ღ uno

El pequeño Taehyung balanceaba sus piernitas de adelante hacia atrás, sentado en su cama con su postura encorvada y un puchero desanimado. Miraba como un cachorro a su mamá, tratando de alguna forma convencerla así de que no lo obligara a ir nunca más al colegio pero, su mamá no lo miraba porque estaba demasiado concentrada en arreglar el uniforme escolar que le colocaría al pequeño para su primer día de clases. Miraba el uniforme claramente emocionada, una emoción que Taehyung no sentía para nada.

En otro momento hubiera sido más fácil, sabiendo que volvería a ver a sus amigos, jugaría de nuevo con ellos y competiría por quien dibujaba el mejor superhéroe del mundo, pero ahora solo podía sentir miedo porque en su nueva escuela no conocía a nadie con quien jugar, y peor aún, no conocía a nadie más que a su familia en ese país extraño. Él no quería asistir al colegio, por lo menos esa primera semana o si era mejor, nunca. ¿Por qué sus padres no podían entender que se encontraba realmente asustado? No quería que los otros niños se burlaran de él por su poco dominio en el idioma, aunque hablara en coreano con su papá, solía hablar la mayor parte del tiempo en inglés por lo que el coreano se le había ido olvidando poco a poco, siempre enredaba su lengua al hablarlo y se sentía muy triste cuando eso pasaba. Su mamá siempre le decía que no se preocupara, que solo era cuestión de práctica y que lo haría increíble, pero aún así no lo sentía como algo tan fácil.

¿Por qué su tonta lengua no colaboraba?

Su mamá se detuvo frente a él para decirle algo, notando entonces su expresión tristona y sus ojos de cachorro regañado, sonrió comprensiva y se sentó junto a él en la cama.

— ¿Podría quedarme contigo por lo menos hoy?— pidió el pequeño en inglés, moviendo sus pestañas y tratando de lucir adorable.

Su mamá acarició su cabello y negó.

—Sabes que no podemos hacer eso, amor, ya lo hablamos, ¿recuerdas?

Por supuesto que lo recordaba, quiso decir el niño pero sabía que eso sería cruzar los límites. Lo recordaba porque su madre había estado hablándole sobre eso el día anterior, haciéndole entender a un pequeño niño la importancia de asistir a la escuela.

—Pero no quiero, quiero quedarme contigo hoy. —refutó el niño en inglés, cruzándose de brazos, sus labios curvándose en un pequeño puchero.

Taehyung quiso llorar en un claro berrinche. ¿Por qué se habían tenido que mudar a un país totalmente distinto? Extrañaba su casa, su cama, su escuela. Extrañaba a sus amigos. No quería ir a esa escuela extraña donde habrían niños que no hablarían con él por de su mala pronunciación.

—Tae...

—Por favor, mamá... —pidió el niño en un mal coreano pero cambió de inmediato porque no se sentía cómodo hablándolo—. ¿Podemos ir mañana?

Su mamá suspiró, buscó sus manos para tomarlas y darle un suave apretón para demostrar su apoyo. Los brillantes ojos del niño la observaron, mostrándole en ellos lo temeroso que se encontraba. Ella entendía la situación por la cual estaba atravesando su pequeño hijo, no obstante, sabía que si no se enfrentaba a esos miedos que lo detenían en ese momento, jamás lo haría. Sabía de igual forma que Taehyung no estaba para nada feliz con aquél gran cambio que había tomado la familia. El último día que pasó junto a sus amigos en Canadá, se lo dejó ver entre balbuceos y lloriqueos.

—Escúchame, amor, todo estará bien.— tranquilizó, hablándole en coreano tratando de darle así seguridad para hablar también— Sé que tienes miedo de ir a la escuela porque crees que tus compañeros van a molestarte por no saber hablar bien coreano pero, si no lo intentas, jamás lo aprenderás. Eres un pequeño muy listo, Tae, y ya verás que poco a poco, irás aprendiendo. El primer día siempre es difícil para todos pero, te apuesto que conocerás buenos amigos que te harán sentir otra vez como en casa y quienes te harán vivir nuevas experiencias que disfrutarás mucho más.

