Hora del cumpleaños.

Corro por los pasillos del hospital lo más rápido que puedo. Hace unos minutos me llamaron de urgencias por un trauma que llego.

Últimamente, he notado que han llegado más traumas y emergencias de lo normal. Y no sé cómo sentirme al respecto, es decir, me siento mal por ellos, pero es mi trabajo.

Es mi trabajo, es demasiado hermoso poder decir eso.

Al llegar me encuentro con mis compañeros y mi residente esperando en la entrada de urgencias.

A lo legos se pueden escuchar las sirenas de las ambulancias anunciando que están cerca.

— Pérez y Wals conmigo - ordena - Martínez, Vonzer y Morgan con la otra ambulancia.

Cuando entras en esta carrera entiendes que tienes que pensar y actuar muy rápido. La ambulancia llega y en cuestión de segundos estoy sobre un hombre y con mis manos sobre su pecho realizando Rcp.

Uno, dos, tres...

Cuento y repaso el procedimiento en mi mente incontables veces. Con el tiempo mi cuerpo empieza a sentirse cansado, pero parar no es uno opción. Es su vida o mi cansancio.

Al llegar a la sala del trauma empieza la verdadera función. Todos empiezan a hacer su trabajo, pero para mi desgracia el paciente empieza sufrir un paro.

—Desfibrilador - grito. Me bajo de un salto y una enfermera me pasa las paletas.

Todos a mi alrededor corren y se mueven en perfecta sincronización. Mientras yo acomodo las paletas en el pecho del paciente.

Desde siempre esta ha sido una de las cosas que más me ponen nerviosa. Pero de las que más amo.

La adrenalina es inigualable.

—Carguen a cien - vuelvo a gritar.

—Listo - me informan.

—A un lado - repito el procedimiento varias veces hasta que el paciente se estabiliza. Al ver que el paciente está mejor, mi alma vuelve a mi cuerpo.

Reviví a alguien.

Intento ocultar mi alegría para lucir profesional, sin embargo, aunque mi expresión sea neutra dentro de mí, no puedo dejar de gritar de alegría.

No importa cuantas veces lo haga, siempre será una de las mejores sensaciones.

Ojalá mis padres pudieran verme, quizás se darían cuenta de que no todo están malo.

—Llamen a neuro - dice Camilo.

—¿Cuándo fue la última vez que dormiste? - pregunto Antonella a mi amiga pelirroja.

—Doce horas - responde.

—No me sirve.

Antonella está buscando a alguien que la asista en su próxima operación.

Mal momento para no haber dormido en casi veinticuatro horas...

—¿Pérez?

—Casi veinticuatro... — susurro, apenada.

Ella me mira con resentimiento.

—Qué decepción.

¿Decepción?

Maravilloso, otra persona a la que quiere impresionar se decepciona de mí.

Al final, Mady termino asistiéndola. A pesar de poder asistir voy a la galería. Igual quiero ver todo. Me siento en primera fila acompañada de mis amigos.

Por primera vez desde hace muchas horas reviso mi teléfono.

Son las 10:45 pm.

Ya casi acaba mi turno. Sin tomarle mucha importancia, continúo mirando la operación. Observo detenidamente cada movimiento, cada mínimo detalle es importante.

Es algún momento alguien me abraza haciendo que pegue un qué pequeño brinco.

—Feliz cumpleaños, Amelia, Alexsandra, Pérez, Guzmán - me abraza Linzie.

—¿Cómo? - digo sin comprender nada.

—Son las 12:00 pm. Oficialmente, es tu cumpleaños - responde Dylam, quien está a mis espaldas.

Oficialmente es mi cumpleaños...

Por fin. Desde que tengo memoria amo mi cumpleaños, para mis padres era muy buenos guardar las apariencias, por lo que siempre hacían enormes fiestas y me trataban como reina. Así que siempre fueron especiales.

De manera casi automática recibo cinco mensajes de texto.

Uno de mi hermano, uno de mi tía y los otros de mis novios.

Salgo de la galería para poder revisar los mensajes.

El mensaje de mi hermano que resulto sé un mensaje de voz cantando el feliz cumpleaños a lo venezolano.

Hago mi mayor esfuerzo por mantener la risa por lo terrible que suena su voz.

