ღ dos

El señor Kim esbozó una sonrisa mientras templaba el agua para que la tina se llenara, la voz de su pequeño hijo se escuchaba tan emocionada que lo conmocionaba. Él realmente estaba feliz de que Taehyung hubiera conocido a ese pequeño amiguito que había hecho su mundo brillar luego del cambio tan radical que había sufrido.

— ¡Es que tú no sabes, papá!— exclamó el pequeño a medio vestir en medio del baño.— A Jimin le gusta Spiderman igual que a mí y él me presta todos sus juguetes. Es muy bueno para jugar a la pelota también y hace unos goles que ¡woah! ¡Es increíble! También, le gusta dibujar y me regala sus dibujos, esos que yo tengo pegados en mi casita, ¿los has visto, papá? ¡Yo también le regalo muchos, muchos dibujos!

El padre de Taehyung giró sobre sus talones para encontrar al pequeño hombrecito sin camiseta, con los pantalones a medio desabrochar, totalmente emocionado hablándole de las aventuras con su amigo. Los ojos de su hijo brillaban de felicidad.

— ¿Estás emocionado por ir a cenar a la casa de tu amigo, campeón?

—Muchísimo, papá

Su padre rió por lo apasionado que se oía.

—De acuerdo, Miles Morales, entonces apresurémonos en arreglarte para que no llegues tarde.

— ¡Si, si, si!

Lo ayudó a entrar en la bañera con cuidado, lavando su cabello con atención procurando que la espuma no llegara a sus ojos. Taehyung en ningún momento dejó de hablar de su amigo, su padre escuchaba cada palabra con atención dándose cuenta que la relación que ambos tenían brillaba con sinceridad y alegría. Todo lo que Taehyung necesitaba en su vida.

Después del baño, su padre lo cargó entre sus brazos cubriéndolo con una toalla, el niño rió por el acto contagiándole la risa a su padre. Lo ayudó a secarse y vestirse, juntos eligieron la ropa que se pondría, Taehyung era muy quisquilloso con lo que vestía procurando siempre lucir bien, aunque siempre olvidaba peinar su cabello. Esta vez dejó que su padre lo peinara con atención mientras él se concentraba en sus juguetes.

Una vez que estuvo listo, dio un salto de la cama y fue hasta la sala, donde su madre lo esperaba. Sus ojos marrones se posaron sobre la deliciosa tarta que descansaba sobre la mesa de centro.

— ¿Comeremos tarta, mamá? —inquirió el pequeño, acercándose a ella.

—No, cielo. Eso lo llevaremos a la casa de Jimin. Ser invitados a comer y no llegar con algún aperitivo es de muy mala educación.

—Oh... —exclamó el niño, encantado por lo que decía su mamá. Él la amaba demasiado, ella siempre sabía qué decir, era muy inteligente y bonita. Era la mejor mamá del universo.

—Creo que ya es hora —anunció el señor Kim quien venía doblando los puños de su camisa, dándole un aire más informal— ¿Están listos?

—Sí, sí, sí.

Ambos adultos soltaron una pequeña risa encantadora, sintiéndose enternecidos por el actuar de su hijo. Hacía mucho tiempo que no veían a Taehyung tan entusiasmado.

El viaje en auto fue bastante corto. Taehyung se dedicaba a hacer preguntas como cuánto faltaba para llegar o en qué parte de la ciudad vivía Jimin, si sus casas quedaban lejos o si podía llegar caminando. Pacientemente, sus padres respondieron cada una de ellas, recitándole algunas recomendaciones de cómo debería comportarse también.

Cuando se detuvieron frente a una casa de dos pisos con paredes de tonos vainilla, Taehyung saltó en su asiento como un cachorro emocionado.

— ¿Ya llegamos? ¿Esa es la casa de Jimin?— preguntó con la emoción golpeando su pecho. Si tuviera una cola en ese momento, seguramente estuviera agitándose sin parar.

—Sí, ya estamos aquí.— afirmó su padre antes de abrir la puerta para salir.

Taehyung celebró y no se hizo de rogar al salir del auto. Sus padres lo acompañaron hasta la puerta de la casa para así conocer a los padres del niño y tener seguridad de dónde dejaban al pequeño. Su mamá tocó el timbre, Taehyung esperaba que fuera Jimin el que abriera la puerta, pero en cambio fueron recibidos por una bonita mujer que parecía ser la madre de su amigo, y Jimin con sus ojitos brillosos detrás.

Jimin lo recibió con una de sus hermosas sonrisas que nunca se cansaría de ver, lo saludó alegremente con su mano y Taehyung devolvió el saludo de inmediato, tan emocionado que olvidó completamente sus modales y pasó de largo a sus padres y la madre de su amigo. Jimin tomó su muñeca y lo llevó corriendo dentro de la casa, no le dio ni tiempo de detallarla porque enseguida su amigo lo arrastraba hacia las escaleras llegando finalmente a lo que parecía ser su habitación.

