ღ cuatro II

Afirmando las manos en sus rodillas, Jimin intentó coger un poco de aire, sus pulmones quemaban por la falta de oxígeno en ellos, las gotas de sudor se deslizaban por su frente, su rostro enrojecido demostraba el calor y el agotamiento que estaba sintiendo. Llevaba casi treinta minutos corriendo a través de la cancha de futbol y sus piernas ya no lo resistían más.

—¡No te detengas!

Jimin rodó los ojos cuando escuchó la voz de Kyuhyung a la distancia, exigiéndole que siguiera corriendo. Dios, ese chico era tan molesto. Siempre lo había sido pero, desde aquella vez con el trabajo de historia, se volvió mucho más insoportable. Después de lo del trabajo, Jimin decidió alejarse un poco de ellos pero la convivencia entre él y esos dos chicos se hacía casi insostenible en los entrenamientos. Más de alguna vez, Jimin recibió empujones y golpes que eran excusados cada que el entrenador les llamaba la atención y él prefería pasarlos por algo, creyendo en la inexistente posibilidad de que hubiera sido un accidente.

Pero Jimin sabía también que él tenía un límite. Y estaba a punto de llegar.

—¡Sigue corriendo, Jimin! —volvió a gritar Kyuhyung y él soltó un gruñido, parándose derecho. Se secó el sudor de la frente con el antebrazo y suspiró, queriendo que esa tortura se terminara pronto— ¡Jimin!

—¡Ya te escuché! —le devolvió el grito, su voz sonando más enojada de lo que él esperó— ¿Si tanto te molesta que me detenga, por qué no corres tú?

—Porque el entrenador me dejó a cargo, duh.

En ese momento, Woobin pasó corriendo por su lado y le lanzó el cuerpo encima a Jimin, sus hombros chocando con violencia.

—Muévete, inútil. —escupió Woobin de forma despectiva y sin detenerse— Lo único que haces aquí es estorbar.

Park Jimin hizo el intento de lanzarse contra Woobin pero fue detenido justo en ese instante por Jungkook quien apareció también muy agitado y con el rostro enrojecido.

—No lo hagas... No te desgastes discutiendo con ellos... —le pidió entre balbuceos. Cuando Jimin quiso ignorarlo y seguir su camino, lo empujó suavemente por el pecho, captando finalmente su atención— ¿Es que no te das cuenta que ellos lo único que quieren es provocarte?

—Ya no los aguanto más —se quejó Jimin—. ¿Por qué siempre tengo que quedarme callado?

—Mira, los escuché diciendo que te quieren fuera del equipo pero harán que tú quieras salirte. Sólo están haciendo que llegues a tu límite.

—Y no falta mucho. Ni siquiera me gusta estar aquí.

Se liberó del suave agarre que Jungkook ejercía en él y reanudó la carrera de nuevo porque sabía que sí no lo hacía, Kyuhyung volvería a gritarle y él terminaría explotando. Estaba enojado con él mismo, quejándose en silencio de que nunca tendría que haber formado parte de ese equipo, nunca tendría que haberse acercado a ese grupo de chicos. Ahora se daba cuenta que era mil veces mejor estar solo que rodeado por ese ambiente tóxico que lo único que hacía era dañarlo. Se sentía muy arrepentido de haberse acercado a ellos y aunque cuando era más pequeño trataba de justificar todos los actos de esos chicos, ahora se daba cuenta que durante mucho tiempo tuvo un pensamiento errado. Hobi también había jugado un papel importante en todo eso y de no haber sido por él, Jimin jamás se habría dado cuenta de todo eso.

Al cabo de unos quince minutos, Kyuhyung les permitió parar y el cuerpo de Jimin cayó rendido al suelo. Los rayos del sol golpeaban su rostro con fuerza y su pecho dolía por la falta de aire.

Jungkook se acercó a él luego de unos segundos y se dejó caer a su lado, soltando un quejido de dolor cuando dejó que su anatomía se extendiera.

—Nunca había corrido tanto en mi vida. —confesó, con la voz estrangulada por culpa de la sequedad que sentía en la boca.

Jimin soltó una risa y ladeó la cabeza para mirarlo. El perfil sudado de Jungkook quedó frente a sus ojos.

—¿Por qué decidiste unirte? —quiso saber, con genuina curiosidad.

Jungkook ladeó la cabeza también, sus miradas se encontraron. Jimin se dio cuenta que los ojos de Jungkook brillaban con una felicidad inocente que lo hacía sentir en paz. Nunca antes se había dado cuenta de ese detalle.

