Linaje 18
El trayecto a casa fue largo pero con la comodidad y paz que en su vida había tenido. Habían logrado salir de Estonia como si nada, la noticia de que había huido de San Petersburgo no fue dada a conocer en los exteriores de Rusia y ahora, esa palabra "casa" era un cálido sentir en su interior, una casa, un hogar en Kazajistán.
Al principio pensó que era raro que nadie lo fuese a buscar o a perseguir, que en la entrada del aeropuerto alguien lo detuviese por su estado o porque no tenía marca o simplemente porque no llevaba documentación oficial, pero, de eso se encargó Otabek quién le ofreció una nueva vida con un nuevo "él".
Yurachtka Altin.
Aunque fuese precipitado y sobre todo porque no confiaba al cien en el kazajo le agradecía inmensamente por protegerlo, por ayudarlo y que su cachorro estuviese bien durante tres meses que ha estado viviendo con él... o casi con él, ya no tenía tantos dolores como antes, estaba acostumbrándose al olor del alpha que lo resguardaba y ahora podría decir que estaba llevando bien su embarazo, salía a caminar todos los días sin preocupación, podía comer de todo, se veía como quisiera y sobre todo, había conseguido tener un cuarto propio y adecuado para el próximo nacimiento de su cachorro.
Su vientre estaba más grande y las fotos se iban acumulando en su celular que no servía de otra cosa más que de cámara. Todos los días despertaba con temor de que toda esa paz, todo ese mundo que estaba viviendo era un sueño y que no podría poder vivir tranquilamente nunca, que sus padres golpearían la puerta para asegurarse de que no hiciera alguna estupidez, tolerar a Viktor con sus ataques de felicidad y amargura, ver a sus hermanos castrados darle una mirada triste y resignada...
-Perdónenme
Con sus ocho meses ya podía ver con mucho más claridad a su bebé cuando iba a las revisiones con el médico, guardaba cada ultrasonido que le daban y como muestra de afecto y agradecimiento llevaba siempre a Otabek, que viese progresar a su cachorro y que poco a poco ellos iban tomando más cariño del que alguna vez pensaron... al menos Yuri, sonreía más con el kazajo y le gustaba su compañía en la mañana, tarde o noche antes de irse a dormir.
Beka era su mejor amigo y quizás, si el rubio lo permitía él daría el siguiente paso en cuanto tuviera a su cachorro y pasara su tiempo de cuarentena, pero en ocasiones el calor ganaba, los roces entre ambos se hacían más evidentes, las miradas eran más obvias y... sólo una vez, de manera deseosa hubo un beso que los dejó sin aire.
-¿Cuando vas a decirle que te gusta y quieres tener cachorros con él?
-Aún no es tiempo.
-Otabek, llevas diciendo eso desde hace... desde que lo conoces, no puedes esperar a que Yuri crezca y tenga treinta para poder ser alguien correcto y pedirle que se case contigo.
-Cuando encuentres a alguien para ti, entenderás
-Eres un asco -se rió el castaño sosteniendo a Aiday ya de tres meses, estaba hermosa, se parecía bastante a Dmitry y Anya estaba mejor, aunque resentía la ausencia de su destinado todavía. -Me voy a quedar con Aiday por el resto de mi vida. -sonrió e hizo un gesto que provocó la explosión de risa de la pequeña
-Eso es enfermo, se llevan ¿Qué? ¿Veintidós años?
-No importa, tendrá la juventud que a mí me faltará cuando ella tenga mi edad
Le tuvo que dar un golpe en la cabeza para que se calmara porque de otra forma iba a lastimar a la bebé en sus brazos.
Entre sus juegos y charla apareció Yuri que se sentó en la sala tomando el control remoto para cambiarle a la televisión.
Ambos Alpha de quedaron callados, ese mocoso ya era dueño del piso y ni siquiera pagaba nada, claro que no se lo diría en la cara aunque Ivan se encargara de reñirle por eso. Exhaló pesado y se sentó en el otro extremo del sillón.
-¿Hay algo interesante que ver ahora?
-No mucho, me aburrí de estar en la cama así que vine para acá, Dmitry se ha estado moviendo mucho últimamente.
-Te dijo el doctor que se estaría acomodando ahora que falta un mes para que nazca.
-Lo sé, pero es molesto y doloroso sabes, a veces puedo ver sus pies empujando mi piel... Quedarán unas estrías horribles gracias a este cachorro hiperactivo
-¿Y? Nadie lo verá y yo no me quejaré...
El rubio se le pintaron las mejillas de un rojo granada intenso e Ivan, atrás de ellos hizo una mueca de cansancio. Esas indirectas directas no le agradaban mucho y menos que en su cara lo hicieran.
-¿Por que no le dices que lo amas Otabek? El mocoso también siente algo por ti, a leguas se le ve.
-¡Largo de aquí maldito pedófilo! ¡Le diré a Anya que quieres robarte a su hija!
Las peleas, las risas, el molestarse uno al otro, el convivir... ponían de buen humor al ruso, se sentía en familia, una que nunca tuvo y que siempre deseo.
Cuando pudo voltear a ver a Otabek, aquel tenía también un ligero rubor en sus mejillas y ambos evitaron verse a la cara. Era vergonzoso.
-¿Me amas?
-¿Sientes algo por mi?
Las voces de los dos sonaron al unísono sin darse cuenta y rieron como dos tontos. Yuri recogió unas hebras doradas de su cabello y las atascó detrás de su oreja. Sus ojos agua marina tuvieron que mirar ligeramente al kazajo encontrándose con los caobas ajenos.
