-Hoodie rojo-

Notas: Ningún personaje me pertenece, todo es obra de su respectivo autor/creador. Lo mismo para los fanarts utilizados en la multimedia y portada.

Advertencia: Pareja homosexual. Headcanons.

Hace mucho que no escribía para el fandom, pero aun así me atrevo a dedicar mi temporal regreso a mi linda novia SweetyGirl90 . Ojalá lo goces, bby. Gracias por un año de aguante <3

-Hoodie rojo-

Bien, Jeremy, esta vez se espera que logres aprender algo.

Eso de "Nunca entiendes completamente a otro hasta estar en sus zapatos" jamás tuvo tanto sentido como en este preciso momento, incluso si en su antigua opinión no tenía sentido suficiente para dar importancia.

Y es que para Jeremy Heere luego de enfrentar a una pastillita japonesa con aires de grandeza y un ejército zombie, soportar la tortuosa de las ofertas de juegos en Steam y juntar sus nervios en lo más profundo de su cerebro para cenar con sus posibles madrastra y hermanastro, ya no parecía existir peor predicamento para su salud mental; pero para su fortuna o desgracia, nuevamente el universo parecía confabular por demostrarle cuan equivocado estaba y lo mucho que los detalles más mínimos del día a día podrían jugar en contra a su débil manejo de estrés.

No, en estos precisos momentos hasta cualquiera de aquellos escenarios parecía un juego gratis recomendado de móvil en comparación a lo que lo tenía debatiendo en alguna esquina de su cuarto, justo al lado de su meza de noche y cama, donde el sol nunca daba.

Donde... Probablemente él tardaría más en notar gracias al camuflaje de ropa esparcida en cada rincón de la habitación, permitiéndole conservarse como estaba quizás un par de horas más. Todo dependía de que tan drogado estuviera ya (Era viernes, todos se meten un porro los viernes) o si en su latente búsqueda perdió sus gafas de nuevo.

Y sí, lo sé. Muchos se preguntarán ¿Qué locura debió mandarse el joven Heere como para necesitar huir de tal manera que ni la mafia rusa podría encontrarlo? Bueno, era algo simple de hecho.

Subestimó a los rumores tontos y a su propia estupidez... De nuevo.

Ay, Jeremías. Uno creería que luego de tantos golpes duro como los fallos obtenidos con hacks de internet o burlas a Tik Tok, pero la realidad es que a veces no aprendía ni cayendo 10 veces.

No, porque Jeremy terminaba levantándose por onceava vez, y con ello terminaba en otra tontería de manera eventual, justo como hoy.

Remontándonos a unas varias horas atrás del mismo día...

.

..

...

..

.

No había hecho gran cosa, la verdad. Eran los primeros días de vacaciones, por lo que aún se estaba reponiendo del estrés de los exámenes recientemente pasados, por lo que su lista de actividades no superaba a visitar a Michael para jugar videojuegos hasta quedar caer rendidos sobre los puff del sótano Mell a darse algún tipo de autoamor para tener dulces sueños con el morenazo que tenía por novio.

Oh, sí. A eso le llamaba un buen descanso invernal.

Sin embargo, su visita de hoy a la casa de los Mell no tenía que ver con nada de eso, sino precisamente para dejar un poco sedentarismo y hacer solidaridad a su novio, quien se vio envuelto a la limpieza invernal desde que se levantó por la mañana.

Según había entendido en sus audios de Whatsapp, las madres de éste le habían dado un ultimátum para dejar en óptimas condiciones el sótano o no habrían más reuniones de ningún tipo allí abajo hasta que ella mismas pusieran manos a la obra sobre el lugar. Siendo sincero, no podía culparlas; precisamente el otro día tuvo que espantar a un mapache que intentó ingresar por una pequeña ventanilla, muy probablemente atraído por el aroma a papitas del lugar.

O a marihuana, tampoco esa opción sería tan extraña.

En fin, el punto era que todo aquello apanicó más que suficiente al joven de gafas, tanto por el posible atraco a su "nido geek de amor" por parte de sus madres como su nula posibilidad de privacidad real si es que el jodido lugar quedaba en cuarentena hasta nuevo aviso.

