Hora de que todo salga a la luz.
Camino por los pasillos del centro comercial junto a Mady, Liz, y Dylan. Ambas están tomadas de uno de mis brazos. Dylan nos sigue feliz tomándose uno batido extraño que se compró.
— Ya casi es el cumpleaños de Sel, no sé qué regalarle...— digo.
—¿ropa? – responde Liz.
—¿libros? – aporta Mady.
—¿empatía? – susurró Dylan.
—No sé qué darle, pero sé que quiero que sea algo especial.
Sel es una persona importante para mí, así que es obvio que quiero darle algo lindo, aparte que por lo que sé no está pasando por un buen momento.
Tristemente, ella empezó su turno antes que nosotros, por lo que no pudo acompañarnos en nuestra mañana de compras.
Al principio todo era lindo, pero poco a poco veo que más gente se me queda mirando. Se supondría que es normal, pero cada vez más personas secan sus teléfonos para empezar a filmarme con sus teléfonos.
Mierda...
Tiempo después dejaron de ser personas con teléfonos y empezaron a ser cámaras.
Intento no alertar a los chicos, pero me suelto de su agarre y me coloco una sudadera con capucha.
Logro escabullirme entre la gente para perder a los paparazzis. Solo que hago que llamo la atención de mis acompañantes.
—Lía – Dylan me toma del brazo delicadamente para hacer que me detenga.
—Amelia, ¿Qué pasa? – me pregunta Mady.
—Paparazzi...— susurro mirándolos.
—¿Cómo en las películas? – cuestiona Dylan ilusionado.
—Peor. Lo lamento mucho, chicos. Creo que lo mejor es que me vaya.
—Yo me voy contigo – dice Linzie, automáticamente.
—Si vámonos – concreta Mady.
—No, yo me voy y ustedes se quedan. No quiero que se arruine su día.
—Nada de eso, vinimos juntos, nos vamos juntos. No te vamos a dejar sola en esto – Apoya Linzie.
—Ya estoy acostumbrada...
—No importaba. Vamos contigo. — repite Dylan.
Sin mucho ánimo de seguir discutiendo el tema, empezamos a caminar lo más rápido que posible con la cabeza agachada.
—Las escaleras están rodeabas, pero el ascensor está libre – decreta Dylan.
Cada vez más personas nos empiezan a seguir. Por suerte, la entrada al ascensor está bastante despegada.
Unos cuantos metros antes de llegar, Liz choco con alguien... con una cámara.
Coño de tu madre.
—Lo lamento — se disculpó sin levantar la mirada.
—¿Amelia Pérez? — pregunta.
Por reflejo levanto la cabeza, encontrándome de frente con él.
—Señorita Pérez, ¿respondería algunas preguntas?
—Ella no responderá nada – ladra Dylan, cubriéndome de las cámaras.
Al parecer sus colegas lo escucharon porque otro montón de gente se acerca.
Vuelvo a caminar con rapidez.
—Señorita Pérez - me llaman muchas personas al unísono. Mis amigas vuelven a tomar mis brazos y me guían entre la gente, mientras que Dylan se pone delante de nosotras y se hace paso agresivamente entre la gente.
—Lo siento, permiso – dice Mady apartando algunas cámaras de su cara.
Ignoro todos sus comentarios y preguntas amablemente, el ascensor se empieza a hacer visible y la idea de salir de esto se hace más cercana.
Suspiro de alivio.
—¿Señorita Pérez, hace cuanto sale con Lexie Jackson? — la pregunta hace que me congele.
—¿Ah? — sale de mis labios.
—¿Son ciertos los rumores de que usted y el Lexie Jackson mantienen una relación junto con otros dos hombres?
Miro con pánico a las chicas a mis costados y ellas lucen igual de bloqueadas que yo.
—Yo...— es lo único, sale de mi boca.
¿Cómo carajos se enteraron?
Tengo que salir de aquí.
—¿hace cuánto se conocen?
