甘い成熟度
-Te enviaremos a la tierra para cumplir la misión del Señor.
-Pero... ¿por qué me deben borrar la memoria?
-El demonio tratará de corromper tu mente con recuerdos falsos, será mejor así, no podrás recordar algo que no pasó.
-Está bien...
Ya era tarde, la luna en pocos minutos iba a aparecer y con ella el abrumante frío de la noche, el débil cuerpo de Yoongi no parecía soportarlo por lo que se había apurado en tratar de llegar a su casa pero ocurrió algo... se había perdido.
En medio de su desesperación trató de volver al camino que llevaba a su casa pero no lo logró y ya en medio de la oscuridad entró a un departamento en ruinas, tal vez ahí podía pasar la fría noche aunque no contó con que se iba a encontrar con una tétrica vista, al apenas entrar habían miles de muñecos, todos y cada uno de ellos tenían el cabello negro y los ojos verdes, a excepción de los que tenían los ojos cerrados. Mas eso... no era lo que daba miedo si no que estos muñecos parecían estar hechos con partes humanas.
Aparte del horrible hedor que daban tales muñecos al final de el pasillo donde estaban había alguien.
El chico que estaba sentado en un trono abrió los ojos lentamente, sonriendo al ver con sus ojos verdosos a YoonGi. Lentos pasos se escuchaban mientras se acercaba cada vez más al pobre chico pálido.
-Bello dolcel, al fin vuelves.-le susurró en su oído, tomando en sus manos su delicado mentón-Al fin estás aquí~.
Una sonrisa macabra se formó en su rostro, dándole un aire espeluznante, haciendo que algo en el interior de YoonGi gritara "¡Peligro!". El hombre frente a él era por mucho más grande e igual parecía ser fuerte, más que él, su cuerpo tembló al tener a este en frente, tan cerca de su rostro, viéndolo con esos brillantes ojos verdes.
-Permítame darle una bienvenida apropiada.-sin poderle responder el más alto unió sus labios. Por un momento el pálido quedó en shock, sin poder procesar toda la información en su cerebro, se suponía que solo iba a pasar la noche ahí ya que se había perdido pero ahora estaba siendo devorado por un monstruo... y le gustaba.
Y de un momento a otro el peli negro había desaparecido, dejando al pobre pálido más que asustado y nervioso por lo que no se movió de su lugar y en cambio se hizo bolita ahí mismo. No podía salir, la puerta estaba trabada por lo vieja que era y ya era muy noche, solo algunos focos con poca luz habían, le daban un aspecto todavía más espeluznante al escenario.
"¡Mata lo!" "Tienes que ir con él".
Varias voces en su cabeza se peleaban en busca de decidir qué hacer pero ninguna le llegaba convencer al cobarde de YoonGi. Divagó unos segundos hasta que su mirada captó una luz más fuerte que las demás, esta estaba cerca de las muñecas detrás del trono; lentamente él se fue acercando hasta que dio con un cuerpo conocido.
El de su novio...
Este estaba sentado como si nada tuviera pero al llegar a su rostro... estaba desfigurado y eran notorios los huesos.
-Espera... yo no tengo, ¡no tengo novio! ¡Maldita sea! ¡¿Qué mierda me pasa?!-gritó en alto, apretando sus manos en su cabeza y siendo un total desastre, ¿cómo era qué lograba reconocer a ese chico si nunca en su vida lo llegó a ver? Miles de preguntas sin respuesta lo acecharon hasta que logró volver a la realidad. Tal chico ya no estaba ahí, en cambio había otra muñeca.
-Esto apenas comienza, mi querido doncel.-escuchó a sus espaldas al peli negro, nuevamente estaba ahí con él, hablando como si supiera de sus alucinaciones. Este a paso lento se acercó a su cuerpo y lo tomó de la mano. En otra circunstancia hubiese sido una clásica escena cliché de la cual se aprovecharía pero en ese momento era solo la declaración de muerte.-Te haré recordar todo.
