Caricias de Miel
Era increíble como una simple persona podía hacerlo tan feliz.
A él, el troll del pop más amargado de la villa, quizás del mundo, un troll que quedo solo a los 5 años, que paso 10 años ocultándose del mundo, que construyó un bunker para protegerse de los monstruos y de su propia paranoia, y que ahora, era el troll más feliz del universo en palabras de él mismo, ¿Qué había cambiado? ¿Qué fue ese golpe de brillantina que ilumino su vida y lo motivo a sobreponerse? Cualquier civil, delegado, líder o rey de Trollstopia podía responderlo, ahora la tenía a ella.
Era un nuevo día, había llovido toda la noche anterior, así que el ambiente estaba soleado y con el roció en cada hoja de planta, una luz fuerte atravesó sus parpados y lo obligó a abrir los ojos, con cansancio y pereza, Ramón se giró para quedar mirando boca arriba en su cama, estirándose un poco y suspirando, se volteo a su mesa de noche para ver el insecto-despertador, eran las 9:30 am, aún faltaba media hora para levantarse a trabajar, fue cuando un movimiento a su costado logra llamar su atención, acompañado de un murmullo entre sueños, sonrió alegremente y volteo su cabeza para verla.
Su esposa, la monarca del pop, la troll de su vida, se encontraba ahora en un profundo sueño, se veía preciosa con la luz del sol detrás de ella que pasaba por la ventana, dándole un poco de sombra a su rostro, que estaba mirándolo a él, y el cual reflejaba tranquilidad, a pesar de estar contra luz, sus bellas pecas no perdían su brillo, dormir junto a ella podía ser algo pesado en la madrugada, porque si, su amada pateaba, babeaba, y llego a caerse de la cama varias veces por su culpa, pero no negaría que despertar junto a ella era un deleite del cual nunca se cansaría, se acerco a ella, quedando con sus narices en un suave rose, y se estrello más contra el colchón para darle un beso a uno de sus gorditos cachetes, dio unos cuantos más hasta que sintió como una mano acariciaba su pecho por sobre su piyama, al levantar la vista al fin vio esos hermosos ojos fucsias y una pequeña sonrisa que la acompañaba, se acomodó más y volvió a juntar sus narices, mientras seguían viéndose—Que agradable forma de despertar—Bromeó Poppy, levantando su mano hacia su mejilla azulada.
—Perdón, no me resistí, te ves tan adorable—Ramón la tomo de sus cachetes y la levanto más para volver a besarlos.
—Jaja, Ramita—Río divertida, acercándolo más a ella.
Habían pasado unos meses desde que se casaron, que parecían años, no fue nada nuevo para ellos, salvo por el hecho que ahora Ramón era el rey del pop, un cargo que estaba llevando perfectamente, al principio la presión de ser el nuevo líder lo asusto, pero se acostumbro muy rápido, de hecho, tuvo la brillante idea de maximizar las medidas de seguridad, los accidentes bajaron en un 80%.
—¿Y que hora es? —Preguntó la peli-rosa mientras se estiraba un poco, lo que usaba mayormente de piyama era un polo sin mangas color violeta con un corazón blanco y un pequeño short morado que dejaba muy al descubierto sus piernas, ya que, hacia más calor, salvo por la noche pasado, el azul también llevaba un polo blanco y unos pantalones cortos color marrón.
—Las 9:38—Respondió con cansancio, hasta que sintió como su esposa lo tomaba del cuello de su camisa y se subía encima de él, no se evito sonrojar por esa acción, la vio recostada en su pecho, mirándolo con sus grandes y bellos ojos, se veía demasiado tierna, con sus mejillas apretadas contra él, podría comérsela a besos ahí mismo.
—Bien, eso quiere decir que aún tengo tiempo contigo—Sonrío y se acerco a él para besarlo en los labios, él correspondió, encantado y cariñoso, se volteo junto a ella, haciendo que ambos quedaran abrazados sobre la cama, uno junto al otro, los brazos de Poppy estaban enganchados en su cuello y los de él en su cadera y espalda, una de las manos de la chica bajo por su pecho hasta debajo de su polo, acariciando la suave piel grisácea de su espalda, él no se quedó atrás y empezó a acariciar su espalda y su pierna, apretando suavemente su muslo, se sentía como presionar un malvavisco, se separaron del beso algo agitados, él la miro muy bien, fijándose en cada detalle de su perfecto rostro, su hermosa piel aterciopelada, sus pecas que adornaban su rostro tanto como las estrellas adornan la noche, su nariz del mismo color que su sedoso y suave cabello, revuelto y enredado, con unos impecables mechones cayendo por su frente y oreja, sus ojos, esos ojos que lo traían de regreso a la vida, ella realmente era ideal para él, en todos los sentidos—Te amo—Dijeron al unisonó, Poppy parecía haber estado perdida en su marido también, los dos se sonrieron y continuaron con sus mimos, con los labios besándose y las manos recorriendo el cuerpo del otro, tratando de expresar su amor a través del contacto respetuoso y cariñoso, se deleito con su suave piel rosada, tan delicada como pétalos de flor, siguió dando besos en su cuello, su cabello fucsia acariciaba su rostro y le hacía cosquillas, no le importo para nada, disfruto de el calor que le brindaban las sabanas y sus brazos y del peculiar olor a algodón de azúcar que tenía ella, dándole roces en la carita con su nariz, las pequeñas manos de su esposa pasaban por su cabello y espalda, sus caricias eran tan dulces como la miel—Sabes...Barb me debe un favor, así que podría pedirle que nos cubra esta mañana, solo por si quieres quedarte aquí un rato más—Sugirió, el azulado solo pudo sonreír en respuesta y girarse para dejarla debajo de él, observo por un momento el tesoro que tenia a su lado, con su delicada y frágil figura esbelta, le dio un beso en la frente con todo el amor del mundo.
—Sería un placer mi reina.
Los mimos eran algo rutinario para ellos, no podían evitar darse amor de esa forma, a veces era con obsequios, o gestos grandes, pero lo sencillo siempre sería lo mejor para ambos, al levantarse, el rey del pop le hizo su desayuno favorito y siguieron acaramelados una hora más antes de ir a cumplir sus deberes, juntos sin ninguna duda, su matrimonia era lo mejor de la vida de ambos, habían pasado tantas cosas, estaban heridos y sanados, y luego de tantos retos, malentendidos y aventuras, una vida normal como familia era todo lo que deseaban, pero en ese momento, lo único que querían era volver a casa para darse más de esas dulces caricias.
FIN
No sé que diablos hice, solo queria sacar todo este broppy fluff de mis sistema, y espero que lo disfrutarán
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