—¿Qué opinan sus familias?
—Sin comentarios – susurro.
—¿esta es otra de sus locas aventuras?
Grandísimo imbécil.
A ver, he tenido muchos líos amorosos con varios famosos, ¿vale?
Relaciones bastante públicas que no terminaron bien, y que me llevaron a tener una mala reputación. Pero en realidad yo no hice nada malo y mis parejas tampoco, solo que la prensa hizo y deshizo a mi nombre.
Dejándome la reputación de rompecorazones, la chiquita que no es capaz de sostener una relación amorosa...
Por nombrar las más "amables".
Así que cada vez que tengo una nueva relación o rumores de esta, la prensa saca mi largo historial y me deja muy mal parada. Espero los chicos no se crean toda esa estupidez.
Lamentablemente, no llegamos al ascensor y tuvimos que cambiar el rumbo.
¿Dónde está la seguridad de este lugar?
—Por aquí – gritan. En realidad, no veo nada. Solo siento empujones, golpes, flases y el cómo mis amigos me guían entre la gente.
No sé en qué momento, pero la gente desapareció.
Miro a mi alrededor para ver que entramos una pequeña pero lujosa gollería.
La entrada está cerrada por completo y no hay muchas ventanas por la que nos puedan ver.
Estamos a salvo.
—¿problemas con la prensa? – cuestiona una chica rubia, de ojos verde esmeralda.
—Leila...— susurro, agradecida de verla.
—Hola cuñada – responde. —¿están bien?
Al parecer no hay nadie más en el establecimiento.
—Sobreviviré – responde Liz. Ella está más roja que su cabello, su respiración es completamente irregular y parece que corrió un maratón.
—He estado mejor, pero estoy bien - Mady está igual o peor que Liz. Pero definitivamente está peor es Dylan, quien tiene un pequeño corte en el labio.
—¿estás bien? – me acerco a verlo.
—No es nada, Lia. Estoy bien.
—Vas a tener que curar eso...— comenta Leila.
—Muchas gracias – digo – a todos.
—En las que sea... — comienza Dylan.
—Y pa las que sea – termino por él.
Mady y Liz se acercan a darme un reconfortante abrazo.
—Yo voy a buscar un botiquín – dice Leila – ya vuelvo.
—Lamento muchísimo esto. De verdad esto es horrible. Yo... Juro que voy a compensarlo.
—No es necesario, mi linda – me tranquiliza Mady.
—Sí, de verdad sí.
—Ni se te ocurre – me regaña Liz.
—Un refresco y unas papas fritas lo pagarán – bromea Dylan.
—Todas las que quieras – sonrío para no llorar.
—Bien, chico, tenemos que curarte eso – vuelve Leila.
—Nosotras lo hacemos – se ofrece Liz.
—¿ustedes? – cuestiona con diversión en su tono.
—Tranquila, hemos pasado mucho tiempo en urgencias limpiando heridas – respondo.
—Bueno, es su trabajo, así que adelante.
—Yo lo hago. — Mady tomo el botiquín y se acercó a Dylan, para empezar, curarlo.
—¿Qué hace una cirujana en una joyería? – cuestiona Linzie
—Todos tenemos nuestros pasatiempos. Además, que las joyas dejan un buen dinero.
Al irnos abrazo a Leila con fuerza – Te agradezco todo lo que hiciste por nosotros.
—Tranquila, preciosa. Ahora importante para mi hermano, eso te hace importante para mí.
—Si alguna vez necesitas algo, no dudes en llamar. — le respondo sinceramente.
—Nos vemos en el hospital —le dijo Liz. Ellas comparten una extraña mirada, pero son interrumpidas por Mady.
—Es hora de irnos.
¡Holaaa, querubines!
¿Cómo están?
Bueno, creo que ya se pudieron percatar, pero los recuerdos de los personajes serán escritos con una letra diferente, para enfatizarlo o diferenciarlos. Entonces si aparece una escena con esta letra, significa que es un recuerdo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top