Y con aquellas palabras el de ojos verdes le hizo caminar un gran trecho, pasando por miles de muñecas y olores horrorosos a los cuales el pálido de hebras color menta prefirió ignorar para no vomitar. Solo se dedicó a ver cada muñeca, prefería ver eso que al chico el cual sostenía su mano, aun no sabía nada, no habían respuestas a sus dudas, ni si quiera indicios a estas. Solo más dudas y muñecas extrañas las cuales se le hacían familiares.
Las horas fueron pasando, tan lentas a comparación del frío que subía cada vez más rápido en las instalaciones, pero por suerte o desgracia ambos chicos no lo notaban.
YoonGi pasó de estar asustado y buscando salida para vivir a estar más tranquilo y adormilado que un gato, su mirada lentamente fue perdiendo su característico brillo. En su interior sólo se repetía "voy a morir" pero la verdad estaba muy lejos de esa.
Repentinamente llegó a una solución: debía ser el amante del peli negro. Era fácil pensarlo pero serlo era una locura, debía idear un buen plan que lo llevara al éxito.
Sin duda alguna debía salir vivo de ese infierno.
Parecían pasar varias horas pero la realidad es que solo fueron unos minutos de completo silencio incómodo en el cual solo iban en una línea recta hasta una habitación de extraña apariencia.
Ahí comenzó el plan... supuestamente.
YoonGi iba directo a por su presa pero este en un movimiento en falso lo alzó tal cual princesa y lo llevó a una cama muy cómoda y grande, y por un momento sintió una gran paz al ver los ojos del contrario, este me sonreía ligeramente y lo miraba directamente. Dejó un pequeño beso en su frente y se separó de su persona.
-Duerma un poco, mi doncel. Yo iré a prepararle algo especial.-en otro momento esas palabras hubiesen sido el detonante de una gran ansiedad en el chico de cabellos menta, pero la verdad fue que en vez de sentir miedo, sintió como si de una canción de cuna lo que escuchó, por lo que obediente durmió.
Oscuridad, era todo lo que lograba apreciar, entre toda esta hubo una pequeña luz verde que luego se expandió en un pequeño sector, fue en ese momento que se dio cuenta de su desnudez en la cama. Extrañado intentó taparse con las manos pero hubo otra sorpresa y fue que estaba amarrado a los barrotes de la cama, lo cual le asustó de gran manera.
-Doncel, despertaste al fin~.-la voz venía de la luz verde que lentamente se fue acercando a él hasta estar encima de su cuerpo, un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza, nunca tuvo tanto miedo como en ese momento. Sabía perfectamente lo que iba a pasar e inútilmente trataba de escapar... pero no pudo.
Y entre alaridos de dolor pasaron las horas, siendo una y otra vez tomado duramente por el otro chico que solamente reía y disfrutaba de su sufrimiento. No importaba cuánto llorara, esto no servía de nada pues el contrario nunca lo escuchó hasta acabar numerosas veces en su interior, repleto de sangre y dolor dejó tranquilo al chico.
Solo apreciaba como se retorcía en la oscuridad que poco a poco se fue haciendo menor pues ya se estaba haciendo de día o eso parecía.
El dolor, el sufrimiento, la tristeza, el sentirse sucio y más cosas llegó a sentir Yoongi, solo pudiendo llorar patéticamente al no poder hacer nada para protegerse, siendo solo una muñeca más para desechar.
-Doncel... hey...
-¿Estás bien?-lograba escuchar una suave voz a la lejanía, deseaba seguirla y eso logró hacer, al fin pudiendo abrir los ojos.
Asustado volvió en sí, tocando su cuerpo y alejándose del peli negro, este le miró extrañado, mas esto no duró mucho pues el pálido se abalanzó sobre él, golpeando su rostro y gritando como desquiciado.
-¡¿Qué mierda quieres de mí?! ¡¿Eh?! ¡Responde, maldita sea! ¡¿Por qué me haces ver y sentir cosas horribles?!-ya sin sentido gritaba todo lo que se estaba guardando, estando ya muy desesperado por huir, ese hombre y el lugar lo estaban volviendo loco y ya no lo podía soportar, su cuerpo y mente imploraban por descanso el cual llegó al poco tiempo cuando el de ojos verdes le golpeó la nuca, haciendo que cayera inconsciente sobre este.
