☽ Celos y malentendidos

Habían pasado dos semanas desde que los recién casados volvieron a su jornada laboral y empezado su vida "matrimonial" En sí, las cosas no habían marchado tan bien, aunque si pacíficas y entre todo, incómodas.

Ambos esposos dormían juntos en la misma cama, pero sin tocarse, es más, ni siquiera dormían abrazados. Apenas en el día se daban un piquito en los labios que no pasaba más allá de un beso como a veces lo deseaban. Un domingo que no tocaba trabajo se dividieron las tareas de el hogar y cada quien en lo suyo. Sin nada, sin pasar de una conversación casual y trivial de temas sin importancia.

Y bueno ¿Cómo Sanha puede explicar que eso situación lo estaba volviendo loco?

No era así la vida que imaginaba con Moonbin. Esperaba un marido más cariñoso, que a la hora de dormir lleguen a conversaciones profundas sobre sus días o sobre alguna molestia. Debatir temas que los deje agotados para después caer profundamente dormidos en los brazos de el otro.

Ahora no. Tenía que tragarse el fingir que no pasaba nada cuando Moonbin no lo trataba con cariño, cuando le ignoraba aveces, cuando lo abraza para estar con él y el pelinegro se excusaba diciendo que tiene calor o está ocupado.

Eso le dolía.

Y le hacía querer desistir de buscar contacto con él.

Ese día salió de el trabajo un poco más tarde. Se le hizo extraño que al salir del restaurante no haya visto el auto de Moonbin estacionado esperándolo. Hacia mucho frío. Y se arrepintió de no haber traído su gabardina. Tomó su teléfono y vió que eran las diez de la noche. Refunfuño molestó y buscó en el historial de llamadas el número de su esposo. Después de varios tonos en espera, salió el buzón.

¿Qué?

Miró el teléfono con el ceño fruncido, extrañado. A esa hora ya Moonbin no estaba en el trabajo y se suponía que pasaba por él. Qué raro. ¿Se le habrá hecho tarde también o...

No, no quería pensar en que pasó algo. Así que descarto todo eso para no atraer malas vibras y que la incertidumbre lo consuma.

Resoplo y se quedó parado en la acera. Esperaría unos minutos más, si no, tendría que ir a la parada de autobuses que estaba a unas cuadras de el restaurante.

Agh. Debía comprarse un auto o una moto. Así ya no dependería de Moonbin para ir a algún lado.

- ¿Sanha? - escuchó una voz detrás de él. Se sobresaltó un poco y se dió la vuelta encontrándose con su compañero de trabajo.

- Hola Eunwoo - saludó amablemente. El pelinegro se situó a su lado con una sonrisa mientras movía su llavero.

- ¿Qué haces aquí todavía? - preguntó extrañado. Sanha siempre era uno de los primeros en irse cuando ya era hora de la salida.

- Mi esposo no ha venido por mí aún - miró el teléfono por última vez, notando que se hacía más tarde y que aún no había un mensaje o llamada de Moonbin.

- Qué raro. Pero ¿Ya lo llamaste? - Sanha asintió con una sonrisa triste. Eunwoo dedujo que debía haberse olvidado o que debió haber pasado algo - ¿Quieres un aventón? Paso por tu casa cuando voy a la mía - se ofreció.

Sanha lo miró atónito y soltó una sonrisa nerviosa, ruborizado.

- Es que... Bo sé si él vendrá por mí. No quiero irme y que él llegue después.

- San, ya se hará tarde y por acá es peligroso. Mejor vamos, yo te llevaré. Allá le explicas que un amigo te llevó.

Sanha lo miró dudoso por unos momentos. No era que no tuviera confianza en Eunwoo, al contrario, era uno de los mejores amigos que había conocido ahí desde que entró a trabajar a ese restaurante. La mayoría de los empleados solían ser competitivos y nada amigables. Desde que Eunwoo entró a trabajar rebajan su desempeño y le hacen una que par de caras de desagrado. Todos menos el chico un poco menor que él, el cuál, siempre le instruyó, ayudó y charló con él hasta que tuvieron más confianza de llevar una relación más desenvuelta en el trabajo. El problema es que no sabía si Moonbin podía llegar en cualquier momento. Si a él también se le hizo tarde. Pero también... Tenía frío y deseaba ir a casa. Había sido un día duro.

