Hora de asumir tus responsabilidades.
Responsabilidades…
No importa qué edad tengas, ni en qué etapa de tu vida te encuentres seguro, tienes responsabilidades…
Algunos tienen cosas fáciles como; sacar la basura. O pasear al perro.
Otros tienen cosas mucho más complicadas como; criar mini personas o dirigir uno de los mejores hospitales del mundo.
No importa que tan grande o importan sea tu responsabilidad, no puedes escapar de ella. Si dejas la basura pudriéndose eventualmente será insoportable tenerla ahí.
Si no haces tú tarea en algún momento tendrán que evaluarla y tendrás malas calificaciones. Si descuidas, aunque sea por un segundo un hospital, podrías matar a miles de personas, acabar con miles de familias y te convertirás en todo lo que prometiste destruir.
Después de todo: Un gran poder conllevar una gran responsabilidad.
— Pase - digo sin mucho ánimo. Al escuchar como tocan la puerta de mi nueva oficina.
—¿Cómo estás, rayito de sol? – cuestiona mi hermana melliza entrando.
—De maravilla, hermanita querida— digo sonriendo de la manera más sarcástica posible.
—Bueno rayito de sol, es hora de que te presentes con el hospital.
—Sabes que odio esa estúpida tradición — me quejo.
—Pues yo no hago las reglas. Aparte es solo una formalidad para que puedas asumir el hospital. Solo sonríe con encanto y asiente. — responde encogiéndose de hombros.
—Supongo. Además, no lo asumiré solo. — le recuerdo – y después las fastidiosas formalidades, haremos algo que realmente aporte a este hospital.
—¿A qué te refieres? – cuestiona, curiosa.
—Este hospital no necesita jefes dispersos que no conozca el hospital. Necesita que no involucremos.
Si lo conozco, pero no como debería. Conozco ciertas cosas, conocer que les falta a ciertas áreas, conocer que tengo que poder hacer para que todos trabajen mejor.
Todos estos años me centré en mi especialidad, ahora eso tiene que cambiar.
—¿qué haremos?
—Pues aparte de presentarnos oficialmente, ir departamento por departamento para conocer un poco más el sistema que maneja el hospital – su expresión de fastidio me indica que no está muy de acuerdo - sabes que para mí es muy importante conocer el hospital y a sus trabajadores, aunque creamos conocerlo todo quiero ver más a fondo todo.
—No es tan mala idea. Sabía que a veces usas tu cerebro – responde en tono burlón.
—Siguiendo con el plan vamos a espesar con enfermería, después general, luego neuro. También quiero conocer ramos externos a cirugía como dermatología y psiquiatría. La verdad, el orden, no es relevante, pero es para que te des una idea de lo que haremos - explico.
No solo me encargaré de ser el jefe de cirugía, sino de todo el hospital. Lo que significa más de cosas de que encargarse.
Ahora estaré a la cabeza de la junta directiva, acompañado de mi hermana.
—Espera, ¿vamos?, ¿cómo es eso?
—Sí, tú me acompañarás, eres la subdirectora de este hospital, tienes evaluarlo conmigo.
—En otras palabras, que me arrastraras por todo el hospital y luego tendré que hacer un testamento de todo lo que vimos - dice con aburrimiento.
—Exacto, aprendes rápido – bromeo —pero después todo eso de la presentación, reuniré a todos los jefes de departamento y a lo largo de la semana iremos haciendo visitas sorpresa y cuando terminemos e iremos con los residentes y sus internos, empiezan mañana así que tendremos que hablar con ellos sobre su enseñanza y todo eso — finalizo.
—Estaba bien. Demostremos que dejarnos a cargo fue una buena decisión.
♡
La gran presentación…
—Tú puedes - me susurra Leila.
—¿acaso lo dudas? – respondo en tono burlón.
—No, pero quería recordártelo en caso de que tú sí – sonríe tiernamente.