-Te haré ver la verdad, ángel... toda.
Ahí estaba de nuevo, en una alucinación o eso pensó la frágil mente de Yoongi. A través de un gran espejo apreció su cuerpo, logrando ver que todas las heridas que antes tenia ya no estaban. En cambio pasó de ver su reflejo a ver un par de niños.
Estos jugaban en un río, tirándose agua mientras carcajeaban de la felicidad.
-¡Namu Namu! ¡Mira estos pececitos!-chillaba el niño más pequeño, jalando de la mano al otro que iba a regañadientes con él. Ambos miraron a un pez celeste con escamas brillantes, quedando sorprendidos al poco tiempo.
-¡Namu, quiero que mis alas sean de ese color!-volvió a chillar el más enano, siendo mojado nuevamente por el otro.
-Tonto, los ángeles solo pueden tener las alas blancas-rodó los ojos y tomó su manita para llevarlo lejos del pez, estaba más que seguro que el niño tan curioso iba a molestar al pobre animalito.
-¡Entonces me las pintaré! Será divertido y me ayudarás.
-¿Qué me darías a cambio, mocoso?
-¡No soy un mocoso! ¡Soy Min YoonGi!-haciendo berrinche el menor infló sus mejillas, haciendo que el otro riera divertido.
-Como sea, no te pintaré bonito, serás un payasito, ¿igual quieres?
-¡Claro que sí! Lo hará mi futuro esposo, lo querré mucho-tales palabras hicieron sonrojar al más alto, haciendo reír al pálido.
El espejo volvió a cambiar, ahora pasando a una escena de un par de adolescentes bajo la sombra de un árbol. Estos estaban tranquilamente leyendo la biblia, siendo algo molesto pero necesario para el pequeño ángel.
-Entonces... ¿cuándo nos casaremos?-habló con aburrimiento el más pequeño, siendo golpeado suavemente por su mayor.
-¿Estás consciente qué tu dios nunca permitirá eso? Recuerda, nada de relaciones homosexuales ni acercamientos con seres malignos.-le tendió el libro y rió leve cuando el otro puchereó en contra de sus palabras.
-Todo sería más fácil si tan solo fuera un demonio como tú.-suspiró con tristeza y dejó un inocente besito en los labios contrarios.
-Tu cuerpo y alma estarían corrompidos, te obligarían a hacer cosas horribles y si te quejaras te pueden castigar, lo único fácil sería que aceptarán nuestra relación.-soltó suspirando, siendo consciente de las consecuencias de la relación.
-Nam... no me importa ser corrompido, yo quiero estar a tu lado, trataré de cualquier forma estar a tu lado.-a cambio de sus palabras recibió un beso en su frente.
-¿Recuerdas cuando nos conocimos? Éramos tan solo niños tontos que se divertían jugando.
-Aun no sé cómo logré sobrevivir la caída del cielo, recuerdo que siempre llegabas a alimentarme y a jugar en el bosque.-ambos sonrieron y se abrazaron con suavidad, temiendo romperse tal cual muñecas de porcelana.
-No podía dejarte morir, aun era muy inocente, no cómo ahora que te puedo hacer de todo.-presumió en demonio.
-Vamos, sé que no eres capaz de hacerme daño.
Con esas palabras pasaron quedarse viendo directamente a los ojos, el menor apreciando con total gusto los bellos ojos verdes de su mayor. Lentamente fueron acercándose hasta que sus respiraciones chocaron y sus labios se unieron en un suave y tierno beso que con el paso de los minutos se volvió un poco más fuerte pero no pasando a mayores.
-Siempre te protegeré, te lo prometo, mi doncel~.
El espejo nuevamente cambió aunque esta vez no fue directo a otra escena, solo fue un gran negro hasta que empezó a romperse, haciendo temblar a Yoongi. Por suerte ningún vidrio le dio pero lo que vio en frente de él fue peor que cualquier herida dolorosa... era él mismo, viéndose directamente, preguntarán ¿qué es lo malo? El ángel frente a él estaba lleno de sangre, sonriendo macabro y sosteniendo un cuchillo igualmente con sangre. Al apenas contactar con él logró ver cosas que jamás imaginó hacer pero que eran reales.
