— Ahgj... Oh Dios... —. Lo miré llevando una mano en su cabello despeinado.

Era lo mejor que había visto jamás antes en mi vida, labios, ojos, cabello, piel...

— Puedes hacer lo que tu quieras —. Con mi otra mano libere su miembro, estaba igual de duro que yo, con mis dedos aprete su glande ganandome gruñidos de su parte.

Quería que estuviese seguro, jamás me perdonaría herirlo, quería que Suho aceptase.

— Nunca he hecho esto... solo déjate llevar, conejito.

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Era un peligro cuando él me observaba, debía comenzar a reconocer que todas las veces que la torpeza le ganó a mi perfeccionismo fueron todas esas veces en que él estuvo presente por alguna razón o motivo.

— ¿Lo que quiera? —. Gruñí cuando mi miembro quedó fuera de mi irritante ropa interior y al sentir su mano todo vibró en mi ser.

Empujé mis caderas sobre su mano y mis mejillas rojas no fueron impedimento para disfrutar y perderme en una estocada invisible, miré su cuerpo y no me resistí a experimentar mi primera vez.

— Yo tampoco lo he hecho antes, no con un Lay —. Dije algo tímido mientras besaba su mentón, bajé y mordí su cuello y en poco sus pezones estaban en mi boca. Gimió y gruñó apartandose ante el tacto repentino y sentí como nuestros miembros acabaron juntos. Empujé mis caderas me roce son lentitud sobre él.

05072018

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