—Te abrazaría si no tuviera miedo de que me apuñalaras por la espalda. — respondí intentando ocultar mis nervios.
—Buena decisión, hermano… — me guiña un ojo.
—Si estuvieras aquí probablemente habría huido – le confieso. En parte es cierto, puedo tener todos los conocimientos del mundo, pero no las ganas de hacer nada de esto.
—Estarás bien. — posa su mano en mi hombro - A demás estaremos juntos en todo momento.
La presentación fue un poco incómoda, todos mirando, mis padres dando un largo discurso sobre lo mucho que aman este hospital y lo orgullosos que están de este. Y por supuesto lo felices que están de dejar a sus primogénitos a cargo de todo.
—Ahora el hospital es suyo, hijos. Es su responsabilidad y tu deber llevarlo con excelencia - dice uno de mis padres, Rey.
—Lo haremos, señor. — respondo, haciendo que sonría con orgullo.
Me aseguraré de que valga la pena…
Por él, por mí, y por nuestra promesa.
—Muy bien jefe Jackson - dice otro de mis padres, Antoni, puedo escuchar un claro tono de orgullo al decir lo último. — subdirectora Jackson.
Jefe Jackson…
Podría acostumbrarme.
Después de la incómoda presentación creí que podría seguir con mi plan, pero mis padres me convocaron a una junta en mi nueva oficina.
—¿preparados? – pregunta Rey.
—¿no debieron preguntar eso antes? – cuestiona mi hermana.
—A lo mejor, pero no tenemos duba de la respuesta – responde Mónica, una de mis madres.
—Estarán bien. Los entrenamos para esto. Harán de este hospital un lugar mucho mejor. — la apoya Camile, mi otra madre.
Sí, dos padres y dos madres. Todos cirujanos.
Tuve una interesante infancia…
—Estarán mejor que bien – completa, Antoni.
Los cuatro nos miran con orgullo y me hace sentir que hice algo bien.
No voy a fallarles, ellos lo hicieron conmigo. Les devolveré el favor.
A ellos y a mi abuelo.
El último estaría muy feliz de ver que me convertí que ha tenido el hospital.
Rato después ya puedo seguir con mi plan.
En menos de diez minutos tuve a todos los jefes de departamento de cirugía reunidos en una sala de juntas.
—¿preparado? – pregunta Leila.
—Si recibiera una moneda por cada vez que alguien me preguntara eso, sería aún más rico. — bromeo.
—Bueno, nunca se tiene suficiente dinero.
Es hora Lexie. Nuestra primera junta como encargados del Memorial y mi primera junta.
La manera en el que el sistema funciona es un poco rara, como tal mi hermana y yo dirigiremos el hospital. Solo que a mí me adjudicaron el puesto de director o jefe, y a mi hermana el de subdirectora.
Esto lo hicieron mis padres al notar que este lugar es demasiado para una sola persona.
Yo quería que ella tuviera mi puesto, pero al parecer nadie la ve como yo.
Al abrir la puerta, todos los que allí se encontraban se tensaron.
—Buenos días - saludo.
—Buenos días - responde algunos.
—Felicidades por sus nuevos puestos, jefe Jackson, y subdirectora Jackson – me felicita Chicago. La jefa de enfermería.
—Igualmente – sonrío.
—Como ya deben de saber, somos los nuevos encargados del memorial. Es un placer conocerlos — empieza mi hermana con una sonrisa radiante.
—Bueno, no los convoque aquí solo para verlos – bromeo – queríamos informarles de las nuevas modificaciones del hospital y sus cuerpos técnicos.
La junta avanza sin contratiempos y logró conversar con todos los jefes de departamento a excepción del jefe de neurocirugía, él está un poco aislado.
Me acerco disimuladamente a él. Es un hombre alto, de pelo castaño, ojos color miel, tiene la mandíbula un tanto definida, con una prominente manzana de Adán.
Debo admitir que su presencia se me hace bastante atractiva.
Y es el único con el que quería hablar en realidad.
