Hora de la familia.
No me suelo poner nervioso con facilidad, de verdad. En mis años como psiquiatra he visto y he tratado de todo, pero conocer a mis suegros sí me preocupa...
No suelo tener la necesidad de agradarle a las personas, sinceramente es algo que con el tiempo me ha dejado de parecer relevante... Pero esta vez sí quiero mínimo no desagradarle.
He tenido algunas relaciones, nada realmente considerable. Por eso sus familias y la mía nunca llegaron a ser cercanas. A pesar de eso, quiero que con las familias de los chicos sea diferente, poder conocerlos y que ellos conozcan a mis abuelos.
Aunque sé que es casi imposible después de lo que paso. Por ahora mi abuelo no me habla en lo más mínimo desde que volvió al hospital hace unos días, a pesar de que tengo que ayudarlo con algunas tareas básicas, pero ni siquiera me dirige la palabra. Solo se comunica con mi abuela o Nai.
La situación me tiene completamente atormentado, pero por mucho que me esfuerce por intentar hablar con él, es imposible, que seda.
Sé que no puedo cambiar la situación, aunque debo admitir que me encantaría que él me entendiera, que me apoyara.
Ya no se que hacer, de verdad me encantaría poder cambiarlo todo.
Lo que sí puedo hacer es ir a cenar con los Jackson. Lo que de por sí es todo un reto.
Todo el mundo ha escuchado sobre los Jackson, puede que no estén de acuerdo con sus decisiones, con sus relaciones o con sus comportamientos, pero una cosa es segura; cuando se habla de poder, dinero e influencia, se habla de los Jackson.
La familia Jackson, es conocida por su larga dinastía de mentes brillantes, todos cirujanos y cirujanas impresionantes, entre esos Lexie por su puesto, destacando en la cardiocirugía. Su familia ha hecho avances médicos únicos, creo que decir que el hospital que esta familia fundo es uno de los mejores del mundo es suficiente para hacerse una idea de su poder.
Hasta donde sé en sus filas no ha habido nunca un psiquiatra, quizás yo sea el primero.
— Llegamos – anuncia Lexie. Él, baja del auto seguido de Alex y Lia. A ella se le complica bajar su vestido.
Es un vestido negro de una sola manga, escote corazón y tiene una pequeña abertura en la pierna derecha.
Todos vamos vestidos muy elegantes. Alex, Lexie y yo vamos de traje. Alex lleva un traje azul oscuro. Lexie uno rojo vino. Y yo uno blanco. Al parecer es una cena formal.
La casa de los padres de Lexie es muy grande, si su casa de por sí es gigante, esta es de inmensa.
Esto no me preocuparía de no ser por como los mellizos describen a sus padres, parecen ser personas un poco complicadas.
Me saqué la lotería con mis suegros...
Todos parecen tener personalidades muy interesantes.
— Dios mío... — Alex palidece ligeramente.
—¿Estás bien, Alex? – le pregunta Lia.
—Sí, solo un poco nervioso.
—¿Tu nervioso? Vaya, creo que mi descripción de mis padres fue muy ruda – bromea Lexie.
Miro al rubio de reojo, él lleva varios días un poco distante y distraído. A pesar de preguntarle en varias ocasiones si estaba bien, él solo respondía que está un poco estresado por el trabajo, aunque sé que es algo más.
—Quizás un poco, pero estaremos bien – aporto.
La fachada de la casa si bien es lujosa y ostentosa no parece la casa de rico desalmado de las películas, de hecho, si da esa vibra de hogar.
La puerta se abre dejándonos ver a una mujer rubia de edad avanzada, ojos azules celestes y amable sonrisa. Vestida por un vestido rojo de mangas largas.
—Buenas noches – saluda amablemente.
—Madre... — Lexie sonríe con incomodidad.
—Mi niño – la señora se acerca a abrazarlo con cariño - Cuánto tiempo, ¿tiene que acabarse el mundo para que vengas a visitar a tus padres?