—Pero yo no quiero ir a la escuela, mamá. Si me dejas quedarme aquí, te prometo que mañana iremos, te lo prometo, mamá.

—No, bebé.— la mujer se negó, acariciando el cabello castaño de su pequeño. Sus ojos brillaban por las lágrimas contenidas— No puedes faltar a tu primer día de clases.

En ese momento, Taehyung se dio cuenta que ya no habría manera de convencer a su madre de lo contrario. Ella estaba convencida en enviarlo al colegio, ya no tenía nada más que hacer.

—Te prometo que si te sientes realmente incómodo, iré a buscarte.

El niño la miró con las mejillas infladas y sus labios apretados con una expresión bastante adorable en su rostro.

— ¿Y cómo vas a saber?— dudó moviendo su cabeza a un lado.

—Porque estaré esperándote justo afuera, amor.

— ¿Lo prometes?— preguntó, la duda reflejándose en su tono de voz, sus ojos brillantes por las lágrimas y el corazón esperanzado.

—Lo prometo.— aseguró ella rozando su nariz con la del pequeño haciéndolo sonreír— Eres el niño más encantador del mundo, todos los niños querrán ser tus amigos, sin importar de dónde vengas o como seas.

Taehyung limpió sus lágrimas y sonrió, sintiéndose alegre por la motivación que le había dado su mamá, si ella lo decía era porque era cierto, entonces daría un poco de sí para poder demostrar que aunque su lengua fuera torpe, él era un buen chico.

—Ahora, ponte de pie y ve a cambiarte de ropa, ¿bien? Te prepararé el desayuno por mientras.

El niño se sintió ahora más calmado y se apresuró en obedecer lo dictado por su mamá, se aseguró de ponerse la camisa correctamente y los zapatos en el orden correcto, no se preocupó en peinar su cabello pero fue algo que su mamá rápidamente arregló cuando se sentó a desayunar.

Empezaba a creer que no sería tan malo, su mamá lo acompañó a la escuela caminando, estaban tomados de las manos y jugaban a no pisar las líneas del camino, saltaban uno que otro charco de agua y contaban los autos que pasaban de color amarillo. Su escuela tampoco estaba mal, se veía agradable a primera vista y espaciosa para poder correr y jugar, empezaba a estar emocionado, hasta que tuvo que despedirse de su mamá y enfrentarse a la realidad de socializar.

Un poco temeroso avanzó y se sentó en una de las primeras mesas del aula, veía todo con notable curiosidad, sus ojitos viajando por cada decoración y persona allí presente. La maestra parecía ser buena porque lo recibió con una bonita sonrisa al entrar, le gustaba la mesa donde estaba y la vista hacia afuera. Poco a poco el aula se fue llenando, y en su mesa se sentaron unos niños que no conocía, se sentía muy nervioso, pero recordaba las palabras de su mamá y le daba la seguridad de intentarlo.

La maestra de sonrisa bonita les dio la bienvenida por lo que pudo entender y les explico lo que iban a hacer, le dieron una hoja donde debían dibujar lo que hicieron en vacaciones pero Taehyung no estaba muy seguro de que dibujar a pesar de que a él le encantaba dibujar. Puso una expresión pensativa mientras jugaba con el lápiz en su mano y trataba de recordar qué hizo, pero no encontraba nada bonito ni divertido que poner. En vacaciones él se había mudado a Corea, había cambiado de casa y viajado por muchas horas en avión, no encontraba nada genial en eso. Dudoso, observo lo que dibujaban sus compañeros de mesa, parecían unas vacaciones fascinantes por lo que podía ver, ellos hablaban entre sí contando sobre sus aventuras y Taehyung quería preguntarles sobre ello también pero tenía miedo de hacerlo, aunque no le dio tiempo de pensar mucho cuando uno de sus compañeros de mesa le habló.

— ¡Hola! ¿Cómo te llamas?— preguntó animado, los demás niños lo miraron con interés.

