Linaje 17
Era imposible no sentir lo que ahora.
Pieles calientes rozándose sin medida. Su aliento quemando cada parte de su cuerpo, su sudor, su voz agitada, sus latidos alborotados.
¿Así se sentía la felicidad?
¿Así se sentía estar completo?
Yuuri lloraba y no por lo que sentía, no, eso le gustaba bastante, pero lloraba porque jamás creyó que algo así pudiera pasarle, porque de verdad amaba a Viktor desde su primer encuentro. Era un extraño color que estaban teniendo, se volvían ambos parte de un comodín, el blanco puro.
No podia dejar de que sus sentimientos se desbordaran e inundaran la cama, su lecho, que sus uñas rasgaran la preciosa piel blanca del ruso. Pronto o no iban a tener que esperar y olvidar todo, ponerse de rodillas y pedir al cielo que los volviera a unir. Pero por ahora, las incesantes estocadas de Viktor ahogaban su interior con ese nudo que lo sentía llenarlo y atorarse muy dentro de él para no poder salir e impregnarlo de su semilla.
Los susurros de Yuuri clamaban el nombre ajeno como si fuera un mantra que llevaba gravado a sangre y fuego. La habitación eran gemidos y olor a celo y sexo.
En pleno éxtasis y a punto de culminar uno de sus primeros actos, Viktor salió del japonés.
Lo volteó.
Oprimió su cabeza contra el colchón exponiendo su nuca.
Lo penetró de nuevo con fuerza y siguió embistiendo al mismo tiempo que dejaba su marca gravada en el cuerpo ajeno y dejaba que la sangre se deslizara en hilos.
El orgasmo que sintieron ambos fue intenso, les hizo vibrar, sintieron una presión en el pecho.
Estaba hecho.
Quedaron unidos.
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Otabek consiguió otro carro y aunque no fue de la mejor manera en la que lo pudo obtener al menos ya estaban de camino a Estonia, eran dos horas, casi tres de camino, así que era la mejor vía por la que podrían salir de Rusia y arriesgarse a encontrar otro lugar mejor donde pudiera vivir bien Yuri, su cachorro y el kazajo, si es que el primero se lo permitía.
Todo fue callado. Yuri no había dicho nada, se veía pensativo y no dejaba que sus manos se apartaran de su vientre al cual le daba unas caricias de vez en cuando. Ese niño, porque todavía lo era, estaba sufriendo demasiado, él no debió de haber pasado por todo eso y mucho menos estar en una situación tan estresante como el ir huyendo de su propia familia y que confiara más en unos alphas extraños.
Tuvieron que hacer una pequeña parada en una estación de gasolina a las afueras de San Peterbusgo, Otabek fue a la tienda de conveniencia y Yuri a usar un baño, le empezaba a fastidiar que tuviese que ir demasiado y era incómodo, no podía apartar las miradas de las personas al notar que un omega tan joven estuviese preñado y sin marca. Regresó sollozando y es que las malditas hormonas estaban jugando con él nuevamente.
Se metió al carro y se cubrió con la chaqueta de Otabek, tenía frío y hambre, ahora recordaba que en el hospital iba a comer cuando se encontró con el otro.
No tardó ni un par de minutos cuando sintió otro dolor punzante en su vientre. Fue extraño, como si su pequeño cachorro estuviese inquieto por algo. Ignoró aquello y se puso mejor la chaqueta encima, cuando volvieran iba a decirles que prendieran la calefacción porque seguro era eso... pero de nuevo hubo otro malestar.
—Dmitry... ¿Ahora qué pasa? —sobó su vientre unas cuantas veces —Tranquilo...
Se quitó la chaqueta para acomodarse mejor y fue entonces que lo notó. El dolor cesó y no hubo malestar.
Extrañado de aquello, acercó la chaqueta a su nariz y la olfateo, el olor a Otabek era fuerte, un alpha en todo sentido. apenas un minuto después empezó a sentir de nuevo ese dolor.
¿Era su imaginación, verdad? Su cachorro no podría distinguir tales cosas ¿Verdad?