—Madre. Siempre es un placer verte.
Con que es un niño de mamá...
—Lo disimulas bien – sonríe. Ella se separa de Lexie y nos mira – ustedes deben ser Amelia, Alex y Blue. Soy Camile, encantada de conocerlos.
—Un placer, señora Jackson – la primera en hablar es Lia.
—No, nada de señora, con Camile es suficiente – responde, mientras serie.
Parece verdaderamente feliz de conocernos. Eso es un punto extra.
—Vamos, mis esposos están a dentro y mueren por conocerlos – ella nos guía animada al interior de la casa. Habla como si nos conociera de toda la vida y con entera confianza.
Miro de reojo a Lexie quien me sonríe. Y luego a Alex, quien sigue pálido.
—Vamos a estar bien – expresé moviendo solo los labios.
—Eso espero... — respondió de igual manera.
Él, como siempre, se mantiene un poco alegado, mientras Lia habla con la Camile y Lexie aguanta las ganas de salir corriendo. No hay muchas cosas lujosas, de hecho, la decoración es simple pero bonita. Lo que sí abunda son fotos familiares realmente tiernas.
Algunas de Lexie y su hermana pequeños, de sus padres, todos juntos...
Me llaman la atención dos en especial. La primera es de Camile embaraza en un hermoso jardín, la segunda es de cuatro personas - de las cuales creo que una es Camile de joven - en una gala, todos vestidos de negro, con enormes sonrisas.
Ella nos lleva a un gran comedor donde están Leila junto a dos hombres y una mujer.
—Hola – saluda, Leila sonriendo.
Siempre es bueno ver caras conocidas...
—Cuñada...— digo en forma de saludo.
—Buenas noches – saluda uno de los hombres. Alto, castaño, de ojos verdes, esmeralda, casi igual a los de Lexie – Soy Antoni Jackson. Un placer – su expresión es neutra, pero suave – Hijo – dice en forma de saludo para Lexie.
—Buenas noches – responde Alex – Alex Andrew, un placer – él, estira la mano para estrechar con el señor Jackson.
—Amelia Pérez – se presenta Lia, y como Alex estrecha su mano con el señor.
Durante este tiempo los otros dos señores nos han estado mirando recelosos. Nos están analizando...
—Blue Cooper – me presento cuando es mi turno.
—Rey Jackson – el segundo hombre se presenta, alto, moreno, pelinegro, de ojos negros. El hombre nos mira con cara de superioridad.
—Monic Jackson – se presenta la mujer. Es de baja estatura, cabello negro, ojos marrones y piel bronceada – Lexie no seas así, dame un abrazo – él se acerca a abrazarla y le susurra algo que la hace sonreír.
—Encantado – adopto la misma actitud que el señor Rey. Mirada de superioridad. Mentón en alto y mirarnos como si fuera mejor que nosotros. No me molesta que se comporte así conmigo, me molesta que tenga esa actitud con los chicos.
Ellos están siendo amables, incluso Alex hace su mejor esfuerzo.
He notado que me suelo molestar de sobremanera cuando alguien trata mal a mis novios... Es decir, a mí pueden decirme lo que quieran y no podría importarme menos, pero si es con ellos, no puedo prometer que seré pacífico o amable.
—Sean bienvenidos – sonríe Monic – hemos escuchado maravillas de ustedes. Tomen asiento, por favor.
—Tenemos que buscar algo en la cocina – Dice Camilie – Lexie acompáñanos a mí y a tu madre.
Alex lo mira con los ojos muy abiertos. Mientras, Lia sonríe con incomodidad.
Este desgraciado nos va a dejar aquí solos... con sus padres.
A pesar de conocer su poder y relevancia no me intimido. Estamos aquí por Lexie y eso es lo que importa.
Lexie mira a Leila y parecen tener algún tipo de conversación telepática.
—Lexie – insiste su otra madre.
—Lo siento – susurra.
