Hora de prestar atención.

— Bueno, ya vámonos — lo apuro.

Al llegar al restaurante comprobamos que efectivamente no ha llegado nadie.

—Te lo dije...— comenta Lexie.

—Cinco minutos más y perdemos la reservación. — me dice haciendo que lo mire mal.

Vamos a ir a cenar con la hermana de Lexie, y por alguna razón con Mic.

Desde que conoció a los chicos quedo encantada con ellos, les dijo que deberían cenar pronto y resulto en que Lexie la invitara a la cena.

—¿sabes algo de los chicos? – me pregunta.

—Alex me escribió, dice que vienen en camino.

—O sea que no han ni salido— completa.

—Básicamente— sonríe —¿Y tu hermana?

—Ni idea, le escribí, pero no respondió, ¿y Mic? — dice revisando su teléfono.

—Dice que está llegando.

Él se pasa la mano por la nuca. Deja su teléfono en la mesa, pero lo vuelve a agarrar pocos segundos después.

Está nervioso.

—¿Qué te preocupa? — coloco mi mano sobre la suya.

—Nada importante...

—Lexie. — respondo, en tono de advertencia.

—Me preocupa todo esto, mi hermana conociéndolos. No sé...

—¿tienes miedo que tu hermana nos conozca?

—No, tengo miedo de que ustedes conozcan a mi hermana, no quiero que la vean y piensen que estoy igual de desatornillado que ella - bromea.

—Ay, Lexie, después de que un adolescente me amenazara con matarme, creo que estaremos bien.

Él me mira y claramente quiere decir algo más, pero simplemente sonríe.

—Hola— saluda Lia sin aliento. Ella lleva una camisa blanca de cuello alto sin mangas, una falda color caramelo, unas botas blancas hasta las rodillas y una cazadora del mismo color que su falda. Como de costumbre lleva el cabello suelto, pero con un pequeño broche blanco.

—Llegaron...— dice Lexie.

—Sí, tuvimos un pequeño percance - llega a Alex. Él lleva un pantalón negro, una camisa negra y una cazadora azul oscuro.

Eso es claramente mentira, pero prefiero dejarlo así.

—No importa, nosotros también acabamos de llegar. — al decirlo Lia suspira con alivio.

—¿Leila y Mic? — pregunta Alex, sentándose.

—Ellas van un poco tarde — Explica el ya mencionado, un poco distraído, asumo que por los nervios.

—Vale— responde Alex.

Ninguno dice nada más...

Miro a Lia, que parece en otro mundo, está diferente, rara, distante...

Más apagada, ¿triste?, quizás...

Alex, igual, están sumidos en sus propios pensamientos, más retraído, pareciera que algo le afecta y mucho...

Y claro, Lexie está raro, pero siento que hay más que solo los nervios.

Hoy no son ellos mismos...

—Chicos...— empiezo a hablar, pero soy interrumpido por una chica de cabellera rubia.

—Buenas tardes, perdón la tardanza, el tráfico es una locura a esta hora - sonríe.

—Leila. — saluda Lexie— tan puntual como siempre.

—Lexito, qué guapo te ves hoy — al parecer no solo su físico se parece.

Ella lleva puesto un vestido negro de tirante y escote recto, un abrigo largo de igual color, y tacones de aguja.

Lexie sonríe al  escuchar a su hermana. Ellos suelen fingir que se llevan mal, pero si prestas atención puedes notar lo mucho que se quieren.

Mientras ella toma asiento, Mic, aparece en mi campo de visión, llevando un vestido rojo, ceñido al cuerpo.

—Buenas tardes – saluda animada.

—Tú debes ser Michaela, es un placer soy Leila – se presenta.

—Encantada – responde mi amiga, amablemente. — perdón por la tardanza, tuve un inconveniente en el trabajo.

—No se preocupen. — responde Alex.

Al sentarnos Mic mira a los hermanos con sorpresa.

—¿impresionante, verdad? — le pregunta Leila - Él odia que seamos tan iguales, pero a decir verdad, fue bendecido.

—¿de qué manera? Porque pasando nueve meses en un útero contigo no fue divertido, sin mencionar que he tenido que aguantarte desde que nací — ataca Lexie.

—En que eres igual a mí, por eso eres guapo. — se burla.

—¿son mellizos, verdad? — pregunta Mic.

—Lastimosamente. — responde Lexie, sonriente.

—Para nuestros padres. — agrega Leila.

—¿tienen más hermanos? — pregunta de nuevo.

—No, no sé qué hubieran hecho mis padres con más hijos. Con el trabajo que dábamos. Además - ríe.

—Ella era terrible de pequeña - expresa Lexie.

—Como si tú fueras santo...— se queja.

—Lo era, mínimo, hasta mí, el último año de escuela.

—Esto se pone interesante. — bromea Lia.

—Uh, ¿revelar los secretos oscuros de Lexie? Tentador— ronronea Leila.

—Ay, no empieces por favor...— implora su hermano.

—Yo también quiero escuchar el oscuro pasado de Lex— aporto.

—Con novios como ustedes para que enemigos...

—No te preocupes, tengo un monto de historias de la época oscura de Blue. — dice Mic.

—Eso me interesa a mí – comenta

Empiezan a hablar de algo, a lo que no le tomo demasiada importancia, no por qué no lo amerite, sino por el lenguaje corporal de los chicos, están más sueltos, pero hay algo que les molesta, que los tiene tensos.

