ღ tres
La primera semana de clases le trajo varias sorpresas a Jimin: La primera, es que él había estado pensando todas las vacaciones de verano que seguiría asistiendo a clases con los mismos compañeros pero al llegar el lunes por la mañana, se dio cuenta que habían separado al curso en dos secciones. Afortunadamente, él y Taehyung seguían juntos. Pero no por mucho tiempo, por supuesto. A su maestra se le había ocurrido la brillante idea de designar los nuevos puestos, aquellos donde tendrían que sentarse por el resto del año y, claro, Jimin y Taehyung habían quedado más separados que nunca.
Jimin ya detestaba a su profesora. ¿Por qué tenía que separarlo de su mejor amigo? Tuvo la intención de acercarse a la señorita Kang pero, al ver cómo ella rechazaba la petición de uno de sus compañeros para volver a su antiguo puesto, creyó que lo mejor era seguir donde estaba. Además, todavía les quedaban los recesos.
El ajetreo de la primera semana fue bastante. Recibir textos escolares, conocer a sus nuevos profesores, tratar de empatizar con su nueva compañera de puesto. La segunda semana de clases comenzaba y Jimin ya quería vacaciones otra vez. Si tenía que ser honesto, le agradaba la idea de asistir a clases únicamente por su amigo. Lo demás era secundario como para cualquier otro niño de su edad.
—¡Taetae!
Jimin rió al ver que su amigo pegaba un brinco, asustado al escuchar su grito sin vérselo venir. Se paró a su lado emocionado de haber terminado la primera jornada de la segunda semana, era increíble. La bonita sonrisa cuadrada de Tae decoró su rostro haciéndolo lucir tan adorable.
—¿Estás muy cansado?— le preguntó Jimin, ganándose una mirada curiosa de ojos entrecerrados pidiéndoles que continuara hablando— ¿Te gustaría ir a mi casa el sábado? Mi mamá preparará tu comida favorita y me dijo que podías ir a comer con nosotros. Ella llamará a tu mamá para avisarle. Puedes quedarte a dormir si quieres.
Los hombros de Taehyung cayeron derrotados, su expresión cambiando a una desanimada.
—Me encantaría ir, Mimi, pero no puedo... —murmuró, apenado—. Mis padres me inscribieron en el mismo taller de teatro de Seokjin hyung y el sábado es mi primera clase.
—Wow, eso es genial, Tae —exclamó Jimin, emocionado—. ¿Estás nervioso?
El chico de cabello rizado soltó una risita y asintió.
—Un poco pero, papá me dijo que eso me ayudaría a tomar más confianza. Además, Jin hyung estará conmigo entonces no tengo miedo.
—Yo sé que lo harás súper bien, Taetae. —lo alentó su amigo, apretando los puños en el aire. Taehyung sonrió agradecido— ¿Te parece si le pregunto a mamá si lo puede adelantar para mañana? Puedes irte con nosotros y llamamos a tu mamá desde mi casa para que vaya a recogerte allá.
—Mañana no puedo tampoco.
—¿Qué? ¿Por qué? —esta vez, le fue imposible esconder el tono triste.
—Me inscribí en el club de pintura también. —explicó cabizbajo— Los sábado tengo clases de teatro, los martes y jueves voy al club de pintura y los miércoles y viernes asisto al de jardinería después de clases.
—Pero... —Park Jimin apretó los labios y asintió.
Le hacía inmensamente feliz que su amigo hubiera podido inscribirse en diversos talleres para hacer lo que más le gustaba sin temor a que algo pudiera resultar mal pero, también le entristecía. El horario de Tae estaba tan ocupado que las tardes que pasaban juntos después de la escuela se reducirían a cero. No obstante, se pidió a sí mismo mantenerse feliz por él, porque Tae era su amigo y si Taehyung era feliz haciendo todo eso, él también lo sería.
—Está bien —terminó aceptando la respuesta de su amigo—Siempre podemos dejarlo para otro día, ¿verdad?
