Hora de hacerlo oficial.
Miro a Valeria con curiosidad, ella juguetea con uno de sus brazaletes y lleva media hora en silencio mirándome.
En estos meses descubrí que es algo muy común en ella, cuando tiene algo importante que decir, simplemente no lo dice.
Como ya mencioné, la veo muy seguido, así que estoy bastante familiarizado con sus comportamientos.
— ¿me daría licencia psiquiátrica? – pregunta de la nada.
—¿disculpa?
—Disculpado, ¿pero si me da licencia? - sonríe con inocencia.
—¿Por qué consideras que debería darte licencia psiquiátrica?
—La escuela es estresante. Los grititos son superinsoportables y el conchetumare del chicle volvió...
¿El qué?
—Valeria, entiendo que esta situación afecta tu manera de percibirte, pero no creo que sea conveniente....
—Yo nunca dije que me afectara – rebate, ofendida y yo hago mi mayor esfuerzo para no mirarla como de ¿es en serio? – solo no quiero verlo, a él y su cabeza pela – la última palabra no la entiendo.
—¿cabeza qué?
—Pelao, esta pelao. No recuerdo la traducción exacta, pero digamos que no tiene pelo.
—No considero que necesites licencia...— repito.
—Viejo culiao – susurra en su idioma natal. No sé qué dijo, pero no hace falta entender español para saber que no digo nada bueno.
Poco a poco su semblante cambia preocupantemente.
—¿Cómo dices?
—¿No puede simplemente darme licencia? – explota molesta.
—No...
—Mis abuelos le pagan muchísimo, es simplemente darme licencia – grita. Su respiración es irregular.
—Valeria. — intento calmarla.
—Sabe que si no quiere hacerlo no lo haga, pero me voy a buscar un doctor que sí, buena tarde – antes de que pueda responder, ella sale azotando la puerta.
Respiro profundo unas cuantas veces.
Voy a necesitar más que una adolescente malhumorada para arruinarme el día. Si me pagaran por cada vez que un paciente es así conmigo, tendría más dinero que Amelia y Lexie juntos.
—¿todo en orden? – la señora Blake se asoma en mi oficina.
—Sí, lo de todos los días.
—Ay, las generaciones de ahora.
♡
—¿y si los invitas a tu casa? – cuestiona Mic a través del teléfono.
—¡No! Michaela, no puedo simplemente traerlos aquí. Están mis abuelos...
—Entiendo, aún es muy pronto. Lo que no entiendo es porque vas a organizar tú la salida si no sabes qué hacer.
—Por eso te llamo... — aclaro.
Los chicos y yo ya llevamos un tiempo saliendo, se podría decir que llevamos más de un mes, viéndonos y sinceramente vamos muy bien.
—¿y qué quieres que haga?
—Ayúdame, de verdad quiere que esta noche sea perfecta. — sonrío.
—Vaya, de verdad te gustan. — ronronea. Casi puedo ver su sonrisa burlona.
—Madura...— digo en tono de advertencia.
—Vamos, déjame disfrutar este momento.
—Bien, me agradan y quiero que esta noche sea perfecta, porque ellos han hecho que todas nuestras salidas sean perfectas— admito — ¿feliz?
—Bastante, ¿tus abuelos no pueden ir a algún lado? – pregunta hace que una expresión agria se apodere de mí.
—¿la pregunta es en serio? – susurré implorando paciencia – ellos no se pueden ir a ningún lugar.
—¿Quién no se puede ir? – cuestiona alguien a mi espalda.
Carajo.
—Abuelo, hemos hablado de tocar la puerta antes de entrar a mi cuarto – le recuerdo, volteándome para mirarlo.
—¿nos vas a echar? – cuestiona indignado.
—Compre esta casa para ustedes, ¿cómo por qué los voy a sacar? – respondo.
—Te llamo después...— dijo Michaela, colgando.
—¿Quién va a venir? – pregunta mi abuela entrenando a mi cuarto.
—Nadie, abuela. Se malinterpretaron las cosas. — explico.
—Nos quiere sacar de aquí – refunfuña mi abuelo. Haciendo que mi abuela se asombre.
—No es verdad. — algo me dice que no me van a dejar en paz hasta que les cuente la verdad.
—¿entonces? – ambos me miraron intrigados.
—Miren, estaba pensando en invitar a algunas personas, pero no creí que ustedes se sintieran cómodos si vienen. — explico, tranquilizando a mi abuelo, pero no a mi abuela.
—¿Por qué no? Nos has presentado a todos tus amigos, ¿por qué estos no? – pregunto esta.
—No importa eso, mejor que no venga nadie. Ya estoy viejo para socializar – se quejó su esposo.
Ese hombre es la viva imagen de la alegría.