Son detalles muy pequeños, pero hacen la gran diferencia.

Por reflejo, cada que convido con alguien analizo su lenguaje corporal, no sé si sea algo malo, pero a veces me es inevitable hacerlo, sobre todo si una persona importante para mí muestra rasgos de que algo le afecta.

Siempre presto especial atención a mis novios, creo que por eso los conozco tanto...

—Sí, soy cirujana ortopédica— responde Leila a una pregunta que le hizo Mic.

—Yo estuve a punto de escoger ortopedia, pero no encajar mucho— responde Alex.

—Me paso lo mismo, solo que, al revés, me gustaba, neuro, pero definitivamente nací para ortopedia ¿Y tú, Lia, tienes alguna idea de la especialidad que quieres?

—Sí, hace mucho tiempo, me decidí por neuro, es una especialidad que me parece fascínate. — responde.

—Vaya, me gusta. Yo empecé, no sabía ni el nombre de mi residente.

—No culpes a tu internado, eres demasiado olvidadiza— ataca Lexie.

—Yo diría que fue un cincuenta, cincuenta— rebate.

Vaya, sí que tienen una interesante relación.

Bueno, yo soy la persona más indicada para hablar de hermanos, nunca tuve, ni siquiera primos. Mientras crecía éramos solo mis abuelos y yo.

—¿y tu Mic? Blue digo que eras psicóloga – pregunta Lexie.

—Sí, soy psicóloga forense.

—Es impresionante, debes haber escuchado y visto de todo – comenta Amelia, asombrada.

—Sí, pero con el tiempo uno se acostumbra.

—Disculpa, pero ¿Qué hace un psicólogo forense exactamente? – pregunta Leila.

—Evalúo problemas y trastornos conductuales, emocionales y psicológicos. Aún por ahora estoy apoyando a la policía con algunos casos.

Lexie parece haberse calmado al ver que estamos llevándonos bien con su hermana.

Amelia parece más calmada, al igual que Alex, asi que yo también me tranquilizo.

—Blue, no has hablado casi nada, cuéntame un poco de ti. — me pide, Leila.

Uy, vienen por mí.

—¿tu especialidad eran los niños no? – pregunta refiriéndose a mi trabajo.

—Sí, me he especializado en la psicología infantil.

—¿psicología infantil? — pregunta pasmada.

—Sí, poco se habla o se estudia de las emociones de los niños y adolescentes, bueno, quizás no poco, pero considero que no lo suficiente.

Alex mueve pierna de arriba hacia abajo frenéticamente, el moviente es sutil pero constante.

Discretamente, coloco mi mano en su pierna, haciendo que él volteó a mirarme rápidamente. Le voy una sonrisa de apoyo.

Él sonríe ligeramente, y toma una respiración ligera, pero profunda.

Con el pasar de los minutos es muy evidente (para mí) el cambio en los chicos, casi retomaron por completo su habitual postura.

Casi...

—¿ustedes como se conocieron? – pregunta Amelia.

—-Coincidimos en una fiesta de la universidad – respondo.

Esa es la versión corta.

En realidad, su mejor amiga estaba interesada, en un amigo mío. Y por consecuencia los cuatro nos encontrábamos en varias ocasiones, hasta que en una fiesta su mejor amiga y mi amigo nos dejaron solos. Ese día, Mic, se enteró que su novio de toda la vida le fue infiel con su prima.

Así que estaba destrozada y borracha, eso noche me conto toda su vida, como siempre yo lo escuche interesado.

Con varias copas de más incite a Mic a terminar con su novio y le preste mi teléfono para que lo llamara. Paso una hora insultándolo.

Después de eso nos volvimos inseparables.

—Lexie, no puedo creer eso de ti— se burla Lia. Leila empezó contar sus aventuras de niños, y definitivamente suena a que daban mucho trabajo.

La mesa vibra. El único teléfono en la mesa es el de Lia, por lo que ella lo toma discretamente para revisarlo. Al ella levantarlo pude notar el momento exacto en el que se volvió a pagar, pero esta vez con más fuerza. Es como si un balde de agua fría le hubiera caído encima.

Ella carraspea un poco - voy al baño un momento - dice con una sonrisa radiante, pero esa sonrisa no llega a sus ojos, de hecho, lo único que se puede ver a través de ellos es profunda tristeza, pero se camufla.

Lia se levanta sin esperar respuesta.

Pasan cinco minutos...

Pasan diez minutos...

Pasan veinte minutos...

—Me preocupa Lia— me susurra Alex, en un tono que solo él y yo podemos escuchar.

—A mi igual— respondo.

Lexie luce preocupado, cada cierto tiempo voltea a ver la puerta del baño para ver si ella sale.

Al casi cumplirse los treinta minutos, ya Lexie está decidido a ir a ver que paso, pero antes de poder hacer algo, Lia llega.

—Perdón por la tardanza. Tuve un ligero percance femenino— sonríe. Ella vuelve a tomar asiento junto a mí.

—¿estás bien? — le susurro en el oído.

Ella asiente sin mirarme.

Su maquillaje está impecable, pero hay un pequeño detalle, que por poco y pasa desapercibido; sus ojos están muy hinchados.

Lo que puede significar muchas cosas, pero yo apostaría a que Lia estaba llorando, Aunque no parece, parece que fuera la persona más feliz del restaurante.

Eso me enseña dos cosas muy importantes, la primera; Lia no está bien. Y la segunda, y más importante: Amelia es muy buena ocultando lo que siente.

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