11

Después de la ducha caliente, JungKook salió de su habitación y caminó hacia el sofá, sonriendo con ternura al ver a JiMin acurrucado abrazando a Pequeñín. Al llegar al lado, se agachó y alzó su mano para acariciar el cabello del castaño.

— ¿Te sigues sintiendo como una mierda, bonito? — preguntó JungKook con una sonrisa y JiMin rió.

— Sí, pero menos. — contestó y JungKook rió. — Hwasa me hizo un té mágico y me siento mucho mejor. Ella es buena, deberías quedártela para siempre.

— No creo que a su esposo y a su hijo les guste esa idea. — respondió JungKook riendo y JiMin sonrió. — ¿Dónde está ella ahora?

— Creo que en la cocina calentando el estofado. — respondió y JungKook asintió, dejando un beso en su frente y caminando hacia la cocina.

— ¿Dónde compraste este estofado? — preguntó Hwasa al verlo entrar a la cocina y señalando al envase que contenía el estofado. — Huele jodidamente bien.

— Lo hice yo. — respondió JungKook y sonrió orgulloso.

— Vaya, impresionante. — contestó Hwasa, asintiendo su aprobación. — Ahora, cuéntame.

— ¿Qué te cuento? — preguntó JungKook mientras se servía un vaso de agua para tomar.

— ¿Cuánto tiempo llevan saliendo tú y JiMin? — preguntó Hwasa sin tapujos y JungKook se atragantó con el agua que estaba bebiendo.

— ¿Qué? Nosotros no... Es decir...— balbuceó JungKook y se sonrojó totalmente. — No estamos saliendo...

— ¡Oh! Lo lamento, es solo que lo creí por cómo actúan, ya sabes... lo siento. — dijo Hwasa sonrojada y con los ojos muy abiertos, avergonzada por haber asumido.

— Es decir... — empezó a decir JungKook en voz baja y volteó a ver a la puerta para asegurarse de que estuviera cerrada. — Sí me atrae pero es muy joven para mí y no sé...

— ¿Cuántos años tiene? — preguntó Hwasa escéptica y suspiró aliviada al escuchar a JungKook murmurar que el chico tenía veinte años. — Ay JungKook, no es para tanto, ni que estuvieras tan viejo. Él tampoco es un niño y lo mejor de todo es que ¡es legal!

— Lo sé pero no sé si le atraigo también y-

— Es una broma, ¿cierto? — interrumpió Hwasa a y el ojinegro solo la miró confundido. — ¿No has notado como el chico te mira? ¡Por dios, JungKook! ¡El chico te mira como si tú mismo hubieras colgado la luna y las estrellas solo para él!

— No lo sé, Hwasa. — respondió JungKook tratando de no creerle a su agente; tenía miedo de creerle e ilusionarse. — Y baja la voz, no quiero que nos escuche.

— Lo que sigo sin entender es por qué no quisiste que supiera que soy tu agente. — dijo Hwasa bajando la voz.

— Es complicado. — dijo JungKook y pasó sus manos por su cara. — Con él soy solo JungKook y eso me gusta. — Hwasa lo miró confundida así que el ojinegro siguió. — Para la gente soy Jeon JungKook el escritor, pero con él soy... JungKook. Me gusta ser solo JungKook de vez en cuando. Amo mi trabajo, no me malinterpretes, pero me gusta cuando le agrado a alguien por como soy y no por mi trabajo.

Hwasa lo miró y sonrió pequeño. Ahora entendía por qué JungKook pasaba tan solo; huía de las personas que los buscaban por conveniencia.

— Bueno, ¿te puedo dar mi opinión? — preguntó la chica y JungKook asintió. — Estoy segura de que ya le agradaste a ese chico y no necesitaste ser más que JungKook para hacerlo.

JungKook la miró unos instantes y luego suspiró. No tenía idea de qué hacer.

(🍒)

Muchas horas más tarde, cuando ya Hwasa se había ido y la luna se asomaba por la ventana, JungKook se encontraba en la cocina recalentando té que había dejado hecho su agente para JiMin y podía escuchar al menor jugando y riendo con Pequeñín.