Rubiecito: Feliz cumpleaños, preciosa. Espero lo pases increíbles (aunque yo me voy a asegurar de que sí). Nos vemos en la noche. Tenemos una increíble sorpresa para ti.

Te quiero.

Francesito: Feliz cumpleaños, mon ciel. Esquero cumplas muchos años más.

La verdad nunca fui muy bueno deseando feliz cumpleaños, pero el punto es que espero que seas feliz. Te quiero.

Alexcito: Feliz cumpleaños, Lia. Te quiero.

¿Eso fue muy seco?, ¿verdad?

Lo siento. ¿Dónde estás?

Tia: Mi linda niña, muy feliz cumpleaños a ti, te amo. Disfruta de ser un año más vieja.

Amelia: Soy como el vino. Mientras más años, más buena me pongo.

A pesar de mis intentos por quedarme en el hospital, mis novios terminaron por arrastrarme a mi departamento.

—¿mi regalo de cumple años no puede ser quedarme trabajando?

—No - responden al unísono.

—¿entonces qué?

—Vamos a ir a tu casa, vas a dormir y después haremos lo que tú quieras, hasta la noche, porque tenemos una sorpresa para ti - explica Blue.

—¿y si no quiero dormir?

—Llevas mucho sin dormir, claro que quieres - responde Alex con obviedad.

Al final sí dormí. Al final decidí que iría a la quinta avenida a porque quiero comparar unas cosas para mi departamento y a comprar un vestido para esta noche.

Pasamos por muchas tiendas y muchas opciones, con el paso de las horas tienda ya dos cosas muy claras;

Uno: Había encontrado mi vestido perfecto. Un vestido blanco, largo, con brillos, escote corazón, de estilo princesa, y una gran abertura en la pierna derecha. El cual mis novios insistieron en pagar.

Y segundo: Tengo un extraño fetiche con los trajes, mis novios también querían buscar algo para la noche, por lo que pasamos por muchas tiendas de trajes... Y dios mío, fue como estar en el paraíso. Creo que ese fue mi regalo favorito.

—¿Qué harán para las fiestas? - pregunta Lexie al entrar a mi edificio.

La verdad no sé. Como no puede ir con mis padres...

—¿Por qué la pregunta Jackson? - cuestiona Blue.

—Mis padres quieren que vayamos con ellos a Islandia para año nuevo.

—¿nosotros viajar con ellos? - cuestiona Alex, casi sin poder creerlo.

—Sí, a menos que no quieran.

—No es eso, solo que mi madre quiere que vayamos a pasar las fiestas con ella en Alemania.

—Mis abuelos quieren pasar, conocerlos, dicen que Navidad es una buena época.

Mis padres no nos quieren ver ni en pintura.

—¿entonces? - cuestiona el castaño.

—Después lo resolvemos. Hoy es tu día – me responde Blue.

—Señorita Pérez, tiene un paquete - me dice el portero. Sin tomarle mucha importancia lo recibo y le agradezco.

Al subir todos empezamos a prepararnos y aprovechando que los chicos estaban distraídos decidí abrir el paquete.

Quizás sea un regalo.

Al abrirlo me encuentro con un horrible olor y una muñeca mía, hace unos años empezaron a vender muñecas inspiradas en mí. Lo que antes era una hermosa muñeca perfecta para regalar en navidad ahora es una tetrica representación mía, está vestida de doctora, pero en lugar de ojos tienes dos cruces y parece que fue remolcada en la tierra. Acompañados de un pequeño mensaje en español.

¿Qué es está mierda?

"Ten cuidado pequeño angelito, cuando te acercas mucho a la peste te terminas pudriendo con ella. Disfruta mientras puedas. Tu tiempo es contado."

Una oleada de pánico me invade haciendo que quede casi inmóvil.

Al mismo tiempo que unas enormes ganas de vomitar se adueñan de mi estómago por el olor, pero evito hacerlo.

¿Tiempo contado? ¿Es una especie de amenaza?

—Stella - grito con la voz más neutra posible, pero se quiebra ligeramente por el pánico.

—¿señorita? - segundos después una mujer de corta cabellera negra aparece en el umbral de mi puerta.

—Pasa y cierra la puerta, por favor. — ella cumple mi orden y una vez me siento lista para hablar le cuento todo.

—Tranquila, me aseguraré de que esto se resuelva adecuadamente.