¿Cómo debía decirlo exactamente? ¿"Hola, soy Taehyung" u "Hola, Taehyung soy"? Él no estaba muy seguro de eso, pero los niños esperaban una respuesta y él se ponía cada vez más nervioso.

—Hola, Taehyung soy. —respondió apenado haciendo un esfuerzo en pronunciar pero fallando por los nervios, los niños lo miraron confundidos.

— ¿Por qué hablas como Tarzán? —preguntó la niña a su lado causando la risa de todos los demás en la mesa.

Taehyung se sintió pequeñito, con ganas de salir corriendo o desaparecer, deseando que su mamá volviera para que le dijera que estaba todo bien. Se hundió en su silla y no dijo nada, sintiéndose nervioso por lo que más temía haciéndose realidad.

— ¿Qué dijiste? ¿Podrías repetirlo? —preguntó otro de los niños acercándose para darle su total atención.

—Yo... Uh...

— ¿Cómo te llamas? —repitió el primero que le había hablado.

—Taehyung.

— ¿Qué estás haciendo ahí? —preguntó el niño que se había acercado a él con una sonrisa burlona tratando de ver lo que estaba dibujando.

Taehyung los miró a todos con sus ojitos inquietos dudando en responder, con el temor reflejado en su rostro.

— ¿Por qué estás nervioso? Responde lo que te están preguntando —insistió la niña con la clara intención de volver a escuchar algún error.

El pequeño miró su hoja con trazos torpes de un intento de avión que planeaba poco a poco perfeccionar.

—Yo... Ah, un avión... —respondió Taehyung en inglés, aunque sabía que los niños no le entenderían prefería eso a que se burlaran de él.

Sus compañeros de mesa lo miraron confundidos.

— ¿De dónde eres?— preguntó curioso el único niño que no había hablado.

—Canadá.

Los niños hicieron expresiones sorprendidas, Taehyung pensó que ya lo dejarían en paz pero fue cuando más lo llenaron de preguntas poniéndolo mucho más nervioso.

— ¿Entonces no sabes hablar coreano?

— ¿Canadá queda muy lejos?

— ¿Por qué te mudaste?

— ¿Puedes entendernos?

Taehyung de verdad quería responder cada pregunta, pero las palabras en su cabeza estaban desordenadas y no sabía muy bien como ordenarlas. Se sentía muy asustado, su corazón acelerado y sus manos sudando por los nervios. Trato de hablar, pero las miradas intensas de sus compañeros y el temor de que se burlaran de él le ganó. Quería salir corriendo a los brazos seguros de su mamá, ella debía estar afuera esperándolo como había prometido, pero cuando intentó levantarse haciendo mucho más ruido con la silla de lo que hubiera querido, los nervios actuaron en su contra haciendo que se le cayera al suelo el estuche que tenía en sus piernas, causando un estruendo en toda el aula llamando la atención de toda la clase.

Muchísimo más apenado, empezó a recoger cada cosa del suelo mientras escuchaba las risas de sus compañeros, sus manos temblaban y sentía la cara caliente, tenía muchas ganas de llorar pero su escape había sido un fracaso. La maestra intervino calmándolo, lo ayudó a recoger todo y se quedó con él un rato tratando de ayudarlo a hacer la actividad. Sus compañeros no volvieron a dirigirle la palabra, hablaban entre ellos y hacían sus tareas solos, no lo incluían y de alguna forma Taehyung no se sintió aliviado como había pensado, si no, bastante triste.

La hora pasó y el timbre de receso sonó, contentando a sus compañeros quienes no lo pensaron mucho antes de salir corriendo por la puerta. Él fue el último en salir, bastante desanimado y perdido, siguió la multitud encontrándose finalmente con el bonito y enorme patio que tenía para jugar, pero el problema era que no tenía con quien jugar como le gustaría. Se sentía solo y triste, sus ganas de llorar aumentando en cada momento, extrañando cada vez más su antigua escuela y sus amigos, con ellos nunca tuvo que preocuparse de eso. Los adultos eran extraños y tomaban decisiones muy raras.

