PROLOGUE: SON OF NOTHING⛓
—Eso es todo, puedes retirarte—dijo el señor Kim con un asentimiento de cabeza en dirección a Jungkook.
Este se inclinó en una última reverencia antes de dar media vuelta y encaminarse a la salida del despacho del patriarca de la familia Kim. Había sido una noche demasiado larga. Los problemas con los Lee parecían multiplicarse en lugar de volver al punto muerto que por años los había caracterizado.
No quería jugar a las apuestas pero la paz entre ambas familias estaba a punto de resquebrajarse y para él sería lo mismo que preparase para una futura guerra. Sin dudas ambos clanes se habían excedido esa noche y así lo atestiguaba la colección de rasguños que exhibía en el rostro o el olor a pólvora quemada adherido a su ropa. Aun así su trabajo no terminaba con apaciguar a los Lee, su peor tarea empezaba solo ahora.
Pasaban las doce cuarenta de la madrugada y la luz en el patio trasero de la mansión continuaba encendida señal de que Abi no había regresado ni de asomo. Ella era un problema mayor que hacer negocios con el enemigo, eso lo sabía desde que tenía uso de razón.
—Mocosa insolente—masculló comprobando que la bandeja de entrada de su teléfono estaba limpia.
La condición para que Abi saliera esta noche sin su custodia era que le informara paso a paso de su situación. Ya sabía que eso no iba a suceder y que su jefe le cortaría las bolas sin inmutarse si su preciosa hija metía la pata.
Se masajeó las sienes con un gesto de molestia. Gracias a una buena oportunidad había colocado un rastreador en la pulsera que llevaba la heredera de los Kim, así que solo era encender la aplicación que entre Jin y él habían creado y sabría dónde estaba la susodicha.
Un punto rojo se hizo visible sobre el mapa de la ciudad. Jungkook se dirigía a la cochera de la mansión Kim cuando las luces de un auto le iluminaron la espalda. El punto rojo que era Abi en la aplicación estaba a solo unos metros de él.
Después de todo, la mocosa había cumplido su promesa. Jungkook esperó pacientemente a que la chica se bajara del taxi que acababa de aparcar, después de unos minutos observó como el vehículo desfilaba en dirección opuesta a la gravilla de la casa y Abi se dirigía al interfono de la verja principal. La chica iba a teclear la clave de acceso cuando los dedos de Jungkook la interrumpieron.
—¡Maldita sea Kook! ¿Quieres matarme de un infarto?
Abi reaccionó saltando contra la verja al percibir la mano de Jungkook sobre el tablero. El aludido ni se inmutó por el reclamo de la chica, en su lugar procedió a examinarla de pies a cabeza. El abrigo de color oscuro que ella traía no le ayudaba a predecir cuál era el atuendo que había utilizado o cuál era el destino de su salida repentina.
—No vuelvas a llegar tarde y menos en taxi. Recuerda que para algo inventaron el móvil.
Dijo él en un tono monocorde que a ella solo le hizo arrugar la nariz. Tenían la misma edad, habían crecido juntos, pero Jungkook parecía unos diez años mayor en actitud y manera de ser.
—Ya lo sé, me olvidé el teléfono en casa. No estoy mintiendo, si quieres subes y lo compruebas tú mismo, de todas formas mi habitación es inspeccionada por ustedes todo el tiempo.
La verja de la mansión se abrió finalmente y Abi se encaminó hacia el interior del jardín que rodeaba la escalinata principal. Jungkook tecleó la clave de vuelta para en cuestión de segundos estar al lado de la chica.
—Fui a cenar con Rachel y Marie, el proyecto del centro comercial está casi terminado.
Era una costumbre por parte de ella informarle de todo lo que había hecho en su ausencia. Resultaba tedioso pero de no hacerlo así Jungkook se enteraría de todas formas.
—La próxima vez que elijan otro momento. Te extendiste mucho.
—¿Puedes dejar de regañarme? Soy hasta mayor que tú unos meses, por qué te tienes que poner tan pesado, no morí por ir a un sitio sin tu compañía.
—Eso no importa, mientras seas la heredera Kim eres mi responsabilidad.
Ambos llegaron al corredor principal de la sala de estar. Mecánicamente Abi se sacó los zapatos y el abrigo, dejando accesible a los ojos de Jungkook el vestido negro de mangas largas que había escogido para la salida con sus amigas.
El chico intentó disfrazar el inicio de una sonrisa con una mal disimulada mueca. Aun comportándose como una pesada, Abi seguía siendo esa niña que vagaba en sus recuerdos de vez en cuando.
—Realmente no tienes remedio. Me voy arriba, aún tengo que terminar las diapositivas para la presentación de mañana.
Se quejó ella con gesto cansino, a lo que su expresión cambió a otra de preocupación al notar la colección de rasguños que adornaban la cara de Jungkook. Casi como un acto reflejo Abi se acercó al chico.
—¿Te peleaste con un gato o qué? Estás hecho un desastre…
Una pálida mano iba en dirección al corte que tenía Jungkook en la ceja izquierda, que inútilmente una bandita trataba de ocultar. El chico detuvo el intento de Abi con una rapidez casi ridícula dando unos pasos hacia atrás.
La misma pregunta que en los últimos tiempos le sonaba amarga a ella, qué hacía Jungkook más allá de ser su insoportable guardaespaldas. Por qué de un tiempo atrás la colección de raspones, magulladuras y lesiones aumentaba en su cuenta.
Abi decidió no formular una cuestión que no sería aceptada con otra cosa que no fuera silencio. Fingiendo que no había sido rechazada por él, se concentró en doblar el abrigo de gabardina que recién se había quitado sobre su otro brazo y sin más, escoger la seguridad de las escaleras que se abrían como un collar hacia la planta alta.
Por su parte, Jungkook siguió con la mirada el camino de la joven. No quería mentirle más, no quería decepcionarla pero estar cerca de él en la situación actual era como caminar sobre la cuerda floja con más opciones de fallar que de vencer.
De todas maneras, ya sabía que ni en mil años sería considerado como suficiente para ella. El señor Kim jamás permitiría que su hija pudiera tener algo con alguien de su estatus, la propia Abi jamás lo vería más allá de alguien servil y molesto que tenía la misión de acompañarle a todos lados desde la adolescencia
Pero aun así no podía dejar de sentirse confundido. Unos instantes cerca de ella bastaban para trastornarlo, unos instantes a su lado o en la habitación donde crecían los proyectos y sueños de quien fuera una niña adorable y ahora una mujer, lo cambiaban todo.
Y él, por mucho que quisiera resistirse no podía dejar de mirar en su dirección como aquel futuro inalcanzable que tenía todas las probabilidades de salir mal.
⛓HOMEBOY⛓
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