¿Cuándo iba a terminar ese estira y afloja entre los dos?
-Si
Sus orbes se agrandaron ante la respuesta, ósea, si tenía una duda pero confirmarlo hasta ahora era... era genial.
-Sí.
De dijeron que si, en silencio, como si el tiempo se hubiese detenido, como si no existiera nada más en el jodido universo. Se dijeron que sí a sus sentimientos, a todo, a querer hacer realidad lo que una vez dijo el kazajo.
"-Te prometo que si te quedas... Conmigo... Nada de eso volverá a suceder, te llevare a la frontera donde tu familia ya no pueda tener control sobre ti."
Ambos se movieron de a poco, querían estar un poco más juntos viendo la tele, querían estar juntos sólo porque sí, querían estar juntos por que sus corazones ya palpitaban al mismo ritmo y porque en las estrellas estaba escrito que fueran ellos dos contra todo en la vida.
De no ser porque su cachorro se movió hubiese pasado algo más bajándole a ambos la atmosfera que se hubo creado en el momento y de nueva cuenta la vergüenza los atacó.
Yuri regresó a su sitio y se cubrió con una manta que estaba cerca sólo para calmar a su agitado vientre y mientras el kazajo cambió los canales para buscar algo que fuese menos aburrido que lo anterior.
-Otabek... -interrumpió ahora Ivan entrando a la estancia pero sin la pequeña. Se veía bastante serio pero aún así mantuvo la compostura -¿Podemos hablar un momento?
El kazajo no dijo nada sólo se levantó y salió de la habitación ante la mirada curiosa del rubio.
El silencio les gobernó durante un rato más antes de que pudieran alcanzar la estancia principal de la casa y fue ahí donde el castaño se detuvo, exhaló pesado, estaban lo suficientemente lejos del menor como para poder hablar a gusto. Tragó hondo y lo tomó del brazo con ligera fuerza en su agarre.
-Prométeme que no harás nada estúpido...
-No lo sé, debes decirme primero.
-Es por Yuri que no debes de hacerlo. -la incógnita en el kazajo estaba en toda su cara, se reflejaba en cada poro de su piel -Él está aquí... encontró a Yuri
No sabía qué cara poner ni cómo reaccionar, no pensó que en algún momento su familia pudiera localizarlo tan pronto, no pensó que hubiese dejado rastros como para indicar que estaban en Kazajistán y que Yuri estaba con ellos. Era un maldito dolor de cabeza y de verdad no podía lidiar con ello, al menos no con el rubio presente.
Ambos kazajos se quedaron pensando un momento, no podían dejarlo entrar por que no iban a permitir que viera a su hermano y es que tampoco sabían si el platinado venía solo o no.
Prefirieron no arriesgar nada y salir ellos dos a revisar la entrada, al otro y asegurarse de correrlo de su paz que habían creado ya.
-¿Que es lo que quieres? -preguntó el kazajo atravesando el umbral de la puerta e imponiéndose en el pórtico de la casa, no iba a dejar que tocara nada
-Quiero hablar con Yuri.
-No, no se va a poder.
-¿En serio? Sé que está aquí así que dile que lo quiero ver, no va a ser nada malo, por favor, incluso puedes quedarte en la habitación para que constates de que él va a estar bien.
Sin mucha confianza le dijo a Ivan en un tono bajo que fuese a hablarle al rubio prefería quedarse vigilando la entrada por que no sabía que mañas tenía, por el menor supo de lo capaz que era su familia.
-Vamos Otabek, de verdad vengo solo, déjame pasar.
-No, si quieres hablar con él será aquí y sin que ponga un pie fuera de la casa.
-No se si vive mejor conmigo o contigo -se encogió de hombros y lamentó aquello, sentía que vivía totalmente arrinconado como una princesa cautiva. -¿Vas a quedarte con el cachorro?
-¿Eso que tiene que ver?
-Tiene mucho que ver, Yuri aún es un niño, no podría hacerse cargo de una criatura así y además, no saben quién es el padre, está contaminado
-Si vienes a decir esas estupideces será mejor que te largues de una puta vez.
-Otabek... -la voz del rubio apareció detrás suyo haciendo que enmudeciera de inmediato.
Yuri venía envuelto en una cobija y tenía unas adorables pantuflas de garras, parecían mucho más grandes que él mismo. En cuanto vio a Viktor no pudo evitar no sonreír, era su hermano después de todo y lo quería, porque él no tenía nada que ver, fue manipulado por su padre y llenado de ideas locas que lo hicieron parecer a él.
Viktor fue el único que lo quiso cuando era un bebé, quién lo crió, quién jugó con el...
-Hola Yurio...
-Viktor -avanzó con prisa para ir a verlo, a abrazarlo, tocarlo y saber que era sólo él y nada más, pero el kazajo le negó el paso y se quedó en el primer escalón. -lo siento... -el platinado negó con la cabeza sin quitar una ligera sonrisa que tenía en el rostro y en ese instante el menor fue abriendo la cobija que lo envolvía para dejar a la vista su enorme vientre. Se puso de lado y de nuevo de frente, se veía radiante, como nunca, Yurio era hermoso en todo sentido y quizás jamás podría volver a verlo.
-Tenemos que hablar...
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Destruyendo teorias (?)
Holi los ando compensando por la lenta actualización aue no hubo en... Mucho.
Los quiero pequeños padawans
Gracias por leer y votar.
❤❤
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