Hora las confesiones.

Mi abuelo volvió del hospital a la mañana siguiente. Él está bien, solo que necesita tener una mejor alimentación, pero con la dieta que le envió el nutricionista esperamos que mejore.

Después de asegurarme de que mi abuelo está bien. Creo que es momento de hablar con él.

Pase la noche en vela, pensando en todo lo que ha estado pasando, y llegue a la conclusión de que no quiero que él muera sin conocer esta parte de mí.

Y aún más importante, yo no quiero vivir teniendo que ocultarle mi orientación solo para no molestarlo.

Quiero que los conozca, quiero que mi abuela los conozca...

Incluso si no es con ellos, quiero tener la libertad de contarle a mi abuelo que conocí a alguien, poder traerle a casa a cenar.

Que mi abuelo te cuente sus historias sobre Francia...

Que mi abuela les pregunte, sobre todo en su vida...

Pero eso jamás será posible, si no doy este paso.

— ¿quieres que vaya contigo? – pregunta mi abuela, preocupada. Al escuchar mi plan.

—No, esta es una conversación que debemos tener a solas. — respondo. Ella asintió sonriendo.

Camine por los pasillos de la casa, para poder llegar a la puerta del cuarto de mis abuelos. Justo en la entrada hay una foto de mis padres. Mi madre estaba embarazada en ese entonces, ambos parecían muy felices.

A veces no puedo evitar pensar, ¿Qué hubiera pasado si ellos estuvieran vivos?

—¿pasa algo? – me pregunta, mi abuelo.

—No, abuelo. Todo bien – respondo entrando al cuarto, con el corazón latiendo tan rápido que podría jurar que se saldrá de mi pecho - ¿Cómo estás tú?, ¿te sientes mejor?

—Que sí, solo fue un susto – me dice, acostado en la cama. Por ahora tiene que descansar, unos días y evitar apoyar mucho el pie.

—Abuelo, quiero hablar contigo...— le pido. Sentándome junto a él, en la cama.

—Ya estamos hablando – al ver que mantuve mi expresión seria, él también adoptó una actitud tensa - ¿Qué pasa, Blue?

—¿recuerdas que cuando te presente a Amelia, creíste que su nombre era Lexie? – pregunto.

—Por supuesto, fue un error. Lamento si eso te causo problemas, – yo asiento en respuesta - ¿discutiste con ella por eso? - pregunta, alarmado. — no la culpo, pudo pensar lo peor...

—No abuelo, lo que pasa... Es que – siento un vacío en el estómago, es como si fuera a vomitar. Me quedo callado unos segundos, mirándolo. Sus ojos son grises, iguales a los de mi padre.

¿Qué hubiera pasado si padre hubiera estado aquí acompañándome?

—A ella no le molesta que la confundieras... — mi abuelo se quedó atento a mis palabras.

—¿entonces qué pasa? ¿Por qué estás tan serio? – cuestiona.

Respiro profundo, antes de volver a hablar.

—No puedes vivir ocultando quién eres o a quien amas por miedo a incomodar – susurra la voz de Mic, en mi conciencia.

—Abuelo. ¿Recuerdas al doctor Jackson? – pregunto.

—Blue, claro que me acuerdo, los vi ayer. No estoy perdiendo la memoria – se queja, enojado,

—Lo siento, es que estoy nervioso... — le explico. Sonriendo, sin gracia.

—Me estás asustando, hace años no te veo así de nervioso.

—Ayer no te dije algo sobre el doctor Jackson – él parece asustado, pero no dice nada – él también es mi novio. — suelto, de repente. Puedo ver como su rostro se tensa automáticamente, pero por sobre todo puedo ver su confusión. — él es Lexie...

—¿Y Amelia?, ¿ella se supone que es tu novia? ¿Qué pasa con ella? – me pregunta, confundido.

—Ella y Lexie, son mis novios – le explico, con calma. Intentando no alarmarlo.

—¿Los estás engañando? Blue, yo no críe un hombre que cree que tiene el derecho de jugar con los sentimientos de los demás. — me regaña, en un tono más fuerte de lo normal. Puedo ver su cuerpo, tenso completamente, y su rostro se ha empezado a teñir de rojo.

