Parte única.
Nota: Fuera de personaje.
...
Marinette nunca creyó posible que, tras una decepción amorosa y una relación fallida, estaría ahora viendo las estrellas en su balcón junto a su actual novio. A quien empezó odiando y posteriormente, de quien se enamoró.
Era increíble que con sólo observar las estrellas, los dos solos –sin la interrupción de sus padres o la presencia de Tikki– y sin la necesidad de hablar, fuese el mejor momento que pudo tener desde que se convirtió en Ladybug.
No tenía que planificar regalos futuros, buscar su atención o saber dónde estaba, avergonzarse por sus deslices de torpeza o sobrepensar sus acciones y sentirse culpable por no ser suficiente para su pareja. Tal vez era muy joven como para creer que nunca podría tener una relación debido a su profesión como heroína y protectora de París pero...
Cuando Félix le dio ánimos, pese a no llevarse tan bien, Marinette se dio otra oportunidad a sí misma.
Félix no era expresivo o cariñoso cuando estaban en público, era reservado hasta cierto punto pero honesto en sus acciones y sus palabras. Y claro, amoroso cuando estaban a solas; le daba seguridad, confianza y algunos "empujones" cuando los necesitaba.
Nunca creyó que podría gustarle y fue una sorpresa cuando él se confesó.
Tenía miedo, por supuesto. Miedo de lastimarlo y dañar su amistad, como le había pasado con su primo y Luka; fue la primera vez, que pensó cuidadosamente las cosas y que decidió cuidar lo que le había sido confiado.
Félix se le declaró una sola vez y de ahí, no había vuelto a mencionar el tema. No la forzó a nada y tampoco le dijo que la esperaría; él solamente siguió tratándola como hasta ahora lo había hecho: haciéndole pequeñas bromas, llevándole la contraria y escuchándola.
Y al final, ella también terminó declarándosele, en una tarde lluviosa luego de enfrentar al Akuma de turno. Con su ropa de civil echa un desastre tras caer en un contenedor de basura cuando su transformación finalizó y por haber pisado mal una baldosa de un techo, siendo Félix quien la auxiliara al escuchar el estruendo que provocó su caída, pues lo había citado cerca de ahí. Se sentía tan avergonzada de haber sido vista en ese estado, que casi lloró cuando le dijo que le gustaba más de lo que creyó posible. Pero él no se burló o rió, sino que, le tendió la mano y la ayudó a salir del contenedor.
Poniéndole su abrigo y cubriéndola con el paraguas mientras quitaba con su mano libre los residuos de basura del cabello y camisa. Y tras finalizar, tomó su mano y la escoltó hasta su casa.
Siendo frente a la puerta de Tom & Sabine Boulangerie Patisserie que, antes de irse, la miró a los ojos y le sonrió suavemente al mismo tiempo que acariciaba su mejilla y–
– Gracias, Marinette.
Se despidiera con un gentil beso en los labios, dejándole su abrigo y el paraguas. Y el corazón latiéndole con fuerza ese día.
Su ensoñación en los recuerdos de antaño se vio interrumpida en cuanto notó como Félix se sentaba tras estar acostado a su lado en el suelo de su balcón y ahora, la miraba fijamente. Esos ojos de esmeralda que la observaban profundamente y que todavía, guardaban secretos.
– Marinette... te quiero demasiado, ¿lo sabes, verdad?
– Nunca lo estoy dudando, Félix.
El silencio permaneció un poco más entre ambos, hasta que Félix suspiró y se inclinó a juntar su frente con la suya. Un gesto inesperado pero no menos grato.
– Te quiero mucho, Marinette... de verdad, me haces feliz, incluso en momentos así... Sólo quería que lo supieras.
Su sinceridad, su cariño, su querencia, eran palpables. Indudables.
– Soy feliz de saberlo y que me lo digas, me hace todavía más feliz... Yo también te quiero muchísimo, Félix.
Se miraron a los ojos un rato más, complacidos.
Félix besó su frente, haciéndola cerrar los ojos en ese instante. Para después retomar su observación a las estrellas, esta vez, tomados de las manos.
-Traumada Taisho
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