C10: Zoélandia.

Capítulo para: GuadalupeRojas0409

¡¡BESOS PAISANA!!😘😘😘

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—Tranquilo, Erick—murmuró Zoé lanzándole una mirada suplicante a Christopher mientras su corazón amenazaba con salirse de su pecho.

Erick se aferró al cuerpo de la muchacha sin importarle nada en absoluto y ella suspiró pausadamente. —No sé cómo seguir...esa estúpida carta me regresó de golpe a la realidad, no sé que hacer...—explicó en medio del llanto.

Christopher observó a Zoé que seguía sin saber qué hacer y asintió un poco haciéndole una pequeña señal para que ella lo abrazase. Él mejor que nadie sabía que todo lo que tuviese que ver con Audrey para Erick era delicado, lo seguía siendo y lo sería siempre.

—Vamos, Erick. Yo conduciré—decidió Christopher saliendo del auto.—Zoé y tú...al asiento de atrás, ya...


—¿Estás seguro que puedes conducir?—cuestionó Christopher observando al cubano sentado frente al volante del auto.—Yo puedo llevar a Zoé para tú vayas directamente a casa—explicó en medio de un pequeño suspiro.

—No. Está bien, yo puedo hacerlo solo—decretó el muchacho—y tampoco es necesario que tú la lleves, la llevaré yo. Estoy bien, de verdad—inquirió mirándole fugazmente.—Te llamaré cuándo llegue a casa ¿de acuerdo?—cuestionó en un murmuro.

—Claro—hizo una pausa—Estaré esperando tu llamado—anunció el ecuatoriano al tiempo que Erick arrancaba el auto.

Zoé se mantenía en silencio porque ya había aprendido que las discusiones entre esos era totalmente imposible que ella les ganara. Además, todavía estaba el hecho de que era extraño todo lo que había pasado con Erick. La manera en la que él se había echado a llorar en sus brazos y la sensación que sin poder evitarlo se había apoderado de su cuerpo.

Observó la ventanilla del auto y soltó un pequeño suspiro provocando en el proceso que Erick le lanzara una pequeña mirada.—Creo que nosotros no comenzamos con el pie derecho—anunció en voz baja.—Bueno, en realidad tú lo hiciste pero yo no te di la oportunidad...

—Está bien, no pasa nada—respondió ella.

—Zoé...sé que a veces puedo llegar a ser un antipático pero...en realidad no lo hago a propósito...las cosas para mí en los últimos dos años no han sido buenas...es más ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que compartí un momento agradable con mis amigos olvidándome de todo lo que me rodea...—Zoé llevó sus ojos hasta la figura masculina que conducía a su lado y soltó un pequeño suspiro.

—No tienes que excusarte ni nada por el estilo, Erick. No te estoy pidiendo explicaciones o algo así—demandó la muchacha apartando la mirada.

—Sobre lo que pasó hace un rato...

—Lo que paso hace un rato, no te preocupes por eso.—hizo una pausa—No le voy a decir nada a nadie si eso es lo que te preocupa—anunció en medio de un suspiro al mismo tiempo que auto se detenía frente a un semáforo en rojo.

—No es eso...es...empecemos de nuevo, Zoé—pidió y la chica lo observó en silencio.

—¿Empezar de nuevo?—cuestionó llena de duda. Erick apartó una de sus manos del volante y se la tendió a la muchacha.

—Mucho gusto, soy Erick Brian Colón—se presentó con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.

Había algo en ese muchacho que Zoé no terminaba de comprender pero le parecía...diferente y no era precisamente el hecho de que los bordes de sus lindos ojos verdes estuviesen rojizos por todo lo que había llorado un rato antes, era otra cosa. Algo mucho más grande que eso pero no podía comprender. En ese momento mientras lo observaba a los ojos se dio cuenta que en realidad su mirada se le hacía familiar pero para su mala suerte tampoco podía recordar de dónde.

Soltó un pequeño suspiro y tomó la mano que Erick le ofrecía.—Zoé Bulman—respondió ella correspondiendo a su saludo.