El rizado asintió con un pequeño puchero curvando sus labios. Jimin tomó una larga respiración y se obligó a sonreír para que su amigo se diera cuenta que no estaba enfadado ni nada por el estilo porque, por supuesto, no lo estaba. Nunca podría enfadarse con Tae, simplemente estaba triste.
— ¿Has pensado en unirte a algún club?
Jimin apoyó los antebrazos sobre su pupitre y dejó descansar su cabeza sobre ellos en una postura relajada y cómoda, sus ojos marrones observaban a su compañera de puesto quien resultó ser más simpática de lo que creyó. No lo podían culpar. Ella era bastante callada y reservada los primeros días y con suerte le devolvía los saludos que Jimin le daba por las mañanas al llegar al salón.
Su amigo Hobi le había dicho que tenía que hacer nuevos amigos y realmente lo estaba intentando. Le costaba un poco pero iba un paso a la vez.
—No lo sé... —confesó el pequeño, estirando sus labios hacia afuera en un puchero—, ¿y tú?
Kim Hara, su compañera de puesto, pensó unos momentos antes de responder.
—Me gustaría inscribirme en el club de música pero no estoy segura, a mi papá no le gusta que me inscriba en clases extracurriculares.
— ¿Por qué? —preguntó Jimin, bastante curioso. La niña se encogió de hombros y él a su corta edad se dio cuenta que ella se encontraba un poco incómoda así que decidió dejar de preguntarle— Me gustaría inscribirme en algún club de deportes pero no estoy seguro. No conozco a nadie ahí.
—Pero Minki y sus amigos están en el equipo de fútbol, ¿por qué no te inscribes ahí?
Una mueca se dibujó en el rostro de Jimin. Los amigos de Minki no le agradaban mucho. A él realmente le gustaría inscribirse en los mismos talleres en los que estaba Taehyung pero, no era bueno con la pintura y tampoco era bueno actuando, sus padres siempre lo descubrían cuando estaba mintiendo. Fácilmente podría inscribirse en el de jardinería porque era algo que también le gustaba pero, él era muy distraído y podía hacer que su planta se muriera antes de tiempo y él no quería ser un asesino de plantas.
Antes de que él pudiera responder, escuchó que alguien lo llamaba desde la puerta. Perezosamente, Jimin alzó la mirada encontrándose con uno de los amigos de Minki llamándolo. A Jimin se le apretó el estómago. Ese niño no le agradaba mucho.
—Tu amigo te está llamando —indicó Hara, pensando que Jimin no se había dado cuenta de la presencia de Kyuhyun.
—Él no es mi amigo —gruñó entre dientes y se colocó de pie para acercarse a la puerta sin muchas ganas— ¿Qué?
— ¿Estarás ocupado en la tarde? —preguntó directamente el otro niño. Jimin se encogió de hombros sin saber qué decir. No entendía por qué le estaba preguntando eso— Nos falta uno en el equipo de futbol, ¿te gustaría estar con nosotros?
—No soy bueno jugando a la pelota...
—No seas mentiroso, Jimin —se rió Kyuhyun—. Te hemos visto jugar con Taehyung en los recreos. ¿Por qué no quieres unirte? ¿Ya te has anotado en otro club?
—No pero... —soltó un suspiro, resignado. Ya no sabía que otra excusa colocar—. Se lo preguntaré a mi mamá, ¿está bien?
Kyuhyun asintió —Bien. Puedes decirle al profesor Lee cuando quieras y él te anotará en el listado, nosotros ya le dijimos.
Esa misma tarde al llegar a casa, Jimin le contó a su mamá acerca del club de fútbol. Le dijo que quería inscribirse pero que estaba un poco temeroso ya que no conocía a muchos niños del equipo. Su madre, tan comprensible y dulce como siempre, le dijo que lo intentara porque eso le iba a ayudar a hacer más amigos. Le recomendó que lo hiciera ya que sería una buena manera de quitar el estrés que causaban las clases y los trabajos y Jimin terminó aceptando lo que ella decía, sin saber exactamente a qué se refería con quitar el estrés.
