Hiashi.

La casa era una de las más grandes y lujosas en Konoha perteneció por más de siete generaciones a una de las familias más poderosas de la región: la familia Hyuuga, situada a las afueras de la ciudad se eleva y confunde con las montañas siguiendo la arquitectura tradicional japonesa; amplia, de tres pisos con habitaciones separadas por las puertas deslizantes. Afuera de esta, se encontraba el bosque privado de los Hyuga, con solo dos caminos de salida; uno hacia el centro de la ciudad y el otro guiaba directo hacia la carretera principal.

El estremecimiento le llegó de repente, una sensación que lo hizo sentirse nervioso como pocas veces en su vida; lo hubiera atribuido al frío de la época, pero en la gran sala principal el calor humano llegaba a ser sofocante. La «familia» Hyuga celebraba la navidad con una fiesta; para Hiashi era una tontería ya que para algún enemigo astuto y con el poder necesario podría acabar con todos de una sola vez, pero también era una fiesta para unir lazos entre los miembros del clan.

Tsume Inuzuka estaba a su lado, con una mano sostenía su tercera copa de champán de la noche mientras la otra estaba apoyada en el hombro de su hija, Hiashi intentó recordar el nombre de la niña y seguir el hilo de la conversación; Tsume tenía la esperanza de casar a su hija con el hijo de Hizashi o eso le pareció a Hiashi por como la mujer alababa las cualidades de la niña, Hiashi solo la veía como una niña tímida y flacucha con el mismo pelo salvaje de su madre.

-...2 años mayor que Neji-kun, ¿no es así? Y Kiba tiene la edad de la señorita Hinata, es una lástima que no haya venido pero su padre decidió llevarlo con él -Tsume seguía con su parloteo. Hiashi la cortó lo más cortésmente que pudo pues a pesar de que no planeaba prometer a Hinata pronto debía mantener una alianza con los Inuzuka, estos eran dueños de varios establecimientos pequeños.

Los matrimonios concertados​ no eran algo inusual, incluso Hinata ya debería haber conseguido un arreglo para comenzar a buscar uno para su hija recién nacida. Hiashi había sido muy feliz con su esposa, Kaede, gracias a ese matrimonio arreglado se pudo unir con el clan Sasaki en la guerra por el territorio hacía tan solo diez años; incluso Hizashi se casó con la mujer indicada porque era su deber. Si, quizá prometer a Hinata sería provechoso en el momento indicado, quizá hasta con un Uchiha.

Debía preocuparse por el bien de sus hijas, en algún momento él faltaría y los asuntos del clan no era el mundo que él quería para Hinata, Hanabi o incluso Neji. Por eso debía diversificar los negocios de la familia, alejarlos lo más posible del ámbito criminal. Había enviado a Hizashi a negociar con Tanaka; Hizashi era el hombre al que depositaba mayor confianza, debido a esto lo había mandado a él para negociar y si él decidía cortar las relaciones con los negocios de Tanaka, Hiashi confiaría ciegamente en la decisión de su hermano, sin importar si él quería seguir manteniendo los lazos entre el clan Hyuga y el clan Tanaka y aceptaría su decisión.

Se excusó con las demás personas que se acercaron a felicitarlo y se retiró de la sala dirigiéndose a paso lento hacia la entrada. En la ventana que daba la vista hacia el camino se encontraba el hijo de su hermano menor; el niño se encontraba absorto viendo el espectáculo de copos de nieve bajando levemente, como si fueran danzando hasta caer al suelo.

-Neji, vuelve a la cama -ordenó Hiashi -. Es muy tarde como para que sigas despierto.

-Pero mi padre está a punto de llegar -explicó Neji -. Él prometió regresar antes de Navidad. Lo hizo y siempre cumple sus promesas-aseveró el niño. Su hermano gemelo había dejado al pequeño Neji de sólo seis años a su cuidado. Hiashi veía lo parecido que era Neji a su padre cuando tenía su edad, no sólo por la apariencia; menudo para su edad, con ojos grandes color lavanda y el cabello castaño largo como se acostumbra en el clan.