Pero bueno. Ya le puede mandar un mensaje.

Asintió con una tierna sonrisa. Acompañó a Eunwoo a el estacionamiento y se quedó anonadado por el modelo de auto. Digamos que era uno que siempre le ha gustado. Prefirió no decir nada y se subieron. A continuación el mayor lo puso en marcha, adentrándose con una velocidad conciente a la carretera.

- Este... ¿Te puedo hacer una pregunta? - empezó a sacar plática Eunwoo. Sanha lo miró expectante y hizo un sonido de asentimiento - Perdón si me escucho algo metiche. No quería preguntar en el momento porque me daba pena y sabes, la gente de el restaurante todo lo escucha y lo divulga. Pero ahora que estamos solos yo pensaba que te irías de luna de miel ¿Paso algo?

Sanha de repente se quedó mudo, estático al sentir una opresión en su pecho. El simple hecho de recordar ese momento le dió una amargura en sus papilas gustativas.

Eunwoo lo miró de reojo al notar su silencio. Por la expresión que llevaba Sanha se sintió mal. Tal vez había tocado un tema delicado y muy personal.

- Oh, lo siento. No quise ser imprudente yo-

- No te preocupes - interrumpió Sanha con una sonrisa triste. Respiró por unos momentos para aliviarse y miró hacia abajo - No tuvimos luna de miel.

Eunwoo frunció el ceño quedándose perplejo por lo que había escuchado. No sabía si podía tocar ese tema, se notaba que no era fácil para el castaño y le afectaba. Así que mejor se quedó callado.

Sanha prosiguió a pesar de que su corazón latía lastimado. De una manera debía sacar todo lo que siente y ha estado sintiendo. Y nada mejor que con el único amigo que tiene.

- Digamos que se canceló todo a último momento - saltó detalles para evitar una conversación más profunda y tocar ese tema tan delicado que tanto detesta - Así que volvimos a nuestro hogar y pues... Acá estamos.

- Ah... - Eunwoo frunció el ceño sin dejar de mirar la carretera - Pero ¿Por qué? No entiendo. Sacaste licencia para dos meses. Y sabes lo importante que es la luna de miel para los recién casados. Es el momento perfecto para adaptarse a esa persona, para asimilar que es la que tendrás y con la que vivirás el resto de tu vida.

Sanha tragó saliva con un nudo en la garganta. Miró por la ventana, entristecido. Moonbin sería con quién compartiría su vida básicamente.

Y el pensar en vivir sus años con un marido que lo trata así, no le hacía tanta ilusión o le daba felicidad.

Es que sólo lleva dos semanas con él y ya desea tirarse al suelo y llorar de la impotencia.

Quería un matrimonio feliz. Quería que Moonbin le abrace a la hora de dormir, que la volviera a llamar 'Amor' con tanto sentimiento. Que le haga sonreír como antes. Extrañaba demasiado la actitud de su pareja cuando eran novios.

Deseó llorar. Pero se tragó las lágrimas al ver que estaba en un auto ajeno y con una persona que no tenía porque cargar con el desahogo de sus penas.

- ¿Estás bien? - preguntó Eunwoo de repente con la voz apenada.

- Sí... - respondió con la vista fija en el camino, sin voltear a verlo. Su voz tembló por unos momentos y Eunwoo se sintió mal. No debió haber tocado ese tema, no le incumbe.

El resto de el viaje fue silencioso. Ninguno de los dos volvió a tocar el tema. Eunwoo puso un poco de música para aminorar el ambiente durante el recorrido. Aunque Sanha trataba de disfrutarla, no podía con todos los pensamientos que atenazaron su corazón, recordándole ese momento, recordándole que si no fuera por su falta de sinceridad y cobardía, estaría en Italia con Moonbin, posiblemente recorriendo lugares y dándose todo el amor que sus fuerzas les permitían.