Mi hermana me mira de reojo con una sonrisa extraña, pero se limita a sentir.
—Buenos días - lo saludo.
—Buenos días - me saluda, su voz tiene un muy profundo acento.
—Doctor Lexie Jackson, un placer - me presento formalmente.
—Doctor Alex Andrew - estira su mano para presentarse y la recibo amablemente.
—Tengo entendido que usted es el jefe de neurocirugía, ¿verdad? - indagó.
En realidad, ya lo sé. Era el aprendiz de mi tío y supongo que él sabe quién soy…
O al menos eso espero.
—Efectivamente, ingresé hace una semana - responde.
Ingreso hace una semana y había tenido tiempo para hablar con él, mal ahí Jackson.
—¿también eres el aprendiz del doctor Lins? ¿Cierto? – pésima pregunta.
—Sí, pero eso ya lo sabes, ¿él te pidió que hablaras conmigo o solo eres muy amable? – pregunta directamente. Un poco tosco la verdad.
—Me considero una persona amable. Y Lins no tuvo nada que ver en esto…— Él no responde. — Había escuchado rumores de que se retiraría, pero no tan pronto - digo en mi último intento de sacar conversación.
—Si ese hombre estaba ansioso por irse lo más lejos del mundo humano como fuera posible, probablemente en este momento este en alguna isla paradisíaca sin conexión a internet – bromea, mucho menos tenso. Su acento es un poco difícil de extender, pero nada grave.
—Es lo más probable o quizás reaparezca en unos meses y diga que descubrió una civilización más desarrollada que nosotros. — bromeo con él.
—No me sorprendería. Aunque no podría vivir sin internet, por mucho tiempo. Él definitivamente volverá. - antes de poder terminar de hablar su monitor suena informando una anomalía en un paciente - lo lamento, pero el deber llama, fue un placer doctor. Perdón. Jefe Jackson.
Definitivamente, podría acostumbrarme a eso.
—Igualmente – sonrío como siempre. Él pareció extrañado, pero me dé volvió la sonrisa.
Genial, no fue una conversación desagradable.
—¿Lexie, vamos? - escucho a alguien hablar a mi lado.
—¿Qué? – respondo medio anonadado.
—¿Que si vamos? — me repite mi hermana de manera más agresiva.
—¿A dónde? - mi confusión en muy notoria.
—¿Me estás escuchando? – niego - te estaba diciendo que fuéramos a los otros ramos del hospital - explica.
Para mi sorpresa, los ramos externos nos recibieron cordialmente solo falta psiquiatría, que se encuentra en la quinta planta del hospital, en el ala oeste.
—¡Esto está muy bueno! – le susurro a mi hermana comiendo una de las galletas que nos dieron en dermatología.
—Trágate eso rápido, si tienes la boca llena de galletas no darás una buena impresión – me regaña y yo solo pongo los ojos en blanco.
Al llegar hay dos pasillos denominados como el A y el B, justo en medio de estos hay un escritorio atendiendo por una señora cuarentona con una sonrisa un poco rara pero dulce.
—Buenos días, con el doctor Cooper, ¿cierto? - indagó la mujer.
—Buenos días. Sí, vamos con él. — responde Leila.
La señora se comunica con él y nos hace pasar.
Al tocar la puerta del despacho abre un hombre alto de ojos azules, deslumbrantes fracciones, pelo negro y encantadora sonrisa.
Ambos nos quedamos embobados mirándolo, por unos segundos…
Sus ojos…
Son maravillosamente hipnotizantes…
—Buenos días, ¿cómo está? —saludo.
—Buenos días, pasen - indica, su voz tiene un ligero acento.
La oficina es grande con unos enormes ventanales, que permiten ver a la calle. Miro a los alrededores con recelo, algunas plantas medio muertas, cuadros de colores, todo muy interesante.
—Felicidades por su nombramiento — comenta.
—Gracias…— responde mi hermana, encantadoramente.
