Capítulo 3
En Macedonia.
Entre la gente que deambulaba por las calles podía destacar una mujer de cabellos rubios siendo acompañada por una chica de cabellos castaños.
Por más que hubiesen intentado ambas féminas no podrían pasar desapercibidas cómo turistas en esa zona, siendo uno de los factores sus rasgos faciales seguido de las "exóticas" mascotas que iban en su compañía.
—Tía Mashiro ¿Nuestra visita no sería más prudente sí dejamos a Konoha y a Molly en cartas? Estamos siendo el centro de atención— incómoda—
—En éstos tiempos sí se ve un dinosaurio del tamaño de Kohana o Molly es visto cómo un perrito, no tienes de que preocuparte—sonrie—
—Como confunden un dinosaurio con un perro si la diferencia es tan... obvia— observa al dinosaurio bebé
—Tal vez sea un poco dezcabeyado pero cuando Zoe, Max
, Rex y yo comenzamos con la recolección de cartas una respuesta así funcionaba para nosotros—
—¿En serio?— Lazuli se acerca demaciado a Mashiro invadiendo su espacio personal causando el nerviosismo en su tía quién reía tratando de justificarse
—Bu-Bueno verás...—
Mashiro agitaba sus manos frente a su cara pensando en las respuestas que podría darle pero la verdad era que no muchos habían sido tan incrédulos al creer que esas criaturas eran perritos de una nueva especie canina.
La escena en la que se habían metido ambas se vió interrumpido al ver a sus pequeños dinosaurios olfatear en el aire.
—¿Tendrán hambre?—cuestiona Lazuli
La pregunta fue respondida, pero no de la manera que hubiesen esperado, al escuchar el rugido provenir de un dinosaurio tanto Lazuli cómo Mashiro se alertaron al verle entre los grandes edificios de la zona.
—Definitivamente no es la comida—
—Un Giganotosaurus—observa a la enorme criatura, buscando con la mirada al ser que le había invocado
—Justo a quien estábamos buscando—sonrie con malicia—Ancient Mashiro—
—Estamos en grandes...—sin apartar la mirada del dinosaurio a unos metros de ellas— Enormes problemas—
Los dos varones de la familia Taylor habían seguido al rubio perdiendole de vista entre la gente que huía en un acto desesperado por salvar su vida.
—¿Qué hacemos ahora? Perdimos incluso a mamá y Mikaela no tiene un dinosaurio con el—
—Quizá le capturaron—responde su padre con preocupación—
—Si ése fuese el caso tendríamos las de ganar, pero si usamos al amigo del mocoso cómo carnada terminaremos con el trabajo sin tardanza—comentaba a sus camaradas mientras reía con malicia—
—Demonios Mikaela ésto es culpa tuya—el castaño menor apretaba los puños en una mezcla de molestia y desesperación al verse a si mismo y a su padre involucrados en está peligrosa situación
La mujer de cabellos rosa corría lo más rápido que su ajustada falda le permitía, la respiración agitada, la frustración, el miedo; emociones que se estaban acumulando en su cuerpo al no encontrar rastro de sus hijos o el dinosaurio, sumado al constante sonido del Dino-móvil marcando a Tokio y Macedonia con un punto rojo, Zoe sabía que significaba y eso causaba un tremendo pánico en ella al si quiera pensar que podría perder a sus pequeños si no se daba prisa.
No había forma de encontrarles o eso creía el miedo que la invadía, no le permitía pensar con claridad, el silencio en la ciudad se estaba convirtiendo en su enemigo.
—¿Qué puedo hacer?...
¿Qué?—
Apretaba con fuerza el Dino-móvil entré sus manos que temblaban ante sus nervios, las emociones acumuladas en minutos tenían la victoria asegurada, sin Paris a su lado el objeto que sostenía de nada le serviría. Las lágrimas inundaban sus ojos distorsionando su visión, todo estaba perdiendo.
Una carta cayó de dentro del Dino-Móvil, Zoe al percatarse dirigió su mirada agachandose en el proceso al ver a un Parasaurolophus que reconocía a la perfección.
Ahora todo estaba a su favor, pero el tiempo y los acontecimientos que podrían pasar en esa fracción de minutos era el que no habría posibilidad de controlar y ella lo sabía, la única manera de encontrarles era sólo una.
