron el contacto del agua, el duro golpe que hacía que todo el cuerpo les picase y, sin embargo, pese a ese momentáneo dolor, salieron a la superficie abriendo los ojos y riendo como nunca por haber hecho aquella locura.

Desde la orilla, los chicos que bebían con anterioridad silbaban y les aplaudían por haberse atrevido a dar ese salto, aunque pronto volvieron a lo suyo. Sin embargo, aunque las risas continuaban, Itachi se acercó lentamente hacia el rostro de Minato y apartó ligeramente el mojado flequillo.

- Está helado – dijo Minato temblando de frío.

- Habrá que salir rápido – dijo Itachi también temblando con brusquedad pero acercándose hacia él - ¿Por qué abandonaste tu sueño? – preguntó Itachi sin poder reprimir más aquella pregunta que tanto había deseado hacer - ¿Por qué abandonar el deporte que amabas y con el que soñabas?

- Hay más sueños, Itachi, no sólo tenía el hockey, también tenía una familia. Mi esposa cayó muy enferma – afirmó Minato sorprendiendo a Itachi – todos sus médicos estaban aquí y estaba muy débil para moverse y para cuidar de nuestros hijos. Si ella no podía venir donde yo estaba, yo iría con ella y con mis hijos. Abandoné un sueño, pero conseguí otro – sonrió – estuve con ella hasta que murió y cuidé de mis hijos desde entonces, ellos son mi gran sueño.

Itachi no pudo evitarlo más, Minato siempre había sido un chico que lo daba todo por los demás y eso hizo que se lanzase con fogosidad sobre sus labios, uniéndolos a los de Minato en un arrebato imposible de detener. Su forma de ser le conquistaba y la adrenalina le impulsaba a cometer la mayor de las locuras, sin embargo, ambos parecieron disfrutar aquel segundo, besándose bajo la luz de la luna.

***

El bolígrafo se movía una y otra vez en su mano mientras sus ojos se centraban en esa ecuación frente a él por unos segundos. Tras mirarla dos segundos más, su mirada se desvió hacia el rostro de ese rubio que seguía haciendo ejercicios pasando de él. Sasori sonrió antes de morder el bolígrafo con cierto toque sensual.

- Deja de mirarme y haz la ecuación – dijo Deidara.

- ¿Por qué no me la explicas?

- Te he explicado el procedimiento cinco veces, inténtalo tú solo ahora.

- Sigo sin entenderlo – comentó Sasori al segundo siguiente de volver a mirarla.

Deidara resopló dejando a un lado su trabajo para acercarse un poco más a esa hoja donde seguía la ecuación esperando para ser resuelta, sin embargo, pese a que empezó a explicar el ejercicio una vez más, al ver cómo Sasori seguía mirándole embobado y empezaba a mover su mano hasta tocar el dorso de la suya, Deidara se apartó con rapidez de él.

- Me voy a casa – dijo Deidara enfadado al ver que estaba más pendiente de él que de aprender.

- Vale... me centraré, aunque es difícil centrarse teniéndote delante.

- No me halagues así, no me gusta. Ni siquiera sé por qué estás aquí si no quieres aprender.

- Puedo hacer los ejercicios.

- No, no puedes. Llevo semanas intentando que aprendas algo y sigues sin hacer las ecuaciones más fáciles de todas y sinceramente... paso de perder más el tiempo en esto.

Movió la mano por la mesa y empezó a recoger todos sus libros, reglas y bolígrafos dispuesto a marcharse. Sólo entonces, fue cuando observó a Sasori empezar a hacer mínimamente algo. En cuanto lo tuvo todo, cargó la mochila en su hombro y decidió marcharse de aquel banco cerca del muelle donde solían quedar para estudiar.

Había dado el primer paso cuando sintió que la mano de Sasori cogía la suya con fuerza evitando que se siguiera marchando de allí.

- Ya está – dijo Sasori enseñándole la hoja – y está bien hecha.

Deidara, aún algo incrédulo, tomó la hoja y echó un vistazo rápido. Algo dentro de él se asombró al ver que había utilizado un sistema más complicado del que él le había enseñado, pero más efectivo. Ni siquiera se había molestado en intentar explicarle aquello al ver que no era capaz de aprender el básico, pero ahí estaba... ese sistema que no le había explicado todavía y una ecuación perfecta. Algo no le cuadraba a Deidara.