Estaba pasando algo muy extraño y no quería pensar que era debido a que esperaba un hijo alpha y la esencia de Otabek molestaba realmente al cachorro... quería que fuesen ideas suyas y que no era nada serio. Cuando el kazajo regresó, entró al auto y se sentó en la parte de atrás, quería irse a un lado de Yuri, verlo, tocarlo lo más mínimo... Pero debía de contenerse.
https://youtu.be/o-KfC559B8A
Los ojos aguamarinas del rubio miraron con extrañeza el acto que acababa de presenciar y es que se sentía un poco incomodo por la presencia ajena más la molestia que le daba su futuro hijo al sentir su aroma tan fuerte.
Él lo miró y se hizo a un lado para observarlo mejor, no sabía si era frío o estaba incómodo, pero tenía que hacer que ese omega quitara esa cara tan molesta que tenía.
—¿Quieres irte adelante? Ahí podrías reclinar mas el asiento para que vayas más cómodo.
—No... estoy bien, es sólo que Dmitry está inquieto—se quejó al querer moverse.
—¿Dmitry? —escuchar el nombre de su amigo lo hizo estremecer y girar la vista al vientre abultado del menor.
—Sí, Dmitry —lo miró con pesadez ¿Acaso no había escuchado? —Quería honrar a tu amigo de alguna forma, es algo tonto, pero... nos ayudó bastante, incluso de él —hizo una seña al que venía al carro, era Ivan y su cara de tonto al llegar con una bolsa de quien sabe cuánta cosa.
El kazajo se rió por lo bajo.
—¿Qué? Apenas llego y me miran extraño ¿Hablaban de mi?
— No, para nada.
—Ten, niño, te hará bien comer barras nutritivas, están al fondo de la bolsa.
—Pero no quiero eso, quiero una bolsa de papas fritas
—No.
—¿Vas a negarme eso cuando sabes que estoy embarazado?
—Si —y empezó a comer algunas frente al rubio
—¡Haz algo! No quiere darme las papas fritas
—Yuri no puedes, quizás no en exceso, come las barras, te serán de mejor utilidad para tu estado
El rubio infló las mejillas y de mala gana agarró la bolsa de las compras con las barras, el maldito castaño sacó las demás bolsas de papas fritas que había comprado, eso no se le hacía a un omega preñado ¿Verdad? Era crueldad. Pura crueldad.
El tiempo que hicieron en llegar a Estonia fue una nada en comparación a todo lo que viajaron antes y hasta ahora se preguntaron ¿porqué no habían hecho eso?
La ciudad era bonita, limpia, no había mucha diferencia contra San Petersburgo.
Rentaron una cabaña adentrándose más a la capital porque no querían llamar la atención en un hotel, sólo compraron un poco de despensa y cobijas extra para pasar la noche, tendrían que perder ese tiempo por que el vuelo más próximo seria al otro día y a media tarde... Era arriesgado.
Yuri tuvo un cuarto para él solo para que pudiera dormir bien y que no desconfiara de las 'mañas' de dos alpha a quienes estaba conociendo. Trataba de dormir calmado, de por fin sentirse libre de esas miserables paredes y una ventana con rejas... podía hacerlo pero, en su interior estaba un sentimiento de culpabilidad por haber abandonado a su familia, por abandonar su carrera, por privar a Viktor de una paternidad... aunque no fuese suyo realmente, actuaba muy sobre protector por sobre su embarazo.
Exhaló pesado.
Cuando se recostó estuvo molesto, ninguna posición le ajustaba a su espalda, no sabía que podría llegar a ser tan incómodo un embarazo y menos a sus cinco meses.
Otabek llamó a la puerta con golpecitos suaves y con un quejido extraño, se sentó en la cama para recibir al kazajo que entró con lentitud y con una mirada de desconcierto se quedó a mitad del camino, no sabía si avanzar o no, parecía terreno peligroso.
—¿Te sientes bien?
El menor gruñó ante tal pregunta y se volvió a tirar a la cama dándole la espalda.
—Me duele el cuerpo... la espalda... no podré si quiera conciliar el sueño.
—¿Cómo podría ayudarte?
—Haciendo que nazca y por cesárea para que no me duela el parto.