Renunciar a sus arrumacos gays con Jeremy o noche de porros no era opción, así que... ¡A limpiar se había dicho!

Y eso lo traía a su situación del día, para cuando el de pecas fue llegando luego de recibir tantos audios y mensajes explicativos como de disculpa por no poder recibirlo desde temprano como acostumbraban, todo por estar ya dejando para el recolector su tercera bolsa de basura.

Era increíble lo que un par de adolescentes podrían acumular luego de casi un año de solo barrer y quitar el polvo por encima.

Pero bueno, para ayudar a hacer mucho más que solo eso es que estaba aquí ¿No? Y más que justo a tiempo para sorprender a su novio separando la basura orgánica de la inorgánica con guantes de látex, además de un chaleco de bolsa de compras arrugado y aparentemente manchado con restos de detergente.

- ¡Hey, tú! ¡Sí, tú! ¡El del sensual falso chaleco manchado! - Dios, incluso con eso puesto podía ver claramente la robusta pero abrazable figura bronceada debajo del plástico trasparente y el borroso Eslogan de Pinkberry's; al parecer quedar solo con ello cubriendo su torso fue la mejor táctica pensada para no sacrificar su conocido Hoodie rojo; lo que sorpresivamente aun permitía a Michael lucir más que solo apuesto ante sus ojos. - ¿Le va bien salvándonos del calentamiento global, señor Mell? - No podría haber dado un mejor saludo, aun con su mal intento de acento seductor.

La mezcla de sorpresa y vergüenza mal disimulada en Michael siempre valía oro puro, así conseguirlo ello implicara que más adelante de seguro de la cobrara.

- ¿Jeremy? - Casi pegó un brinco botando lo que traía de tan solo oír su voz, pero logró contenerse a tiempo antes de armar un desastre propio. - Wow, eso fue rápido.

Vale, que le había estado enviando sus quejas desde temprano, pero no creyó que vendría antes del almuerzo a salvarle un poco de su sudado pellejo.

El aludido sonrió, acercándose para ver en qué aportar su mano a su vez que seguía hablando.

- ¿Qué puedo decir? Moría por verte envuelto en plástico, casi como... ¿Un caramelo de café? - Se la estaba buscando, lo sabía a la perfección, pero aun así no lograba contenerse.

¡No era su culpa!

Entre pasar tanto tiempo oyendo los chistes malos de Rich mientras lo ayudaba a buscar un obsequio para Brooke como su más reciente maratón de South Park, era imposible no hacer alusión a bromas con aires que los estándares políticamente correctos de Disney no aprobarían.

Pero... Hey, que él no veía problema si su mala broma era devuelta, aunque percibir ka clara intención del filipino por lanzarle una cascara vieja de plátano se le hacía un tanto excesivo.

- ¿Sabes? Ignoraré tu pésimo intento de aludir a mi sexy cobertura de capuccino porque ya me siento morir luego de toda una mañana de separar hasta embalses de yogurth de restos de restos de bolsas de galletas y lo único que me alivia es ver a mi lindo Jer-bear viniendo a mi rescate. - Forzó una falsa sonrisa inocente mientras extendía sus brazos hacia el de cabellos cobrizos, recibiendo un chillido por parte del aludido.

- ¿Ehh? ¡Ah, no...! ¡No, vete! ¡Aléjate de mí, apestoso! ¡Vengo de una ducha...! ¡Ayuda! ¡S.O.S!

Oh, ya captó sus intenciones, pero era muy tarde. El de gafas no se detendría por nada y menos a tan solo un metro de distancia.

- ¡Michael makes an entrance!

Y lo siguiente que pudo oírse fue quizás un grito en tal tono que pocos imaginarían ser capaz de llegar cualquier garganta adolescente, seguido de maldiciones sí propias de ellos y unas risotadas en eco que dejó con duda a los pocos vecinos presentes tan temprano sobre si llamar a la policía por un par de locos frente a la casa Mell o ignorarlo mientras subían el volumen a su película en Netflix.

Lo normal en aquella calle.

Bien, una vez la innecesaria disputa del basurero fue interrumpida por la mirada confusa del recolector de la cuadra, ambos volvieron a la seriedad del asunto y, por ende, culminaron lo que quedaba de limpieza y orden en el sótano.