El carro se estacionó delante de el edificio donde residía Sanha. El castaño se bajó y le agradeció con una sonrisa dulce a Eunwoo por haberlo traído. El mayor se bajó también para poderlo despedir y asegurarse que entre. Era una costumbre que tenía impuesta si se ofrecía a llevar a alguien.

- Bueno. Que pases linda noche - se despidió Sanha. Eunwoo se acercó a él con una sonrisa y colocó una mano en su hombro.

- Sea lo que sea que haya pasado, no le des mente. Una luna de miel es importante, pero es más importante que estés bien con tu pareja. Tú lo amas y él a ti. Luchen - le aconsejo. Sanha lo miró incrédulo por unos momentos por sus palabras. Pero las agradeció desde el fondo de su corazón.

- Gracias Eun - y sin esperarlo le dió un corto abrazo que el mayor correspondió con cariño. Se desapartaron y entonces Sanha caminó hacia la entrada de el edificio. Nuevamente movió las manos en gesto de despedida hacia Eunwoo, quién le sonreía y repitió lo mismo.

Sin percatarse de que Moonbin le miraba desde el balcón de su apartamento, con el ceño fruncido y apretando una botella de whisky que estaba menos de la mitad.

¿Quién diablos era ese tipo?

Jamás lo había visto. Bueno, no es como que se fije o investigue con quién Sanha trabaja. Sólo le importa que él le este yendo bien.

Ahora la pregunta ¿Por qué se abrazaron? ¿Y de esa manera?

Sanha tenía que darle una explicación en ese mismo puto momento de el porque esa confianza con ese tipejo.

Ingresó a la sala para esperar que su esposo llegará a su piso. Estaba realmente molesto. Esos días se la ha pasado frustrado, irritado, con jaqueca, mal humor y sin ganas ni siquiera de hacer nada. Detestaba todo, hasta el mínimo mosquito que pase por su cabeza sería capaz de aplastarlo en un santiamén sin el mínimo esfuerzo de ubicarlo.

Sanha ingresó al apartamento con un gesto tranquilo. Dejó su cangurera en la mesita del pasillo de la entrada junto con las llaves y terminó de entrar. Al llegar a la sala se sobresaltó al ver a su esposo ahí, parado en medio y con el ceño fruncido.

Tal vez le iba a reprochar el con quién vino, pero no importa. Él también tenía muchas cosas que decirle a su amado.

- ¿Se puede saber el-

- Se puede saber ¿Quién era ese tipo y por qué lo abrazaste? - interrumpió Moonbin con furia contenida. Sanha frunció el ceño desconcertado.

- ¿De quién estás hablando? ¿Eunwoo?

Eunwoo. Así era el nombre.

- Ese mismo. El que te trajo ahora mismo ¿Que hacías con él? - volvió a preguntar.

Sanha quería reírse a carcajadas. ¿Que era estúpido o qué? ¿Acaso se estaba olvidando que no lo pasó a recojer y si no había sido por Eunwoo ahora estuviera dando vueltas en rutas para poder llegar a su casa?

- Ahora te pregunto yo ¿Por qué no me fuiste a recoger? Sabes muy bien a la hora que salgo y desde que empecé a trabajar ahí siempre has pasado por mí - lo enfrentó con los brazos cruzados y la frente en alto, sin inmutarse al tono de voz que usaba.

- No respondiste mi pregunta.

- Y eso no responde a la mía.

Moonbin se frotó el tabique de la nariz frunciendo el ceño. Dejó la botella en la mesa para poder mantener una buena postura en la conversación. Sanha ensanchó los ojos atónito y se aproximó a la mesa. Tomó la botella en manos y miró al pelinegro.

- ¿¡Estabas tomando!? - le mostró la botella. Ahora era él que sentía su corazón encendido, como brasas ardientes.

- Sí, ¿Y qué? ¿No puedo? - respondió tajantemente, retandolo con la mirada.

A ver... - y dejó la botella en la mesa
para mirarlo - ¿En qué habíamos
quedado?