Jimin se cruzó de brazos y miró hacia el frente con el ceño fruncido, claramente un poco molesto. La jornada escolar había terminado hacía unos escasos minutos atrás y mientras esperaba a que su madre fuera a recogerlo, estaba siendo acompañado por Minki. Escuchaba atentamente lo que el otro chico le decía, tratando de buscar alguna explicación más aparte de la que le daba. Pero sus ojos estaban viéndolo, ¿qué otra explicación hacía falta?
—¿Estás seguro de eso? —inquirió Jimin, sin despegar la vista de Taehyung, su mejor amigo por años.
—Por supuesto que sí, Jimin. —afirmó el otro niño, el veneno caía por cada una de sus palabras aunque Jimin no pudiera darse cuenta— Yo mismo lo escuché diciendo eso en el baño.
Park Jimin lo miró, la duda instalada en sus ojos marrones. Aquellos ojos marrones que siempre brillaban con ilusión ahora estaban apagados, tristes. Le costaba creer lo que Minki le estaba diciendo de Taehyung porque él conocía a su mejor amigo. Pero, Minki no tenía razón alguna para estar mintiéndole.
Desde que había conocido a Kim Taehyung, supo que él marcaría un antes y un después en su vida. Había sentido aquel sentimiento de afinidad con él luego de pasar el primer receso juntos el primer día de clases y desde ese mismo instante, se volvieron inseparables. De lunes a viernes estaban juntos en la escuela y los fines de semana le insistía tanto a su madre que lo llevara a casa de Taehyung que la mujer terminaba cediendo por cansancio. Compartieron un sinfín de recuerdos llenos de risas y llantos, fueron creciendo, uno al lado del otro.
A medida que los años pasaban, iban conociendo a más personas pero Jimin seguía sintiendo esa necesidad de estar al lado de Taehyung. Tenía otros amigos, por supuesto que sí pero, con ninguno se sentía tan cómodo como con el chico de cabello rizado. Con él podía hablar de cualquier cosa sin miedo a ser juzgado, compartían los mismos intereses y gustos, sus padres se habían convertido en muy buenos amigos también.
Sin embargo, a medida que el tiempo iba transcurriendo, esas últimas semanas, su amistad con Kim Taehyung se había visto sacudida por algo que él no podía explicar. Taehyung había comenzado a pasar más tiempo con otros chicos y se sentía un poco extraño porque siempre habían sido solo ellos dos. Al inicio, Jimin no quiso darle importancia. Se lo había contado a su madre una noche en la cual ella lo encontró muy inquieto. Su mamá le había dicho que no debía ser tan egoísta en ese aspecto porque Taehyung era libre de tener otros amigos al igual que él y que era algo muy normal, que no debía preocuparse. Y Jimin le había creído, por supuesto. Su madre nunca le mentiría y menos con un asunto tan importante para él como ese.
Pero entonces, llegaba Minki con ese chisme que él se rehusaba a creer del todo a despertar todas las dudas una vez más.
—Lo que te digo es verdad, Jimin —insistió Minki— Escuché decir a Tae que ya estaba aburrido de ser tu amigo, que ya era hasta aburrido estar haciendo siempre lo mismo y que quería conocer otras personas porque tú eras alguien muy asfixiante. Realmente no entendí esa parte pero ya sabes cómo son los extranjeros, siempre diciendo cosas que nosotros no entendemos para sentirse superiores al resto.
—No te creo. —sentenció Jimin. Intentó que su voz sonara firme pero falló en el intento— Yo soy su mejor amigo. Él nunca podría decir algo como eso de mí.
Minki se encogió de hombros.
—Si no quieres creerme, allá tú. Pero piénsalo. Tú mismo has dicho que Taehyung este último tiempo ha estado muy distante, ¿verdad? Tú mismo me los has dicho.
Jimin se mordió el labio inferior, indeciso.
—Sí pero, eso no significa que él se haya aburrido de mí, ¿verdad?
—No lo sé, ¿por qué no se lo preguntas?
