C13: Prueba de fuego.
—Muchas gracias, Er—susurró la muchacha sintiendo como su corazón se estremecía de golpe. Christopher se cruzó de brazos para observarlos a ambos con una mueca divertida en el rostro.—Tú también te miras realmente increíble, Chris—musitó sonriéndole ampliamente.
—Como todos los días, Zoé—bromeó el muchacho y ella se echó a reír mientras Erick la seguía contemplando fijamente.—Vamos, queremos conocer a tu madre—anunció y Zoé negó un poco.
—La convencí de que hacer esto era totalmente ridículo, sólo son mis amigos...no es como que estén viniendo a pedir mi mano o algo por el estilo...—explicó y Erick suspiró sintiendo de inmediato como su cuerpo se relajaba en un segundo.
Y es que aunque no lo admitiera, la idea de conocer a los padres de Zoé lo ponía nervioso a sobre manera. El hecho de que precisamente esa elección de palabras saliese de los labios de la mismísima Zoé lo tranquilizaba totalmente.
—Ah, pues a nosotros si nos hubiese encantado conocerlos ¿cierto, Colón?—cuestionó divertido y Erick pestañeó un par de veces.
—Eh, sí. Claro—musitó lanzándole un intento de sonrisa confiada. —¿nos podemos ir ya? Bethan odia que la hagamos esperar—recordó y Christopher se echó a reír.
—Claro, claro—respondió Christopher antes de tenderle su mano a Zoé. La pelinegra rio divertida tomándola al mismo tiempo que cerraba la puerta detrás de sí misma y Christopher entrelazó su brazo con el de ella mientras Erick entornaba los ojos y se limitaba a seguirlos en silencio.
El castaño sonrió complacido y siguió caminando en silencio con ella de la mano. Había algo dentro de Erick que estaba comenzando a emerger desde el fondo de su ser, era algo intenso y abrumador. Algo que lo hacía querer caminar hasta Christopher para arrebatársela y caminar con ella de la mano. Era un sentimiento de protección y posesión que no comprendía del todo pero lo asustaba.
Si algo odiaba en la vida era sentir incertidumbre. Era bajar la guardia y no saber qué era lo que sentía. Odiaba con todas sus fuerzas sentirse vulnerable pero a la vez amaba la idea porque en el fondo sabía que sentir incertidumbre significaba que estaba viviendo. Estaba viviendo esa etapa de la que su madre tanto le hablaba, esa etapa que solamente había sentido con Audrey y que creyó que nunca más la sentiría.
Entonces rebobinando las palabras de su madre dentro de su cabeza la respuesta llegó de inmediato y su corazón se aceleró en respuesta. ¡Eso era!
Erick Brian Colón se estaba enamorando. Enamorándose de Zoé Bulman.
Esa era su prueba de juego. Lidiar con el amor que estaba comenzando a sentir por ella. Jugársela o simplemente ignorarlo.
—¡Erick!—le gritó Christopher. El muchacho de los ojos verdes parpadeó un par de veces y soltó un prolongado suspiro al tiempo que se daba cuenta que habían llegado hasta el auto y no sólo eso. Él parecía un idiota de pie sin mover un solo musculo.
—¿Qué?
—¿No piensas subir?—se rio. Él lo miró un momento y se dio cuenta de la mirada risueña y de la sonrisa encantadora que Zoé le estaba dando. Era una mezcla entre ternura e inocencia que definitivamente lo volvían loco. Loco en el sentido en que sentía unas condenadas ganas de ir y besarla.—O si prefieres te podemos pedir un taxi...
—Ya voy...
La música retumbaba en sus oídos y un escalofrío recorrió todo su cuerpo apenas los recuerdos estallaron dentro de su cabeza. Esa discoteca definitivamente le traía recuerdos lindos pero abrumadores. Lindos porque definitivamente todo lo que tuviese relación con Audrey era lindo. Abrumadores porque lo hacían volver al pasado y sentir ese hueco en el pecho que le quitaba la respiración.
Lo curioso de la situación era que a pesar de todo ello, se sentía en paz. Sentía la misma sensación que era capaz de sentir cuándo Audrey estaba cerca. Era como sí ella estuviese ahí. Apartó la mirada de la multitud que bailaba en la pista de baile y su corazón se aceleró de inmediato detectando la presencia de Zoé.
