O8

El sonido de los fuegos artificiales empezó a asustar a Pequeñín y el pobre cachorrito no pudo evitar saltar al sofá, escondiéndose en el regazo de JiMin.

El ojiazul rió enternecido y puso la jarra vacía del té sobre la mesa, acariciando ahora al cachorrito en la cabeza.

— ¿Te gusta el estofado? — preguntó JungKook y JiMin asintió. — Tengo que calentarlo porque lo hice hace horas, pero me tomará solo un segundo.

— No te preocupes. — contestó JiMin mientras acariciaba a Pequeñín. — Yo cuidaré a tu hijo por mientras.

JungKook rió al escucharlo referirse así al cachorro y caminó hacia la cocina, llevándose consigo el estofado que estaba sobre la mesa.

Mientras el estofado estaba en el horno, sonó el timbre de la puerta y JungKook frunció su ceño pues no esperaba a nadie.

Cuando abrió la puerta se encontró con el chico de la farmacia y recordó que Hwasa le había dicho que llamaría para que le enviaran el jarabe para JiMin. JungKook tomó la bolsa que le ofreció el chico y tomó una propina del bolsillo de su pantalón.

Al cerrar la puerta, sacó su teléfono del bolsillo para agradecerle a Hwasa y se sorprendió al ver que ya tenía un mensaje de ella.

Dale una copita después de comer y que se lo siga tomando cada ocho horas.

Rápidamente le texteó una agradecimiento y volvió a la cocina, sacando el estofado del horno y sirviéndolo en tres tazas. Pequeñín también merecía un poco de estofado.

Con dificultad, llevó las tres tazas a la sala y las colocó en la mesita. Luego corrió a la cocina por el jarabe.

JiMin al verlo llegar de nuevo, bajó a Pequeñín de su regazo y lo sentó en el suelo.

— Gracias. — murmuró JiMin cuando JungKook le pasó una de las tazas y rió al ver que la tercera taza de estofado era para Pequeñín.

— No soy el mejor cocinero, pero creo que huele bien así que debe saber bien. — respondió JungKook nervioso porque nunca nadie había probado algo cocinado por él.

JungKook observó detenidamente al castaño mientras acercaba la cuchara a su boca y cuando lo vio introducirla y frenar sus movimientos, JungKook entró en pánico.

— Mierda, está horrible, ¿cierto? — balbuceó JungKook apresurado y puso su taza sobre la mesa, regando un poco del estofado en el proceso. — Déjame ver qué otra cosa puedo preparar, dame unos minutos y-

— ¡JungKook! — exclamó JiMin y JungKook se detuvo, dado que estaba poniéndose de pie para ir a la cocina. — Esto es honestamente lo más delicioso que he probado en toda mi vida.

JungKook lo miró dudoso y JiMin rodó sus ojos.

— Te lo juro JungKook, esto es lo mejor que he comido en mucho, mucho tiempo... — JiMin dijo y se dio cuenta de lo increíblemente triste que sonaron sus palabras, así que trató de remediarlo. — Mira a Pequeñín, ¡ya se acabó su taza y no nos esperó!

JungKook miró a Pequeñín y rió al verlo lamer enérgicamente la taza vacía.

— Siéntate y pruébalo. — dijo JiMin palmeando el espacio a su lado en el sofá y ¿acaso JungKook podría resistirse a eso? Tomó asiento y acercó de nuevo la taza, tomando la cuchara y llevándola a su boca.

— Supongo que no está tan mal... — murmuró JungKook apenado después de probar el estofado; sabía jodidamente delicioso, no podía creer que él mismo lo había preparado.

— No seas modesto, esto sabe a perfección. — dijo JiMin comiendo más y soltando murmuros de satisfacción.

Pronto las tazas de ambos estaban vacías y a pesar de que JungKook estaba satisfecho, sabía que JiMin apreciaría un poco más.

— Creo que nos merecemos un poco más. — dijo JungKook y tomó la taza de JiMin y la de Pequeñín junto a la suya, sin esperar a que JiMin le dijera algo. Rápido, se levantó del sofá y caminó a la cocina para servir más.

JiMin no era tonto y sabía que eso había sido una pobre excusa, pero se sintió agradecido.

— Tu papá es adorable, ¿sabías? — murmuró JiMin acariciando a Pequeñín y rió al escucharlo ladrarle como respuesta.

Si, él era muy adorable.

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