Jimin lo miró temeroso. Perfectamente podía preguntarle a Taehyung si lo que andaba diciendo Minki era verdad o no pero, si su mejor amigo se lo confirmaba, si de sus labios escapaban esas palabras tan hirientes él no podría soportarlo.
Cuando sus ojos hicieron contacto con la mirada de su mejor amigo a unos metros de distancia, Jimin esbozó una pequeña sonrisa herida y Taehyung se la devolvió, saludándolo con la mano. A lo mejor, a la distancia no se notaba la mueca de preocupación que invadía el rostro de Jimin y por eso su amigo había respondido a la sonrisa tan fresco y descuidado.
—No te preocupes, Jimin —Minki lo sacó de sus pensamientos, cruzando sus hombros con uno de sus brazos. Él se sintió muy incómodo con la cercanía pero no hizo nada para alejarse— Nosotros también somos tus amigos. No necesitas a Taehyung en absoluto. Para eso nos tienes a nosotros.
Jimin asintió un poco dudoso y encontró la excusa perfecta para alejarse del abrazo de Minki cuando vio el coche de su madre aparcar a la orilla de la acera.
—Ya llegó mi mamá. Nos vemos mañana, ¿sí?
No esperó a que Minki respondiera. Él se despidió con una sonrisa incómoda y se alejó lo más rápido que sus piernas le permitieron. En el camino al coche, se despidió con un corto saludo de mano de su mejor amigo y se subió de un salto al auto, abrochando el cinturón de seguridad con rapidez. Su madre lo miró a través del espejo retrovisor un tanto extrañada mientras que encendía el motor.
— ¿Todo bien, cariño?
La mirada de Jimin no se despegó de la ventana en ningún momento hasta que perdió de vista por completo a Taehyung. Al volver la vista al frente y hablarle a su mamá, se encontró con que ella le lanzaba rápidas miradas por el espejo. Sus orejas enrojecieron. ¿Su mamá le había hablado?
—Perdón, mamá, no te oí —reconoció el niño, soltando una risa nerviosa—. ¿Qué dijiste?
—Te pregunté si estaba todo bien.
El infante dudó unos segundos antes de asentir lentamente. La incertidumbre se plasmaba en su rostro pero no era capaz de contárselo a su madre otra vez. Temía que las palabras que había dicho Minki terminaran siendo ciertas y que Taehyung no fuera el único que pensara que él era una persona asfixiante. Pero, Taehyung era su mejor amigo y él no quería apartarse de su mejor amigo. ¿Taehyung querría hacerlo?
— ¿Qué sucede, amor? —insistió una vez la mujer. Conocía tan bien a su hijo que apenas verlo sabía que algo había pasado. Jimin era un niño muy alegre que apenas subía al coche comenzaba a contarle todo lo que él y Taehyung habían hecho durante la jornada escolar pero en ese momento, nada había salido de sus labios— No te muerdas las uñas, Jimin.
Él ni siquiera se había dado cuenta que lo estaba haciendo. Era un acto reflejo que hacía cada vez que estaba nervioso. Inconscientemente, se llevaba una de las manos a la boca y comenzaba a mordisquear su dedo, muchas veces causándose daño.
—Mamá...
— ¿Sí, cariño?
—Tú crees... tú crees que yo... —le asustaba siquiera pronunciarlo. Soltó un resoplido y lo preguntó sin más rodeos—. ¿Tú crees que yo soy una persona asfixiante?
La señora Park no pudo esconder su expresión de sorpresa. ¿Por qué un niño de tan corta edad estaba preocupándose de ese tipo de cosas? ¿Quién le había hecho ese tipo de comentarios para crear esa inseguridad en un pequeño que sólo debía preocuparse de ser feliz?
Jimin ni siquiera sabía lo que significaba ser asfixiante pero, no debía ser algo bueno. Si fuera una cualidad positiva, ¿por qué Taehyung lo había dicho y se había alejado de él?
— ¿Por qué me preguntas eso, amor? —preguntó la mujer, preocupada. A través del espejo vio como su hijo se encogía de hombros con el semblante decaído— ¿Uno de tus compañeros hizo un comentario sobre eso? ¿Te peleaste con Tae? Ya sé... ¿Es por lo que me contaste de Tae el otro día?