Afortunadamente para ambos, Michael para aquel punto ya había avanzado bastante respecto a la higiénica tarea, y por ende quedaban muy pocas cosas por hacer, entre ellas ordenar algunos muebles y dejar las prendas encontradas en la cesta de ropa.

Esto último terminó siendo el aporte de Jeremy una vez venció en el piedra, papel o tijera. No lo culpen, entre empujar un ropero gigantesco con su esquelético ser y lanzar prendas sucias en bolas como si fuera una versión escocesa de Michael Jordan, prefería esto de muy lejos.

Además de que en poco tiempo tal vez el propio moreno se le uniría.

- Ok... Creo que ésta es la última cosa que necesito subir arriba. - Habló el dueño de casa con una sonrisa de autosuficiencia, cargando con las fuerzas que le quedaban una caja llena de pares de zapatos perdidos y revistas de jardinería japonesa de sus madres, de seguro se ganaría doble ración de tarta de queso cuando les mostrara su tesoro escondido.

Ya no traía aquella bolsa puesta, lo que dejaba a la vista el cambio de ella por una camiseta sin mangas y con estampados de minions al frente.

No es como si a Michael o Jeremy les entrara pudor a éstas alturas, o que el filipino no tuviera permitido andar mostrando sus "sensuales llantitas de malvaviscos", solo que prefería exponerse a la vista de su chico ideal una vez se quitase todo el sudor y polvo de encima, cosa que haría prontamente al terminar la encomienda de limpieza.

- Te veo en un rato, Jer-Bear~

- ¡No te pierdas en el camino!

- ¡Aun no he fumado lo suficiente!

Y dicho aquello, Jeremy lo vio desaparecer escalones arriba en medio de risotadas, por lo que siguió lo suyo. No le quedaba mucho tampoco, tan solo un par de prendas más y el puff a sus pies quedaría libre para caer rendido encima.

A diferencia de lo que cualquiera pensaría, su novio no era tan desordenado en cuanto a prendas. La mayoría que terminó en lugar de la cesta fue más por la espontaneidad de ciertos momentos " cariñosos " que por alguna mala costumbre de dejar calcetines o camisetas en los sótanos.

Y sí, se admitía culpable como cómplice, pero nadie con un novio tan tentador como pecaminoso y con curiosos brownies de chocolate para noquear su sistema ya sea de azúcar o "azúcar" tenía derecho a juzgarlo. Además, ya estaban superando esa etapa, descubrieron hace nada que la comodidad del sommier recién instalado en el cuarto de arriba o en la privacidad de la casa Heere era mucho mejor, así como también lo eran los panecillos de manzana de aquella cafetería nueva llamada "Lulu's".

De solo pensarlo le hacía olvidar el ya lleno cesto de ropa, cediendo su peso sobre el aplastado mueble, a su vez que un familiar aroma golpeaba su nariz.

Olía a... ¿Michael?

Levantó de nuevo el rostro, buscándolo con la vista por un breve instante, solo para al final caer en cuenta que no desarrolló un súper olfato canino ni Michael estaba ya allí, tan solo era que enterró la cara en el Hoodie rojo del moreno, mismo que reposaba sobre el puff de manera tan sutil que apenas lo notaba ahora.

Lo dejó aquí... Supuso que ello ocurrió antes del cambio para acomodar las bolsas de basura, por lo que de seguro vendría a recuperarla tras tomar un baño rápido.

Pensando en ello, no pudo evitar sonreír mientras volvía a acomodarse sobre la prenda, inhalando hondo aquel seductor, pero relajante perfume de desodorante masculino, galletas de la noche anterior y suavizante de vainilla, el favorito de la señora Mell. Para muchos sonaría a un revoltijo que no combinaba, pero para Jeremy era un bonito perfume que le recordaba al simpático chico que robaba sus sueños de todo tipo.

Y se sentía bien, como dando puntos extras a sus ratos de descanso, aunque no supiera explicar el por qué. ¿Tendría algo que ver a esos instintos animales que supuestamente su especie ya superó? Esto parecía costumbre de cachorro, pero estaba seguro que sabía de niños que se apegaban a objetos que les recordaba olfativamente a sus progenitores o niñeros.