—Una cosa más, que nadie fuera del equipo se entere, ni siquiera mis novios... Por favor.

—Entendido. — dada por terminada la conversación abro la puerta de mi habitación y me encuentro de frente con Alex.

—¿todo bien? - me pregunta.

—Sí, solo estaba preguntando unas cosas de la prensa. — sonrío.

Horas después estaba parada frente a un muelle.

Por fin era momento de ver mi sorpresa, pase un día maravilloso, pero ya era hora.

—Pensamos mucho en tu regalo...— empieza Lexie.

—Y todo parecía bueno, pero no perfecto - continúa Alex.

—Hasta que recibimos el mensaje de cierta personita - los tres miran un punto fijo detrás de mí, así que decido hacerlo mismo.

—Sorpresa - chilla. Está del otro lado del puente, con los brazos abiertos y el cabello despeinado, como de costumbre.

Él corre a mis brazos y después de mucho tiempo puedo volver abrazar a mi hermano. Al sentir como sus brazos me rodean siento unas inmensas ganas de llorar.

Acompañada de la felicidad viene una amarga sensación de culpa... Culpa por haberlo dejado tanto tiempo solo.

Es como si una parte de mi alma volviera a mí...

Desde la pelea con mis padres, mi tía y yo hemos perdido casi todo contacto con él. Sé que mi padre se encargó personalmente de eso, pero ya está conmigo y no voy a permitir que lo alejen de mí, nunca más.

—Feliz cumpleaños, insufrible ser - me felicita.

—¿Qué haces aquí?

—Mamá, me trajo...

—¿ella está aquí? - pregunto, y odio el tono ilusionado con el que lo digo.

—No, ella me llevó al aeropuerto con Georgia y luego se fue.

—Oh, está bien - digo decepcionada.

—Bueno, esta es la primera parte de la sorpresa, ahora vamos a lo otro - dice el rubio.

En cuestión de segundos, un enorme barco aparece frente a nosotros...

—Genial...— murmura Diego.

En el barco todo está hermosamente decorado con globos, flores y todo tipo de decoraciones. Ahí se encuentran mis amigos, mis suegros, mi tía y varias personas del hospital.

Es una fiesta...

—Feliz cumpleaños - me susurran mis novios...

La noche transcurre bien, los chicos y mi hermano parecen llevarse de maravilla y a pesar del interrogatorio de Diego, todo está bajo control. Nada podría ir mejor.

Blue decidido presentarnos a sus abuelo, por lo que dedo confesar que me puse un poco nerviosa.

Pero realmente no había porque, ambos fueron extremadamente amables y compresivos. Sé que Blue tuvo varios inconvenientes, por la relación, el no quiso dar muchos detalles sobre eso, parecía bastante afectado así que preferimos darle espacio.

Ojalá tener abuelos...

Lastimosamente yo no tuve, los padres de mi madre le dejaron de hablar cuando descubrimos que nos estaban robado dinero, y la madre de mi padre murió hace varios años. Incluso antes de que pudiera conocerla.

En algún punto, mi teléfono recibe una llamada. No estaba dispuesta a contestar hasta que vi de quién se trataba.

Me levanto de la mesa y camino a un lugar un poco más alegado.

—Hola, madre...— saludo.

—Hola, cariño. Ha pasado tiempo...

Su tono es suave, típico de una persona que necesita arreglar una metida de pata.

—Supongo...— silencio.

—Feliz cumpleaños, cielo. Sé que no he sido la mejor madre, pero de verdad te amo y tu padre también lo hace.

—Sí, por supuesto que sí - digo irónicamente.

—Amelia, sé que los últimos inconvenientes no han separado, pero eres mi hija y eso jamás cambiara, no importa que pase...

Dile eso a tu esposo.

—Cuando dice; no importa que pase, ¿te refieres a no importa cuantas veces tu esposo decida que no merezco existir?

—Tu padre es una persona muy complicada y lo sabes... — antes de que pueda terminar la interrumpo.

—Tú podías impedirlo, si de verdad me amaras hubieras intentado ayudarme. Pero no, nunca hiciste nada. En el fondo siempre estuviste de acuerdo con él y sus decisiones.

Siempre pensé que mi padre era el malo, pero viéndolo bien, mi madre sabía todo y jamás hizo nada por ayudarme, de hecho, lo ayudaba.

—Sé que falle incontables veces, te falle a ti y a Diego...