Jimin se mordió el interior de la mejilla y asintió. Su madre soltó un suspiro y detuvo el coche en un semáforo en rojo antes de girarse brevemente para mirar cara a cara a su hijo.
—Escucha con atención, amor —le pidió. Su voz demostraba ternura y comprensión—: Tú eres un niño encantador y estoy segura que, quien haya dicho eso estaba mintiendo. Una persona asfixiante es una persona mala y tú eres un buen chico, Jimin. No creas todas las cosas que te digan tus compañeros, ¿está bien? Y si tienes alguna duda con respecto a Tae, lo mejor es que vayas y se lo preguntes a él porque nadie más que él podrá darte una respuesta verdadera.
Park Jimin asintió, prometiéndole a su madre que hablaría con Taehyung al siguiente día.
Por supuesto, el niño mintió. No habló con Taehyung al siguiente día porque no tuvo la oportunidad. En clases era difícil hablar sin que los maestros los regañaran y en la hora de receso, muchas veces iba otro niño a buscar a Tae. Jimin hizo el intento de acercarse, preguntarle si quería ir a jugar con él al patio pero cada vez que estaba a punto de hacerlo, Minki aparecía y lo invitaba a jugar a la pelota en la cancha de fútbol. Las primeras partidas se le hicieron bastante incómodas pero a medida que pasaban los días, iba conociendo un poco más a los amigos de Minki y comenzó a crear una especie de amistad con ellos. Por supuesto, seguía extrañando a Taehyung pero, el vacío en su pecho era más tolerable ahora que estaba siendo acompañado por otros chicos y la mayoría el tiempo cuando quería acercarse a hablar con su amigo, uno del equipo de fútbol o el mismo Minki se interponía en su camino.
— ¿Para qué vas a ir a hablar con él? —le preguntó Woobin, entregándole una botella de agua a Jimin. El grupo de chicos se encontraba sentado en el césped, acalorados y sudando luego de un partido amistoso de fútbol— Minki nos comentó que él mismo fue quien quiso alejarse de ti, ¿verdad, chicos?
—Eso es cierto. —concordó Kyuhyung— Además, no lo necesitas. Ahora nos tienes a nosotros. ¿Quién necesita como amigo a un tonto canadiense que apenas puede hablar el coreano?
Todos los niños rieron con burla. Todos a excepción de Jimin. Quiso colocarse de pie y decirles que su Taehyung no era un tonto pero no lo hizo. Se quedó callado tal vez por miedo o quizás por alguna otra razón pero, no hizo nada para defender a su amigo y aunque no lo dijera en voz alta, eso le dolió. Dolió porque él quería mucho a su mejor amigo y porque no estaba cumpliendo aquella promesa silenciosa que se hizo el día que conoció a Taehyung.
Jimin se colocó de pie y se excusó vagamente antes de retirarse de ahí. Si no iba a defender a un amigo que no estaba presente, lo mejor que podía hacer era irse de ahí.
El resto de la jornada escolar, Jimin se concentró únicamente en evadir a ese grupo de chicos. Intentaba excusas sin sentido pero no les daba tiempo para recriminar. Hizo el intento de acercarse a Tae otra vez en clase de historia pero, el maestro lo mandó de vuelta a su asiento. Ah, Jimin extrañaba mucho esos días donde podían sentarse juntos y dedicarse únicamente a dibujar sus aventuras. Pero, habían crecido y ya nada era igual.
Cuando las clases terminaron, él salió siendo acompañado por los del equipo de fútbol. Minki le había pedido que lo esperara porque debía ir a hablar con su amigo Jungkook pero él no quiso hacerlo y siguió su camino. Para su suerte, su madre lo estaba esperando justo afuera así que, sólo se despidió con un saludo de mano de sus compañeros y se subió al coche. El camino de regreso a casa fue bastante silencioso. Jimin se dedicó a mirar por la ventana y a responder escuetamente las preguntas que le hacía su madre. Seguía sintiéndose un poco mal por no haber defendido a su mejor amigo de esos comentarios.