Una pequeña sonrisa se instaló en los labios de la muchacha y la piel de Erick se erizó. ¿Así es como iba a ser siempre? Se cuestionó mentalmente hasta que sintió la calidez de la mano de la chica en su antebrazo.
—Vamos, Er...—le gritó sobre el volumen de la música. Erick le sonrió de inmediato y apartó la mirada de nueva cuenta.
—Vamos—murmuró tomando la mano de Zoé. Sintiendo como su piel se estremecía en el acto. Avanzó de su mano abriéndose paso entre la multitud cuidando no chocar y no tropezar con nadie pero era algo imposible tomando en cuenta que el lugar estaba abarrotado de personas.
Pero el exceso de personas era lo que menos le preocupaba a Erick por que la paz que irradiaba Zoé era tan abrumada y lo envolvía que en ese momento el mismísimo Mike Tyson habría podido ir para retarlo en un duelo a muerte y él hubiese aceptado con una sonrisa en los labios. Se sentía en las nubes y literalmente su cuerpo entero estaba flotando.
—¡Erick! ¡Zoé! Qué bueno que llegan—musitó Nicolás apenas los vio llegar hasta la mesa. Un momento después sus ojos cayeron en la unión de sus manos y pestañeó un par de veces tratando de comprender porque demonios ellos estaban tomados de las manos.
Erick barrió el lugar con sus ojos hasta que encontró a Luca Froyland sentado junto a Bethan. El muchacho pelinegro de ojos azules la observaba fijamente con una sonrisa en los labios, hasta que por supuesto se dio cuenta de sus manos. La sonrisa murió tan pronto como llegó.
—Lo sentimos, el tráfico está algo pesado allá afuera...—explicó Erick con una radiante sonrisa que para Luca era como una bofetada. No es que él fuese posesivo o algo parecido pero saber que Froyland se sentía realmente incómodo era un pequeño placer de la vida que pensaba disfrutar tanto como pudiese porque separarse de Zoé esa noche claramente no estaba en sus planes.
—¿Quieren pedir algo para tomar?—cuestionó Nathaly sonriéndoles a los recién llegados. Erick negó y cuando se percató que Zoé estaba por hablar, tiró de su mano para conducirla lejos de ellos.
—¿Quieres bailar conmigo?—preguntó Erick y Zoé pestañeó un par de veces.
—La verdad es que esta es la primera vez que vengo a un lugar como este...—confesó con las mejillas coloradas. Daba gracias a Dios por el hecho de que la iluminación del lugar fuese muy poca pues lo menos que quería era que él se diese cuenta que estaba totalmente nerviosa.
—¿Y no sabes bailar?—murmuró Erick sin apartar sus ojos de los de ella.
—No—musitó lentamente.
—Pensé que en Zoélandia había clubs nocturnos—comentó divertido y ambos rieron un poco.
—No los hay...—le aseguró la pelinegra y Erick jugueteó con su mano proporcionándole pequeñas caricias que hicieron que la piel de la muchacha volviera a erizarse.
—Bien, pues en vista de que tú no sabes bailar...yo te enseño—ofreció con una sonrisa en los labios y el corazón de Zoé se aceleró de nueva cuenta.
—¿Eres un buen bailarín?—cuestionó la muchacha en tono burlón.
—No—respondió de inmediato—pero te prometo que voy a hacer mi mejor esfuerzo...—declaró elevando su mano en señal de juramento. Zoé se echó a reír y colocó la palma de su mano encima de la de Erick.
—Entonces acepto encantada...
Los pies le dolían tanto que era un verdadero milagro que Zoé Bulman siguiera de pie. Tenía la necesidad de pedir a gritos que la llevasen a su casa para darse una ducha y dormir hasta el año siguiente.
Pero también tenía que admitir que esa era la noche más divertida de su vida. Se había reído tanto que si al día siguiente podía hablar entonces ese sería otro milagro. Por qué Zoé ya creía en los milagros.
Always hope ¿no?
—¿Tienes sed?—cuestionó Erick mirándola un momento. La chica rio y asintió de inmediato. Erick le ofreció una amplia sonrisa y tomando su mano la condujo hasta la mesa de sus amigos. El único que seguía sentado era Luca pero ahora parecía totalmente ebrio. Nathaly no había prado de bailar un solo momento con Christopher mientras Bethan y Nicolás se habían perdido hacía un buen rato entre la multitud—Dame un segundo, iré a conseguir algo de beber—demandó Erick antes de perderse en la multitud para ir hasta la barra de bebidas.