Amaba ese sonido. Amaba que en su apartamento hubiera más sonido que el eco del silencio al que tanto se había acostumbrado.

Podría admitir que hasta se sentía como un... hogar. Un hogar y no solo un edificio.

— Si sigues riendo así, vas a despertar de nuevo tu tos. — dijo JungKook acercándose al sofá y ofreciéndole el té al ojiazul. A pesar de haberlo dicho, deseaba que JiMin siguiera riendo y llenando su apartamento de aquel dulce sonido.

— Gracias. — dijo JiMin sonriendo al aceptar el té y tomó un sorbo. Cerró sus ojos ante el calor y el picor de jengibre que bajaba por su garganta.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? — preguntó JungKook después de un silencio en el que solo se dedicó a observar a JiMin tomar té. El ojiazul alzó su mirada y asintió. — ¿Qué sucedió?

JiMin lo miró directo a los ojos tras la pregunta y no necesitó que JungKook dijera más para comprender a qué se refería.

— Me echaron de mi casa. — respondió JiMin. Realmente no le gustaba hablar del tema, pero JungKook literalmente le había salvado la vida y merecía saberlo. Se concentró en clavar los ojos en su taza de té y siguió hablando. — Salí del closet cuando tenía 18 años y me corrieron de casa al instante de hacerlo. No tuve oportunidad de decir nada, en cuestión de segundos me habían lanzado a la calle y lo único que tenía conmigo era mi celular, mi billetera y la ropa que tenía puesta. Vendí mi teléfono y con ese dinero más el poco que tenía conmigo, vine hacia acá y me compré mi guitarra. Y eso que viste frente al refugio es lo que he hecho por dos años.

JungKook se quedó en silencio observándolo. Sentía ganas de llorar de la suerte tan desgraciada que había tenido el pobre chico. Y realmente lo admiraba; JungKook estaba seguro de que él no duraría ni una noche en la calle.

De cierta manera le recordaba a su situación, pero a diferencia de JiMin, a él no lo habían echado y había tenido mucho tiempo para trabajar y ahorrar antes de irse de su casa.

— Eres tan fuerte, JiMin. — JungKook susurró y JiMin alzó la mirada, sorprendiéndose al ver los ojos de JungKook brillar con lágrimas contenidas. — No mereces ese tipo de mierda. No merecemos ese tipo de mierda.

— ¿A qué te refieres? — preguntó JiMin confundido ante las últimas palabras del mayor.

— El día que salí del closet mi familia dejó de dirigirme la palabra. — dijo JungKook y JiMin abrió grande sus ojos. — Así que un día decidí empacar mis cosas, viajé hacia acá y empecé mi vida de cero.

— ¿A qué te dedicas? — preguntó JiMin sin poder evitarlo. Lo lujoso que era el apartamento en el que estaba no había pasado por alto para el ojiazul y no comprendía como JungKook lo podía mantener si no había tenido el respaldo de nadie al llegar a la ciudad.

— Oh, yo... escribo. — respondió vagamente JungKook y empezó a jugar con sus dedos.

— ¿Escribes...? — dijo JiMin con una ceja alzada.

— Sí, tengo una que otra historia. — respondió JungKook rápidamente y volvió a hablar antes de que JiMin preguntara algo más. — Oye ya se te acabó el té, te traeré más.

— No JungKook, así estoy bien-

— No es nada, bonito, Hwasa dejó bastante.

— JungKook de verdad-

De los nervios, JungKook tomó la taza de las manos del ojiverde y por intentar quitársela a la vez que JiMin trataba de no dejarlo, terminó volcando el poco de té que quedaba en la taza y cayó en el pecho del castaño.

— ¡Mierda! — exclamó JungKook y al instante se preocupó, acercándose aún más y tocando su camisa llena de té. — ¿Te quemaste mucho? Mierda bonito, lo siento...

JungKook alzó la mirada y no pudo terminar de decir la frase porque tenía su cara a dos centímetros de la de JiMin.

Y sin poder evitarlo, JungKook cortó la distancia y unió sus labios a los de JiMin.

(🍒)

La wea ya está interesante jsjsjs

4/6

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