Al llegar a casa y bajarse del coche, vio a Hoseok, su vecino, jugando en el jardín de su casa con su pelota. A Jimin le caía muy bien Hoseok aunque no se juntara siempre con él. Tenía una risa muy contagiosa y unos hoyuelos que siempre había querido aplastar con sus dedos.
Jung Hoseok lo saludó con la mano, una sonrisa radiante adornaba su rostro. Era tan delgado que Jimin se preguntó si podría quebrarse si le dabas un abrazo.
—¡Hola, Jimin! —lo saludó, tan alegre como siempre.
—Hola, Hobi hyung.
— ¿Quieres jugar conmigo a la pelota? —le preguntó, acercándose. Lanzaba la pelota y la atrapaba en el aire con sus manos— ¿Podemos jugar un rato, señora Park?
Jimin miró a su madre con una expresión esperanzadora.
— ¿Puedo, mamá?
—Claro pero primero tienes que cambiarte de ropa, ¿bien?
— ¡Espérame, hyung!
Jimin entró corriendo a su casa y de la misma manera fue hasta su habitación. Lanzó la mochila a cualquier parte y en una carrera que él veía casi de vida o muerte, comenzó a desvestirse, cambiando el uniforme escolar por prendas un poco más cómodas. Cuando estaba a punto de salir, vio el desastre que había dejado y se detuvo unos segundos a intentar ordenar porque sabía que si dejaba todo de esa manera su madre lo regañaría.
Una vez listo, salió corriendo otra vez hasta que estuvo afuera, encontrándose de inmediato con Hoseok quien seguía lanzando la pelota al aire, esta vez un poco más alto. Apenas llegó frente a su vecino, empezaron a jugar, pateando la pelota del uno al otro, utilizando aquello como un calentamiento según lo que había dicho Hobi.
—Oye, ¿y tu amigo? —preguntó de pronto Hoseok, tomando completamente desprevenido a Jimin. Lo miró con el ceño fruncido, bastante confundido— El de cabello largo y rizado, ese que venía a jugar siempre contigo. ¿Ya no son amigos?
Park Jimin pensó un par de segundos antes de dar una respuesta. Honestamente, no lo sabía. Se encogió de hombros.
—No lo sé.
—¿Cómo que no lo sabes? —Hobi detuvo la pelota con su pie y miró a Jimin— ¿Son amigos sí o no?
—No lo sé. No he hablado con él.
— ¿Desde cuándo?
—Desde que entramos a clases.
—¡¿Qué?! —exclamó el mayor. Lanzó al olvido la pelota y se acercó a Jimin— ¿Cómo que ya no hablan?
—Al entrar a clases la maestra nos cambió de asientos y ya no hemos hablado... —comentó, rascándose el cuello en señal de nerviosismo—. Lo he visto hablando con otros niños.
Hoseok chasqueó su lengua, sintiendo un poquito de pena por Jimin. En momentos así era donde le hubiera encantado haber estudiado en el mismo colegio. Al darse cuenta de la tristeza que reflejaba el rostro de Jimin, decidió que lo mejor era cambiar de tema. Hoseok hizo todo lo posible por hacer reír a Jimin esa tarde. Sus padres siempre le habían dicho que, si le sonreías a la vida, la vida te sonreiría de regreso y eso era lo único que él quería para Jimin.
Jimin movió su pierna con ansiedad e insistencia. Llevaba varios días pensando en lo que estaba a punto por hacer y aunque todo en él gritara que no lo intentara una vez más, no podía ceder. No quería hacerlo, sin embargo.