Entre todo el caos que había en las prácticas de fútbol, Jungkook era lo único que le transmitía paz y tranquilidad. Habían dos personas que le transmitían esa sensación a Jimin: una de ellas era su madre y la otra Taehyung, sin embargo, la paz y tranquilidad que le transmitía Jungkook era completamente distinta. No sabía cómo explicarlo pero le gustaba pasar tiempo con él.

—Me gustan los deportes —confesó con simpleza, esbozando una suave sonrisa que hizo sentir a Jimin como si flotara en el aire—. Tengo demasiada energía y tengo que ocuparla en algo, ¿no?

Jimin rió —Realmente eres bueno en todo.

—¿Qué? Por supuesto que no.

—¿Cómo qué no? —lo molestó, casi lanzando al olvido el mal rato con Kyuhyung— Eres uno de los mejores alumnos de tu clase, eres bueno en los deportes. He visto algunos de tus cuadros y... Woah, eres muy talentoso. ¿En qué más eres bueno? ¿También vuelas?

Una sonora carcajada escapó de los labios de Jungkook. Se levantó quedando sentado, sosteniendo el peso de su cuerpo con los brazos, sus manos afirmadas en el césped sintético de la cancha de fútbol.

—Ojalá pudiera volar.

—¿No lo haces? —inquirió Jimin y Jungkook negó divertido— Vaya, he encontrado un punto débil en Jeon Jungkook.

—¿Y tú, Park Jimin? ¿En qué eres bueno? —quiso saber el menor, más interesado de lo que quería admitir— Me he dado cuenta que eres un desastre jugando a la pelota.

Jimin sintió el calor subir hasta sus mejillas y no se trataba precisamente por las altas temperaturas que habían esa tarde o por la ajetreada carrera que tuvo durante más de treinta minutos. Rió y Jungkook se deleitó silenciosamente con el sonido de su risa. Habían sido pocas las veces que había visto reír a Jimin de esa manera ya que, en los entrenamientos, la mayor parte del tiempo estaba serio y callado.

—Pero miren nada más.

Tanto Jimin como Jungkook miraron hacia el frente. Kyuhyung se acercaba a ellos con una sonrisa burlona en los labios y los brazos cruzados en una postura altanera. A su lado, venía Woobin exactamente con la misma expresión. La cancha había sido absorbida por un silencio espeso o eso fue lo que le pareció a Jimin quien se sentó de inmediato, todos sus sentidos en alerta una vez más.

—Esto era lo único que nos faltaba. No es suficiente tener a canadienses y chinos estudiando con nosotros que ahora se nos suman dos maricones. Qué puto asco.

—¿Deberíamos decirle al director? —preguntó Woobin y les lanzó una mirada de repugnancia que hizo temblar el corazón de Jimin— No pienso estar en el mismo colegio que un maricón, qué asco.

—Yo creo que sí. ¿Tendremos que enviarlos a los camarines de las chicas ahora? —el veneno ácido caía en cada palabra que pronunciaba Kyuhyung— Me niego a ducharme junto a Jimin. ¿Te imaginas estar duchándote y que lo encuentres de rodillas para...

Antes de que Kyuhyung terminara la despectiva pregunta y que Jimin alcanzara a procesar lo que iba a hacer, se lanzó sobre él y lo golpeó en el rostro con el puño cerrado con tanta fuerza que un dolor punzante le recorrió el brazo. Todo el enojo que había estado comprimiendo pareció activarse en un solo segundo, queriendo salir disparado, causando todo el daño posible.

Kyuhyung cayó sobre el césped sintético bastante aturdido por el golpe y no alcanzó a recuperarse del todo cuando Park Jimin se instaló a horcajadas sobre él para propinarle otro golpe más fuerte que el anterior. De inmediato, la cancha se llenó de gritos masculinos, los gemidos de dolor que soltaba Kyuhyung llegaban hasta los oídos de Jimin quien buscaba algún ápice de estabilidad para calmarse pero, no podía hacerlo. Una cosa era que lo molestaran a él y lo soportaría, sin embargo, ahora habían decidido involucrar a Jungkook y aquello fue la gota que derramó el vaso.

Woobin hizo el intento de lanzarse sobre Jimin y defender a su amigo que estaba perdiendo considerablemente aquella pelea pero, su anatomía se vio empujada hacia atrás por Jungkook quien se atravesó en su camino, deteniéndolo en el proceso.

—¿Qué estás haciendo, maricón? Aléjate, asqueroso de mierda.