—No, ellos saben que son mis novios, de hecho, ellos también están juntos, no sé si se entienda. — respondo, intentando tranquilizarlo.

—¿los tres? ¿Cómo es posible? – cuestiona, igual de enojado.

—No somos tres, somos cuatro. Hay otro hombre, Alex. Él también es mi novio – digo.

—¿tienes una novia y dos novios? – asiento en respuesta - ¿y ellos lo saben? – vuelvo a sentir. Él no parece enojado, solo muy confundido.

Bien...

No esperaba que esto pasara...

Esperaba gritos...

—¿entonces te gustan los hombres? – cuestiona.

—Y las mujeres – aporto. Él niega con la cabeza, con desagrado.

—¿desde cuándo? – él ya no me mira, solo se mantiene mirando a la pared, con una expresión seria, pero el ceño fruncido.

—Desde siempre – respondo.

—¿Cómo es posible? – su voz, ahora suena más enojada, mucho más tensa.

—Pues como a ti te gustan solo las mujeres, a mí me gustan ambos sexos. Es bastante simple abuelo. — comento.

—¿Por qué quisiste serlo? – pregunta, indignando. Casi como un reproche.

—Yo no elegí ser pansexual. Así como la gente no decide ser heterosexual, son cosas que pasan y ya. — respondo, también enojado.

—¡Pero puedo corregirse! – me grita. Puedo ver la ira en sus ojos, su respiración agitada.

—No, se puede corregir y se pudiera no me gustaría hacerlo – le respondo. Él niega con la cabeza decepcionado.

—¿Cómo vas a hacerme esto? – pregunta, en reproche.

—Esto no es contra ti, abuelo. De hecho, esto ni siquiera se trata de ti, es sobre mí. Te estoy contando que me gustan los hombres, no te estoy pidiendo soluciones, porque no es un problema. — le digo. Elevo mi voz, enojado, pero sin llegar a gritarle.

—Lo que estás haciendo no está bien – me reprocha.

—¿Por qué? – cuestiono.

—Porque no. Porque no es lo que esperaba de tu vida. — me grita.

—Pues lamento decepcionarte, pero es lo que hay. Y no me arrepiento de ser quien soy. Si me amaras lo entenderías. — ahora es mi turno de reprochar.

—Me preocupo porque te amo. — me responde, en lo que parece un susurro.

—No hay nada de que preocuparse. Yo estoy perfectamente, tengo una buena salud, un buen trabajo, una relación estable, estoy bien ¿Por qué preocuparse? – le cuestiono.

—No te quiero aquí. — me responde – sal de mi cuarto. — Sus ojos recorrieron mi cara, solo se puede ver la decepción ellos.

—Se supone que me amabas... — susurre. Él no respondió, solo voltio la cara, para mirar un punto muerto de la habitación. — abuelo, respóndeme.

—No te quiero ver aquí... — digo, sin mirarme.

Me levanté de la cama, con el corazón completamente destrozado. Cada parte de mí está fragmentada.

Como si todo lo que había logrado con mis años trabajando en mí mismo se estuvieran desvaneciendo.

Por él...

No mire atrás.

Siento las lágrimas en mis mejillas, la irá recorriendo mis venas, la frustración a flor de piel. Es como si algo dentro de mí estuviera a punto de explotar,

Al llegar a la puerta, tome mis llaves y la chaqueta. Dispuesto a salir, con un rumbo fijo.

Todos saben que cuando te sientes así de destrozado solo quieres ir corriendo a tu lugar seguro, a tú hogar. Y el mío está muy lejos de aquí.

Mientras camino, intento respirar varias veces, para calmar mis nervios.

—¿A dónde vas? – me pregunto mi abuela, preocupada, cuando estaba a punto de salir.

—Saldré un rato, no te preocupes por mí – le dije, sin voltearla a ver.

—Iré contigo – declara.

—Abuela... — mientras intento hablar me doy la vuelta, para verla.

—No es una pregunta – ella se acerca, y limpia con delicadeza una de las lágrimas que caen por mis mejillas. — iré contigo.