—Paris, volvemos a vernos pequeña amiga—sonrie con melancolía—Muy bien aquí vamos ¡Dino pasé, Parasaurolophus ataca!—
—¿Quiénes son ellos?—
—Kartodromo, la organización que se alió con Ted Faro con el propósito de utilizar la base de su tecnología para crear Dinosaurios modificados—
—Gracias por la pequeña presentación querida—realizando una reverencia fingiendo ser educado frente a ambas—Pero temo tener que corregir un pequeño error Sra. Ancient—el ser de piel azul carraspea aclarando su garganta—Nuestros dinosaurios no son modificados ¡Hemos alcanzado mejoras inimaginables en estás maravillosas criaturas, me atrevería a decir que ni el mismo Dr. Z había aspirado a tanto! Estás criaturas nos ayudarán a lograr nuestros fines—
—¡Maldita sea eso es lo que menos importa!—bramea molesta—Es vergonzoso saber que Kartodromo es capaz de hacerles daño a criaturas que necesitamos para que nuestro planeta siga existiendo, a ustedes sólo los mueve la ambición de poder, someter a la raza humana—
Las palabras que Mashiro había escuchado habían calado en lo más profundo de su ser, quizá eran animales pero los dinosaurios eran criaturas capaces de sentir, si había algo que la rubia no pudiese tolerar era escuchar la palabra "herramienta" cada que al tema de Dinosaurios se trataba.
—Los Dinosaurios existieron antes que el humano habitará la tierra, ustedes no tienen respeto por la vida de ninguna clase de especie me atrevería a decir que siquiera por la suya—
—bosteza burlándose de la palabrería de la rubia— ¿Ya terminaste?—limpiando su oreja puntiaguda— Es el discurso más largo y aburrido, sólo venimos a eliminarte ¡Y eso haremos! ¡Vamos gigantón acaba con ellas!
El ser de piel azul apunta con su dedo indice a ambas chicas mientras el Giganotosaurus destruía edificios a su paso.
—Lazuli debemos irnos—
Toma de la mano a la chica corriendo lejos del dinosaurio usando a su favor los edificios que le obstruian el paso, en el acto ambas convirtieron a sus dinosaurios en cartas.
—Tenemos que alejarnos lo más que se pueda no podemos traer a Kohana o Molly sin destruir los edificios o exponer a las personas—
La castaña asiente ante la idea de su tía, tenía razón, no podían arriesgar las vidas de personas inocentes.
Esquivaban los escombros de lo que alguna vez fueron edificios y corrían todo lo que sus pies les permitían, el cansancio en ambas era evidente, la enorme criatura en cuestión de segundos estaba cerca de ellas mientras Mashiro y Lazuli a duras penas lograban cruzar una cuadra.
—Los humanos son tan graciosos, hacen hasta lo imposible por evitar su final, pero de nada servirán sus esfuerzos, que esperas Giganotosaurus acabalas de una vez por todas—
—Si, que acabé de una vez ya quiero escuchar la recompensa por cumplir con el mandato del jefe—rie—
—golpeandole en la cabeza— Y quién dice que te dará la recompensa a ti sí soy yo quien a hecho todo el trabajo
Lazuli corría con la respiración agitada. Entre la carrera sus pies tropezaron provocándole una caída, Mashiro se detuvo al percatarse de ello devolviendo se con la intención de ayudarla a levantarse tirando el celular que llevaba consigo en el bolsillo de su pantalón.
—Es inútil no puedo más—respondia Lazuli con respiración agitada
—No lo es, ellos tienen la ventaja ahora, están usando la ciudad y a las personas que habitan en ella en nuestra contra, ya casi, sólo un poco más...—
—No pasa nada Shiro sólo es...—calla al dirigir la mirada al objeto que había caído— La foto familiar
No había nada de que preocuparse su hijo no había sufrido ningún dañó pero el marco de cristal que protegía la fotografía mostraba cuarteaduras precisamente en donde su esposa mostraba una brillante sonrisa sosteniendo entre sus brazos al en ese entonces un Shiro recién nacido.
—... Mashiro—
El rubio observaba el monitor frente a él mostrando un mapa con dos localizaciones de la aparición de dinosaurios obtenidas en la misma fracción de tiempo. El televisor entendido en el canal de noticias anunciaba la repentina aparición de dinosaurios extintos, un acontecimiento no visto desde hace 12 años, los mismos en los que las aventuras del equipo D habían llegado a su fin.
—No, No ¡No! Ésto no puede estar pasando, se están moviendo más rápido de lo que creíamos—
El niño observaba a su padre mientras el pequeño Carnotaurus intentaba distraerlo del mar de emociones que en Rex habían despertado ante la situación que sufría su familia, una situación que le hacía cuestionarse sí el proyecto Gaia valdría la pena.
—¡Maldición Mashiro porque nunca me haces caso!—buscaba entre los cajones del laboratorio el Dino-lector que uso cuando niño en sus primeras aventuras—Aqui estás...—
Tomando entre sus brazos a su hijo y convirtiendo a Az en carta, se teletrabsporto a su destino, Macedonia.
Sus pies se detuvieron en seco al ver al dinosaurio detrás de un edificio que destruyó con el agitar de su cola, ambas femeninas podían ver cómo el edificio caería sobre ellas, por acto reflejó Mashiro protegió a Lazuli con su cuerpo, no había tiempo para traer a Kohana, incluso si lo hacía saldría lastimada era el fin, la rubia había cerrado sus ojos con fuerza esperando lo peor.
—¡Dino pase!—
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top