Como si eso les diera cierta seguridad.

No recordaba si de niño lo hizo ni quería hacerlo ahora, prefería el placer de enfocarse en la prenda ajena por unos minutos más.

Se había prometido a sí mismo a no volver a sobrepensar excesivamente las cosas, y en lugar de ello, a aceptar disfrutar lo que tenía a la mano.

En su peculiar caso se trataba de una vieja, pero adorada prenda de su mejor amigo y novio, misma que años atrás resultó de un obsequio importante para el joven Mell y que en la actualidad atesoraba como nunca. Él mejor que nadie lo sabía, y ahora que se estaba tomando su tiempo para perderse en su nostálgico aroma, creía entender por qué.

¡Jesucristo!

Casi sentía que se estaba por convertir en aquellas novias que roban prendas a sus novios, esas de las que Brooke y Jenna tanto comentaban a veces. Siendo sincero, alguna vez llegó a creer que aquello no era más que una mentira un tanto exagerada de internet, pero con esto que sentía ahora comenzaba a creer que subestimó al tonto rumor.

— ¡Al fin! ¡Libertad! ¡Hey, Je-bear! ¿No te molesta si tomo una ducha rápida? Porque me muero a que te me unas al maratón de ese juego de Isaac del que te llevo hablando por semanas, pero francamente me urge un baño que purifique mi ser con el calor que tengo.

— Por supuesto, no hay problema. ¿Te ayudo con la esponja?

— No me tientes, mamá no debe tardar en llegar y se supone que aun somos sus angelitos. Recuerda, las papitas y refrescos siguen donde siempre.

Fue así como entre risas y bromas lo vio partir, a su vez que se permitía una vez más volver a su propio entretenimiento: oler la ropa de su novio.

...Ok, si lo pensaba de ese modo sonaba turbio y sucio, pero... ¿Quién no muestra ese lado suyo estando en soledad?

— ¡Michael makes an entrance! ¿Listo para jugar?

— ¡Siempre lo estoy!

Y entonces todo perdió importancia, y con ello, comenzaron a jugar lado a lado, como si no hubiera mañana.

Hasta que... Llegó el fatídico momento en que su cerebro le jugó una mala.

Todo iba bien, el juego estaba en su punto y en menos de nada terminarían las primeras horas cruciales para familiarizarse con todo el mundo y personajes de su más reciente vicio, hasta que un ligero escalofrío recorrió el cuerpo de Michael, y con ello, fue regresado a la consciencia del clima del mes que se encontraban viviendo.

— Uhn... Ahora que estoy quieto siento un poco el frío... -Comentó de repente, recordándole a Jeremy algo que ignoró hasta ahora: no lo había visto ponerse en hoodie de nuevo. Es más, si se tomó la molestia de comentárselo ni nada por el estilo.- ¿Uh? Hey, Jeremy ¿Has visto mi hoodie? Juraría que lo dejé aquí hoy.

Y en efecto, así fue. Sin embargo, la prenda ya no se encontraba en el mismo sitio sobre el puff, sino hecho bola a un lado de los pies de Jeremy, justo al lado opuesto donde Michael podría verlo y cubierto por la mochila ajena de su visitante.

Todo convenientemente preparado como para pasar totalmente de la consciencia del dueño real, excepto si... El de cabellera cobriza hablara.

Y para sorpresa del propio aludido no lo hizo.

— ¿Eh? Bueno, yo... No recuerdo. - Mintió, sintiendo un cosquilleo en su espalda junto a cierto golpe de culpa. Ni siquiera lo pensó medio segundo y dio esa deliberada respuesta.- El cesto de la ropa ¿Quizás?

Bueno, sí. Cúlpenlo, fue un idiota, uno que de seguro se arrepentiría luego. Tenía una cara muy dura, lo suficiente quizás para sobrevivir al golpe que se ganaría de ser descubierto, pero... ¿Podrían culparlo del todo? ¡No estaba pensando con la cabeza! No la de arriba que vería el pesar ajeno, sino otra que tal vez fantaseó en exceso con la inocente prenda que escondía discretamente tras su mochila.

Malditas hormonas, maldito impulso de idiotez. No aprendía ni luego de casi destruir su escuela con una pastilla japonesa.