No era casualidad; toda la familia Hyuga (de apellido) compartía esos mismos rasgos, un cabello color oscuro, largo, los ojos de tonalidades claras que iban del blanco perla hasta el lila. La herencia era fuerte.

-Será mejor que Hizashi se tome su tiempo, no es seguro viajar con este clima -. Hiashi fijó su vista en el cielo al igual que Neji -con el clima así, seguramente llegará mañana. Ve a la cama -. Neji no quiso discutir con su tío porque sabía que no lograría nada.

Hiashi pensó en su hermano, habían nacido sólo con minutos de diferencia y a pesar de eso siempre fue notorio el distinto trato que tenía su padre con ambos; Hiashi al ser el mayor era el heredero del clan Hyuga y todo su poderío yakuza en las ciudades, por otro lado Hizashi era considerado solamente otro miembro más y en consecuencia no había sido educado tan estrictamente como a él.
A pesar de el diferente trato, Hiashi lo trataba con cariño y respeto; quería a su hermano más de lo necesario para un jefe yakuza que por seguridad no debía querer a nadie.

Honor, deber y familia; esos eran los pilares que mantenían al clan Hyuga como uno de los clanes mas poderosos de la zona y Hiashi había tratado de seguir manteniendo esos pilares intactos al mismo tiempo que hacia una mejor vida; no sólo para la familia sanguínea, también para la que se integraba con el clan.

La fiesta siguió hasta tarde. Eran las dos de la mañana cuando los últimos visitantes decidieron irse. El silencio que había en la casa a las tres de la mañana se vio cortado por el sonido del teléfono.

Hiashi tenía el sueño ligero, por eso al oír el teléfono sonar de madrugada despertó, pero no se movió de su cama, seguramente era Hizashi avisando que llegaría más tarde de lo acordado. La ansiedad no lo dejaba volver a dormir; unos momentos después tocaron su puerta, su asistente lucía pálido. Al oír el mensaje, Hiashi quiso vomitar.
Hizashi estaba en una cama de hospital.

-Despierta a Neji, que se vista y veme en la entrada en diez minutos -. Esa era la voz de Hiashi el yakuza, el jefe con puño de acero.


Las dos horas que pasaron entre la llamada y la llegada al cuarto del hospital se amontonaban borrosas en la mente de Hiashi. Lo único que se pegó y mantuvo por mucho tiempo en su mente era que su hermano estaba recostado en una cama de hospital peleando por su vida. Ahí, cubierto por las sábanas blancas se veía pálido cual cadáver, la cabeza estaba cubierta de vendajes, respiraba por medio de una máquina.

─Tiene tres costillas rotas, la tibia derecha pudimos acomodarla, pero es seguro que nunca va a poder caminar como antes ─. La doctora explicó todo, como si Hizashi hubiera tenido una simple fractura y pudiera despertar en cualquier momento; Hiashi no se hacía ilusiones. Su hermano iba a morir pronto.

El choque había causado la muerte de tres personas. No, cuatro. El chofer de su hermano había chocado contra otro auto en la autopista. Ahora era el turno de hacerse responsable de los funerales, era lo menos que podía hacer. Además, Neji lo necesitaba. Era pequeño, pero ahora era casi seguro que él heredaría el liderazgo del clan.

El niño era obediente, algo timido y con la guía correcta podría ser considerado un genio cuando fuera mayor. En ese momento Neji lloraba en silencio, quieto, tomando la mano de su padre desde que habían llegado al cuarto de hospital.

─Fue un accidente horrible ─sentenció la enfermera, como si Hiashi no se hubiera dado cuenta─; lo único bueno es que la niña sufrió sólo un esguince en una mano y algunos raspones, nada grave...

─¿Niña?


Vaya, si que me gusta el drama. Y quizá este sea mi fanfic más dramático nivel telenovela mexicana, pero pues que se le va a hacer xD Ammm, como siempre, pido disculpas por la demora, pero por más que quiero escribir no se me da ;n;

Oh, pregunta ¿Quisieran que actualizara primero "Estúpido cupido" o el capítulo dos de este? para saber en que debo apurarme antes de entrar a la universidad :3

Gracias por leer. Y si les gustó háganlo saber, sino también. Juro que leo todos los comentarios, pero no sé que responder cuando piden continuación xD.

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