Habían tenido un acuerdo desde hace dos años y es que, Moonbin había recaído en un problema de alcoholismo debido a unos problemas familiares. Aún así, Sanha se mantuvo a su lado. El amor que sentía por él era tan grande que nunca lo abandonó. Estuvo ahí, firme, ayudándolo con sus terapias de rehabilitación. Estando a su lado cuando más lo necesitaba, sosteniendo su mano para transmitirle sus sentimientos más puros y positivos para ayudarlo a levantarse. Y así fue. Moonbin después de un arduo año logró recomponerse, eso sí, no del todo, pero ahí iba poco a poco. Haciéndole juramento a Sanha de que jamás tomaría una gota de alcohol si no es para brindar con él en un momento especial. Y sólo sería un poquito. Todo bajo la supervisión de Sanha.

- Eso paso ya - contestó con
indiferencia - Además, no vayas a hacer un pleito por una botella que ni siquiera está vacía.

- ¡No puedes tomar así! - le gritó explotando ya. Moonbin iba reaccionar pero trastabillo un poco - Mírate nada más ¡Estas borracho!

- Hablas como estuviera cayéndome de borracho. Sólo fue un poco, no exageres - dijo restándole importancia, molesto.

- ¿Por eso no fuiste por mí? - empezó a decir enojado, mirándolo con severidad. Moonbin lo miró desconcertado

- ¿Qué?

- ¿Por esto? -  le mostró la botella - No fuiste a buscarme al trabajo? ¿¡Por quedarte tomando!?

- ¡Ya basta! - le gritó exasperado, tanto que los oídos de Sanha retumbaron y se encogió en sus hombros un poco. El castaño lo miró con una especie de miedo y frustración a la vez. Moonbin respiró hondo tratando de aminorar sus emociones. Tenía unas ganas de golpear la pared, pero mejor contó hasta diez en su mente. Sólo así pudo enfriarse un poco - Estaba en el gimnasio y se me acabó la pila de el celular y por eso no conteste ¿Está claro?

Sanah no le respondió. Se sentía demasiado mal por el rumbo que había tomado esa discusión. Nunca le había pasado algo así con Moonbin, ni siquiera cuando estaba totalmente ebrio esos días oscuros de el pasado. Deseó llorar. Era demasiado sensible y estúpido.

- Me voy a dormir - fue lo único que pudo decir rápidamente antes de intentar huir a la habitación.

La expresión de Moonbin fue suavizando cada vez más con mirar el rostro de Sanha. Fue suficiente para que todo el alcohol de su sistema desapareciera y lo tomara de la cintura y lo atrajera a él, abrazándolo con fuerza, pero no la suficiente para dañarlo.

- Suéltame - intentó zafarse con la voz
quebrada, sacudiéndose.

- Espera por favor... No... Perdóname Sanha - le dijo arrepentido, sosteniendolo firmemente.

¿Perdonarlo de qué? Al contrario, él
quería pedirle perdón desperdiciar su vida con alguien como él.

Se detestaba. ¡Odiaba esos malditos bajones emocionales que lo hacían sentirse menos y culpable de todo!

- Amor, por favor - esa palabra no la había escuchado desde aquella noche. Dejó de removerse en sus brazos y sólo empezó a sollozar de la nada. Con un horrible dolor en su pecho. ¿Por qué?

- ¿Qué... qué quieres Moonbin? - susurró dolido, con la voz rota.

Ese sentimiento de estar mal de la nada. De llorar, de tener una opresión en el pecho. De creer que no mereces nada, sentirte inútil y estúpido, de incluso arrepentirte de estar vivo...

- P-perdóname bebé, por favor, perdóname... - empezó a decir sobre su hombro. No sabía porque él ahora había empezado a derramar lágrimas también - Es que, estos días no me he sentido muy bien. He pensado muchas cosas... y el verte con ese tipo solamente me volvió loco. Es que tengo miedo que tú en realidad no... ¡Joder, perdóname por favor!

Escondió la cabeza en su cuello. Sanha se quedó turbado, con la lágrima resbalando en su mejilla. Poco a poco subió las manos para aferrarse a la espalda de Moonbin.

- Es sólo un amigo Moonbin, y me trajo porque no pasaste por mí - le explicó suavemente, sorbiendo un poco la nariz. Moonbin tembló en sus brazos aferrándose a él mucho más y escondiendo el rostro en su cuello.