"Me iré al infierno..."

Aunque a estas alturas... ¿Quién dijo "miedo"? Al menos eso se repetía en lo que veía al moreno dudoso, como deseando buscar en lo más profundo de su memoria por lo teorizado.

— Podría ser... Mierda, ni me fijé en lo que lancé a la lavadora. – Le sucedió una vez con media barra de chocolate que escondió en su bolsillo y otra con unas calcetas que se desteñían y nunca debía lavar con nada más claro; su madre quedó sin camisas blancas por semanas.- ¡Y aun debo esperar a que se seque luego! ¡¿Qué voy a hacer?!

Morir de frío era una opción, así como la posibilidad de subir a buscar algo más por mientras.

También quedaba la decisión de Jeremy por decir algo, aunque no era lo que Pepe Grillo aconsejaría.

— Tranquilo, Michi. Seguro podrás aguantar hasta que esté limpio y seco de nuevo.

Si el Squip siguiera aquí, se mofaría de su descaro.

— ¡Pero me siento desnudo sin el!

Dios, esto era tan malvado como aplastar las frituras para no convidar y el pecoso lo sabía, pero... Aun así, lo mejor que se atrevió a hacer fue extender sus brazos mientras apegaba un poco los puff de ambos.

— Yo te puedo abrazar de a mientras ¿No? -Era una propuesta amable y que, a pesar de la mirada dudosa del castaño, terminó aceptando tras recostarse un poco en el hombro ajeno.

— Eso... Eso se siente bien.

"Lo siento, My player 1. Pero... Solo será por hoy." Se prometió con un deje de culpabilidad, palmeando suave la cabellera ajena antes de volver a jugar y mirando con disimulo al bulto de su mochila.

Lo devolvería... ¡De verdad lo haría!

...

Oh, pero la actualidad fue un tanto diferente a su promesa interna.

Sabía cuán importante era esa prenda para Michael y no tenía corazón para verle sufrir por su falta por más de una tarde.

Pero cuando amaneció y despertó aun envuelto en aquella adictiva calidez, fue obvio que no iba a ser tan fácil devolverla como lo imaginó.

"Hola, Jer-bear.

¿Sabes? Ya la ropa está lista... ¡Pero mi hoodie no está allí!"

"Mamá dice que tal vez la lavadora se lo tragó, pero sé que solo me está tomando el pelo."

"¡Eso que dice es imposible!"

"Lo es ¿Cierto?"

"En fin, seguiré buscando. Dulces sueños, Jer-bear. Perdona por dejarte solito en el chat hoy TnT"

"¡Buen día, corazón de dorito!

Busqué toda la noche, mi bebé no está aquí :'(

Comienzo a creer que tal vez lo boté y no me di cuenta.

Kill me pls."

"Solo como pregunta hipotética ¿Me acompañarías a buscarla en el deposito de basura?"

"Olvida eso, mamá ya está buscando ofertas de hoodie en Amazón... ¡Pero yo sólo quiero la mía! :'c"

"Como sea, seguiré buscando ;;;;"

Ciertamente, era un desgraciado.

Lo sabía.

Pero es que al despertar se sentía tan bien usando el hoodie rojo que pudo olvidar su culpabilidad unos segundos antes de volver a la realidad y responder al mensaje.

" Buen día.

Descuida, yo te ayudo en lo que sea <3"

Bien. Con esto ya tenía su premio al novio pendejo del año, así como la excusa para dejar de lado su egoísmo pajero y planificar como devolverle la prenda sin morir en el intento, cosa muy difícil considerando que llegó tan lejos.

Y la cosa solo empeoró en la siguiente respuesta recibida, misma que lo envolvería en su más grande problema solo minutos después.

"Gracias, amor. Sabía que podía confiar en ti.

Estoy cerca de tu casa por unas compras ¿Puedo caer un rato?

Necesito cariño uwu"

.

..

...

..

.

Y este era el final de su trágica historia.

Sí, sabía lo que más de uno se preguntaría, e incluso el mismo lo hacía mientras se removía bajo las prendas sin planchar de su cuarto:

¿En qué estaba pensando cuando le dijo que sí deliberadamente, causando su actual situación?

