Hora de trabajar.
Como de costumbre voy a la pequeña cafetería frente al hospital.
— Un jugo de naranja y muffin de arándanos — pido al chico de la caja. A pesar de ser las cinco de la tarde, necesito, cafeína y comida antes de un turno.
—Serían tres dólares, ¿desea algo más?
¿Debería llevarles cafés a los chicos?
Pues a Blue le debo uno, y si le llevo uno a Blue claro que le llevaré uno a Lexie y Alex.
Pero no sé qué les gusta...
—Sí, un café con leche grande, dos cafés, y tres jugos, aparte de él que ya te pedí, por favor— quizás sea exagerado, pero es por prevención.
Tomo mi pedido como puedo, es demasiado.
Ya me estoy arrepintiendo.
Al llegar a la resección me detengo.
Supongo que Lexie y Blue está en sus oficinas, el que no se es Alex...
La pregunta se resolvió fácil, lo vi cuando llegué, entonces puede hablar con él. Lo que me confirmo fue buena idea comprar varias cosas.
—Pase. — grita Lexie cuando toco la puerta de su oficina.
—Hola— digo entrando.
—Preciosa - saluda alegremente— ¿Cómo estás?
—Bien ¿y tú?
—Muy bien.
—Te traje un café o un jugo, lo que prefieras.
—¿De verdad?— ¿Por qué todos lucen tan sorprendidos?
—Por supuesto, ¿café o jugo?
—Me muero por un café— le paso uno de los cafés— muchas gracias— Él luce un poco cansado.
—¿Mucho trabajo?
—Demasiado, tengo un montón de papeleo pendiente, llevo en esto toda la noche— él se levanta de su silla y camina hacia mí —¿y tú, como te trata tu internado?
—Bastante bien, veo cosas muy interesantes, pero la mayoría, es suturar y eso— él se acerca un poco más y me toma de la cintura. Pongo mis manos sobre sus hombros
—¿Cuándo salimos de nuevo? — pregunta
—A ver— Blue siempre puede, yo termino mi turno el martes, creo que Alex igual, y supongo que Lexie ese día todavía va a estar en turno— creo que el miércoles.
—Hablaré con los chicos - sonríe.
—Me tengo que ir— me quejo— fue un placer verte— beso su mejilla.
—Igualmente— sonríe dulcemente.
—Lia, hola. — saluda Blue al verme entrar por la puerta de su oficina.
—Te traje café. — anuncio, bastante contenta.
—No era necesario.
—Claro que sí, te debía uno y era una buena excusa para venir— sonrío. Él voltea los ojos con diversión,
—¿Cuándo empieza tu turno?
—En como veinte minutos ¿Cómo estás?
—De maravilla ahora que te veo— mi corazón dio un vuelco— ¿y tú?
—Bien, ¿tienes planes para el miércoles?
—¿El miércoles? No creo que no, ¿Por qué?
—Para salir, estuve hablando con Lexie y eso, ¿entonces estás disponible? Si no lo podemos cambiar a un día que todos podamos.
—Sí, estoy disponible. Será un placer volver a salir con ustedes.
—Perfecto. Me tengo que ir, nos vemos más tarde.
Beso, su mejilla y salgo.
Les di los jugos que tenía a Linzie y Mady, Y el café se lo termino quedando Sel. Las primeras dos me abordaron con preguntas y rogándome que les contara todo.
—Amelia, por favor – súplica Mady, mientras caminamos por los pasillos del hospital.
—Ya les dije todo lo que necesitan...— le recordé, parándome frente a una sala de suministros.
—¿y los detalles jugosos? – cuestiona la pelirroja.
—¿Qué detalles? – pregunte fingiendo no saber a qué se refería. Sin prestarles atención empiezo a teclear un código para poder abrir la puerta.
—Sí, Linzie ¿qué detalles? – cuestiono Taylor parándose detrás de ella. Mady y Liz compartieron una mirada de pánico, para luego mirarme a mí sin saber muy bien que hacer.
—¡Deja de aparecer de la nada! – lo regañé, intentando evadir la pregunta.
—Lo que sea ¿de qué hablaban? – volvió a cuestionar. Como me quede a la mitad del código se cerró el sistema automáticamente.
¿Es en serio?
Seguridad de porquería, la tecnología va a acabar con la raza humana.
Empezando por mí, en estos momentos.
—Nada importante, no te preocupes... — le restó importancia mientras intento ingresar el código otra vez.
—Si tú lo dices modelito... ¿Podemos hablar a solas? – pregunta mirando a Mady y Linzie.
—Está bien, pero será rápido. No tengo mucho tiempo – respondí volteándome para mirarlo.