La piel de Erick se erizó de inmediato y una extraña sensación que apoderó de su cuerpo. Era extraño pero también era agradable. —Escucha...sé que debes de estar pensando miles de cosas pero en este momento no quiero ir a mi casa aún...tengo tantas cosas que pensar que...nos desviaremos un poco—anunció.

—¿Qué?

—No te preocupes no será por mucho tiempo. Acompáñame por favor, Zoé...no quiero ir solo—suplicó observándole un poco.

Zoé se quedó en silencio sopesando la propuesta del muchacho. Ella no perdía nada con acompañarlo. Le daba lo mismo si regresaba tarde o temprano a casa porque de todos modos no tenía nada que hacer. Pero por otro lado la idea de acompañar a Erick a un lugar que sólo él sabía le parecía algo realmente...alucinante y perturbadora al mismo tiempo.

Sentía tanta curiosidad pero a la vez sentía temor.—¿Zoé?—cuestionó el muchacho cuando se dio cuenta que la chica estaba en una especie de trance.

—Lo siento—susurró.—Escucha, no quiero que pienses que soy una descortés o algo por el estilo...pero no creo que sea correcto que yo te acompañe si es algo personal...estamos empezando nuestra amistad desde cero pero yo no...

—Por favor...—pidió el chico.

Zoé pestañeó un par de veces sintiendo de nueva cuenta su corazón agitarse con anticipación. Definitivamente tenía que ir al médico para que la revisaran. Seguramente no era normal que latiera de esa manera tan loca cada momento.

—Está bien...iré contigo...—anunció retorciendo sus manos ansiosamente.—¿A dónde se supone que estamos yendo?—cuestionò casualmente.

Erick soltó un largo suspiró y contempló la carretera frente a ellos.—A ver a Audrey...


Era tan feo como lo recordaba.

Feo era la única palabra que se le ocurría para describir ese lugar.

Erick avanzó junto a Zoé por los pasillos del cementerio observando las lápidas que se extendían a sus lados. Su cabeza zumbaba pensando en todo y en la nada a la vez mientras su acompañante se mantenía en silencio observando detenidamente el lugar por el que estaba avanzado.

Para él volver a pisar ese lugar luego de un año era la cosa más difícil que había hecho en su vida. La última vez que lo había hecho había sido a las dos de la mañana cuándo se encontraba tan ebrio que a duras penas podría recordar su nombre. Había cortado un montón de flores de las jardineras del cementerio y las había colocado en los jarrones mármol de la tumba de su novia. Pero ahora estaba volviendo, estaba totalmente sobrio y más consiente que nunca y no sólo eso. Zoé lo estaba acompañando.

—Audrey Valerie  Smith—murmuró la chica en voz baja contemplando la lápida frente a ellos al final del pasillo.

—Era realmente bella—musitó el muchacho y Zoé sonrió un poco.

—No lo dudo ni un poquito—añadió en medio de un suspiro.

—A veces tengo la sensación de que Audrey sigue aquí conmigo ¿sabes? Tengo la impresión de que todo esto no es más que una pesadilla de horror y que en cualquier momento voy a despertar...ella va a estar ahí observándome con esa sonrisa tan hermosa y esos ojos que me volvían loco—El corazón de Zoé se aceleró de inmediato y llevó sus ojos hasta el chico de los ojos verdes que seguía con la mirada clavada en la lápida que llevaba el nombre de la muchacha.

—Una persona por ahí me dijo una vez que cuando amas a una persona y esta se va, la única manera en la que puede seguir viva es recordándola siempre con amor...—explicó en un murmullo.—Así que...mientras sigas recordando a Audrey con amor ella nunca se irá—añadió y Erick la miró un momento.

—¿Tú crees eso?—cuestionó él en un murmuro.

—Si—respondió la muchacha colocando su mano encima del hombro de Erick en señal de apoyo.—Estoy completamente segura de ello...

—¿De qué planeta vienes, Zoé?—preguntó el muchacho en un hilo de voz.

—¿Qué?

—Es que creo que no eres de este planeta...siempre tienes algo que decir...y no es cualquier cosa, tienes el don de dejar pensando a las personas con el tipo de cosas que dices...

—De Zoélandia.—bromeó un poco—Pero en serio, Erick. Estoy completamente segura que desde donde este, Audrey debe estar realmente orgullosa de ti...

