Hora de operar.

Todos corremos al área de emergencias, al llegar hay muchos doctores corriendo por todos lados, pacientes muy malheridos y sangre, mucha sangre.

— Necesitan ayuda en la sala tres Harves – gritan.

—Pérez, sala tres —me grita Camilo, quien conduce una camilla con un paciente visiblemente mal.

Corro lo más rápido que puedo a la sala que me corresponde y al entrar entiendo por qué necesitan ayuda. Hay un hombre con algunos huesos expuestos y en una posición bastante rara... además de ¡mucha sangre!

—Pedí ayuda, no a una interna - grita un hombre de pelo castaño y cara de odio.

¿Y este? ¿Le pica el culo o qué?

—No te quedes parada. Si vas a estar aquí mínimo no estorbes— gruñe.

Mala primera impresión.

Las tomografías y exámenes mostraron una fisura en la médula espinal que si no es operada el paciente podría sufrir enormes consecuencias.

Y resulta que el doctor amargado se llama Alex Andrew.

—Oye - grita - interna - alguien me toma del hombro haciendo que gire así atrás. —¿no escuchas? Te vengó llamando desde hace rato —me reprocha el doctor Andrew.

—Sí, señor, sí escuché, pero hay demasiadas personas en este hospital podrían estar llamando a cualquiera —digo amablemente, rezando por no haberme escuchado irreverente.

—¿cómo te llamas? – cuestiona. Voz es bastante grave, y su acento bastante distintivo.

Se podría decir que su voz es atractiva...

—Pérez, Amelia Pérez. — por alguna razón escucharlo decir mi nombre me gusto.

Voy de mal en peor...

—Pérez pide un quirófano. — me pide, poco amablemente.

—Sí, doctor ¿usted cree...? – empiezo con calma.

—¿Qué puedas asistir? – termina por mí, levantándolas cejas. Asiento – si tienes cuidado, lo pensaré. — asiento intentando ocultar mi emoción.

No fue un no rotundo, es casi un sí...

En el camino me encuentro con Dylan.

—¿Pérez que conseguiste? — me pregunto el individuo ya mencionado.

—Una posible operación con Andrew— presumo.

—¿De verdad? - el de verdad parece sorprendido, yo solo asiento.

—Pues yo conseguí una operación con el doctor Mendoza, el de plástica - sonríe.

—Plástica— digo impresionada— pendejo suertudo — la última parte la digo en español.

—No sé qué dijiste, pero lo tomaré como un halago— dice y se va a seguir con lo suyo.

Plástica es un buen ramo, siempre me pareció muy interesante, pero no siento que sea lo mío.

Al final la cirugía salió bien o por lo menos la parte quirúrgica, para definir si realmente todo salió bien tendremos que esperar a que el paciente despierte.

Ahora viene lo difícil, Andrew me pidió que hablara con la familia.

Tú puedes...

—Buena noche... — saludo al ver como una pareja de mujeres se acercan, al escuchar el nombre del paciente. Una de cabello negro y otra rubia.

—¿usted atiende a nuestro hijo verdad? – pregunta una de las mujeres, aterrada.

Tú puedes Amelia, es como una entrevista... Solo que aquí tienes que ser más sincera.

—Si, la operación salió muy bien...— intento decir, pero me interrumpen.

—Qué bueno, ¿podemos verlo? – comenta la otra mujer, la rubia.

—No, aún tenemos que realizarles más estudios, además de que se encuentra delicada. — explico, de la manera más amable posible.

Por favor que no se ponga feo...

—¿pero por qué si dijo que todo está bien? – me reclama la de cabello negro.

—Si, la operación salió bien, pero tenemos que esperar a que despierte para hacerle otros estudios y comprobar su estado. — digo, pero ellos no podrían estar más insatisfechas.

Ya sabía yo...

—¿entonces nuestro hijo no está bien, eso es lo que está diciendo? – me grita, la rubia.