Lexie y sus madres salen de la habitación dejándonos con sus padres y Leila.
—¿vino? – pregunta Antoni.
—Sí, gracias – responde Lia.
—Nos tomamos la libertad de preguntarle a Leila si tenían alguna alergia, para evitar preparar algún alimento que podrían causarles algún daño – comenta Rey. Traducción: Leila les contó todo lo que sabe sobre nosotros.
—Que lindo detalle, gracias – sonrío.
—No hay nada que agradecer, son personas importantes para mi hijo y es lo mínimo que podíamos hacer – dice Antoni.
Este señor da buena espina.
Sentí un chispazo de dolor a travesando mi corazón, al ver como sus padres están haciendo tanto esfuerzo por Lexie, me alegra por él, pero desearía que mis abuelos hicieran lo mismo.
—¡Cálmate! – me regaña Camile.
—Papá Rey, debe estar interrogándolos... — susurro.
—Tu padre tampoco no es malo, solo se preocupa – lo defiende Monic. — quiere asegurarse de que son buenas personas.
—Mamá, debes admitir que quizás su manera de demostrar preocupación es cuestionable - rebato. — además, yo solo puedo deducir si son buenas personas o no.
—El trabajo de un padre es proteger a sus hijos, además por duro que sea tu padre, él jamás será grosero o irrespetuoso. — agrega Camile.
Alex me decapitará. Bueno, después los tendré que recompensar.
En mi defensa mis madres me arrastraron a la cocina para que las ayudara con algo realmente estúpido, pero no pude negarme.
—Y Antoni está con él, sabes que tu padre es más amable cuando está con él – agrega Monic.
Ese hombre imponente e inquebrantable, sé ablanda completamente con sus esposos o con sus hijos.
Sobre todo, con Leila, ya que ella siempre ha sido la princesa de mis padres. Aunque no me molesta, yo siempre he sido el niño de mis madres.
Eso no quiere decir que nos amemos menos... Solo que conectamos de maneras distintas.
—Te pone muy nervioso que tus padres hablen con ellos, ¿no? – pregunta, Camile mientras me mira con diversión.
—No... — miento.
—Qué bueno que no. Cualquiera diría que tienes miedo de que salgan huyendo – responde Monic.
Sé que lo hace solo para medir mi reacción.
No los culpo, después de lo que paso con Sharon y Jaden, entiendo perfectamente por qué mis padres están intentando protegerme.
Ellos y mi hermana me vieron destrozado, y con esfuerzo de todos logré reponerme.
Mis madres se culpan mucho por lo que paso, dice que si quizás hubieran estado más alerta no hubiera pasado nada.
—Ellos jamás harían eso... — los defiendo, completamente seguro de mis palabras.
—No tenemos manera de saberlo, como no los conocemos. — dice, antes de tomar un trago de su vino blanco.
Ya descubrí la base del problema...
—Mami... — la llamo en español, sabiendo que va a suavizar su trato — Sé que las cosas no se dieron de la manera correcta, pero ahora pueden conocerlos y de verdad creo que se llevaran bien.
—No te preocupes. Los hijos crecen, se independizan y dejan de hablar con sus madres, ¿cierto Camile? – dice en tono dramático.
—Sí, pero si te casas mínimo avisa, ¿no? Mínimo para enviarles un regalo. — agrega Camile en apoyo.
—Por supuesto. Prometo que estarán invitadas a mi boda.
—Gracias, es bueno saberlo – responde Monic, todavía molesta.
Las mujeres de mi familia son un poco rencorosas. No olvidan fácil.
—¿te dije que te ves divina? Ambas, ambas lucen divinas... — respondo.
—Gracias, tu igual, mi niño – Camile me abraza.
Monic ríe.
—Tú no cambias. — declara.
—Ni un poco...
—Vamos, opino que ya podemos dejarte ir a salvar a tus novios de tus padres – concede.
—Sabía que no necesitaban ayuda. — reprocho.