—No los conozco hace tanto, además no creo sea conveniente. — en el momento en el que esas palabras salieron de mi boca, los ojos de mi abuela se iluminaron.
—¿sales con alguien? – indago, ilusionada, haciendo que mi abuelo sonría también.
Ella siempre ha tenido la habilidad de leerme, no importa que intente ocultar, ella lo descubre. Algo que por desgracia siempre juega en mi contra.
—Abuela... — intente hablar, pero mi abuelo me interrumpió.
—Maryla arréglate, saldremos esta noche. — anunció.
—¿A dónde? ¿Por qué? - cuestiono. — Ni siquiera tienen a dónde ir.
—Aunque no creas, tenemos amigos aquí, no viven lejos, de hecho, hemos ido a cenar con ellos cuando estás de guardia. — explico dejándome sorprendido – además tú y tu novia necesitan espacio – comenta, guiñándome un ojo.
—O novio... — agrego mi abuela, haciendo que me tensara completamente. Mi abuelo dio un paso atrás, y se volteó a mirarla molesto.
—Mi nieto no es...— él se quedó callado unos segundos, como si le costará terminar la oración. — ese tipo de hombres. Así que por favor no vuelvas a decir nada de eso, porque lo confundes. — la molestia era notable en su voz y semblante.
En ese momento sentí como si alguien hubiera golpeado mi estómago fuertemente, lo que me dejó sin aire en los pulmones. No puede articular palabra por lo que me quede viendo un punto fijo en la pared.
Es un hombre mayor...
Su generación tiene pensamientos diferentes...
—Vamos a arreglarnos – dictamino antes de salir. Mi abuela, me miro con tristeza, y lo que termino de romper mi corazón.
Sus ojos negros me analizaron unos segundos, y automáticamente me volví a sentir como un adolescente, deprimido, que llorada en los brazos de su abuela porque creía que había algo malo en él.
Ahora sé que no lo hay, pero mi abuelo no piensa igual, y eso jamás dejará de dolor.
—Sé lo que sea, yo siempre te apoyaré – me dijo ella, mientras se acercaba a abrazarme.
Presione mi lengua contra mi paladar para evitar soltar una lágrima o algo parecido.
♡
Al escuchar abrir la puerta, me encontré a Lexie con una botella de vino.
—Hola— saluda Lexie, con una sonrisa coqueta.
—Hola, pasa...— entrar mirando a su alrededor— bienvenido a mi humilde morada— me acerco a él y le doy un pequeño beso en los labios.
—Lindo lugar...— Alaska salta del sofá y se acerca a Lexie— Hola— lo saluda con ternura. Alaska lo olfatea con precaución.
—Él es Alaska— él se agacha a la altura de Alaska. — cuidado que es un poco agresivo.
—Es un placer, Alaska— lo acaricia, a Alaska no parece importarle mucho su existencia.
Dos goldes retirvers juntos. Interesante.
—Creo que le agradas— digo mientras, él vuelve a mi altura.
—Supongo que soy el primero en llegar.
—Efectivamente, ¿quieres algo de beber?
—Agua, por favor.
—Acompáñame - lo guio a la cocina.
—Gracias— dice residiendo el vaso.
Rato después el timbre vuelve a sonar.
—Deben ser los demás— abro la puerta para encontrarme con Lia y Alex.
—Hola— saluda Lia animada.
—Buenas noches— saluda Alex.
—Bienvenidos— saludo. La escena se repite, los chicos entran, les doy un pequeño beso, y Cam la mira mal.
—¿eres tú de niño? – cuestiono Lexie señalando una de las muchas fotos colgadas en la pared.
—Sí, tenía como nueve o diez años – respondo mirando la imagen. En ella estamos mis abuelos y yo posando frete a un lago. Había acabado de pescar un enorme pez, y mi abuelo estaba muy orgulloso.
Yo lo quería al pez de mascota, pero mi abuela lo quería para la cena, entonces lo arrogue al lago nuevamente para que fuera feliz.
Ya estaba muerto, pero lo importante es la intención. Y como llore tanto igual me compararon un pez.
—¿Quiénes son? – indago Alex, mirando otra de las fotos. Esta es de mis padres cuando jóvenes. Ambos están abrazados mirando a la cámara.
Vannesa y Harry Cooper, recién casado... - dice el pie de foto.
—Son mis padres... — digo mirando la imagen con nostalgia. Adoraba esa foto de niño.
—Eres igual a tu padre – comenta Lia, mirando la foto.
—Eso me dicen.
—Tienes muchas fotos... — agrega Alex.
—Algunas las tomé yo, otras las tomo mi padre.
—¿él también toma fotos? – cuestiona Lexie.
—Tomaba fotos... — corrijo, creo que es momento de tener esa conversación sobre mi familia.
—¿él te enseñó?