Nunca antes alguien le había hablado de esa manera, jamás se habían referido de él de aquella forma tan despectiva pero en vez de entristecerlo, hizo que la rabia burbujeara por las venas de Jungkook quien no dudó ni un instante en lanzarle un empujón mucho más fuerte que el anterior.

—¿Qué es lo que acabas de decir? ¡Repítelo! —exigió, su ceño fruncido ensombrecía los bonitos ojos brillantes del chico— ¡Dilo otra vez!

La sonrisa que curvó los labios de Woobin hizo que el estómago de Jungkook se apretara de la rabia. A lo lejos seguía escuchando el impacto de los golpes que daba Jimin, el griterío de sus demás compañeros y las tontas apuestas que hacían de quién ganaría la pelea. No se caracterizaba por ser un chico agresivo. Es más, huía de los problemas cada vez que tenía la oportunidad porque no le gustaba darles preocupaciones a sus padres, no obstante, en esa oportunidad no iba a quedarse callado.

Sus padres siempre le habían dicho que él jamás debía sentirse avergonzado con su forma de ser, se lo decían aún sin saber que Jungkook se veía atraído por los chicos. Si sus padres no lo juzgaban, ¿quién rayos era Woobin para hacerlo? No le debía ninguna explicación ni a él ni a nadie.

—¿Estás seguro que el maricón soy yo? —le preguntó sonriendo con burla. Woobin frunció el ceño demostrándole que no había entendido su pregunta y el menor rodó los ojos— Eres más estúpido de lo que pensé. Cuando te consigas una personalidad y dejes de imitar a Kyuhyung hablaremos, ¿vale?

—No te quieras hacer el listillo conmigo, maricón.

—No me hago, lo soy. Soy menor que tú y aun así soy más maduro, ¿qué me dices de eso? Ni siquiera tienes una razón válida para venir y molestarnos, sólo lo haces porque necesitas encajar en algún lugar y el único que te toma en cuenta es Kyuhyung sólo si haces lo que te pide.

La voz de Woobin se vio levemente silenciada por el ruido ensordecedor que produjo el silbato al ser soplado por el entrenador. Jungkook desvió la mirada, viendo como el hombre de cuarenta y tantos se acercaba a pasos rápidos con los puños apretados, realmente molesto por lo que estaba sucediendo en horarios de entrenamiento.

Jimin recibió un golpe en el costado del abdomen que le quitó un poco la respiración. Su corazón latía con fuerza contra su pecho, la rabia que burbujeaba en su sangre le nublaba los sentidos y solo en lo que podía pensar en ese instante era golpear a Kyuhyung sin parar como una especie de desquite o venganza por todos los años en los que le dijo malos comentarios. Ese chico junto a Woobin habían influido en su vida de una manera tan negativa que Jimin no se parecía en nada al que era cinco años atrás.

Y si tenía que ser honesto, ni siquiera sabía por qué seguía juntándose con ellos si le desagradaban tanto. Tal vez, lo hacía para no quedarse solo aunque muchas veces escuchó a su padre decir que era mil veces mejor estar solo que mal acompañado.

De pronto, el cuerpo de Jimin fue empujado hacia atrás con tanta fuerza que su trasero rebotó sobre la falsa hierva. Ante aquella pequeña interrupción, Kyuhyung la vio cómo su oportunidad y se movió con agilidad para lanzarse sobre Jimin con el claro propósito de golpearlo y no quedar como un perdedor, sin embargo, su impulso se vio interrumpido ya que fue el mismo entrenador quien lo cogió del brazo y lo obligó a colocarse de pie sin un ápice de delicadeza.

Jungkook se acercó a Jimin y lo ayudó a colocarse de pie.

—¿Se puede saber qué demonios sucede aquí? —escupió el hombre, furioso— ¿Por qué te estabas peleando, Kang?

Kuyhyung subió la camiseta de prácticas hasta su rostro y con la misma tela se secó el sudor y la sangre que brotaba de las distintas pequeñas heridas que habían quedado en su rostro.

—Todo es culpa de Jimin, entrenador.

El hombre le lanzó una mirada a Jimin y se dio cuenta que el equipo completo se encontraba de pie a su alrededor, escuchando atentamente lo que hablaban ahí.

—¡¿Y ustedes qué están esperando?! ¡No se queden ahí y sigan corriendo! —dijo y cuando todos hicieron lo que ordenó, volvió su atención a los dos chicos que seguían junto a él— ¿Me puedes explicar qué pasó aquí, Kyuhyung?