—Sí, nosotras no vamos... — susurra Liz tomando del brazo a su acompañante, para alegarse lo más rápido posible.
Aunque algo me dice que no van a llegar muy lejos.
Yo vuelvo a intentar insertar el código, pero nuevamente no puedo.
Me lleva la...
Sin aviso, Taylor me quito del camino, amablemente para colocarlo él. Ganándose una poco amistosa mirada.
—Es que las puertas siempre fallan...— intensa explicarse, un poco nervioso. — te lo dije, este hospital está cada vez peor. — comento sonriendo, pero yo no me lo tome bien.
—¿Por qué no o manejas tú si haces tan bien las cosas? – respondo menos amable de lo normal. Pero igual en tono de broma. Me percato de que a lo mejor fui muy dura, cuando veo su cara de sorpresa ante mi reacción. — perdón, quizás me pase un poco.
—No quiero hablar de eso... Yo quería – empezó a titubear haciendo que centrara toda mi atención en él – yo quería saber si estarás libre pronto...
—En cuarenta y ocho horas, pero si tengo suerte me quedaré más – respondo, sonriendo.
—Sí, bueno yo también... Pero ¿sabes? Podríamos salir, ir a comer o algo así...
Ay, no, por favor no...
Que no sea lo que estoy pensando.
—Claro, ¿nosotros o invitaste a los chicos? – pregunto intentando desviar el tema.
—No, Amelia. Me refiero a salir. Como en una cita, tú y yo...— concluyo finalmente. Lo miré a los ojos por unos segundos y era obvio que estaba nervioso por la respuesta.
—Taylor, yo...— antes de responder mi monitor suena, anunciando una emergencia con uno de mis pacientes – no, puedo, no, puedo...
—Amelia... — susurró, bastante decepcionado.
—Hablaremos de esto luego, ¿sí?, ahora me tengo que ir...
—¿eso quiere decir que lo pensaras? – preguntó, con un chispazo de ilusión.
—No, Taylor. Hablaremos de esto luego, pero mi respuesta sigue siendo no. — sin más me di la vuelta para ir con mi paciente. Pero para mi desgracia me encontré con Lexie y Alex, mirándonos con cara de pocos amigos. Están lejos, pero no lo suficiente como para no escuchar.
Carajo...
No puedo con esto ahora, los miro por unos segundos. Aunque salí corriendo con mi paciente.
Ella me necesita.
Por desgracia parece que no será candidata para un trasplante, pero su hija hace lo que puede.
La misma no ha puesto un pie en el hospital desde hace mucho, pero supongo que está ocupada.
—¿Qué paso? – pregunto sin aliento, pero para mi sorpresa me encuentro con Marta en el mismo estado en que la deje hace unas horas.
—Hola, ¿Cómo estás? – ella está mucho peor que antes, su cuerpo no resistirá mucho. A pesar de todo, tiene una enorme sonrisa.
—Bien, al igual que usted ¿Qué paso? – me acerco para revisarla.
—Igual que ayer, solo que me duele un poco más el pecho... ¿Quería preguntar ha venido nadie a verme? – me pregunto sonriente.
—No, lo lamento mucho.
—No lo lamentes. Entiendo que estén ocupados. Además, esto bien como estoy.
—Es la primera paciente que me dice eso.
—Pues no todos disfrutan de estar en sus casas. — quería decirle que los botones de emergencia no se podían utilizar a la ligera, pero no tuve el valor.
Durante los días que ha estado aquí la señora Marta he hablado mucho con ella, se nota que es una persona que ha pasado por mucho.
Salgo de la habitación, para encontrarme con mi residente.
—Pérez – me llama Camilo.
—¿sí señor?
—Tenemos noticias de Marta – su cara no transmite nada bueno – no es candidata a un trasplante y sus exámenes no dan mucha esperanza.
—Pero...
—Sé que te agradaba, pero no hay mucho que podamos hacer.
—Su familia, su hija...— susurro con la voz entre cortada.
—Yo hablaré con ellos, tranquila.
Primera regla: No encariñarse con los pacientes...
Agacho la cabeza sin decir nada. Tomo un momento para ir al baño, miro mi reflejo a través del espejo.
Está bien...
Sabía que ella no tendría mucho tiempo, pero pensé que aun así podría hacer algo, pensé que quizás podría haber alguna solución.
Pero sé que lo único que hemos hecho es retrasar su muerte.
Me lavo la cara y salgo dispuesta a buscar una solución.
Al salir de baño casi choco con una chica que va corriendo, con un carro rojo...
Corriendo en dirección a la habitación de la señora Marta...
Ay no...
Que no sea para ella, que no sea para ella...
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