—No, él murió cuando yo era un bebé, al igual que mi madre, pero mis abuelos me contaron que él era fotógrafo y decidí intentarlo, incluso tengo su cámara — Sus expresiones cambia drásticamente.
Yo tenía a penas dos años cuando tuvieron un accidente de auto que acabo con la vida de ambos. Por suerte ese día yo estaba bajo el cuidado de mis abuelos y no con ellos.
En su momento no entendía lo que estaba pasando pero a medida que crecía su ausencia se hacía más grande y el dolor de su partida también.
Siempre intenté conectar con ellos, llegando al punto de aferrarme a cualquier cosa que quedara de ellos.
Una vez tomé sin permiso la cámara de mi padre...
La reacción de mi abuela al verme con la cámara de mi padre fue indescriptible, lloro por horas, un poco por tristeza, un poco de nostalgia, no lo sé. También recuerdo que dijo que me veía igual a mi padre, pero con los ojos de mi madre. Ese fue el mayor cumplido que alguien pudo hacerme.
Admiro la fuerza de mis abuelos, después de todo yo ellos acaban de perder a su hijo y yo a mis padres. Pero aún así siempre dieron lo mejor de sí.
Siempre quise parecerme a ellos, horrar su memoria de alguna manera, creo que por eso empecé con la pintura y la fotografía, sentía que de alguna manera eso me conectaba a ellos. Es una manera de tenerlos conmigo.
—Blue, yo lo siento tanto, no quería— empieza...
—No te preocupes, me gusta hablar de ellos, de hecho, también tuve un ligero hobby con pintura, por mi madre — lo tranquilizo.
—¿ella pintaba? — pregunta Amelia.
—Sí, algunos cuadros de ahí son de ella, otros míos. — sonrío, señalando la entrada de la casa, en la pared hay varios cuadros de atardeceres, y otras cosas.
—¿aún pintas? — indago, Lexie.
—No mucho. Solo cuando estoy estresado, o siento que debería plasmar algo.
—¿Cuáles pintaste tú? – digo, Amelia mientras se acercaba a verlos.
—Los cuadros de la sala los pinté yo — su expresión es de completa sorpresa. Señale un cuadro realista de mis abuelos.
—¿de verdad?
—Sí, los pinté hace mucho, he pensado en quitarlos.
—Pero sí son muy buenos.
—No sé, podría hacerlo mejor. Tienen errores, muy pequeños, pero los odio.
No hablamos mucho más de eso porque mi comida ya estaba lista.
—Bueno, yo no soy muy bueno cocinando, pero recibí algunos consejos, así que espero les guste. — comente llevando dos platos a la mesa del comedor.
Con anterioridad preparé la mesa, puse velas, los platos y todo eso.
—Tenemos fe en ti...— anima Alex.
Prepare ñoquis a la carbonara, con la receta de mi abuela, la cual inspecciono mientras pudo. Ella no hizo muchas preguntas sobre quien venía o sobre mi relación con ellos, solo dijo que las personas que vinieran quedarían encantadas.
—Se ve delicioso— comenta Lia.
—Gracias, espero sepan cómo se ven.
—No te preocupes, a menudo tenemos una segunda opción - bromea Alex.
—Dicho por la misma persona que tenía fe en mí— respondo, burlón.
—Tenemos fe, pero también un plan de escape - explica Lexie.
—¿se supone que eso es mejor? - cuestiono.
—Sí, porque es la verdad, y la sinceridad es el mejor camino - aporta Lia.
—Mínimo, sé que son sinceros.
—¿Ves? No todo es malo— comenta Lexie.
—Hablando de sinceridad - empiezo— es hora de conocer sus pasados oscuros ¿Cuál fue su peor era adolescente?
Amo poder preguntarles casi cualquier cosa sin sentirme juzgado o que sea incómodo. Además, puedes conocer mucho de alguien solo preguntando por su peor era adolescente.
—No nos conocemos tanto para revelar esa horrible parte de nuestras vidas— bromea Lia.
—Pues esa es la idea, conocernos. Vamos, ¿Quién se anima?
—Empiezo yo— responde Lexie - Mi peor era fue deportista sin alma - dice con horror.
—¿Qué implicaba? ¿Fiestas? ¿Mucho deporte? - indago.
—Un poco de ambas. Era el capital del equipo de beisbol, iba a demasiadas fiestas, salía con todos y con nadie. Puede que tal vez haya participado en una que otra carrera clandestina... Digamos que viví mi adolescencia al máximo.
Carajo.
Espera...
¿No era que no sabía de carros?
—¿carreras clandestinas? – indaga Lia. Él asiente – siempre quise ir a una, mis padres nunca me dejaron ir...
—No son tan maravillosas como todo el mundo cree, casi siempre ganaba – le resta importancia – bueno, yo ya hablé, hablen ustedes.