—Todo fue culpa de Jimin —repitió el chico. La malicia chispeaba en sus ojos—. Le dije que usted me había dejado a cargo mientras resolvía algunos asuntos académicos y él no hizo otra cosa más que ignorarme. Siempre es lo mismo con él. Finge no hacer nada cuando usted está cerca pero, realmente es un holgazán que no sigue las reglas y hace lo que se le pegue la gana.

—¿Por qué no le dices la verdad, Kyuhyung? —le pidió Park Jimin con los dientes apretados. Le sorprendía la facilidad con la el otro chico mentía— Eso no fue lo que pasó, entrenador.

El hombre le lanzó una mirada y le pidió a Jimin que le explicara supuestamente lo que hacía pasado y Jimin fue totalmente honesto. Le dijo que había corrido por más de treinta minutos alrededor de la cancha y que Kyuhyung no había hecho otra cosa más que insultarlo y lanzarle improperios.

—¿Eso es verdad? —le preguntó el entrenador a Kyuhyung.

El chico soltó una risa de indignación y optó por la expresión más afligida consiguió en dos segundos.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no, entrenador! Yo nunca hice eso.

—¡No seas mentiroso! —lo acusó Jimin— Todo el equipo está de testigo. Nos llamaste maricones a Jungkook y a mí. ¿Cómo puedes ser tan cínico?

—Lenguaje, Park. —lo reprendió el entrenador— Si es verdad lo que dice Jimin, estoy en la obligación de enviarte a dirección.

Kyuhyung lo miró indignado, casi herido.

—¿Está hablando en serio, entrenador? —preguntó y rodó los ojos cuando el hombre asintió, firme en su decisión— ¿Realmente le va a creer a Jimin? ¡Le recuerdo que es él quien hace un problema por todo durante los entrenamientos! ¿O ya no se acuerda de las veces que él ha mentido con sentirse mal sólo para faltar a los entrenamientos?

—¡Eso es mentira! —gritó Jimin y si no hubiera sido por Jungkook quien se acercó en ese preciso momento y lo detuvo por los brazos, se habría lanzado sobre Kyuhyung sin importarle que el profesor estuviera presente— ¡Deja de mentir y dile la verdad al entrenador de una vez por todas!

—Lo mejor es que le digas la verdad al entrenador, Kyuhyung —lo presionó esta vez Jungkook, todavía sosteniendo a Jimin por los brazos—. Admite que fuiste tú quien comenzó con los insultos sólo porque Jimin se detuvo un segundo a descansar. ¿Qué ganarás con mentir? No es como si el entrenador fuera a nombrarte capitán del equipo.

Los ojos de Kyuhyung chispearon de rabia y tuvo que morderse la lengua para no lanzarle un mal comentario a Jungkook frente al entrenador. El menor estrechó los ojos, desafiándolo, sabiendo que Kyuhyung era lo suficientemente mojigato como para hacerse pasar por un buen chico delante de un profesor y tragarse todas sus malas palabras incluso en contra de su voluntad.

—No puedo admitir algo que no es cierto, Jeon Jungkook. Sólo estás apoyando a Jimin porque es tu "amigo".

La manera en que pronunció aquella última palabra hizo que los puños de Jimin se apretaran con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. Su cuerpo temblaba por la rabia, sus manos picaban por las ganas que tenía de darle un nuevo golpe.

—¡Suficiente! —el hombre alzó la voz. Miró a Kyuhyung y sin poner en duda su palabra, creyó en él. Tal vez estaba cometiendo un error, tal vez no— Jimin, a dirección.

—¿Qué? —preguntó incrédulo— ¿Por qué debo ir a la dirección si no he hecho nada malo?

—No lo volveré a repetir.

Park Jimin sacudió sus hombros para que Jungkook lo soltara y se quitó la camiseta de entrenamiento, lanzándola con fuerza contra el pecho de Kyuhyung, la prenda cayendo al suelo finalmente.

—¿Sabe qué? Puede ir buscándose otra defensa o empezar a hacer jugar a los chicos que están en la banca porque yo renuncio.

Jungkook copió la acción de su compañero pero a diferencia de él, tomó el antebrazo de Kyuhyung para dejar la camiseta sobre su mano.

—Puede sacar a dos de la banca y ponerlos a jugar porque yo también renuncio.

Dejando al hombre con la palabra en la boca, ambos chicos crearon su camino de regreso a los camarines a buscar sus pertenencias. Hicieron caso omiso a los llamados insistentes del profesor, Jungkook le lanzaba rápidas miradas a Jimin, percatándose que a pesar de haber renunciado al club de fútbol, todavía lucía bastante molesto.