A pesar de la incertidumbre de lo que ella pudiera hacer, me mantuve firme.

—No dije eso...— respondí con mi postura intacta.

—¿entonces qué? – me reclamó, acercándose demasiado a mí. Pero su acompañante la detuvo.

Antes de responder respiré un poco para calmarme, pero que no se llegase a notar.

—La operación de su hijo fue exitosa... Ahora se encuentra en terapia intensiva, en un estado vulnerable. Pero mañana podrán verlo. Además, que se le realizaran algunos estudios más... — explico calmadamente, evitando preocupar más a las señoras.

Ellas no dijeron mucho más, solo se limitaron a volver a sus lugares en la sala de espera. Y mirarme con resentimiento.

—¿todo bien? – me pregunto Andrew, cuando me acerque a la recepción. Al parecer escucho parte de la conversación.

—Sí, ellas están alteradas, nada más. — comento en mi mejor intento de ser empática.

—Entendible. — comentó mirando una de las tablets donde están los expedientes.

—Por supuesto que sí. No puedo imaginar lo que están pasando – respondí, mirándolas. Es cierto, no conozco su preocupación o el sufrimiento por el que atraviesan, quizás no lo llevan bien, pero mi trabajo es ayudarlas.

Él me miró por unos segundos, los cuales me parecieron eternos, parecía estar analizando la situación, o más bien a mí.

No me molesto su mirada, sino lo que significaba, como si él supiera algo que yo no.

Ya terminó mi turno, por lo tanto, es hora de ir a casa junto a Lady.

—Estoy agotada —escucho decir Mady, mientras camino a mi casillero.

—Quiero que me trague la tierra— interrumpe Dylan.

—¿por? – pregunta, Linzie.

—Durante la operación no se me paraban de caer las cosas y parecía que el doctor Mendoza quería apuñalar. Pensé que había superado lo de tener manos de mantequilla. — Ninguno oculta la gracia que le produce su historia. Pero él parece poco afectado.

—No es por presumir, pero a mí me fue de maravilla - comentó con un tono falso de arrogancia, mientras abro mi casillero.

—No es por presumir...— bromea Linzie imitando mi tono de voz.

—¿algo que no hagas bien modelito? – pregunta Taylor, apoyándose en el casillero junto a mí. Su tono no fue de broma, como lo es comúnmente, de hecho, podría decirse que me estaba coqueteando...

—Obviamente que no – respondí devolviendo el tono de broma a la conversación. Él sonrió de manera extra, pero intenté ignorarlo.

Quizás en otra época de mi vida hubiera intentado salir con él... Ahora creo que es mejor evitar malentendidos.

No es que no sea guapo, pero algo me dice que sería una mala idea.

—¿Chicos alguno me puede llevar? Vivo un poco lejos y perdí mi billetera con todo mi dinero dentro. — pregunta Linzie.

—Yo te puedo llevar. — me ofrezco.

—Por favor llévame a mí también. — me pide Lena.

—Y a mí... — ruega Dylan.

—Pero ¿me vieron cara de Uber o qué? - me quejo.

—Vamos, Lia, Por favor – ruega, Dylan.

—Bien, ¿alguien más quiere que lo lleve? — pregunto.

—Si no te molesta, ¿me podrías llevar a mí también, Amelia?, por favor— murmura Mady con vergüenza.

—Vale, pero apúrense, que el auto arranca a las ocho con o sin ustedes— amenazó. Todos asienten victoriosos.

Y así fue a las ocho, ya todos estábamos en el auto.

—¡Espérenme! – grito Taylor, desde el exterior del auto - ¿me llevas? – pregunto asomándose por la ventana del piloto.

—Tú tienes auto – le recordó Selena, visiblemente molesta por su presencia.

—Justo hoy está en el taller. — mire hacia atrás un poco indecisa...

Selena tuvo la suerte de sentarse de copiloto, mientras que los demás casi se mataban en la parte de atrás.