—Woah, tu habitación es muy bonita...— halagó Taehyung encantado.

—No tanto como la tuya.— escuchó decir a Jimin, pero él estaba seguro de que no era así.

Se acercó a la ventana y miró hacia la calle, Jimin lo acompañó también y juntos vieron hacia afuera, el bonito cielo oscuro y la calle iluminada por los faroles. Taehyung se distrajo observando la luna, acompañada de pequeñas estrellas alrededor, siendo encantado por su luz y la belleza que exhibía.

—Mira, él es mi amigo que te había contado.— comentó Jimin entusiasmado, abrieron la ventana para poder ser escuchados afuera.— ¡Hobi! ¡Hola, Hobi! ¡Estoy aquí arriba!

Jimin sacudió su brazo con la intención de hacerse notar ante su vecino, lográndolo de inmediato y haciendo que el niño le respondiera igual de alegre. Taehyung miró curioso al niño, tenía una sonrisa tan amable como la de Jimin, que le dieron ganas de acercarse a hablarle sin temor, por lo que le había contado su amigo, era un genial compañero de aventuras. Parecía ser igual de encantador que su amigo.

— ¡Hola, Mimi!— gritó de vuelta.

—¡Mira, Hobi! ¡Él es mi amigo, Tae!— anunció, señalándolo.

— ¡Hola, Tae!— saludó, pero antes de que pudiera saludarle de vuelta, Hobi escuchó como su madre lo llamaba desde su casa, pidiéndole que entrara.— Juguemos un día de estos, ¿está bien?

— ¿Qué?— preguntó Jimin confundido al no entenderle, se inclinó un poco más hacia la ventana para poder escucharlo mejor, haciendo que Taehyung se asustara por la probabilidad de una caída, aferrando sus manos enseguida en su ropa, protegiéndolo.— ¡Habla más fuerte, no te escucho!

— ¡Que juguemos un día los tres!— propuso el niño antes de despedirse.

— ¡Ah, sí, sí!— exclamó encantado Jimin.

Cuando Hobi se despidió y entró a su casa, Jimin cerró la ventana, miró a Taehyung con los ojos tan brillantes como la luna.

—Me gustaría mucho que conocieras a Hobi, es muy simpático. Me gusta su risa.— confesó caminando hasta su cama para sentarse de un salto en ella. A Taehyung le agradó la idea.

Siguió a los pasos de su amigo, aprovechando para viajar su mirada por toda la habitación, observando mejor cada detalle que había en esta. Había juguetes y zapatos regados por el suelo, un escritorio pequeño pegado a la pared, a un lado de la ventana que daba a la calle, del otro lado había un armario y no podía faltar la pequeña cama la cual estaba ubicada en un rincón de la pared, tenía un cobertor de Spiderman que inmediatamente a Taehyung le encantó. Todo deslumbraba el nombre de Jimin, pero lo más importante y lo que más llamó la atención de Taehyung eran los dibujos que él mismo había hecho y regalado a su amigo, pegados en la pared donde descansaba la cama.

—Pegaste mis dibujos en la pared...

—Son los mejores dibujos que he visto, además, los hiciste tú, son muy especiales para mí.

Taehyung no podía controlar la sonrisa de alegría, sus mejillas coloradas y su corazón lleno de orgullo por lo bonito que se había sentido ante las palabras de su amigo. Agradecido y envuelto por las emociones agradables que su amigo le transmitía, quiso expresar sus sentimientos aunque le costara pronunciar un poco.

— ¿Sabes una cosa, Mimi?— preguntó con cuidado, meditando cada palabra que diría para no equivocarse, concentrando su mirada en cada rincón de la habitación.

Jimin lo observó atentamente.

— ¿Mmh?

—Ya no extraño mi casa.

Jimin frunció el ceño confundido, y por un momento Taehyung temió haberlo dicho mal, pero entonces pensó que si fuera así Jimin se lo diría y lo corregiría sin hacer alguna expresión que lo hiciera sentir mal.

— ¿A qué te refieres?— preguntó confundido, entonces Tae comprendió que su amigo simplemente no había entendido a que se refería.

Taehyung volteó para mirarlo a los ojos y le mostró sin dudar su sonrisa con cariño.

—Cuando me dijeron que nos mudaríamos me enojé mucho con mis padres.— confesó— Mi papá quería que conociera nuestra, uh, cultura y quería volver a Corea. Yo no quería porque no podía hablar coreano y porque todos mis amigos estaban allá. Le pedí a mi mamá que nos quedáramos pero ella pensaba lo mismo que papá, que sería bueno tener contacto con mis ¿raíces?, o algo así.— trató de explicar lo mejor que pudo, haciendo una mueca torpe que hizo reír a Jimin.— Lloré mucho ese día. Bueno, lloré todo el viaje porque yo de verdad no quería venir. El cambio fue difícil, pero ya ahora no extraño mi casa.