Los chicos habían hecho tantos comentarios al respecto que su cabeza se había convertido en un lío pero, aun así quería intentarlo. Ellos decían que Taehyung ya no estaba interesado en la amistad que había entre ambos, que había preferido alejarse porque pensaba que él era muy asfixiante y que esta vez no iba a ser distinta a las anteriores donde inventaba mil excusas para no juntarse con él. Jimin todavía tenía la esperanza de que si Taehyung lo veía interesado podía aceptar. Tal vez, su amigo había sido honesto las veces anteriores y realmente tenía cosas que hacer y eso él lo aceptaba. ¿Por qué tenía que ser cierto todo lo que los chicos decían?
No perdía nada con intentarlo. Sí, Tae ya le había explicado el por qué no podían quedarse después de clases. Sabía perfectamente que su amigo tenía varios clubes y talleres extracurriculares y eso hacía que estuviera ocupado la mayor parte del tiempo, pero aun así quería intentarlo. Lo extrañaba mucho y sabía que Tae lo extrañaba a él y por eso estaba dispuesto a hacer un pequeño esfuerzo otra vez. Tal vez Tae no podría quedar con él todos los días como antes pero, sería súper cool si los fines de semana podían juntarse.
"—Harás el ridículo. —le había dicho Kyuhyung cuando lo escuchó decir que quería hablarle a Tae—. ¿Qué tiene que suceder para que te des cuenta que él ya no está interesado en ser tu amigo?"
—Eso no lo sabes. —se defendió Jimin, aferrándose a la pequeña luz de esperanza que seguía alumbrando apenas— Tú no lo conoces.
— ¿Y tú sí? —Woobin contraatacó— ¿Tú realmente lo conoces?
—Por supuesto que sí. ¿De qué te ríes? —el tono de voz de Jimin sonó ofendido al ver a Woobin sonriendo de manera socarrona.
—Es increíble lo tonto que puedes llegar a ser. ¿Cuántas veces le has preguntado a Tae si pueden quedar después de la escuela? —alzó las cejas, esperando una respuesta por parte del chico pero esa jamás fue pronunciada— ¿Ves? Él tiene nuevos amigos. Ya te utilizó todo lo que tenía que utilizarte. Ahora no le sirves.
El pecho de Jimin dolió ante las crueles palabras de Woobin. Buscaba alguna manera de defenderse pero las palabras se rehusaban a salir de su garganta, arañándola de la tal manera que le provocaban un fuerte dolor.
—Si él... A lo mejor... —balbuceó Jimin. La mirada de los dos chicos lo hacía sentir tan, tan pequeño—. Tal vez él quiere...
—Si él quisiera que siguieran siendo amigos, se habría acercado a ti, Jiminie. —Kyuhyung finalizó. Se acercó al chico y lo abrazó por los hombros con un poco de brusquedad— Ya déjalo de lado. No lo busques más."
Y aun cuando la actitud de Taehyung gritaba con fuerza que los chicos tenían razón, él prefería otorgarle el beneficio de la duda. Él conocía mejor que nadie a Kim Taehyung, más de lo que lo hacían Kyuhyung y Woobin. Debía intentarlo una vez más.
El timbre sonó y un estruendoso ruido de sillas arrastrándose por el suelo hizo ecos en el salón. Jimin lanzó sus cosas con brusquedad dentro de su mochila y buscó a Tae con la mirada, encontrándolo a punto de salir por la puerta. ¿Hacia dónde iba con tanta prisa?
Park Jimin se colgó la mochila en los hombros y salió corriendo del salón haciendo oídos sordos a los llamados de Minki. Buscó con la mirada a Tae en el pasillo y cuando lo encontró, a unos cuantos metros de distancia, corrió hasta allá.
—¡Taehyung! —lo llamó pero su voz fue opacada por el fuerte bullicio de los estudiantes— ¡Taetae!
Jimin soltó un bufido y se abrió paso en el corredor. Con un poco de esfuerzo, logró llegar hasta su amigo y lo tomó por el brazo, llamando así su atención. Taehyung se giró asustado y cuando se dio cuenta quien sujetaba su extremidad era Jimin abrió los ojos con sorpresa.
—Hola, Taetae —lo saludó el niño de mejillas rosadas. Se sentía bastante extraño saludarlo aun cuando ambos estudiaban en el mismo salón.
—Hola, ¿sucede algo?