- Lamento no haber pasado por ti. Me fuí al gimnasio porque necesitaba despejar mi mente y el tiempo se me fue.

También hubiera podido pasar por él después de el gimnasio. Pero Sanha prefirió no decir nada para estropear el momento. El único momento dónde después de semanas, por primera vez después de iniciar su vida como esposos, tenía cariño de Moonbin. Sonrió ruborizado, realmente emocionado.

- No te preocupes amor - y se apartó
sin romper el abrazo. Ambos se miraron con una sonrisa leve. El rostro de Moonbin estaba un poco adormecido por el alcohol aún y se veía colorado por estar lagrimeando. Aún así, Sanha no lo encontró más allá de atractivo - Dejemos eso así. Sólo que... Si no pasarás por mí avísame ¿Si?

- No volverá a suceder bebé - y besó su mejilla - Pasaré por ti, independiente de lo que tenga que hacer. Eres mi prioridad ¿Lo olvidas?

Sanha soltó una risita nerviosa, sintiéndose halagado. Acarició su rostro suavemente. El pelinegro también le sonrió complacidos por ese tacto y entonces actuó.

No cayó en cuenta cuando Moonbin lo tomó el brazos y lo cargó al estilo princesa. El castaño empezó a reír con coquetería mientras era llevado a la habitación. Amaba sentirse así. Adoraba la atención y el amor de Moonbin otra vez.

Poco a poco acercaron sus rostros hasta que sus labios se toparon. Sanha cerró los ojos y colocó una mano en su mejilla, mientras que Moonbin lo acostaba en la cama con delicadeza, sin dejar de besarlo.

Moonbin había estado tan desesperado por besarlo que ahora que lo hacía se sentía fuera de ese mundo. Como si ese contacto lo transportara lejos, lo dejara enloquecido y sin ideas. Sanha era una necesidad en su vida ya. Deseaba tenerlo siempre con él. Lo amaba demasiado a pesar de que la cosas no han ido tan bien entre ellos.

Y lo admitía. Más de una vez golpeó fuertemente la pared cuando rechazaba a Sanha. Estaba enojado consigo mismo por ver su rostro decepcionado y desmotivado. Quería ir detrás de él, besarlo y deseaba más que nada hacerlo suyo. Como siempre lo había imaginado.

Pero no. Su estúpido orgullo le obligaba a portarse así por el simple hecho de que Sanha lastimó su corazón el día de la noche de bodas.

¿A quién engaña? Lo ama demasiado.

- Dime algo... - susurró Moonbin
agitado desde sus labios. Sanha hizo un sonido desde su garganta. Tenía las mejillas ruborizadas - ¿Me amas? - deseó saber con desespero.

Sanha ensanchó los ojos y lo miró por unos segundos en silencio. Estudiaba las facciones de Moonbin, el como sus ojos detonaban ansiedad por la respuesta. El como ese hombre que había conocido alguna vez no se veía igual. Ahora... Ahora había algo diferente en él. Y no sabía el qué, pero su corazón le decía que no era el mismo.

- Claro que te amo Bin - contestó
con sinceridad y cariño, acariciando su rostro.

- ¿Mucho o muchísimo? - volvió a preguntar.

Sanha no entendía el porque le hacía esas preguntas. Aún así, sólo sonrió.

- Más que a mí vida Bin... Te amo más que a mí mismo - respondió con un rubor en sus mejillas.

- ¿Jamás me cambiarás por alguien más guapo que yo?

¿Qué?

Sanha frunció el ceño y no pudo evitar levantarse un poco para apoyarse de sus codos.

- ¿A qué viene esa pregunta Moonbin? - inquirió extrañado.

Moonbin Sorbio un poco la nariz. Respirando hondo para evitar el nudo que se formó producto de la opresión en su pecho.

- Sólo respóndeme, por favor. ¿Jamás lo harías?

Sanha negó.

– Jamás. Sabes que eres el amor de mi vida. Para mí - y sostuvo su mejilla - No hay hombre que iguale tu belleza.

Moonbin esbozo una sonrisa realmente contento y aliviado por las palabras de Sanha. Tanto así, que preso de la euforia que lo consumió se abalanzó a sus labios nuevamente. Quedó encima de el castaño y lo besó con tanta ansiedad mientras acariciaba su pierna.