- Yo no te he enseñado esto – dijo Deidara enseñándole la hoja.

- Claro que sí. ¿Cómo iba a saber hacerlo sino?

- Eso quisiera saber. Si sabes hacer estas ecuaciones avanzadas... ¿Por qué necesitabas un profesor particular?

- Claro que no sé hacerlo... me lo enseñaste tú – intentó escudarse Sasori mirando la hoja nuevamente, pero Deidara le miró incrédulo antes de intentar marcharse una vez más molesto por sus mentiras – Vale, lo reconozco... quizá se me dan bien las matemáticas.

- ¿Bien? – preguntó Deidara – Bien es aprobar matemáticas, estamos hablando de matemáticas avanzadas, un curso donde los estudiantes a los que se les da "bien" las matemáticas van a clases particulares para entender los ejercicios, esto es más que bien – le remarcó Deidara – eres un maldito genio de las matemáticas y no se lo has dicho a nadie.

- Ni voy a decirlo – dijo Sasori – y tú tampoco vas a decirlo. Mi reputación caería en picado si creen que soy el cerebrito.

- ¿Cómo es posible que suspendas todo sabiendo hacer esto?

- No me gustan las letras.

- Estudias filosofía – dijo Deidara.

- Evidentemente. ¿Por qué crees que suspendo? – preguntó Sasori con una sonrisa.

- ¿Por qué no elegiste ciencias? – preguntó Deidara enfadado – Se te dan genial.

- Porque nadie de ciencias ha sido quarterback del equipo, mis compañeros se reirían de mí si supieran que sé hacer todo esto.

- Dios mío... eres imbécil – le dijo Deidara – prefieres suspender y estudiar algo que no te gusta sólo para que no se rían de ti por saber matemáticas.

- Y qué... voy a ser jugador de fútbol americano, tengo una beca y llegaré a profesionales.

- Si no te lesionas antes. ¿Qué ocurre si no llegas? Perderás la beca y te quedarás sin nada, con una carrera que no te gusta. Si no llegas a profesional, tendrías las matemáticas, podrías ser un gran contable, hacer cálculos increíbles en laboratorios, en la NASA si tuvieras suerte, un gran ingeniero. Cualquiera de los que estudiamos ciencias aquí nos gustaría tener tu mente, eres un privilegiado y estás desperdiciando tu talento, tu don natural. ¿Por qué ibas a dar repaso conmigo cuando puedes hacer esto tú solo?

- Porque era la única forma de acercarme a ti – confesó Sasori – quería coincidir en clases contigo y yo soy de letras, así que me apunté a matemáticas avanzadas para verte, suspendí los primeros tests para que me metieran clases privadas contigo.

- Ni siquiera entiendo por qué querrías acercarte a mí.

- Porque me gustas – dijo Sasori – pero tú odias a los deportistas y más si son jugadores de fútbol americano, imagino que por tu hermano.

- No metas a mi hermano en esto. Sé que no os lleváis nada bien.

- ¿Y no te ha contado el motivo?

- No.

Sasori aprovechó que Deidara había bajado el tono de su voz y pasaba de estar enfadado a curioso, para acercarse a él ligeramente y colocar su mano en el rostro del chico, moviendo así algunos mechones rubios tras su oreja con delicadeza. Por primera vez en semanas, entendía que tenía una mínima oportunidad de acercarse a ese chico tan complicado, pero cuando sus labios ya se acercaban a los de Deidara, sintió un golpe en su abdomen.

Algo o alguien le empujaba y sin poder frenar, ambos cayeron al agua del puerto. Al salir a respirar, observó aquella cabellera rubia y el rostro enfadado de Naruto que se acercaba a él tratando de ahogarle o golpearle.

- Naruto – escucharon todos a Sasuke que venía corriendo por el muelle – oh, joder... Naruto. Sal de ahí y déjale en paz.

- ¿Qué narices...? – intentó preguntar Deidara.

- Íbamos de camino a casa y os ha visto aquí. He intentado que no os molestase pero... - defendió Sasuke.

- Naruto... deja de meterte en mi vida – le aclaró Deidara enfadado desde el muelle, mirando cómo ambos chicos seguían a las malas en el agua.

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