Avanzó lentamente hacia un espacio vacío donde había más tierra que grama, tomó un palo del suelo y se sentó sobre la tierra a dibujar figuras abstractas para distraerse. Él amaba dibujar, sus padres siempre le hacían cumplidos de sus creaciones y él orgulloso hacia más. Se sentía feliz dibujando, aunque nada fuera perfecto, lo ayudaba a relajarse y mantener su mente ocupada.

—Hola.

Unos zapatos desconocidos se pararon cerca de su obra de arte, levantó la mirada para ver al dueño, encontrándose con un niño de su edad con mejillas que se veían esponjosas al tacto sonriéndole brillantemente. El niño lo miraba con ilusión y Taehyung no se sintió asustado.

—Soy Jimin, ¿quieres jugar conmigo?

No respondió, el miedo volviendo a llenarlo por completo impidiendo que soltara alguna palabra, no quería que volver a vivir la misma mala experiencia que en la clase. Jimin volvió a sonreír dándole un poco de seguridad, se puso a su altura en el suelo, Taehyung no dejaba de mirarlo sin saber que decir.

— ¿Quieres jugar conmigo?— repitió, Taehyung no queriendo hablar simplemente asintió torpemente. Debía admitir que si tenía muchas ganas de jugar— Genial. ¿Cómo te llamas?

—Taehyung.— dijo rápidamente. Estiró su brazo, ofreciéndole la mano en forma de presentación, Jimin miró la mano un poco confundido pero la tomó sin juzgar nada, agitando sus manos entrelazadas de arriba hacia abajo y el contrario le sonrió contento.

—Mucho gusto, Taehyung, ¿te gusta Spiderman?

Ante la pregunta, Taehyung se emocionó y agitó el cabeza entusiasmado, apretando la mano que aún sostenía del dulce chico, ahora bastante contento. ¡Él adoraba a Spiderman! Era como el mayor fan del superhéroe, desde sábanas y juguetes hasta la colección de películas y series, ¡Spiderman era como el mejor superhéroe del mundo!

— ¡Eso es genial!—exclamó feliz el contrario, su alegría resaltando en su carita sonriente y ojitos brillantes— Ven, vamos a jugar.

Jimin se levantó jalando su mano que no había soltado, obligándolo a levantarse, no lo soltó ni siquiera cuando empezaron a correr con dirección a los juegos. Jimin giró a mirarlo, mientras aún corrían, regalándole de nuevo una sonrisa llena de cariño que lo hizo sentir seguro y finalmente bienvenido a su nueva vida.

Taehyung pensaba que Jimin era el mejor compañero de juegos. Era el mejor pirata con el que había luchado y el mejor astronauta con el que había viajado, no era muy buen piloto de aviones pero eso no importaba cuando era un superhéroe casi tan genial como Spiderman. No rechistó cuando le dijo que él quería ser Spiderman, más bien le dijo que ambos podrían serlo. ¡Eran los perfectos Miles Morales y Peter Parker!

Jimin seguía cada idea que tenía sin juzgar y no se burlaba de él con su torpe coreano. Le había confesado que le daba vergüenza hablar y Jimin lo entendió, le dijo que no tuviera miedo, prometió que él lo protegería ante cada persona que tuviera la intención de burlarse de él, le ofreció su ayuda y lo corregía sin mala intención cada que se equivocaba. Jimin le tendió su mano y demostró ser el mejor superhéroe para él, quien lo acompañaría a la luna sin dudar y chocarían otro avión en el mar, todo con tal de hacerlo juntos.

— ¡Seamos amigos!— exclamó Jimin sorprendiéndolo, lo miró tan bonito que aunque quisiera negarse jamás podría.— ¿Te quieres sentar conmigo ahora?— Taehyung no podría describir lo feliz que se encontraba ante las palabras del niño, sin dudarlo asientió lo más rápido que podía, Jimin le sonrió con notable felicidad haciendo que sus ojos se ocultaran— Genial, seremos súper amigos desde ahora en adelante.

Taehyung tomó eso como una promesa, y haría su esfuerzo para que jamás se rompiera.

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