Se besaron y lo hicieron con ganas. Sanha rodeaba su espalda con fuerza. Dejándose llevar por el tacto que a pesar de la ropa, podía sentirlo claramente. Ardiente y posesivo. Le encantaba como le arrebatada el aliento con frenesí. Como erizaba su piel y lo hacía sentirse tan ligero, deseado y dominado.

Cerró los ojos y ladeó el cuello aferrado a su espalda al momento que lo sintió invadir la piel su cuello. Un gemido bajito se escapó por la manera ansiosa en que besaba y succionaba. Reclamando y marcando cada rincón de ahí. Incluso cuando las Inquietas manos de Moonbin sostenieron sus caderas yo pegaron su entrepierna. Volvió a gemir y apretó la camisa de su marido, dejándose llevar por las sensaciones que encendían su cuerpo.

Las manos de Moonbin fueron hasta el borde su camisa con clara intensión de levantarla. Sanha abrió los ojos alarmado y le detuvo, empujando sus manos. Moonbin dejó de besarlo y arrugó la frente mirándolo desconcertado.

- Este... Estoy cansado Bin - se excusó con algo de pena. El pelinegro dió un paso hacia atrás, pasándose la mano por el cabello.

- Perdón - se disculpó con evidente frustración - Se me olvidaba que no te gusto para hacer está mierda.

Sanha reincorporo para quedando sentado en la cama.

- No es eso, es que-

- Ya, olvídalo Sanha. Perdón, no volveré a tocarte así - y se alejó de la cama para acomodarse la camisa mientras se miraba al espejo. Estaba enojado.

- Bin, por favor. Escúchame - suplicó yendo hacia él.

- ¿Me explicarás el porque no te atraigo? - y se volteó repentinamente con el enojo desbordado - ¿Me dirás
en que momento dejé de gustarte como hombre? ¿Qué es lo que tengo de malo?

Sanha sentía que estaba al borde de un agujero negro que le absorbía cada vez más. Un dolor en su pecho se instaló al escucharlo así, tan humillado y enojado.

- No tienes nada de malo Bin. Al contrario, eres un hombre perfecto - le halagó mientras sus ojos se ponían
acuosos.

- ¡Algo debo tener! - elevó la voz sin poder evitarlo - No quieres estar conmigo. Y la verdad, no sé cuanto tiempo podré soportar así

- ¿Qué? - arrugó la frente, consternado por lo que dijo - ¿De qué hablas? - se acercó a él.

- De nada.

- No ¿A qué te refieres con 'qué no sabes cuanto tiempo vas a soportar'?

Moonbin desvió la mirada unos momentos, enojado. Lo amaba, lo amaba demasiado. Pero para él era muy importante el tener relaciones. Era un acto que significaba placer, amor y intimidad. Lo había esperado mucho tiempo, se aguantó dolorosamente las ganas de poder tocarlo como deseaba, le respeto. Y un día que por fin pensaba que lo harían, Sanha le había dicho que no lo veía como para tener relaciones. Eso le hizo sentir humillado, su orgullo quedó pisoteado.

Y sinceramente, no sabía si era que Sanha ya no gustaba de él. Que simplemente aceptó casarse porque esta cómodo y acostumbrado. Pero que ya no sentía amor.

Eso le hizo llorar más de una vez por la noche desde que se casaron. En el silencio de una oscura sala mientras el alcohol quemaba su garganta.

- Olvídalo - su voz salió ahogada, demasiado dolida - Me iré a dar un baño. También estoy cansado.

Antes de irse Sanha lo tomó de el brazo y lo detuvo. Moonbin lo miró afligido.

- Amor... Lo siento, de verdad. Yo no quiero que te sientas mal con esto - le dijo Sanha con la voz temblorosa.

- No te preocupes. Ya estaré bien - y fingió una sonrisa que no pudo mantener. Se fue al cuarto de baño y cerró la puerta.

"Vamos a estar bien una vez que separemos los caminos, una vez que nos cultivemos en tierras separadas. Tal vez, sólo a si vuelvas a florecer, aunque yo me marchite"







Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top