Detrás de ella, a unos metros se encuentra Nai, la cual finge no estar prestando atención.

—Está bien...— accedo. Ella sonrió, con ternura.

—¿tan mal salió? – pregunta mi abuela, una vez que ya estamos en el auto.

—Me echo del cuarto – resumo.

—Blue...— ella intenta hablar, pero la interrumpo.

—Pero eso es lo de menos – digo, mientras arranco la camioneta – está decepcionado. Y sabes ¿Qué?, yo también estoy muy decepcionado de él. — confieso. Mi abuela me mira con una mezcla de curiosidad y compresión.

—Estás en todo tu derecho de estar molesto, Blue – me asegura. Pero no me siento así, ya sabia a lo que me enfrentaba.

—Lo peor es que no esperaba nada de él, pero aun así logro decepcionarme – respondo con la voz entre cortada. — ¿Cómo es posible que se haya molestado más con esto que cuando vandalice la secundaria? – me quejo, indignado. — ¿esto es más grave que cometer un delito?

—Dale tiempo, Blue – me pide.

—¿tiempo? ¿Por qué exactamente él es el que necesita tiempo? – reprocho – sé que él no ve las cosas como yo las veo, pero ¿tratarme como si tuviera una enfermedad o algo así? – cuestiono, mirando a la carretera. Con los ojos cristalizados, y las manos apretando tan fuerte el volante que mis nudillos quedaron blancos – me dijo "yo no esperaba esto para tu vida" ¿Qué significa eso? ¿Qué no esperaba exactamente? ¿Qué estoy haciendo las cosas mal?

—Blue, tu abuelo tenía muchas expectativas de lo que sería tu vida. Y es complicado para el hacerse a la idea de que las cosas no serán como él quiere. — intenta excusar.

—No lo justifiques. — le pido, tajante.

—No lo estoy justificando, te estoy explicando. — me interrumpe.

—Abuela... Por favor no.

—Déjame terminar. Puedo que él no quisiera esto para tu vida, pero; No es tu responsabilidad, cargar con sus expectativas, ni las mías. Ni las de nadie, Blue. El hecho de que no seas lo que espera no quiere decir que seas malo, o que estés fallando. — al escucharla solo deseé llorar con más ganas.

—Nunca he sido malo... — susurro. — sé que cometí muchísimos errores. Y que no fui precisamente fácil de criar, pero no creo merecer ese resentimiento por algo que no elegí. — ella me mira enternecida, pude sentir su calidez en su mirada.

—No eres malo, mi niño, eres el mejor nieto que alguien podría tener. — me asegura. — y si ese viejo, no lo ve. Pues lo enviamos de vuelta a Francia y nos quedamos tú y yo felices aquí. — y por primera vez en todo el día, sonreí de manera genuina.

—Te amo, abuela. — le digo.

—Y yo a ti.

Al llegar al estacionamiento del hospital, ella se sorprendió. Miro su alrededor, con curiosidad, esperando lo peor.

—¿Qué haces aquí? – pregunta, preocupada.

—Hay algunas personas a las que quiero que conozcas. — respondo. Ella asintió con calma, mientras yo escribía algunos mensajes.

Rato después le pedí que bajar de la camioneta para esperar a fuera.

Mi abuela miró la entrada del hospital con curiosidad, viendo como tres personas salían de este, en nuestra dirección.

Los tres parecían completamente agotados, aunque sonrieron amablemente al vernos.

—¡Hola! – saludo Alex, alegremente. Mi abuela, los miro detenidamente, dándose el tiempo de analizar a cada uno de ellos.

—Abuela, ellos son Alex, Lexie y Amelia. Mis novios – dije. Ella no pareció entender, de que se trataba exactamente, pero sonrió encantada.

—Ay, que placer conocerlos. Soy Maryla. — se presentó, felizmente.

—Igualmente, señora Cooper – le responde Lexie.

—Nada de señora, dulzura. Soy Maryla.

—Blue, nos ha hablado muchas cosas buenas sobre usted – le cuesta Amelia.

Mi abuela me sonrió, orgullosa.

Aún siento un peso enorme en mi corazón, pero gracias a ellos, se hace soportable.

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