—¿Por qué el arrepentimiento repentino? ¿Por qué de repente quieres disculparte?

—Porque no volviste... — escucho su voz entre cortada por el llanto.

—Madre...

—La última vez que hablaste con tu padre... Yo estaba ahí, supuse que sería otra de sus peleas, pero no fue así. Creí que me llamarías para hablar, pero no lo hiciste, en lugar de eso desapareciste. Desde entonces Diego nos odia y no intenta ocultarlo.

—No lo culpo.

—Yo tampoco. Por eso lo envié contigo.

—¿y podías venir también? - la pregunta se escapa de mis labios antes de que pueda evitarlo.

—No tenía el valor para hacerlo, pero ahora me arrepiento de no haber ido.

—Igual así es mejor, no quiero ni imaginar que como hubieras reaccionado al ver a mis novios.

—Eso es algo de lo que también me arrepiento. No te apoye en nada. Nunca y aun así eres maravillosa. Pero sé que no gracias a nosotros.

—¿Él sabe que está aquí? - pregunto ignorando su comentario.

—Cree que está en un campamento.

Me encantaría creerle, pero no voy a ceder.

—No he podido perdonarme el que solo pueda saber de tu vida por las redes sociales, extraño tus llamadas, ¿sabes? Quizás nunca exprese mucho mi deseo de hablar contigo, pero en realidad me gustaba.

—Madre, aprecio que llamara y todo lo que está diciendo, pero una llamada no arreglara todo lo ha pasado. Y espero que lo entienda.

Una llamada no va a hacer que deje de pelear por la custodia de Diego.

—Lo tengo muy claro, por eso te quiera invitar a la gala de este año. Será pronto y puedes quedarte con Diego hasta entonces. Cuando vengas podremos hablar y resolver las cosas. Y al fin podré conocer a tus novios. Claro, solo si los cuatro están dispuestos a venir.

Mis padres conociendo a los chicos en persona.

En lugar de negarme automáticamente me quedo en silencio.

—Entiendo que no quieran, pero si vienen prometo que me aseguraré que todo sea lo más ameno posible.

—No sabes lo mucho que desearía creerte, de verdad que amaría que todo esto fuera real. Que, si me quisieras, pero madre... Simplemente no.

—Yo te amo. Siempre lo he hecho. Y aunque no parezca tu padre igual. Quizás no apoyemos tus decisiones y probablemente no hayamos hecho bien las cosas, te amamos.

¿Alguna vez han sentido una desesperación tan grande que hace que quieran gritar tan fuerte que les arruinaría las cuerdas vocales?

Algo así siento ahora.

—Si me amaran, no hubieran hecho todo lo que hicieron. Y no me refiero a lo que paso hace poco, me refiero a todo lo que hicieron durante toda mi vida.

—Tienes razón Amelia, no merecías que fuéramos así contigo. Merecías algo mucho mejor. Y no puede dártelo, y me arrepentiré el resto de mi vida por eso. Pero déjame decirte una cosa...

¿Por qué se disculpa de la nada?

¿Por qué le afecta de la nada?

Y siento que después años escuche algo que deseaba casi tanto como su aprobación. Una disculpa que se siente sincera.

Ella hace una pausa...

—Yo no tenía idea de que tu padre emitiría ese comunicado. Pensé que respetaría tu decisión. Yo hablé con él para que ambos les dieras una oportunidad, pero creo que no fue suficiente.

Hace mucho tiempo había dejado de contener las lágrimas. Ella lo intentó, ella siempre lo intenta...

—Vuelve a casa mi niña, te lo suplico...

—No lo sé...

—Amy, soy tu madre y quiero cuidarte. Por eso estoy intentando ayudarte con la presa, con tu padre. De verdad...

—¿con la prensa?

—Amelia...

—Si por ayudar te refieres al comunicado...— Intento hablar, pero ella me interrumpe de un grito:

—Sé quién filtro las fotos y dio la entrevista...

—¿Qué? - pregunte en un susurro y con el corazón en mis oídos.

—Después de lo que paso tu padre intento buscar al responsable de todo, luego de la pelea dejo de buscar... Pero yo no. Y hace una hora me llamaron con información...

—¿Quién fue? - la interrumpí.

Ella dice un nombre y solo puedo sentir como mi corazón se destroza poco a poco.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top