— ¿Por qué?— preguntó Jimin interesado, Taehyung se alegró de que le estuviera tomando atención, motivándolo a continuar.

Sentía ese momento como algo muy especial, más allá de todo, estaban ellos, juntos, como siempre existiendo un cariño que los hacía sentir seguridad. No sabía cómo explicarle lo que quería, que palabras usar o si le entendería, pero la respuesta era clara y sencilla.

—Tú.

Jimin ladeó la cabeza, confundido, la posición haciéndolo lucir adorable.

— ¿Yo?

—Tú me haces sentir como en casa.— dijo, esperando que Jimin supiera lo que quería decir— Soy feliz cuando jugamos y haces que me olvide que yo nunca quise venir. Creo que si hubiera sabido que íbamos a ser amigos, le habría dicho a papá que nos mudáramos antes.

Siempre le habían dicho que tenía una gran imaginación, una forma distinta de ver el mundo y una percepción de otro planeta. Muchas veces los niños no lo entendían pensando que era bastante raro. No quería que Jimin pensara que era raro y se alejara de él por eso. Pero la expresión de cariño en la cara de su amigo lo relajó. No lo había juzgado ni se había burlado, eso lo empujó a agregar una última cosa muy importante:

—Muchas gracias por ser mi amigo, Mimi.— soltó con sinceridad, lanzando cada palabra desde su corazón.

Jimin pareció derretirse, su mentón temblando mientras que su labio inferior se curvaba en un puchero y de inmediato se lanzó sobre Tae, apretándolo entre sus brazos con fuerza. Taehyung rió de alegría, sorprendido por la acción.

—Te quiero mucho, Taetae. Mucho, mucho.

Se sentía genial saber que era correspondido con el mismo cariño.

—Yo también te quiero, Mimi. Mucho, de aquí a la luna.

El toque en la puerta llamó la atención de ambos, el señor Park se asomó con una sonrisa enternecida, delatando que los estuvo escuchando hace un momento.

—Muy bien, Peter Parker y Miles Morales, es hora de la cena. Todos los están esperando así que vamos.

Ambos obedecieron bajándose de un salto de la cama. Antes de bajar, Jimin se acercó a su padre mirándolo con ojitos de cachorro.

—Papá, ¿Tae se puede quedar a dormir aquí? Por favor.— preguntó tratando de lucir lo más encantador posible, agregó un puchero para así persuadirlo.

Taehyung miró curioso la escena, deseando tener una respuesta positiva. El señor Park estrechó sus ojos y los miró a ambos pensativo.

—Debemos preguntárselo a sus padres. Si ellos dicen que sí, no hay ningún problema.

Emocionados, ambos bajaron corriendo la escalera hasta llegar a la sala, donde se encontraban sus padres y la madre de su amigo conversando animados.

—Siéntate a mi lado, Tae. —pidió Jimin, Taehyung asintió contento.

Se sentaron uno al lado del otro como todos se esperaban, Taehyung ahora pudo apreciar tanto la mesa repleta de platos que lucían deliciosos como la bonita decoración hogareña de la casa. Todo demasiado agradable y bonito que lo hacía sentir cada vez más seguro. Jimin le daba esa sensación y todo lo cercano a él parecía reflejar lo mismo. La definición de casa ahora lo relacionaba con Jimin. Protección y cariño. Así se sentía todo el tiempo que estaba con él, como la protección que da un techo o el cariño de las sábanas.

Tomaron sus palillos y empezaron a comer junto a los adultos, los pequeños ensimismados en su propia conversación, ignorando al resto en la mesa, envueltos en su propio planeta, donde todo lo que importaba era el cariño mutuo y la felicidad que eso les producía.


Taehyung empujaba una silla del comedor por la sala, el chirriante ruido llamó la atención de su padre quien salió enseguida a ver qué ocurría. Vio a su hijo colocar la silla unos centímetros alejada de la puerta y luego se sentó en esta para quedarse observando la puerta como si fuera lo más entretenido del mundo, movía sus pies de atrás hacia adelante notablemente emocionado, esperando a alguien.

—Taehyung...— su padre lo llamó extrañado.— ¿Qué haces?

— ¡Esperando a Jimin!— explicó emocionado en un perfecto inglés, su padre sonrió enternecido.

—Pero puedes esperarlo en tu habitación, Jimin no se irá de aquí aunque tardes unos minutos en abrirle.

Taehyung hizo un puchero.

— ¿Qué te parece si me acompañas a la cocina y preparamos unos bocadillos para los dos?— propuso el hombre. Taehyung lo pensó un poco, miró hacia la puerta y luego a su padre, finalmente, decidiéndose por seguirlo.