Park Jimin empujó las puertas dobles para ingresar al camarín creando un ruido estrepitoso en toda la habitación. Sacó su bolso del casillero y lo lanzó con brusquedad sobre las largas bancas, tratando de liberar de esa manera un poco de frustración. Estaba enojado consigo mismo por haber considerado por un largo tiempo a esos chicos como sus amigos. Ahora que había aceptado realmente la situación, se daba cuenta del terrible daño emocional que le causaron por tanto tiempo. Aquél daño irrevocable que le costaría sanar. Habían logrado contaminarlo con aquella toxicidad que los rodeaba, convirtiéndolo en una persona que él no reconocía. Se sentía como un títere que había sido finalmente liberado de las hebras de su frívolo y calculador titiritero.

—Jimin...

—Jungkook, déjame solo. —le pidió Jimin, sintiendo un nudo en la garganta.

—Oye, mírame —murmuró el chico de ojos brillantes, tratando de buscar la mirada del contrario—, Jiminie...

—Todo esto es tan injusto —lloriqueó, dejando caer su cuerpo sobre la banca—. El que tendría que haber sido enviado a dirección es él, no yo.

—Lo sé, lo sé —Jungkook tomó asiento a su lado y posó su mano en la espalda del chico para frotarla con amabilidad—. Todo es injusto pero ya acabó. Ya no tendrás que soportarlos más porque la mejor decisión que pudiste haber tomado es haber cortado todo lazo con ellos. Ya no más, Mimi.

—Soy tan estúpido...

—Oye, por supuesto que no lo eres. Esos chicos son malos de verdad y haber creído que eran personas buenas y que eran tus amigos no te convierte en alguien estúpido. Yo no creo que lo seas.

Jimin cerró los ojos y escuchó atentamente las palabras de Jungkook, su voz y sus caricias en la espalda lo tranquilizaban de tal manera que pronto la rabia que sentía se transformó en tristeza, dándose cuenta que por la culpa de esos chicos se había terminado por alejar de su mejor amigo. Ahora que podía verlo todo desde afuera, sin tener que obedecer más esos comentarios negativos, se daba cuenta que tal vez Taehyung sí estaba ocupado con sus deberes y los clubes y no se juntaba con él porque no quería hacerlo sino porque no podía y ya. Pero él se había dejado manipular con la tonta excusa de que prefería estar con esos chicos antes de quedarse solo. Gracias a los malos comentarios que Minki, Kyuhyung y Woobin lanzaban en contra de Taehyung había sospechado que existía una especia de rechazo envidioso por parte de ellos y ahora lo confirmaba.

—¿Sabes, Jungkookie? —Jimin interrumpió las palabras de aliento que el chico le decía y lo observó con expresión triste— Ahora que lo pienso, fui bastante estúpido.

Jungkook frunció suavemente el ceño y ladeó la cabeza, sin entender a lo que se refería.

—¿Qué quieres decir? —la confusión se notaba en su tono de voz.

—¿Recuerdas lo que te conté sobre Taehyung y cómo habían terminado las cosas entre nosotros?

—Claro, claro, por supuesto que lo recuerdo. ¿Qué pasa con eso?

—Ahora que me doy cuenta, tal vez Taehyung no se alejó de mí porque quiso hacerlo. Ellos, mis "amigos" siempre estuvieron lanzando malos comentarios acerca de él. Taetae jamás les cayó bien y... ahora me doy cuenta de cómo sucedieron las cosas. Soy un idiota, ¿verdad?

—Para nada, Jiminie... —Jungkook acarició el cabello castaño del mayor con cariño. Se sentía muy cómodo con él y su día se arreglaba considerablemente cuando veía sonreír a Park Jimin— En ese entonces eras pequeño y no sabías realmente lo que sucedía. Además, creo que nunca es tarde para pedir disculpas. Hiciste mal en haber creído en todo lo que ellos decían pero, no sabías lo que pasaba realmente así que nadie puede culparte por eso. ¿Lo extrañas?

Jimin asintió sin dudarlo. Extrañaba mucho a Kim Taehyung.

—Tae es mi mejor amigo, por supuesto que lo echo de menos.

—¿Sigues considerándolo tu mejor amigo aún después de tantos años?

—Claro. Él es alguien muy importante para mí.

Jeon Jungkook asintió, dándose cuenta que Jimin era completamente sincero al pronunciar aquellas palabras.

—No te preocupes, Jiminie. Haremos algo al respecto, ¿está bien?

El menor sintió como supecho vibraba por la emoción que le causaba ver la pequeña y suave sonrisa queJimin le regalaba, creyendo fielmente en sus palabras.

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