—Me alegra que nos conozcas...
—Hablando de eso, sé que normalmente son rudas, pero no lo sean tanto con ellos. Son buenos, y sé que todo esto deja mucho que desear, pero son increíbles, y si se permiten conocerlos lo descubrirán, si se bajan un poco la guardia verán que son maravillosas personas... — Ambas me miran enternecidas.
—Claro, cariño... — dice Camile. Ella mira a Monic de reojo – Si están importante para ti, está bien, pero seguiré alerta.
—Te amamos, Lexie – me recuerda Monic.
Sinceramente, no me preocupan tanto mis padres, ellos parecen ser malos, pero con las palabras correctas se vuelven un sol. Por otro lado, mis madres y hermana no seden fácil. Lo bueno es que Leila adora a los chicos. Y mis madres pueden ablandarse.
Y los chicos seguro que las maravillan. Es casi imposible que le desagraden a alguien.
—Bien, seré menos dura, pero no bajaré la guardia por completo. Eres mi hijo, y te ilusionas rápido, pero si estos chicos son tan buenos como dices... supongo que merecen una oportunidad.
—Ahora vamos... — al volver a la mesa me encuentro una maravilla. Mis padres hablando con los chicos como si fueran amigos de toda la vida.
Incluso Rey...
Lo sabía.
Nadie se resiste a sus encantos.
—Volvieron – exclama Antoni.
Miro a Leila y ella sube su pulgar discretamente.
—Los chicos nos contaban de sus países de origen.
Por suerte mi padre Rey, Lia y Monic comparten continente. Ya que mi padre es de Ecuador. Y mi madre de México.
—Deben extrañar sus casas – pregunta Monic.
— Sí, mucho – responde Alex.
—Ay, yo también lo extraño – comenta sentándose junto a Antoni.
—Me imagino, Lexie nos contó que es de México – comenta, Blue.
—Sí – sonríe con orgullo. Camile se sienta junto a Leila y yo junto a Alex.
Él me mira mal, pero yo apoyo la cabeza en su hombro.
—Un lugar hermoso, fuimos en nuestra luna de miel – agrega Antoni.
—Aunque casi se mueren con la comida picante... — bromea Monic.
—A mí sí me gusto – reprocha Rey.
—Si te quejaste de que no sentías la lengua como por una semana – ríe Camile.
La noche no pudo haber terminado mejor, mis padres los amaron. Supongo que el miedo fue en vano.
Mis padres les contaron un poco de su tiempo y las increíbles cirugías que hacían.
Antes los llamaban los cuatro fantásticos. Nada ni nadie se les compraba.
De pequeño amaba verlos operar. Todos con destrezas diferentes, pero en definitiva demostrando que son verdaderos merecedores del apellido Jackson.
Recuerdo que de niño los internos les tenían apodos.
Monic era la diosa de la cirugía general.
Camile era la diosa de la pediatría.
Rey era el rey de trauma. Dedo admitir que es el apodo menos ingenioso, pero no los culpo, estaban demasiado cansados como para pensar correctamente.
Y Antoni el único Jackson de nacimiento, era el rey de la cirugía plástica.
Mi hermana y yo hemos luchado por tener nuestro propio apodo, con el tiempo nos apodaron los herederos de oro. Me gusta, pero no es tan increíble con el de mis padres.
—Fue un verdadero placer conocerlos – dice Monic cuando ya estamos a punto de irnos.
—Igualmente, Monic – responde Alex.
—Deberían pasar acción de gracias con nosotros – propone Camile.
—Sí, sería maravilloso que nos acompañaran – dice Rey.
Leila, quien estaba tomando vino, casi se ahoga al escuchar la propuesta de nuestros padres.
—Será una pequeña celebración – pequeña entre muchas comillas.
—Pues... — Los chicos se miran entre ellos con pánico.
—No los presionen. Ya veremos. Mínimo denle tiempo para que lo piensen – los defiendo.
Eso va a ser interesante.
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