—¿no era que no sabías de autos? – cuestiono.
—No me arrepiento de nada – sonríe. — ¿Quién sigue?
Desgraciado.
—Espérate, sabía que eras demasiado amable para ser verdad. — acuso.
—Claro que soy amable ¿Por qué no puedo serlo?
—La gente no es tan agradable solo porque si – me apoya Alex.
—¡Yo sí! – se queja, alarmado.
—Ahora lo sabemos, pero al principio no... — responde Lia.
—De hecho, desconfiaba de tu amabilidad...— confieso.
—Estoy indignado...
—Lo siento – Lia lo besa en la mejilla.
—¿Quién sigue? – pregunto.
—Yo me obsesioné con Harry Potter— explica Alex— amaba esas películas y odiada a todo aquel que jamás las vio. Además de ser un soplón que se desvivía por la escuela.
—Probablemente, nos hubiéremos llevado mal— comenta Lia— Jamás en mi vida he visto nada relacionado con Harry Potter.
Alex la mira con indignación.
—Te mostraré todas las películas y libros, así sea lo último que haga— dice decidido.
—Definió a una generación completa— aporto.
—Y mi sexualidad. Pasaba horas debatiendo quién me gustaba más, Hermione o Harry— dice Lexie.
—Me paso, solo que con Pansy y Draco.
—¿Lía peor era? — pregunta Alex.
—Mi era Queen bee, Desde muy pequeña mi cara estuvo en literalmente todas partes, y eventualmente la fama y muchas otras cosas me afectaron, Así que no era precisamente la mejor persona del mundo. Incluso era capitana de las porristas. Pero no duro mucho ese comportamiento - dice mirando a un punto fijo como si el simple hecho de decirlo fuera doloroso - Blue te toca, ¿peor era?
—Mi época rebelde, era malo con la gente, me escapaba de casa, fumaba, aunque tenías excelentes notas. Ese cliché de película que todos parecen amar. Era gótico. — ahora es Lia la que se ríe.
—¿soy el único que no arriesgo su integridad durante la adolescencia? – cuestiono Alex.
—Aparentemente... — susurro.
—Admitiré que la mejor era fue la de Alex...— dice Lexie.
—Estoy completamente de acuerdo - aporta Lia.
—Felicidades, tienes la mejor de las peores eras.
—Gracias es un honor— responde irónicamente.
—¿peor cita?— lanza Lia.
—Fue con un chico, llego una hora tarde, le grito a un mesero, y dijo que la bisexualidad era un invento para llamar la atención, creo que es muy obvio por qué no volví a llamar — cuento.
—Por eso me cae mal la gente - ríe Lia— mi peor cita fue con un chico de mi escuela, me pregunto si de verdad era latina porque él encontraba que era demasiado blanca para serlo, y paso media hora insistiendo que solo lo decía para llamar la atención.
—Y yo que pensada que había tenido malas citas— empieza Lexie— mi peor cita, fue con una chica, salimos a cenar, ella tomó demás y paso una hora hablando de lo maravilloso que era su ex y lo mucho que lo extrañaba.
—Supongo que mi peor cita fue la graduación, fui al baile con la capitana del equipo de porristas, la cita estuvo bien, pero la descubrí teniendo sexo con su exnovio jugador de futbol, al parecer la única razón por la cual acepto ir conmigo fue para darle celos— cuenta Alex.
—Yo creo la mejor de la peor cita fue la de Lexie - admito.
—Sí, definitivamente - concede.
—Salud por el horrible eras y por las horribles citas— grita Lia.
—Salud— respondemos al unísono.
Todo transcurre bien, bueno, muy bien.
Los chicos se divierten, yo me divierto, incluso Cam que al parecer odia que todos lo toquen menos ellos.
—Chicos, esta noche ha sido maravillosa, de hecho, todas nuestras citas lo son, pero— empieza Lia— pienso que ya es momento de ver que pasara con esto, ver que pasara con nosotros.
Llevamos bastante tiempo conociéndonos...
Supongo que es momento.
—Estoy de acuerdo con Amelia— apoya Alex— creo que deberíamos saber si todos queremos lo mismo respecto a nosotros.
—Sinceramente, yo he disfrutado mucho de su compañía, y me gustaría oficializar la relación por así decirlo— digo.
—Yo estoy de acuerdo con Blue— Expresa Lexie.
—Me alegra que crean así, porque de verdad quiero seguir adelante con esto— responde Alex.
—Supongo que todos queremos lo mismo, ¿entonces eso nos convierte en novios? - indaga Lia.
—Sí, yo diría que sí— respondo.
—Eso quiere decir que a partir de hoy será nuestro aniversario— dice Alex.
— ¿qué fecha es hoy? - pregunto.
—Primero de julio— responde Lexie.
Primero de julio..
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