Pasó que decidido a no volver al cielo y volverse un ángel caído comenzó a matar inocentes que luego convirtió en muñecas, a su parecer siendo hermosas. Claramente él había leído que hacer tales actos lo llevarían a la penuria, sería maldito y le cortarían sus alas, pero eso no le importó a él, prometió estar con Namjoon, no le importaba el precio o si tomaba las vidas de inocentes. Ellos no me interesaban, mas bien le agradaba matarlos, sobre todo a quienes tuvieran ojos verdes y cabello negro, le recordaban tanto a su bello novio que hacer muñecas parecidas a él solo lo hacía feliz.
Tantos asesinatos lo obligaron a buscar una guarida, ¿qué mejor que un apartamento abandonado? Sería su precioso museo personal, solo cuando ya tuviera a las suficientes muñecas perfectas llevaría a Nam ahí. Su mente ya podrida creía que a su mayor le gustaría tanto como a él... grave error.
Cuando al fin logró llevar al chico este le miró estupefacto, sorprendido y asustado, temiendo por su salud mental, y ante la preocupación de este se decepcionó, se suponía que debería estar feliz y orgulloso de su gran trabajo... El que hizo con tanto esfuerzo y amor.
Luego de ese día Namjoon comenzó a dejarlo de ver, temiendo hacia su persona y buscando alguna solución a su locura pues ese YoonGi no era su querido e inocente novio, no era ese monstruo. Las cartas no fueron tan bien con él, en desesperación el pálido lo encerró en su museo, buscando de alguna forma que este entendiera lo que trataba de transmitir, que le recompensara su gran trabajo y lo alagara. En cambio no recibió más que súplicas de salir y que volviera a ser él.
-No te entiendo... esto era lo que queríamos, mi amor...-susurró hacia la puerta frente a él, comenzando a llorar en silencio.
-¡Yo no quería que te convirtieras en esto! ¡Devuélveme a mi YoonGi, monstruo!-gritaba al otro lado el demonio, que por más que intentará salir no podía, YoonGi lo había encerrado ahí hasta que se retirara su hechizo.
El más pálido lentamente se fue alejando del edificio, dejando en total soledad al chico.
-Si no me aceptas, conviértete en otra parte de mi museo...-soltó yéndose.
-¿Ya viste todo?-Min abrió de a poco sus ojos, achicando estos cuando logró apreciar al peli negro frente a él.
-Tú... nunca fuiste el malo-susurró ronco e incorporándose en la cama.
-Luego de que me dejaras abandonado aquí busqué la forma de sobrevivir, curiosamente había comida y un poco de ropa pero no fue fácil, este lugar no me deja usar gran parte de mis poderes ni me permite salir, por favor déjame ir...-soltó entre susurros, sorprendiendo al pálido que hizo una mueca luego de escucharlo.
-Me mandaron a matarte, tú asumiste ser el asesino en esta cuidad.-le miró tristemente y al poco tiempo volvió a bajar su mirada.
-Imaginé que dirías eso.-sonrió sin gracia, levantándose de su lugar.-tranquilo, nos veremos en el... infierno~.
/Sangre empezó a brotar de sus labios, pasando a mirar su pecho con un cuchillo a caer al suelo, riendo patético por su muerte.
-Nunca p-pensé que tú me matarias... pero, ¿qué se puede pensar del verdadero asesino?-lo último que logró ver fue al ángel acercarse a su cuerpo y terminar de asesinarlo con otro cuchillo en su pecho.
-Te dije que te volverías mi muñeca, mi amor.-susurró en el oído del cadáver.
Luego de quitar los cuchillos del cuerpo lo llevó hasta el trono que justamente había preparado para él en la gran sala de las muñecas, sonriendo al verlo tan hermoso ahí sentado. Aun con toda esa sangre en su cuerpo seguía siendo precioso.
Y con las manos en el corazón logró salir del edificio, cumpliendo así su misión.
2687 palabras.
Hermosa portada hecha por @SILKY_16 ♡♡♡♡
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