—¿A qué se debe esta visita? - directo el hombre - no me malinterpreten, no es ningún problema recibirlos, pero me tomo desprevenido la noticia de que la junta del hospital quería conocer el área de psiquiatría.
—Para la nueva junta es importante conocer todos los ramos del hospital. Es bien sabido que se le ha dado prioridad a cirugía, pero eso cambiara - respondo y a él le parece gustar mi respuesta, pero sé queda analizándome a mí y a Leila unos segundos.
Psiquiatría tenía que ser…
Después de un rato conversando creo que tenemos que ya tenemos suficiente información.
Él hace lo que todos, habla sobre las carencias que presenta esta área y el cómo han manejado la situación.
—Esta fue una espléndida conversación, pero tenemos que retirarnos, fue un placer conocerlo doctor —me despido.
—El placer fue mío— dice mirándome a los ojos, atrapándome en sus ojos azules.
—Espero volver a vernos pronto— se despide mi hermana y casi que me tiene jalarme del brazo para salir.
¿Qué me pasa?
—No juegues Lexie… ¿Cómo es posible? – me regaña mientras caminamos de vuelta al ascensor.
—Pero yo ¿Qué hice? – me quejo.
—No llevamos ni un día aquí, y ya quedaste embelesado con dos personas. ¡Ni que tuvieras quince años! – exclama indignada.
—Déjame en paz. Son atractivos, ¡y ya! No voy a hacer nada – me defiendo. Mi hermana me mira incrédula…
Ambos sabemos que es mentira.
♡
—Bueno, ahora solo queda la presentación con los internos — comenta mi hermana ilusionada.
—Qué bueno— digo aliviado.
Esto está siendo mucho más complicado de lo que pensaba, entre los pacientes y eso toda la cosa de ir departamento por departamento se ha extendido más de lo que debido.
—¿preparado para instruir a las mentes del futuro? – pregunta alegremente.
—Supongo que sí. — sin más nos dirigimos a los vestidores de los internos. En la entrada están todos los residentes esperándonos.
—Buenos días – saluda mi acompañante. Al entrar toda la habitación se quedó en completo silencio.
Todos nos miran un poco aterrados, pero eso no nos detiene. Las personas de la sala se miran entre sí, susurrando algunas cosas incoherentes.
Hay demasiadas personas, no alcanzo a ver el rostro de todos, pero la mayoría se las arregló para acomodarse y prestar atención.
—¡Buenos días! Soy el doctor Lexie Jackson, el nuevo jefe del hospital — me presento con voz firme.
—Soy la doctora Leila Jackson, subdirectora del hospital – se presenta, Leila.
Mi hermana y yo mantenernos el mentón en alto, y postura firme.
—Sean bienvenidos a su primer año de internado en el Jackson memorial…— mientras hablo veo como algunas personas se mueven, dejando ver a una mujer alta de cabello castaño.
Ella se abre paso entre sus compañeros, para quedar frente a nosotros a una distancia prudente.
La he visto antes…
Pero no puede recordar en dónde.
Ojos marrones y grandes, cuerpo esbelto y una figura similar a la de un reloj de arena, piel morena, expresión seria y concentrada. Podría intentar describirla de mil maneras, pero una palabra adecuaba sería: preciosa. Aunque creo fielmente que cualquier adjetivo le quedaría pequeño a su belleza.
—El Jackson memorial es un hospital de excelencia, el cual se destaca por su programa de enseñanza. Nosotros como hospital les aseguramos una educación proporcionada por los mejores cirujanos del mundo, un mundo de posibilidades… pero se les exige disciplina, dedicación y profesionalismo. — dice mi hermana, mientras mis ojos están fijos en aquella mujer.
Y para mi suerte su atención también está puesta en mí.
—Que tengan un muy buen día, y si tienen suerte, será el primero de una carrera de excelencia – concluyo. — los dejamos con sus residentes, ellos los instruirán y se encargarán de sus dudas.
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