El hombre tomó la silla y la puso en su lugar para luego dirigirse juntos a la cocina para preparar algo que ambos niños pudieran disfrutar. Taehyung propuso poutine, deseando que su amigo probara algo de su país pero luego se decidieron por algo más sencillo y coreano, no queriendo arriesgarse a una alergia inesperada o algo que pudiera afectar a su invitado.

—Estoy muy orgulloso de ti.— confesó su padre siendo atacado por el repentino sentimentalismo— Sé lo difícil que te resultó la mudanza, y lo difícil que es adaptarse a un nuevo país, yo viví eso también cuando me mudé a Canadá.— Taehyung lo miró curioso, con sus ojitos atentos a lo que decía.— Sin embargo, has logrado adaptarte a tu ritmo y mejorado notablemente el coreano, eres un niño extraordinario y me hace muy feliz que-

El sonido del timbre siendo tocado con insistencia lo interrumpió, Taehyung no lo pensó ni dos veces antes de salir disparado a abrir la puerta y abandonar a su padre en la cocina, la chispa del sentimentalismo siendo esfumada así de rápido. Al hombre no le quedó más que reírse por la dulce emoción de su hijo, manteniendo su sincero orgullo por tener a tan buen pequeño.

Taehyung abrió la puerta desbordante de alegría, encontrándose finalmente con Jimin tan brillante como siempre, con sus perfectas mejillas pomposas con un suave color rosa, su castaño cabello desordenado pero lejos de lucir de la misma manera en la que él asistía a la escuela, y jamás podría faltar la hermosa sonrisa que hacía a sus ojos diminutos, ahora faltantes dos dientes de leche que se le habían caído hace algunas semanas, luciendo chistoso ante los ojos de su amigo. Jimin era un niño totalmente encantador.

— ¡Mi papá me compró la última película de Spiderman!— chilló Jimin saltando, emocionando mucho más a Taehyung.

—Genial, genial.— respondió alegre, repitiendo esa palabra que su amigo siempre decía.— ¡Vamos a verla!

Jimin giró a despedirse de su madre quien esperaba en el auto a que él entrara a la casa de su amigo, agitó su mano repetidas veces antes de finalmente entrar. Juntos corrieron a través de la casa hasta llegar al patio trasero donde se encontraba reposando en un enorme árbol una casa, su lugar seguro. Su padre la había construido con la intención de hacerlo sentir en su hogar, ya que en Canadá tenía una, quería que de esta forma se sintiera un poco más familiarizado al lugar y no fuera tan pesado el cambio. Taehyung adoraba su casa del árbol, le gustaba imaginar que era un castillo y él era el rey que debía protegerlo, así que no todo el mundo estaba permitido entrar a su fortaleza, claramente Jimin si porque le había demostrado con su amistad que era digno.

Escalaron la escalera de madera con cuidado, Taehyung susurraba disculpas hacia el árbol por el peso que le estaban dando, hasta finalmente empujar la pequeña puerta e ingresar al reino de Kim Taehyung. En el interior se encontraba un pequeño televisor con su reproductor de DVD, una consola de videojuegos y tres asientos poufs situados desordenadamente a lo largo del lugar, las paredes adornadas con múltiples dibujos que él mismo había hecho, otros que Jimin le había regalado colgados en los mejores lugares y pósters de Spiderman que no podrían faltar. A Taehyung le gustaba ver las expresión que Jimin hacia al estar en la casita, lo llenaba de orgullo saber que a su amigo le gustaba el lugar, mucho más al ver los dibujos que le había regalado pegados a la pared. Lo vio quitarse el bolso que llevaba y lanzarse sobre el pouf rojo, Taehyung lo imitó lanzándose sobre el pouf azul siendo atrapado por la comodidad del asiento.

Pasar tiempo con Jimin era placentero, el tiempo se pasaba volando cuando estaba junto a él, no recordaba algún momento en que se quedaran sin saber que hacer o se aburrieran de la compañía. Desde quedarse horas encerradas en la casa del árbol jugando videojuegos o inventando aventuras sobre su superhéroe favorito hasta correr en el patio gritando al perseguir la pelota de fútbol creyéndose los mejores jugadores del mundo. Cada momento valía oro.

Taehyung se daba cuenta en cuanto se acercaba la noche y tocaba la hora de despedirse de su amigo, lo rápido que había pasado el día y lo mucho que se habían divertido. No quería que se fuera, pero entre promesas de volverse a ver pronto y seguir jugando en el colegio se despidieron finalmente. No le daba mucho tiempo de asimilar la falta que le hacía porque se quedaba dormido un momento después, soñando que Jimin lo acompañaba en sus sueños donde continuaban sus juegos.

Definitivamente, ser amigo de Park Jimin era lo mejor.

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