Lo mismo que cuando creyó que era buena idea llevarse por una noche el jodido hoodie: NADA.

Y justo por ello, de seguro moriría cuando Michael lo encontrara; a quien dicho sea de paso llevaba rato viéndolo mientras lo buscaba, aparentemente dudando de su salud madurez por "jugar a las escondidillas" a su edad.

¿Cómo pasó esto?

Pues fue el resultado de abrirle la puerta a su novio y subir arriba como condenado mientras gritaba de la nada un "¡A ver si me encuentras!". Que el filipino no haya llamado al 911 por verlo actuar como un loco ya debía agradecer, y más aún cuando le siguió el juego.

En el fondo aún eran niños... Y unos muy estúpidos.

De igual modo eso no ayudaba ni cambiaba nada.

Y bien, así es como terminó en su actual dilema, estúpidamente oculto entre su propio montón de ropa, aun con el Hoodie ajeno puesto y el dueño de éste a pocos metros suyos.

En serio, Heere, eres un idiota.

No solo tenía las manos en la masa... ¡Sino todo el cuerpo mal acurrucado y su 'cazador' estaba justo allí!

Bien, hecho Jeremy. Oficialmente eres el peor escapista del mundo, y probablemente gracias a ello, quien moriría primero en una dramática historia de huida, armas y alcohol, pero eso no era lo importante ahora, sino el hecho de tener a Michael allí mismo y no solo buscándolo a él, sino al hoodie rojo que se supone le dijo no haber visto antes.

¿Cómo rayos le explicaría que lo traía puesto y su instinto dependiente no superado/masturbador le impedía querer devolverlo aun?

Tal vez no debió subestimar las anécdotas tontas de aquellas novias que no devolvían hoodies, suéteres o bufandas a sus parejas, ahora acababa de caer en lo mismo y creía entenderlas un poco.

Solo un poco, pero...

¿Qué haría si Michael lo atrapaba justo ahora, luego de su iluminación?

Bueno... Pronto lo averiguaría.

- ¿Uh? ¿Jeremy? - Luego de estar dando vueltas como poseso por el cuarto decidió hacer la mejor prueba para encontrar a su novio; a quien dicho sea de paso no comprendía este día; y comenzó a marcarle al móvil. Ello evidentemente no tardó en dar resultado para desgracia del pecoso, quien se removió junto al tono de "Yo quiero un héroe" resonando desde el bolsillo del hoodie que traía y haciéndolo salir a espaldas del filipino, quien volteó entre sorprendido y confundido.- ¿Por qué tu- Bah, no importa. Oye, ya sé que te lo pregunté antes, pero vine a ver si lo olvidé aquí ¿De casualidad no has vist- ...¿Ese es mi hoodie?

Sí, su cerebro tardó en procesar lo que veía casi tanto como el de Jeremy lo hizo para para tomar un abrigo hecho bola para lanzarlo hacia Michael y huir infantilmente al baño, aunque fallando en el proceso.

Era su funera.

- ¡Regresa acá, ladrón de hoodie!

- ¡Nunca me lo quitarás convida!

- ¡Vine semi desnudo hasta aquí por ti, cabrón!

Y entonces, en medio de gritos y ropa siendo lanzada de un lado a otro como proyectiles, supieron que una segunda guerra campal daría inicio ese mismo día, esta vez tan desastrosa como para que alguna vecina chismosa huyera con pudor al creer ver unos pantalones disparados desde la ventana de un segundo piso y espantar al propio señor Heere quien al oír tanto alboroto apenas entraba, decidió volver a cerrar la puerta y voltear sus pasos por donde vino en lugar de seguir su rutina de subirle el volumen a su serie favorita de Netflix.

Sí, tal vez visitar a aquella linda enfermera con la que estaba saliendo o algo así funcionaría mejor. Los chicos necesitaban privacidad para... Lo que sea que estuviesen haciendo, no quería detalles.

Notas finales: Holi~

Espero hayan disfrutado la lectura, especialmente la personita especial a quien va dedicado. <3

No hay mucho que decir, excepto quizás preguntar ¿Con qué tipo de Hoodie propio imaginarían a Jeremy? Yo sigo dudosa entre el de delfín y el azul (?)

En fin, nos leemos pronto~

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