—Creo que podría entrar – comento Dylan. Taylor no esperó respuesta y se fue directamente a la parte de atrás con ellos.

De todas maneras, iba a aceptar...

—¿si crees que te entra Dylan? – bromeó, entrado a la fuerza haciendo que empiecen a pelearse por el espacio.

—¡tranquilícense! - gritó harta de sus quejas.

Por favor, a la próxima arranco y lo dejo afuera.

Arrancó y el auto retrocede un poco. Freno es seco cuando siento una extraña presencia detrás del auto.

Linzie voltea y suelta un chillido de horror.

—¡Es el jefe Jackson! — dice.

—Amelia, casi atropellas al jefe del hospital. — grita Mady.

—Muy bien, modelito. Así se hace – se burló, Taylor.

—Selena, te pedí que me avisaras - refunfuño.

—Pero te avisé, pero tal vez se ha camuflado con la cabezota de Dylan. — se defiende.

Dylan se lleva la mano al pecho indignado.

—Mi cabeza es de tamaño promedio.

—Chicos, tenemos problemas más grandes que la cabeza de Dylan— reprocha Linzie.

Antes de seguir con la representación de culpa tocan la ventana del auto.

Todos nos congelamos, quedando sumidos en un profundo silencio. Todo excepto el colado que parece bastante divertido con la situación.

—Amelia abre...— murmura Dylan unos segundos después.

Bajó lentamente la ventana y veo al doctor Lexie con unos lentes de sol negros y ropa deportiva.

—Buenas noches —murmuro.

—¿saben?, serían buenas noches si ustedes no hubieran estado a punto de atropellarme – sonríe con sarcasmo, mientras apoya su cuerpo en la ventana.

—Lo importante está en él a punto ¿verdad? – responde Taylor antes de que pueda disculparme. Al escucharlo me aferro al volante con todas mis fuerzas, tanto que mis nudillos quedan blancos.

Ya sabía yo que era pésima idea traerlo.

—¿crees que puedes ir por ahí casi atropellando gente, sin tener consecuencias? – le reprocha, quitándose los lentes de sol – deberías ser más responsable con tus actos. Se supone que trabajas cuidando personas.

—¿y usted? – antes de que Taylor soltara otra tontería lo interrumpí.

—Lo lamento mucho, jefe Jackson. Fue mi culpa, no lo vi. Y de verdad lo siento. Es la primera vez que me pasa algo así. — me disculpo amablemente, sin soltar el volante.

—Tampoco fue solo su culpa. Yo no le avise bien. Lo lamento... — murmura Selena. Linzie, Mady y Dylan también dicen algo sobre estarme distrayendo y también ser disculpa.

Lo que hace enojar mucho más nuestro irreverente acompañante. Pero parece tranquilizar a Lexie.

—Aprecio sus disculpas. Entiendo perfectamente. Pero de todas maneras debería tener cuidado. — antes de irse él nos sonríe amablemente. Puedo ver como camina hacia su hermana quien está parada frente a una camioneta.

Maravilloso, ahí va toda esperanza de poder agradarle al jefe.

Espero que no me despidan por esto.

—Es la primera y última vez que haces una estupidez de esas estando conmigo ¿entendido? – le reclamo a Taylor mirándolo por el retrovisor.

—Lo que digas, modelito – respondió sin darle demasiada importancia.

Dios, respiro profundamente intentando responder de la mejor manera, pero Linzie responde sorprendiendo a todos.

—¿Podrías ser un adulto? No sé si tengas algún tipo de problema con la autoridad, pero eso que hiciste nos pudo haber metido en demasiados problemas...

—Linzie...— él intenta hablar, pero lo calla.

—¡No! Estoy hablando y me vas a escuchar. A algunos de nosotros nos costó mucho llegar aquí, y no voy a permitir que tú o tu mala actitud me quiten mi lugar aquí. — nadie dijo nada más, pero era obvio que Liz dijo lo que todos pensábamos.

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