—Eso espero realmente—susurró mirándole con una sonrisa cansada.—¿Sabes? Desde hace varios días he estado pensándolo mucho, Zoé...quiero dejar atrás todo el pasado pero no sabía como hacerlo...hoy cuándo leí la carta que ella escribió para mi creo que me llegó el pequeño empujoncito que necesitaba para hacerlo...quiero dejar todo atrás, Zoé...quiero poder cumplir la promesa que le hice a Audrey...quiero seguir con mi vida...sin ataduras al pasado—Zoé lo observó en silencio y pestañeó un par de veces.

—¿En serio?—Erick asintió solemnemente y Zoé sonrió un poco.—Pues si eso es lo que tú quieres sabes que tienes a unos amigos realmente increíbles que te van a apoyar en todo, Erick...tus amigos son el tipo de personas que vale la pena mantener en tu vida...

—Lo sé—respondió él.—Audrey murió de cáncer—informó y la chica apartó la mirada de inmediato.

—No tienes que contármelo, Erick.—decidió de inmediato.

—Tenía un tumor en uno de los riñones, ese cáncer llamado tumor de Wilms...—Zoé se sentó en el pasto con las piernas cruzadas y la mirada fija en la lápida de Audrey. Erick sonrió un poco y se sentó a su lado adoptando la misma postura—murió en la operación...en medio de una crisis respiratoria...

La chica dejó escapar el aire de sus pulmones de golpe y lo contempló un segundo—Lo siento mucho, Erick...

—Audrey sabía que se iba a morir...siempre me dijo que tenía que aceptarlo pero yo me rehusaba...tal vez si lo hubiese hecho cuando ella me lo pidió no me hubiese sumido en un hoyo sin salida varios meses después de su muerte—explicó calmadamente tratando de no echarse a llorar de nueva cuenta.

Y Zoé se quedó callada porque esta vez no tenía nada para decir. La historia que Erick le estaba contando era más o menos igual a lo que ella había vivido con sus padres. Mientras ella aceptaba su realidad ellos se aferraban al pequeño rayo de esperanza que había para ella.

—De verdad, no tienes que seguir, Erick...

—Le pedí que se casara conmigo y se negó—soltó de golpe. Zoé lo miró un momento y se sintió desfallecer automáticamente.—Pero me dejó una lista de deseos que yo tenía que cumplir...

—¿Una lista de deseos?—cuestionó en medio de un jadeo de sorpresa. Erick posó sus ojos en ella y automáticamente su corazón se aceleró.

—Si—susurró—Y el punto que más me ha costado cumplir es el último—le informó y apartó la mirada—La verdad es que no puedo cumplirlo por mucho que quisiera...el amor que siento por Audrey...el que sentí mientras ella estaba viva va a acompañarme por el resto de mi vida...es...es algo mucho más fuerte que yo ¿sabes? No sé como hacerlo pero a veces me gustaría tener un interruptor interior para poder apagar todos los sentimientos que tengo...para poder olvidarme de toda la mierda en la que se ha convertido mi vida en el último año. Me gustaría tener una máquina del tiempo y luego poder congelarlo para no tenerla que dejar ir nunca más—Zoé parpadeó un par de veces e inspiró profundamente.

—No digas eso, Erick—murmuró jugueteando con una hierba del pasto.—¿De verdad te hubiese gustado tener a Audrey para siempre aún sabiendo que ella estaba sufriendo?

—No.—respondió automáticamente.

—Ahí lo tienes...esa es la respuesta que estabas buscando—farfulló por lo bajo.

—Zoé... ¿me puedes hacer un favor?—cuestionó Erick y ella asintió de inmediato.

—Lo que quieras, Erick—decidió.

—Primero dime Er, somos amigos y esa es la manera en la que mis amigos me llaman—las mejillas de la muchacha enrojecieron de inmediato—Y segundo...me llevarías contigo a Zoélandia...

Zoé rio en voz baja y Erick le tendió su mano.—Claro. Bienvenido a Zoélandia, Er...

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¿Alguien más quiere ir a Zoélandia con Erick y Zoé? *inserte lunita negra* jajaj

Nos leemos al ratón, ahre.

Besos, Gloria. :B

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