La voz de Tae sonó amable y suave, sus ojos reflejaban cordialidad pero, la pregunta se sintió como un golpe fuerte en el estómago. ¿Desde cuándo su mejor amigo le hablaba con tanta formalidad?
—No... —titubeó. Ya no estaba tan seguro de qué decirle. Tae alzó las cejas, esperando que él le explicara por qué lo había detenido. La incomodidad que sentía Jimin se reflejaba en su rostro, sin embargo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para relajarse—. Me estaba preguntando si quieres hacer algo hoy. Ya sabes, ver una película o algo así. Podemos hacer lo que tú quieras.
El rostro del chico de cabello rizado decayó, sus labios curvándose en una pequeña mueca.
—Uhm, no puedo.
—¿No puedes hoy? ¡No importa! Podemos quedar mañana. ¿Te parece bien como a las tres?
—Tampoco podré...
Jimin tragó saliva — ¿Y el viernes?
—Estaré ocupado también.
—Pero... pero eso fue lo que me dijiste la última vez.
El semblante de Park Jimin decayó al darse cuenta que sus amigos tenían razón. Si aquella amistad fuera importante para Taehyung tanto como lo era para él, pondría un poquito más de su parte, se mostraría más interesado o haría un pequeño espacio en su ocupado horario para quedar con su mejor amigo. Sí, Jimin era muy consciente del estrecho horario que tenía Taehyung pero, ¿no existía la posibilidad de faltar a uno de esos talleres?
—¿Cuándo podremos vernos? —insistió por última vez.
Taehyung se encogió de hombros. Se le notaba incómodo. O eso era lo que Park Jimin creía.
—Okay, está bien, lo entiendo. —aceptó finalmente y sacudió la cabeza cuando su amigo tuvo la intención de decir algo— No te preocupes, no importa. Que te diviertas haciendo lo que sea que harás.
Jimin no esperó a que Taehyung agregara algo más. Él simplemente le lanzó una última mirada y pasó por su lado, convenciéndose de una buena vez de lo que estuvieron diciéndole durante mucho tiempo. Era difícil aceptar el hecho de que una amistad tan bonita se perdería pero, él no podía obligar a Taehyung a quedar después de clases cuando, por supuesto, no quería hacerlo.
Finalmente, se había convencido de eso.
Los meses fueron pasando poco a poco. La amistad que un día lo había unido a Taehyung ya sólo existía en sus recuerdos. Que su mejor amigo se hubiera alejado de él de esa manera trajo un sinfín de inseguridades a la vida de Jimin porque él estaba constantemente pensando si había hecho algo mal para terminar de esa manera. Además, el nuevo círculo de amistad que solía rodearlo no ayudaba demasiado ya que siempre estaban lanzándoles malos comentarios, diciéndole en palabras sutiles que él había sido, prácticamente, el culpable de lo que había sucedido con Taehyung. Los malos comentarios que recibía fueron tantos que finalmente, Jimin terminó creyéndolos, llegando al punto de que reconocía toda la culpa de aquella lejanía como suya.
Los meses se convirtieron en años y aquella amistad tan bonita se había convertido en cenizas. Taehyung y Jimin se ignoraban por completo, ya no se saludaban, no se lanzaban ni siquiera una mirada. Cada uno creó un camino apartado del otro y todos esos planes que creaban cuando niños fueron lanzados cruelmente al olvido. Jimin seguía extrañando a Taehyung, por supuesto. No obstante, las inseguridades que habían sido creadas a lo largo del tiempo y el orgullo le impedían a hacer el intento de acercarse una vez más. Las palabras que le decían sus amigos se repetían una y otra vez en su cabeza, convenciéndolo cada vez más de ello: Eres demasiado bueno, ¿por qué tienes que acercarte tú? Si él te extrañara de la misma manera en que lo extrañas tú, se acercaría o haría el intento, ¿no? Si te acercas, harás el ridículo. Nosotros somos tus amigos ahora, Jimin.
Y él terminó aceptandoaquello en contra de su propia voluntad.
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