Otabek quiso reírse pero no podía, no lo consideraba correcto y más porque el cuarto ya olía a hormonas de omega y eso podría significar ver dos lados del rubio ruso.
—¿Puedo acercarme? Quizás con un masaje pueda ayudarte.
—Pero en cuanto sienta dolor te vas de inmediato.
Eso sí lo hizo reír, al menos ese lado arisco- temeroso aún seguía siendo algo bueno. Con cautela se acercó mucho más terminando por sentarse en la cama y con todo el cuidado del mundo puso sus manos en la cadera del otro el cual se estremeció y lentamente fue moviendolas. La reacción del otro no lo esperaba pero realmente parecía un pequeño gato, se estiraba y gimoteaba por el tremendo placer que estaba sintiendo.
—B-Beka... —se le había ocurrido ese apodo justo en ese momento en donde estaba en pleno goce físico —Tus manos... están calientes... se siente bien...
Para...
No.
La consciencia de Otabek voló imaginando la voz ajena, sus palabras... algo estaba mermando en su pobre mente y en su cuerpo que pensó en detenerse y salir corriendo de ahí porque cierto amigo suyo estaba a nada de salir a saludar.
—¿Por qué paraste? Me esta cediendo el dolor, anda Beka, sigue
No.
Otabek.
No.
El kazajo siguió y trató de ir a su lugar feliz... pero sólo estaba Yuri ahí. Era una maldición.
Siguió moviendo sus manos tal y cómo a Yuri le gustaba pero, pronto, el Kazajo se fue inclinando cada vez más hasta quedar casi frente a frente con el menor. Cruzaron miradas, era intenso.
Ambos se ruborizaron.
Otabek cruzó su brazo del otro costado del menor, estaban muy cerca uno del otro. Yuri quería escapar de ahí más que nada por la extrema cercanía y como si de verdad algo, más bien, su hijo hubiese percibido aquella peligrosa situación tuvo un dolor fuerte que lo dobló y su rostro que había permanecido apacible y ruborizado cambió totalmente y el moreno tuvo la oportunidad de ver ese cambio.
—¿Que paso? ¿Te sientes bien?
—Vete... e-es tu olor... —se quejaba fuerte, se encogió lo más que pudo y se cubrió con la manta hasta la cabeza, algunos mechones rubios se asomaban un poco pero de ahí en más, sólo se veía en un bulto.
—¿Que tiene mi olor? Yuri...
—Puede ser... que mi cachorro sea... alpha... no puedo olerte...
Sin pensarlo dos veces se alejó del otro para quedar en el vano de la puerta, estaba preocupado por qué no era normal que hubiese tanto dolor al oler a alguien ajeno ¿Verdad? Yuri incluso podría correr peligro y desencadenar un aborto aunque ya tuviera los meses que tuviese.
—Beka... con mi hermano no pasa esto... me duele... N-No te vayas.. Beka...
Era raro... sumamente raro.
Tuvo que irse y llamar a Ivan para que él fuera quien continuara con el masaje aunque los gritos aumentaros sólo por un momento.
Analizando bien las cosas y por lo que compartió con Anya y Dmitry del embarazo, los cachorros cuando venían con un gen fuerte tendían a rechazar a todo aquel que no fuese su progenitor...
Su progenitor...
—Por fin se quedó tranquilo... estaba ya por dormirse así que no va a dar más problema hasta mañana o eso espero... ¿Pasó algo con él?
—No, no... estaba pensando en el viaje de mañana —no quería decir nada anticipado, de cualquier manera era una simple idea que cruzó su mente, pero si por alguna razón la vida era así de cruel era una verdad muy muy enferma... Rezaba por que no fuese eso y que realmente sólo fuera por que su cachorro era alpha al igual que él.
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Lamento la demora en la actualización, neta que estar en la escuela y trabajar no es lo más bonito de la vida :'D pero esto es la vida adulta
Welp, no me odien hoy les dejo más convivencia entre Yuri y Beka y pos... hagan un rezo para que no me tarde tanto en el proximo cap xD
Los quiero!
Gracias por leer y votar.
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