—Zoé—la llamó Luca poniéndose de pie. La muchacha se quedó quieta observándolo fijamente sin saber que más hacer. Él la incomodaba un poco y por más que tratase de que eso cambiara, no podía.
Sentía la necesidad de alejarse de él y su suerte era tan mala que siempre terminaba cerca. Definitivamente su suerte era la peor.
—¿Sí?—susurró ella sin dejar de observarlo fijamente.
—¿Quieres bailar conmigo? —cuestionó arrastrando las palabras. Zoé inspiró profundamente y apartó la mirada de inmediato evitando no hacer contacto visual con él porque era tanto el nerviosismo que sentía que le daba pánico.
—La verdad es que estoy cansada—respondió la muchacha y automáticamente los vibrantes y enigmáticos ojos celestes del muchacho brillaron. Una sonrisa indescifrable se instaló en sus labios y luego una risa divertida e irónica brotó de sus labios.
Dio un tambaleante paso hacia adelante y por pura inercia presa del pánico Zoé retrocedió otro tratando de mantenerse lo más lejos posible de él. Deseaba que en ese mismo momento Erick o cualquiera de los chicos llegaran para que la salvaran.
Algo en la mirada azulada de Luca no le gustaba y la hacía querer huir.
—¿Y para bailar con Erick no estás cansada?—cuestionó sin dejar de observarla a los ojos.
El corazón de Zoé se estremeció dentro de su pecho pero se mantuvo en silencio—Basta—pronunció titubeante.
—¿Qué es lo que le miras a él, Zoé? En toda la noche n has sido capaz de darme si quiera una estúpida mirada. Lo único que quería era bailar contigo una maldita canción pero te la has pasado todo el tiempo pegada a Colón.—reclamó.—Quería charlar contigo pero tú ni siquiera me has dado el tiempo necesario porque has estado todo el maldito tiempo colgada de su brazo... ¿y sabes que es lo peor, Zoé? ¡Que mientras tú tratas patéticamente de conquistarlo él sigue pensando en Audrey! Porque no importa cuántas cosas hagas él siempre va a pensar en ella, el recuerdo de Audrey siempre va a poder más que tú y tus patéticos intentos por ser visible para él...—vociferó y aunque ella no quisiese aceptarlo, le dolió.
Le dolieron cada una de las palabras del muchacho.
—¡Cierra la boca y deja de decir tanta mierda!—exclamó Erick antes de lanzarse sobre él. El puño cerrado del ojiverde se estrelló con fuerza en la mejilla del chico antes de que comenzaran a llover golpes entre ambos. Zoé gritó por ayuda pero era tan patético darse cuenta que en lugar de ayudar a detener la pelea, los alentaban. Christopher corrió en dirección a ellos y apartó a Erick del cuerpo del muchacho. —Nunca en tu maldita vida vuelvas a pronunciar el nombre de Audrey, no eres digno de ella...y nunca vas a serlo—chilló ofendido.
Zoé los observó a ambos en completo silencio antes de marcharse. Estaba harta y había sido suficiente para esa noche. Erick se zafó de los brazos de Christopher antes de echarse a caminar detrás de Zoé.
—¡Zoé!—la llamó pero ella no respondió.—Zoé, por favor...escúchame...
—¿Qué sucede ahora?—cuestionó con las mejillas sonrojadas.
—Todo lo que él dijo...todo eso es mentira...—explicó agitadamente.
—No tienes que explicarme nada, Er.—hizo una pausa—Todo está bien...
—Pero Zoé... —replicó de inmediato.
—Erick de verdad...
—¡Zoé!—masculló aferrándose a su mano haciéndola girar sobre sus talones. Zoé se tambaleó un poco y se quedó quieta observándolo fijamente. Tenía un golpe en la mejilla que de a poco se iba inflamando un poco y un corte sobre la ceja—Me encantas...—y luego simplemente lo hizo.
¡Erick Brian Colón la estaba besando!
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Chicas, de verdad les quiero pedir una súper disculpa por no haber estado tan activa en los últimos tres días pero de repente tuve tres días realmente complicados.
Espero que hayan disfrutado de todos los capítulos y nos leemos pronto.
Muchos besos, Gloria, xx.
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